Y ésta noche nos encontraremos en nuestra cabaña en aquél
bosque donde el otoño es perenne y los elfos tocan sus flautas. Mientras me
esperas colocarás los leños en la chimenea para entibiar la estancia, luego encenderás
el farol de la entrada y te quedarás un momento de pie en el pórtico contemplando
la danza suicida de las mariposas nocturnas. Después prepararás vino caliente especiado
con canela y miel.
Llegaré cuando el búho ulule bajo los olmos. Abriré la
puerta y te encontraré sentado en el sillón cerca de la chimenea contemplando
el baile ritual de las salamandras. Te pondrás de pie para recibirme, nuestras
miradas se encontrarán por un instante, tantas cosas por decirnos pero sólo nos
saludaremos con un “buenas noches” y un intercambio de sonrisas indecisas… acariciarás
mi mejilla, levantarás mi mentón para darme un beso y yo rehuiré el roce de tus
labios pero de inmediato te abrazaré para cobijarme en tu pecho buscando
instintivamente tu calor… tú me estrecharás fuertemente y acariciarás mi
cabello.
Me invitarás a sentarme en el sillón cerca del calor del
fuego y me ofrecerás una taza de vino especiado caliente. Te arrodillarás sobre
la piel de oso, me quitarás las botas de piel y masajearás mis pies mientras me
cuentas de la última incursión de tu ejército o me comentas alguna de tus
aventuras… yo te dejaré hacer mientras te escucho distraídamente, bebo el reconfortante vino sorbo
a sorbo y me entretengo mirando a los insectos que revolotean alrededor de las
velas.
Empezará la sonata nocturna de los grillos y me indicarás
con un gesto que es hora de que vayamos al lecho. Te desnudarás y fingiré que
no te observo mientras enciendo un par de varillas de incienso pero lo cierto
es que cada noche te encuentro más atractivo. Me quitaré el faldón y el corpiño,
me quedaré en camisa y me sentaré en el lecho. Tú te sentarás frente a mi,
desatarás el lazo de mi camisa y la deslizarás lentamente hasta mi cintura…
acariciarás mis hombros desnudos y mis pechos turgentes… cerraré los ojos
mientras tus manos se deslizan sobre mi piel gélida y me tumbas suavemente
sobre el lecho… te acomodarás entre mis piernas, sentiré el roce áspero de tu
barba contra mis muslos y la suave humedad de tu lengua lamiendo con fruición
mi sexo… colocaré mis piernas sobre tus hombros y deslizaré mis pies sobre tu
espalda mientras jadeo pensando en él.
Me penetrarás sujetando mis caderas… me embestirás con
fuerza, rudo sin llegar a ser brusco, mantendrás un ritmo constante y
conseguirás que mi pecho se agite y mis entrañas palpiten… sin querer murmuraré
su nombre entonces, no sé si por revancha o por complacerme, te retirarás de mi
cuerpo, me forzarás a ponerme de rodillas sobre el lecho y me montarás como un
felino salvaje en celo… me estremeceré de placer cuando muerdas mi nuca y te
sienta llegar al orgasmo… nos quedaremos un momento sin separarnos mientras el ritmo
de nuestras respiraciones se calman… yo seré quien rompa el abrazo para recostarme
de lado y tu te acomodarás rodeando mi cintura con un brazo, ambos sin
intercambiar palabras como si fuéramos cómplices de algún crimen.
Las velas se consumirán y
el viento nos traerá el dulce lamento de las flautas de los elfos… y yo fingiré
que estoy dormida mientras tú besas mis hombros magullados y acaricias mi
vientre.
Liliana Celeste Flores Vega - 2016
Imagen: Google