in girum imus nocte et consumimur igni

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lunes, 30 de agosto de 2021

El show del paralelo

Fui a la villa para encontrarme con Jeraseth, necesitaba hablar seriamente con él.
 
Tenemos que hablar — le dije, de inmediato se puso a la defensiva — hace días que me sucede algo extraño, experimento episodios de tristeza y alegría inexplicables, por momentos me envuelve una sensación de calidez y bienestar, luego una profunda nostalgia, un anhelo de algo que tuve y que he perdido. Me despierto con la sensación de haber dormido contigo, hasta siento tu olor en mi piel y el sabor de tu boca en mis labios… el viernes en la noche estaba sentada en mi sillón teniendo una charla por zoom con unos amigos y sentía que me estabas abrazando, sentía tus caricias y tus besos, tuve que apagar mi cámara un momento porque la sensación era demasiado real.
— Si piensas que te estoy haciendo un amarre te juro que no es así — me respondió nervioso.
— Conozco bien la sensación — le dije — sé que son los ecos de un paralelo que comparte un pasado casi idéntico a este y se bifurca en un punto reciente, por eso puedo sentir las resonancias de las emociones que experimenta mi otra yo. Provienen de un paralelo en el que estamos juntos, viviendo felices con nuestros hijos… ¿fuiste a ver a Tam y le pediste que hiciera eso?
— Bien, lo confieso — me respondió — lo hice, fui a ver a Tam y le pedí que me diera un paralelo en el que estuviéramos juntos y fuéramos felices… y me lo dio.
— ¿Qué has hecho, Jeraseth? — le reclamé — sabes que no podemos alterar las líneas del tiempo.
— Déjame explicarte — me dijo — fui a ver a Tam con la esperanza que pudiera alterar este paralelo retrocediendo el tiempo hasta el momento en el que te pedí que te casaras conmigo y manipular la situación para que me aceptaras. Le pregunté si podía darme un paralelo en el que estuviéramos juntos y fuéramos felices, me respondió que sí y me entregó esto.
 
Jeraseth me mostró un artefacto parecido a un televisor antiguo.
 
— ¿Y este aparato puede retroceder el tiempo? — le pregunté intrigada.
— No — me respondió y lo encendió, entonces apareció una imagen en la que estábamos Jeraseth y yo conversando en una acogedora sala de estar — Tam no tiene ese poder, este aparato solamente permite ver lo que está sucediendo en otro paralelo.
— Déjame ver si entiendo — le dije mirando la escena — somos tú y yo, pero no somos nosotros, son otros nosotros de otro paralelo ¿verdad?... entonces lo que hizo Tam fue sintonizar la frecuencia de un paralelo en el que estamos viviendo juntos.
 
Jeraseth asintió. La escena cambió para mostrar una habitación en la que Danica estaba jugando con Jaslin y Jerith quienes tenían aproximadamente cuatro años.
 
— En ese paralelo los tuvimos como mellizos — le comenté.
— Si — me respondió — procreamos las dos gemas al mismo tiempo y ellos nacieron como mellizos. El aparato permite retroceder las escenas como si fueran las de una película y ver lo que ha pasado en ese paralelo, ¿te gustaría verlo?
— No — le respondí — pero supongo que tú ya lo viste, así que cuéntame que pasó.
— Si, lo estuve viendo durante estos días — me dijo — hay algunas diferencias en nuestras vidas, pero casi todo sucede como sucedió en este paralelo. Tu relación con Luc era más conflictiva, cuando Thew nos presentó estabas angustiada porque querías terminar la relación que tenías con Luc, pero él no lo aceptaba y te tenía amenazada, creo que eso influyó para que me vieras como alguien que podía protegerte de él. Finalmente terminaste con Luc, él reaccionó de una manera muy violenta, Thew te defendió y Luc le dio una brutal golpiza. Yo te acompañé de regreso a tu país, luego empecé a visitarte, al principio estabas decepcionada y no querías tener ninguna relación con nadie, pero después empezaste a aceptarme como pretendiente. Llevábamos seis meses estando juntos, fuimos al castillo del lago y te pedí que te casaras conmigo, no me diste un sí inmediato, pero tampoco me rechazaste. Entonces renté un departamento para que tuviéramos un lugar donde encontrarnos cuando fuera a verte.
 
Miré de reojo el artefacto, en la pantalla estábamos Jeraseth y yo en una habitación, una habitación que yo conocía, aunque en mi memoria no coincidía con ninguna de las habitaciones de los hoteles en los que habíamos estado, ahora entendía de donde tenía ese recuerdo.
 
— Te encargaste de acondicionar el departamento mientras que yo tuve que viajar para atender unos asuntos de mi trabajo — prosiguió — cuando regresé me dijiste que estabas embarazada, te volví a pedir que nos casáramos, pero me respondiste que todavía no estabas preparada para dar ese paso y que primero querías que viviéramos juntos un tiempo. Te mudaste al departamento con tu hija menor y yo procuraba estar contigo todo el tiempo que mi trabajo me lo permitiera, teníamos discusiones frecuentes por eso, tú querías que me quedara, pero mis contratos no lo hacían posible. Luego el doctor nos dijo que estábamos esperando mellizos, entonces aceptaste que comprara una casa porque necesitaríamos espacio para los niños y para el personal que tendríamos que contratar. Te dije que mínimo necesitaríamos una señora que se hiciera cargo de la cocina, otra de la limpieza, una señorita que te ayudara con los niños y dos guardias de seguridad, tú estabas fastidiada por la idea de tener tanta gente extraña en la casa y me sacabas en cara que no renunciara a mi carrera para quedarme a tu lado. Tuviste un parto complicado y estuviste tres semanas interna en la clínica, mientras tanto yo me ocupé de comprar la casa y acondicionarla, cuando te dieron de alta y te llevé a nuestro hogar no te gustaron la casa ni los muebles. Tuvimos otra discusión, me acusaste que nunca te prestaba la atención suficiente y que por eso ni conocía tus gustos, lo admití, te dije que terminaría un contrato pendiente y te prometí que me quedaría un buen tiempo contigo y los bebés, mientras tanto podías redecorar la casa a tu gusto.
 
Tenía recuerdos de esa discusión. Recordaba la casa de dos pisos de diseño moderno, un jardín con un simple cerco de flores blancas, un patio con piscina, la sala que parecía el recibidor de un bufete de abogados, la cocina y las habitaciones minimalistas.
 
Jeraseth sirvió dos copas de vino y nos sentamos frente al artefacto como si estuviéramos viendo una serie en un televisor. Era curioso ver a los nosotros de otro paralelo llevando una vida cotidiana. No nos veíamos iguales como un reflejo en el espejo, pero eran apariencias que en algún momento habíamos tenido… él se había dejado la barba un poco más crecida y yo tenía el cabello corto hasta los hombros teñido de castaño oscuro y peinado con un estilo pinup parecido al que tenía cuando nos conocimos en este paralelo.
 
— Entonces viajé y te dejé con el personal que había contratado — continuó — unos días después me dijiste que Thew había llegado de visita pues quería conocer a los bebés y se había ofrecido a ayudarte con la redecoración de la casa, me pareció bien pues él tenía gustos parecidos a los tuyos y pensé que su compañía te haría olvidar los disgustos pasados. Yo calculaba que estaría de regreso en un par de semanas, pero las cosas se complicaron, me demoré dos meses y Thew se quedó todo ese tiempo contigo. Cuando regresé y los vi juntos sentí celos, estaban tan felices que sospeché que habías vuelto a enredarte con él, discutimos y le prohibí volver a visitarte.
— Por lo que me cuentas no parece que seamos muy felices — le comenté.
— Los primeros años fueron conflictivos — me respondió — yo te dejaba mucho tiempo sola, tenías a tus amigos del grupo medieval y del ambiente literario, ibas a los eventos y reuniones que hacían, pero yo te exigía que fueras acompañada por un guardaespaldas, eso te incomodaba e incomodaba a tus amigos. Dejaste de ir a los eventos y decías que por mi culpa no podías tener una vida normal. Escribías, pero no querías que yo pagara la publicación de tus libros con una editorial de renombre, empezaste a usar un seudónimo para evitar que leyeran tus obras por ser mi mujer, tu seudónimo era masculino: Lian Stark. Te visitaba tu amiga la princesa mexica, a ella le decías que estabas bien pero no eras feliz, que me querías y te dolía que yo prefiriera mi carrera que quedarme contigo, ella te decía que no te quedaba otra que aguantarte por los niños porque tú sola no podías hacerte cargo de ellos. Eso lo sé por lo que he visto en la pantalla, yo no me daba cuenta de lo abandonada que te tenía, me dedicaba a trabajar mientras pudiera hacerlo para asegurarnos un buen futuro y pensaba que eras feliz porque no te faltaba nada a ti, ni a los niños ni a tu familia y cada vez que regresaba me recibías contenta.
— Me faltabas tú — le expliqué — bueno, supongo que a pesar de todo estábamos mejor que en el paralelo de la casa de Barranco en el que Thew se murió ahogado o en el del castillo del lago Titicaca en el que la oscuridad cayó sobre el mundo.  
— Después empezó la pandemia — prosiguió — afortunadamente estaba en nuestra casa pasando las vacaciones de verano cuando cerraron los aeropuertos. Entonces todo cambió, el primer año de la cuarentena fue maravilloso para nosotros pues me di cuenta de lo que me estaba perdiendo, las pequeñas grandes cosas de la vida como ver crecer a nuestros hijos y pasar tiempo como pareja. Empezamos a tener una vida sencilla como siempre quisiste, pasábamos las tardes jugando con los niños, adoptamos cuatro gatos y dos perros, nos dedicamos a cuidar el jardín. Las noches eran nuestras, veíamos series y películas, yo te preparaba cenas románticas y hacíamos el amor como dos enamorados. Cuando levantaron las restricciones, tú tenías miedo que retomara mi carrera y volviera a dejarte sola, pero yo me había acostumbrado a nuestra vida en familia, entonces decidí retirarme para quedarme contigo, te volví a pedir que te casaras conmigo y aceptaste. Nuestra boda fue sencilla, en casa, sin periodistas y solo con nuestros amigos cercanos. Fue el sábado, aniversario del día que nos conocimos.
 
Confirmé que de alguna manera me llegaban las resonancias de las sensaciones y emociones que mis otras yo experimentaban en sus respectivos paralelos… cómo la sensación que experimenté el viernes mientras estaba en la charla por zoom con mis amigos, la alegría con la que me desperté el sábado y mis ganas de celebrar algo, aunque no supiera que fuera. En ese momento en la pantalla se vio un acercamiento de la mano de mi otra yo y llevaba un anillo de oro con un rubí cuadrado rodeado de pequeños diamantes, muy parecido a uno que días atrás vi en la página de una joyería y me había gustado mucho. También entendí el motivo de la sensación de felicidad y satisfacción con la que me desperté el domingo y la profunda nostalgia de haber tenido algo y haberlo perdido que me embargó luego… una nostalgia que durante el día fue creciendo hasta que al llegar la noche se rebalsó en lágrimas, la añoranza por algo que nunca he vivido ni tenido en este paralelo.
 
— Cuéntame más cosas de ese paralelo — le pedí.
— Tu hija mayor vive con tu madre, le pedimos varias veces que viniera a vivir con nosotros, pero parece que yo no le caigo bien y no soporta la bulla que hacen Jaslin y Jerith — me respondió — tu tía está en una buena residencia de reposo, mis padres también están bien. Tu amiga conoció a uno de sus pretendientes en real. Thew está bien, luego de la discusión hice fui a disculparme con él, lo invitamos a la boda, de hecho fue él quien te entregó.
— ¿Durante esos dos meses que él se quedó conmigo ayudándome con la redecoración de la casa no sucedió nada entre nosotros? — le pregunté porque tenía una sensación confusa.
— Miradas, caricias y besos furtivos — me respondió sin molestia — tú sintiéndote culpable de lo que todavía sentías por él y él masturbándose en la habitación de huéspedes, pero no pasó de eso… y si hubiera pasado, pues merecido me lo hubiera tenido por haberte dejado con los bebés apenas te dieron de alta de la clínica. 
— ¿Y te enteraste? — le pregunté — es decir ¿tu otro yo del paralelo se enteró?
— Tú misma me lo confesaste — me respondió.
— Entonces no entiendo por qué te disculpaste con Thew — le comenté.
— Fui a disculparme con él fingiendo que no sabía lo que había sucedido entre ustedes y admitiendo que me había comportado como un imbécil — me respondió — Thew, como el caballero que es, no me contó detalles, pero estuvo de acuerdo que era mejor que no volviera a visitarte porque él seguía enamorado de ti. Esa sinceridad me gustó e hicimos las paces. Mi venganza fue invitarlo a nuestra boda y pedirle que te entregara en la ceremonia como una demostración de buena voluntad, tú no tenías ningún familiar varón que pudiera hacerlo y él nos había presentado.
— Eso fue cruel — le dije y él sonrió ladinamente.
 
Jeraseth volvió a llenar las copas. En la pantalla vimos que él salió de nuestra habitación, bajó las escaleras, entró a la biblioteca y tomó un libro que estaba sobre el escritorio, el título era “La leyenda de Vintergard” tenía un subtítulo que no distinguí, pero el nombre del autor era Lian Stark. Leyó el prólogo impostando la voz como si estuviera interpretando la introducción de una película, sonrió y lo colocó en un librero al lado de otros dos libros, era el último de una trilogía. Era el mismo título de la novela de fantasía épica que empecé a escribir hace más de veinte años y hasta ahora no he podido terminar, entonces supe que nunca terminaría de escribirla en este paralelo.
 
— Ya no perderé el tiempo tratando de terminar esa novela — le dije haciendo un mohín.
 
Luego subió y revisó las habitaciones de los niños. Danica estaba durmiendo con un gato tricolor a los pies de su cama. Jaslin y Jerith compartían una habitación con camas gemelas. La decoración de la casa era estilo shabby chic, habíamos reemplazado casi todos los muebles. Después regresó a nuestra habitación en la que yo lo estaba esperando, me había puesto un babydoll que combinaba con el peinado y maquillaje pinup que llevaba. La habitación estaba a media luz y se escuchaba una música instrumental de los años 40s creando un ambiente romántico y sensual.
 
— Si es un paralelo en el que han sucedido casi las mismas cosas que en este supongo que sucedió lo del sacrificio de los Soles en el Trono Dorado, los eventos trascendentales se repiten en la mayoría de los paralelos — le dije, Jeraseth asintió — por lo tanto asumo que Lucien está ocupando el lugar de Luc, pero era incómodo invitarlo a nuestra boda. 
— No — me respondió — Luc murió esa noche, supuestamente por una sobredosis de drogas. Por la pandemia no pudimos ir a su velorio, pero cuando se permitieron los vuelos Thew te trajo la urna de cenizas y la pusiste sobre tu cómoda. Le pones inciensos, le das las buenas noches y los buenos días, hasta le cuentas lo que haces y le lees tus libros.
— ¿Hablo con un ánfora funeraria y no me has llevado al psiquiatra? — le pregunté.
— Yo te llevaría — me respondió — es mi otro yo quien no lo hace, es un imbécil a quien le parece que lo que es haces es tierno.
 
Nos reímos de que se hubiera llamado imbécil. En la pantalla estábamos besándonos con pasión. Jeraseth apagó el aparato y me hizo un gesto para ir a la cama.
 
— Una pregunta más — le dije — ¿se puede ver qué sucede en el futuro?
— No — me respondió — el paralelo transcurre sincronizado con este, se puede ver el pasado como quien retrocede una película, pero no se puede ver un futuro que aún no sucede.
— ¿Y qué ha pasado a nivel mundial? — le pregunté por curiosidad.
— Pues me parece que lo mismo que ha pasado en este paralelo — me respondió — a veces salen escenas de nuestros familiares y amigos cercanos, pero no he podido ver detalladamente lo que está sucediendo en el resto del mundo, creo que Tam solo sintonizó lo que nos concierne a nosotros.
 
Jeraseth me besó y me llevó a la cama. Hicimos el amor y luego seguimos conversando.
 
— Lilith — me dijo acariciando mi cabello que soltó unas chispas rojizas — cuando vi que el aparato solo servía para ver un paralelo le pregunté a Tam si podía mostrarme otros paralelos, primero se negó, pero luego accedió como una manera de compensarme por no haberme dado lo que le pedí. Tam me llevó a una sala donde había un monitor que mostraba varios cuadros, me explicó que cada cuadro correspondía a un paralelo y me dijo que podía elegir otros paralelos en los que estuviéramos juntos para sintonizármelos en el aparato. Me dejó solo y aproveché para buscar los paralelos en los que no ha sucedido lo del sacrificio de los Soles en el Trono Dorado, encontré dos paralelos en los que Luc aún está vivo. Uno es un mundo postapocalíptico como Mad Max y el otro es un paralelo infestado de zombis, en ambos Luc es un sobreviviente y está buscándote.
 
Ya me habían dicho que existían algunos paralelos en los que Luc no se había inmolado en el Trono Dorado. No quise indagar, pero Jeraseth me dijo más de lo que quería saber.
 
— ¿Por qué visitas tanto a Lucien en el real cómo súcubo? — me preguntó.
— Discúlpame — le respondí entendiendo que eso le molestara — es algo que no puedo evitar, pero te prometo que trataré de no hacerlo.
— No te lo estaba reclamando — me aclaró — quiero que te des cuenta por qué lo haces. Seamos sinceros, lo haces porque extrañas a Luc. Lo que buscas es su cuerpo, su tacto, su olor… lo haces para revivir los momentos cuando estaban juntos.
— Si, lo hago por eso — admití — pero también lo hago porque necesito la energía de Lucien.
— Inmediatamente después de la muerte almática de Luc empezaste a visitar al doppelgänger que se quedó ocupando su cuerpo — me recordó — pero no lo hacías cómo súcubo, muchas veces solo lo contemplabas mientras estaba haciendo cosas cotidianas.
— El doppelgänger se estaba deteriorando — le respondí — ya no podía darme energía.
— Es cierto — me concedió — pero igual lo visitabas. Una vez dijiste que, aunque el doppelgänger ya no tenía la energía para corresponderte, te hacía feliz solo contemplarlo mientras dormía. Luego Lucien pasó a ocupar el cuerpo de su padre y volviste a hacerle visitas nocturnas como súcubo. Sé que necesitas la energía de Lucien, pero puedes buscarlo y follártelo en el astral cuando se te antoje, además está más guapo y su energía es más pura. Pero prefieres buscarlo en el real…
— Porque extraño a Luc — le respondí.
— Si — me respondió — pero también lo haces por la resonancia… el cuerpo de Luc puede captar las reverberaciones de sus otros él de los paralelos en los que no ha muerto y tú, inconscientemente, respondes a esa resonancia. El destello azul que ves en sus ojos cuando le haces el amor no es idea tuya. Puedes comprobarlo si quieres, ve al Templo del Sol, abre el cofre que guarda los restos de su gema y verás que entre las cenizas todavía hay chispas azules.
 
Por un momento tuve una esperanza, pero luego recordé que, tarde o temprano los acontecimientos trascendentales se repiten en todos los paralelos.
 
— Chispas azules que terminarán apagándose — le respondí con tristeza — verlas solo alimentarán mis esperanzas de algo que ya no puede ser porque tarde o temprano esos otros él también morirán en sus respectivos paralelos para reunirse con los que ya están en la Fuente.
— No irán a la Fuente — me dijo.
— ¿Qué quieres decir? — le pregunté.
— Tu Luc no fue a la Fuente — me respondió — su energía fue consumida para sostener el Trono Dorado y su esencia fue asimilada por el Emperador. Los esbirros del Emperador están recolectando los otros ellos de todos los Soles que se inmolaron voluntariamente en este paralelo, los interceptan en el momento que mueren y los llevan al Trono Dorado para ser sacrificados.
— ¿Y para qué me lo estás diciendo? — le pregunté impotente — no puedo hacer nada.
— Si puedes — me respondió — puedes evitarlo interceptándolos en el momento de sus muertes antes que los esbirros del Emperador lo hagan y los obliguen a inmolarse en el Trono Dorado. Eres la luna celta, heredera de Ariadna, la dueña de las almas… tu ocupación es recoger las almas de los fallecidos en la orilla y llevarlas en tu barca al otro lado. En el caso de los otros Luc, aunque no son tus parejas, ellos tienen el derecho que tú seas el psicopompo que los guíe al otro lado. Podrías interceptar al Luc del paralelo de los zombis y al del paralelo Mad Max en el momento que mueran, pero en lugar de hacerlos cruzar al más allá, donde seguramente los esbirros del Emperador estarán esperándolos, puedes anclarlos en su cuerpo de este paralelo.
— Y crearía una aberración semejante a un horrocrux — observé — dos fragmentos de alma atados a un cuerpo que en unos años morirá de muerte natural.
— No son fragmentos de alma — me respondió — cada uno es un alma completa.
— Lucien está ocupando ese cuerpo — le recordé — y en el caso que lo moviéramos a un cuerpo más adecuado a su edad almática y al gusto de Elianne, solo podría anclar a uno de los Luc.
— Puedes anclar a los dos con un cordón doble — me respondió.
— ¿Y qué ganaríamos con eso? — le pregunté.
— Pues que no los sacrifiquen en el Trono Dorado y evitar la destrucción de su pilar almático — me respondió — mientras su pilar se mantenga en pie hay esperanzas. Si el Emperador muere todas las esencias que asimiló serán liberadas y regresarán a sus pilares respectivos.
— Eso es levantarnos en contra del Imperio — le dije.
— Los esbirros del Emperador están tomando los otros ellos de los Soles que aceptaron inmolarse sin permiso — me respondió — el trato que se hizo fue entregar la energía de un Sol para sostener el Trono Dorado, por eso se pidió que entregaran las gemas, nunca se aceptó entregar sus esencias. Ellos tomaron sus esencias y además ahora están tomando a los Soles de los otros paralelos. Están atentando contra el Orden del Universo y la Fuente destruyendo pilares almáticos para mantener vivo a un cadáver al que adoran ciegamente. Tú tienes el derecho, e incluso diría el deber, de evitar la destrucción del pilar almático de Luc.
 
No supe que responderle, era algo que me sobrepasaba.
 
— Los Renegados estarán a tu lado apoyándote — me dijo — uno de ellos es tu hijo y los otros son hijos de otras Lunas, amigas y aliadas tuyas. Lunas que también perdieron a sus respectivos Soles, que eran sus esposos y hermanos. Lunas que claman venganza.
— Los Renegados fueron purificados — le respondí.
— En la fuente de la vida del astral azul — me recordó — purificados de la ruina de los Dioses del Caos, pero siguen siendo Renegados del Imperio y ahora son leales a sus respectivas madres, las Diosas del linaje de Astarté. El Fénix es el prometido de tu hija Luana.
— Dime lo que quieras decirme sin rodeos, hijo de Nergal — le dije.
— Crea alianzas con los Renegados y con los que son Leales al Imperio — me respondió — ofréceles lo que ellos siempre han deseado y que el Emperador siempre les ha negado.
— ¿Qué es lo que podría ofrecerles? — le pregunté.
Una familia que los ame — me respondió — el amor de una madre, el amor de un hermano, el amor de una esposa, la opción de tener hijos a los que ellos amarán y protegerán. Dos de los Leales son hijos tuyos y han tomado mujeres, uno a su hermana y el otro a una guerrera de un mundo élfico… ¿crees que el Emperador sigue considerándolos Leales cuando han roto sus juramentos? ¿de qué lado piensas que se pondrán ellos cuando el Emperador los amenace con exterminar a sus hijos?... For our children! será el grito de guerra que estalle en sus gargantas cuando levanten sus puños contra el Emperador para defender a sus familias.
— ¿Crees que perderán su honor para defender a sus familias? — le pregunté.
— Si, porque a pesar de todo siguen siendo humanos — me respondió — ya lo dijo el maestre de la Guardia de los Cuervos: ¿Qué es el honor en comparación con el amor de una mujer? ¿Cuál es el deber frente a la sensación de un hijo recién nacido en tus brazos o el recuerdo de una sonrisa entre hermanos? El viento y las palabras. Sólo somos humanos, y los Dioses nos han formado para el amor. Esa es nuestra gloria y nuestra gran tragedia.
 
Busqué el refugio de su pecho. Jeraseth acarició mi cabello, sabía que estaba llorando en silencio.
 
Liliana Celeste Flores Vega – lunes 23 de agosto del 2021
Imagen: Google

jueves, 19 de agosto de 2021

El hijo del dragón

Y a pesar de mi ira y tristeza no podía controlar el deseo que sentía por Jeraseth. Fui a buscarlo a la villa, subí a nuestra alcoba y lo encontré sentado en el lecho rasgueando algunas notas de aquella canción en su guitarra, vi un vaso y media botella de whisky sobre el velador.
 
— ¡Lilith! — exclamó con sorpresa al verme — no te esperaba, pensé que estabas molesta.
— ¡Estoy furiosa! — exclamé acercándome a él, anticipando mis acciones dejó la guitarra a un lado y se puso a la defensiva.
 
Me detuve firmemente frente a él y con todas mis fuerzas le di una, dos, tres bofetadas… le hubiera dado una cuarta si no fuera porque me empezó a doler la mano. Jeraseth las recibió sin inmutarse, ni siquiera se limpió el hilillo de sangre que le escurría del lado izquierdo del labio inferior. Sostuvo mi mirada desafiante e hizo una mueca dándome a entender “¿Eso es todo?”
 
En respuesta me senté a horcajadas sobre sus piernas, tomé su rostro con ambas manos y le di un beso, un beso que lo tomó tan de sorpresa que no supo corresponderme.
 
— ¡Abre la boca! — le exigí presionando las articulaciones de su mandíbula, él cedió y lo besé apasionadamente introduciendo mi lengua dentro de su boca.
 
Lo besé largo rato degustando el sabor a licor que tenía su boca. La alcoba estaba cálida pesar de que las puertas del balcón se encontraban abiertas, en la chimenea ardían algunos leños y en el aire flotaba un ligero aroma de sándalo. Jeraseth puso sus manos en mi cintura, pero yo me liberé con enfado de su abrazo.
 
— ¡Tus manos entrelazadas y detrás de tu nuca! — le ordené, él obedeció con una sonrisa dispuesto a dejarme hacer.
 
Le desgarré la camisa para lamer su cuello, morder sus hombros, retorcer sus pezones y acariciar su vientre. Jeraseth soportó mis ataques sin moverse y mordiéndose los labios para no emitir ni un gemido. Sentía su miembro viril enhiesto y caliente presionando contra mi pubis, pero mantuvo sus manos entrelazadas detrás de su nuca.
 
Me puse de pie para quitarme el vestido y le indiqué que se desnudara. En la espalda aún tenía las marcas del látigo que le dejé en nuestro anterior encuentro.
 
— ¡No me toques! — le grité cuando hizo un ademán de tomarme entre sus brazos para llevarme al lecho — siéntate al borde de la cama con las piernas separadas.
 
Obedeció, ya conocía ese juego. Me arrodillé entre sus piernas para lamer con ansias su sexo. Luego levanté mi rostro, sabía que le mostraba la imagen de una bacante ebria de deseo, con las pupilas dilatadas y los labios enrojecidos… introduje dos dedos en mi boca y los chupé para ensalivarlos, él ya sabía lo que venía a continuación.
 
Se apoyó con una mano sobre la cama, levantó un poco las caderas y con la otra mano sujetó sus testículos para facilitarme el acceso a aquella zona de su cuerpo. Tanteé su entrada y él se relajó para facilitar mi propósito, se tensaba con los dildos pero le gustaba cuando usaba mis manos. Lentamente lo penetré con mis dedos, sus jadeos me confirmaron que lo disfrutaba y volví a atender con mi boca su miembro viril. Sentía mis entrañas latiendo y mis fluidos goteando.
 
— Sigue — murmuró entre jadeos — así quiero tenerte siempre, de rodillas a mis pies, devorando mi verga como una puta.
 
Tuvo suerte que yo reaccionara retirando mis dedos de su interior antes de que mi rabia revelara mi aspecto bestial. Me incorporé y lo tumbé sobre la cama con un zarpazo, mi mano se había transformado en una garra y le dejé tres arañazos ensangrentados cruzando su pecho. De inmediato me monté a horcajadas sobre él y me empalé con su miembro erecto que se deslizó en mis entrañas húmedas y palpitantes. Jeraseth alargó la mano y estrujó uno de mis pechos.
 
— ¡Te dije que no me tocaras! — exclamé dándole un zarpazo en la mejilla — mantén tus manos entrelazadas y detrás de tu nuca.
Obedeció con una sonrisa a pesar del arañón que le había dejado en el rostro y empecé a cabalgarlo furiosamente.
 
— ¿Ya aprendiste la lección, hijo de Nergal? — le pregunté sin dejar de moverme de arriba para abajo mientras apretaba su tráquea — no matarás ni lastimarás a mis amigos.
 
Jeraseth sostuvo mi mirada, se mordió los labios y asintió levemente. Retiré mi garra de su cuello y seguí cabalgándolo hasta que el placer me envolvió en una oleada cálida y me desvanecí jadeante sobre su pecho. En ese momento él aprovechó para tomarme de las caderas y hacerme dar la vuelta quedando encima de mí, empezó a embestirme bufando como un animal salvaje y colocó una mano alrededor de mi cuello.
 
— ¿Y tú, princesa pleyadiana, también aprendiste la lección? — me preguntó mientras ejercía la presión suficiente para dificultarme la respiración — si no me rechazas no tendré motivos para matar o lastimar a tus amigos.
 
Me negué a responder y Jeraseth ejerció un poco más de presión, sujeté su brazo para hacerle saber que estaba empezando a apretar demasiado fuerte, pero él no desistió, repitió la pregunta y asentí… entonces retiró su mano y me besó apasionadamente. Rodeé sus caderas con mis piernas haciendo traba con mis tobillos y enlacé mis brazos alrededor de su cuello, Jeraseth sabía lo que yo quería cuando hacía eso, se levantó sosteniéndome entre sus brazos y me llevó a la terraza.
 
Bajo el cielo azul y púrpura desplegué mis alas de plumas blancas y él desplegó las suyas, esas alas oscuras y membranosas semejantes a las de un murciélago y que él pretendía que eran parecidas a las de un dragón. Sus alas habían sido restauradas y mejoradas con implantes mecánicos después de que Vesphurs se las desgarrara a zarpazos y mordiscos la vez que se enfrentaron en duelo.
 
Nos elevamos en el cielo en una cópula aérea. Sentí su energía cargada de pasión emanando de la abertura de su pecho y su intención de hacer lazos. El nido de mi pecho, en donde se están gestando las dos gemas que hemos procreado, se abrió para recibir su energía que alimenta a nuestras gemas y correspondí a su deseo entrelazando su lazo rojo con hilos azules que se extendieron buscando la abertura de su pecho. Lo sentí estremecerse llegando al orgasmo y su placer desencadenó en mí una deliciosa oleada de sensaciones.
 
Descendimos y nos quedamos tendidos sobre la hojarasca, estábamos exhaustos pero satisfechos y complacidos por el nuevo lazo que habíamos creado. Finalmente estábamos en paz.
 
— Creo que esta noche se celebra el cumpleaños de uno de tus amigos — me comentó mirando el cielo en el que empezaban a aparecer unas estrellas pálidas — ¿Te gustaría que fuéramos?
Sí — le respondí — será la primera celebración en el Reino del Este.
 
Cuando llegamos encontramos una celebración sencilla pero amena. Los carromatos de los cíngaros estaban dispuestos en un círculo y unidos por cadenetas de telas coloridas y campanillas, supe que también era un hechizo de protección. Leo estaba rodeado de sus amigos, vestido a la usanza de su clan y su cabellera dorada cayendo como una cascada de rizos hasta su cintura, sonrió al vernos y nos acercamos. Lo saludé con un abrazo y él me correspondió con un sonoro beso en cada mejilla, luego le extendió la mano a Jeraseth. Sabía que se me notaban las huellas que la mano de Jeraseth había dejado alrededor de mi cuello y él tenía la marca de mi zarpazo sobre su mejilla.
 
— ¿Ya empezaron con la fase tóxica? — nos preguntó Leo con una sonrisa divertida, pero en su mirada había una advertencia que Jeraseth entendió.
— ¡Brindemos! — exclamó César pasándonos una bota de vino.
 
Luego Jeraseth y yo dimos una vuelta por el lugar. Había una mesa larga con bocadillos, varias fogatas, bailarinas, músicos y saltimbanquis por doquier. Nos encontramos con Mordred quien estaba conversando con un grupo variopinto de artistas circenses.
 
— Necesito hablar con ella por un momento — le dijo a Jeraseth quien asintió, pero indicándome que no demorara demasiado.
 
Mordred me tomó de la mano y me llevó hasta la mesa, allí me levantó la barbilla y examinó las huellas que Jeraseth me había dejado en el cuello.
 
— ¿Esta vida fue la primera vez que le dijiste a Jeraseth que no te quedarías con él? — me preguntó frunciendo el ceño, yo asentí — entiendo, no está acostumbrado a que lo rechaces. Tuvieron suerte, las leyes de Gaia evitaron que Jeraseth hiciera algo peor y Nergal arregló lo mejor que pudo el error que cometió su hijo para evitar que su nombre se viera involucrado en un serio problema.
— Ya estamos en paz, Mordred — le dije — no quiero volver a hablar del asunto.
— Entiendo, él recibió su castigo y no queda más que aceptar como arreglaron el incidente — dijo Mordred — pero ¿sabes lo que hubiera hecho Jeraseth en un mundo medieval? ¿te imaginas tu aldea arrasada por el fuego mientras que él te llevaba a la fuerza en su caballo o tu castillo sitiado por sus tropas y tu gente muriendo de hambre hasta que tú aceptaras entregarte a él?
 
No era necesario que me lo dijera, ya lo había pensado.
 
— ¿Ahora entiendes el recelo de mi madre por los segundos consortes rojos? — me preguntó — los rojos son arrogantes y violentos, se obsesionan con las azules.
— Jeraseth nunca se había comportado así — le refuté intentando disculpar a mi segundo consorte.
— Porque nunca lo habías rechazado — me refutó airado.
— Jeraseth me ama — le respondí.
— No lo dudo, te ama, pero también está obsesionado y los celos pueden convertirlo en una amenaza — prosiguió — ya has visto cómo reaccionó ante una negativa de tu parte: dile que no y verás tu ciudad asediada por sus ejércitos, dile que no y verás tu mundo bombardeado por sus naves, dile que no y verás el bosque celta ardiendo.
 
Sabía que Morrigan no aprobaba mi unión con Jeraseth, pero nuestro matrimonio era una alianza con los anunnakis pactada por Killa y Nergal desde antes de nuestros nacimientos. Incluso Nergal no se había enojado cuando me presentaron a otros pretendientes rojos pues decía que su hijo y yo estábamos hechos el uno para el otro. Hace un mes había escuchado a Morrigan conversando con Nimué, ellas esperaban que yo pidiera la anulación de mi matrimonio con Jeraseth para tomar a Lucien como primer consorte y a Mordred como el segundo, se habían desilusionado al comprobar que mi deseo por Lucien solo era por el cuerpo que él estaba ocupando y que nunca desposaría a mi hijo. En esos momentos los músicos empezaron a tocar esa canción.
 
Run for your life
The empress is here, torture and fear
Run for your life
The beast has appeared, the end is near
 
Había supuesto que el apuro de traer de otra realidad al pequeño Merlín era una precaución ante una eminente amenaza de Sheithan, ahora comprendía a quien llamaban la bestia.
 
Merlin, son of a fallen angel
Merlin, a legend of the past
Foretold the story of two dragons
Fighting for the land
His name will live forever
 
— No, Jeraseth no se volverá como Sheithan — le dije a Mordred, pero la duda me amargó la boca y ensombreció mi corazón — él no es el hijo del dragón.
— Cálmate, Lilith — me dijo acariciando mi mejilla — Jeraseth no se volverá como Sheithan porque yo no lo permitiré, yo soy el hijo del dragón.
— Entonces ¿serás tú quien incendies aldeas y asedies castillos? — le pregunté.
— No, yo soy el hijo del dragón que luchará para proteger las tierras celtas — me respondió — ahora ve con él, pero recuerda, estaré vigilándolo.
 
Jeraseth estaba conversando con el grupo de artistas circenses, me dirigí a su encuentro, pero Morrigan se me interpuso.
 
Debemos de hablar sobre tu segundo consorte — me dijo Morrigan, sabía que tarde o temprano tendríamos esa conversación y estaba preparada.
— No te preocupes — le respondí — cuando mi hija Luana tenga la edad y la experiencia necesaria para ocupar el Trono de la Luna abdicaré entregándole la corona y el cetro, entonces me marcharé con Jeraseth a nuestra villa en el bosque de otoño en el Reino del Eterno Ocaso. Hace tiempo tomé esa decisión, además es lo que Luc quería que hiciera.  
— Tú no te puedes marchar ni abdicar, eres la reina de las tierras celtas hasta que llegue tu tiempo de ascender — me dijo para mi sorpresa — Lilith y Lucipher deben de estar juntos.
— Lilith y Lucipher son dos títulos que no volverán a usarse — le respondí — Luc fue el último Lucipher, ese título murió con él. Y yo renuncié al título de Lilith, subí al Trono de la Luna con mi verdadero nombre, yo soy Lily Anne la gris.
— Puedes llamarte como quieras, pero sigues siendo Lilith — me refutó — y mi hijo es…
— ¡Tú hijo no puede recibir el título de Lucipher solo porque un puñado de idiotas lo llamen así!  — exclamé y me di cuenta que mi voz había sido un graznido, mis manos se habían convertido en garras y mis alas, con plumas afiladas como navajas de argento, estaban desplegadas. Morrigan dio un paso atrás y bajó la cabeza.
Mi hijo es el hijo del dragón — murmuró — y tú no puedes escapar de tu destino, te llames Lilith o Lily Anne la gris… tú vislumbraste tu futuro cuando tomaste el cetro en el centro del laberinto, te viste sentada en un trono en lo alto de una colina, estabas vestida de blanco y tenías un cetro de plata coronado por un zafiro… a tu lado se alzaba otro trono donde estaba sentado un guerrero vestido de negro, él llevaba la armadura del dragón y empuñaba una espada de hielo llameante…
— Es cierto — le respondí recordando esa visión — y yo llevaba un anillo de oro con un rubí en el dedo anular, este mismo anillo que me dio Jeraseth cuando nos casamos… vi una planicie, bosques, castillos y fortalezas en la lejanía… el guerrero que estaba sentado a mi lado llevaba la armadura del dragón, pero el cielo detrás de nosotros era azul y púrpura. Tal vez tengas razón y ese guerrero sea tu hijo… entonces confía en el destino, los dos se llevarán bien.
— Créeme que es lo que más deseo por el bien de todos — me respondió Morrigan — si uno de los dos cede tal vez se lleven bien, pero mi hijo no será quien…
No tienes que decirlo, Morrigan — le respondí volviendo a mi apariencia habitual — yo me encargaré que sea Jeraseth quien ceda. Y tú, toma a tu hijo y termina de criarlo, todavía se comporta como un niño en el real. Jeraseth no agachará la cabeza ante un dragón de peluche.
 
Morrigan asintió y se retiró. Me dirigí a donde me esperaba Jeraseth, noté que estaba a la defensiva y supe que había visto mi encuentro con Morrigan y mi transformación.
 
— ¿Qué pasó? — me preguntó preocupado.
— Pasó que le dejé en claro a Morrigan que tú eres mi segundo consorte y nunca pediré la anulación de nuestro matrimonio — le expliqué tratando de no exagerar el asunto.
— ¿Por qué nuestro matrimonio es una alianza con los anunnakis? — me preguntó.
— Porque te amo — le respondí, le eché los brazos al cuello y le di un beso.
 
Fuimos a sentarnos con el grupo de juglares rojos que solían invitarse por iniciativa propia a todas las celebraciones que se hacían en el astral azul, estaban conversando y bebiendo vino alrededor de una de las hogueras. Un rato después Mordred se nos unió con una fuente de bocadillos.
 
Eso no alcanzará para todos, traeré otra fuente — dijo Jeraseth poniéndose de pie, supe que era un pretexto para que Mordred pudiera hablar libremente conmigo.
 
Mordred se sentó a mi lado. Esperaba sus preguntas, advertencias y reclamos, pero al parecer ya había hablado con su madre.
 
— Dame una oportunidad, te juro que no te defraudaré — me dijo.
— ¿Cuándo te convertirás en el dragón que empuña la espada de hielo? — le pregunté.
— Cuando tú te conviertas en Lily Anne la blanca — me respondió.
— ¿Tendré que caer a un abismo y luchar contra un balrog? — le pregunté usando la referencia.
— Ya caíste — me respondió — pero no es necesario que luches contra el balrog, será suficiente con que lo domestiques.
 
Jeraseth regresó con una bandeja de jamones, salchichas y quesos. Tomó un pedazo de salchicha bastante grande y se lo embutió en la boca a Mordred quien no tuvo más opción que tragársela. Luego se sentó a mi izquierda y me hizo lo mismo, aunque con más delicadeza.
 
— ¿No les parece extraño que Mortwuld no esté en la celebración? — les pregunté para iniciar una conversación, pero ellos se alzaron de hombros.
 
Pasamos un rato más conversando, bebiendo y comiendo con los juglares. De vez en cuando miraba al resto de personas buscando a Mortwuld, pero no lo encontré.
 
— Mi amor, ya es hora de que regresemos a la villa — me dijo Jeraseth y luego se dirigió a Mordred quien estaba bastante ebrio — ¿vienes con nosotros?
— Ni loco — le respondió Mordred trastabillando al ponerse de pie — la última vez que fui intentaste emborracharme con ese licor de bayas rojas.
— Te prometo que no volveré a hacerlo — le dijo Jeraseth sujetándolo del brazo.
— No confío en tu palabra — farfulló Mordred apoyándose en Jeraseth.
— El licor de bayas rojas te cayó mal y fui yo quien tuvo que limpiar todo tu vómito de la alfombra, no quiero repetir la desagradable experiencia — le respondió Jeraseth — además ya estás borracho, no necesito darte de beber más trago.
— Tus argumentos son buenos, entonces los acompaño — aceptó Mordred tambaleándose.
 
Llegamos a la villa prácticamente arrastrando a Mordred.
 
— Yo me hago cargo de ponerlo cómodo — me dijo Jeraseth llevando a Mordred a nuestra alcoba y haciéndome un gesto indicándome que los dejara solos por un momento — mientras tanto trae los cigarros que se quedaron en la biblioteca.
— ¿Estuviste leyendo? — le pregunté gratamente sorprendida.
— No, tú los dejaste allí — me respondió — te digo que los traigas ahora para que luego no me los estés pidiendo cuando ya estemos en la cama.
 
Fui a la biblioteca por los cigarros, cuando calculé que Jeraseth había tenido el tiempo necesario para convencer a Mordred, subí a nuestra alcoba. Los encontré a ambos desnudos en la cama… y Mordred estaba profundamente dormido.
 
— ¿Qué pasó, lo pusiste demasiado cómodo? — le pregunté a Jeraseth tomando un cigarro.
— Si, y se ha quedado dormido encima de mi brazo — me respondió fastidiado.
— Al menos no te vomitó encima — le dije encendiendo el cigarro en la flama de una vela.
— ¿Y ahora que hacemos? — me preguntó Jeraseth sacando su brazo de debajo de Mordred.
— Pues échale una manta encima — le respondí dando una calada — no le vaya a dar frío y luego tengas que limpiar aguas menores.
 
Liliana Celeste Flores Vega – 18 de agosto del 2021
Canción: Merlin - Legends for the Past - Freedom Call
Imagen: Luis Royo