in girum imus nocte et consumimur igni

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lunes, 30 de septiembre de 2019

Ecos del pasado


Me levanté al alba, había llovido pero tenía que aprovechar el fin de semana. Me puse una casaca abrigadora, tomé mis equipos y subí a mi camioneta. Después de dos horas manejando por la carretera y media hora más por un solitario pero hermoso camino de trocha, llegué a mi destino: El pequeño y abandonado pueblo de Lucerna.

Según mi amigo David, estudioso de temas paranormales, el lugar había sido abandonado luego de una masacre perpetrada por un asesino serial. Era un buen lugar para obtener psicofonías. Más grande fue mi sorpresa cuando llegué a la entrada del pueblo pues este no estaba abandonado. La niebla se había disipado y un pálido sol iluminaba tímidamente el lugar. Estacioné mi camioneta y bajé cargando mis equipos.


Recorrí las calles del pintoresco pueblo rural, los habitantes iban de un lugar a otro realizando sus faenas cotidianas, vi a un grupo de niños dirigiéndose a la escuela, vendedores llevando sus productos al mercado de la plaza, jóvenes y ancianos paseando en la alameda. Sin duda el dato de mi amigo estaba equivocado, tal vez algunos pobladores se habían marchado pero aún quedaban muchos viviendo en el lugar.

Me dije que de todas maneras tenía que aprovechar el viaje y me dirigí a la vetusta iglesia, tal vez me permitieran grabar allí y con suerte conseguiría algunas psicofonías. Entré y encontré al sacerdote haciendo los preparativos para la misa de mediodía, lo saludé pero él ignoró mi presencia. No insistí y empecé a tomar fotos, luego me dirigí al cementerio, tomé más fotos y grabé parte de mi recorrido entre los mauselos y las tumbas grises.

Después me dirigí al mercado para comer algo, me acerqué al puesto de una señora para comprar empanadas pero también me ignoró. Intenté entablar conversación con algunas personas pero también pasaron de largo, entendí que podían ser huraños con los extranjeros pero esto ya era ridículo, nadie respondía a mis saludos ni preguntas, ni siquiera para decirme que no era bienvenido y pedirme que me largara de allí.

Intrigado empecé a filmarlos llegando incluso a ser entrometido pero sin recibir ni un solo reproche. Ya fastidiado me atreví a tocarle el hombro a un anciano mendigo y para mi sorpresa mi mano pasó a través de él. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Presuroso me dirigí a mi camioneta y empecé a ver mis filmaciones: No había personas en los vídeos, solo las calles vacías.

Al anochecer me convencí de que en ese pueblo todo estaba en perfecto estado como si las personas siguieran viviendo ahí, pero yo estaba completamente solo… no quise quedarme ni un momento más en ese lugar, lamentablemente no obtuve ningún registro de mi sobrenatural experiencia.


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