Lucas era un
reconocido fotógrafo de la prestigiosa revista de viajes y aventuras
"Descubriendo el mundo". En una de sus travesías llegó a un remoto
poblado del que había escuchado hablar, éste estaba ubicado en un bosque al que
se accedía con mucha dificultad. Cuando llegó vio que parecía una aldea
medieval congelada en el tiempo. Se presentó ante los asombrados habitantes y
sacó su cámara fotográfica, las personas se mostraron aterrorizadas cuando
vieron aquel aparato.
- Esto no les
hará daño, sólo tomaré imágenes de ustedes - dijo Lucas.
- Conocemos ese
maldito aparato - dijo el anciano que parecía el gobernador de la aldea - hace
un tiempo algunos forasteros que llegaron también los tenían... por eso sabemos
que si hace daño, le roba el alma a las personas.
- Esas son
supersticiones - respondió Lucas - tome la cámara para que usted mismo me tome
una foto y pierdan el miedo.
El anciano tomó
la cámara que Lucas le ofreció, con un dedo vacilante presionó el obturador, el
flash salió disparado... Luego le devolvió la cámara.
- ¿Ve cómo no me
pasó nada? - dijo Lucas con una sonrisa... un segundo después empezó a
desaparecer.