Desde niña Elvira
había soñado con la celebración de sus quince años... se imaginaba el hermoso
vestido rosa, las decoraciones del salón, los ramos de flores, el buffet, la
torta, la música...
Pero sabía que
sólo era un sueño porque su familia era muy pobre y nunca podrían pagar una
fiesta tan costosa.
Cuando cumplió
quince años su madre preparó una torta de chocolate y su padre le regaló una
blusa rosada. Elvira sabía el sacrificio que habían hecho sus padres darle esos
regalos y lo agradeció mucho, celebró con sus hermanos y durante semanas fue la
sensación de la barriada cuando salía con su blusa nueva... pero ella seguía
soñando con el quinceañero ideal.
Luego Elvira
encontró trabajo en un taller de costura. Sufría mucho cosiendo los hermosos
vestidos que otras familias encargaban para sus afortunadas hijas. Y Elvira
seguía soñando entre raso, gasa, encaje y lentejuelas...
¡Hasta que un día
su sueño se hizo realidad! El sábado pasado, en compañía de su esposo y sus
cuatro hijos, Elvira, ahora dueña de un taller de ropa para damas, finalmente
celebró el quinceañero de sus sueños.