Sus
ojos encendidos por el deseo
son
como rubíes de fuego que reflejan la lumbre del Averno...
la
palidez de su rostro se acentúa
con
el contraste de sus largos cabellos negros
tan
oscuros como un cielo sin estrellas.
Camina
por las callejuelas decadentes
envuelto
en su capa oscura
que
simula las alas de un demonio
cuando
la ahueca el viento...
ese
toque gótico en su figura,
sus
caballerosos modales
y
su romanticismo oscuro
completan
la alegoría del vampiro.
No
puede ocultar su origen inmortal
aunque
vista de carne y hueso,
hechicero,
nigromante y alquimista,
guerrero
que empuña una espada de niebla...
señor
de la dorada foresta,
demonio
de los templos y ángel de los sepulcros,
no
le sirve su disfraz de humano
pues
su aura azul resplandece en las tinieblas.
No
despreciaré el cortejo de tan noble caballero,
quien
todas las noches acude a la función
de
éste miserable teatro parisino,
teniendo
seguramente compromisos dignos de sus blasones
como
una velada en la mansión de la marquesa
o
una partida de whist en el salón del duque...
descortesía
sería no aceptar el ramo de rosas rojas
que
ha enviado a mi camerino.
Con
el ramo me envió una esquela
en
la que me confiesa sus sueños obsesivos:
“Desde
la primera vez que os vi interpretando a Gretchen
sueño
que dejáis abierta la puerta de vuestro balcón
y
yo, vistiendo las galas de Mefisto,
invado
la privacidad de vuestro recinto,
hermosa,
desnuda e indefensa os encuentro
y
bebo vuestra sangre hasta dejaros muerta”
Inconfesables
placeres de un noble,
como
respuesta le enviaré ésta esquela:
“Para
agradeceros rosas y devoción, ésta noche os prometo
dejar
abierta la puerta de mi balcón y quedarme quieta como un cadáver
para
satisfacer vuestras obsesiones necrofílicas”
Liliana Celeste Flores Vega - 1995