Con afán de protegerla los guerreros organizaban mascaradas,
guardaban sus espadas y del vampiro lucían la capa...
la Princesa Encantada deshojaba amapolas
mientras que un príncipe de fríos ojos azules la cortejaba
y un caballero de húmeda y verde mirada la solicitaba de amores
pero la bella desdeñosa hacía caso omiso de las amorosas plegarias,
ella aún esperaba a aquél que le prometió desposarla
aunque todos le decían que aquella espera no tenía esperanzas
porque su amante no se levantaría de la tumba
aunque como caballero hubiera querido cumplir con su palabra.
Pero ella no llevaba negras tocas de viuda desconsolada,
sonreía cuando caía la tarde, se vestía de albos encajes de desposada,
adornaba su rizada cabellera con jazmines autumnales y
a la hora azul se encerraba en su alcoba...
sobornada por los pretendientes una noche la doncella la espió:
en brazos del amante muerto la encontró...
los pretendientes despechados le echaron en cara
sus oscuras artes y cuando ella les dijo que esperaba una niña
fruto de sus ilícitos amores de ultratumba,
la amenazaron con presentar una queja ante el Tribunal de los Dioses.
La Princesa Encantada empezó a marchitarse como un lirio cortado
porque desde que la pequeña bruja fue engendrada
no volvió a recibir las visitas nocturnas de su espectral amante...
cada atardecer se preguntaba si aquellos que la solicitaban de amores
le habrían hecho caer en una ruin emboscada...
no dormía, la noche se le iba en suspiros y añoranzas,
enfermó y vagaba en los jardines oníricos muy triste y muy pálida...
al verla tan adolecida los pretendientes le juraron por su honor y por su espada
que nada tenían que ver con la ausencia del amante fantasma
y hasta se ofrecieron a recorrer las sendas vedadas buscando al desaparecido.
Mientras que ellos se arriesgaban en los senderos del limbo,
ella intentaba encontrar respuestas en el espejo mágico pero nada veía
porque las Tres Luna Oscuras habían colocado un velo sobre sus ojos
para que no descubriera que la niña que mecía entre sus brazos
le había costado a su vehemente amante la condenación eterna
en la más profunda y lóbrega ergástula del Infierno
y así evitar que su frágil corazón se quebrara en mil pedazos...
pero el velo fue arrancado de los ojos de la desdichada
por aquél que una promesa de invierno y luna le reclamaba,
ella lloró y lloró hasta que bajo sus ojos se formaron sombras violáceas.
Quiso encerrarse en la torre más alta, lejos del mundo
y olvidada por el tiempo pero el príncipe de fríos ojos azules
le reclamó sus derechos, indolente le dijo: “Se te acabaron los pretextos,
nadie puede escaparse de los Infiernos... olvídalo, él mismo se ha condenado...
yo te amo y te prometo que curaré tu dolor dándote de beber
el más dulce nepente beso a beso en tus labios”
sin argumentos para evadirlo ella le dio el sí y empezó a preparar su ajuar
pero en las noches no dormía imaginando las torturas a las que los demonios
sometían a aquél que se había condenado por encender
en su vientre una chispa divina de vida.
Los esponsales se anunciaron a los cuatro vientos...
ella había perdido la voluntad y se dejaba arrastrar como una hoja al viento,
se hubiera suicidado para reunirse en el Infierno con su amante
pero no podía dejar en la orfandad a aquella niña que él le había obsequiado...
casi todas las noches recibía a su prometido y poco a poco fue cediendo
a sus requerimientos amorosos.
- ¿Se casó con el príncipe de fríos ojos azules y olvidó a su amante
condenado en el Infierno?... ¡qué ingrata!
- Aún no he terminado de contarte el cuento...
Una noche de luna llena en la que ella vagaba en el jardín de sus recuerdos
arrastrando su pena y murmurando una plegaria a la Lumbrera de Plata,
un silfo se deslizó de un rayo de argento y le dijo:
“Blanca Nieves que mordió la roja manzana envenenada,
¿acaso Leonardo no ha llorado sobre tu urna de cristal?
Bella Durmiente del Bosque que se pinchó el dedo con el huso maldito,
¿acaso Felipe no te ha despertado con un beso?
Rapunzel atrapada en su torre, ¿acaso tu príncipe no se cegó con las zarzas
para darle la luz azul del Lucero del Alba a tu mirada?
¿qué esperas?, busca a quién amas al este del sol y al oeste de la luna”
- ¿Y qué hizo la princesa?...
- ¡Oh, ésa loca pretende descender a los Infiernos
para rescatar a su amante!
Liliana Celeste Flores Vega - diciembre de 1999