Noche cerrada… dormito entre los brazos de mi príncipe oscuro.
Los furiosos rugidos del mar no inquietan mi sueño, la playa en donde las olas descargan su impulsiva rabia contra los arrecifes está lejos. Sé que mi amante está esperándome sentado en una roca pero mis labios no sienten nostalgia por sus besos salados… sus apasionados arrebatos me hastiaron.
Soy luna en sombras, solo deseo que la noche me siga arrullando… anhelaba la calma y la he encontrado en el pecho del vampiro que me cobija con su tierno abrazo. El sombrío refugio en donde reposamos es un santuario subterráneo que él construyó para mantenerme a salvo del seductor hechizo de las mareas.
Noche cerrada que pasa serena mecida con caricias tiernas y besos castos hasta que sorpresivamente la tempestad desgarra la calma… la lluvia impertinente busca las grietas de la pétrea fortaleza para perturbar nuestro sereno ensueño amoroso. Mi príncipe oscuro se inquieta, sabe que las gotas de lluvia son las lágrimas de mi amante despechado.
- Prométeme que te quedarás conmigo – me ruega y acaricia mi cabello.
- Te lo prometo, me quedaré contigo… – le respondo pero la borrasca ruge como una bestia en celo – oh, siempre me han gustado las tormentas pero en ésta hay algo que me estremece y me da miedo.
Mi príncipe oscuro me jura que destruirá mis miedos y nos besamos… luego me dice que no debo de temer a las pesadillas si duermo entre sus brazos y me propone que volvamos a nuestro reposo… pero yo necesito aturdir mis sentidos para no escuchar los reclamos que vociferan con la potente voz del trueno y mis manos se deslizan bajo las cobijas buscando su desnudez.
Nos amamos… no es una lasciva marejada, mi vampiro no tiene la premura enardecida del mar… su pasión es como el abrazo de las sombras, un dulce en crescendo que me envuelve y me embriaga.
Mi príncipe oscuro dormita en mi regazo mientras acaricio sus cabellos, hilos de noche enredándose en mis dedos… el murmurio de la lluvia llega a mis oídos como un lejano eco… acaricio la mejilla de mi vampiro, él sonríe entre sueños… ¡que placentera es la amorosa tranquilidad que envuelve nuestro lecho... ah, como me gustaría que el tiempo se detuviera en éste mágico momento!
Temo que cuando la oscuridad se rompa con el nacimiento de la Estrella de la Mañana vuelva a sentir el deseo de correr descalza en la playa y de sentir la espuma lamiendo lascivamente mis pies desnudos… los fuertes brazos de mi amante rodeando mi cintura deteniendo mi fingida huida para tumbarme en la arena y…
Un puño estruja mi corazón, la angustia sube por mi garganta… despierto a mi príncipe oscuro, me refugio en su pecho y como una niña sollozo sin poder explicarle el motivo de mi inquietud… él intenta sosegarme, levanta mi rostro, besa mis lágrimas, me murmura palabras de consuelo… pero en su mirada sombría y triste veo sus temores: él también sabe que es inevitable que la luna llena desee ver su reflejo en el espejo del mar.
- ¡Mi príncipe, átame con cadenas de sombra a tu lado… te lo suplico! – exclamo en un arrebato.
- ¿Aún en contra de tu voluntad? – me pregunta atónito.
- Si, tienes mi consentimiento para doblegar mi voluntad – le respondo y el me ofrece un trago de beleño con un beso.
Liliana Celeste Flores Vega - 22 de abril de 2009
Los furiosos rugidos del mar no inquietan mi sueño, la playa en donde las olas descargan su impulsiva rabia contra los arrecifes está lejos. Sé que mi amante está esperándome sentado en una roca pero mis labios no sienten nostalgia por sus besos salados… sus apasionados arrebatos me hastiaron.
Soy luna en sombras, solo deseo que la noche me siga arrullando… anhelaba la calma y la he encontrado en el pecho del vampiro que me cobija con su tierno abrazo. El sombrío refugio en donde reposamos es un santuario subterráneo que él construyó para mantenerme a salvo del seductor hechizo de las mareas.
Noche cerrada que pasa serena mecida con caricias tiernas y besos castos hasta que sorpresivamente la tempestad desgarra la calma… la lluvia impertinente busca las grietas de la pétrea fortaleza para perturbar nuestro sereno ensueño amoroso. Mi príncipe oscuro se inquieta, sabe que las gotas de lluvia son las lágrimas de mi amante despechado.
- Prométeme que te quedarás conmigo – me ruega y acaricia mi cabello.
- Te lo prometo, me quedaré contigo… – le respondo pero la borrasca ruge como una bestia en celo – oh, siempre me han gustado las tormentas pero en ésta hay algo que me estremece y me da miedo.
Mi príncipe oscuro me jura que destruirá mis miedos y nos besamos… luego me dice que no debo de temer a las pesadillas si duermo entre sus brazos y me propone que volvamos a nuestro reposo… pero yo necesito aturdir mis sentidos para no escuchar los reclamos que vociferan con la potente voz del trueno y mis manos se deslizan bajo las cobijas buscando su desnudez.
Nos amamos… no es una lasciva marejada, mi vampiro no tiene la premura enardecida del mar… su pasión es como el abrazo de las sombras, un dulce en crescendo que me envuelve y me embriaga.
Mi príncipe oscuro dormita en mi regazo mientras acaricio sus cabellos, hilos de noche enredándose en mis dedos… el murmurio de la lluvia llega a mis oídos como un lejano eco… acaricio la mejilla de mi vampiro, él sonríe entre sueños… ¡que placentera es la amorosa tranquilidad que envuelve nuestro lecho... ah, como me gustaría que el tiempo se detuviera en éste mágico momento!
Temo que cuando la oscuridad se rompa con el nacimiento de la Estrella de la Mañana vuelva a sentir el deseo de correr descalza en la playa y de sentir la espuma lamiendo lascivamente mis pies desnudos… los fuertes brazos de mi amante rodeando mi cintura deteniendo mi fingida huida para tumbarme en la arena y…
Un puño estruja mi corazón, la angustia sube por mi garganta… despierto a mi príncipe oscuro, me refugio en su pecho y como una niña sollozo sin poder explicarle el motivo de mi inquietud… él intenta sosegarme, levanta mi rostro, besa mis lágrimas, me murmura palabras de consuelo… pero en su mirada sombría y triste veo sus temores: él también sabe que es inevitable que la luna llena desee ver su reflejo en el espejo del mar.
- ¡Mi príncipe, átame con cadenas de sombra a tu lado… te lo suplico! – exclamo en un arrebato.
- ¿Aún en contra de tu voluntad? – me pregunta atónito.
- Si, tienes mi consentimiento para doblegar mi voluntad – le respondo y el me ofrece un trago de beleño con un beso.
Liliana Celeste Flores Vega - 22 de abril de 2009