Me levanté al
alba, había llovido pero tenía que aprovechar el fin de semana. Me puse una casaca
abrigadora, tomé mis equipos y subí a mi camioneta. Después de dos horas
manejando por la carretera y media hora más por un solitario pero hermoso
camino de trocha, llegué a mi destino: El pequeño y abandonado pueblo de
Lucerna.
Según mi amigo
David, estudioso de temas paranormales, el lugar había sido abandonado luego de
una masacre perpetrada por un asesino serial. Era un buen lugar para obtener
psicofonías. Más grande fue mi sorpresa cuando llegué a la entrada del pueblo
pues este no estaba abandonado. La niebla se había disipado y un pálido sol
iluminaba tímidamente el lugar. Estacioné mi camioneta y bajé cargando mis
equipos.
Recorrí las
calles del pintoresco pueblo rural, los habitantes iban de un lugar a otro
realizando sus faenas cotidianas, vi a un grupo de niños dirigiéndose a la
escuela, vendedores llevando sus productos al mercado de la plaza, jóvenes y
ancianos paseando en la alameda. Sin duda el dato de mi amigo estaba
equivocado, tal vez algunos pobladores se habían marchado pero aún quedaban
muchos viviendo en el lugar.
Me dije que de
todas maneras tenía que aprovechar el viaje y me dirigí a la vetusta iglesia,
tal vez me permitieran grabar allí y con suerte conseguiría algunas
psicofonías. Entré y encontré al sacerdote haciendo los preparativos para la
misa de mediodía, lo saludé pero él ignoró mi presencia. No insistí y empecé a
tomar fotos, luego me dirigí al cementerio, tomé más fotos y grabé parte de mi
recorrido entre los mauselos y las tumbas grises.
Después me dirigí
al mercado para comer algo, me acerqué al puesto de una señora para comprar
empanadas pero también me ignoró. Intenté entablar conversación con algunas
personas pero también pasaron de largo, entendí que podían ser huraños con los
extranjeros pero esto ya era ridículo, nadie respondía a mis saludos ni
preguntas, ni siquiera para decirme que no era bienvenido y pedirme que me
largara de allí.
Intrigado empecé
a filmarlos llegando incluso a ser entrometido pero sin recibir ni un solo
reproche. Ya fastidiado me atreví a tocarle el hombro a un anciano mendigo y
para mi sorpresa mi mano pasó a través de él. Un escalofrío me recorrió de pies
a cabeza. Presuroso me dirigí a mi camioneta y empecé a ver mis filmaciones: No
había personas en los vídeos, solo las calles vacías.
Al anochecer me
convencí de que en ese pueblo todo estaba en perfecto estado como si las
personas siguieran viviendo ahí, pero yo estaba completamente solo… no quise
quedarme ni un momento más en ese lugar, lamentablemente no obtuve ningún
registro de mi sobrenatural experiencia.
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