in girum imus nocte et consumimur igni

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jueves, 12 de septiembre de 2019

La casona de la colina


En lo alto de la colina se levantaba una vetusta casona abandonada, los habitantes del pueblo contaban las típicas historias de miedo que se cuentan sobre aquellas casonas lúgubres de que allí habitaba una bruja o que estaba maldita.

El portón estaba cerrado pero lo que más llamaba la atención era que las ventanas estaban tapiadas con tablones de madera desde dentro como si quienes la habitaron se hubieran encerrado por su propia voluntad.

Ruth era muy curiosa y aquella casona, abandonada desde la época de sus abuelos, la intrigaba mucho. Entonces una tarde subió a la colina, trepó a una de las ventanas, empujó uno de los tablones que ya estaba apolillado y entró.

Recorrió el salón con muebles antiguos, husmeó en la biblioteca, miró los cuadros cubiertos de polvo... Finalmente subió a la segunda planta y en el dormitorio principal encontró en la amplia cama con doseles cuatro esqueletos humanos, al parecer eran de un hombre, una mujer y dos niños.

En la mesa de noche había un diario abierto, Ruth leyó:

"Todo empezó por la caída del meteorito en el valle. Una extraña mutación empezó a afectar a nuestros vecinos, nos encerramos para no contagiarnos, llevamos tres meses aquí, ya no tenemos alimentos, hemos decidido que el veneno es mejor que la larga agonía por el hambre"

Entonces no había más misterio, ellos mismos se habían encerrado y luego se habían suicidado. Ruth batió sus alas y salió volando por un tragaluz para contarle a sus amigos que ella había descubierto el misterio de la tan temida casona.


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