No podíamos hacer mucho por Luzbel pues él necesitaba
energía solar masculina, cualquier otro elemento podía contaminarlo. Entonces
Mordred y yo decidimos investigar lo que pasaba en el reino de Fantaso, tomamos
nuestras formas de cuervo y lechuza, cruzamos las sendas astrales hasta el
plano de la fantasía y descendimos en medio de una plaza moderna rodeada de
edificios altos de paredes blancas, grandes ventanas de vidrio polarizado y
techos metálicos. Cuando nos miramos nos dimos con la sorpresa que estábamos
con nuestra apariencia que tenemos en el real.
Esperamos que nos recibiera quien controlaba el lugar y se
nos acercó una atractiva mujer de unos cincuenta años, vestía un traje sastre color
azul marino con blusa blanca y zapatos negros de tacón, llevaba el cabello
recogido en un moño y gafas de carey.
— Bienvenidos a la ciudad universitaria — nos dijo
amablemente — soy la directora y los llevaré a la residencia para los estudiantes
nuevos.
La directora nos llevó a un edificio de cuatro pisos con
amplios ventanales. En la recepción se encontraba una señorita quien nos
informó sobre los cursos que dictaban en aquella universidad: criptozoología,
arqueoastronomía, ufología, angelología, lenguas muertas, religiones
comparadas, elaboración de grimorios, etc. Mordred eligió arqueoastronomía y yo
elegí criptozología, nos dieron nuestros carnets de estudiantes y nos indicaron
el número de nuestras habitaciones.
Subimos las escaleras hasta el tercer piso. Entré a mi
habitación usando el carnet como llave, Mordred entró a la suya que se encontraba
al lado. Observé que la distribución era similar a la de la casa andaluza de
hospedaje: a la derecha había una kitchenette, a la derecha la zona de estudio
y al fondo una cama y un closet.
Me acerqué a la zona de estudio, constaba de un escritorio
con una laptop y un estante con libros y útiles de escritorio. Revisé los
títulos de los libros, trataban sobre criaturas de leyenda y mitos urbanos,
títulos como La criatura del lago Ness, La bestia de Devonshire, El reino de
las hadas, El hombre polilla, El chupacabras… nada que llamara especialmente mi
atención. Luego examiné la zona del dormitorio, la cama era moderna con cajones
abajo, abrí el closet y encontré ropa común y corriente como jeans, blusas y
casacas.
Salí de la habitación y toqué la puerta de Mordred, él salió
con un libro grueso con tapas de cuero bajo el brazo. Me describió una habitación
similar, los títulos de los libros de arqueoastronomía no le habían llamado
mucho la atención excepto ese que llevaba y encontró sobre el escritorio, me lo
mostró y vi que en la portada tenía un símbolo parecido al auryn de la película
Fantasía.
Fuimos a la cafetería, pedimos café y tartaletas. Vimos a
otros estudiantes que también se reunían para comer y conversar. Mordred puso
el libro sobre la mesa, lo tomé para darle otro vistazo y noté que el símbolo
de su portada había cambiado a uno parecido al nudo de bruja, lo abrí y vi que
sus hojas estaban en blanco.
— Tal vez todos los libros están en blanco — le comenté.
— Revisé algunos de los libros de arqueoastronomía, si
tenían letras y dibujos — me respondió tomando el libro — pero éste es especial…
¿no lo reconoces?... es el libro de Fantasía.
En ese momento vi que el símbolo volvió a cambiar a la
apariencia del auryn.
— Fue lo que pareció cuando lo vi bajo tu brazo — le respondí
— pero cuando yo lo tomé el símbolo cambió al nudo de bruja y ahora que lo
tienes tú ha vuelto a ser el auryn.
— ¿Ves?... te dije que era especial, es mágico — me dijo con
una sonrisa infantil — cambia según quien lo tenga entre sus manos, está en
blanco porque es uno quien debe de crear la historia.
— Punto para ti, mi querido druida — le respondí — ahora
vamos a investigar el lugar.
Salimos del edificio y nos dirigimos hacia la plaza,
entonces el cielo se nubló y vimos que se estaba formando una especie de
nebulosa roja y azul, la nebulosa empezó a girar volviéndose morada y a
extenderse como si fuera a abrirse un portal interdimensional.
— ¡Oh, no! — exclamé aferrándome a su brazo — ahora seguro
salen unos tentáculos de ese hueco o se aparecen los aliens para abducirnos.
Nos quedamos mirando el cielo que se había oscurecido, se
encendieron unas luces blancas en los faroles de las calles y bajo las cornisas
de los edificios. Se habían formado dos nebulosas más, la gente señalaba el
cielo y empezaba a correr buscando refugio.
— ¡Ya van a caer! — exclamó una chica que pasó corriendo a
nuestro lado.
— ¡Tenemos que buscar refugio antes de que caigan! —
exclamaron un grupo de muchachos que nos empujaron a una librería.
Ya estábamos en la librería cuando escuchamos un ruido
semejante al que hace el granizo al caer, nos asomamos a la ventana y vimos que
estaban cayendo meteoritos, algunos eran pequeños y se deshacían en el impacto,
pero otros eran más grandes y llegaban a dañar el pavimento. La gente que
estaba reunida en la librería había recuperado la tranquilidad y se entretenía
viendo los libros. Entendimos que ese era el motivo por el que las
edificaciones tenían techos metálicos con aleros que protegían las aceras.
— Es la lluvia — nos dijo un muchacho con gafas — dura unos minutos,
no se preocupen.
Empezamos a revisar los libros que había en las estanterías,
entonces me pareció ver a mi primo.
— El chico de allí se parece mucho a un primo mío — le dije
a Mordred señalando a un muchacho que llevaba una polera de Star Wars — acércate
y fíjate que libros está mirando.
Mordred se acercó y luego regresó a mi lado.
— Está viendo libros de teología y religiones comparadas — me
respondió.
Vimos que la gente compraba libros pagándolos con los
créditos de sus carnets de estudiantes, nos preguntamos cómo se ganaban los
créditos. La lluvia cesó y la gente empezó a salir de la librería. El cielo
había vuelto a la normalidad, observamos innumerables agujeros humeantes en la calzada,
pero a la gente no parecía importarle, simplemente caminaban esquivando los
escombros. Estaba anocheciendo y unos altavoces anunciaron las charlas que iban
a empezar en los centros culturales invitando a los estudiantes a asistir para
ganar créditos.
— Bueno, creo ya no tenemos nada más que ver aquí — le dije.
— Podemos ir a mi habitación para pasar un buen rato — me
insinuó con una sonrisa y mirada pícara a la vez que pasaba su brazo sobre mis
hombros.
— No — le respondí — para eso vamos a nuestra mansión en el
astral.
— Entiendo, no te parezco atractivo con mi apariencia del
real — me reclamó con un mohín.
— No seas tonto — le dije — es que no me parece un lugar apropiado.
— ¿Un beso? — insistió — mira, hay varias parejas besándose
bajo los faroles.
Accedí, él me tomó entre sus brazos y me besó
apasionadamente. Los altavoces habían dejado de anunciar las charlas y emitían una
música romántica mientras que unos pequeños robots parecidos a las aspiradoras
roomba reparaban los agujeros causados por la lluvia de meteoritos.
— ¿Y el libro que tenías? — le pregunté al notar que estaba
con ambas manos libres.
— ¡Ups! — exclamó — creo que lo dejé en la librería.
— No importa — le dije — de todas maneras hubieras tenido
que dejarlo para que podamos salir de este lugar, creo que no podemos llevarnos
nada del reino de Fantaso al plano astral, yo tuve que soltar la amatista que
me dieron en el concurso de belleza.
Caminamos entre las parejas que paseaban por la avenida y los
grupos de estudiantes que salían de los centros culturales para dirigirse de
regreso a la residencia universitaria hasta que llegamos a una calle solitaria,
tomamos nuestras formas de cuervo y lechuza y volamos de regreso a nuestra mansión en el Reino del Oeste.
Liliana Celeste Flores Vega - 02 de mayo del 2021
Imagen: Google