in girum imus nocte et consumimur igni

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lunes, 30 de septiembre de 2019

Ecos del pasado


Me levanté al alba, había llovido pero tenía que aprovechar el fin de semana. Me puse una casaca abrigadora, tomé mis equipos y subí a mi camioneta. Después de dos horas manejando por la carretera y media hora más por un solitario pero hermoso camino de trocha, llegué a mi destino: El pequeño y abandonado pueblo de Lucerna.

Según mi amigo David, estudioso de temas paranormales, el lugar había sido abandonado luego de una masacre perpetrada por un asesino serial. Era un buen lugar para obtener psicofonías. Más grande fue mi sorpresa cuando llegué a la entrada del pueblo pues este no estaba abandonado. La niebla se había disipado y un pálido sol iluminaba tímidamente el lugar. Estacioné mi camioneta y bajé cargando mis equipos.


Recorrí las calles del pintoresco pueblo rural, los habitantes iban de un lugar a otro realizando sus faenas cotidianas, vi a un grupo de niños dirigiéndose a la escuela, vendedores llevando sus productos al mercado de la plaza, jóvenes y ancianos paseando en la alameda. Sin duda el dato de mi amigo estaba equivocado, tal vez algunos pobladores se habían marchado pero aún quedaban muchos viviendo en el lugar.

Me dije que de todas maneras tenía que aprovechar el viaje y me dirigí a la vetusta iglesia, tal vez me permitieran grabar allí y con suerte conseguiría algunas psicofonías. Entré y encontré al sacerdote haciendo los preparativos para la misa de mediodía, lo saludé pero él ignoró mi presencia. No insistí y empecé a tomar fotos, luego me dirigí al cementerio, tomé más fotos y grabé parte de mi recorrido entre los mauselos y las tumbas grises.

Después me dirigí al mercado para comer algo, me acerqué al puesto de una señora para comprar empanadas pero también me ignoró. Intenté entablar conversación con algunas personas pero también pasaron de largo, entendí que podían ser huraños con los extranjeros pero esto ya era ridículo, nadie respondía a mis saludos ni preguntas, ni siquiera para decirme que no era bienvenido y pedirme que me largara de allí.

Intrigado empecé a filmarlos llegando incluso a ser entrometido pero sin recibir ni un solo reproche. Ya fastidiado me atreví a tocarle el hombro a un anciano mendigo y para mi sorpresa mi mano pasó a través de él. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Presuroso me dirigí a mi camioneta y empecé a ver mis filmaciones: No había personas en los vídeos, solo las calles vacías.

Al anochecer me convencí de que en ese pueblo todo estaba en perfecto estado como si las personas siguieran viviendo ahí, pero yo estaba completamente solo… no quise quedarme ni un momento más en ese lugar, lamentablemente no obtuve ningún registro de mi sobrenatural experiencia.


viernes, 27 de septiembre de 2019

El héroe prometido


Libélulas vagarosas en los cendales incoloros. La luna en cuarto creciente es una barca de argento que navega en los mares oníricos.

La dama blanca se prepara para su travesía. Aborda la barca de plata y recorre los sueños de los hombres en busca del guerrero que ha de salvar su reino de ilusiones.

Recorre los sueños de los hombres pero no encuentra al guerrero indicado, se arriesga entrando a las pesadillas pero sigue sin encontrarlo.

Ya casi amanece y cansada emprende su retirada resignada... entonces en el horizonte vislumbra una chispa de luz divina, presurosa entra a ese sueño... ¡Ha encontrado al héroe prometido!... ¡Es un niño que aún cree en la magia!


martes, 24 de septiembre de 2019

La procesión


Franz y Ethel, una pareja de alemanes de mediana edad decidieron celebrar sus 25 años de matrimonio viajando a Perú para conocer Machu Picchu y las demás atracciones turísticas que tanto promocionan las agencias que prometen un destino lleno de aventuras y misticismo.

Llegaron a Lima sin novedad y luego se unieron a un tour que los llevaría por los más pintorescos lugares de la sierra. Durante el viaje se mantuvieron en contacto con sus hijos y todo marchaba sin contratiempos hasta el 10 de noviembre que le dijeron a sus hijos que al día siguiente viajarían a un pequeño pueblo en Ayacucho, desde esa fecha no volvieron a comunicarse.

Durante los primeros días sus hijos no se preocuparon pensando que seguramente el lugar tenía deficiencias de electricidad y las baterías de los celulares de sus padres se habían descargado. Pero con el pasar de los días se preocuparon, luego de una semana sin tener noticias y no haberse podido comunicar ni con los guías de turismo de la agencia que hacía el susodicho tour decidieron hacer el viaje e iniciar las investigaciones.

Mark y Wilmer llegaron a Lima y luego se dirigieron al hotel desde donde sus padres se comunicaron con ellos por última vez. Pidieron informes en la recepción y el dueño les dijo que efectivamente ese día en la mañana había partido el grupo de turistas en un bus pero él ignoraba a qué pueblito se habían dirigido.

Los familiares de las otras personas que habían tomado el tour también estaban investigando la misteriosa desaparición. Finalmente, todos se reunieron en el puesto policial más cercano y empezaron a comparar sus investigaciones. Una señora dijo que su hija le había dicho que irían a un pueblito llamado Urcu Pacha, entonces el semblante del policía se puso pálido.

- No puede ser, ése es un caserío y está abandonado desde hace dos décadas.

Un joven dijo que su amigo que había ido al tour le dijo precisamente que irían a un lugar abandonado en busca de una aventura paranormal y que él esperaba grabar psicofonías.

Entonces todos se pusieron en camino al caserío. De lejos no parecía abandonado, se divisaban varias casas de estilo colonial y una iglesia de piedra. El bus estaba estacionado en la plazuela llena de mala hierba. De inmediato se sintieron envueltos por esa lóbrega pesadez que tienen los lugares malditos.

Buscaron en las casas y finalmente en una encontraron las mochilas, sin duda el grupo formado por los doce turistas, la guía de turismo y el chófer del bus, habían pernoctado allí, pero ellos no estaban.

Entonces Mark encontró la cámara filmadora de su padre, estaba en el suelo al pie de una ventana. Con el alma en vilo todos contemplaron la última grabación: Al inicio se veía la llegada del grupo al lugar, luego algunas tomas de las calles y la plazuela. Después se veía al grupo acomodándose para pasar la noche en esa casa. Adelantando la filmación vieron al grupo conversando y bebiendo amenamente, un joven empezó a contar historias de terror. Corrieron más las escenas hasta unas tomas movidas, se escuchaba una música solemne como la de las procesiones religiosas... Luego la voz de Ethel que decía: "Miren, allí están, salen de la iglesia"...

Otras voces decían:
"No los veo pero escucho la música"
"Allí, se están acercando, llevan túnicas negras y cucuruchos"
"Oh, Dios mío, son condenados"
"¡Mierda, condenados nosotros, seguro son terrucos"
"Ya fuimos, a darles todo no más"
"¡Son fantasmas, están flotando y se acercan!"

En las tomas se apreciaba una misteriosa procesión de sombras encapuchadas que salían de la iglesia, se acercaban a la casa y la rodeaban... Luego oscuridad y silencio.

Mientras discutían si sus familiares habían sido raptados por unos terroristas o si de verdad unos aparecidos se los habían llevado al más allá escucharon las notas musicales de un himno religioso. Mark se asomó a la ventana y vio a la procesión saliendo de la iglesia. Los demás se asomaron y también los vieron.

- ¡No pueden ser fantasmas, todos los vemos! - exclamó Mark saliendo de la casa para enfrentarlos con su revólver en la mano.

Estando a unos pasos del encapuchado que encabezaba la luctuosa procesión se dio cuenta que este flotaba en el aire y sintió que la sangre se le congeló en las venas. No pudo gritar porque ese ser se quitó el cucurucho... No tenía rostro, era solo un ser de oscuridad con un agujero en lugar de cara... Y empezó a absorber a Mark mientras los demás contemplaban la escena aterrorizados.


viernes, 20 de septiembre de 2019

El polvillo de los silfos


Esa mañana una anciana se acercó a la puerta de la comarca y pidió permiso para entrar y ganarse algunas monedas contando cuentos y vendiendo chucherías en la plaza. Los guardias, al verla tan benevolente y necesitada, le concedieron paso.

Muy pronto la anciana se vio rodeada de personas mientras contaba historias del bosque donde moraban los silfos, pequeños seres mágicos del aire, que concedían deseos si uno conseguía atraparlos. También les vendió unos frasquitos con un polvo brillante, dijo que era polvillo de alas de silfos y que podía curar casi todas las enfermedades si se bebía una cucharada disuelta en un vaso con agua.

Muchos le compraron esos frasquitos, más por ayudar a la pobre anciana que por creer en los poderes mágicos de un cuento. Y al caer la tarde la anciana se marchó.

Pasaron los días y Teodoro, un anciano que sufría de tos crónica, decidió probar la receta del polvillo de alas de silfo y de inmediato se curó. Le contó su experiencia a los demás habitantes de la comarca que no tardaron en hacer lo mismo y con asombro vieron cómo se curaban de las enfermedades que los aquejaban. Mas el efecto solo duraba dos días, era necesario repetir la dosis y ahora lamentaban no haberle comprado más frascos a la anciana.

Entonces decidieron ir al bosque para cazar silfos. Pero se llevaron una gran sorpresa al descubrir que no eran unas pequeñas criaturas indefensas como les dijo la anciana, estos seres eran altos y fornidos, con alas de libélulas, estaban armados y sabían pelear muy bien.

Y los silfos capturaron a los incautos aldeanos, luego los mataron y los cocinaron para comérselos, pues los silfos comen carne humana.

Más tarde Turien, el príncipe de los silfos, vio llegar al claro del bosque a la susodicha anciana.

— Toma, Lucrecia — le dijo Turien a la mujer entregándole una manzana dorada — hiciste un buen trabajo, vinieron muchos aldeanos incautos. Cómo te prometí esta fruta te devolverá la juventud y belleza por un año. Quédate a la fiesta, mañana te daré más frasquitos con polen de flor dorada para que engañes a otros tontos.


jueves, 19 de septiembre de 2019

La mansión



Antañera y vetusta mansión
sobre la que hace centurias
olvidada por el mismo olvido
pesa una extraña maldición.

Me estremezco cuando atravieso sola los húmedos pasillos
pues temo que de entre las grietas de los muros
salga una mano huesuda a cogerme del vestido.

Desde los enormes ventanales
me espían sombras difusas y rostros horrendos
como si fueran las mismísimas caras del pecado materializadas.

En las tardes cuando estoy en la biblioteca leyendo
desde la torre lejana llega un sollozo como el de un alma en pena
o el de una mujer emparedada tras el muro.

No puedo dormir tranquila pues en las noches se escuchan
gemidos de ultratumba que parecen llantos de reos
que agonizan en despiadadas torturas.

Antañera y vetusta mansión
sobre la que hace centurias
olvidada por el mismo olvido
pesa la maldición de Dios.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Redención


Jessica era la chica fea, rara y antipática del barrio. De baja estatura, rechoncha y colorada parecida una cerdita amargada, detestaba a las demás muchachas bonitas de la escuela, especialmente a Claudia quien además de bonita era inteligente y talentosa. Siempre les hacía bromas pesadas y pasar malos ratos.

Durante el último año de secundaria una agencia artística que buscaba nuevos talentos hizo un concurso en el colegio. Claudia se presentó tocando el violín y ganó el concurso, pero la noche de la premiación Jessica se las arregló para que en el momento en que Claudia subiera al escenario a recibir su premio le cayera encima un balde con excrementos.

Esa fue la gota que colmó el vaso, el director del colegio llamó a los padres de Jessica para que pusieran a su hija en tratamiento psicológico.

Y la terapia obró maravillas, Jessica se disculpó con sus compañeras a quienes les había hecho la vida imposible desde el jardín de infancia y se volvió una muchacha amable y cariñosa.

Pero luego de un tiempo las demás muchachas, ahora sus amigas, notaron que Jessica ocultaba una profunda tristeza. Una tarde Jessica les confesó el motivo de su infelicidad: Tenía un sueño, quería operarse para ser físicamente como verdaderamente se sentía que era por dentro, esa insatisfacción y frustración con su cuerpo había sido el motivo de su anterior comportamiento, pero pagar esa operación era algo imposible para su familia que tenía escasos recursos económicos.

Entonces las demás muchachas decidieron hacer una colecta para recaudar el dinero que se necesitaba para cumplir el gran sueño de Jessica. Claudia hizo conciertos, las demás muchachas vendieron besos y calendarios sugerentes. Finalmente reunieron el dinero.

Y así, luego de aprobar todos los exámenes psicológicos requeridos para el procedimiento de transespecie, la mente de Jessica fue trasladada al cuerpo sintético de una cerdita. Claudia la adoptó como mascota y fueron muy felices.


lunes, 16 de septiembre de 2019

El marciano


Cuando a su esposa le diagnosticaron cáncer los médicos le juraron que con el innovador tratamiento ella se curaría. Pero su esposa falleció y ahora él estaba endeudado por el resto de su vida pues había tenido que pedir varios préstamos para costear ese tratamiento.

Como si fuera poco también lo despidieron de su trabajo por tantas veces que faltó para quedarse en casa cuidando a su esposa.

Le embargaron su casa y su carro. Afortunadamente un amigo le dio alojamiento por unos días. Necesitaba encontrar un trabajo, lo que fuera. Y así fue como llegó a ese curioso anuncio en la web que solicitaba: "Se necesita hombre mayor de 35 años dispuesto a dejarlo todo en este mundo"

Entre la curiosidad y la desesperación llamó al número indicado. La paga que ofrecían, por adelantado, era una fortuna. Pensó que tendría que haber algo turbio pero se dio cuenta de que no había perdido todo, sino que ya no tenía nada que perder. Si lo contrataban podría pagar todas sus deudas y hasta dejarle una pensión a su madre. Sin dudarlo más concertó una cita.

Lo contrataron, le pagaron el dinero prometido para que solucionara sus asuntos y le ayudaron a fingir su suicidio. Ya con una nueva identidad y después de un año de duro entrenamiento en una base militar secreta abordó la nave espacial que lo llevaría, en un viaje sin retorno, a una colonia en Marte.

sábado, 14 de septiembre de 2019

Mermelada


Sonó el timbre, Micaela abrió la puerta, era un repartidor con una caja de regalo. Micaela la recibió con desgano, la tarjeta decía: "De parte de Antonio, que pases un dulce fin de semana"

Otro regalo de Antonio, ese compañero de trabajo nuevo que no se cansaba de cortejarla. Micaela abrió la caja, eran dos frascos de mermelada de frutos secos.

El aroma de los frutos secos le traía tantos recuerdos de su infancia... remembranzas de los días de verano que pasaba en la casa de campo con su abuela, el desayuno con pan blanco recién horneado y mermelada de frutos secos... Ese aroma dulce y añejo se le metía hasta el fondo del alma trayéndole tantas sensaciones y emociones...

Micaela tiró los frascos de mermelada de frutos secos a la basura... verdaderamente los odiaba.


viernes, 13 de septiembre de 2019

Titus Clock


Conocí a Titus Clock en un sueño. Me encontraba en el bosque de otoño buscando tréboles dorados, entonces lo ví... tenía la apariencia de un caballero inglés, estaba sentado sobre un tronco caído y entre sus manos sostenía un libro... pero era un libro muy peculiar, de este salía una bruma azul en la que flotaban unos barcos.

- ¡Buenas tardes! - exclamé, él se sobresaltó, cerró su libro con prisa y terminó mojado de pies a cabeza con una estrella de mar pegada en la frente.

No puede evitar reírme de su apariencia tan cómica aunque luego le pedí disculpas por haberle dado tal susto. Me dijo que era hijo de una Hacedora de Mundos y un Viajero del Tiempo, aquel libro le mostraba las fallas anacrónicas y los vórtices a otras dimensiones que deberían de cerrarse, ése era su trabajo.

Y desde entonces nos hicimos muy buenos amigos, muchas veces lo he acompañado en sus misiones y hemos vivido mil y una aventuras extrañas. Si quieren que se las cuente los espero a la hora de las brujas bajo el gran olmo.

jueves, 12 de septiembre de 2019

La casona de la colina


En lo alto de la colina se levantaba una vetusta casona abandonada, los habitantes del pueblo contaban las típicas historias de miedo que se cuentan sobre aquellas casonas lúgubres de que allí habitaba una bruja o que estaba maldita.

El portón estaba cerrado pero lo que más llamaba la atención era que las ventanas estaban tapiadas con tablones de madera desde dentro como si quienes la habitaron se hubieran encerrado por su propia voluntad.

Ruth era muy curiosa y aquella casona, abandonada desde la época de sus abuelos, la intrigaba mucho. Entonces una tarde subió a la colina, trepó a una de las ventanas, empujó uno de los tablones que ya estaba apolillado y entró.

Recorrió el salón con muebles antiguos, husmeó en la biblioteca, miró los cuadros cubiertos de polvo... Finalmente subió a la segunda planta y en el dormitorio principal encontró en la amplia cama con doseles cuatro esqueletos humanos, al parecer eran de un hombre, una mujer y dos niños.

En la mesa de noche había un diario abierto, Ruth leyó:

"Todo empezó por la caída del meteorito en el valle. Una extraña mutación empezó a afectar a nuestros vecinos, nos encerramos para no contagiarnos, llevamos tres meses aquí, ya no tenemos alimentos, hemos decidido que el veneno es mejor que la larga agonía por el hambre"

Entonces no había más misterio, ellos mismos se habían encerrado y luego se habían suicidado. Ruth batió sus alas y salió volando por un tragaluz para contarle a sus amigos que ella había descubierto el misterio de la tan temida casona.


lunes, 9 de septiembre de 2019

Los Olvidados


Al asomarse el sol por el horizonte, el volcán rugió. Kaelah, la sacerdotisa de la venerada Asherah, supo que era la primera señal que anunciaba la ruina de la magnífica ciudad de Karaam Daar, la de las murallas de mármol rojo y jardines colgantes.

Kaelah subió a la torre e hizo sonar la campana de bronce, aquella que lloraría el día del final. Entonces todos los habitantes sintieron el miedo, abandonaron sus hogares y agobiados se dirigieron a la explanada del Templo. Pero tenían una esperanza: La profecía decía que llegado ese momento la benevolente Asherah llegaría en su carruaje celestial y los salvaría. Entonces cayeron de rodillas y empezaron a orar.

Los temblores eran cada vez más fuertes, los habitantes de la condenada Karaam Daar rezaban y lloraban suplicando a su diosa que apareciera. Con un gran estruendo el volcán hizo erupción y la lava amenazaba con llegar a la ciudad, la nube fatal de gases tóxicos se acercaba para llevarse con ella hasta el último aliento de los desdichados habitantes de Karaam Daar.

Pero entonces del otro lado del horizonte el cielo se abrió y una luz blanca iluminó la mañana que se había tornado en noche... Kaelah se llenó de alegría pero entonces se dió cuenta que aquella cosa que había surgido del vórtice no era el carruaje celestial de Asherah, era el dragón de Sheithan, el enemigo acérrimo de su diosa.

Y ante la mirada atónita de los desesperados habitantes de Karaam Daar las fauces del dragón se abrieron y Sheithan descendió... aquel dios que ellos tanto habían odiado y maldecido les ofrecía la salvación. Entonces renegaron de Asherah y abordaron aquella gigantesca nave nodriza que tenía forma de dragón.

Y mientras la nave se alejaba los ríos ardientes de lava cubrieron la ciudad de Karaam Daar, aquella que Asherah olvidó.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Lilith de las Lechuzas


Soy la Luna Oscura, la Hechicera que conjura sortilegios en las tinieblas y escribe profecías en el aire, la Guerrera que cabalga sobre una Quimera a través de la tormenta empuñando una porra sangrienta, la Reina que se sienta en un trono hecho de cadáveres y espadas quebradas. Soy la Madonna de la Lujuria, la Regente del Burdel del Diablo que se regodea en un lecho de sábanas negras ebria de vino especiado contemplando la lúbrica danza de las orgías infernales.

O tal vez debería de decir que lo era. Cuando el Cometa Negro surcó los cielos anunciando el Final del Ciclo y el Inicio de una Nueva Era me desposé con Lucifer en un ritual que se llevó a cabo en la isla misteriosa que emergió del mar y el Primigenio que dormía en las profundidades de su Ciudad Maldita despertó para ser el testigo de nuestro enlace. Heredamos de nuestros padres los Cetros del Sol y la Luna y con ellos el deber y el derecho de reinar sobre el Astral Azul y sus ciento once mundos.

Entonces Lucifer, mi hermano y consorte, decidió cobrarse por los siglos de exilio y vengarse de mis infidelidades. De inmediato prohibió las bacanales de medianoche en el jardín prohibido de mi Harén, expulsó al limbo a mis sumisos esclavos de lecho y encerró en las mazmorras a mis pervertidos amantes. Le concedí la razón pues estaba en su legítimo derecho de exigirme el respeto que se merece un esposo… pero allí no cesó su enojo. Me negó el permiso para asistir a los festines que las brujas y las hadas oscuras en el Bosque Petrificado. Ordenó silenciar los himnos profanos y los cánticos de guerra blasfemos que cantaban mis devotos seguidores en el milenario círculo de piedras las noches luniplenas. Canceló las ofrendas sangrientas que mis feroces guerreros legendarios me obsequiaban y depositaban en los altares impíos de mi Templo Maldito que se levanta en el límite de la Noche y del Eterno Ocaso. Arrojó al Mar de la Eternidad las joyas y gemas que atiborraban las arcas de mi Palacio de Cristal, ricos obsequios de mis aduladores pretendientes. Trastocó todo mi Imperio… sólo respetó la biblioteca de mi Castillo de Invierno en mis feudos del Norte.

Cuando decidí darle la espalda en el lecho matrimonial reconoció su exceso, se disculpó y me prometió que me daría un obsequio que compensaría todo lo que había quitado. ¿Qué regalo podría ofrecerme Lucifer para compensar lo que la ciega furia de sus celos me había arrebatado?... ¿Qué pecado nunca antes cometido que me satisficiera y que no fuera una afrenta a su honor y orgullo podría inventar?... ¿Qué vino embriagador o delicioso manjar nunca antes degustado que deleitara mi paladar, canción o melodía nunca antes escuchada que me estremeciera de emoción, ofrenda o sacrificio nunca antes inmolado que me complaciera, joya preciosa o tesoro insólito nunca antes visto que me deslumbrara, grimorio prohibido o pergamino perdido en el tiempo que despertara mi curiosidad podría encontrar mi amado hermano y consorte para compensarme?

Sé que él buscó desde las alturas del Cielo iluminado hasta las profundidades oscuras del Mar donde duermen los Dioses Olvidados y más allá… en la lobreguez del Infierno donde el fuego eterno se ha congelado. Pero regresó sin haber hallado en lo bendito ni en lo profano un obsequio que ofrecerme. Se sentó abatido en las escalinatas polvorientas del Templo de la Desolación, abatido pero decidido a no devolverme lo que me había arrebatado.

Me senté a su lado con una copa de nepente en la mano y bebí un sorbo intentando convencerme que la eternidad no es demasiado tiempo. Recosté mi cabeza sobre su hombro y nos quedamos en profundo silencio hasta que cayó la tarde, entonces una estrella de pálida luz rutiló en el horizonte azul marino e iluminó su semblante sombrío. Lucifer sonrió, con una perversidad que no capté en ese momento, me besó y me dijo que finalmente había encontrado el obsequio perfecto.

Y ésa noche, sin duda maldecida por los ángeles castos, Lucifer me tomó de la mano y cruzamos las ignotas sendas astrales… llegamos a una alcoba, estaba en penumbras, las volutas del incienso de rosa y sándalo le otorgaban a la habitación un halo sacrosanto… adiviné la silueta de un hombre que dormía plácidamente en un lecho de sábanas blancas… pero para mí, la Reina de los Súcubos, no era el regalo más novedoso. ¿Por qué Lucifer me ofrecía a este hombre con tanta ceremonia?

Me incliné sobre el durmiente para ver su rostro, lo reconocí: El reflejo de mi hermano y consorte en el espejo de la Luna. Entendí, aunque a medias. Con dedos de hada taciturna acaricié su mejilla, una sensación extraña me recorrió entera como si estuviera cometiendo un sacrilegio con tan sólo acariciar el rostro del hombre que tan plácidamente dormía… y fue una sensación deliciosa. Me incliné sobre él y posé mis labios sobre los suyos, entre sueños él reaccionó entreabriendo los labios, bebí su aliento, fue un beso pero me excitó demasiado… una corazonada, un sobresalto… y me aparté del hombre que sonrió entre sueños esperando otro beso etéreo. Interrogué a Lucifer con la mirada y el me respondió: “Tiene nuestras esencias de Sol y Luna, es nuestro y puedes tomarlo cuando lo desees”.

La noche siguiente hice sola la visita nocturna. Bajo mi forma de lechuza blanca me deslicé en un rayo de luna y posé en el borde de la ventana de aquella habitación… contemplé al hombre que dormía desnudo entre las sábanas blancas, sobre el velador había una vela blanca perfumada. Me deleité recorriendo con la mirada su anatomía y los tatuajes que adornaban su piel, me llamó la atención uno en especial pues era el símbolo de los guerreros de Huaca Sian.

Tomé mi forma de dama blanca espectral y me incliné sobre su pecho, con dedos de seda acaricié sus párpados cerrados y algunos mechones de su cabello castaño… rocé mis labios con los suyos, su boca tenía un leve sabor de té, naranja y miel… aquel hombre me dejó hacer a mi antojo… me embriagué libando el vino más delicioso de su boca y disfruté de su cuerpo.

Después de haber pecado descubrí quien era: El Lucero de la Tarde que rutila con brillante luz azul inmaculada, una rosa inglesa de impolutos pétalos perfumados que creció en un invernadero… era nuestro hijo primogénito, fruto de nuestro amor incorrupto. Y Lucifer me lo entregó para que lo seduzca y lo arrastre a mis tinieblas con las caricias equivocadas de una madre enamorada.


El mercenario


Nadie sabe su nombre... es un vagabundo de largos cabellos cenicientos y ojos sin color.

Se dice que es un noble guerrero que perdió el honor y ahora vaga envuelto con un manto de neblina cubriendo su vergüenza y arrastrando su dolor.

Con la armadura mellada, el escudo desvencijado, la espada sangrante y el yelmo roto emergió de su sepulcro oculto en el lado oscuro de la luna obedeciendo el conjuro de un arcángel de ojos violetas.

Se dice que se convirtió en un mercenario y que el devorador de almas le prometió la inmortalidad si le trae de regreso a la princesa fugitiva que huyó hacia el mar.

Nadie sabe su nombre... el vagabundo va siguiendo las huellas que los pequeños pies de la princesa van dejando sobre la arena.

El árbol milenario


En las profundidades del bosque sagrado se yergue, desafiando al tiempo, el árbol milenario de los frutos amargos.

Entre sus raíces retorcidas tiene su morada una triste doncella pálida, bella como la aurora, serena y triste como la niebla.

La desdichada virgen carga la culpa de un oscuro pecado y fue condenada a regar eternamente con su llanto el árbol milenario de los frutos amargos.