diestro con la espada, audaz en la lucha,
gallardo jinete sobre indómito corcel,
dueño de una rara belleza salvaje y furiosa.
No imaginas que una princesa caprichosa
y hastiada de estirados nobles de modales refinados
se ha enamorado apasionadamente de ti
y sueña contigo en su lecho de brocado y oropel.
Te espío escondida entre el ramaje
mientras te bañas desnudo en la cascada,
tus músculos son firmes,
tu piel bronceada por el sol del mediodía
y áspera por el frío de la montaña,
tus largos cabellos oscuros caen sobre tus hombros
y enmarcan tus rudas facciones
en donde destacan las esmeraldas de tus ojos.
Sobre las rocas, húmedas y tendidas al sol,
están tus gastadas vestiduras,
imagino las noches de invierno
en las que bajo las estrellas congeladas
sobre un miserable lecho de hojarasca
o tal vez en una húmeda caverna
has sufrido frío sin más abrigo
que aquella capa deshilachada.
Descansas sobre la hierba,
dormitas bajo el sol semejante a un semidiós,
no puedo resistirme y me acerco a ti,
tu virilidad se manifiesta, aunque solo me presientes en tu
siesta.
Estoy segura que hace muchas lunas
no has recibido las caricias de una mujer
y que tu deseo reclama la suave humedad de un refugio femenino
despierta... ¿quieres descansar en el regazo de un hada?
Liliana Celeste Flores Vega - 1993