in girum imus nocte et consumimur igni

in girum imus nocte et consumimur igni

domingo, 24 de noviembre de 2019

Recuerdos


Zander caminaba por una pintoresca calle oriental, no era elegante pero era bonita, las farolas de papel daban una cálida luz tenue... Percibió el aroma de las flores de cerezo y sonrió recordando con nostalgia a aquella bella jovencita que fue el amor de su juventud... Escuchó la risa de los niños jugando... Una ligera llovizna... Zander disfrutaba de aquel paseo, la felicidad en las cosas simples...

¡Tutututuuuuuuuu! Sonó la alarma del casco virtual.

— Capitán Zander Loggan — dijo la voz robótica de la AI de la nave espacial — su tiempo de descanso ha terminado.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Brujería


La hermosa condesa Eloísa fue acusada de brujería. El Tribunal de la Santa Inquisición había recibido muchas denuncias que declaraban haberla visto las noches de luna llena dirigiéndose al bosque en donde realizaba rituales blasfemos alabando a Satanás, algunos se atrevieron de acusarla de haber envenenado a su esposo, el conde Rodolph. El Inquisidor ya no podía ignorar las acusaciones contra la condesa y ordenó que la trajeran para comparecer.

Su proceso fue rápido. En un baúl de sus aposentos encontraron una túnica negra, grimorios y pócimas. Fue condenada a morir quemada en la hoguera. Dada su condición de noble esperaba, resignada a su triste suerte, el día del auto de fe en una celda del convento.

Y llegó el día. La condesa fue llevada a la plaza en donde la muchedumbre ya estaba reunida para verla arder en la pira. La subieron al tabladillo, la condesa completamente desconsolada pidió recibir la comunión antes de ser ejecutada pues a pesar de las pruebas encontradas ella insistía en su inocencia, la plebe se burló de ella pero el sacerdote, cumpliendo con su deber, se acercó y le dió la bendición.

Ya estaba atada al poste y la paja preparada a sus pies cuando en medio del alboroto un caballero templario irrumpió a todo galope. Era sir Francis, conocido y admirado por su valor en la última cruzada en Tierra Santa.

— ¡Detengan la ejecución, traigo una bula de perdón de nuestro Santísimo Pontífice! — exclamó el templario — la condena se cambia a reclusión en el Monasterio de Santa Clara. Yo mismo la llevaré.

No esperó respuesta del Inquisidor, subió al tabladillo, desató a la condesa que no pudo contener el llanto al ver a su salvador, la subió a su caballo y se alejaron de la plaza en la que los aldeanos vociferaban rabiosos pues querían ver arder a la condesa.

Días después Eloísa se encontraba a salvo durmiendo plácidamente en una habitación del Monasterio de Santa Clara. Mientras tanto, en las catacumbas del mismo, Sir Francis invocaba al demonio que tenía esclavizado gracias a los encantamientos de un libro misterioso que encontró en las lejanas tierras de Constantinopla, ese demonio ya le había concedido la muerte del conde Rodolph y ahora le concedería la venganza... Aquellos que habían acusado de bruja a su amada Eloísa recibirían un merecido castigo.

domingo, 10 de noviembre de 2019

La lluvia

La acusaron de practicar la brujería, ella no pudo negarlo, había usado sus conocimientos ancestrales para invocar a la lluvia y acabar con la sequía. No la lapidaron pero la expulsaron de la aldea... Entonces, al caer el ocaso, se marchó llevándose a la lluvia con ella.

viernes, 8 de noviembre de 2019

El hechizo del unicornio


Decían que ella se aparecía durante las noches de luna llena, junto a la cascada en donde la luz de la lumbrera de plata creaba arcoíris azules... aquellas noches mágicas aparecía la bella criatura de diáfana hermosura... semejante a una mujer con cabellos de plata, pero no era una mujer, era una criatura mágica: Un cuerno de marfil en su frente la delataba.

También decían que su cuerno tenía propiedades mágicas. Una vez el hijo del rey se enfermó, consultaron con los mejores médicos del reino pero ninguno sabía cómo curar al príncipe. 

Finalmente el rey consultó con un hechicero y este le dijo que el príncipe se curaría tomando una poción preparada con las limaduras del cuerno de la criatura mágica.

Entonces el rey ordenó a sus mejores cazadores que capturaran a la criatura pero cuando la divisaron quedaron embelesados por su hermosura y no reaccionaron... Excepto una cazadora que preparó su arco y le disparó una flecha que la hirió en el hombro, luego se acercó a ella y le cercenó el cuerno esperando así cumplir con el rey sin necesidad de matar a la bella criatura... Pero la criatura mágica se convirtió en niebla y se desvaneció de este mundo.

jueves, 7 de noviembre de 2019

El Aya Uma


Después de seis años trabajando en la ciudad Pablo sintió nostalgia por el pequeño caserío de la serranía en el que había crecido, tomó un bus interprovincial que lo dejó en el poblado más cercano, el resto del camino tendría que hacerlo a pie o si tenía suerte se encontraría con algún campesino que pudiera hacerle un lugar en su carreta.

Con su mochila al hombro y algo de dinero en el bolsillo que pensaba invertir en arreglar la cabaña de sus ancianos padres, empezó a caminar en el sendero de trocha. La alegría danzaba en su corazón a cada paso que lo acercaba a su querido terruño.

Cayó la noche y se sentó sobre una piedra para descansar un rato y buscar su linterna que tenía en la mochila. Entonces percibió un hedor y escuchó un silbido, la sangre se le heló en las venas recordando las historias sobre el aya uma que le contaba su abuela, una siniestra criatura cuya apariencia era la de una cabeza putrefacta que avanzaba emitiendo silbidos y dando saltos buscando una víctima, cuando la encontraba saltaba y se pegaba a su cuello para chuparle la sangre. Luego dejó escapar una risa, esas eran supersticiones de personas ignorantes y él ya no era un tonto muchacho de un caserío perdido. El hedor y el silbido tendría alguna explicación, tal vez un cazador furtivo arrastrando un animal en estado de putrefacción.

Prosiguió su camino pero al poco rato se vio sorprendido por un aguacero, afortunadamente divisó las ruinas de una iglesia y se refugió allí. Pasó una noche horrible, el viento aullaba y sacudía los tablones del techo de la precaria iglesia pero lo que más le aterraba eran los ruidos y silbidos que escuchaba... Y ese hedor insoportable. Cayó de rodillas y empezó a rezar como no lo hacía desde hace mucho tiempo.

Finalmente llegó el amanecer y la calma. Salió de su escondite y prosiguió su camino. Cuando llegó al caserío lo encontró en un estado deplorable, se podía oler la muerte en el ambiente. Corrió a la cabaña de sus padres y los encontró muertos con marcas en el cuello. Desesperado salió a la calle gritando su dolor... tocó las puertas de las demás cabañas y con horror descubrió que todos estaban muertos, excepto una anciana que encontró agonizando en un charco de sangre...

— Aya Uma — murmuró la anciana antes de morir entre sus brazos.

martes, 5 de noviembre de 2019

Protegiendo el maíz


El pobre anciano ya estaba harto. Ellos venían durante la madrugada y se comían las primicias de su cosecha. Tenía que ponerle fin a esa situación pues el producto del campo era su única fuente de sustento.

Buscó aquel cuaderno de su fallecida madre que contenía recetas y consejos para cuidar del campo, seguro tendría la solución para espantar a esos ladrones. Encontró la receta perfecta, era tan sencilla que se enojó por no haberlo pensado antes.

Cuando anocheció el anciano fue al cementerio, desenterró un cadáver fresco, el de una jovencita que se había suicidado por una decepción amorosa, y lo llevó a su cabaña. Luego de prepararlo según las indicaciones del cuaderno lo colocó a modo de espantapájaros en su huerto.

Después se mantuvo despierto para observar si el truco funcionaba. Cómo a las tres de la madrugada los vio llegar, esos repugnantes seres del bosque que tanto les gustaba devorar los brotes del maíz. Al ver al espantapájaros retrocedieron, un hada con alas de color verde arrojó una piedra.

— ¡Bah, sólo es un cadáver! — dijo con su voz chillona.

Las odiosas criaturas entraron al sembradío burlándose del anciano... entonces el cadáver de la jovencita reaccionó, animado por el hechizo empezó a cazar y devorar a las hadas. El anciano sonrió satisfecho, el truco funcionaba y su cosecha estaba a salvo.