in girum imus nocte et consumimur igni

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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Memorias de la anciana guardiana del lar

Néphula fue el primer mundo azul en condensarse. Agua, tierra, aire y fuego formaron los extensos bosques, los mares caudalosos, las profundas cavernas y nevadas montañas. Luego floreció la vida animal. La primera humanidad fue nómada, se trasladaban de un lugar a otro y habitaban las cavernas en invierno y los bosques en verano. Eran recolectores y cazadores. Adoraban a las tres lunas y a la montaña de los vientos. Fue una edad oscura que terminó cuando los huracanes barrieron de la faz de Néphula a la primera humanidad, solo se salvaron aquellos que escucharon los ecos del viento y se refugiaron en las cuevas.

La segunda humanidad hablaba con los seres elementales de la naturaleza y dejaron de ser nómades para formar pequeños asentamientos o clanes. Se formaron los tres clanes de los cuales descienden el linaje de los reyes: el clan del norte, los guerreros de los hielos; el clan del este, los guerreros de las estepas y el clan del sur,  casta de nigromantes y hechiceras. La segunda humanidad adoraba a sus dioses en templos naturales, construyeron cabañas y domesticaron animales, cultivaron la tierra y crearon una rustica manera de escritura. Pero la segunda humanidad acabó por el fuego, cuando el horizonte fue surcado por relámpagos, se dijo que la diosa había sido raptada por un dios malvado que vino de otro universo. Solo se salvaron aquellos que recordaron los ecos de viento y buscaron las cavernas al oeste.

La tercera humanidad es la nuestra. Yo soy la Guardiana del Lar, ya estoy vieja, tengo 147 años... fui criada en el templo de las doncellas de la luna para servir a la familia real... a los 21 años entré a servir como doncella de la hermana del rey Sigurd I del clan del norte.

Entonces sucedió...  una tarde se vieron extrañas luces provenientes del oeste y con los fuegos del ocaso descendió del cielo un artefacto nunca antes visto... y de esta extraña nave, bajó un hombre: era el príncipe de las bestias, un ser humano del universo rojo... y con él venían otros  humanos como él... dijeron que los mundos rojos estaban siendo devastados por una lluvia corrosiva y se refugiaron en Néphula.

Pasaron unos años... llegó la noche y no hubo amanecer, se desató la lluvia ácida y toda clase de vida fue borrada de la faz de nuestro mundo pero para entonces ya habíamos encontrado el camino de las cavernas y con los pocos que creyeron en Sissela nos encaminamos hacia el oeste, la región prohibida y nos adentramos en las entrañas de la tierra.

La leyenda decía que las cavernas nos llevarían hasta donde moran los dioses. Después de atravesar los pasajes subterráneos un débil resplandor indefinido nos indicó la salida...  asomamos por otra caverna a un bosque de árboles gigantescos y llegamos a los lindes, flotando entre nieblas y bajo tres irreales lunas de plata se alzaba la mítica atalaya de ámbar... y Sissela llamó a la diosa, aquella que es dueña de la muerte... y la diosa les dio de beber de sus lágrimas y los hizo dormir con el beso de la muerte... ahora ellos dormirán en sarcófagos de cristal  hasta que la faz de Néphula sea limpiada y ellos tengan que volver para ser los padres de una cuarta humanidad.

Le pedí a la diosa que me permitiera quedarme despierta y velar por ellos hasta la consumación de mis días, estoy vieja y no puedo engendrar hijos, de nada serviría en un mundo nuevo que necesitará ser poblado, prefiero velar por aquellos que deberán de hacerlo...  y por Sissela quien duerme entre los brazos del guerrero de las estepas guardando en su vientre la primera semilla que germinará en un mundo nuevo bajo el sol azul de Néphula.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en 1998

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