in girum imus nocte et consumimur igni

in girum imus nocte et consumimur igni

martes, 24 de junio de 2014

Vampiresa

Surges como una vampiresa
entre nubes de opio e incienso
en la soledad de mis noches insomnes,
la más bella odalisca del harén del Diablo
¡danzas para mí!

Seductoramente te enroscas como una serpiente,
tus labios entreabiertos ansiosos de besos lascivos,
tus colmillos afilados blancos como el marfil
hambrientos de mi sangre...
son tus ojos del color del mar
y tus cabellos húmeda cascada de oro.

Súcubo ven a mi lecho, ebrios nos amaremos,
ésta noche te haré mía, seré tuyo...
sonríe mientras mis trémulas manos
recorren tu piel de seda,
sonríe mientras profano tus caderas
en nombre de Sodoma.

Cuando ya saciado esté mi deseo
te ofreceré mi cuello
y beberás hasta hartarte...
eres una pesadilla
con cuerpo de mujer.

Liliana Celeste Flores Vega - 1995

Templo en Tinieblas

El ocaso incendiaba las nubes,
el campanario del templo era de lumbre,
yo te esperaba ardiendo en el fuego del deseo.

Llegaste con la noche, envuelta en una capa negra
ocultando tu belleza bajo toscas vestimentas...
te tomé entre mis brazos, tú me rechazaste y me preguntaste:
“¿Para qué me haz citado?, ¿qué es lo que quieres?”
yo acaricié tu suave mejilla pálida y te respondí:
“Quiero poseerte en el altar del templo del dios de las mentiras”
sonreíste y tu sonrisa era un reto, ¿creías que no me atrevería?
bajo el cirio de la luna menguante atravesamos el abrupto sendero
y llegamos a la entrada de las derruidas catacumbas húmedas.

Los sombríos túneles donde las alimañas tenían su guarida
eran oscuros y encendí una antorcha,
el piso resbaladizo por los vapores fétidos te hizo vacilar
y te aferraste a mí, me estremecí cuando tomaste mi mano...
forcé el portón que daba acceso al recinto sacro,
crujieron los goznes, cedió la cerradura...
nuestras pisadas resonaron con prolongado eco
en la inmensidad de la nave, desde los altares las estatuas
nos observaban con ojos móviles y fulgentes de ira.

De pie frente al altar, tú y yo retamos al dios usurpador,
te despojé de tus toscas vestiduras negras...
tu hermosa cabellera dorada se abrió como una cascada de oro, exclamé:
“¡Eres bella! ... ¡demasiado!”
dejaste caer tu vestido, tu desnudez de mármol era un insulto y dijiste:
“Conmigo gozan los inmortales... ¿podrás complacerme?”
tus palabras me hirieron pero sonreí con desenfado... oculté mi dolor...
me despojé de mi camisa y de mis bragas, me satisfizo
atrapar una chispa de lujuria en tus claros ojos al verme desnudo.

Te levanté en mis brazos y te deposité en el frío altar,
acaricié todo tu cuerpo, mis manos temblaban al recorrer tu anatomía
y cuando mis labios ansiosos se unieron a los tuyos
correspondiste a mis besos entreabriendo tu boca...
los pezones de tus pechos se endurecieron en mi boca,
bajé poco a poco, disfrutando de la frescura de tu vientre...
la tersura de tus muslos era irresistible, abrí tus piernas
junté mi boca a los labios de tu vulva y bebí con ansias
saboreando con mi lengua el salado sabor de tu cáliz.

Gemías y yo me embriagaba con el licor que manaba de tus entrañas,
estabas menstruando y yo bebía tu sangre impura con sed de vampiro...
el sacrilegio asomó en tu rostro de virgen y me sugeriste:
“Hermano mío, alcánzame el copón de las hostias”...
el frío sudor perló mi frente al tomar la copa santa y te respondí:
“Toma mi divina pecadora, comulguemos”...
pero tú tomaste unas hostias y las hundiste en tu vagina
te ofreciste a mí y te penetré sintiendo como mi falo hundía
las hostias benditas destrozándolas dentro de ti.

Tus piernas ceñían mi cintura en degradante abrazo
y al hundirme en tus entrañas sentía que me hundía en el abismo,
tu jadeabas como una bacante ebria y yo enloquecido te poseía
profanando la santidad del recinto y blasfemando...
mantuve mi virilidad hasta que el orgasmo te estremeció
y con una brutal embestida eyaculé en el fondo de ti...
jadeante y agitado sobre ti, tú acariciabas mi cabeza
que afiebrada descansaba sobre tu pecho, y en tus entrañas
una masa inmunda de pan bendito, tu sangre y mi semen.

Las estatuas nos amenazaban con sus ojos sin vida,
fornicamos, bebimos el vino consagrado...
al rayar el alba decidimos regresar y te pregunté:
“Hermana mía, ¿logré satisfacer tu demoníaca lujuria?”...
uniste tu boca a la mía, ¡me besaste apasionadamente! y me respondiste:
“Casi... tal vez si hubieras profanado aquel amuleto que pende de tu cuello”…
me levanté y me vestí... ¿cómo podías ser tan angelicalmente malvada?
guardé el amuleto debajo de mi camisa temiendo que tan solo tu mirada
lo dañara, tú hiciste una mueca de burla, yo bajé la cabeza.

Te lavaste en la pila de agua bendita,
las sienes me latían, tu serenidad era pasmante
y yo te contemplaba aterrado como quien contempla
a una virgen que subasta su castidad en un mercado...
te vestiste y escondiste tu celestial belleza pecadora
bajo los toscos ropajes de tu hábito de novicia,
regresamos por los túneles húmedos de las catacumbas,
tu pequeña mano aferrada a mi brazo, aunque eres el alma de mi alma
desconocía la profundidad de la fuente pútrida de tu iniquidad.

El alba coloreaba las nubes,
el campanario del templo quedaba atrás
y mi aún inocente inocencia te suplicaba piedad.


Liliana Celeste Flores Vega - 1995


Este poema lo escribí en 1995 y está incluido en una novela que dejé inconclusa. Trata de dos hermanos que tienen una relación incestuosa, ambos son hijos de un conde y vampiros de nacimiento (pero no son los típicos vampiros, no estallan en llamas con la luz del sol pero una larga exposición si les hace daño, comen todo tipo de alimento normalmente pero necesitan beber sangre)… la historia ésta escrita desde el punto de vista del hermano en forma de diario, él cuenta como después de varios sucesos oscuros y sangrientos fueron culpados por su condición de “vampiros”, el padre fue linchado por el populacho y ellos casi corren la misma suerte… luego él es encerrado en una celda a la espera de un juicio y ella es obligada a tomar los hábitos de novicia en un convento, él escapa con la ayuda de un nigromante que promete enseñarle las artes oscuras, él planea huir con su hermana pero antes que él pueda liberarla ella escapa y resentida con él se convierte en una cortesana. Este poema es un recuerdo del hermano de un encuentro furtivo con su hermana.