Preludios de Morte
Llego a casa... medianoche de preludios azules... la Fantasmala me sonríe
desde mi reflejo en el espejo... la llamada de mi hassassin me saca de mis
elucubraciones para descifrar su sonrisa enigmática.
La luna de plata entre nubes enmascaradas... teje, teje su tela la
araña milenaria... la sílfide de alas ligeras danza con las libélulas.
Nos encontramos en el vagón que lleva a ninguna parte y me lleva
al puente sobre la quebrada mudo testigo de nuestras promesas... en la torre de
la iglesia del cura sin cabeza graznan dos cuervos, la sombra de la guadaña de
Thanatos.
Compramos una botella de vino... no es nuestro acostumbrado
refugio pero mejor así, aquí no hay huellas que los grises puedan seguir.
La carcajada argentina de la Degolladora en
confabulación con la
Emperatriz Niña de los cuentos de hadas.
El hada verde en coloquios de amor y muerte con el vampiro. Madrigales
del poeta de la fantasía... horas consumidas por las flamas hasta que se hace
el alba.
La niebla de la mañana nos trae esencia de jazmín... él acaricia
mi vientre y el rocío empañando la ventana es preludio a mis lágrimas.
Pero él ignora mi ruego... acaricio su cabello mientras llora
sobre mi regazo y recuerdo... recuerdo mis vidas en mundos rojos y azules, las
guerras, las pestes y todas las veces en que por mandato de la Degolladora empuñé una
daga y corté la garganta de un niño nacido de mi vientre... aquellos habían
sido hijos habidos con mis guerreros, concebidos para ser sacrificados.
Burbujea sobre la cuchara... extiendo mi brazo, él clava la aguja
en mi vena pero la retira.
Nos despedimos... no puedo evitar llorar.
Tomo el bus y paso por aquella casa ahora en ruinas en la que
llevé mi convalecencia de aquél accidente y entre nubes de opio, sándalo y
pachulí lo confundía con Thanatos velando al lado de mi cama... ¿lo seguiré
amando cuando deje de ser él?
Liliana Celeste Flores Vega - abril 2008