in girum imus nocte et consumimur igni

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martes, 28 de noviembre de 2017

Karilen

No podía permitir que un sultán la comprara como si ella fuera una esclava, se la llevara al lejano Reino de Oriente y la encerrara en su serrallo con sus otras concubinas para hacer uso de ella cuando lo deseara. Se lo conté todo a nuestro hermano Loren, quien también se indignó. Juntos fraguamos un plan para raptarla, teníamos casi todo listo para ir al Reino del Norte, raptar a Karilen y huir cuando supimos que Beorn se nos había adelantado.

Sin perder el tiempo organicé a un regimiento militar para marchar hasta la fortaleza de Beorn e intentar rescatar a Karilen. Me presenté ante mi padre y le pedí su consentimiento para partir pero él se negó rotundamente diciéndome con indiferencia que lo que sucediera con Karilen era problema de la gente del Reino del Norte. No podía creer que mi padre fuera tan insensible, ella era su hija aunque fuera una bastarda y a él no le importaba que en ésos momentos ella estuviera siendo violada o torturada por ése miserable de Beorn quien tenía fama de ultrajar y desfigurar a las mujeres con un hierro candente. Entonces enfurecido por su indolencia, le dije que iría con o sin su permiso. Salí del palacio para dirigirme a las caballerizas, tomar mi corcel de viento y largarme con mis soldados hacia las montañas del Reino del Norte para rescatar a mi hermana pero en el patio los Guardias Reales me atajaron y me redujeron... me llevaron al Salón de los Juicios y mi padre ordenó que me azotaran.

En el cadalso, el verdugo me azotó mientras que mi padre, observando indolentemente como el verdugo me desgarraba las espaldas, me decía que yo era el Príncipe Segundo de los Cuatro Reinos y que no debería de entrometerme en los asuntos del lejano reino del norte. Ejecutaron a mis soldados en mi presencia, colocaron sus cabezas en picas en el patio. Después me arrojaron a un calabozo.

Mi celda estaba custodiada por varios centinelas, uno de los cuales se encargaba de traerme el desayuno, el almuerzo y la cena pero sin dirigirme la palabra. Me aislaron totalmente. Creí que enloquecería… sólo pensaba en mi amada hermana, en la manera de escaparme de la mazmorra para organizar un batallón y rescatarla de la fortaleza de Beorn. Había decidido renunciar a mis títulos y llevarme a Karilen al Reino del Sur, donde amparados en el anonimato, pudiéramos vivir juntos amándonos.

Finalmente, convencido de la imposibilidad de escapar de la celda en la que me había confinado mi propio padre, me resigné y me dije que tarde o temprano él tendría que liberarme entonces yo podría vengarme tanto de él como de Beorn.  

Meses después Loren, con permiso de nuestro padre, me visitó y me contó que Adrech, con la ayuda de nuestro tío Wargen y de su invencible ejército de Guerreros Bestias, habían conseguido abatir la fortaleza de Beorn. Mi hermano me dio detalles de cómo Adrech mató al miserable y arrojó sus despojos a los lobos. También me tranquilizó al decirme que Karilen no había sido torturada por Beorn y que ella se encontraba bien en el Palacio Invernal... me alegré, aunque sentí rabia por no haber sido yo su salvador.

Pero mi alegría se trocó en desesperación y amargura cuando pidiéndole a Loren más detalles de la salud de Karilen, él confirmó mis temores diciéndome que ella había sido violada por Beorn y que durante su cautiverio había tenido un hijo con él... sin embargo eso no hizo que dejara de amarla, todo lo contrario... ahora solo pensaba en que Loren consiguiera interceder por mí para que me liberaran, raptar a Karilen y huir con ella a tierras lejanas.

Un par de meses después, Loren volvió a visitarme para decirme que la madre de Karilen había arreglado otro matrimonio comprometiéndola ésta vez con un comerciante de las Tierras Doradas, viudo y demasiado mayor para ella pero dueño de muchas minas de plata y estaño. Por otro lado mi padre se negaba a darme el indulto.

Yo tenía que encontrar la manera de que me sacaran de aquella celda así que como último recurso me negué a comer. Finalmente mi padre se vio en la obligación de levantarme el castigo antes de que muriera de inanición. Me sacó de la mazmorra en donde me tuvo cautivo por tanto tiempo enfermo y macilento. Deseaba ver a Karilen pero mi condición física no me lo permitía, no podía ni ponerme en pie entonces envié un mensaje para ella en el que le prometía rescatarla.

Fingí resignarme respecto a Karilen y su matrimonio. Tracé un plan, le pedí a Loren su apoyo y mi hermano aceptó cooperar conmigo para rescatar a nuestra hermana. Una semana antes de la boda Loren le informó a nuestro padre que haría un viaje al Reino de Oriente para comprar armas y corceles de fuego, le pidió su permiso para llevarme pues me veía triste y abatido. Nuestro padre mordiendo el anzuelo como Loren y yo lo habíamos planeado, nos dio permiso para marcharnos cuando lo deseáramos. Salimos a la mañana siguiente con un pequeño destacamento de jóvenes guerreros de confianza ya informados de nuestros planes aparentando que íbamos hacia el Reino de Oriente en viaje de negocios pero dimos un rodeo estratégico y nos dirigimos al Reino del Norte.

Yo no veía la hora de tener a Karilen entre mis brazos, llegamos al Reino del Norte aparentando ser invitados a la boda... pero nos pareció muy extraño encontrar las calles desoladas cuando ya deberían de estar engalanadas así de que indagamos en las tabernas y los guerreros nos dijeron que la boda se había cancelado porque Karilen había huido con Adrech... no podía entenderlo, yo le había prometido que la rescataría, me sentí tan desilusionado... ella no había confiado en mí... pensó que le fallaría y huyó con Adrech... me sentí decepcionado conmigo mismo.

Nos quedamos en una posada, Loren intentó tranquilizarme diciéndome que si Karilen había huido con Adrech podía estar seguro que ella estaba bien... pero a la hora de dormir empezaron a pasar cosas por mi cabeza... sentí celos... Adrech era el segundo esposo de su madre, era maduro pero aún bastante atractivo y temí que tal vez entre Karilen y él hubiera una relación indecorosa. Traté de alejar ésos pensamientos y me repetí a mí mismo que Adrech la había criado y que debería de amarla como un padre ama a una hija y que si ellos habían huido juntos era porque él por fin había reunido el coraje para sacarla de ése pozo de iniquidad.

Loren y yo tuvimos que ir con el destacamento al Reino de Oriente para comprar las armas y los corceles de fuego, regresamos al Reino de Occidente sin que nuestro padre sospechara de nuestro fallido intento de rescate.

Estaba varado. Decidí esperar a que Karilen y Adrech se comunicaran conmigo de alguna manera pero pasaron los meses y no lo hicieron. Empezaron a correr rumores acerca de una relación amorosa entre Karilen y Adrech... me negaba a creerlo repitiéndome que él había asolapado mis encuentros con Karilen muchas veces pero ellos habían huido juntos, nadie sabía donde se encontraban pero seguramente estaban viviendo juntos... en algún lugar, en algún pueblito o tal vez en el bosque o en las estepas... entonces tal vez ellos...

La incertidumbre  y los celos me estaban destruyendo. Decidí viajar al Reino del Norte para hablar con Tareth, él era hijo de Adrech y si su padre tenía una relación ilícita con mi hermana lo sabría.
Tomé mi corcel de viento y me dirigí presto al Reino del Norte. Llegué al Palacio de Invierno y solicité hablar con la Señora Arannia, madre de Karilen y regente de aquellas tierras… me recibió con desagrado pero su rostro agrio cambió cuando le obsequié un collar de aurol y esmeraldas. Ella me dijo que no sabía ni le importaba donde se encontraban Karilen ni Adrech.

Luego encontré a Meliben, la sobrina de la Señora Arannia que anhelaba desposarse con Tareth, sentada en la pérgola del Jardín de Hielo charlando amenamente con sus damas de compañía. Le pregunté por Tareth pero ella se alzó de hombros.

El Palacio de Invierno era una mole pétrea de arquitectura tosca carente de columnatas, volutas, cenefas, pilares, capiteles y otros adornos churriguerescos… más parecía una fortaleza que un palacio pero los enormes ventanales de mosaicos de vidrios de colores artísticamente trabajados son hermosos al igual que las enormes puertas de madera talladas y tachonadas con remates de plata. Busqué a Vannisa, la dama de compañía de Karilen... todo el palacio tenía un aire sombrío, abandonado y entristecido que las antorchas adosadas a los muros acentuaban... abrí la puerta de la biblioteca, entré y me quedé estupefacto... estaba en tal estado que podría jurar que había sido devastada por un tornado... Vannisa estaba allí, recogiendo los libros.

- ¿Qué sucedió? – le pregunté después de saludarla.
- Lionel... que gusto veros – me dijo recogiendo un grueso volumen deshojado – anoche Tareth tuvo la idea de revisar los papeles de su padre tratando de encontrar una pista de adónde pudo haber huido con Karilen pero al parecer no encontró nada útil, destrozó los muebles y estantes del gabinete como si los libros fueran los culpables. Luego bajó a la bodega, tomó una botella de vino, una talega de tabaco y se largó al establo para embriagarse en compañía de las bestias como hace todas las noches desde que Karilen huyó con Adrech.

Debí de haberme quedado con Vannisa para ayudarla a recoger los libros y poner en orden la biblioteca pero me urgía hablar con Tareth, me disculpé con ella y me dirigí a las caballerizas buscando a Tareth. Efectivamente lo encontré totalmente ebrio durmiendo entre las bestias, me sorprendió hallarlo en tan lamentable estado.

- ¡Tareth, despertaos! – exclamé sacudiéndolo con impaciencia, él se despertó de mal talante, me miró con sorpresa y enojo – disculpadme por haberos tratado así pero... vengo desde el Reino de Occidente a hablar con vos y os encuentro ebrio durmiendo entre las bestias como si fuerais un vulgar palafrenero, sé que no habéis recibido la educación que yo recibí en el Reino de Occidente pero sois hijo de Adrech, sois noble de nacimiento y deberíais comportaros más decentemente.
- ¡¿Sabéis por qué demonios estoy en éste deplorable estado?! – exclamó acomodándose las bragas que tenía desatadas como evidencia de que después de haberse desquitado con los libros se había desfogado con los animales - ¡Karilen… ella se fue con mi padre!

La afirmación volvió a golpearme.

- ¿Queréis decir que los rumores acerca de una relación ilícita entre...  entre ellos... son ciertos? – le pregunté negándome a creer lo que era tan obvio.
- Sí... Karilen y mi padre... amantes... parece increíble – respondió Tareth farfullando en medio de la torpeza del alcohol estrujando un pliego de pergamino con el sello real de mi padre – Se rumoreaba que mi padre tenía inclinaciones sexuales desviadas y una relación retorcida con Wargen desde que eran jóvenes y fue el motivo por el que mi madre solicitó el divorcio. La señora Arannia lo sabía cuando por mandato de vuestro padre la obligaron a desposarse con él... ¿por qué creíais que se indignó tanto cuando le dijeron que él sería su esposo?... era un insulto.

Yo recién me enteraba de aquellos rumores.

- ¿Queréis decir que vuestro padre y Wargen eran amantes? – le pregunté sin poder creerlo, él asintió con un gesto de desagrado – entonces... si vuestro padre tenía inclinaciones retorcidas… ¿cómo sucedió que entre él y Karilen surgiera una ilícita relación amorosa?... no lo entiendo...
- ¡Ja... pues nosotros tampoco! – exclamó Tareth – La señora Arannia nunca quiso compartir la alcoba con mi padre. Para nosotros mi padre era amante de Wargen y amaba a Karilen como la hija que él, por ser varón, nunca podría darle... era cotidiano verlos a los tres juntos, Wargen se los llevaba a pasar temporadas en el Reino del Eterno Ocaso, nunca sospechamos de una relación ilícita entre ellos hasta que el maldito de mi padre huyó con Karilen… ¡se la llevó sabiendo que yo la amaba y que ella era mi prometida!

Lo cogí de la camisa y lo zarandeé violentamente estallando por los celos.

- ¡Karilen será mía! – exclamé furioso.
- ¡Soltadme!... ella es mi prometida... ayer buscando entre los papeles de mi padre encontré esto – añadió entregándome el pergamino con el sello real – leedlo... es de vuestro padre, órdenes del Emperador de los Cuatro Reinos cancelando cualquier compromiso matrimonial que la Señora Arannia hubiera arreglado para Karilen y concediéndome su mano.


No quise escuchar más. Tareth estaba demasiado ebrio como para retarlo a duelo, lo arrojé sobre la paja y me marché.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en el 2002
Fragmento de una novela inconclusa

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