En lo alto de la
colina se levantaba una vetusta casona abandonada, los habitantes del pueblo
contaban las típicas historias de miedo que se cuentan sobre aquellas casonas
lúgubres de que allí habitaba una bruja o que estaba maldita.
El portón estaba
cerrado pero lo que más llamaba la atención era que las ventanas estaban
tapiadas con tablones de madera desde dentro como si quienes la habitaron se
hubieran encerrado por su propia voluntad.
Ruth era muy
curiosa y aquella casona, abandonada desde la época de sus abuelos, la
intrigaba mucho. Entonces una tarde subió a la colina, trepó a una de las
ventanas, empujó uno de los tablones que ya estaba apolillado y entró.
Recorrió el salón
con muebles antiguos, husmeó en la biblioteca, miró los cuadros cubiertos de
polvo... Finalmente subió a la segunda planta y en el dormitorio principal
encontró en la amplia cama con doseles cuatro esqueletos humanos, al parecer
eran de un hombre, una mujer y dos niños.
En la mesa de
noche había un diario abierto, Ruth leyó:
"Todo empezó
por la caída del meteorito en el valle. Una extraña mutación empezó a afectar a
nuestros vecinos, nos encerramos para no contagiarnos, llevamos tres meses
aquí, ya no tenemos alimentos, hemos decidido que el veneno es mejor que la
larga agonía por el hambre"
Entonces no había
más misterio, ellos mismos se habían encerrado y luego se habían suicidado.
Ruth batió sus alas y salió volando por un tragaluz para contarle a sus amigos
que ella había descubierto el misterio de la tan temida casona.
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