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martes, 23 de diciembre de 2014

Los Dioses sin Nombre 05 - La casa de la locura

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 05 – La casa de la locura

Pasaron los días. Damon y yo estábamos bastante recuperados físicamente pero mentalmente nos encontrábamos al borde de un colapso porque durante las últimas noches habíamos tenido sueños más extraños de los que acostumbrábamos tener y nos obsesionamos con descifrar el significado arcano de los mismos.

Salíamos de la habitación sólo para ir al baño, incluso comíamos allí… primero fue por evitarnos las miradas del personal del museo a quienes el arqueólogo, a falta de una mejor explicación para lo sucedido, les había dicho que la noche del incidente nosotros y Todd nos habíamos pasado con las drogas (así que nos había hecho fama de depravados y drogadictos) y luego por la obsesión que nos estaba consumiendo. Julio nos traía la comida y otras cosas que necesitábamos. Nosotros follábamos, dormíamos, desayunábamos, nos pasábamos la mañana en la cama contándonos y comparando nuestros sueños, almorzábamos, pasábamos toda la tarde exprimiéndonos el cerebro tratando de entender el significado o mensaje de aquellos condenados sueños, cenábamos… y vuelta otra vez al enfermizo círculo vicioso.

Damon y yo creemos que los sueños son recuerdos de nuestras vidas pasadas, experiencias en el plano onírico o mensajes de los dioses. Somos declarados onironautas que cuando no estamos juntos físicamente acostumbramos citarnos en sueños e incluso tenemos una mansión onírica. Habíamos notado que cuando dormíamos juntos nos sincronizábamos, soñábamos casi lo mismo y nuestros sueños se complementaban uno al otro como piezas de un rompecabezas… así fue como reconstruimos varias vidas pasadas que habíamos llevado juntos en éste y otros mundos.

Durante las últimas noches los dos habíamos soñado repetitivamente con un mundo con dos soles rojos y una luna opaca. El mundo tenía dos continentes con zonas desérticas, zonas volcánicas, montañas escarpadas y frondosas selvas. Los sueños que tenía Damon eran como una película que pasaba aceleradamente, los míos se centraban en un hecho o personaje determinado. Con la información reunida de los sueños de ambos habíamos podido armar un poco de la historia de ése mundo… pero lo que nos sacaba de quicio era que estábamos absolutamente seguros que esos sueños no eran recuerdos de nuestras vidas pasadas, no sentíamos familiaridad con ése mundo ni empatía con sus habitantes, a lo más nos recordaba mucho al mundo de Conan el bárbaro… sabíamos que no éramos partícipes de aquella historia, sólo unos espectadores… por lo tanto algo o alguien nos estaba mandando esas visiones oníricas y quería que las descifráramos.

Damon había visto la evolución de la humanidad nativa de ése mundo desde el estado de unos primitivos nómades hasta que formaron clanes, reinos e imperios… y como todos estos habían sido destruidos por guerras, pestes, desastres naturales y eventos sobrenaturales inexplicables. Yo había visto los rituales de los chamanes tribales danzando alrededor de un monolito gigantesco al son de unos tambores hechos con la piel de un animal muy parecido al mamut, la construcción de unas enormes pirámides escalonadas de piedra roja, la explosión de un colosal volcán que arrasó con una próspera ciudad, la edificación de una ciudad subterránea… a un sacerdote con una capa de piel de lobo sacrificando a un niño en un altar ante la estatua de un dios con la apariencia de un reptil, a una mujer guerrera crucificada en una plaza en medio de una multitud aullante, a una anciana ciega rezando arrodillada frente a un ara, a un nigromante descifrando los jeroglíficos de un pergamino en una biblioteca subterránea… en fin, todos eran personajes que aunque reconocía como arquetípicos sabía que no tenían nada que ver con nosotros.

La última noche soñé con una hechicera con el rostro tatuado que estaba haciendo un ritual en un templo de apariencia sumeria para invocar a un poderoso demonio… aunque algo debió de salirle mal pues lo que respondió a su llamado fue un humo negro que emergió de un pozo y la convirtió en piedra. Después vi como el mundo era invadido por naves espaciales tripuladas por unos seres de apariencia reptiliana quienes, con sus armas de avanzada tecnología, sometieron de inmediato a los de la raza nativa del mundo de los dos soles rojos… me desperté asqueada por las escenas brutalmente grotescas de matanzas, violaciones y sacrificios.

Me despabilé y me senté en la cama… pero aún veía en mi mente a una mujer con apariencia de guerrera amazona siendo torturada y violada por dos repulsivos reptilianos. Le protesté al algo o alguien que suponíamos nos enviaba esas visiones oníricas: “¡Detesto a los reptilianos!, si me van a enviar visiones oníricas de invasiones alienígenas envíenme algunas con unos aliens que me gusten, como los wraiths de Stargate Atlantis”… eso me llevó a pensar en Todd, precisamente a nuestro amigo lo llamábamos así por uno de los personajes de la serie… ¿cómo estaría?, ¿lo qué nos hizo fue planificado o inducido por la influencia maligna del extraño péndulo?

Fui al baño. Cuando regresé a la habitación encontré a Damon sentado en la cama con un aspecto bastante desaliñado, no me había dado cuenta de lo crecida que llevaba la barba y que hasta se le notaba un poco crecido el cabello… pensé en el aspecto fatal que debería de tener yo también pues hace días que después de bañarme sólo me pasaba el peine para desenredarme el cabello y cuando se me secaba lo enroscaba en un moño sujetándolo con un gancho.

Damon se puso de pie, tomó la cajetilla de cigarros que estaba sobre la mesa, encendió uno y empezó a fumar nerviosamente… me quedé atónita pues él no fumaba y se incomodaba cuando yo lo hacía. Noté que la mano le temblaba. Cuando terminó el cigarro me dijo: “No podemos seguir así, la obsesión por descifrar el significado de los sueños que tenemos cada noche nos está haciendo daño, además son cosas de un mundo rojo que no nos incumben. Debemos de alejarnos de éste lugar, regresemos a Lima”.

Estuve de acuerdo con él y le pusimos punto final al asunto de los sueños del mundo de los dos soles rojos. Nos vestimos decentemente y buscamos al arqueólogo. Le dijimos que nos sentíamos bien, que queríamos regresar a Lima pero antes deseábamos visitar a Todd… le preguntamos la dirección del hospital psiquiátrico en el que lo habían internado. El arqueólogo nos dijo que precisamente al día siguiente iría a visitar a Todd y que nos llevaría.

Teníamos que pasar una noche más en aquél lugar. Luego del almuerzo recorrimos el museo. Cenamos con el personal del museo que nos trataron amablemente porque sabían que nos iríamos al día siguiente. Nos retiramos a la habitación, Damon empujó una de las camas hasta el centro de la habitación y yo tracé un círculo protector alrededor de ella con una tiza consagrada. Esa noche nos permitimos una velada romántica, escuchamos música de Blackmore’s Night y bebimos una botella de vino que nos consiguió Julio. Hicimos el amor pausadamente… después nos quedamos dormidos y soñamos que estábamos paseando en los jardines de nuestra mansión onírica.

Julio nos despertó temprano pero según el arqueólogo era tarde y nos hizo desayunar con prisa. Subimos al asiento trasero de la camioneta con nuestros equipajes porque pensábamos regresar a Lima esa misma noche. El arqueólogo se acomodó en el asiento del copiloto, Julio se puso al volante pero en lugar de dirigirse hacia la carretera que llevaba a la ciudad tomó rumbo hacia el lado opuesto. Media hora después tomó un desvío internándose por un paraje desolado hasta que el asfalto desapareció y fue reemplazado por un camino de tierra… Julio se metió por varios recovecos… Damon y yo notamos que habíamos pasado dos veces frente a un árbol bastante peculiar, sin duda Julio estaba dando vueltas innecesarias para que nos desorientemos. Un par de horas después divisamos un antiguo caserón de dos pisos.

Julio detuvo la camioneta. Entramos al caserón, obviamente no era un hospital psiquiátrico ni una casa de reposo. Nos recibió una señora de unos cincuenta años, delgada y con cabello negro recogido en un moño alto. El arqueólogo le preguntó cómo estaba Todd, la señora le respondió que seguía en el mismo estado aunque mas calmado. Luego llamó a un hombre de mediana edad de aspecto rústico y fornido, con más pinta de carcelero que de enfermero… éste nos llevó hasta una puerta que llevaba a un sótano.

Damon tomó mi mano mientras bajábamos los peldaños de madera casi podrida de la escalera, sentí que se me encogió el corazón al pensar los días que Todd llevaba recluido allí. Luego de bajar la escalera nos encontramos en un pasillo mal iluminado con un foco que daba una luz amarillenta. Había varias puertas a ambos lados, unas de madera a la izquierda y otras reforzadas con rejas a la derecha… el arqueólogo nos dijo que Todd se encontraba en la habitación de la última puerta a la derecha y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos.

Cuando pasamos frente a una puerta de madera escuchamos los sollozos de una mujer, detrás de la siguiente puerta oímos el murmullo de la voz de un hombre recitando una plegaria repetitiva... dimos un par de pasos más y nos sobresaltó un aullido que provino de detrás de una de las puertas reforzadas con reja, luego escuchamos gruñidos y arañazos contra la misma como si se tratara de un perro bastante grande encerrado. Damon le pidió explicaciones al arqueólogo sobre el lugar y los que estaban recluidos allí,  él le respondió que era un asilo para aquellos casos que no podían mantenerse bajo control en un hospital psiquiátrico convencional.

Finalmente llegamos a la última puerta, el arqueólogo abrió la reja y luego descorrió la mirilla de la puerta de madera para constatar el estado en el que se encontraba de Todd… nos dijo que primero entraría él. Durante el tiempo que esperamos escuchamos que la persona o criatura que estaba encerrado unas puertas más allá seguía gruñendo.

El arqueólogo estuvo a solas con Todd aproximadamente veinte minutos, luego abrió la puerta y nos dijo que podíamos pasar. Era una habitación pequeña, casi una celda... el único mobiliario era una sencilla cama de madera con una sábana y una cobija... en una esquina había un inodoro con un lavabo encima como los que se ven en las películas de cárceles. Todd estaba sentado sobre la cama con las rodillas recogidas contra su pecho y la mirada perdida en el vacío… nos conmovió verlo en ése estado.

Nos acercamos pero Todd no se percató de nuestra presencia. Notamos que estaba moviendo los labios pero no entendíamos sus balbuceos... me acerqué más a él, le acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y le dije parafraseando la serie de Stargate Atlantis: “Comandante, debe de salir de su estado de hibernación, necesito que se haga cargo de la nave nodriza”…  le di un beso en la mejilla, entonces pareció reaccionar por un momento, me miró y esbozó un amago de sonrisa… luego señaló a Damon con un dedo, murmuró algo ininteligible y volvió a sumirse en su estado casi catatónico.

El enfermero con pinta de carcelero nos dijo que no era recomendable que nos quedáramos más tiempo con Todd y nos indicó con un gesto adusto que subiéramos. Nos llevó hasta una sala de estar donde estaba la señora que nos recibió sentada en un sillón leyendo un libro, al vernos nos dijo que faltaba una hora para que sirvieran el almuerzo pero que podíamos ir subiendo nuestros equipajes e instalándolos en las habitaciones de la segunda planta. El arqueólogo tenía planeado quedarse una semana pero nos dio a elegir entre quedarnos una noche o que Julio nos llevara a la ciudad después del almuerzo. Damon y yo intercambiamos miradas, decidimos quedarnos para volver a ver a Todd al día siguiente con la esperanza de hacerlo reaccionar.

El arqueólogo y Julio tenían habitaciones propias pues acostumbraban quedarse. La señora dijo que podíamos quedarnos pero que sólo tenían habitaciones para pacientes con camas estrechas, aunque podíamos unir dos… le respondimos que nos bastaba con dos colchones en el piso para no darles la molestia de desarmar y armar pero el arqueólogo le sugirió que nos instalara en “la habitación”… la señora dudó un poco pero finalmente le indicó al enfermero con pinta de carcelero que nos llevara.

El hombre, que se llamaba Alberto, nos indicó que subiéramos la escalera y nos llevó hasta una puerta al final del pasillo, cuando la abrió y nos hizo pasar a la habitación quedamos impactados, esperábamos una habitación sencilla casi austera pero ésta parecía sacada de una película de la época colonial… una enorme cama con doseles de cortinajes de brocado ocupaba el centro… el mobiliario lo completaban dos veladores, un ropero, una cómoda, un tocador, dos sillones y un arcón de madera tallada.

Alberto descorrió la cortina y abrió el ventanal para airear la habitación que tenía un intenso olor a humedad, se notaba que no la usaban con frecuencia… nos dijo que ésa era la única habitación con una cama grande, había sido ocupada por los abuelos y luego por los padres del actual dueño del caserón. Nos dejó para que nos instaláramos, Damon y yo sacudimos las sábanas y colchas… luego nos avisaron para que bajáramos a almorzar.

Durante el almuerzo la señora, que se llamaba Francisca, nos contó una breve historia del lugar: El caserón tenía casi un siglo de antigüedad, había sido construido por un italiano que se asentó  en el lugar con su esposa y frecuentemente hacía reuniones con sus amigos que practicaban el espiritismo. La esposa tenía una salud muy frágil, condición que heredaron sus hijos, la mayoría de los cuales murieron antes de llegar a cumplir los dos años. Sólo sobrevivió una hija que luego se casó con un comerciante y tuvieron un hijo, años después ella se suicidó ahorcándose en un árbol de manzano que había en el huerto por motivos que nunca se aclararon… el comerciante dejó la casa intacta con un guardián y se fue a vivir a Lima con su hijo. Este hijo, el actual dueño del caserón, conoció al arqueólogo y accedió cederle el caserón con la condición que mantuviera intacta la habitación que ocuparon sus abuelos y sus padres. Nadie había dormido allí desde ése entonces, sólo la limpiaban de vez en cuando.

Damon y yo entendimos las intenciones del arqueólogo para instalarnos allí… esperamos que si la señora que se ahorcó penaba lo hiciera en el huerto, yo tenía unas ideas con la cama de dosel y sería incómodo que se nos apareciera… mas por ella que por nosotros.

Terminado el almuerzo nos invitaron a pasar al despacho biblioteca que conservaba algunos de los muebles de época. El arqueólogo tomó asiento en el escritorio, doña Francisca le entregó unos folders y se sentó en una butaca, Damon y yo nos sentamos en un sofá cerca de una ventana. Doña Francisca tomó una cajetilla de cigarros que estaba sobre una mesita, noté sus dedos largos y nudosos, sus uñas eran muy largas y estaban manchadas de nicotina... y llevaba un anillo de plata quemada y turquesa en el anular. Nos ofreció un cigarro… yo acepté, Damon se negó.

Permanecimos en silencio mientras que el arqueólogo revisaba los folders, luego nos dio un breve resumen de los casos de las personas recluidas.

Teresa era el nombre de la mujer que habíamos escuchado sollozando. Era hija de una señora amiga de la madre de Julio. Una vez fue de campamento al bosque de algarrobos con sus amigos y desapareció… los amigos dijeron que ella salió de la carpa a medianoche para orinar y no regresó, la buscaron por los alrededores hasta el amanecer, al no encontrarla regresaron y dieron aviso a sus padres. Teresa había tenido problemas con sus padres por causa de un muchacho pandillero con quien salía y pensaron que se había fugado con él… investigaron al fulano pero se comprobó que él ni siquiera había ido al campamento y que la noche en la que desapareció Teresa él había estado en un bar con sus amigotes de la pandilla… a pesar de todo el pandillero la quería y fue con los de su pandilla al bosque en donde la buscaron hasta debajo de las piedras, averiguó con otros pandilleros y hasta con unos tratantes de chicas que conocía pero no pudo ubicarla. Todos la buscaron infructuosamente.

Unos meses después Teresa apareció en el bosque de algarrobos en un estado lamentable, la encontraron unos turistas quienes la llevaron a una caseta policial. Luego la llevaron a un hospital donde los doctores la examinaron y dijeron que a la muchacha posiblemente la habían raptado y mantenido cautiva violándola consecutivamente hasta que quedó embarazada y le hicieron un aborto… afortunadamente físicamente estaba bien, sólo desnutrida y obviamente traumada por la experiencia pasada. Pero la historia que la psicóloga logró sacarle fue que había sido abducida por unos extraterrestres de apariencia reptiliana, ellos la habían fecundado, extraído el bebé y luego la dejaron en el bosque. La psicóloga les dijo a los padres de Teresa que esa era su forma de asimilar el trauma y que con un tratamiento adecuado podría recuperarse.

Pero la pobre muchacha insistía con que los extraterrestres le habían dejado unos implantes en el cuerpo y desesperadamente se cortaba intentando sacárselos. Fue entonces que Julio se interesó en el caso, la llevó con un doctor de confianza y luego de hacerle varios exámenes y unas radiografías detectaron que verdaderamente tenía un objeto extraño en un brazo, era del tamaño de una cápsula… se lo extrajeron y luego de analizarlo llegaron a la conclusión que la pequeña cápsula era de un metal desconocido con un bajo nivel radioactivo.

Julio investigó y averiguó que por las fechas en las que Teresa había desaparecido algunos pobladores de la zona habían visto luces extrañas, incluso hasta consiguió un video grabado por un aficionado en donde se veían unas luces que formaban un triángulo. Fue a la zona en donde había desaparecido Teresa con un fanático ufólogo y encontraron una zona quemada en donde no crecía la hierba y detectaron vestigios de radioactividad.

Julio le comentó el caso al arqueólogo y éste convenció a los padres de Teresa de llevarla a un lugar donde recibiría el tratamiento adecuado. Llevaba dos años internada allí… cuando ingresó la alojaron en una de las habitaciones del segundo piso. Se pasaba los días viendo las telenovelas y talkshows que trasmitían los cuatro canales de señal nacional que eran los únicos que captaba el televisor en aquél recóndito lugar o leyendo las novelas de moda que le traía su madre.

Parecía estar recuperándose hasta que empezó a quejarse de terribles dolores de cabeza y terminó dándose cabezazos contra la pared. Teresa explicó que los extraterrestres se estaban comunicando con ella y le mostraban imágenes del mundo en el que vivían, éste era un mundo con un sistema binario de soles y enormes pirámides escalonadas de piedra rojiza… ella no quería ver ésas imágenes y por eso se golpeaba la cabeza. Le hicieron más pruebas y encontraron que tenía otro objeto extraño en el cerebro imposible de retirar. También empezó a caer en unos estados de trance durante los cuales garrapateaba fórmulas, ecuaciones de matemática avanzada y física cuántica que luego no sabía explicar. La encerraron en la celda del sótano hacía un par de meses cuando, sin motivo aparente, atacó a una de las enfermeras con un tenedor.

El arqueólogo nos preguntó nuestra opinión sobre el caso… ¿creíamos que podría tratarse de un caso verdadero de abducción o no?... Damon y yo nos miramos, ambos creíamos que existía vida inteligente en otros mundos y que éste mundo había sido visitado por extraterrestres… pero la mayoría de los casos de abducciones que habíamos leído o visto en esos documentales tan de moda en la televisión no nos convencían.

El caso de Teresa tenía puntos a favor… al menos no decía que había sido abducida desde su casa mientras dormía en su cama, había sido abducida en el bosque de algarrobos, un lugar que era conocido como escenario de sucesos  sobrenaturales. Lo de la fecundación por extraterrestres era un cliché pero había un informe médico que confirmaba que le habían practicado un aborto… aunque tal vez Teresa estaba embarazada, se lo dijo al tipo con quien salía, éste se negó a hacerse responsable, ella huyó, se prostituyó, se hizo el aborto y regresó inventando lo de la abducción (aunque era muy inocente de su parte pensar que le creerían)… pero ¿porqué inventaría que los extraterrestres le habían puesto implantes en su cuerpo y se haría daño por quitárselos?... tal vez por culpa y la necesidad de auto castigarse por haber abortado… aunque le habían encontrado un objeto extraño en el brazo y tenía otro en el cerebro, además estaban sus visiones (que describían un mundo bastante parecido al mundo de los dos soles rojos con el que Damon y yo habíamos soñado recientemente) y las fórmulas que garrapateaba.

En una escala de credibilidad del 0 al 10 le dimos un 8 al caso de Teresa. El arqueólogo prosiguió con el siguiente caso.

Mauricio era el nombre que le habían dado al hombre que habíamos escuchado murmurando la salmodia repetitiva, lo habían encontrado vagando desnudo en las pampas de Nazca y lo habían llevado a un hospital. El informe del médico que lo había atendido resumía que el individuo ingresó en un estado crítico de deshidratación y desnutrición por lo que le pusieron suero, se recuperó pero se negaba a consumir alimentos excepto gelatina… parecía sufrir de demencia pues solo balbuceaba palabras ininteligibles por lo que fue derivado a un hospital psiquiátrico. No tenía documentos y no había reportes de desaparición que coincidieran con su descripción, pero uno de los psiquiatras se hizo cargo de su tratamiento por lo curioso de su caso.

Según el informe que les había entregado aquél psiquiatra cuando el paciente ingresó solo repetía una extraña salmodia en un idioma desconocido y estaba en un estado de pánico pasivo. Poco a poco se ganó su confianza, el paciente se tranquilizó y empezó a hablar en español… entonces le preguntó cuál era su nombre pero como le respondió con una palabra en el idioma desconocido le dio un lápiz y un papel, el paciente escribió que su nombre era “M4U51C10” (por lo cual empezó a llamarlo Mauricio). El paciente aseguraba ser de otro mundo y mostraba como prueba sus manos y pies cuyos dedos estaban unidos por una membrana de piel… sin duda era un caso de sindactilia agudo. Como suele suceder en esos casos también tenía otros defectos congénitos en el cráneo y la cara, lo que le daba una apariencia bastante extraña que seguramente le había causado un trauma desde la niñez que lo había llevado a creerse de origen extraterrestre. Sus órganos internos y su metabolismo eran normales. Finalmente empezó a comer alimentos variados aunque rechazaba la carne, prefiriendo las frutas y verduras crudas.

Mauricio era de carácter pacífico y naturaleza bondadosa, se volvió bastante comunicativo y le gustaba charlar con el psiquiatra del mundo del que creía ser nativo. Lo describía como un mundo de tecnología muy avanzada aunque carecía de atmósfera pues ésta había sido destruida hace mucho tiempo atrás por un desastre de origen desconocido pero había domos que cubrían algunas zonas haciéndolas habitables defendiéndolas de la radiación del sol rojo. Era gobernado por una élite de seres superiores a los que describía como unos humanoides altos, sin cabello, ojos negros sin pupilas y piel fosforescente. Decía que él era de la raza nativa de aquél mundo y explicaba que siglos atrás, cuando sucedió aquél desastre que destruyó la atmósfera, llegaron esos seres superiores en naves espaciales y los salvaron construyendo los domos… desde entonces los de su raza los habían reverenciado casi como dioses.

El era un obrero que trabajaba en las minas de donde extraían el mineral que servía para hacer funcionar las máquinas y naves espaciales. Lo que sorprendía al psiquiatra era el conocimiento que tenía Mauricio, un hombre aparentemente de origen humilde y que no había tenido acceso a mucha educación ya que sus padres no lo habían tratado del defecto congénito con el que había nacido, sobre las máquinas y naves espaciales que describía.

Contaba que a pesar de que aquellos seres superiores casi habían esclavizado a los de su raza no eran malvados ni crueles. Los de su raza eran tratados bien, vivían en lo que describió como un complejo de edificios rectangulares de paredes metálicas divididos en celdas, los hombres eran obreros y las mujeres eran destinadas a la reproducción que era por vía artificial y a la crianza de aquellos hijos. Tenían un horario de trabajo estricto pero la vida era llevadera, hasta les permitían seguir con algunas de sus costumbres y tradiciones.

Un día aciago el Sumo Sacerdote de los seres superiores anunció un terrible evento interestelar que abriría una puerta dimensional por la cual regresarían los Dioses sin Nombre trayendo la destrucción… entonces aquellos seres superiores empezaron a sacrificar a los de su raza en un intento de calmar la ira y el hambre de los Dioses sin Nombre. Todos los días hacían ceremonias en las que el Sumo Sacerdote recitaba una plegaria mientras que decenas de la gente de su raza eran obligados a entrar a unos hornos gigantescos.

Mauricio y otros obreros robaron lo que describió como unos trajes que protegían de la radiación y daban mantenimiento vital fuera de los domos protectores y huyeron. Llegaron hasta unas ruinas milenarias que según las leyendas de la gente de su raza habían sido construidas por los Dioses Olvidados, un portal de piedra y una estela con jeroglíficos aún se mantenían en pie, si las leyendas que contaba el chamán de su gente eran ciertas ése portal los llevaría a otro mundo…  pero sus compañeros dudaban y no quisieron cruzar.

Mauricio, quien era aprendiz del chamán, descifró algunos de los jeroglíficos grabados en la estela de piedra, narraban la historia de los Dioses Olvidados que conocían un ritual para confinar a los Dioses sin Nombre en una prisión mística… éste era un ritual que sólo podía ser realizado por los hijos de aquellos Dioses Olvidados. La energía de los trajes que les daba soporte vital se agotaban, entonces él prefirió arriesgarse antes de morir y cruzó el portal… de allí sólo recordaba haberse despertado en una especie de pozo con una escalinata de piedra tallada, subió por ésta y se encontró en un desierto bajo un límpido cielo azul… el traje ya no le servía y se lo quitó… entonces vagó sin rumbo hasta que lo encontraron unos hombres.

Mauricio empezó a trabajar haciendo labores de limpieza en el hospital psiquiátrico. Según el psiquiatra mostraba una increíble adaptación al “mundo al que había llegado cruzando el portal”, su demencia era inofensiva y si le hacía feliz creerse extraterrestre no tenía motivos inmediatos para forzarlo a enfrentarse con la realidad… mas bien lo incentivaba a escribir sobre su mundo y la maravillosa tecnología de los seres superiores.

Tuvo la idea de entregarle a Mauricio algunos libros de medicina que trataban de malformaciones congénitas como la que él sufría y otros de relatos de ciencia ficción parecidos a lo que él contaba con la intención de que poco a poco reconociera su realidad pero fue contraproducente. Mauricio se ensimismó demasiado en la lectura, cayó en un estado febril y empezó a delirar… decía que los Dioses sin Nombre vendrían a éste mundo, que él había descifrado las señales inequívocas de su retorno y que tenía que encontrar a los hijos de los Dioses Olvidados.

Días después un terremoto destruyó la ciudad de Pisco y el hospital psiquiátrico quedó en ruinas. La mayoría de los pacientes fueron trasladados a otros centros de salud mental pero el psiquiatra quiso quedarse con Mauricio pues se sentía responsable por él y le interesaba mucho su caso. Lo había observado por mas de cinco años, sabía que era perfectamente controlable y su demencia no representaba un peligro tácito para la población… al contrario, Mauricio demostró tener cierta intuición o sexto sentido para ubicar a muchos heridos enterrados bajo los escombros.

Fue entonces que la casualidad quiso que Todd y Bartholomew fueran a Pisco como voluntarios para construir casas para los damnificados… escucharon el caso del “extraterrestre” que había salvado a ayudado a rescatar a varias personas y sintieron curiosidad de conocerlo. Luego de conocer los detalles de su caso Todd contactó de inmediato con el arqueólogo quien se comunicó con el psiquiatra que cuidaba de Mauricio y le dijo que tenían un lugar en donde podían hacerse cargo de él.

Mauricio llevaba allí varios años, desde que ingresó demostró ser muy comedido y agradecido, se encargaba de la limpieza y hasta se hizo cargo de cuidar a varios perros callejeros… pero hacía un par de años había recaído en ése estado febril, empezó a garrapatear símbolos en un cuaderno y a recitar ésa extraña salmodia en un idioma desconocido. Una noche de luna llena mató a sus perros intentando hacer un ritual invocando a los Dioses Olvidados, le administraron sedantes y lo recluyeron bajo llave en su habitación del segundo piso… lo encerraron en la celda del sótano por atacar a mordiscos a Alberto cuando éste quiso obligarlo a tomar su medicina.

El caso de Mauricio era fascinante, fuera su historia real o producto de su mente desquiciada. El arqueólogo nos preguntó: “¿Qué opinan, Mauricio vino de otro mundo a través de un portal o es un chiflado con una imaginación asombrosa?... en ése caso ustedes son un par de locos porque también son de otro mundo”.

Nos reímos… Damon y yo le respondimos que efectivamente no éramos nativos de éste mundo pero no decíamos haber venido cruzando un portal, éramos almas viejas y errantes nativas de un mundo azul y en ésta vida habíamos nacido en éste mundo… pero el viajar de un mundo a otro a través de portales no era extraño para nosotros, lo recordábamos de muchas vidas pasadas… volvimos a reírnos, la explicación que estábamos dándole al arqueólogo era como para ganarnos estadía indefinida en una celda en el sótano… al lado de la que se merecía él por su teoría más disparatada que la de los alienígenas ancestrales.

El siguiente caso se trataba de un licántropo tal como Damon y yo lo suponíamos por los aullidos y gruñidos que habíamos escuchado. El arqueólogo nos contó el caso de José Luis, un mexicano que sufría de hipertricosis y había llegado hace muchos años atrás a Perú como parte de un circo en donde se presentaba como un hombre lobo. Yo recordé la publicidad de aquél circo. José Luis sabía que su condición se debía a una enfermedad y simplemente le sacaba provecho. Hicieron varias presentaciones en el país. En Trujillo conoció a una mujer, se enamoraron, él dejó el circo y se casaron. Durante años vivió feliz con su esposa trabajando como mecánico y tuvieron dos hijos que afortunadamente no heredaron su enfermedad.

Era un hombre muy querido por sus vecinos, bromeaba diciendo que las noches de luna llena sentía que su sangre hervía y se iba a tomar unos tragos con sus amigos al billar. Su esposa no se preocupaba que se fuera de juerga cada noche de luna llena y regresara ebrio al día siguiente, era una vez al mes, él era un hombre trabajador y tenía derecho a divertirse. Hasta que empezó a notar un cambio en el carácter en su esposo, cuando se acercaba la luna llena se ponía nervioso y malhumorado… se iba de juerga y regresaba al día siguiente muy sucio.

Entonces ella empezó a averiguar con los amigos de su esposo, ellos le dijeron que él iba al billar, tomaba un par de tragos y se iba... sin embargo regresaba a su casa al día siguiente. Su esposa sospechó que tenía una amante, así que le pidió a su hermano que lo siguiera… lo que contó el hermano era digno de una película de terror. El hermano esperó que José Luis saliera del billar y subiera a su camión… lo siguió en su carro y lo vio detenerse en una calle de mala reputación en donde recogió a una prostituta y con ella se dirigió a un descampado.

El hermano decidió acercarse al camión para enfrentar a su cuñado… pero entonces la prostituta se bajó precipitadamente del camión, semidesnuda y pidiendo socorro a gritos… José Luis bajó tras ella persiguiéndola, le dio alcance, la tumbó sobre el suelo y empezó a atacarla brutalmente a mordiscos. El hermano de la esposa de José Luis tomó una herramienta que llevaba en su carro y se acercó para auxiliar a la pobre mujerzuela… José Luis huyó hacia el descampado.

Encontraron a José Luis dos días después completamente loco creyéndose verdaderamente un hombre lobo, necesitaron ayuda de la policía para capturarlo. El caso corrió de boca en boca, tenían a José Luis encerrado en una carceleta de la comisaría sin saber que hacer con él, dudando entre llevarlo a prisión o a un hospital psiquiátrico. El arqueólogo se enteró del caso e hizo los papeleos para trasladar a José Luis al caserón. Se encontraba allí hace un año.

Había más pacientes en las habitaciones del segundo piso pero eran tranquilos. Una anciana que habían recogido mendigando en la plaza y decía ser la reencarnación de una sacerdotisa mochica, Todd la recogió mas por humanidad para darle un techo seguro y comida… pero hablando con la anciana había descubierto que era una mujer muy sabia y era muy interesante conversar con ella.

Había otra mujer que era otro supuesto caso de abducción y un hombre autista con obsesión por los rompecabezas y la cábala. Reconocimos que todos éramos unos chiflados (¿o iluminados?) lo único que hacía la diferencia que estuviéramos sentados allí y no encerrados en una celda del sótano era que todavía no le habíamos hecho daño a otros… Todd había cruzado ésa línea.

El arqueólogo nos dijo que ya tenía algunas sospechas con Todd por aquellos incidentes con sus amigos que había llevado a su habitación y con los que supuestamente se les había pasado la mano… había querido creer que verdaderamente esos accidentes habían sido consecuencia de exceso de drogas y alcohol hasta el incidente sucedido con nosotros. Le debía al tío de Todd hacerse cargo de él y así lo haría… y nosotros le ofrecimos nuestro apoyo.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Memorias de la anciana guardiana del lar

Néphula fue el primer mundo azul en condensarse. Agua, tierra, aire y fuego formaron los extensos bosques, los mares caudalosos, las profundas cavernas y nevadas montañas. Luego floreció la vida animal. La primera humanidad fue nómada, se trasladaban de un lugar a otro y habitaban las cavernas en invierno y los bosques en verano. Eran recolectores y cazadores. Adoraban a las tres lunas y a la montaña de los vientos. Fue una edad oscura que terminó cuando los huracanes barrieron de la faz de Néphula a la primera humanidad, solo se salvaron aquellos que escucharon los ecos del viento y se refugiaron en las cuevas.

La segunda humanidad hablaba con los seres elementales de la naturaleza y dejaron de ser nómades para formar pequeños asentamientos o clanes. Se formaron los tres clanes de los cuales descienden el linaje de los reyes: el clan del norte, los guerreros de los hielos; el clan del este, los guerreros de las estepas y el clan del sur,  casta de nigromantes y hechiceras. La segunda humanidad adoraba a sus dioses en templos naturales, construyeron cabañas y domesticaron animales, cultivaron la tierra y crearon una rustica manera de escritura. Pero la segunda humanidad acabó por el fuego, cuando el horizonte fue surcado por relámpagos, se dijo que la diosa había sido raptada por un dios malvado que vino de otro universo. Solo se salvaron aquellos que recordaron los ecos de viento y buscaron las cavernas al oeste.

La tercera humanidad es la nuestra. Yo soy la Guardiana del Lar, ya estoy vieja, tengo 147 años... fui criada en el templo de las doncellas de la luna para servir a la familia real... a los 21 años entré a servir como doncella de la hermana del rey Sigurd I del clan del norte.

Entonces sucedió...  una tarde se vieron extrañas luces provenientes del oeste y con los fuegos del ocaso descendió del cielo un artefacto nunca antes visto... y de esta extraña nave, bajó un hombre: era el príncipe de las bestias, un ser humano del universo rojo... y con él venían otros  humanos como él... dijeron que los mundos rojos estaban siendo devastados por una lluvia corrosiva y se refugiaron en Néphula.

Pasaron unos años... llegó la noche y no hubo amanecer, se desató la lluvia ácida y toda clase de vida fue borrada de la faz de nuestro mundo pero para entonces ya habíamos encontrado el camino de las cavernas y con los pocos que creyeron en Sissela nos encaminamos hacia el oeste, la región prohibida y nos adentramos en las entrañas de la tierra.

La leyenda decía que las cavernas nos llevarían hasta donde moran los dioses. Después de atravesar los pasajes subterráneos un débil resplandor indefinido nos indicó la salida...  asomamos por otra caverna a un bosque de árboles gigantescos y llegamos a los lindes, flotando entre nieblas y bajo tres irreales lunas de plata se alzaba la mítica atalaya de ámbar... y Sissela llamó a la diosa, aquella que es dueña de la muerte... y la diosa les dio de beber de sus lágrimas y los hizo dormir con el beso de la muerte... ahora ellos dormirán en sarcófagos de cristal  hasta que la faz de Néphula sea limpiada y ellos tengan que volver para ser los padres de una cuarta humanidad.

Le pedí a la diosa que me permitiera quedarme despierta y velar por ellos hasta la consumación de mis días, estoy vieja y no puedo engendrar hijos, de nada serviría en un mundo nuevo que necesitará ser poblado, prefiero velar por aquellos que deberán de hacerlo...  y por Sissela quien duerme entre los brazos del guerrero de las estepas guardando en su vientre la primera semilla que germinará en un mundo nuevo bajo el sol azul de Néphula.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en 1998

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Mi arcángel de mirada triste

Mi arcángel de mirada triste (2014)

Debería de odiarte pero no puedo… el arcángel de mis sueños, el de la cabellera de plata y mirada amatista, recuerdo las noches de mi infancia en las que te sentabas al lado de mi cama con tu mandolina y me dabas serenatas nocturnas de luna… ahora comprendo la tristeza que nublaba tus ojos violetas, el secreto que temblaba en tus labios… era la culpa. Recuerdo que muchas veces me decías que eras malo, que habías cometido un pecado horrendo, que cuando lo descubriera te odiaría pero yo no podía creer que la maldad anidara en tu corazón… tu mano temblaba al acariciar mi cabello y repetías: “Princesita celeste y ensoñadora, no soy digno de ser tu guardián, he pecado”… y yo inocentemente creía que tu pecado era amar a la emperatriz niña de los cuentos de hada.

Muchas noches me refugié bajo el cálido refugio de tus alas albas y te confiaba que sentía un dolor y un vacio que no comprendía, una inquietud, una angustia de un algo que me faltaba… entonces me enseñaste la magia del espejo de nieblas pero la Luna de los Muertos cubrió de velos la luz del Lucero de la Mañana.

Entonces intenté llenar ése vacío amándote, una noche me convenciste de huir del palacio de invierno, me llevaste por cendales incoloros donde enfrentamos peligros innombrables y me arrastraste a vivir una vida en un mundo desértico, no importaba, estaba contigo… pero me dejaste abandonada a mi suerte… entonces te odié… te odié por tu único intento de hacer lo correcto. Te capturaron y por centurias purgaste “tu traición” en una lóbrega celda en donde se te pudrieron las alas… te perdoné y volviste a ser mi arcángel triste.


¿Y qué puedo decir de ti, mi querido tutor?... tu voz también me acompañó desde que era una niña con canciones infantiles y dulces baladas, fuiste quien me mostró la senda que me convirtió en una wako shamana y la inspiración de mis primeros versos de amor. Recuerdo tantas vidas pasadas en las que fuiste mi guía, tu pecho recibió mis lágrimas de una angustia que no comprendía, siempre protector y paternal, nunca te aprovechaste de mi inocencia… te decía que eras el más bueno que había conocido y tú me respondías con una sonrisa triste. Recuerdo la primera vez que estuvimos frente a frente en ésta vida, tu mirada triste cuando tomaste mi mano y me dijiste: “No soy digno de tomar tu mano, mi dulce dama blanca”… no podía ni imaginar la oscuridad que albergaba tu alma. Me acompañaste al descenso a los Infiernos y cuando el Nigromante alzó la guadaña me susurraste que me equivocaba… ah pero los tejemanejes de la araña milenaria me enredaron en sus artimañas. 



Nunca hablaron claro, nunca confesaron con todas las palabras… susurros y miradas de culpa, intentos de hacer que se cruzaran nuestros caminos… pero no los censuro, comprendo que sobre sus cabezas pendían la espada del Draco y el hacha de la Degolladora.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Los Dioses sin Nombre 04 - Los guardianes

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 04 – Los guardianes (2014)

De cena nos trajeron sopa de pollo con fideos de letras, Damon dijo que no tenía hambre pero yo lo convencí de que al menos se tomara unas cucharadas de caldo… él tenía las muñecas vendadas porque se las había desollado durante el forcejeo intentando liberarse de las sogas.

El arqueólogo bonachón se quedó conversando con nosotros. Nos comentó confidencialmente que unos meses atrás habían hecho una excavación en las faldas del cerro que se encontraba en el centro del complejo de las pirámides y hallaron una tumba intacta… no encontraron suntuosas piezas de oro ni de plata, pero descubrieron un sarcófago de piedra en el que reposaba una momia muy singular, pequeña y con el cráneo alargado… el ajuar de la misma consistía en un cofrecillo de oro con incrustaciones de spondilus en cuyo interior había un péndulo de cuarzo opaco que por momentos presentaba cierta iridiscencia… la datación de carbono de la momia y del artefacto desafiaba la lógica.

Damon y yo intercambiamos una mirada cómplice, recordábamos aquél cofrecillo de oro con incrustaciones de spondilus. Sin duda Todd se lo había entregado a don Faustino, quien a su vez se lo había dado a Damon con el encargo de sacarlo del país y dárselo a un transportador al que encontró en una carretera casi frontera con México… yo misma le había ayudado a camuflar el susodicho cofrecillo dentro de un paquete de turrón de doña pepa. No sabíamos si fue una venta o un intercambio por aquél libro apócrifo que a las finales le costó la vida a don Faustino… pero al menos ya conocíamos de dónde había salido el objeto maldito.

Damon dejó de lado su sopa de pollo y le preguntó al arqueólogo si ése sarcófago de piedra tenía tallados algunos jeroglíficos cuneiformes… éste le respondió que no aunque era un sarcófago único, hecho con un solo bloque de piedra blanca completamente lisa, cortada y pulida con una técnica desconocida.

Los dos sabíamos que los hallazgos que no podían ubicarse dentro de la cronología de un periodo histórico no eran bien vistos por la comunidad científica tradicional… no se daban a conocer públicamente, se les echaba tierra, se les condenaba a la oscuridad del almacén… y Todd tomaba algunos, generalmente los objetos pequeños, para vendérselos a coleccionistas privados. Era algo que lamentablemente tenía que hacerse para mantener el museo ya que el Ministerio de Cultura les daba un presupuesto muy limitado, casi irrisorio… sacrificar un objeto subastándolo en el mercado negro para seguir costeando las excavaciones es la triste realidad de nuestro país.

No estaba segura si el arqueólogo sabía que las “donaciones anónimas” que ocasionalmente le entregaba Todd eran el resultado de la venta ilícita de un objeto del almacén o simplemente fingía no darse por enterado… ¿estaría al tanto de la sustracción de aquél cofrecillo de oro y de la transacción de la cual indirectamente Damon y yo éramos cómplices?... ¿era por eso que nos había comentado sobre aquél hallazgo?

El cofrecillo que nosotros habíamos encontrado en la cámara oculta de una de las pirámides era parecido a ése, sólo que no era de oro, era de cobre… pero según el arqueólogo el cofrecillo era el único artefacto del ajuar funerario que acompañaba a la momia, no nos mencionó piezas sueltas de metal que formaran un rompecabezas ni un brazalete u otro objeto similar… o no quiso decírnoslo. Bueno, nosotros tampoco le habíamos informado del brazalete que habíamos hallado y estaba en mi bolso.

El arqueólogo llevaba un buen tiempo elaborando una intrincada teoría sobre el origen de aquellos hallazgos inclasificables pero la vez que la presentó sólo había recibido la burla de sus colegas que lo tacharon de senil… él tenía un nombre ganado y no podía arriesgar su prestigio con una teoría mas delirante que la de los alienígenas ancestrales… nos decía que algún día, cuando reuniera las pruebas suficientes, daría a conocer su teoría al mundo y que ésta cambiaría la historia de la humanidad pero por el momento sólo podía compartirla con gente como nosotros… nos ofreció mostrarnos el sarcófago y la momia cuando estuviéramos mejor.

Luego le preguntó a Damon cómo y cuando había conocido a Todd y a Chris, él le respondió que los había conocido dentro del entorno de su trabajo y se ofendió cuando el arqueólogo le dijo que desconocía por completo el curriculum de su carrera… cuando Damon se enfurruñaba de esa manera era imposible seguir la conversación con él, el arqueólogo se dio cuenta de eso, nos deseó las buenas noches y se retiró.

La enfermera entró, le dio una revisada rápida a nuestras heridas y nos dio un par de pastillas… luego apagó las luces y se marchó rezongando entre dientes. Damon y yo nos quedamos a oscuras en el tópico de emergencias del museo de sitio con el fondo musical de una sonata nocturna improvisada por los grillos… me pasé a su cama, nos besamos y acariciamos pero el estado físico en el que ambos nos encontrábamos no nos daba para otras cosas… nos abrazamos y él no tardó en quedarse dormido.

Traté de dormir pero fue inútil, me sentía inquieta… aún podía percibir en el ambiente ése hedor penetrante, la mezcla asquerosa de sangre pútrida y barro, aunque era apenas un rezago que se iba desvaneciendo… como el olor a hojarasca quemada que queda cuando se apaga una fogata y se va yendo con el viento.

Me dije que no debía de preocuparme, el chirrido de los grillos era una señal de que ya no había peligro… el arqueólogo nos había dicho que había guardado “aquellas cosas malditas” en un lugar seguro… aquella maldad sin nombre había regresado al pozo infernal del que nunca debió haber salido y ése hedor era solo un vestigio que había dejado su breve retorno a éste mundo… hice un esfuerzo para creérmelo.

La habitación estaba oscura, demasiado… a tientas me levanté de la cama, entreabrí la persiana y nos llegó un poco de luz del potente foco que alumbraba la caseta del vigilante de la entrada. Me acurruqué al lado de Damon pero había demasiada información en mi cabeza… decidí recopilar los hechos e intentar ponerlos en orden.

Hace unos meses habían excavado en las faldas del cerro que se encuentra en el centro del complejo de las pirámides, el mismo cerro que según una leyenda es la prisión de un monstruo semejante a una mantaraya gigantesca… leyenda que obviamente el arqueólogo conocía. Habían encontrado una tumba en la que hallaron un sarcófago hecho con un sólo bloque de piedra blanca lisa y pulida que contenía una momia pequeña de cráneo alargado cuyo datación de carbono no era coherente… la momia estaba acompañada de un ajuar funerario compuesto por un cofrecillo de oro con incrustaciones de spondilus en cuyo interior había un péndulo de cuarzo opaco que por momentos presentaba cierta iridiscencia. Supuse que la momia era el guardián del monstruo legendario y el péndulo sería un artefacto para invocarlo o dominarlo… la momia se encontraba en el almacén y quien sabe donde estaría el cofrecillo y el péndulo… quien los tuviera ¿conocería la leyenda del monstruo prisionero en el cerro?... ¿intentaría despertarlo?

Luego nosotros habíamos encontrado un cofrecillo parecido que también contenía un péndulo con las mismas características, piezas sueltas de plata y cobre que formaban un rompecabezas cabalístico y un brazalete con símbolos grabados… en la pared de la cámara oculta de la pirámide había cuatro líneas de jeroglíficos cuneiformes tallados, yo había encontrado los objetos dentro de un hatillo de tela parda enterrado en el suelo bajo un adobe suelto debajo de los jeroglíficos… no había encontrado un sarcófago porque no había excavado, era muy probable que bajo el suelo de adobes se encontrara un sarcófago con una momia similar a la que hallaron bajo el cerro. Todd conocía el anterior hallazgo, tal vez por eso quiso regresar a la pirámide durante la madrugada… cuando volvimos en la mañana la pirámide se había sellado a si misma… ¿intentaba defenderse de la profanación y evitar que el guardián fuera removido de su lugar?... y si había un guardián ¿qué custodiaba?... ¿otro monstruo legendario?

Según la teoría del arqueólogo en los albores del tiempo éste planeta fue habitado por unas criaturas no humanas cuyo planeta natal había sido destruido... éstas criaturas manejaban una tecnología muy avanzada y eran poseedores de una sabiduría arcana, sabían como manipular el tiempo y el espacio, trasmutar la materia, abrir portales entre las dimensiones bla bla… entonces invocaron seres primigenios muy poderosos pero no pudieron mantenerlos bajo su control y ésa fue la ruina de su civilización… sin embargo en el último momento recibieron la ayuda de unos dioses (que tampoco se sabía de donde vinieron o como aparecieron) y consiguieron confinar a aquellos seres primigenios en prisiones místicas en donde yacían sumergidos en un sueño del que no debían de ser despertados. Una teoría delirante, una teoría de un viejo senil que había leído demasiado a Lovecraft… una teoría en la que Damon, yo y los hassassins de la Hermandad de la Luna Creciente creíamos.

Entonces si el arqueólogo y sus ayudantes estaban desenterrando a los supuestos guardianes de las prisiones místicas donde yacían dormidos aquellos seres primigenios era que planeaban despertarlos… ¿con qué propósito?... sonreí, ya eran muchos disparates para una noche… cerré los ojos, abracé a Damon y me quedé dormida.

Y entonces soñé con una ceremonia ancestral… el escenario era un mundo devastado, un desierto en el que se alzaba una colosal pirámide escalonada de adobe bajo un cielo convulso en el que unos nubarrones de tormenta rodeaban un vórtice del que emergían los tentáculos de un ser gigantesco que pugnaba por cruzar… un sacerdote de baja estatura vestido con una capa con capucha de rústica tela parda subía por los escalones de la pirámide hasta la cima en donde lo esperaba una sacerdotisa de revuelta cabellera dorada, ella estaba vestida con una túnica blanca y tenía el rostro cubierto con una máscara de oro de rasgos felinos… escuché tambores y un cántico en un lenguaje desconocido y gutural… el sacerdote le entregó a la sacerdotisa un cofrecillo de oro con incrustaciones de spondilus y entonces vi las manos del sacerdote, no eran humanas, eran semejantes a las patas de un reptil… la sacerdotisa recibió el cofrecillo, lo abrió y se colgó el péndulo de cuarzo opaco al cuello, de inmediato éste se volvió iridiscente… luego la sacerdotisa levantó un aro, similar al brazalete que nosotros habíamos hallado, pronunció unas palabras en ése lenguaje desconocido y gutural, el ser gigantesco bramó y  retrocedió… todo retumbó y el vórtice se cerró… después todo fue oscuridad.

Me despertó la mano de Damon jugueteando con el pezón de mi pecho izquierdo… unos pálidos rayos de sol se filtraban por la persiana entreabierta. Le conté mi sueño y él me dijo que había soñado con algo parecido… en su sueño vio a tiempo acelerado como unos seres humanoides de rasgos reptiloides construían una pirámide escalonada de adobe en medio de un desierto… luego vio una cámara en el interior de la pirámide, ésta estaba iluminada por una luz verdosa pero no supo de donde provenía, el suelo estaba cubierto por una repugnante mezcla de barro y sangre… luego escuchó tambores y un cántico extraño, todo se estremeció y quedó oscuro… después vio en la misma cámara a un sacerdote guerrero de cabellera plateada, éste tenía el rostro cubierto con una máscara de plata con rasgos de ave, vestía una capa de plumas, un coxal ceremonial y sobre el pecho llevaba algo parecido a un pectoral hecho con las piezas sueltas del rompecabezas que nosotros habíamos encontrado… el sacerdote guerrero selló un sarcófago de piedra blanca y luego talló unos jeroglíficos cuneiformes en la pared.

Habíamos soñado con nuestros ancestros (o habíamos tomado muchos analgésicos y la sugestión nos había jugado una mala pasada)… los dioses nos habían mostrado la ceremonia en la cual habían confinado a un ser primigenio en una prisión mística… en teoría ahora teníamos una idea de lo que deberíamos de hacer si los seres primigenios eran liberados pero desconocíamos las palabras que había pronunciado la sacerdotisa y las que había escrito el sacerdote guerrero en la pared. Tampoco teníamos el péndulo ni las piezas que formaban el pectoral… pero teníamos el aro que al parecer era la llave que cerraba (y abría) el vórtice.

Nos trajeron el desayuno, dos tazones de avena con leche y rosquillas de mantequilla. Luego entró la enfermera, nos dio un par de pastillas a cada uno y nos dijo que por orden del arqueólogo nos trasladarían a una habitación que tenían disponible para los practicantes de arqueología.       

La habitación era amplia pero sencilla, sólo había dos camas que juntamos, una cómoda, una mesa con dos sillas y un estante con libros de historia. La ventana daba a un patio interior y el baño común quedaba en el pasillo. Ni bien nos instalamos la enfermera nos trajo un botiquín con los implementos básicos para curar heridas, nos indicó la dosificación de las pastillas que deberíamos de tomar en la mañana y en la noche para aliviar el dolor y prevenir una infección… y con una mirada de desprecio nos dijo que estaba cansada de atender “los accidentes” que suelen sucederle a los amigos drogadictos y pervertidos de Todd.

Eso nos dejó intrigados. Sabíamos que Todd practicaba el BDSM con sus ocasionales parejas sexuales, él era un experto aplicando las disciplinas y nunca se extralimitaba, estábamos seguros que perdió el control con nosotros porque cayó en un ominoso trance inducido por el péndulo… pero la cara de la enfermera nos decía que no era la primera vez que atendía personas con ése tipo de heridas. Iba a preguntarle sobre aquellos amigos de Todd que había atendido pero no fue necesario, ella misma nos soltó sus quejas… nos dijo que era frecuente que Todd aprovechara las habitaciones desocupadas para traer a sus amigos, la mayoría extranjeros, para hacer orgías en las que el alcohol y las drogas corrían en abundancia… si el arqueólogo lo sabía y lo consentía ella no era nadie para prohibirlo… me lanzó una mirada significativa porque en más de una ocasión Todd nos había invitado a Luis y a mi a tomar unos tragos en su habitación aunque aquellas veces la cosa no había pasado de una borrachera común y corriente.

Prosiguió diciéndonos que no le importaba atender casos aislados de resaca, después de todo Todd no era el único que aprovechaba para traer a sus amigos, además ella también había sido joven y había vivido la vida loca en la década de los 80s, comprendía que de vez en cuando la gente se pasara de tragos y hasta que experimentara con drogas alucinógenas bla bla… pero su tolerancia tenía un limite... “los accidentes” habían comenzado hace unos meses, primero fue un sueco al que Todd llevó al tópico completamente ebrio con golpes varios, lesiones y huellas de abuso sexual, ésa vez ella se asustó creyendo que el pobre tipo había sido victima de una violación y que Todd lo había auxiliado, sugirió dar parte a la policía pero Todd lo impidió y le explicó que “sólo se le había pasado la mano” jugando con su amigo, versión que fue confirmada por el sueco cuando se le pasó la borrachera… luego fue una chica italiana, después una pareja de españoles y otra pareja de alemanes… a ella no le importaba lo que Todd y sus amigos hicieran y se dejaran hacer pero no estaba dispuesta a seguir atendiendo a “ése tipo de gente degenerada”… añadió que nos había atendido porque el arqueólogo y sus ayudantes nos llevaron al tópico en un estado verdaderamente lamentable y como enfermera era su deber el prestarnos los primeros auxilios pero no estaba dispuesta a seguir haciéndose cargo de nosotros porque simplemente le dábamos asco.

La enfermera nos dedicó una última mirada de desprecio y se retiró muy digna. Damon y yo no pudimos evitar reírnos pero dejamos de hacerlo cuando pensamos en Todd… el arqueólogo nos había dicho que lo encontraron balbuceando incoherencias en una de las pirámides y lo habían trasladado a un hospital psiquiátrico, la enfermera no nos mencionó a Todd por lo que supusimos que se lo habían llevado sin que ella se enterara.

Damon y yo atendimos mutuamente nuestras heridas. Luego descansamos el resto de la mañana especulando si Todd se había vuelto sádico o si aquellos “accidentes” que habían sufrido sus supuestos amigos habían sido sus ensayos para realizar el ominoso ritual con nosotros… en ése caso cuando nos propuso hacer una sesión de BDSM lo hizo con segundas intenciones, era algo que había planeado… nos había engañado y usado… y eso me producía mucha tristeza.

Pasado el mediodía Julio, un practicante de antropología muy amigo de Todd y creyente de la teoría del arqueólogo, nos trajo el almuerzo... arroz con frejoles y seco de cordero, no era comida para convalecientes, cosa que agradecimos. Comimos y seguimos descansando.

Mas tarde Julio regresó con el arqueólogo y nos dieron mas detalles de las circunstancias en las que nos habían encontrado el día anterior. Cuando llegaron en la mañana Todd no estaba en el salón de lectura y supusieron que la noche anterior se había emborrachado. Julio fue a despertar a Todd, encontró la puerta de su habitación entreabierta y se llevó un gran susto cuando nos vio… Damon estaba atado a la cama y yo sobre él, ambos desmayados y en un estado lamentable. De primera mirada creyó que a Todd “se le había pasado la mano” con nosotros pero entonces reparó en la manera peculiar en la que Damon estaba atado, semejante a la figura de “El Colgado” del Tarot, en los símbolos que tenía dibujados con marcador sobre el pecho y lo que quedaba de un dibujo hecho con cera de vela… entonces comprendió que eso era el resultado de un ritual mal hecho y llamó de inmediato al arqueólogo.

Julio me cargó y me llevó al tópico de emergencias. El arqueólogo desató a Damon, nos dijo que en ese momento él abrió los ojos y balbuceó algo antes de volver a perder el conocimiento pero Damon no recordaba aquello… luego llamó a dos ayudantes de confianza para que lo asearan antes de llevarlo al tópico. Después empezaron a buscar a Todd y lo encontraron delirando en una de las pirámides, tuvieron que pedir ayuda a los jornaleros para reducirlo y llevárselo… los jornaleros se creyeron la versión de que Todd estaba delirando a causa de alguna droga.

El arqueólogo nos amonestó por haber hecho un ritual de ésa naturaleza sin la debida preparación y precaución entonces le aclaramos que todo empezó como una sesión de BDSM que terminó convirtiéndose en una pesadilla y le contamos todo lo que recordábamos… el arqueólogo nos escuchó entre reflexivo y fascinado, cuando terminamos de contarle simplemente nos dijo que descansáramos y se retiró. Julio nos dijo que tenía trabajo pendiente y también se retiró.

Nos trajeron sopa serrana para cenar, luego tomamos las pastillas que la enfermera nos había indicado y nos acostamos. Damon y yo nos besamos y acariciamos como la noche anterior, luego él se quedó adormilado… comprendí que todavía se sintiera indispuesto para follar pero yo estaba en mejor condición física que él y lo deseaba carnalmente… acaricié su vientre y con un dedo recorrí con delicadeza las lesiones que el látigo le habían dejado, mi dedo reconoció sobre su carne dos cordones inflamados… bajo otras circunstancias aquello me hubiera excitado, me complace azotarlo y luego recorrer con mis dedos o mis labios las marcas que quedan sobre su espalda, sus nalgas y sus muslos… pero había una gran diferencia entre las huellas que eran producto de un castigo consensuado y placentero para ambos y esas lesiones.

Recorrer con mi dedo esas marcas sobre su vientre me causó un escalofrío… recordé horrorizada que cuando estuve bajo el oscuro trance inducido por la arcana salmodia maldita y la sobrenatural vibración del extraño péndulo empuñé un cuchillo con la intención de clavárselo en las entrañas y el retorcido deseo de poseerlo de una manera repudiable… ¿qué hubiera sucedido si aquél beso que nos dimos a modo de despedida no hubiera logrado sacarme del ominoso trance?... ¿hubiera sido capaz de clavar el cuchillo en su vientre y luego me hubiera deleitado hurgando entre sus entrañas tibias y sangrantes tal como lo hacía el monstruoso Gilles de Rais?

Damon se despabiló… le dije que lo deseaba y que si todavía se sentía indispuesto sólo me dejara hacer, él asintió. Deslicé mi mano hasta su pubis y empecé a acariciar su miembro viril, él me respondió con una erección mas pronto de lo que esperaba debido a su estado… me acomodé entre sus piernas cuidando de no apoyarme sobre sus muslos lastimados, tomé su sexo con mi boca y deslicé dos dedos entre sus nalgas… él recibió la intromisión de mis dedos en su cuerpo con agrado y estimulé su próstata sin dejar de atender su miembro viril con mis labios.

Era delicioso poder disfrutar a mi hombre de esa manera después de que ambos habíamos pasado por aquella experiencia tan terrorífica y desagradable. Proseguí estimulándolo hasta que por sus jadeos y las palpitaciones de su pene supe que él estaba a punto de venirse… me preparé para recibir su descarga degustando de antemano el sabor de su semen pero él hizo un movimiento inesperado, retiró su miembro viril de mi boca y me pidió que le lamiera los testículos.

Si eso era lo que Damon quería estaba bien, era algo que también me gustaba hacerle… aumenté la intensidad con la que masajeaba su próstata mientras que él bombeaba su miembro viril con una mano, las rítmicas contracciones de su recto aprisionando mis dedos fue suficiente estímulo para hacerme llegar al orgasmo… él eyaculó en su mano y untó con su semen las lesiones que tenía sobre su vientre, no fue necesario que me dijera que quería que lo lamiera y me puse a hacerlo de inmediato… pasé mi lengua sobre una de las lesiones de su vientre y entonces noté que la inflamación era algo irregular, no era un cordoncillo como había notado cuando la recorrí con mi dedo… ahora parecía un alto relieve que formaba… ¿letras?

La poca luz que se filtraba por la ventana no me permitía distinguir los caracteres. De inmediato retiré bruscamente mis dedos del cuerpo de Damon y me puse de pie… él protestó desconcertado por mi proceder e hizo un ademán de incorporarse pero le grité que no se moviera de la cama. Encendí el interruptor de la luz y volví precipitadamente a su lado, efectivamente sobre su vientre se podían distinguir unos relieves muy parecidos a los jeroglíficos cuneiformes que yo había visto en la cámara de la pirámide.

Busqué apresuradamente algo con que copiar los jeroglíficos pero no encontré ni un lapicero a la mano… atiné a buscar en mi bolso mi lápiz delineador de ojos y sin mas empecé a remarcar los relieves sobre el cuerpo de Damon mientras que él miraba estupefacto las dos hileras de extraños caracteres que se habían formado sobre las dos lesiones de su vientre… entonces me dijo: “Son cuatro líneas… mis muslos, rápido, ayúdame a quitarme las vendas”

Entre los dos nos deshicimos de las vendas precipitadamente pero las dos lesiones que Damon tenía en los muslos se veían como las marcas comunes dejadas por un látigo… eso fue bastante decepcionante pero al menos teníamos dos líneas. Busqué algún cuaderno o una hoja suelta entre los libros de historia que estaban en el estante, encontré una y me apresuré a copiar los símbolos que había remarcado con mi delineador de ojos sobre el cuerpo de Damon… luego le mostré la hoja y él me dijo que estaba casi seguro que eran los mismos símbolos de las dos primeras líneas que el sacerdote guerrero que vio en su sueño dibujó sobre la pared de la cámara de la pirámide.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Un extraño mundo alterno

Hilda despertó ésa mañana como todas las mañanas, se bañó y se vistió para ir al colegio, tomó desayuno, alistó su maleta y se fue.

Hilda estaba en el autobús mirando la ventanilla y recordando los extraños sueños que tenía todas las noches. De pronto el autobús chocó, dio varias vueltas de campana y cayó del puente hundiéndose en el río.

Hilda despertó en la orilla del río, se incorporó adolorida pero no tenía ni un golpe, sólo se sentía atontada. Miró a su alrededor buscando el autobús, los otros pasajeros, la ambulancia... pero no había señales de estos, entonces pensó que la corriente la había arrastrado... ¿arrastrado fuera de la ciudad?, eso era absurdo... pero estaba en medio de una pradera atravesada por un río cristalino, no había puentes, ni edificios, ni casas, ni caminos asfaltados... empezó a caminar siguiendo un camino de trocha... ¿dónde estaba?... siguió caminando hasta divisar un pequeño pueblo de casas rústicas.

Estaba en medio de un mercado, el pueblo parecía un pueblo de la India pero las personas estaban vestidas de forma diversa y anacrónica: algunos como romanos, otros como bárbaros... ¡se parecían tanto a la gente rara de sus sueños!... ¿soñaba?

Entonces dos soldados la interceptaron y le interrogaron sobre su lugar de origen, quien era y que hacía en el mercado sola y vestida de una forma tan extraña... ella no sabía como explicarse pues no entendía la extraña lengua de los soldados. La llevaron a una carceleta, uno de los soldados revisó sus pertenencias: un espejo, un lápiz labial y un pañuelo que tenía en el bolsillo, su reloj y sus zapatos... le quitaron sus cosas, le dieron un vestido de tela burda y sandalias tejidas... la metieron en una mazmorra. Hilda lloró desesperadamente intentando despertar.

Al día siguiente le dieron un frugal desayuno: una taza de té de hierbas y dos panes sin levadura. Luego los dos soldados la llevaron con un vendedor de esclavos quien les dio un puñado de monedas por ella. Hilda estaba aterrada pero afortunadamente el hombre la trató con compasión y la colocó en el palacio de un sultán quien la entregó a su esposa.

Todo sucedía tan rápido que Hilda creía que aún soñaba y se decía a si misma que no tardaría en despertar en su cama y se reiría de ése sueño tan largo y fantástico, pero no sucedió así... pasaron las semanas y los meses, aprendió la lengua extraña de esas gentes y trató de adaptarse. Hilda se encargaba de lavar la ropa de la esposa del sultán, después de todo no era tan malo... le daban buena comida, dormía en un cuarto pobre pero limpio con otras esclavas... en general, la trataban bien.

¿Cuánto tiempo transcurrió?... tal vez un año. Por su comportamiento humilde y acomedido ahora era una dama de compañía de la esposa del sultán, se ocupaba de abanicarla, peinarla y otros menesteres.

Pero una fatal noche unos bárbaros atacaron el palacio, mataron al sultán y a su esposa... casi todos los guardias del sultán fueron masacrados y las esclavas violadas, entre ellas Hilda. Toda la noche abusaron de ella, cuando se cansaron la arrojaron media muerta a una mazmorra. En esa misma mazmorra estaban dos guardias personales del sultán, ellos habían sido brutalmente golpeados porque el jefe bárbaro quería que ellos le dijeran el lugar de cierto tesoro enterrado.

Durante varias noches los dos guardias fueron torturados y ella ultrajada... finalmente Hilda y los dos guardias hicieron un plan para huir: una noche, cuando uno de los bárbaros quiso usarla, ella se hizo la enferma, el bárbaro entró a la mazmorra para abusar de ella allí mismo y los dos guardias lo atacaron... huyeron por los túneles, fueron descubiertos y se separaron... ella huyó con uno de los guardias por un túnel que llevaba hacia el mar y el otro guardia se fue por un túnel que llevaba a las minas.

Días después, recuperados mas o menos de sus heridas, Hilda y el guardia fueron disfrazados al mercado tratando de conseguir alimentos y averiguar  que había sucedido con el otro guardia y se enteraron que los bárbaros habían anunciado una ejecución en el árbol del tormento.

Fueron confundidos entre la multitud, no se habían equivocado, se trataba del otro guardia que no pudo huir... los bárbaros lo azotaron y le marcaron el rostro con un hierro candente para dejarlo después a merced del populacho y las aves de rapiña. Hilda y el guardia no podían hacer nada hasta que llegara la noche... volvieron horas mas tarde para liberar a su compañero pero él se negó diciéndoles que estaba moribundo y no valía la pena que ellos se arriesgaran por salvarlo.

Hilda y el guardia huyeron a otro pueblo en donde empezaron a vivir como marido y mujer tratando de olvidar los sufrimientos, pasados algunos meses la felicidad empezó a sonreírles... hasta un día en el que Hilda estaba montando un caballo, éste se desbocó, ella cayó y se golpeó la cabeza... al despertar estaba en un hospital y frente a ella vio a su madre quien se arrodilló y dio gracias a Dios porque su hija había despertado del coma.

El doctor le dijo que los bomberos la rescataron de entre los fierros retorcidos del autobús, que hace más de un año estaba en coma y que su recuperación había sido un milagro. Hilda volvió poco a poco a su vida habitual pero no podía olvidar la extraña aventura que había vivido.

Y una noche tuvo un sueño: vio al guardia que había sido su esposo, él estaba llorando frente a una tumba... entonces ella se acercó a él y lo abrazó desde atrás... él al verla se estremeció creyendo que alucinaba. Hilda le contó su historia, sus sueños, su mundo, el accidente... pero el guardia aún incrédulo, abrió la tumba... la encontró vacía... entonces la abrazó y la besó, le dijo que la había extrañado mucho... y ella le prometió buscarlo cada noche en sus sueños.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en septiembre de 1990