La visita del Guerrero del Fuego (escrito en 1989)
Mi prometido me había dicho que iría a buscar a un sabio quien moraba en el destierro para que le ayudara a descifrar unos pergaminos mágicos... Andras me había dicho que tenía que asistir a una ceremonia... así de que no me quedó mas remedio que ver una película hasta que el sueño aleteó a mi lado.
Apagué el televisor, me lavé la cara y me puse mi camisón... me acosté y me arropé pero acostumbrada a recibir visitas del más allá no podía conciliar el sueño, me sentí tentada de invocar a los espectros pero mi prometido me había prohibido hacerlo y solo me permitía recibir a Andras, mi guardián, en mi aposento.
Sin mi prometido y sin mi guardián la noche se me hacía muy larga, finalmente el tedio me hizo cerrar los ojos y caer en un sueño vacío... mi intuición me sacudió de mi letargo, por los caminos astrales cabalgaba un espectro... un relámpago de fuego en mi jardín, aullidos de lobos... me incorporé sobresaltada en mi lecho.
En medio de mi estancia estaba de pie con desparpajo el Guerrero del Fuego... me sonrió con descaro, echó hacia atrás su cabellera azabache, permitió que su capa negra se deslizara y cayera al suelo... dejó su espada, se acercó a mí, me saludó con un gesto de caballero pero sus ojos azul zafiro recorrieron mi desnudez con irreverencia.
Me apresuré a cubrir mis hombros con mi bata, él me dijo: “No temas Luna Fantasma... no te lastimaré, soy un caballero... me presenté para saludarte pues supe que ésta noche estarías sola, creí que te agradaría charlar un rato conmigo”
Y sin esperar mi consentimiento se sentó a mi lado. Le respondí algo turbada: “Mi prometido no tardará en llegar y aunque eres su camarada no me parece correcto que te encuentre aquí”
Me sonrió, acarició mi mejilla y me respondió: “Él no vendrá ésta noche pues ha ido a buscar al sabio desterrado para consultarle si es posible reemplazarme en el ritual”
El Guerrero del Fuego continuó: “La Muerte era mi esposa, ahora estamos divorciados... tú sabes que ella está prisionera en la torre, para liberarla se necesita el poder de los cuatro elementos y que uno de sus amantes ofrezca voluntariamente tres veces su sangre... pero el Guerrero del Este no quiere que yo participe en la ceremonia”
Yo sabía que los Cuatro Caballeros de la Muerte representaban a los cuatro elementos, pero ¿quién ofrecería su sangre tres veces?... aunque el Guerrero del Fuego me intimidaba, venció mi curiosidad y le pregunté: “¿Quién será el guerrero que ofrecerá tres veces su sangre para liberar a La Muerte?”
El Guerrero del Fuego me respondió: “El guerrero que ofrecerá tres veces su sangre puso su espada y su vida a tus pies porque tú eres la marioneta fantástica que La Muerte maneja... él está loco porque se embriagó con el brebaje de la luna”... y concluyó con una siniestra risotada.
Cuando supe que el guerrero que se ofrecería como víctima era el Guerrero de la Luna de los Hielos le pregunté al Guerrero del Fuego cuándo celebrarían el ritual... él volvió a acariciar mi mejilla, acercó su rostro al mío insolentemente casi rozando mis labios con los suyos percibí su respiración jadeante y su deseo impuro.
Deslizó su mano desde mi mejilla hasta mi mentón, levantó mi rostro obligándome a fijar mis ojos en los suyos, la mirada del espectro me envolvió en su hipnotizante misterio, sentí una de sus manos deslizándose por mi hombro, bajó los tirantes de mi camisón y dibujó el contorno de mi seno.
Sentí su aliento en mi cuello... con la otra mano acarició mi nuca forzándome suavemente a ofrecerle mi garganta, sus labios se deslizaron húmedos por mi cuello y mis hombros... me tumbó engañosamente en el lecho, reaccioné y le di una bofetada con todas mis fuerzas.
Recibió la bofetada sin inmutarse... solo su oscura cabellera se estremeció con el golpe, me sonrió con malicia, se relamió la sangre que brotaba de sus labios en un fino hilillo, y me dijo: “El fuego no puede reemplazarse... me necesitarán en el ritual, deberías de ser más amable”
Indignada hice ademán de repetir el golpe, él se puso de pie y añadió: “Veo que mi presencia te desagrada... me retiro, solo te diré que todos estamos reunidos sobre la realidad y pronto haremos el ritual, el Señor de los Dos Cetros se levantará de su tumba y el Templo de la Luna que yace bajo las arenas del Tiempo será desenterrado”
Aunque deseaba hacerle muchas preguntas no retuve al aparecido, sostuve su mirada afirmándole que su visita no me complacía... él resentido se puso su capa, tomó su espada, me lanzó un beso insolente y se marchó montando su brioso corcel bermejo dejándome perdida en divagaciones acerca del Señor que resucitaría y del Templo de la Luna.