Ya ha pasado un año
desde cuando Lucipher se marchó para cumplir con la profecía que decía que su
destino era sentarse en el Trono Dorado y gobernar sobre el Universo, nadie nos
dijo que su magnífico reinado duraría una eternidad efímera. Cumpliendo esa engañosa
profecía se inmolaron múltiples Soles. Y yo, Lilith, la Luna azul, quedé viuda…
perdí al que fue mi hermano y mi esposo, perdí la luz que me iluminaba y me
hacía brillar en el cielo nocturno. Y siento la pérdida… me falta su cálido
aliento, su amor, su pasión y su deseo.
Mi destino era
marchar hacia el Oeste y convertirme en la Luna menguante. Ya lo había
vislumbrado en sueños: Me había visto sentada en el trono del Reino del Otoño
en compañía de mi segundo consorte, contemplando los bosques oscuros bajo un
cielo azul y púrpura. Mi segundo consorte, Jeraseth, es un Sol rojo del
Inframundo, su luz hubiera podido iluminarme, pero convirtiéndome en una Luna
morada. Era la solución que pensaron los sabios del Tribunal de los Arcanos que
conocían el trágico destino de Lucipher. Por eso mi madre, Killa, nos
comprometió desde niños.
Y yo hubiera sido la
reina del eterno ocaso que danza descalza sobre la hojarasca en el claro del
bosque otoñal en compañía de los elfos y las hadas al son de las flautas celtas…
unida a Jeraseth por la magia de un anillo de oro, encontrándonos para amarnos
en nuestra cabaña al pie de la montaña y a orillas del lago de aguas plateadas
en cuyas profundidades reposa la estrella dorada que cayó de los cielos al
inicio de los tiempos. Yo hubiera aceptado ese retiro prematuro cediéndole mi
lugar a otra Luna azul, más joven y más bella… poco a poco hubiera vuelto a
sonreír y tal vez hasta hubiera podido ser feliz si Jeraseth no me hubiera sido
infiel… fue un sueño que pudo ser, pero no fue. Y Lucipher lo sabía.
Dudo que al Universo
le hubiera importado si yo hubiera encontrado el consuelo y la felicidad en el
refugio del pecho de Jeraseth o si me hubiera apagado poco a poco entre sus
brazos… después de todo tantos Dioses mueren en el olvido y el Universo
permanece inmutable. Pero hay un problema mayor, uno que si le importa al
Universo pues pone en peligro su delicado balance mágico: En estos momentos no
tenemos otro Sol ni otra Luna azules que puedan ocupar los tronos que Lucipher y
yo hemos dejado. Si, están Luana y Luxor, nuestros hijos y herederos, pero
ellos aún no están preparados para asumir esa responsabilidad. Si hubiéramos
tenido más tiempo para preparar a nuestros hijos ellos hubieran podido ocupar
nuestros lugares y mantener la estabilidad mágica, pero con ambos tronos vacíos
la magia del astral azul languidece y las consecuencias rebotan sobre la
realidad causando la destrucción de los mundos azules. No puedo retirarme, debo
de seguir ocupando el lugar de la Luna azul. Y Lucipher lo sabía.
Como medida
desesperada Vesphurs ocupó el trono en el Templo del Sol. Deliberamos y la
única solución que encontramos fue establecer un gobierno de regencia
transitorio: Yo debería de seguir ocupando el trono en el Templo de la Luna y
alguien más debería de ocupar el trono en el Templo del Sol hasta que Luana y
Luxor estuvieran preparados para hacerlo. Gracias a las pistas que nos dejó
Lucipher encontramos a Niq, hermano nuestro por parte de Xuqui, nuestro padre,
lo que le daba esencia de Sol, pero también tenía esencia de Mar por herencia
de Nili, su madre.
Durante el
equinoccio pasado contraje nupcias con Niq para legitimar su derecho de ocupar
el trono en el Templo del Sol pues la ascensión de nuestro padre al Plano
Primordial hace imposible su reconocimiento de la manera tradicional y no
teníamos tiempo para empezar un engorroso proceso de reconocimiento
extraordinario. Ha funcionado a medias, lo suficiente para evitar que el
invierno y las tinieblas destruyan la vida de los mundos azules. Niq tiene que
dar toda su energía solar para mantener la estabilidad del astral azul, él no
puede darme la luz que necesito… y aunque pudiera hacerlo, entre nosotros no ha
surgido la mágica alquimia amorosa que une a las parejas. Y Lucipher lo sabía… por
eso, desde el inicio de los tiempos preparó a Vesphurs para mí.
Vesphurs es nuestro
hijo, la estrella que aparece en el ocaso precediendo a la luna y la acompaña
durante su paseo nocturno, el lucero que saluda al sol cuando nace el alba. Es
el primogénito que procreamos al inicio de esta era cuando nos amábamos con un
amor inocente e impoluto, cuando el odio que surgió entre nuestro padre y
nuestra madre no nos había contaminado con su veneno. Un hijo que por las
trágicas circunstancias que acontecieron durante la vida en la que lo
concebimos no pude sostener entre mis brazos, un hijo que lamentablemente él no
pudo recibir en el momento del alumbramiento por encontrarse ausente, un hijo
que falleció a los tres días de haber nacido… pero cuya gema inmortal fue
conservada en un ánfora sagrada en el invernadero del jardín de la vida,
dormido y suspendido en el tiempo durante siglos… hasta que en esta vida
Lucipher, sin duda anticipando su trágico destino, lo despertó de su sueño y lo
hizo renacer como su hermano gemelo. Nacieron como gemelos del vientre mortal
de una hechicera, gemelos como también lo son el lucero del alba y la estrella
de la tarde, como el sol en el reflejo del espejo de la luna.
Lucipher lo preparó
en secreto para ocupar su lugar y me lo ofreció como un maravilloso obsequio
una noche embrujada. Un obsequio que, en un principio, no reconocí como nuestro
hijo y acepté como una ofrenda de paz cuando él se presentó para reclamar sus
derechos y trastocó mi reino. Desde entonces Vesphurs ha sido mi amante y mi
amado, el que me recibía en su lecho cada noche de luna negra en la que el
frenesí vampírico que es mi don y maldición, me hacía buscar la miel de sus
labios y la leche de su deseo.
Una noche de
preludios quebrados en la que los tres compartíamos el lecho Lucipher nos dijo
que si algún día partía lo esperáramos durante un año y que, si no regresaba,
nos desposáramos. No lo tomamos en serio, ignoramos el presagio de la muerte en
su mirada. Sin embargo, era cierto que él tenía muchos enemigos y a sus
espaldas tomé precauciones, recité encantamientos y conjuré a los vientos para
que lo guardaran. Pero mi magia no pudo evitar que su destino, escrito en el
libro de piedra, se cumpliera.
La fatalidad llegó
por donde no la esperábamos. Lucipher se despidió de mí una mañana clara que no
presagiaba desgracias respondiendo al llamado que se hizo a los Soles
principales de todos los astrales. Vesphurs lo acompañó seguro que regresarían
juntos, tal vez tendría que sostenerlo del brazo, conocíamos algunos pormenores
del ritual que se llevaría a cabo, Lucipher regresaría con su luz debilitada y
sus fuerzas menguadas, ordené a las acllas que prepararan las estancias para
que él pasara una temporada en los manantiales curativos. Y llegó la noche,
Vesphurs regresó con un cofre de madera que depositó en mi regazo.
Con manos
temblorosas abrí el cofre y contemplé su gema resquebrajada, de inmediato le
ordené a Vesphurs que la llevara a la fuente de la vida, pero esta se había
secado después de que los Caídos se bañaron en ella. Sin embargo, Vesphurs
colocó la gema, que aún emitía débiles destellos azules, en una hornacina. Ya
llovería, la fuente volvería a llenarse. Sostuvimos el astral azul con nuestra
esperanza esperando un milagro, hasta que la gema emitió un último fulgor y se
apagó. Entendimos que Lucipher no regresaría. Sin embargo, en respeto a su
memoria, esperamos un año.
Ya no podíamos
esperar más, yo me estaba debilitando y el astral azul se estaba cayendo a
pedazos. Esta noche Vesphurs y yo nos
encontramos en la alcoba que hace dos semanas compartimos en la mansión que
hemos levantado en el Reino del Oeste, lugar que ahora es nuestra morada desde
que el Fimbulwinter llegó al Reino del Norte y tuvimos que abandonar el Palacio
de Invierno. Primero hicimos un ritual en el que renunciamos a nuestros lazos
de madre e hijo, un requerimiento para que pudiéramos desposarnos. Luego nos
unimos en un íntimo abrazo esperando que los lazos que creamos con esa unión
reemplazaran los lazos que yo tenía con Lucipher… pero no sucedió.
Después de vanos
esfuerzos me envolvió una melancólica somnolencia. Estaba acostada en nuestro
lecho, mi cabeza reposaba sobre una almohada y Vesphurs me había cubierto con
una colcha de hilo. Escuchaba el crepitar de los leños en la chimenea y la
serenata de los grillos, percibía el aroma del incienso de rosa, jazmín y
sándalo. Vesphurs creía que me había quedado dormida, pero no era así.
Simplemente me sentía demasiado cansada para abrir los ojos y tan débil que ni
siquiera podía moverme. Tocaron tímidamente a la puerta, Vesphurs se levantó
para atender al visitante. Era Niq.
— ¿Hicieron el
ritual? — preguntó Niq.
— Si, lo hicimos —
respondió Vesphurs y lo invitó a pasar.
— ¿Y funcionó? — preguntó
Niq acercándose al lecho.
— No, no funcionó —
respondió Vesphurs con tristeza.
— ¿Por qué? — preguntó Niq con curiosidad.
— Creo que en
nuestra unión no hubo suficiente amor y deseo — respondió Vesphurs.
— Pero tú la amas,
incluso quisiste evitar mis nupcias con ella — dijo Niq.
— Si, yo la amo y la
deseo como no tienes idea — respondió Vesphurs sentándose al borde del lecho y
acariciando mi cabello — el motivo de mi existencia es amarla.
— Y ella también te
ama — dijo Niq — antes de contraer nupcias conmigo declaró frente a los sabios
del Tribunal que nuestro enlace sería solo para legitimar mi derecho de ocupar
el trono en el Templo del Sol y que quería quedarse contigo porque te había
elegido como compañero.
— Si, exactamente —
confirmó Vesphurs — me ha elegido como su compañero, como el hombro sobre el
cuál llorar, como el pecho que puede darle refugio las noches en las que siente
frío y soledad. Ella me ama con un amor dulce y sereno, pero ya no está
enamorada de mí ni me desea con el ímpetu con el que una mujer desea a un
hombre.
— Lilith ni siquiera
quería a Lucipher — dijo Niq.
— ¿Eso crees? — le refutó
Vesphurs — ella lo amaba más de lo que imaginas, solo que nunca lo admitió ni
lo reconoció. En esta vida parecía que se odiaban, hasta llegaron a agredirse
físicamente, pero simplemente era pasión contenida que no sabían cómo expresar
hasta que encontraron una manera de hacerlo. Ella lo amaba y lo deseaba, yo fui
testigo de su ímpetu. Cuando ellos se unían estremecían al universo, juntos
creaban tanta magia que ni podían llamarse por sus nombres en el real, solo lo
hacían durante los rituales. El amor y el deseo que se profesaban eran tan
fuertes que lograron que Xuqui y Killa se reconciliaran y ascendieran. Me
extraña que no te hayas dado cuenta, dijiste que viviste muchas vidas con Xuqui
como padre y con Lucipher como hermano mayor, reconociste que varias veces lo
ayudaste a raptar a Lilith.
— Si, lo recuerdo — respondió
Niq — ella luchaba, lloraba y gritaba desesperadamente cuando él la arrastraba
lejos de su hogar y del hombre con quien estaba compartiendo esa vida. Por eso
llegó un momento en el que ya no quise ayudarlo, me parecía un abuso.
— Ella se resistía
por dignidad y orgullo, porque le habían enseñado a odiarlo — dijo Vesphurs —
dime, después que Lucipher la hacía suya ¿alguna vez te pidió ayuda para
escapar?
— No — respondió Niq
rememorando — la recuerdo sentada en la entrada de la tienda con los hombros
magullados y con los ojos llorosos, pero por el dolor de los golpes. Muchas
veces, cuando él salía a cazar, me dejaba haciendo guardia y yo fingía estar
entretenido cortando leña o haciendo la siesta para darle la oportunidad de
escapar, pero ella no lo hacía, siempre creí que era porque tenía miedo de
encontrarse con los esclavistas con quienes hubiera corrido peor suerte. Un par
de veces pensé en huir con ella para acompañarla de regreso hasta su pueblo,
pero nunca se lo propuse porque la lealtad hacia mi hermano era más fuerte. En
una ocasión la acompañé al río para que lavara sus vestidos, entonces pasó una
caravana de gitanos, pero ella siguió lavando y no les pidió ayuda, en esa vida
se instalaron en una aldea y tuvieron dos hijos. Tienes razón, ella se quedaba
con Lucipher hasta que los hassassins o los guerreros del norte venían a
rescatarla.
— Pues allí lo
tienes — dijo Vesphurs — ellos hubieran sido felices si los malditos hassassins
y los guerreros del norte no se hubieran entrometido.
Guardaron silencio.
Y yo recordé las veces en las que le expresaba mis caricias a Lucipher con un
látigo en la mano y él me manifestaba su ternura copulándome salvajemente. Si,
esa era la manera que habíamos encontrado para amarnos después que sembraron el
odio entre nosotros y nos arrebataron los sueños que tuvimos en los albores del
tiempo.
— Lilith necesita
algo que la motive para salir de este estado de apatía en el que se encuentra —
dijo Vesphurs — algo que le haga volver a sentir pasión y deseo. Te confieso
que quise evitar tus nupcias con ella porque sentí celos… además tú jugaste
sucio, te infiltraste en su guardia personal para seducirla aprovechándote que
tu esencia de Sol azul se parece a la de Lucipher y conseguiste que ella se
ilusionara contigo.
Recordé que Vesphurs
también había jugado sucio en un intento de evitar mis nupcias con Niq. Lo hizo
la noche que fui al Templo del Sol para poner las cosas en orden para cuando
Niq se instalara y me sedujo precisamente aprovechándose de su esencia de Sol
azul haciéndome creer que Lucipher había dejado un hechizo de burbuja como un
obsequio de despedida. Y fue precisamente Niq quien, al entrar a la habitación,
me hizo ver la verdad. Todavía no perdonaba a Vesphurs por aquel engaño, estuve
a un paso de enviarlo al exilio, pero no pude hacerlo, no quería quedarme sola.
Niq soltó una carcajada, pero no mencionó el incidente.
— Yo no jugué sucio,
solamente seguí órdenes — aclaró Niq — o tal vez debería de decir que me
convencieron de seguirlas, me aleccionaron que debería de obedecerla en todo,
incluso si ella me ordenaba hacer algo que no me pareciera correcto. Dudé
cuando Lilith me pidió que me desnudara y me invitó a su lecho, es hermosa,
pero yo siempre la había respetado como la mujer de mi hermano mayor. En ese
instante me sentí presa de un arrebato que acabó con mis escrúpulos y me dejé
llevar por el placer… cuando la hice mía no me sentía yo mismo, ella murmuró su
nombre y no me importó, ahora me avergüenzo tanto de eso.
— ¿Ella te confundió
con Lucipher? — preguntó Vesphurs.
— Creo que si llegó
a confundirme con él — respondió Niq — estoy seguro que en un principio ella
creía que yo era un simple guardia pues me trató como tal, aunque ahora sé que
los que urdieron este plan se aseguraron que mi apariencia le recordara su
apariencia en el real. Tal vez todo empezó porque ella quiso creer que yo era
él y luego mi esencia de Sol azul la confundió.
Niq estaba en lo
correcto. Cuando lo vi su apariencia me recordó la apariencia que Lucipher
tenía en el real y, llevada por la nostalgia, lo invité a mi lecho. Luego me
dejé llevar y hubo un momento en el que llegué a confundirlo con Lucipher.
— Cuando nos
presentaron formalmente nos sentimos atraídos inexplicablemente — dijo Niq —
además estaba la alegría por haber encontrado a un heredero de Xuqui y todos
tenían la esperanza que nuestra unión podría estabilizar el astral azul. Tal
vez Lilith se ilusionó por un momento… soy Sol, pero también soy Mar… ella me
contó que cuando Lucipher se despidió aquella mañana le dijo que si no
regresaba encontraría consuelo en el mar.
— Lo sé — dijo Vesphurs — Lilith me lo contó,
pero esas palabras no tenían sentido para mí porque precisamente antes de
ingresar al salón del Trono Dorado él me recordó que nos había dicho que si
algún día partía y no regresaba yo debería de ocupar su lugar y contraer
nupcias con ella.
— Tal vez quiso
dejar dos opciones — respondió Niq — si uno fallaba en crear lazos con ella,
quedaría el otro… o sabía que uno solo no podría mantener el trono y sostener a
Lilith al mismo tiempo.
Recordé que
efectivamente cuando Vesphurs ocupó el lugar de Lucipher sentándose en el trono
en el Templo del Sol todos esperábamos que pudiera reemplazarlo, incluso se
contempló la posibilidad de una dispensa extraordinaria para que yo me
desposara con él otorgándole el título de Emperador del astral azul, pero
cuando realizamos el ritual del Solsticio no pudo cumplir con las expectativas.
Pensé que tal vez Lucipher había elegido a Niq para reemplazarlo en el trono,
seguramente a eso se había referido cuando me dijo que encontraría consuelo en
el mar… consuelo, podía interpretarlo como alivio, una ayuda para sostener la
carga… pero había preparado a Vesphurs para mí.
— ¿Si yo asumo la
responsabilidad del trono para sostener el astral azul crees que algún día
Lilith y tú puedan llegar a amarse y funcionar como una pareja? — preguntó
Vesphurs, pude sentir el temor de perderme en el temblor de su voz.
No, se estaba
equivocando. Vesphurs había fallado en el ritual del Solsticio que hicimos el
año pasado, su esencia de Luna le había jugado en contra en una ceremonia
completamente solar, la esencia de Mar sería más compatible para aquél ritual.
Y además yo no quería a Niq, estaba segura que nunca podría llegar a amarlo. Yo
lo quería a él, seguramente habíamos hecho algo mal cuando intentamos crear
lazos como pareja, tal vez debimos de dejar pasar unos días después de haber
renunciado a nuestros lazos de madre e hijo, teníamos que volver a intentarlo…
intenté protestar, pero no pude.
— No, no lo creo —
respondió Niq — reconozco que yo no sería un fiel y devoto esposo para ella,
además me dejaste en claro que la amas.
— Pero acabas de
reconocer que se sintieron atraídos mutuamente — insistió Vesphurs.
— Si — admitió Niq —
pero cuando estábamos planificando nuestras nupcias, nos dimos cuenta que
estábamos siendo víctimas del hechizo de obnubilación que suelen aplicar cuando
una pareja que no ha compartido vidas pasadas juntos tiene que contraer nupcias
para beneficio del astral. Lilith y yo estuvimos de acuerdo en que no queríamos
casarnos bajo esas influencias, si lo teníamos que hacer por el bienestar del
astral lo haríamos, pero sin manipulaciones. Hemos cumplido y cumpliremos con
los rituales que debamos de hacer por el bienestar del astral azul, nada más.
— Entiendo — murmuró
Vesphurs — creí que de verdad ella sentía una atracción por ti, hasta estaba
pensando invitarte a compartir el lecho con nosotros.
— Ella es mi esposa,
creo que el invitado serías tú — dijo Niq — es una broma, sé que mi matrimonio
con Lilith es solo una formalidad, seguramente cuando yo pueda hacer el ritual
para ser reconocido como hijo de Xuqui ella me pedirá el divorcio para contraer
nupcias contigo y yo se lo daré. Respecto a tu invitación la aceptaría con
gusto, aunque sospecho que ella se levantaría del lecho molesta por mi
presencia y nos dejaría a los dos solos. Precisamente la otra noche le comenté
que sentía que el trono me drenaba mucha energía, entonces ella me respondió
que eso me pasaba porque todavía no he aprendido a canalizar mi energía solar
separándola de mi esencia de Mar y me sugirió que follara contigo sobre el
trono para que entre los dos canalizáramos más energía solar.
— ¿Lo harías? — preguntó
Vesphurs — ¿me follarías sobre el trono?
— ¿Eh? — dijo Niq
incómodo — ¿lo dices en serio?
— Yo haría cualquier
cosa para complacerla — respondió Vesphurs — a ella le gustaría que…
— Entiendo lo que
sugieres — dijo Niq — me han contado lo que ustedes acostumbraban hacer, quieres
que me haga pasar por Lucipher y te folle sobre el trono porque crees que eso
le puede levantar el ánimo… pues no, es una pésima idea, Lilith se enojaría con
los dos porque lo tomaría como un insulto a la memoria de Lucipher.
Niq tenía razón.
Escuché sus pasos dirigiéndose a la mesa para servirse un trago y bebérselo de
un sopetón. Vesphurs me abrazó desde atrás, apartó mi cabello, deslizó los
tirantes de mi camisón y empezó a besarme el cuello y los hombros… quise
corresponderle, pero seguía sintiéndome tan débil que no pude girarme para
buscar sus labios.
— ¡Malditos sean los
caprichos de la Luna, pero todo sea por ella! — exclamó Niq, lo sentí acercarse al lecho y jalar a Vesphurs con
violencia para besarlo apasionadamente — tal vez tu idea funcione, pero sin
hacerme pasar por Lucipher.
Sentí cuando Niq
tumbó a Vesphurs sobre el lecho y empezó a quitarle la ropa, escuché sus jadeos
mientras intercambiaban caricias… quise que funcionara, me concentré en los
jadeos de Vesphurs pero por lo bajo escuchaba el canto de las sirenas y era un
canto triste, casi un lamento… eran los lazos que tenía Niq con las hijas del
Mar, sus hermanas y amantes que sentían aquella infidelidad, me sentí culpable…
intenté incorporarme para detenerlos pero el quejumbroso cántico cesó, Niq
había bloqueado los lazos.
Después de unos
vaivenes que hicieron que unos almohadones cayeran al suelo, Vesphurs buscó mi
mano y enredó sus dedos con los míos, era un gesto que solía hacer buscando mi
complicidad cuando Lucipher lo hacía suyo, tuve la fuerza suficiente para
estrechar su mano.
— ¿Quieres que lo
haga o no? — preguntó Niq.
— Si, hazlo — respondió
Vesphurs.
Vesphurs apretó mi
mano con más fuerza. Siempre se tensaba antes de la penetración hasta que
Lucipher le daba un par de nalgadas para obligarlo a ceder, obviamente Niq no
conocía ese truco, los escuché bregar un buen rato. Finalmente abrí los ojos,
me encontré con la mirada de Vesphurs y me sonrío con esa sonrisa que me
encantaba. Levanté la mirada, Niq estaba montado sobre él acariciándole la nuca
para relajarlo, se percató que estaba observándolos.
— Solo lo estoy
haciendo por ti, Lilith — me dijo con una sonrisa, pero era obvio que no le
disgustaba lo que estaba haciendo.
Entonces tocaron a
la puerta. Identifiqué su energía roja de inmediato, era Jeraseth. Un
intercambio de miradas con Niq y Vesphurs me confirmó que ellos también habían
identificado su presencia. Mi segundo consorte no tenía permitido la libre
entrada a nuestra mansión, alguien le había permitido el ingreso. Niq me
dirigió una mirada interrogativa sobre cómo proceder.
— Ignora a quien
está tocando la puerta — le dije.
En ese momento
Jeraseth abrió la puerta. Niq se puso de pie de inmediato para impedirle la
entrada a la habitación, pero Jeraseth lo empujó y se acercó al lecho
furibundo.
— ¡Eres un puto! –
exclamó Jeraseth dirigiéndose a Vesphurs.
— ¡Tú no tienes permitido
el ingreso a nuestra mansión! – le espetó Vesphurs incorporándose.
— Mordred me
permitió pasar – explicó Jeraseth – estaba preocupado por Lilith, vine para
preguntar si el ritual de lazos contigo había funcionado y te encuentro
protagonizando esta deplorable escena.
— Tú no tienes
derecho de juzgarme – respondió Vesphurs poniéndose de pie para enfrentarlo –
todo lo que yo hago es por mi madre. Retírate, no eres bienvenido.
Jeraseth ignoró la
orden de Vesphurs y se dirigió a mí.
— Lilith, estaba preocupado
por ti — me dijo intentado justificar su inesperada visita y desacertada
intromisión — no esperaba encontrarlos en esta situación tan desagradable y
obscena.
— La puerta de la
alcoba estaba cerrada, tocaste y no abrimos — le respondí haciendo un esfuerzo
para sentarme, me sentía débil nuevamente — creo que debiste de suponer que
estábamos ocupados. Entiendo que dadas las circunstancias te haya resultado
desagradable encontrarnos en esta situación tan íntima. Lo que no comprendo es
tu hipocresía, que catalogues como obsceno el hecho que comparta el lecho con
mi actual primer consorte y Vesphurs… ¿no era obsceno cuándo lo hacíamos
contigo?
Jeraseth se mordió
los labios y cerró los puños.
— Jeraseth — le dije
— por favor, retírate.
— ¡Soy tu segundo
consorte, no puedes echarme! — me reclamó.
— ¡Tú ya no puedes
reclamar los privilegios de segundo consorte! — le respondió Vesphurs — mi
madre te amaba y te deseaba casi tanto como amaba y deseaba a Lucipher, además
te admiraba y te respetaba… ella confiaba en ti, se sentía segura a tu lado,
reía como nunca antes la había escuchado reír y su mirada se iluminaba cuando
estaba contigo… la intensidad de lo que mi madre sentía por ti era tan grande
que le daba miedo, pero yo podía sentir sus sentimientos y lo había visto
cuando los tres compartíamos el mismo lecho… casi la misma mágica alquimia que
ella tenía con Lucipher, una magia capaz de lograr cosas maravillosas porque
mezclaban el poder del astral rojo con el poder del astral azul… ¡maldita sea,
ustedes activaron todos los portales desde la Tierra hasta Júpiter en cadena
solo copulando, esos portales que necesitaban la inmolación de mil psíquicos
azules y rojos cada uno!... no puedo creer que no te hayas dado cuenta de lo
que ella sentía por ti.
— Lilith no quiso
compartir esta vida conmigo — dijo Jeraseth.
— Porque ella tenía
miedo — le respondió Vesphurs — miedo de no poder cubrir tus expectativas de
una relación de pareja en el real… mi madre te perdonó tus estúpidos deslices
más de una vez, en una ocasión ella fue a buscarte a aquella cabaña que tienen
a orillas del lago y te encontró en medio de una orgía con unas híbridas que ni
siquiera eran humanas, regresó al Palacio de Invierno tan destrozada que tuve
que pedirle a Neph que le diera de beber una copa de nepente… si en el astral
la tenías a ella, la Emperatriz más noble, la Luna más hermosa que se haya
visto en eones, la Reina por la cual se enfrentaban ejércitos y se destruían
imperios, la Hechicera que domó al Dragón y restauró los pilares, pero en lugar
de reconocer que eras el más afortunado de los hombres te ibas a pasar el
tiempo con unas monas… ¿qué le hubieras hecho a aquella mujer insegura de sí
misma que es Lilith en el real?
— La hubiera amado,
protegido y respetado — respondió Jeraseth — hubiera consagrado mi vida entera
a hacerla feliz, hubiera renunciado a todo para conservarla a mi lado.
— No, la hubieras
hecho infeliz como en el paralelo que descartaron — dijo Vesphurs.
— No, esta vez no
hubiera cometido los errores que cometí — insistió Jeraseth.
— Eso dices pero
aquí seguiste cometiendo los mismos errores — prosiguió Vesphurs — tú debiste
de haberla sostenido cuando ella perdió a mi padre, tu principal deber de
segundo consorte era estar a su lado si algo le pasaba al primero… pero precisamente
cuando perdimos a Lucipher y mi madre te necesitaba más que nunca, le fuiste
infiel… mientras mi madre lloraba desconsoladamente entre mis brazos porque
había perdido a su hermano y esposo con quien al fin, después de milenios de
rencor y odio, se había reconciliado tú estabas follando con aquella a la que
llaman la Draconia… ¡lárgate de aquí!
Mientras tanto me
había puesto de pie, las palabras de Vesphurs habían vuelto a abrir aquellas
heridas, empezaba a recordar y entender los motivos por los que le pedí a Neph
que me borrara la memoria de esos años. De soslayo vi que Mordred estaba de pie
en la puerta, seguramente había escuchado la discusión y se sentía culpable de
haberle permito el ingreso a Jeraseth.
— Lilith — dijo
Jeraseth arrodillándose a mis pies — yo te amo, eres mi única esposa y mi única
reina, después de que nos casamos mi padre quería que yo tomara a una de mis
hermanas en segundas nupcias, pero me negué… cuando me dijiste que no querías
compartir esta vida conmigo me dolió tanto que lo dejé todo y me fui a Barzoom…
pero si quisieras darme la oportunidad de…
No le dejé terminar
lo que quería decirme, ya lo sabía, lo había empezado a sospechar desde hace
unos días que regresó de Barzoom… me quité el anillo que Jeraseth me había obsequiado
cuando contrajimos nupcias y se lo arrojé a la cara. Entonces sentí un mareo,
estaba soltando los lazos que me unían con él, los únicos lazos que en esos
momentos tenía con un Sol y eran los que me estaban sosteniendo… sentí frío y
todo empezó a oscurecerse a mi alrededor… en un último parpadeo vi que Niq
estaba sacando a Jeraseth de la habitación y me desvanecí entre los brazos de
Mordred que alcanzó a sostenerme antes de que cayera al suelo.
Cuando recuperé la
conciencia estaba recostada en el lecho con Vesphurs a mi lado. Mordred estaba
de pie contemplándonos preocupado. Sentí frío otra vez, seguía soltando los
lazos que me unían a Jeraseth… la oscuridad estaba envolviéndome de nuevo.
— Lilith está
perdiendo los últimos lazos que tiene con Jeraseth — le dijo Mordred a Vesphurs
— si los pierde todos se quedará dormida en un sueño semejante al de la muerte…
tienes que hacer lazos de pareja con ella ahora mismo.
— Ya lo intentamos,
pero no funcionó — murmuró Vesphurs preocupado — llamaré a Jeraseth, tal vez él
pueda evitar que ella siga perdiendo esos lazos.
Estaba perdiendo la
conciencia otra vez, entonces Mordred se inclinó sobre mí y me besó, sentí que
con ese beso me llenaba de luz, una luz azul como la de Lucipher… me levantó
del lecho poco a poco sosteniendo el beso hasta que abrí los ojos. La oscuridad
y el frío se habían alejado.
— Gracias — le dije
a Mordred mirando sus ojos oscuros — pero tu esencia es Muerte y Oscuridad, no
entiendo qué hiciste… ¿cómo pudiste darme luz con un beso?
— Digamos que fue
energía “egregórica” — me
respondió — por llamarla de alguna manera.
— Gracias por
salvarla — le dijo Vesphurs.
— Dale las gracias a
todas las personas que me confunden con Lucipher — le respondió Mordred.
Necesitaba
descansar, cerré los ojos. Ellos se quedaron a mi lado.
— ¿Cuánto tiempo
crees que puedas sostenerla con esa energía? — preguntó Vesphurs.
— Creo que puedo
hacerlo máximo por un mes — respondió Mordred — tienes que averiguar por qué la
creación de lazos de pareja que intentaron hacer no funcionó.
— Creo que no
funcionó porque Lilith no me desea como esposo — dijo Vesphurs.
— El deseo es básico
para la creación de lazos de pareja — dijo Mordred — sé que la amas y que ella
te ama, pero si ella no te desea lo único que podrán crear serán lazos de madre
e hijo.
— Lo sé — murmuró
Vesphurs — pero no sé que hacer para que ella me desee.
— Tienes que ser el
hombre que ella desea tener como esposo — concluyó Mordred.