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lunes, 27 de noviembre de 2017

Sueño de la invasión de bichos

Sueño de la invasión de bichos
Enero del 2009

Soñé con la vieja pelleja en su pantano, estaba con medio cuerpo dentro de las aguas pútridas (unos dicen que sus piernas se han convertido en tentáculos, otros que en raíces que se conectan con la vegetación del pantano)… luego apareció una mujer como de 50 años, de piel trigueña y cabello castaño, estaba vestida con una túnica marrón y llevaba una canasta de mimbre tapada con un lienzo manchado de sangre... se acercó a la vieja pelleja y le entregó la canasta… la vieja pelleja tomó la canasta e iba a destaparla pero me desperté.

Me volví a quedar dormida. Vi una procesión de personas vestidas con túnicas blancas (las llevaban sobre sus vestimentas de campesinos, formaban una fila de hombres y otra de mujeres), iban descalzos… caminaban por un sendero agreste, llevaban antorchas y murmuraban oraciones en un idioma parecido al burz burz… llegaron a una ermita parecida a las de los documentales de los pueblitos culis mundis, salió una monja a recibirlos (una clásica monja cristiana con hábito blanco y negro, con un rosario de madera al cuello)… las personas empezaron a entrar a la ermita (de uno en uno, un hombre y una mujer, apagando sus antorchas tirándolas a un pozo antes de entrar, lo hacían con tanta parsimonia que era obvio que todo eso era parte de un ritual)… entonces llegó corriendo una mujer joven con aire de sacerdotisa pagana, tenía el cabello rubio, estaba vestida con una túnica estilo griega y gritaba: ¡Vienen, vienen!... todos se encerraron en la ermita asegurando las puertas, entonces llegaron unos orcos bien feos… los orcos querían entrar a la ermita pero apareció un jinete con una antorcha (tenía toda la pinta de caballero cruzado y aire de “no teman que ya llegó el héroe”)… pero los orcos se le tiraron encima y empezaron a comérselo… luego vi lo que sucedía dentro de la ermita, la mujer joven estaba mirando por una rendija como los orcos se comían al caballero y lloraba como loca… la monja le decía: “Es tu culpa, tú tenias las llaves y los dejaste escapar”… la monja iba a decir algo mas pero me desperté.

Seguí durmiendo hasta la hora del almuerzo. En la tarde vino Lucita a visitarme, cuando se fue me conecté al msn, encontré a Mery y le conté el susodicho sueño. Luego estuve leyendo relatos de Lovecraft hasta que me dio sueño, me acosté y fui al Hueco… encontré a Leo "durmiendo" en la cama, King me dijo que lo cuidara, que estaba dormido por fármacos porque lo habían operado… me puse a hacerle arrumacos cuando entró Pepe.

Pepe: Lilith, Leo está “fuera de combate"… ¿quién va a dirigir el ejército azul?
Yo: ¿Qué sucede?... ¿para qué necesitan al ejército azul?
Pepe: No sé exactamente, hay un embrollo en el limbo y los berserks nos pidieron refuerzos.
Yo: Pues busca a Mortwuld, como shaman del Emperador le corresponde a él.
Pepe: Está con el sueco… imagínate que estarán haciendo.
Yo: Tsss… ahora mismo yo lo ubico.

Entonces "llamé" a Mortwuld, llegó con Neph, se fueron a ver que sucedía llevándose a casi todos los einherjers, sólo nos dejaron a dos como escolta. King fue a la biblioteca y se largó llevándose unos pergaminos. Yo me quedé cuidando a Leo, ya no tenía fiebre. Luego entró Thanesta, me dijo que sus hermanos se habían ido a ver que estaba sucediendo y que ella y sus hermanas iban a “espejearlos” desde el salón de los rituales.

Nota: Los berserks pidieron apoyo a los einherjers, eso quiere decir que el embrollo tenía algo que ver con magia porque si hubiera sido un ataque de orcos la fuerza bruta de los berserks bastaba… si solicitaron a los einherjers es porque necesitaban guerreros magos. Percibí algo extraño, como si todo el ambiente se pusiera gris… ésa sensación de “la sombra del nazgul” pero como estaba conversando con Leo no le di mucha importancia.

Se sintió un ondulamiento del entorno, no sé como describirlo… una vibración acompañada de un eco lejano de lamentos que iba creciendo y volviéndose tangible, corpóreo… yo no soy de asustarme por webadas astraloides, ni un ejército de bichos gigantes me asusta (mas bien me da asco, como cuando entras a la cocina de madrugada para comer algo y encuentras una cucaracha) pero el eco me aterrorizó. Leo y yo nos abrazamos, creímos que el eco iba a seguir creciendo hasta ensordecernos pero fue decreciendo.

Yo: Ya pasó… me asusté, ¿qué sería?
Leo: ¿El lamento de los condenados, como en los cuentos de Lovecraft?

Yo: Buuu, que feo.

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