Placentera Pesadilla... sed de sombras
Tengo sed de sombras... quiero quedarme contigo.
La noche despliega sus galas siniestras... taciturna danza de falenas, las brumas oscurecen el espejo. Sed de sombras en mi boca, anhelo de oscuridad en mis entrañas… el deseo insatisfecho me conduce al letargo. Dormito arrullada por una melancólica melodía de silencio cuando una misteriosa negrura surge de la nada y me amortaja… tétrica tenebrosidad que despierta mis temores, lasciva malignidad corpórea que me envuelve y me asfixia.
Reconozco la esencia de la sombra… en mi infancia fue pesadilla que me arrastraba a bosques sombríos, luego fue vampiro que me sometía y satisfacía sus viriles apetitos aprovechándose de mis miedos. Después se ausentó, pero su embriagador veneno había contaminado mi sangre… debí agradecer su abandono pero añoraba con morboso deseo sus seductoras agresiones. Su ponzoña me ocasionó eterna sed de sombras e insaciable anhelo de oscuridad… ahora regresa del olvido y me reclama como si fuera suya, intento defenderme de su alevosía.
Sé que la fuerza no me falta pero desfallezco… insana paradoja, quiero y no quiero. Mi orgullo de hechicera no me permite ceder obnubilada a sus deseos, no complaceré al espectro… invoco la triple protección del Lucero, el Draco y la Luna pero el espectro no retrocede…
- Yo soy Shia, la Degolladora – digo decidida a enfrentar al acosador que oculta su rostro.
Fortalecida mi voluntad enfrento al íncubo… sus cabellos oscuros, su mirada de abismo. Lo reconozco, los velos de su disfraz se desvanecen y pronuncio su nombre… finalmente entiendo la ineficacia de mis plegarias. No me sorprende descubrir su identidad… debí de suponerlo, solo me desconcierta no haberlo deducido antes.
El tiempo de su ausencia coincide con los años en los que estuvo prisionero en el pozo… mi sed de sombras y anhelo de oscuridad quedan explicados, es lógico que sus besos forzados me causaran adicción a las tinieblas. Desvelado está el misterio, tan lógico y simple… solo una sencilla pregunta busca respuesta y se la hago con un dulce reproche…
- ¿Por qué ésta aura tan hostil si he decidido quedarme contigo?
- Júralo y dame tu mano…
Mi mano en la suya y hago el juramento… las tinieblas son acogedoras e invitan al sueño.
Lilina Celeste, 22 de marzo de 2009