Camina envuelto
en las gélidas nieblas de una noche de invierno por callejuelas antiguas y
decadentes, viste de negro y sus largos cabellos oscuros hacen más pálida su
cadavérica faz en donde sus ojos relucen como dos carbunclos.
Despojo de una
raza inmortal que duerme en los sepulcros, hace cinco centurias vaga añorando
los lejanos tiempos pasados de su juventud, antes desafiaba a los cazadores,
ahora ofrece su pecho desnudo fatigado de vivir y de deambular bajo la luz
eléctrica que finge un falso día entre edificios, clubes y automóviles.
Ya casi
amanece... llega a una iglesia y blasfemando se enfrenta al sol naciente,
orgulloso y desafiante como un réprobo, saca una estaca de debajo de su capa ¡y
se la hunde en el corazón!
No hay comentarios:
Publicar un comentario