in girum imus nocte et consumimur igni

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jueves, 30 de noviembre de 2017

Ojos azules

Once años... once años han pasado desde aquella noche funesta en la que la sombra del antiguo y sangriento ritual de los Guerreros de la Luna de la Muerte de Huaca Sian se levantó del olvido bajo la forma de una niña cruel y fantástica quien con sus manos de lirio ensombreció el cielo de Polaris. Once años han pasado, once abriles en los que la primavera se marchitó antes de que florecieran los nelumbos, las blancas flores de niebla de un tierno amor incipiente se quedaron dormidas en el sueño de los capullos que nunca se abrirán.

Cada abril otoñal me disfrazo de viuda vestida con el traje de novia que quedó hecho harapos entre las manos de quinceañera frustrada de la Luna Fantasma. Once años en la que cada aniversario luctuoso vago en el cementerio tratando de exorcizar a los fantasmas de aquella noche aciaga que me hubiera gustado borrar de la memoria del tiempo. Once años han pasado y con ellos once lunas de abril decadente. La sombra de cada luna tomó vida de muerte, ahora son once lunas que son once espectrales damas vestidas de tinieblas que caminan rompiendo la radiante luz del día como presagio del invierno. Mi hermano, el Caballero que lleva la Insignia del Lupus Ardente, me ha dicho que ha visto el fúnebre cortejo de aquellas damas oscureciendo el sol en pleno mediodía como mortecina calina escapada de un sepulcro y me ha dicho que devuelva  la muerte a la muerte.

Veneno, puñal y maza en las manos de Shia apagaron la bella luz de tus ojos azules una noche nefasta. Hace once años tu sangre mancha mis manos y no he podido lavarla aunque intenté hacerlo en la corriente del Leteo. Once años me pesa en el alma la promesa que hice ad portas de morte en azul y argento de luna parca. Once años, el ciclo tiene que cerrarse. Cumpliré con la promesa de aquella alborada morada.

Dime, ¿lo recuerdas como una promesa de amor fatídica y apasionada o como una condena de muerte cruel y tiránica?... ¡tonta soy al preguntarte si recuerdas algo que sucedió en los planos astrales donde habitan los inmortales!. Te deben de haber dicho que es fácil confundirte con Lenor e incluso con el mismo Leonardo, tan hermoso es el resplandor azul de tu aura a pesar de que solo eres un espectro que vaga en el Valle de las Ánimas... ¿alguna vez te lo contó el Príncipe de las Nieblas?... ¿nunca lo hizo?... ¿no compartía contigo sus vivencias pasadas en los planos astrales?... entonces permite que sea yo quién te lo cuente:

Era una noche de Triple Luna Azul que no sospechaba que La Muerte se ocultaba tras los matorrales. La argentada lumbrera, que lucía presuntuosa su fase triunfante y plena como una bella coqueta más desnuda que vestida con velos cenicientos, danzaba entre celajes de nieblas su danza ritualística y pagana. Yo, como doble de aquella Luna Hierática, danzaba descalza a orillas del lago que se encuentra entre las nubes la misma danza apócrifa y extraña. Tal vez las nubes divisaron a La Muerte deslizándose como una sombra maléfica entre los arbustos y por eso lloraron. Yo había entrado a bañarme en las aguas gélidas del lago que se encuentra entre las nubes cuando las gotas de argento de la lluvia cayeron sobre la superficie del espejo azul haciéndolo temblar como cristal de agua, el cual vibró con musical murmurio metálico que acompañó el cántico silente y armonioso que ha existido siempre en secreto entre La Luna y La Hembra desde el principio de la épocas. El agua helada me hacía estremecer, ensimismada en mis oraciones paganas no lo sentí llegar hasta que me vi atrapada entre sus brazos: Leonardo. Como siempre insolente, profanando los rituales lunares sólo porque yo lo amaba y se lo consentía, él era el único hombre en el santuario sagrado de mis vírgenes escogidas. Sus manos acariciaron mi talle y mis pechos desnudos, su respiración jadeante en mi cuello fue como el vaho glacial del invierno... y me tomó apasionadamente. El chapoteo de nuestros cuerpos en el agua helada fue sorprendido por el alba cuyas mejillas se colorearon de violeta al vernos unidos en lujurioso abrazo. La luna ya era un pálido espectro cuando Leonardo me dijo: “Sé que no eres para mí, sé que me abandonarás pero antes de que lo hagas... ¡mátame!... y entiérrame en tierra santa en la que hayas danzado desnuda”.

¿Cuándo fue?, creo que al principio de los tiempos de la Tercera Edad. Y sus palabras se quedaron dormidas dentro de mí hasta que tuve que abandonarlo y él me reclamó el cumplimiento de aquella fatal promesa sellada con un beso.

Y yo lo amaba... mucho... ¡demasiado!... amor por amor... él hizo de mí la diosa del Templo, yo tenía que hacer de ti la víctima del último sacrificio ritual de los Guerreros de la Luna de la Muerte. Me imagino que te preguntarás que demonios tenías que ver tú en este enredo de hilos de luna y viento, pues haré un pequeño paréntesis... ¿recuerdas la profecía?, dice así: “Cuando en los Cielos los astros dibujen los signos que anuncian el inicio del fin Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis en compañía de La Muerte, quien cabalga en la grupa del corcel de su amante, abrirán el Pozo del Infierno y soltarán a las bestias inmundas que están encadenadas en el lago de azufre las cuáles devastarán la Tierra”. Pero Yahvé encerró a La Muerte en una torre y selló la puerta con la sangre de su hijo Jesucristo, Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis primero tenían que liberar a La Muerte quien a su vez tiene las llaves del Pozo del Infierno el cuál debe de ser abierto para que el final comience. Por la magia de los astros en tus venas corría sangre pura, la sangre del elegido para el último sacrificio, la sangre que al ser derramada tendría la virtud de romper el sello de Yahvé.

Fuimos crueles contigo. Sabíamos que la Rapunzel de las Pesadillas te había seducido en sueños, que tú la amabas y que ella te echaba sus trenzas de oro por la ventana de la alta torre cada plenilunio. Ella nos dijo que tú aceptarías el sacrificio si la Luna Fantasma accedía a ser tuya, intentamos que entendieras que ella nunca te pertenecería pues era la prometida del Guerrero del Este pero tú insististe. Fue una noche de diciembre, una noche de plenilunio en la que los tréboles dieron flores azules, en la que la Luna Fantasma te dio su palabra de ser tuya hasta que su prometido la reclamara sobre la realidad.

Llegó la noche marcada por los astros para derramar la primera sangre: Leonardo estaba ebrio, ebrio de luna y locura. Dime, ¿cómo te las ingeniaste para embriagarlo y poder conducirlo al lugar señalado para el sacrificio al pie del Cerro Blanco?... ¿fue él mismo quién se dejó embriagar por tus manos con un vaso de leche?. Cada vez que recuerdo aquella noche vuelvo a escuchar el sollozo de las quenas y la triste melodía de viento se convierte en una cortina que atenúa los sucesos... ¡bendita sea esa cortina de ecos de viento que evitan que mis remordimientos lleven el mismo cuchillo a mi garganta sin haber cumplido con mi misión sagrada de liberar a mi pueblo!. Fueron mis manos las que tomaron el cuchillo ceremonial (el cual creo que ahora se exhibe en la vitrina de un museo, ¡qué ironía!, un museo en las tierras que vieron tu muerte) y cortaron sus muñecas... él acarició mi rostro y su sangre resbaló de mis mejillas escurriéndose tibia por mi cuello y mis hombros... nos besamos... y fui tanto de él como tuya, jadeaste sobre mí como un moribundo víctima de fiebre jadea en su lecho luctuoso. Y cuando estuviste satisfecho de unir tu pecho a mi pecho, vicio que aprendiste de copular con demonios y ángeles, ofreciste en sacrificio al manso cordero. Acaricié sus dorados cabellos, del mismo oro bruñido que los tuyos, y su cuello, tan dócil a mis colmillos como tu cuello...  fue un tajo limpio el que cercenó su garganta. Por un momento la ansiedad alteró tu semblante, siempre sucede que cuando un inmortal no se desliga del humano que ocupa sufre los estertores de su muerte y lo mismo sucede en caso contrario... en tu caso, era Leonardo quien agonizaba dentro de ti. Sus estertores sacudieron tu cuerpo e incluso llegó un momento en el que empezaste a sentir que te ahogabas y era tan vívida la sensación de la sangre manando de los cortes y la falta de aire que creíste que eras tú el que moría... sentiste que el aire empezó a pasar directamente del tajo a tus pulmones, te llevaste las manos al cuello para tantear el corte y te diste cuenta que tu cuerpo no sangraba pero sin embargo te asfixiabas, tu mente se nublaba y la rigidez de la muerte se apoderaba de tus miembros... te desmayaste.

Leonardo se aferraba a ti tratando de arrastrarte en su agonía. Su terquedad hubiera podido paralizar tus funciones vitales, él tenía el poder para hacer que tu corazón dejara de bombear sangre. Tuve que darle el golpe final, tú lo aceptaste con la dignidad de un Caballero que se arrodilla ante su Rey para ser nombrado Sir... y el Señor de Huaca Sian recibió la cruel muerte que daba a sus guerreros.

Una semana después el elfo atravesó el Bosque Negro, desafió a los trolls, llegó al lago de gotas de luna y con un beso despertó de su sueño a la sílfide que dormía en un capullo de lirio. La sangre de Lenor fue la segunda en ser derramada y la tercera sangre fue la tuya, tu sangre que completó la pócima con la que fue lavada la sangre de Jesucristo del umbral de la puerta y que sirvió como tinta para escribir sobre la realidad los pasos de niebla de aquella que sólo existía en las leyendas.

Leonardo volvió a ser el favorito en mi lecho y fue reconocido como Dios de la Lluvia en una celebración tan faustosa que opacó con sus galas los festines de Baco y las opulentas cenas del Walhalla. Lenor recibió los más altos honores como Caballero de la Luna de Argento y obtuvo las caricias de la Rapunzel de las Pesadillas. El elfo pudo gozar de los favores de la sílfide. Pero tú a cambio de tu sacrificio sólo conseguiste convertirte en un maldito repudiado en el limbo y ser perseguido por los perros del infierno. Tuviste que pedirle de rodillas a la Luna Fantasma que te diera refugio y ella lo hizo como haciéndote un favor, olvidando el juramento que te hizo de pertenecerte. Te cedió un rincón de su habitación sin saber que con tu muerte pagabas al Infierno la fianza por su vida apócrifa cuya historia está escrita con la tinta de los mitos y de las leyendas. Fuiste un caballero al no reclamarle su promesa a la embustera y te conformaste con ser el espectro que velaba por ella desde las sombras.

Lamento que las Tres Brujas de la risa de plata no puedan concederte una última noche de voluptuosa pasión desesperada como te era costumbre cada aniversario en el que enlutaban el cielo con una lluvia de estrellas. La Dama Fantasma del Cirio solo tiene cabeza para el cocido que hace ya varias lunas macera en su marmita, aquella que con una mirada otorga la muerte ahora quiere dar vida, ríete de éste absurdo: ¡La Dulce Muerte pretende levantar a un muerto de su tumba!. Caprichos de Triple Luna enamorada, pues la sílfide caza arañas mientras que la Luna Fantasma hila y devana telarañas. Como veo que demorada anda aquella tela que éstas Penélopes no terminan de tejer hace nueve años, creo que será necesario que les ayude en el telar, que a decir verdad está un poco apolillado aunque si deseamos que ésta labor quede concluida antes de que llegue a su fin el año negro debemos de ser las Cinco Puntas de la Estrella del Diablo las que metamos mano en la tarea. No espero que con ésta disculpa les perdones por haberte dado la espalda, reconozco que son ellas las que faltaron a su palabra y que contigo mil veces han pecado de olvidadizas e ingratas.

Sé que tú deseabas que como obsequio de Noche de los Condenados (y para ponerle fin con una tragedia a la ya demasiado larga y patética historia de estos desdichados amores imposibles), hechicera, dama y hada fueran tus complacientes odaliscas toda la noche, que te embriagaran con caricias y te saciaran de desenfreno para recibir la muerte con un beso al rayar la alborada. Me atormenta negarte tu último deseo y decirte que aquellas fantasías tuyas se quedarán pisoteadas por los pies de las tres locas que danzan en el cementerio alrededor de la fogata del atardecer en la que queman pétalos de rosas, jazmines y huesos recitando ensalmos y conjuros de magia absurda.

Sé que te embriagarás toda la noche en un bar miserable y que las llamarás perjura, traidora y ramera respectivamente. Enlodarás el nombre de tu amada hechicera malagradecida, botella en mano, deshonrándolo en una infame conversación de borrachos con cualquier vagabundo que esté lo bastante ebrio o loco que no repare en tu condición de aparecido y acepte acompañarte a beber un trago barato. Y lo peor será que tendrás derecho a denigrar su nombre pues no cumplirá con la promesa que te hizo de que con la alborada del onceavo año llegaría tu muerte halagada por jadeos de agonía y orgasmo. Incontables estrellas se apagarán en tu vaso de licor sin pena ni gloria, simplemente desafortunadas, mártires de una noche que no consumirá la pasional llamarada.

La noche repetirá los fuegos fatuos como todos los años los fuegos fatuos repiten la noche. Entremos al Convento de San Francisco, te invito a dar un paseo por las Catacumbas... vamos, que es un mito absurdo el que los vampiros no puedan entrar a un Templo, ¡si los ingenuos cristianos supieran cuantos demonios han hecho de las suyas en conventos y abadías!. No espantes a las palomas con tú hálito de cementerio. Dame la mano, yo te invito... demasiados turistas... vamos a la biblioteca... ¡oh sorpresa!... aquí está la Dama del Cirio, febril y precipitada revisando viejos manuscritos y una tradición enriquecida con palmas, buscando descifrar un juego de cuatro palabras, una curiosa inscripción anagramática grabada en el coro de la iglesia en la que hay tal ingenio en la combinación de letras que, leídas al derecho o al revés, de arriba para abajo o al contrario, resultan siempre las mismas palabras e indaga que razones pudo tener el arcángel escarlata para mezclar lobos y tumbas con la mitra del Papa en nombre del amor esperando encontrar al descifrar el enigma una rara oración... dejémosla con las polillas. No podemos negar que el cristianismo ha dado bellísimas obras de arte como los frescos que adornan los muros de éste corredor. Las flores del jardín del claustro nos obsequian su vesperal perfume embriagador, quedémonos un momento para disfrutar de la caída de la tarde. ¿Dónde estarán la Luna Fantasma y la sílfide?... pero si ellas se olvidaron de ti (¿qué esperabas si las tres tienen la cabeza rellena de luna?), yo siempre te he tenido presente y en ésta noche (la última en la que tus pasos de fantasma vagabundo recorrerán los caminos en el mundo de los vivos) te entregaré un obsequio: Una tumba a la sombra de un templo pagano.

Déjame describirte el lugar: Al frente el mar azul acariciando las arenas con sus besos de blanca espuma, a espaldas las dunas del desierto calcinadas por el abrasador sol del mediodía... y en medio del mar y del desierto, un oasis de invierno y tristura en donde se levantará tu tumba... sí, amor mío... tu tumba.

Descansa tu cabeza en mi regazo, mientras acaricio tus cabellos de oro bruñido te contaré una historia que tal vez explique tu destino inexorable y fatal: Leonardo se confabuló con los astros para que tú nacieras. Pero no te hablo de ésta vida, te hablo de una vida anterior en un mundo llamado Néphula. Tu padre era un poderoso señor y tu madre una bella guerrera, creo que allí empezó tu fatal fortuna porque ella era una guerrera consagrada, una Arquera de la Luna, ella buscó al poderoso señor y lo sedujo con engaños, cuando quedó preñada huyó del Templo y erró en los bosques, sus compañeras la buscaron y la encontraron dándote a luz bajo un ciprés. Tu madre fue llevaba al Templo y juzgada como traidora, le perdonaron la vida por siete años para que te criara y tú fuiste ofrecido como sacrificio expiatorio. Fuiste desvirgado e ibas a ser sacrificado cuando tu padre irrumpió en el Templo acompañado de su esposa quien se arrojó a los pies del Sacerdote suplicando por tu vida. Lo sé, parece una historia repetida.

¿Quién era la esposa de tu padre?, ¿no lo recuerdas?. Era una sílfide, la princesa de su pueblo, la madre de aquella a la que amas con locura... hermanos, hijos de un mismo padre. Crecieron juntos amándose, tu hermana fue tu mujer bajo la bendición de la luna en un ritual en el que la inocencia era inmolada para pedirle a los dioses que las tierras dieran buenos frutos. Pasaron los años, la peste del flujo blanco diezmó a la población y la Primera Curandera le otorgó a tu hermana el don de curar con sus manos. Pero La Penitente se enamoró, se enamoró de un repudiado, ella luchó por su amor como lo hace ahora, desafió a su padre y abandonó a su prometido un par de días antes de la boda. Huyó con su amante, que había roto las cadenas que lo ataban al lecho del lobo, tú nunca la perdonaste... ¿o debería decir, nunca los perdonaste por haber huido sin ti?... ¡oh, querido!... ¿desde tan lejano entonces ya lo amabas?, debiste de saber (o por lo menos estar advertido) que aunque es cierto que los vampiros y los licántropos son enemigos siempre terminan compartiendo la misma madriguera.

Obviemos aquellos demasiado dolorosos recuerdos, entonces sucedió la gran tragedia: La lluvia ácida destruyó las cosechas y envenenó el agua. Tu hermana, guardiana de los secretos de los antiguos, guió a los pocos que creyeron en ella hacia el oeste en busca de las Cavernas del Tiempo. Y así llegaron a La Torre de Ámbar, fueron abrazados por los inmortales, La Muerte los hizo dormir y durmieron por varios siglos. Cuando purificamos Néphula los despertamos del Sueño del Vampiro y les asignamos la misión de reconstruir el primer mundo azul. Veo que recuerdas, al parecer todos nos olvidamos del nepente y de los polvos de adormidera durante los siete primeros años de las vidas de sus Ghouls sobre Gaia, ahora comprendo porque ustedes arrastraron sus odios y rencores de la tierra de las leyendas. Tuviste una muerte horrible, el asesino tomó para sí a tu hermana y envió a su amante a la Fortaleza del Desierto en donde murió a consecuencias de las torturas a las que lo sometió el Jeque. Casi a calco fue la tragedia que sucedió en Gaia. Tu hermana volvió a casarse después de varios años con su prometido quien nunca había dejado de amarla, llegaron a tener tres hijos... a veces temo que... ¡olvídalo!, son sólo mariposas nocturnas que revolotean en mi cabeza. Sigamos con la historia, los astros dibujaron en los cielos los signos que anunciaban el comienzo del fin, el ángel exterminador pasó cortando cabezas, los cadáveres fueron llevados a La Torre de Ámbar para que la Dama del Cirio procediera a condensar las esencias primigenias.

Cae la noche. Tu nombre fue escrito en el libro de los condenados, yo no tenía la potestad para cambiar tu destino entonces sólo me quedó el consuelo de dedicarme por siglos a construir tu mausoleo. ¿Quieres saber cómo fue condensada tu esencia primigenia?... tú fuiste el primer Ghoul que pasó por el ritual pues tu muerte sucedió antes del paseo del ángel exterminador. El Príncipe de las Nieblas no escatimó hechizos ni encantamientos en el ritual y yo fui su cómplice en aquellos sortilegios, en el crisol añadimos un ingrediente extra sin que la Dama del Cirio se percatara: Leonardo derramó nueve gotas de su sangre inmortal. Completamos el amasijo con otros elementos de esencia azul, vertimos la mezcla en el féretro y cuando la Dama del Cirio colocó tu cuerpo ungido con los aceites no advirtió (o tal vez lo hizo y no nos los hizo notar) que habíamos agregado sangre inmortal a la receta. Siete lunas después tu gema estaba lista para ser fusionada con un embrión humano. Leonardo y yo escribimos tu carta astral, yo conocía de memoria las líneas de tus manos porque fue mi punzón de plata el que las bosquejó sobre tu carne pero Leonardo, celoso de tu belleza (belleza que él mismo te dio al mezclar su sangre en la pócima) rectificó mis trazos y todo lo que yo escribí para ti hermoso él lo trocó en miserable.

¿Quieres saber cómo es tu mausoleo?... es un hermoso lugar, mágico como un feérico sueño de los elfos, una alucinación y una blasfemia retando espacio, lógica y tiempo como homenaje a tus caprichos de amante, poeta y loco. Enfrentando al Santuario del Sol que yace en ruinas se yergue el Santuario de la Luna como si hubiera dormido en otra realidad ajeno al desgaste de los siglos. Retando a las arenas y al tiempo hice que surgiera de entre las dunas el lugar destinado para tu sepulcro. Un bosque embrujado de pinos, robles y hayedos se alza desafiando al árido desierto, árboles robustos y frondosos de ramaje verdinegro como los árboles de Scandia, árboles envueltos en nieblas azules y grises retando al sol sureño… esencia de foresta, invierno y luna azul escupiéndole en el rostro al antiguo y estéril dios.

¡Tierra santa!... santuario en donde fui virgen consagrada. Princesa nacida sin mácula, bendecida con la pureza de la luna, cuyos padres orgullosos entregaron a las mamaconas para que fuera criada virtuosa y así cumpliera con mi misión sagrada, doncella escogida que creció alejada del viril deseo de los guerreros en casto encierro protegido por adustos muros de piedra milenaria. Dediqué toda una vida a tallar la lápida para tu tumba con mis propias manos y a elevar mis plegarias paganas para que en tus exequias tuvieras el mas bello cortejo fúnebre tejido con los cánticos de aquella Luna Fantasma que (a la última hora te he de ser sincera y revelarte lo que con su risa de bruja calla) te llora en las alboradas y peca de ingrata para no ahondar la herida con caricias ya que el darlas causaría mas dolor que el negarlas.

¡En donde dancé desnuda!... dancé desnuda entre los árboles de Nord que se yerguen desafiantes a la realidad en medio del desierto del Sud. Jugué con las ardillas cuando era pequeña... dancé con los elfos cuando era núbil... mujer llegué a ser una hechicera sabia, celebré rituales bajo el cobijo de los árboles entre cuyo ramaje verdinegro la luna de las vírgenes mostraba tímida su disco de plata y mis pies descalzos prepararon la tierra en donde yacería tu sepulcro con los signos de aquella danza apócrifa y extraña... ya anciana en la noche de mi vida crié arañas en una bóveda oscura.

¡Tierra santa en donde dancé desnuda!... santuario y bosque, bosque que es el más bello santuario erigido por la naturaleza misma en donde se han cantado los cánticos primeros… bosque y santuario, santuario que es el más bello monumento erigido por manos humanas en donde la pureza iba desnuda sin avergonzarse de ser casta. Ningún hombre ha osado mancillar con sus pies la tierra que para ser tu sepulcro tuvo que ser consagrada desde hace muchas centurias. Ni guerrero, ni hechicero, ni rey, ni Dios podrá hollar ésta tierra con sus plantas. Tu inocencia podrá dormir tranquila pues yo estaré velando tu sueño eterno con mi magia, no volverás a ser el espectro errante perseguido por los perros del Infierno ni cargarás con el anatema de haber muerto maldito porque el estigma que para el falso dios es maldición es la bendición que la Luna Azul de los Hielos Eternos te obsequió.

El Guerrero del Este te reclamará la ronda de espadas. Es de caballeros saldar los agravios, ya debe de terminar la disputa por la veleidosa dama. Tú sabías que ella no era para ti y sin embargo quisiste hacerla tuya, es una cuenta pendiente que tienes con él.

“¿Adónde vamos?, ¿a qué abismo de perdición me arrastras?” me preguntaba Leonardo con inocencia de niño cuando las tardes de placentero y amoroso sosiego reposaba su cabeza sobre mi regazo... yo callaba. Entonces Leonardo se incorporaba, tiraba hacia atrás la dorada cabellera con un gesto inconfundible que tan naturalmente ponía en manifiesto su arrogancia (mohín que tú a veces inconscientemente repites), me retaba con sus ojos azules fríos como el acero pero luego bajaba la desafiante mirada y él mismo se respondía: “Yo lo sé, sé que moriré por seguir la estela de argento que tu luz fantasmal dibuja sobre las aguas del lago azul y gélido que se encuentra entre las nubes, tu lámpara sólo alumbra el sendero que conduce al sepulcro”. Leonardo lo decía con la serena fatalidad de un leal guerrero (con la misma serenidad enajenada con la que tú hiciste eco a sus palabras en un cántico que traspasó mi alma con más crueldad que un cuchillo de obsidiana dejándome una herida que nunca ha de cerrarse) y yo disimulaba una lágrima cuyo amargor pasaba por mi garganta como un sorbo de acerbo veneno.

Esta noche puedo responderle: Lo llevo a mi Templo, después de una noche de desenfrenada lujuria inmolaré su existencia inmortal en el Altar de la Luna de los Muertos y sus restos reposarán en aquella hermosa tierra santa prometida en la que dancé desnuda como él mismo me lo pidió. Más apacible será la suerte de Lenor pues su verdugo es la Dulce Muerte, ella lo invitará a su lecho de cortinajes cenicientos en el que tantas veces fue suya, satisfará sus deseos de lascivia y cuando él esté saciado de espasmos y caricias, le dará el beso que condena al sueño eterno, ordenará que lo lleven a la habitación que le tiene preparada y cerrará con tres candados la puerta de la Mansión de las Ánimas. Respecto al elfo creo que la sílfide (cuya delicada apariencia enmascara su perfidia) lo invitará a bañarse con ella en el lago de gotas de luna, entre juegos y engañosas caricias le echará al cuello una delgada soguilla de cáñamo y lo ahorcará fingiéndole que desea prolongarle el orgasmo. Y tú, ¿cuál de las tres suertes eliges?... tu destino está atado al de ellos y al del pequeño lucero azul argento que conoció la muerte antes de conocer la vida... ¿cuál fue la petición que le hiciste a la niña de las manos de lirio?. Yo lo sé, puesto que presencié la danza de los astros en el instante de tu nacimiento y he de decirte que acertado estuviste al escoger tu nombre ya que pediste una tumba.

No es necesario que escojas, en mi generosidad de diosa fatídica quiero obsequiarte las tres muertes en una, acompáñame, no temas montar en ésta bestia pues mi amaru aunque es de apariencia espantable y su fiereza en las batallas es reconocida y alabada, sabe ser obediente a mis palabras. Toma las riendas sólo como pretexto para que me rodees con tus brazos. Mi amaru conoce el rumbo, en un instante cruzaremos los nevados y estaremos a orillas del lago que se encuentra entre las nubes. Deseo bañarme en las aguas gélidas contigo, seré tuya y te prometo que  la soga de cáñamo con la que lastimaré tu cuello será para prolongar tus placeres.

~oOo~

De regreso a la Ciudad de los Reyes. Las once de la noche en el reloj bicentenario de la Catedral de la Plaza Mayor. Créeme que a pesar de ser un espectro tu belleza rivaliza con la de los inmortales, bien podrías suplantar a Leonardo, creo que ésa es la razón por la que él te odiaba y maltrataba. Tu esencia azul es tan pura que ni aún en los más aberrantes actos de tu vida se encontró mácula, pues tu devoción ofuscada por la lumbrera argentada era tan sincera y casta que cuando la inmundicia rozaba tu piel era purificada. Recoge tu cabello, déjame embeber mi pañuelo con perfume... no te muevas, sé que arde un poco. Lamento haberte lesionado, la soga era muy áspera... presiona un poco para que ya no sangre. Quisiera tomarte como mi amante y llevarte a mi Templo, fuiste un Shaman y como tal, después de tu muerte tu energía interior alcanzaría para vagar sobre la realidad durante siglos pero estás agotado por haber alimentado durante once años a la vampirela que es tu hermana de ataúd. El Guerrero del Este calculó que en un par de años reclamaría a su novia, pero se confió y olvidó las historias repetidas.

Ésta es tu última noche sobre la realidad de éste mundo, quiero dar un paseo contigo en aquella alameda que tantos añejos y agradables recuerdos me trae de los coloniales tiempos en los que un virrey enamorado puso la luna a mis pies. Déjame explicarte el artilugio: Las aguas eran traídas con un ingenioso artificio, llenaban ésta poza y la luna llena, como siempre coqueta, venía a ver su blanca cara en el espejo de linfa. Me hubiera gustado que el Concilio eligiera aquellas épocas para colocar el paralelo alterno, muchos estarían más a gusto entre duelos y desafíos de espadas (aunque veo que a pesar de que en los años en que corremos ya no se usan de cotas de malla, algunos no han cambiado la indumentaria), incluso las ruinas sagradas no estarían tan arruinadas como las hemos encontrado. Extraño las amplias basquiñas y los corsés de encaje, los paseos en carruaje tirado por cuatro caballos enjaezados y los bailes cortesanos. ¿Te hubiera gustado ser mi paje?, yo te hubiera vestido con un traje de terciopelo negro, camisa de volantes con mangas acuchilladas, recogido tu cabello en una coleta atada con una cinta... aunque ya veo en tus pícaros ojos que adivinas que más te tendría ocupado en mi alcoba sin usar el elegante uniforme de marras.

Antes que la noche termine iremos a la Huaca Esmeralda pero antes de llegar al Santuario de la Estrella de la Tarde espiemos que hacen las Tres Encantadas, volvamos a la Iglesia que se alza sobre tumbas, aún está pendiente nuestro paseo por las Catacumbas. Bajemos por la escalera de piedra... vaya, vaya... aquí estaba la sílfide... ¿qué tanto se zambulle en el osario?, no creo que le guste bucear entre osamentas, deben de haberle encargado que busque algunos huesos para sustituir los que faltan, para reemplazo cualquier hueso sirve aunque si lo que buscamos es que armonice la magia solo nos son útiles aquellos que en otro tiempo haya usado el Príncipe Desterrado. Discúlpame un instante, tengo que decirle a ésta sílfide despistada cuyo olfato se encuentra dañado por la cal y el salitre, que los huesos de las manos del corsario son aquellos que están en aquella hornacina. Espero que no se note el remiendo, aunque en el peor de los casos, a mi parecer y gusto los garfios son atractivos. Mi estrella gemela luce con donaire el artificio que los enanos orfebres le fabricaron para reemplazar la mano que perdió defendiendo a su guardián de ojos violetas y gracias al singular guantelete que, por virtud de la magia con la que fue forjado, se permuta a su necesidad o antojo en espada, puñal o escudo, ella exterminó a los invencibles ogros que en la Guerra contra Occidente asolaron los bosques de Scandia.

Vayamos otra vez a la biblioteca a espiar, mira a la Dama del Cirio en amorosos coloquios con el Príncipe de la Muerte, aunque por el gesto adusto que él tiene aún dibujado en el semblante creo no equivocarme al afirmar que no está muy de acuerdo con el zurcido que ellas piensan hacerle a la mortaja. Pero las horas nocturnas se deslizan furtivamente y se escapan por la ventana, no nos preocupemos más de esta diabólica Mary Shelley y su Prometeo.

¿Te preguntas por qué escogí las manos de un corsario?. Es una larga historia que vale la pena ser contada: Una niña nació bajo las hogueras de Beltaine en 1586, su padre y su madre eran cristianos y la niña creció entre rosarios y novenas, cuando la niña cumplió once años viajó con su familia a Quives, un hermoso pueblito a 60 kilómetros de aquí... pero soy una tonta, es un lugar muy bello... no perdamos el tiempo y vayamos en alas del viento.

~oOo~

En éste río aquella niña de en ése entonces once años recibió mi abrazo cuando se bañaba en las aguas cristalinas, fue un bautizo de lágrimas de luna pues aquella noche de plenilunio la Dama del Cirio se asomó por la ventana de su atalaya en la que estaba prisionera para observar a la niña que yo había escogido para que ella manejara con hilos de luna. ¿Sabías que en los dos mil años en los que ella estuvo prisionera entretenía su soledad creando fantásticas marionetas?... yo escogía a las niñas, cuando cumplían once años recibían mi abrazo y ella las ataba con sus hilos mágicos... ¿haz visto su colección de muñecas de porcelana?, cada una de aquellas muñecas es la copia fidedigna de sus marionetas humanas. Nunca dejará de ser una niña, es demasiado malvada y justifica su crueldad con su cándida inocencia retorcida... pero no nos desviemos de la historia.

La niña era pura e inocente, era una avecilla que recorría libre los campos. Todas las tardes se perdía por la quebrada del río persiguiendo mariposas y en una de sus excursiones encontró, bajo la sombra de un árbol, a un hombre herido. La piadosa samaritana se acercó al hombre que yacía desmayado y ardía en fiebre, entonces ella rasgó su falda y embebió el jirón con agua del río, refrescó el rostro del herido... él era joven y apuesto, abrió los ojos, sus ojos de gitano... sonríes, veo que le cogiste el hilo al cuento. Ella volvió a casa y le contó lo sucedido a su hermano Fernando quien le ayudó a llevar al herido a casa, caminemos sobre sus huellas, son sólo unos cuatro kilómetros.

Como dormida en el tiempo, ésta es la casa. Ocultaron al hombre herido en un cuartucho, ella lo cuidó con mucha dedicación y ternura, cuando él se curó abandonó la casa y se alojó en una cabaña cerca del río. La niña lo visitaba llevándole frutas, leche y algún pedazo de pan. Se enamoraron... y pecaron en éste pedazo de paraíso, él era cíngaro y se casaron según las costumbres de los gitanos teniendo como testigos las rosas y el río. Cuando el arzobispo visitó el pueblo y su familia la obligó a confirmarse ella renegó del nombre con el que fue bautizada y recibió los sacramentos con el gentil nombre de Rosa.

Rosa y su familia volvieron a Lima. Rosa se las supo ingeniar para eludir las fiestas a las que era invitada, su madre quería casarla con un caballero de fortuna pues aunque la familia empobreció por los problemas políticos de la época conservaban el abolengo del apellido y ella era una joven muy hermosa quien además de haber sido criada para ser una excelente ama de casa como era la costumbre de ésos tiempos sabía leer, escribir y no solo un par de frases y garrapatear su nombre, ella escribía poesía, cantaba y tocaba algunos instrumentos.

Rosa y su esposo se encontraban a escondidas. El corsario, pues él era un contrabandista quién por los azares del destino había viajado al pueblito de Quives para hacer unos negocios y tuvo la mala fortuna de ser asaltado y golpeado por unos malhechores que lo dejaron por muerto bajo el árbol donde ella lo hubo encontrado, le dijo que viajaría y volvería por ella. El corsario viajó y volvió pero no con muchas ganancias y él quería tener las suficientes para comprar un apellido decente y poder presentarse ante la familia de Rosa y pedir formalmente su mano. Entonces ella le dijo que había escuchado a la gente del pueblo hablar sobre un antiguo lugar de adoración de los indígenas, una Huaca, de la que se decía escondía muchas riquezas como ídolos de oro y piedras preciosas. Está bien, confieso que no se enteró por las gentes del pueblo, el Apu Rimac o como se le conoce ahora: el Cerro San Cristóbal. El corsario fue con su banda y efectivamente encontraron el tesoro, él a pedido de Rosa respetó las momias y las ofrendas de barro, tomó los objetos valiosos y para que el lugar no fuera profanado mandó a colocar una puerta de hierro a la entrada del túnel, la cerró con un candado del cual le dio la llave, para cubrir la puerta levantaron un muro de adobe y lo cubrieron con piedras.

El corsario viajó a España en donde no solo se hizo de un nombre decente, también compró un título a la corona. En la última carta que Rosa recibió de él, el corsario le decía que iba a demorar un par de meses pues además de tramitar lo del título iba a comprar una casa, que lo esperara una fecha determinada en el puerto del Callao, que él la pediría en matrimonio y después de casados para dejar conformes a su familia se la llevaría a España. La siguiente carta que recibió Rosa no fue de su corsario sino de uno de sus compañeros y le informaba que su esposo había sido asesinado, Rosa se enfermó y estuvo a punto de morir, sólo su hermano Fernando fue su confidente.

Su madre atribuyó sus desmayos y su falta de apetito al simple hecho de que era una joven casadera y era necesario conseguirle marido, ella se negó rotundamente pero como su familia se empeñó en casarla decidió tomar los hábitos. Su decisión fue recibida por su familia con desagrado pues veían en el futuro matrimonio de la hija una mejora económica pero cristianos al fin de cuentas le permitieron a su hija abrazar la religión.

Rosa, quien a pesar de haberse casado con el corsario según las costumbres paganas de los gitanos había crecido en el seno de un hogar cristiano y por lo tanto era incapaz de profanar un lugar santo, habló con el padre de la iglesia de Santo Domingo quien después de escuchar su confesión (claro que Rosa obvió el “detalle” de que había contraído nupcias, sólo le dijo al padre que se había enamorado y entregado a un hombre, él cual no pudo cumplir con su palabra de desposarla como lo mandaba la santa iglesia porque lo habían asesinado) le negó la entrada al convento, entonces ella le suplicó que le permitiera entrar como religiosa porque le repugnaba la idea de casarse con otro hombre. Tanto lloró y suplicó Rosa que conmovió el duro corazón del padre quien aunque le reprochó por querer tomar los hábitos sin sentir verdaderamente el llamado divino valoró que la joven a pesar de haber pecado lo había hecho por amor, un amor tan puro que escogía alejarse del mundo antes de pertenecerle a otro hombre. El padre hizo una concesión especial con ella: Recibiría los hábitos, haría sus votos de castidad, pobreza y obediencia, se comprometería a hacer obras de caridad pero no se le permitiría vivir en el convento, así fue como Rosa escogió para tomar los hábitos el día que su corsario le dijo que lo esperara en el puerto del Callao: el 10 de agosto de 1606.

La ermita está igual a como estaba hace cuatro siglos, el pozo con sus enredaderas... me pone tan nostálgica visitar éste lugar. Si me vas a sermonear por no aprender de historias repetidas te callaré con un beso, regresemos. ¿Quieres saber qué sucedió con Rosa?... tomó los hábitos y se regresó a su casa... vayamos a su casa... ven, te prometí un beso si no me regañabas.

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Sí, ésta es su casa... ¡qué cara de sorpresa!, no entendías porque no recibiste el catecismo católico cristiano apostólico y romano. Ven, te mostraré el pozo en donde Rosa arrojó la llave de la puerta de hierro que cubre la entrada al túnel del Apu Rimac. La iglesia es muy bonita pero no creo que te interese conocerla, ¿paseamos?... obviamente hace cuatro siglos no existían éstas aceras ni el alumbrado eléctrico, las calles eran oscuras y peligrosas, a las siete de la noche ya había que estar en casa. Qué sucias están las calles, créeme cuando te digo que estaban más limpias cuando transitaban coches jalados por caballos y carretas por burros. Turrones, los turrones son deliciosos, los suspiros de limeña, el arroz zambito... disculpa, es que me encantan los dulces. En ésta esquina había una casona preciosa, ahora hay una playa de estacionamiento, que decepcionante. Era costumbre que en cada esquina hubiera una gruta o una imagen religiosa pintada en el muro y las familias de la cuadra se comprometían a ponerle una mariposa de aceite para que las calles no estuvieran tan oscuras. Rosa se dedicaba a coser y bordar, su hermano Fernando le ayudó a construir una ermita donde oraba, la gentuza decía que ella se había vuelto loca porque una vez agarró a azotes a un árbol diciendo que Satanás se había escondido en él. También decían que veía espíritus pero cuando empezó a hacer obras de caridad y repartirle comida a los pobres de loca pasó a ser “iluminada”, así es la hipocresía de esas gentes.

Rosa no tenía autorización para recibir visitas hasta que su padre confesor le envió a un mulato llamado Martín, un hermano y enfermero del Convento de los Hermanos Predicadores quien pidió conocerla pues admiraba que hubiera tomado los hábitos a pesar de haber sido solicitada en matrimonio por caballeros muy adinerados y hasta por un par de nobles de España. Rosa y Martín se hicieron amigos, él la convenció de poner en su casa un dispensario para que los indios, negros y mendigos fueran atendidos ya que en los hospitales no eran recibidos. Rosa confió en Martín y le contó sus penas. Martín supo comprenderla e incluso cuando los piratas camaradas del corsario arribaron al puerto del Callao enterados de que Rosa había tomado los hábitos y creyendo que su familia la había obligado amenazaron con destruir la ciudad, fue a buscarla y la llevó hasta el puerto para que ella misma le dijera a los compañeros de su esposo que ella había tomado los hábitos por su propia voluntad, ellos habían traído en un ataúd el cuerpo del corsario, Rosa consiguió que su esposo fuera enterrado en las Catacumbas de San Francisco... ¿ahora comprendes?. Rosa falleció en 1617, las exequias duraron dos días y la gente se disputaba hasta los andrajos de sus ropas, sin embargo los padres Dominicos no permitieron que ella fuera enterrada en un lugar santo, fue recién en 1619 que el Arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero autorizó que sus restos fueran trasladados a la iglesia y enterrados cristianamente, aunque una oscura historia cuenta que los restos enterrados en la iglesia no son los de Rosa pues su cuerpo fue quemado en un auto de fe privado bajo cargos de herética, relapsa y sacrílega con sus poemas y otros escritos. El 12 de abril de 1671 fue canonizada en la Capilla Sixtina del Vaticano por el Papa Clemente X y su fiesta es el 30 de agosto.

Volvamos a la iglesia de San Francisco. La Luna Fantasma está tan desesperada porque no le cuadran los retazos que le pedirá a la santa que floreció bajo mi sombra que le preste las espinas de su corona de rosas para usarlas como alfileres (hay lazos de sangre que obligan algunas veces que entre ángeles y demonios nos hagamos favores). Sí, él tendrá las manos del corsario las cuales, fueron sus manos hace cuatro siglos... ¿la Luna Fantasma?... la sangre que corre por sus venas es la misma sangre que corría por las venas de la santa.

Echemos un último vistazo antes de partir, la Luna Fantasma remienda y cose, por haberle prestado ayuda no me sorprendería que en agosto encendieran velas verdes en la capilla rosada o que se llevase a cabo el segundo auto de fe en el cielo desde la caída de la tercera parte de los arcángeles y tengamos santa precipitada de los altares. Lo dijo el Papa Urbano VIII quien tuvo entre sus manos el expediente para la beatificación: “¿Santa y limeña?, antes lloverán rosas del cielo”... y dicen que llovieron pétalos de rosas sobre su cabeza.

Sonríes, adoro tu maliciosa sonrisa. Tú eres el único a quién le he confiado mi secreto, ¿qué sería de la fama de la Despiadada Degolladora si se hiciera público que vistió hábito blanco y negro?. Un par de esos secretos le guardo a Leonardo... no te rías, que quitando rituales de Sodoma y viéndolo con otro color de cristal, te caería bien el titulo de mártir. Aquellos eran tiempos difíciles, los humanos nos temían y repudiaban a consecuencia de los sermones que daban los sacerdotes de la iglesia cristiana, en los cuales nos adjudicaban los nombres de íncubos, súcubos, larvas, diablos y otras exquisiteces por el estilo, además nos representaban bajo las figuras más ridículas y asquerosas. Sabes que si un vampiro no es invitado, consciente o inconscientemente por la inocente víctima, no hay cena... así que aprendimos a vestir piel de oveja (para no quedarnos en pellejo de lobo)... ¡qué banquete es cada misa o procesión!, ¡cuanta energía ponen los humanos en cada oración!. Lástima que muchos sacerdotes de fino olfato han detectado cierto tufillo a azufre, dicen que en el Vaticano hay un proyecto para eliminar del calendario cristiano a tanto santo apócrifo. Bajo ésas caretas las invitaciones abundan y tenemos las puertas de las alcobas abiertas, por eso no es de extrañar que los jardines cristianos den flores del mal Como ejemplo podría dar el de un pequeño niño de cabellos rubios y ojos azules que rezaba cada noche una linda plegaria inventada por él mismo a Santa Lucía, patrona de su país... te sonrojaste. Vamos, te llevaré a un lugar muy especial.

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Ésta Iglesia de arquitectura barroco-colonial, hecha con ladrillo, yeso y adobe cuyas puertas son de madera de algarrobo y su fachada posee cuatro columnas a ambos lados de la puerta principal, dos de ellas más largas que terminan en angostas puntas ornamentales y presenta además dos torres con cúpulas semiesféricas, es la Iglesia de Santa Lucía. Mira el escudo que tiene en el centro el emblema de los ojos azules de la santa y el conjunto flanqueado por dos ángeles que resguardan el mandato de dios y mantienen bajo dominio al demonio, ubicado en la parte inferior. Entremos, que no hago caso a consejas de viejas pues las iglesias son uno de los lugares preferidos por los demonios para solazarse.

Se quejan los goznes de la puerta, la bóveda está en penumbras y nuestros pasos a pesar de ser de aire, traen consigo un eco de ultratumba. En el altar de cedro un resplandor azul que de improviso destella con la majestuosidad de una estrella perdida en un cielo negro de tormenta, envuelve a una espectral niña vestida de blanco. Sus largos cabellos dorados le caen hasta más abajo de la cintura y lleva una corona de flores blancas, casi tan blancas como ella... no te equivocas, es Lucía... aquella a la que orabas cuando eras niño. Se ve tan indefensa y es tan hermosa.

¿Podría yo ostentar con orgullo mi titulo de Diosa Cruel y Despiadada si te llevara a la tumba sin haber cometido el peor de los sacrilegios?, ¿podría con justicia llamarme la Luna de los Muertos si dejara viva en ti la última fibra de inocencia?... no sería ético para una deidad infernal dejar encendida una chispa de honradez religiosa en tu corazón. ¿Recuerdas aquella noche invernal en la que se desató una feroz nevada y tú ardías en fiebre, revolcándote en aquel miserable jergón pues no había dinero para comprar medicinas?, el desamparo o tal vez la misma calentura te hicieron murmurar aquella plegaria que de niño recitabas y tú creías que habías olvidado. Una semana antes maldecías el nombre de la santa y tus labios, que en la infancia murmuraron alabanzas, escupían blasfemias contra la castidad de la Niña de las Velas mientras que la procesión pasaba por el medio de la calle. Unos días después cayó la primera nevada invernal, te quedaste bebiendo en la plaza y te enfermaste pero el hecho es que ella te perdonó los agravios pues escuchó tu plegaria febril, aquella santa niña no temió ensuciar sus alas angélicas con los rastrojos inmundos que reptaban en las paredes, ella posó sus manos inmaculadas sobre tu frente y calmó tu fiebre, te sonrió con su sonrisa de virgen pero tú, pecador, lujurioso e irreverente, albergaste deseos impuros hacia el ángel de ojos azules... no te perturbes... deja que aquellos deseos impuros fluyan, frente a ti tienes a la niña... ¿la deseas como la deseaste aquella noche?, pues hazla tuya.

Tonterías son aquellas las que se dicen de que violar monjas es gran pecado, blasfemia y ultraje, que yo he de decirte que hacerlo no pasa de ser agravio al pudor y a la libertad sexual de la perjudicada, la cual en la mayoría de los casos es seguro que disfrute del agravio pues no pocas son las monjas quienes en la soledad del riguroso claustro se desvelan orando y demuestran su devoción y amor al nazareno usando el crucifijo como consolador para aplacar sus deseos de hembras a las que falta macho. Bien lo sé yo, no dudarás de mi palabra pues por experiencia te hablo, ahora sabes que una que otra vez he vestido hábito y marchitado mi lozanía entre las adustas paredes de un convento, yo he sido una monja muy devota y aficionada a esa clase de rezos. No te hablo de las monjas que admiran la poesía de Lesbos ni de los padres confesores que reconfortan a las santas mujeres porque se nos haría de día, si lo quisieras con mucho placer podría enseñarte unas letanías que incluyen una muy dolorosa penitencia con un rosario de grandes cuentas de madera... no me ocultes que tú también tenías cierta devoción por los crucifijos... veo que no pierdo mi toque y aún encuentro frases que te sonrojan.

Pero volvamos a la niña que resplandece como una azul estrella, violar a una santa si sería una auténtica blasfemia. Tómalo con calma, tal vez los frágiles recuerdos de tu infancia se resisten a la idea del estupro, miremos desde otro ángulo, será mejor entonces que practiques las enseñanzas de las sagradas escrituras con ella, aquí tenemos una Biblia. Déjame escoger la homilía: “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo...  ¡qué me beses con los besos de su boca!, tus amores son un vino exquisito, suave es el olor de tus perfumes, y tu nombre ¡un bálsamo derramado!, por eso se enamoran de ti las jovencitas. ¡Llévame!, corramos tras de ti. El rey me ha llevado a sus habitaciones, por ti nos alegraremos y regocijamos, y celebramos, no el vino, sino tus caricias... sobre mi lecho, por las noches, yo buscaba al amado de mi alma. Lo busqué y no lo hallé. Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amado de mi alma. Me encontraron los centinelas, que andaban de ronda por la ciudad. ¿Han visto a mi amado?, apenas los había dejado cuando encontré al amado de mi alma. Lo abracé y no lo soltaré más hasta que no lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la pieza de la que me dio a luz”. Es palabra de Dios por lo tanto Dios no se enojará si la llevamos a la practica.

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¿Satisfecho?... como fulgía la lujuria en tus ojos azules cuando la tomaste entre tus brazos, la dejaste abandonada sobre el altar… las flores de su corona yacían en el suelo, deshojadas. Tenía planeado llevarte también a Huaca Esmeralda pero ahora que ya te condenaste, pues no tardarán los ángeles del cielo en encontrar a la santa ultrajada, debemos de ganar tiempo y huir. No permitiré que venga un ángel a cortarte la cabeza, eres mi víctima... yo te mataré. Te llevaré a que conozcas el lugar en donde se alzará tu tumba.

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Y aquí yacerá Leonardo. El bosque hechizado dará el suelo para su reposo, tierra que es su tierra natal para que pueda dormir en paz su Sueño de Vampiro. Siempre ha deseado ser libre como el viento, no podía darle sepultura entre cuatro paredes, una cripta aunque fuera la más magnífica y ornada de esplendores sería para él como una gris prisión. Tendrá el cielo abierto sobre su tumba, no echará de menos el arrullo del bosque pues he traído el bosque para que no llore su nostalgia. La Luna Azul danzará para él su danza ritualística y pagana mas desnuda que vestida entre celajes de niebla fantástica. El invierno en el desierto será como una advertencia de que el paso está prohibido para todo varón porque así lo ordena la Diosa que siempre lo ha amado y consentido. El santuario protegerá su sueño con su sombra gigantesca y extraordinaria desafiando el paso del tiempo con la sabiduría de mi ancestral magia, el único varón en las tierras consagradas de las vírgenes escogidas por la Luna Casta, las doncellas acllas se hicieron guerreras para resguardar el eterno sueño de la muerte del amante de la Luna de los Hielos Eternos. Las arañas milenarias que fueron criadas en la bóveda oscura tejerán su sudario, será un sudario suave y fino como una caricia que amortajará su frágil cuerpo de príncipe poeta... y tú yacerás a su lado.

Raya el alba, mas tarde deberé de empuñar mi porra y mi cuchillo de obsidiana, mis manos han de mancharse con su sangre azul... ¿cómo lavaré su sangre derramada en tantas muertes?, tendré un billón de años para lavarla con mis lágrimas...  ¿cómo podré desagraviarlo del dolor, del suplicio y de la agonía de toda una eternidad siendo suya sin jamás pertenecerle?, tendré un billón de años para pertenecerle sin ser suya. Leonardo, mi devoto amante y leal guerrero que me entregó carne, sangre, lágrimas, vida, mente, alma y espíritu en rituales desesperados a cambio de una noche de caricias, besos y apasionado desenfreno. Quisiera ser la que sanara sus heridas, mis manos que se hicieron diestras en ejercer sobre él las mas refinadas y crueles torturas aprenderían las más tiernas y delicadas caricias sobre su piel marcada de cicatrices... pero ese es un sueño imposible que mas vale ni soñarlo en oníricas utopías, solo podré bendecir a aquella que tenga ésa dicha heredándole los secretos de mi magia... ¡no te acerques a mí, soy una diosa y no lloraré sobre el hombro de un espectro que se desvanecerá en la nada cuando llegue la mañana!.

¡No busques lágrimas en mis ojos, soy Shia, tan fría como la nieve eterna que corona las montañas andinas!. Leonardo dormirá un sueño de muerte, cuando del olvido renazca y abra sus ojos el universo será azul... ¡se lo juro!... hasta la última gota de mi sangre verteré para teñirle de azul el infinito... azul el cielo, azul la niebla, azul el mar, azul la luna, azul el lucero, azul la lluvia... manantiales de luz azul... azul el recuerdo. Cuando volvamos a encontrarnos, yo descendiendo a la tumba pues ya seré muy vieja, él emergiendo del sepulcro como naciente lucero de una nueva alborada, se preguntará quien es aquella dama agraciada con el cetro de argento y la dignidad de la Luna de quien se dice que fue una prostituta y se redimió por amor convirtiéndose en guerrera y hechicera para finalmente ser reconocida como reina. Ojalá que no se lo pregunte, no vaya a suceder que despierte fantasmas... espero que tome la espada, la espada de príncipe que le será dada y corte mi cabeza con un tajo certero y así se cierre ésta cadena de disparates... al amparo de los frondosos árboles de ramaje verdinegro florecerán unas pequeñas flores azules, las llaman “no me olvides”... ¿crees que él hará un pequeño ramo con ellas y las colocará sobre mi tumba?. Que absurdo, una diosa preguntándole a un espectro, quebraste mi resistencia... me haz quitado mi máscara de Degolladora.

Me abrazas de una manera tan protectora que me olvido donde dejé mi furia de guerrera. No puedo ocultarte mis sentimientos, tú sabes que lo amo pues no puedo desmentir las caricias que le prodigué sobre tu cuerpo... no tengo vergüenza de llorar frente a ti... ¡ufánate de ser el primero que ha visto llorar a Shia!... ¡déjame llorar en tu pecho!. Pero te equivocas si crees que derramo lágrimas por el Príncipe de las Nieblas, no es que no lo ame... tal vez algún día pueda reivindicarme con Leonardo, somos inmortales y tenemos la eternidad de nuestro lado... ya juré a los cuatro vientos que le pintaré el universo de azul y si es necesario, me arrancaré la piel para cubrir las cicatrices que mi amor torcido dejó sobre la suya. Es un dolor más hondo el que taladra mi alma, yo derramo lágrimas ante lo irremediable y lo perecedero... ¿cómo me reivindico contigo?... ¡sólo puedo ofrecerte un mísero lugar de reposo en donde no serás atormentado ni perseguido!... pero estarás condenado a desvanecerte en el olvido, lenta y dolorosamente... me equivoco, no será lentamente... haz agotado casi toda tu energía, tu agonía no pasará de una semana... pero será dolorosa y mucho porque te aferrarás a la existencia por ella.

¿Ése es el obsequio que te doy en pago a tu amor, devoción, entrega, fidelidad y valentía?... ¿de qué me vale empuñar el cetro de argento si no puedo evitar que el Orden del Caos ejecute sus injustas leyes eternas sobre el astral y la realidad?... ¿con qué orgullo he de llamarme diosa si no puedo evitar la condena fatal que pesa sobre ti?, ¿he de quedarme con los brazos cruzados mientras te conviertes en polvo astral porque así lo exige el balance del universo?. Dicen que las leyes eternas del Orden del Caos son justas aunque yo piense y afirme lo contrario, tal vez sea cierto y soy yo la que está errada pues nunca debí de permitir que el amor por los mortales echara raíces en mi alma inmortal... pero te amo, como amo a aquel a quien no pude defender aquella noche de agosto y amo a aquella niña con cuyas manos rompí las cadenas de una esclavitud milenaria... ¿he de resignarme que el destino de ustedes sea convertirse en polvo astral, en recuerdo y finalmente en nada?... heme aquí que soy una diosa pero me siento tan pequeña e impotente.

Sé que vas a decirme: “Tú, la pequeña luna que creció en las sombras haz roto el yugo de la tiranía de los dioses amarillos que nos oprimía, haz derrumbado el muro que separaba el astral en dos y unido a cada alfa con su omega, haz desbaratado la mentira de las almas gemelas y dado a conocer la verdad sobre los complementarios, haz arrojado al falso dios del cielo y quemado los libros de su falsa sabiduría, haz renovado las leyes del universo dando a conocer la verdad azul y el misterio de las Cinco Puntas de la Estrella del Diablo... tú, la pequeña luna que fue ultrajada, deshonrada y vilipendiada, llegaste a ser la más valerosa guerrera que haya visto la saga, te atreviste a empuñar la espada y a luchar por la libertad de tu pueblo...  con osadía, astucia y sabiduría recuperaste el cetro de argento que por derecho te pertenecía y te había sido arrebatado, eres la Estrella de la Tarde que liberó al Lucero del Alba, quien gracias a tu coraje y arrojo nos promete una nueva y azul alborada... bla bla bla”... es el mismo discurso empalagoso que escucho en todas las asambleas, reuniones y concilios... hastiada estoy de celebraciones y ceremonias.

Hasta ahora me he conducido rectamente y he obrado en beneficio de mi saga y estirpe, me enfrenté al Tribunal de los Arcanos pues estaba segura que tenía a la verdad como aliada en la batalla pero he aquí que me encuentro en una encrucijada, soy la Emperatriz del Astral Azul pero no puedo evitar lo inevitable, no puedo ir en contra de las leyes del Orden del Caos que rigen desde el principio de los tiempos aunque yo las considere injustas... pero, ¿acaso el ser la Emperatriz del Astral Azul no me da el derecho de alterar las mismas leyes del Orden del Caos si así lo deseo?... si tengo en mis manos el poder, ¿por qué no he de ejercerlo y cambiar lo que me parece incorrecto o injusto?... no ambiciono expandir mis reinos invadiendo el astral rojo ni es mi deseo tiranizar a mis hermanos azules... ¡lo único que yo deseo es no perder a los seres que amo sean estos humanos, inmortales o lo que ustedes sean, que ni lo uno ni lo otro puede definirlos después que fueron abrazados!.

Tuvimos que crear una palabra para nombrarlos, Ghouls... ¿acaso no son ustedes mismos una aberración?... humanos abrazados por inmortales que al morir se convierten en espectros que podrían suplantar al dios que los abrazó. ¿Es malo el anhelo que mi alma ambiciona si no es en perjuicio de otros?, he aquí el dilema... ¿qué tanto afectará al Orden del Caos el guisado que la Dama del Cirio adoba en su marmita?. Con el Lucero del Alba en el trono y empuñando el cetro de aurol, aquel disparate no es necesario... si lo fuera, se podría justificar el riesgo en el que pondríamos el delicado balance del universo como se justificó la hechura de aquella pasta, amalgama de magia absurda, hechizos y esencia inmortal, de la que fueron creados ustedes.

El propósito por el cual nos atrevimos a ir en contra de lo establecido al abrazarlos fue noble, ustedes son los humanos nativos de los mundos azules. Después de todo no fue tanta la insensatez cuando meneamos el cucharón en el caldero y les dimos a beber la pócima, pues aunque nunca se había usado sangre inmortal en la creación de las razas primigenias de cada mundo, tampoco estaba prohibido, al fin de cuentas, eso queda a discernimiento del Daeva responsable de cada mundo. Lo que hace la Dulce Muerte obedece a un capricho... ¿es justo que arriesgue al universo por satisfacer un absurdo desvarío de luna?... ¿sabes la verdad?... la Dama del Cirio se ha hecho responsable de las consecuencias de su infernal receta, después de todo, ¿quién se atrevería a refutarle algo a la misma Muerte?... pero lo cierto es que la del capricho es la Luna Fantasma... ¡una humana abrazada, una Hechicera poniendo en peligro a los mismos Dioses!. Perdona, no quise herirte... la Luna Fantasma camina en éste mundo porque con tu sangre fue escrita su historia, la Dama del Cirio es libre porque con tu sangre lavaron la sangre de Jesucristo del umbral de la puerta de su atalaya en donde estaba prisionera, algún favor ha de deberte también la sílfide pero ninguna de las tres te da las gracias. Imagino lo mucho que ha de dolerte la indiferencia de las Tres Brujas, se han olvidado de ti ésta noche, la última noche de tu existencia, por dedicarse a remendar despojos... pero yo te amo y aún te debo dos muertes que deseo ejercer sobre ti antes de que llegue la alborada... entremos al Templo de las Doncellas Escogidas, quiero profanar mi propio altar amándote.

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Descansa, el alba es aún un preludio azul violeta. Eres un espectro pero no eres como los espectros comunes, eres un misterio. Mi cuchillo de obsidiana ha mordido tu carne como muerde la carne inmortal... sangras, pero tu sangre es roja como la de los humanos. Eres un Ghoul... mejor dicho, eres el espectro de un Ghoul, restañaré tus heridas. Discúlpame por un instante, le diré a una de mis acllas que prepare una infusión de flores de manzanilla.

Te quedaste dormido. Primero limpiaré tus heridas, déjame embeber éste copo de algodón en la infusión tibia, así... no arde, todo lo contrario, es refrescante... bien... ya no sangra. Cierra tus ojos y duerme... estás cansado... me copulaste como un humano pero también uniste tu pecho al mío como lo hacemos los inmortales... me haz dejado satisfecha, incluso son pocos los inmortales que lo han conseguido así de que puedes sentirte halagado... adoro cuando te sonrojas... descansa amor mío... ¿no quieres dormir?, entonces charlemos.

La aurora tiembla y aún no se decide a mostrarse. Me encanta acariciarte, fuiste humano hace muchos milenios, déjame recordarte: Tus cabellos eran rubios, tus ojos azules... un nativo de Néphula de la raza del norte... la verdad es que no había mucha diferencia entre el cuerpo que tuviste en Néphula con el que tuviste en Gaia aunque en Néphula tuviste una vida más sana, eras algo más robusto y tus mejillas tenían un poco más de color.

Es cierto, Leonardo es el príncipe del segundo mundo azul, ¿quieres saber porqué te eligió siendo tú un humano nativo de Néphula?. Rugveda es un mundo muerto y Leonardo no tenía de donde escoger un Ghoul. Tú fuiste abrazado por el Dios de la Lluvia... él te mordió, bebió de ti y luego te entregó a mí. Yo también bebí de ti hasta que el tamborileo de tu corazón se hizo uno con el mío entonces Lenor, Yvel y Leonardo te dieron a beber sus tres sangres mezcladas en una copa. Luego La Muerte te dio un beso. Dormiste como los otros Ghouls durante varios siglos en las Cavernas del Tiempo en un sarcófago de hielo... ¡si pudiera hacerte dormir como lo hizo la Dama del Cirio!... te pondría en un ataúd de hielo para contemplar tu serena belleza de ángel caído.

Cuando quebramos los sarcófagos de hielo ustedes estaban lozanos como si se hubieran despertado después de una noche de serenos sueños. ¿Quieres que te confiese un secreto?... tuvimos miedo de lo que habíamos creado. Nosotros acostumbramos alimentarnos de los humanos... de sangre, deseo, energía vital y energía psíquica. Los humanos enferman y mueren... nunca habíamos abrazado a los humanos, pero cuando los mundos fueron devastados y los humanos corrieron el peligro de extinguirse lo hicimos sin saber que consecuencias podría tener el darles de beber de nuestra sangre inmortal. Cuando los enviamos a Néphula a reconstruir el primer mundo azul teníamos muchas dudas respecto a ustedes.

Cuando fueron humanos ustedes sentían el frío y el calor, sufrían enfermedades, podían ser heridos y obviamente podían morir como consecuencia pero después haber sido abrazados ¿enfermarían, envejecerían y morirían?... ¿y sus hijos?, ¿heredarían los dones del abrazo inmortal?... no lo sabíamos... hasta temíamos que el beso inmortal los hubiera convertido en seres híbridos y estériles, incapaces de reproducirse. Por eso cuando procrearon nos alegramos y celebramos los nacimientos de sus hijos pero cuando vimos que ellos crecían y que ustedes no envejecían nos desconcertamos... ustedes enfermaban, sufrían las inclemencias del tiempo y podían ser heridos pero se curaban rápidamente, comprendimos que la sangre inmortal había prolongado sus vidas, envejecerían pero lentamente... pero aún no sabíamos que pasaría con ustedes al morir. Tú fuiste el primer Ghoul en morir, no es que te hayamos escogido como conejillo de indias, que eso nunca pase por tu cabeza... fue fortuito, incluso nosotros estábamos algo alejados de ustedes pues estábamos más ocupados en pensar como haríamos para enviarlos a Gaia, en ése entonces pensábamos enviarlos usando los portales del tiempo que conectan los mundos pero el Primer Forum estudiaba las consecuencias que ése método podría ocasionarles, nosotros nunca los hubiéramos enviado sin evaluar el peligro... por un lado estaba la ventaja de que si los enviábamos usando los portales mágicos ustedes llegarían a Gaia como adultos y conscientes de su misión pero por otro lado estaba la desventaja del impacto psicológico, social y cultural que ustedes sufrirían al encontrar una civilización tan distinta a la Néphula. Ustedes vivían en una sociedad muy semejante al período medieval del tercer mundo azul, para ustedes la ley era la espada, en el aspecto religioso se regían por los cultos lunares, vivían en armonía con la naturaleza y los seres elementales.

La aurora decidió asomarse por la ventana, es tu última alborada... refúgiate en mi pecho... la Luna Fantasma sabe que la esperamos en las ruinas de Pachacamac pero aún debe de estar dormida sobre las tumbas. Recuerdo que tú vivías con tu hermana y su amante, Randall llegó con su ejército y asoló la villa, torturó a Phelipe y luego lo vendió como esclavo al Jeque. Después tomó a Sissela como su mujer, cuando tú quisiste defender a tu hermana te torturó cruelmente. Randall te azotó y luego te rompió casi todos los huesos con una maza, te quemó los intestinos introduciéndote un embudo en el ano y vertiendo por él brea hirviente, luego te despellejó y te dejó atado a un poste. Sissela me dijo que ella se acercó a ti para darte de beber agua, la miraste y luego tus ojos azules se vidriaron, tus piernas flaquearon y tu cuerpo quedó inerte sujetado por las ataduras... parecías desmayado pero tu corazón ya no latía y el espejo que tu hermana te acercó a la boca no se empañó por el vaho de la respiración de un ser vivo, no sabíamos si a tu estado podíamos llamarle muerte. Tu hermana te vendó con tiras de lienzo embebidas en bálsamo, ella creía que podía curarte y que abrirías los ojos, siete noches estuvo velándote, tu cuerpo estaba frío y tieso pero no mostraba signos de putrefacción, entonces Sissela llamó a Leonardo y le pidió que te llevara con la Dama del Cirio segura de que La Muerte podía devolverte la vida.

El sol asoma su melena de oro por el este, en éstos once años nunca te había sorprendido el alba lejos de ella... el día te ha encontrado en mi lecho, entre mis brazos y ebrio de lujuria... no... vuelve a mi lado, deja ése látigo, no te lastimes... no te sientas culpable... yo soy la luna y ella es mi reflejo en la laguna, no le haz sido infiel... ella es mi sombra, la Luna Fantasma sabe que estás conmigo.

Vuelve a acurrucarte a mi lado... ¿en qué iba?. Todos estábamos desconcertados, lo natural era que los humanos enfermarán o fueran heridos y murieran, cuando las funciones vitales se paralizaban el cuerpo quedaba rígido y frío, luego su esencia primigenia se desprendía y tomando la apariencia de un espectro iba al limbo en donde vagaba por un tiempo hasta desvanecerse en la nada y el olvido. En tu caso, tú estabas muerto pero tu esencia primigenia no se había desprendido de tu cuerpo, la Dama del Cirio te cambió los vendajes por varias semanas, tu cuerpo no se regeneraba aunque tampoco se descomponía. Finalmente descubrió que así como el envejecimiento en ustedes era más lento, también lo era la putrefacción y la liberación de la esencia primigenia, entonces ella se preguntó si era posible condensar ésa esencia primigenia, tomar ésa chispa divina y encender con ella el pabilo de otro cuerpo de carne y hueso. Fue así como ella mezcló ingredientes en su marmita y consiguió una fórmula que evitaba que el espectro escapara al limbo y lo convertía en una gema, ya te conté lo que sucedió después, ella se ocupó de untar tu cuerpo con aceites y nos dio una receta para preparar una mezcla que debía de untarse en tu ataúd a la que nosotros agregamos nuestra sangre, te colocamos en el féretro y siete lunas después lo abrimos, tu cuerpo de carne y hueso tenía la apariencia de una estatua de piedra, la Dama del Cirio tocó con la punta de sus dedos tu pecho y la estatua se convirtió en cenizas, entre las cenizas quedó una gema: Un diamante azul... ése diamante azul era tu esencia primigenia condensada y podía ser colocado en un embrión humano. Habíamos encontrado la manera de enviarlos a Gaia haciéndolos nacer.

Escogimos los embriones humanos y antes del tercer mes de gestación, que es cuando la esencia primigenia se forma, colocamos los diamantes azules respectivos. Para evitar que ustedes tuvieran recuerdos de Néphula la Dama del Cirio nos dijo que durante los primeros siete años de sus vidas espolvoreáramos sobre ustedes polvo de adormidera mientras dormían pero ninguno de nosotros lo hizo, nos justificamos pretextando que lo habíamos olvidado por nuestras importantes ocupaciones en el astral pero la verdad fue que no lo hicimos porque temíamos que si olvidaban todo lo referente a Néphula el entorno en el que crecían influiría sobre ustedes definiendo sus personalidades, temíamos que crecieran con otros gustos y otras tendencias. Fuimos egoístas y tontos... la esencia primigenia en ustedes era la misma, el entorno que los rodeaba no podía influir sobre ustedes, no debimos de preocuparnos, les arrebatamos sus infancias.

Hace tanto tiempo que no te acurrucabas en mi pecho, eras un niño pequeño cuando lo hacías. No puedo perdonarme por todo lo que sufriste... quiero... quiero pedirte perdón por no haberte socorrido aquella vez que fuiste ultrajado por primera vez, ¡eras un niño de tan solo siete años!. El grito que te arrancó aún es un eco en mis pesadillas, las lágrimas bañaban tus mejillas pálidas y mordías tus labios mientras ése animal jadeaba sobre ti, imagino el desgarrante dolor que debieron de producirte las salvajes embestidas de ése maldito. Cuando se satisfizo te dejó bañado con tu sangre y sucio de su semen, si hubieras sido violado por un borracho o un drogadicto mi conciencia estaría tranquila. Perdóname... ¿sabías que tu inocencia debería de ser mancillada para permitir el nacimiento de la Luna Fantasma?, ¿Leonardo te lo dijo?... entonces siempre supiste que aquella primera vez oficiaron sobre tu cuerpo un ancestral rito, ahora tengo más remordimientos...

Quiero confesarte algo, ése maldito te ultrajó por mandato mío... ¿también lo sabías?. Pensaba que tu creías que habías sido víctima de un abuso, tantos niños son golpeados, forzados a trabajar o violados... pero después de que fuiste vejado yo te visité, te arrojaste a mis brazos, lloraste en mi regazo y te quedaste dormido aferrado a mí... ¿no me odiaste?... pues yo sí me odio... creo que me odiaré hasta el final de los tiempos, te he hecho tanto daño y aún debo de darte la tercera muerte que te prometí... discúlpame por un momento, no demoro.

Bien, aquí estoy de nuevo contigo. Déjame contemplarte, eres tan hermoso: Tienes la belleza de un ángel arrojado de los cielos pero tus ojos no tienen el destello iracundo de las aladas criaturas apóstatas, en tus ojos dormita una sombra de tristeza que le da un velo de argento a tu mirada azul. Levántate del lecho y acércate a mí... no, no te cubras con las sábanas... quiero verte desnudo a la luz de la mañana. He sido malvada contigo, mi cuchillo de obsidiana ha dejado profundas cicatrices sobre tu cuerpo... ayer noche, cuando hacíamos el amor, me dejé arrastrar por mis apasionados arrebatos de artista infernal y se me antojó usar tu piel como lienzo para plasmar una de mis obras delirantes. Bajo la luz de los candiles las huellas no eran tan notorias pero ahora que te contemplo bajo el esplendor de ésta mañana nublada las marcas que mi lezna de plata dibujaron resaltan en tu carne como surcos sangrientos.

Y ahora bebe ésta copa de veneno que será salado en tus labios, dulce en tu garganta y amargo en tus entrañas... eres tan dócil, por eso adoro torturarte... bebe despacio disfrutando cada trago, ¿te queman las entrañas?... ¿sabes que veneno haz bebido?, te he dado de beber una copa de mis lágrimas... ¿sabes por qué soy tan cruel contigo?, creo que ya es hora de responderte: Soy cruel contigo porque te odio... y te odio porque estoy enamorada de ti...  ¡maldición!... ¡soy una Diosa, soy la Emperatriz del Astral Azul y te amo!... ¡maldita sea!... ¡te amo!... ¡te amo desde la primera vez que tus ojos azules se abrieron a la vida y contemplaron la luna argentada entre el ramaje verdinegro de un ciprés!

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¿Percibes su presencia?, su oscura aura tiene la serenidad que da la maldad cuando es una virtud, la Luna Fantasma ha llegado. Ha entrado al complejo arqueológico... no está sola, la Dama del Cirio y el Príncipe de la Muerte están con ella. También percibo la presencia de un guerrero venido de tierras lejanas, su aura tiene vetas amarillas... ¿viste ése relámpago rojo?, es Aiec Paec... otro relámpago de fuego, es Chicamac... y otro más, es Lav. Un relámpago azul, es Fur... ¿crees que Sheithan se atreverá a venir?, ésa fue una centella ígnea, se atrevió a hacerlo... no quiero separarme de ti pero ha llegado la hora, vístete.

Ayúdame con mi pectoral, ata las cintillas de cuero cruzándolas en equis por mi espalda, gracias. ¿Quieres usar pintura de guerra?, entonces estás decidido a luchar... ¿capitanearás el ejército de espectros?... no, no me enojo... por justicia la mitad de aquellas gemas te pertenecen y la otra mitad son del Guerrero del Este. Ustedes procrearon ésas gemas juntos, es irónico que aquellos frutos de un amor retorcido empuñen lanzas de odio. ¿Estás listo?, déjame verte por última vez: Tu porte es oscuro pero tu mirada es la de un ángel triste, el fiel caballero enamorado de la desdeñosa damisela que lo desprecia, siempre te has conformado con las migajas de su amor. Tu mayor dicha es contemplarla dormida cuando aún no deja de ser de noche y ya ha empezado a ser de día, porque en ese momento puedes decir que ella es tuya... él no la reclamó sobre la realidad, durante once años ella te ha pertenecido sin embargo él es su legítimo dueño, es una madeja con muchos nudos... creo que eso solo lo pueden arreglar con espadas.


¿Impaciente?... ahora la Luna Fantasma está consultando al oráculo. Debo de despedirme de ti, tengo que regresar al astral para ejecutar a Leonardo, la sílfide ejecutará al elfo y la Dama del Cirio ejecutará a Lenor... tres sangres volverán a derramarse en éste día... vamos, te acompaño hasta el bosque en donde te espera el Guerrero del Este capitaneando a su ejército de espectros.


Liliana Celeste Flores Vega, abril del 2002

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