in girum imus nocte et consumimur igni

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miércoles, 28 de abril de 2021

Una caída a Fantaso

Me quedé dormida, pero por alguna razón desconocida no pude llegar al plano astral. Me encontré en medio de una plazoleta de ladrillos rojos rodeada de casonas de estilo español. De pronto mi amiga Lucy apareció a mi lado saludándome como si hubiéramos quedado de encontrarnos allí. En eso vimos que se acercaban varias personas vestidas de manera variopinta.
 
— ¡Viene el Rey! — exclamaron esas personas con algarabía señalando un lugar.
 
Entonces reparamos en un palacete con las puertas de madera abiertas, de allí salió un hombre de unos cincuenta años, de tez blanca, cabello y barba rubios, estaba ataviado con un traje principesco de color azul con galones dorados y saludaba a todos con un rostro afable y benévolo.
 
Las personas a nuestro alrededor se arrodillaron al paso del rey y nosotras hicimos lo mismo para no llamar la atención. El rey pasó acompañado de dos oficiales saludando a todos con una sonrisa, las personas se fueron poniendo de pie y se retiraron poco a poco. Nosotras nos habíamos quedado de rodillas desconcertadas, entonces se nos acercó un hombre de cabello negro y tez morena, llevaba un traje negro con emblemas rojos.
 
— De pie, hermosas señoritas — nos dijo con un gesto cortés — bienvenidas al reino, síganme, les indicaré vuestros alojamientos.
 
Nos llevó a una de las casonas, esta tenía una distribución en U con un patio estilo andaluz con una fuente en el centro, jardines, bancas y faroles. Había varias puertas alrededor y nos indicó una habitación a cada una. Ingresé a la mía, estaba decorada al estilo shabby chic…  de entrada, al lado de una ventana, había una mesita redonda con dos sillas… al otro lado había un rincón de lectura con un estante con los libros de la colección Gótica de Valdemar, un sillón y una lámpara de pie… al fondo, pegada a la pared, había una cama primorosa con una lámpara y una cajita musical, al frente había una cómoda tocador con cofrecitos y perfumes, en el espacio entre la cama y la cómoda había una puerta, la abrí pensando que sería el baño pero era un closet con vestidos medievales y estantes llenos de accesorios. Me quedé pensando que era todo lo que me gustaría tener, como si me hubieran hecho un escaneo para fabricarme una habitación en la que estuviera a gusto.
 
Salí de esa habitación y toqué a la puerta de la habitación de mi amiga Lucy. La habitación tenía una distribución similar, pero en lugar de un rincón de lectura había un rincón de labores con una estantería llena de lanas e hilos, ella estaba sentada en el sillón tejiendo amigurumis y rodeada de gatos parecidos a su gato Munki, pero eran de diferentes edades, había gatitos pequeños jugando y gatos adultos acomodados en las sillas.
 
— Tenemos que salir de aquí — le dije alarmada — es el reino de Fantaso.
— ¿Y qué? — me respondió — no siento que haya algo malo, es bonito… aquí puedo tejer tranquila, también encontré una colección de los discos del Calamar y Camila.
— Por eso mismo — le insistí — nuestras habitaciones tienen todo lo que nos gusta y queremos tener porque es una trampa, quieren que nos quedemos aquí.
— Ay, Lilith — me replicó — haces mucho drama, nos podemos despertar cuando queramos.
— Voy a averiguar como podemos salir de aquí y regresaré por ti — le dije.
 
Salí de la habitación, crucé el patio y, aunque las puertas estaban abiertas no pude salir a la plaza, había una barrera invisible que me impedía pasar. Entonces regresé a mi habitación, me puse uno de los vestidos medievales e intenté salir, esa vez si puede pasar.
 
Estaba en la plaza buscando una salida cuando me vi rodeada de una muchedumbre, el tropel me empujó hasta un estrado muy ornamentado con telas y flores.
 
— ¡Ya empieza el concurso de belleza! — decía la gente — la dama que gane cenará y bailará con el rey esta noche.
 
Un guardia me tomó de la mano y me puso en una fila en la que también estaban otras mujeres con vestidos hermosos y tocados de fantasía, también estaban las princesas de los cuentos clásicos como la Cenicienta, Blancanieves y Ariel con sus vestidos característicos y apariencia humana. Nos repartieron unas piezas de cuarzo que supuestamente eran nuestros números para el concurso, examiné la que me dieron, era un pedazo de amatista, pero no vi ningún número grabado en ella.
 
Las candidatas empezaron a subir al estrado ornamentado mostrando sus habilidades y gracias, algunas danzaban, otras cantaban. Me dije que no me quedaba de otra que participar en el concurso y luego vería como salir de allí.
 
— ¡Tinúviel, Tinúviel! — escuché como fondo la voz de Mordred buscándome.
 
Entonces llegó mi turno, me subieron al estrado. Desde lo alto contemplé a la muchedumbre, entre las personas había criaturas fantásticas como sátiros, mujeres ciervo y hadas.
 
— Muéstrenos su gracia, bella dama — me dijo el maestro de ceremonias.
 
Seguía escuchando la voz de Mordred llamándome, supe que su voz podía guiarme para salir de allí… entonces tomé mi apariencia de lechuza y me elevé despojándome del vestido que cayó sobre el estrado. Batí mis alas con todas mis fuerzas siguiendo su voz, me di cuenta que tenía la pieza de amatista entre mis garras, la solté y seguí elevándome.
 
— ¡Tinúviel! — insistía Mordred llamándome.
 
Finalmente pude salir del plano de Fantaso y me encontré con Mordred, quien bajo su apariencia de cuervo, estaba esperándome en las sendas astrales.

Liliana Celeste Flores Vega - 28 de abril del 2021
Imagen: Candra
 

sábado, 24 de abril de 2021

En alas del deseo

Estaba desconsolada, después de todo lo que Vesphurs y yo habíamos hecho y aún teníamos que hacer para poder estar juntos las obligaciones de ser los emperadores del astral azul nos ubicarían en reinos diferentes. Recordé que Lucipher y yo tampoco habíamos querido esa responsabilidad. En un principio nuestros hermanos mayores Sumaq, la bella resplandeciente, y Kukul, el que cantaba como las aves, estaban destinados para ser los herederos que ocuparían los tronos del Sol y de la Luna respectivamente. Luc, que ese era el nombre de mi hermano antes de recibir el título de Lucipher, estaba destinado a un matrimonio que crearía una alianza con el astral amarillo, y yo, que en ese entonces llevaba el nombre de Lily, contraería nupcias para forjar una alianza con el astral rojo. 
 
Pero el orden del astral azul se vio trastocado cuando Sheithan, el segundo consorte de nuestra madre, la convenció de unir el astral azul con el astral rojo de manera definitiva creando un único astral morado gobernado por ambos. Para eso decidieron el matrimonio de Sumaq con Petrus, el hijo de Sheithan. Tenía recuerdos borrosos de aquella vida en la que caminamos sobre un mundo cuya geografía era parecida al altiplano andino. Killa era nuestra madre y Xiuel ocupaba el lugar de nuestro padre Xuqui quien llevaba varios siglos desaparecido. Luc también estaba perdido y yo había hecho lazos de unión con Mortwuld, no lo amaba, pero él había sido mi consuelo desde que mi hermano había desaparecido, como luna sin sol me había refugiado en la oscuridad, llevaba mi duelo de la mano con la muerte.
 
Recordaba cuando llegó Sheithan acompañado de su séquito. Estaba con Mortwuld en el mirador, siempre oteaba el horizonte con la vana esperanza de algún día ver volver a Luc, Mortwuld entendía mi tristeza y siempre estaba a mi lado como una sombra que me cobijaba. Entonces divisamos la comitiva que se acercó hasta el portal del castillo de piedra, Sheithan encabezaba la marcha y detrás cabalgaba Petrus, su hijo. Era un guerrero de porte altivo y largo cabello negro, al sentirse observado levantó la cabeza y nuestras miradas se encontraron, algo en mi vibró en una frecuencia mágica, él era Sol… sonreí por primera vez en siglos, él me devolvió la sonrisa y en sus ojos color esmeralda vi que él también había sentido esa vibración mágica al percibir que yo era Luna. Corrí con una nueva esperanza naciendo en mi corazón a avisarle a mi madre que habían llegado los visitantes que esperábamos.
 
Durante la cena hablaron de un matrimonio para reforzar la alianza que teníamos con los rojos. Por primera vez yo había dejado mis ropajes grises y me había ataviado con un vestido azul y llevaba una corona de flores blancas, Petrus estaba vestido como un príncipe e intercambiábamos miradas esperando que decidieran nuestro compromiso, era lo lógico, Sumaq era Sol y se casaría con Kukul que era Luna para ocupar el lugar de nuestros padres cuando llegara el tiempo. Yo estaba destinada a un enlace con un Sol rojo. Grande fue nuestra sorpresa y decepción cuando mi madre y Sheithan dijeron que Sumaq se casaría con Petrus. Kukul se levantó airado reclamando que Sumaq era por derecho su prometida. Empezaron a discutir, Mortwuld me tomó del brazo y me sacó de la sala.
 
Empezaron los preparativos para la boda. Caí enferma y me llevaron unos días a los manantiales curativos. Me recuperé apenas lo necesario para asistir a la ceremonia. Cuando llegué, del brazo de Mortwuld, me extrañó no encontrar a Kukul. Le pregunté a mi madre dónde estaba mi hermano y ella me respondió que él se había marchado… y supe que él no volvería como no había vuelto Luc ni nuestro padre. Entonces Sumaq se puso de pie en medio de la sala y empezó a cantar, su canto era como un trino de aves, como la voz de Kukul… sentí un escalofrío y supe que habían hecho algo abominable: Lo habían sacrificado y ella había devorado su gema.   
 
Trastornada al conocer el destino fatal de mi hermano salí de la sala, me derrumbé en el jardín y rompí en llanto. Entonces Petrus se acercó a mí y me abrazó… me dijo que se había enamorado de mí en el momento que nuestras miradas se cruzaron, que él deseaba casarse conmigo, pero tenía que obedecer a su padre, se casaría con Sumaq pero encontraría un pretexto para no consumar las nupcias astrales. Escuchamos a Mortwuld buscándome, Petrus me besó y me dejó en el jardín. Vi a Mortwuld acercándose y corrí con todas mis fuerzas hasta llegar al acantilado, abajo rugía el mar y me lancé a sus aguas.
 
Me limpié una lágrima. Petrus ya no estaba, él también había encontrado la muerte cuando fue su turno de sentarse en el Trono Dorado… Vesphurs y yo habíamos asistido a sus exequias en las que colocaron el cofre que guardaba los restos de su gema en una hornacina en el Templo del Dragón. Entonces caí en cuenta que nosotros no habíamos hecho exequias para Luc, nos negábamos tanto a aceptar su pérdida que conservábamos el cofre que guardaba los restos de su gema en un altar en la Torre Estelar de nuestra mansión y cuando hablábamos de él seguíamos llamándolo Lucipher como si aún estuviera presente y llevando el título de Emperador del astral azul. Entonces deduje que teníamos que realizar las exequias para que Vesphurs pudiera recibir el título.
 
Era una situación excepcional para nosotros. El primero en llevar el título de Lucipher había sido nuestro abuelo Khun, quien lo estableció en memoria de su padre Lugh cuando se unificaron todos los reinos del astral azul bajo un único gobierno después del conflicto contra el Gran Terror Rojo. Khun le entregó el título a Xuqui cuando ascendió, y de la misma manera Xuqui le otorgó el título a Luc cuando ascendió. Nunca habíamos realizado funerales para un Emperador del astral azul. No había un protocolo a seguir, pero Luc había ocupado el trono del Templo del Sol del Reino del Sur, decidí que su funeral sería como los que se hacían para los gobernantes de Huaca Sian.
 
El cofre que guardaba los restos de su gema debería de ser depositado en una hornacina del Templo del Sol en una ceremonia en la que sacrificaría a sus jaguares para que sean los guardianes de su tumba. Luego el Templo del Sol sería sellado. Vesphurs no ocuparía ese trono, así como yo había abandonado el trono del Templo de la Luna del Reino del Norte para marcharme al Reino del Oeste él debería de… y volví a quebrarme porque siguiendo esa lógica él debería de marcharse al Reino del Este pues renacería como un nuevo Sol… y el sol nace en el este.
 
El destino se empeñaba en separarnos, cerré los ojos y me quedé dormida. Crucé las sendas astrales y llegué a mi mansión. Mordred me estaba esperando en el balcón de la alcoba, me recibió con una sonrisa seductora, estaba con una bata de baño con el cabello aún húmedo y había preparado una mesita con una botella de vino y dos copas.
 
— ¿En serio crees que tengo ánimos para una velada romántica? — le reproché.
— Lo siento, no quise que lo malinterpretaras — me respondió — estoy aquí para escucharte y darte mi apoyo en todo lo que pueda.
 
Me refugié entre sus brazos y lloré… lloré por todo lo que no había llorado: por la pérdida de Luc y la muerte de todos los Soles que se inmolaron en el Trono Dorado, por las infidelidades de Jeraseth, por el distanciamiento de Mortwuld, por la indiferencia de los hassassins y los guerreros del norte, por todas las traiciones, las mentiras y los secretos que había descubierto… y por el incierto destino que me esperaba con Vesphurs. Mordred me abrazó estrechándome dulcemente contra su pecho… me dejó llorar y gritar, incluso soportó estoicamente que le clavara las uñas en el brazo y lo golpeara en el pecho mientras soltaba todo el dolor contenido.
 
Cuando me hube calmado me hizo sentarme en una de las sillas de mimbre, se arrodilló a mis pies y secó mis lágrimas con el dorso de su mano. Le dije que teníamos que hacer los preparativos para las exequias de Luc y le expliqué que había llegado a la conclusión de que Vesphurs no debería de ocupar el trono del Templo del Sol en el Reino del Sur y que le correspondería instalarse en el Reino del Este.
 
— Cálmate — me dijo sirviéndome una copa de vino y arrodillándose otra vez a mis pies — Luc tendrá un funeral magnífico, digno del Emperador del astral azul que fue: el hijo del Dios Jaguar que fue exiliado y olvidado, que sufrió traiciones y torturas pero, aun teniéndolo todo en contra, se alzó como un Sol que trajo la luz a un astral hundido en el caos y la oscuridad, un guerrero valiente, un héroe que se inmoló en el Trono Dorado y un hombre que te amó durante milenios y luchó en nombre de ese amor hasta conseguir que lo amaras. Yo mismo me ocuparé de los preparativos, él se merece más que el sacrificio de sus jaguares, haremos un extraordinario torneo en su nombre, los juglares cantarán himnos a sus hazañas y brindaremos en su memoria… pero sin lágrimas, porque él nunca quiso que te convirtieras en una luna menguante oscurecida por los velos luctuosos de un eterno duelo, él te dejó a Vesphurs para que brillaras en el cielo nocturno con toda la majestuosidad de una luna de plata.
— Sellaremos el Templo del Sol — le dije conmovida — y el título de Lucipher morirá con él… nadie más merece llevar ese título.
— No, nadie más lo merece — me confirmó tomando mis manos — porque nunca habrá nadie más digno y porque nadie más merece llevar esa carga. Yo también había llegado a la conclusión de que Vesphurs no debería de quedarse en el Reino del Sur, pero tampoco debe de quedarse en el Reino del Este. Precisamente estuve leyendo el libro que te dejó… antaño el astral azul estuvo divido en cuatro reinos principales: Scandia en el Norte, Huaca Sian al sur, Céltica al oeste y Sindhu al este. Después que el Gran Terror Rojo arrasó con los astrales se suscitaron muchos cambios, el astral rojo y el astral amarillo se reorganizaron en reinos que asimilaron a los dioses sobrevivientes de los panteones que habían quedado destruidos. Pero en el astral azul habían quedado muy pocos dioses, todo el panteón de Sindhu fue aniquilado y los otros panteones quedaron incompletos, entonces se unieron en un solo reino.
— Si — le corroboré un solo reino bajo el gobierno de un Emperador y una Emperatriz, aunque se mantuvieron las tradiciones y costumbres de cada reino original en sus respectivos territorios. La sede se levantó en el centro, se construyó un palacio con dos tronos, Sol y Luna respectivamente. El abuelo Khun con el título de Lucipher y la abuela Shia con el título de Lilith fueron los primeros que asumieron la responsabilidad como Emperadores del astral azul.
— Después de la ascensión de Xuqui y Killa al plano primigenio, Luc y tú se instalaron en el palacio y ocuparon los dos tronos respectivos — prosiguió siguiendo el hilo de los acontecimientos — luego  recibieron la advertencia de un ataque inminente y el palacio fue destruido, entonces Luc se fue al Reino del Sur y tú al Reino del Norte, pero he visto que en el Reino del Sur frente al Templo del Sol hay un Templo de la Luna… ¿por qué no se fueron juntos al sur para ocupar esos tronos?
 
Si lo habíamos hecho, pero luego terminamos nuestra relación de pareja en el real y cada uno tomó su camino.
 
— Si lo hicimos — le respondí — pero por algún motivo no pude enlazarme adecuadamente con el trono del Templo de la Luna. Y además la relación de pareja que teníamos en real se había vuelto demasiado tóxica, decidimos separarnos y mantener nuestro matrimonio solo a nivel astral para cumplir con nuestras obligaciones. Luc ocupó el trono del Templo del Sol en el Reino del Sur y yo regresé al Reino del Norte, que era el lugar en donde había vivido la mayor parte de mi existencia, y ocupé el trono de la Luna en el Palacio de Invierno.
— ¿Sabes por qué no pudiste enlazarte adecuadamente con el trono del Templo de la Luna en el Reino del Sur? — me preguntó, le devolví la pregunta con la mirada porque sabía que él tenía la respuesta — porque desde que empezaste a ejercer como shamana en esta vida has tomado como orientación el lugar de tu nacimiento y no tu verdadera esencia almática. Tú has nacido en un país bajo la influencia mágica de Huaca Sian pero tu esencia vibra en la frecuencia del Reino del Oeste, anoche Vesphurs dijo que heredaste tus alas de lechuza del abuelo Khun quien es hijo de Lugh y Ariadna, tu esencia almática es céltica. De la misma manera que la esencia almática de tu mejor amiga, quien también ha nacido en el mismo país que tú, es mexica.
 
Ya lo había pensado antes pues, aunque amaba las tierras en las que había nacido, siempre había sentido una atracción por la cultura celta. En los sueños de mi infancia y en mis primeras visiones en el espejo aparecían los castillos, los bosques y los círculos de piedra de Hispania y Britannia, pero había creído que era producto de mi memoria atávica por la mezcla de sangres que llevo y las historias que contaban en mi familia sin reconocer que era la memoria de mi esencia almática.
 
— Pero yo soy hija de Killa — reflexioné — es correcto que naciera en ese país.
— Si — me confirmó — y también es correcto que nacieras con la mezcla de sangres que tienes, te prepararon para estas épocas de cambio. El país en el que naciste es un reflejo de Huaca Sian, te enviaron a nacer allí porque como hija de Killa primero tenías que desempeñarte como su shamana pues ella es una diosa y ya no puede encarnar, tú fuiste su herramienta para que ella pudiera hacer los rituales que tenía que hacer en el real para cerrar un ciclo.
— Si, sé que durante esos años fui su herramienta — le dije recordando — nunca tuve problemas para realizar aquellos rituales en el real y además astralmente podía enlazarme perfectamente con el trono del Templo de la Luna en el Reino del Sur.
— Deduzco que parte de la herencia genética de tu contexto carnático te sirvió para poder realizar aquellos rituales en esas tierras, aplicaste intuitivamente la magia de sangre — me respondió — y astralmente podías enlazarte perfectamente con el trono del Templo de la Luna porque tenías un vínculo que te hacía una con Killa, pero cuando ella ascendió empezaste a tener problemas para vibrar en la misma frecuencia del trono ¿verdad?
 
Tenía razón. Después de que Killa y Xuqui ascendieron noté una diferencia. Las Huacas ya no me hablaban como antes y empecé a tener dificultades de sintonía mágica, pensaba que se debía a un bloqueo ocasionado por todos los problemas que tenía con Luc.
 
— Siente tu esencia almática — me dijo mirándome a los ojos — perteneces a un grupo de recreación medieval… lo que te llama son los castillos medievales, los bosques encantados, las gestas de caballeros y los cuentos de hadas… te sientes auténtica cuando te pones tus vestidos de princesa y recorres el castillo que se alza junto al mar, lo he notado en tus fotografías, ese brillo en tu mirada. Tienes afinidad con el Reino del Norte porque su vibración mágica es muy parecida a la del Reino del Oeste. Por eso tú deberás de ocupar el trono de la Luna del Reino del Oeste, el que se encuentra en medio del bosque encantado y fue el trono de Ariadna.    
— Sé cuál es el lugar que debo ocupar, lo sentí de inmediato cuando me instalé en este reino — le dije con convicción — fue como volver a los sueños de mi infancia, me siento en paz por haberme reencontrado con mi esencia almática y con la explicación que me has dado no me quedan dudas de que es aquí a donde pertenezco… pero lo que me entristece es que Vesphurs no se quede a mi lado, levantamos esta mansión con la intención de que fuera nuestro hogar.
— Después de todo lo que hemos hablado — prosiguió — ¿tú crees que Vesphurs, ya convertido en Luzbel, vibrará en la misma frecuencia que el trono del Templo del Sol en el Reino del Sur?
— No, no lo creo — le respondí — él no es un jaguar de Huaca Sian como Luc, aunque llegó a hacer su ritual de iniciación en el Amazonas.
 
Mordred me había quitado un zapato y se entretenía acariciándome el pie, yo lo dejaba hacer porque su toque delicado y acompasado me relajaba. Hizo un movimiento y la bata se le deslizó por los hombros brindándome la vista de sus pectorales, me sonrió con picardía… pensé que tal vez debería de dejarme llevar y olvidar las preocupaciones entre sus brazos, beber el delicioso vino que me daba con cada beso… pero sería un olvido y una embriaguez que me aliviarían solo por un momento, me despertaría con una sonrisa que en el transcurso del día se desvanecería.
 
— Luc era como nuestro padre y como nuestra abuela, Shia, la leona de los dientes de sable — dije retirando mi pie de sus manos y recogiendo mis piernas contra mi pecho encerrándome nuevamente en mi dolor — la misma esencia salvaje e indómita. Vesphurs es diferente… por eso decidí que él no ocuparía el trono en el Templo del Sol y llegué a la conclusión de que, cuando renazca como un nuevo Sol, deberá de instalarse en el Reino del Este.
— ¿Cuál es el animal totem de Vesphurs? — me preguntó sentándose cruzando las piernas.
— Se convierte en un felino blanco con alas de plumaje nevado — le respondí.
— Una variante del grifo — murmuró para sí mismo — pero eso es ahora que tiene una naturaleza dual, el felino blanco ha de ser la manifestación femenina y lunar.
 
Me quedé desconcertada por su razonamiento. Ya había imaginado a Vesphurs como una pantera blanca con pelaje suave y ojos azules.
 
— Pienso lo contrario — le refuté — sus alas han de ser la manifestación femenina y lunar. Cuando procedamos con lo que debemos de hacer seguramente será una pantera blanca.
— No — dijo Mordred con seguridad — ¿alguna vez, por deseo propio, te ha hecho suya montándote como un felino salvaje?
 
No, por deseo propio nunca lo había hecho, un par de veces Luc lo forzó a montarme de esa manera y Vesphurs obedeció, pero no tenía ese salvajismo natural… él era apasionado y tierno cuando me hacía el amor, le gustaba hacerme suya mirándome de frente, me cubría con delicadeza y gracia como si fuera… como si fuera un ave.
 
— Vesphurs es el ave — dijo Mordred haciendo eco a mis pensamientos — él te envía mensajes con colibríes, puede controlar a las aves… además canta y le gusta anidarte entre sus brazos. Es fiel, siempre dice que tú eres y serás su única mujer, por esa fidelidad tal vez sea un cisne o una paloma, por su voz podría ser un gorrión… aunque yo creo que por su elegancia es un pavo real. Y la esencia almática de Vesphurs también es céltica, eso se nota a leguas… por eso él debe de quedarse en el Reino del Oeste ocupando el trono que fue de Lugh.
— ¡Entonces Vesphurs se quedará con nosotros! — exclamé emocionada.
— Si, él se quedará con nosotros en el Reino del Oeste — me confirmó — ¿ahora entiendes por qué había preparado una celebración?
 
Salté de la silla y lo abracé y besé con tanto ímpetu que lo hice tambalearse en la postura en la que se encontraba, pero él pudo mantener el equilibrio apoyando las manos en el suelo, aunque faltó poco para que termináramos tumbados sobre los adoquines de ladrillo… y nos reímos con una risa sincera y fresca llena de esperanzas.
 
Cuando nos calmamos nuestras miradas se encontraron, yo había quedado a horcajadas sobre él, pude ver el deseo en sus ojos… me tomó de la cintura y se mordió los labios, una apasionada súplica de hacerme suya… y yo también sentí el deseo de hacerlo mío pero tuve miedo, miedo de empezar a quererlo de la manera en la que alguna vez quise a Mortwuld… me recordé que estábamos juntos por las circunstancias y me dije que toda esa marea de sensaciones se debía a la energía egregórica, cuando ya no fuera necesario que él me diera esa energía para sostenerme ambos dejaríamos de sentir esa atracción. Me recompuse poniéndome de pie, me senté en la silla y con un gesto le reclamé que mi copa estaba vacía. 
 
— Nosotros regiremos el Reino del Oeste — dije mientras Mordred llenaba mi copa de vino — además restauraremos el orden del astral azul como fue en un principio. Serán cuatro reinos, cada uno con dos gobernantes, sus esencias almáticas deben de corresponderse con el reino que regirán para que puedan ocupar los tronos respectivos de Sol y Luna en armonía mágica.
 
Mordred se sirvió una copa de vino y se sentó en la silla frente a mí, aún sentía su mirada de deseo. Teníamos que reorganizar los panteones. El problema lo encontraba en el Reino del Este pues todos los dioses del panteón de Sindhu habían sido aniquilados en las épocas que el Gran Terror Rojo asoló los astrales, pero encontramos en el libro unas referencias sobre un panteón secundario que también se había ubicado en esos territorios astrales: los dioses que en Gaia habían sido conocidos como los griegos y que, durante el reinado de Sheithan como segundo consorte de Killa, habían bebido la sangre del Dragón transmutando su esencia azul a roja. Entre copas de vino y lujuriosas miradas furtivas, conseguimos elaborar un plan a seguir.  
 
— Entonces ¿renunciarás al título de Emperatriz del astral azul? — me preguntó.
— Si, gobernar todo un astral es mucha responsabilidad — respondí.
— ¡Salud por eso, mi reina! — exclamó y me besó.
 
Bebí de su boca ese licor que me embriagaba más que el vino. Y ya no pude controlar más el deseo que sentía por él, me puse de pie y me despojé de mi vestido, él se deshizo de la bata y me recibió entre sus brazos… me senté sobre sus piernas, intercambiamos besos y caricias… y el resto lo hizo la pasión acrecentada por nuestros intentos de controlarnos durante la velada.
 
Tenía su hombría dentro de mí, subía y bajaba en acompasado vaivén mientras él me sujetaba de la cintura. Mi mirada clavada en sus ojos oscuros mientras enlazaba mis brazos alrededor de su cuello, las piernas me temblaban pero lo estaba disfrutando tanto… entonces volvimos a besarnos, cerré los ojos cuando Mordred insufló en mí esa energía a la cual me había hecho adicta, mis alas de lechuza se desplegaron y mis manos se volvieron garras sobre sus hombros… sentí unas ansias de volar hacia el cielo nocturno en una cópula aérea pero yo no tenía las fuerzas suficientes para levantarnos en vuelo… pero el lazo que nos unía hizo que él sintiera el mismo vehemente deseo, Mordred se puso de pie sujetándome entre sus brazos, rodeé sus caderas con mis piernas y sentí que desplegó sus alas… abrí los ojos y vi sus alas de plumas negras como las de un cuervo.
 
Y unidos levantamos el vuelo hacia la inmensidad de la noche. Nuestras bocas unidas en un beso, volví a cerrar los ojos mientras batía mis alas y sentía el batir de las suyas imaginándome que era Lucipher quien me sostenía entre sus brazos, rememorando aquel vuelo que hicimos en la isla que emergió de las profundidades del mar para ser el escenario del juicio de los Primigenios, aquella última vez que nos unimos en una cópula ritualística como shamanes de Killa y Xuqui… el vuelo místico que impulsó a nuestros padres a ascender al plano primordial.
 
— ¡Lucipher! — exclamé estremeciéndome en un orgasmo de destellos azules.
— ¡Lilith! — exclamó él agitándose al derramar su deseo dentro de mí.
 
Nos quedamos suspendidos en la bóveda etérea, nuestros cuerpos vibrando en la misma sintonía, nuestros pechos unidos reforzando el lazo íntimo que habíamos creado la noche anterior… entonces escuchamos la música de las esferas y un resplandor de luz blanca nos envolvió… abrimos los ojos, miramos hacia arriba y vimos una brecha abierta en el techo del cielo. Mordred estaba deslumbrado contemplando la luz que nos empezó a succionar, pero yo pude reaccionar a tiempo.
 
— ¡Hacia abajo! — grité forzándolo a descender luchando contra esa fuerza que quería elevarnos.
 
Nos precipitamos en una caída libre llevándonos de por medio golpes y rasguños contra el frondoso ramaje de los árboles milenarios hasta que aterrizamos accidentadamente sobre la hojarasca en algún lugar del bosque. Nos quedamos durante un buen rato maltrechos y atontados, nos habíamos protegido mutuamente con nuestras alas para amortiguar el impacto. Miré hacia arriba y pude ver que la brecha se estaba cerrando.
 
— ¿Qué fue eso? — me preguntó Mordred poniéndose de pie y sacudiéndose las hojas secas.
— Abrimos una brecha hacia el plano primordial — le respondí conmocionada.
— ¿Qué hubiera pasado si la cruzábamos? — me preguntó ayudándome a ponerme de pie.
— Hubiéramos ingresado al plano primordial — le contesté sintiendo un escalofrío.
— ¿Eso hubiera tenido consecuencias? — me preguntó quitándome unas ramitas del cabello.
— No en el astral — le respondí — simplemente nos hubieran enviado de regreso a este plano. Pero pudo haber tenido consecuencias fatales en el real, si el cordón que nos une a nuestros cuerpos se rompía. Nunca debemos de repetir lo que hemos hecho esta noche.
— Entiendo — dijo abrazándome — pero fue tan hermoso volar contigo.
 
Empezamos a caminar de regreso a la mansión.
 
— ¿Puedes transformarte en cuervo? — le pregunté reparando en nuestro estado — sería incómodo que lleguemos a la mansión desnudos y con tantos rasguños.
 
Mordred asintió tomando la apariencia de un cuervo y yo tomé mi forma de lechuza. Sobrevolamos el bosque y divisamos el lugar en el que se encontraba el trono que había ocupado Ariadna, también vimos el lugar donde se alzaba el trono que había sido de Lugh. Llegamos a la mansión e ingresamos a la alcoba por el balcón.

Liliana Celeste Flores Vega - 09 de abril del 2021
Imagen: https://www.deviantart.com/jdelnido
 
 

viernes, 16 de abril de 2021

Cuando la luna necesita un abrazo de sombras

Tres días después de recibir aquel beso del hijo de Morrigan volví a sentir aquella debilidad. Estaba escribiendo mis memorias cuando de pronto me sentí cansada y mareada, el frío y la oscuridad me envolvieron nuevamente… tuve que recostarme para descansar.
 
Me quedé dormida. Cuando llegué a mi mansión onírica en el Reino del Otoño encontré a Mordred esperándome en el saloncito de estar.
 
Vesphurs me pidió que estuviera al pendiente por si te sentías débil de nuevo — me dijo, tomó mis manos y examinó mi semblante — estás fría y pálida, creo que necesitas que lo hagamos todas las noches.
— Iba a pedírtelo — le respondí.
 
Mordred me acompañó a la alcoba y nos sentamos en el lecho, era una situación inusual y un poco incómoda. Los cortinajes del ventanal estaban cerrados, la tenue luz de las lámparas creaba una atmósfera de intimidad, se percibía un ligero aroma a incienso de rosa y sándalo, en la mesa había dos copas y una botella de vino dorado casi vacía… supe que Vesphurs y Niq habían estado juntos la noche anterior.
 
No sabía si recostarme en el lecho para que Mordred pudiera proceder como lo hizo la noche pasada o permanecer sentada. Pensé que si me acostaba pasivamente él podría interpretarlo como una invitación a algo más, así que me quedé sentada y él se sentó a mí lado… nos quedamos un rato en silencio contemplando los brocados de los cortinajes, ambos sentíamos lo forzado de la situación y no sabíamos cómo empezar.
 
El silencio se hizo incómodo, escuchábamos el tic tac del reloj de pie que estaba en una esquina de la alcoba como si estuviera apurándonos para que lo hiciéramos. Finalmente, Mordred acarició mi cabello propiciando un aproximamiento más natural… acercó su mejilla a la mía, sentí la excitante aspereza de su barba crecida. Recordé que Lucipher, las pocas veces que se mostraba cariñoso, solía hacer el mismo gesto y rasparme la mejilla con su barba.  
 
La tensión que había entre nosotros empezó a ceder. Mordred tenía los ojos oscuros, pero sus ojos no tenían esa oscuridad de abismo insondable que tienen los ojos de Mortwuld… tenía una mirada dulcemente seductora, sin esa malicia pérfida que tienen los ojos de los hijos de Thanatos. Rozó mis labios con los suyos, percibí un ligero sabor a vainilla, intercambiamos unos besos tímidos hasta que adquirimos confianza... entonces me abrazó con delicadeza acercándome a su cuerpo y me besó… su boca unida a la mía mientras que me insuflaba esa energía que hacía que se alejaran el frío y la oscuridad.
 
Me gustaba la sensación que me producía esa energía, era tan reconfortante… y adictiva. La tibia luz que Mordred me transfería había desplazado al frío y a la oscuridad, me envolvía una dulce sensación placentera. Entonces, al sentir que me había recuperado, él dejó de canalizarme energía… pero yo quería más, mordí sus labios suavemente como un reclamo.
 
— Dame más — le demandé sentándome sobre sus piernas y enlazando mis brazos alrededor de su cuello.
 
Sentí sus manos posándose sobre mis caderas con firmeza, lo besé e introduje mi lengua en su boca saboreando su paladar, quería más de esa energía...  él me correspondió apasionadamente canalizando la energía que yo deseaba con tantas ansias, acaricié su nuca y sus hombros sin dejar de besarlo. Sentí su cálida erección entre mis piernas, su excitación hacía la energía más deliciosa, casi embriagadora. Lo estimulé realizando un ligero vaivén con mis caderas, él arremangó las faldas de mi vestido para acariciar mis piernas… poco a poco me fue tumbando sobre el lecho buscando una posición más cómoda.
 
Mordred jadeaba sobre mí, con la mano derecha estrujaba uno de mis pechos y con la izquierda se apoyaba manteniendo el equilibrio para no cargarme con todo su peso… no puedo negar que yo también estaba excitada, aunque era más por la embriaguez que me causaba esa deliciosa energía que por sus caricias… pero cuando sentí su miembro viril buscando el camino entre mis muslos reaccioné y me desperté.
 
No pude estar tranquila durante el resto del día, necesitaba más de esa energía especiada con su excitación, se me había quedado como miel en los labios… también me pregunté cómo sería sentirlo dentro de mí… ¿Podría llenar, al menos por un instante, el vacío que me había dejado Lucipher? ¿Podría reemplazarlo?
 
Si, podría reemplazarlo por un mes, no más. Lo que Mordred me daba era energía "egregórica" como él mismo la había nombrado, la había acumulado durante años, pero al paso que íbamos se agotaría pronto. Solo Vesphurs podría reemplazar a Lucipher de manera permanente, teníamos que hacer el ritual para que él se convirtiera en Luzbel… pero yo tenía miedo que, aún después de someterlo a aquella transmutación, falláramos creando lazos de pareja entre nosotros.
 
Sentí nostalgia, extrañaba tanto a Lucipher. Entre lágrimas me quedé dormida. Cuando llegué a mi mansión onírica Mordred estaba esperándome en la alcoba a media luz.
 
Lamento mucho lo sucedido esta tarde — le dije pidiéndole disculpas por la manera intempestiva en la que lo había dejado y reconociendo que era mi culpa el haberlo provocado hasta llevar nuestro encuentro a una situación equivocada.
 
Como respuesta Mordred me tomó entre sus brazos y me besó apasionadamente, me dejé llevar por su vehemente arrebato tan parecido a los que tenía Lucipher cuando nos encontrábamos. Me llevó al lecho, entre besos y caricias nos despojamos de nuestras vestimentas hasta quedarnos desnudos. Sin duda él estaba deseoso de culminar lo que habíamos empezado esa tarde… y yo también. Me reproché sentir ese deseo, había llegado arrepentida de haber causado esa situación con Mordred, pero hace tantas lunas que no me sentía tan deseada por un hombre.
 
Si, estaba Vesphurs que me amaba y me deseaba… pero en nuestros encuentros siempre faltaba algo: la chispa adecuada… él no tenía esa esencia netamente masculina que era lo que me atraía de Lucipher, ahora sabía que se debía a su naturaleza dual y que ese era el motivo por el cual no habíamos podido crear lazos de pareja cuando lo intentamos la noche pasada… yo necesitaba un hombre que emanara ese olor de macho en celo y despertara mis deseos lujuriosos, un hombre como Mordred… pensé que si conseguía crear lazos de pareja con Mordred quedaría demostrado que el problema era la condición de Vesphurs.
 
— Espera — le dije recordándole que la decisión era mía — quiero verte.
 
Mordred se incorporó quedando de rodillas sobre el lecho. Tenía los mismos rasgos faciales varoniles que tiene en el real excepto por una ligera diferencia en el arco de las cejas. Su cabello era igual de oscuro, pero lo llevaba largo y le caía en mechones desordenados hasta los hombros. Contemplé la definida musculatura de su pecho y sus brazos, mi mirada recorrió su anatomía y se detuvo en su desafiante erección, era un hombre bastante atractivo… se mordió los labios, le complacía que lo examinara como si fuera un esclavo que se compra para satisfacer deseos lascivos, tenía el cuerpo perfecto para fustigar con un látigo… entonces noté que no tenía cicatrices de guerra ni marcas de ritual. Morrigan y Thur Pendragon no lo habían reconocido, él debería de llevar la imagen del dragón en la espalda y los anillos celtas en los brazos.
 
Percibí su nerviosismo, estaba a la expectativa esperando mi veredicto… si, era un hermoso y brioso semental, asentí con una sonrisa dándole mi aprobación… entonces Mordred se inclinó sobre mí y me besó, la energía que me dio con ese beso fue como un sorbo del mejor vino, definitivamente el añadido de su excitación la volvía embriagadora. Siguió lamiendo mi cuello y besando mis hombros, se entretuvo con mis pechos, bajó hasta mi vientre y se acomodó entre mis piernas. Lamió mi sexo y estimuló mi clítoris arrancándome gemidos de placer que tuve que moderar para no levantar las sospechas de mis doncellas de servicio.
 
Luego me tomó de las caderas y me penetró, centímetro a centímetro me consultaba con la mirada temeroso de que mi cuerpo no pudiera albergar toda su hombría, al llegar a cierto punto lo detuve, no por incomodidad ni dolor, lo hice porque Lucipher me llenaba hasta allí... no sé si Mordred lo entendió o solo pensó que esa era la medida que me complacía, me embistió respetando la pauta que le había dado… rodeé su cintura con mis piernas, era una postura bastante cómoda que a él le permitía sujetarme firmemente para mantener un ritmo acompasado y a mí me permitía admirar su cuerpo… y por primera vez, desde la muerte de Lucipher y mi separación de Jeraseth, me permití disfrutar del placer que me podía dar un amante.
 
Entonces sucedió… el ventanal se abrió empujado por el viento, la luz de la luna entró a la alcoba llenándola de su luz azul argento creando una escena fantasmagórica… los preludios encantados que preceden a una unión mágica. Sentí que en mi pecho se abría aquella hendidura que es el nido en donde se forman las gemas almáticas y la fuente de donde nacen los lazos mágicos… contemplé a Mordred, en su pecho también se había abierto aquella hendidura… de mi pecho surgió un lazo de luz azul argento con esencia de luna y de su pecho un lazo oscuro con esencia de noche… y los lazos nos unieron creando un vínculo mágico.
 
El deseo nos había unido, luz de Luna y oscuridad de Muerte. Un vínculo semejante al que tuve con Mortwuld durante el tiempo que Lucipher estuvo perdido en los mundos amarillos y que me convirtió en la Luna de la Muerte, la portadora del cirio que nunca se apaga, el fanal funeral con el que guiaba a los einherjers… un vínculo que me daba el poder de manejar la magia oscura. Mordred tomó mis manos y me levantó acercando su pecho al mío, me sujetó firmemente de la cintura y yo enlacé mis brazos a su cuello, nos besamos… la unión estaba consumada. Y sosteniéndome en ese abrazo se levantó del lecho, me apoyó contra la pared y siguió embistiéndome apasionadamente… nuestras bocas seguían unidas, me insufló esa energía a la que ya me había hecho adicta… cerré los ojos, esa tibia luz azul me llenaba y me envolvía.
 
— ¡Lucipher! — exclamé, él se detuvo y se retiró de mi cuerpo.
 
Me dejó de pie en el suelo, quedamos frente a frente pero las sombras cubrían su rostro, no podía ver su expresión… por un instante creí que se había molestado que lo llamara con un nombre que no era el suyo, aunque lo usurpara involuntariamente… entonces me empuñó del cabello y me arrastró al lecho, me empujó de bruces sobre los almohadones y me montó mordiéndome el cuello y los hombros como lo hacía Lucipher… deduje que ese detalle solamente se lo había podido haber comentado Vesphurs suponiendo que, tarde o temprano, terminaríamos en esa situación.
 
Mordred me penetró nuevamente con un solo movimiento brusco, pero sin olvidar la pauta que le había marcado… me embistió salvajemente y yo volví a cerrar los ojos imaginando que era Lucipher quien me hacía suya. Mientras él me presionaba contra los almohadones sentí que la hendidura de mi pecho volvía a abrirse como un nido preparándose para recibir la energía masculina fecundante y, en el momento culminante, sentí su energía fecundadora derramándose sobre mi espalda… luego me di cuenta que si hubiéramos estado frente a frente hubiéramos procreado una gema.
 
Después de nuestro pasional encuentro nos quedamos dormidos arrullados por las lejanas notas musicales de una flauta y un tambor, aún quedaban invitados a mi matrimonio con Niq acampando en los jardines y, habiéndose corrido el rumor de mis nupcias con Vesphurs, se habían quedado a la espera de la celebración.
 
Cuando nos despertamos encontramos a Vesphurs sentado en el sillón al lado de la chimenea, tenía en la mano un libro con cubiertas de cuero y estaba vestido con el mismo traje azul con ribetes de plata que había usado durante la ceremonia del Equinoccio.
 
¿Pudieron crear lazos? — me preguntó con una mirada escudriñadora, no supe cómo responderle — madre, digo, Lilith… no tienes que darme explicaciones ni disculpas por lo que han hecho, yo esperaba que lo hicieran… de hecho fui yo quien propició aquellas situaciones que parecían una mala broma que la magia absurda les jugaba.
— ¿Por qué lo hiciste? — le pregunté intrigada y molesta recordando todas esas situaciones que me habían puesto en un escenario comprometedor con Mordred.
— Porque después de la muerte de mi padre yo esperaba que te acercaras a mí y me vieras como su reemplazo — me respondió — pero en lugar de buscar el consuelo entre mis brazos te alejaste de mí y te encerraste en tu dolor… además quería que rompieras los lazos que tenías con Mortwuld, nunca me ha inspirado confianza y me enteré que había sido él quien te convenció que me vieras como un hijo y que la posibilidad de contraer nupcias conmigo era una aberración. Entonces se me pasó por la cabeza que Mordred te podría servir de consuelo por la pérdida de mi padre y de paso también podría alejarte de Mortwuld, aunque no funcionó porque lo rechazaste todas las veces que yo causé una situación para que estuvieran juntos… luego tuve ese presentimiento de que Mordred jugaría un papel más importante y era necesario tenerlo cerca, por eso hace unos días te sugerí que hicieras lazos con él, pero tampoco lo hiciste… así que me vi forzado a cortar tus lazos con Mortwuld y con todos aquellos que no considero dignos de mi confianza.
 
Un reproche tembló en mis labios. Me había resistido aquella noche que Vesphurs utilizó la tijera de plata para cortar mis lazos con los hassassins y los guerreros del norte, aquellos que fueron mis compañeros, hermanos y amantes durante innumerables vidas… pero reconocí que su decisión había sido la correcta.
 
— ¿Pudieron crear lazos? — insistió Vesphurs esta vez dirigiéndose a Mordred.
Si, pudimos crear lazos de unión — le respondió Mordred.
— Bien, entonces queda comprobado que yo soy el del problema — reflexionó Vesphurs.
 
Se puso de pie y dejó el libro sobre la cómoda haciéndome un gesto de tienes que leerlo.  
 
— Mordred, tienes mi consentimiento para tener intimidad con Lilith hasta que yo contraiga nupcias con ella el primero de mayo — le dijo Vesphurs con un tono de voz veladamente amenazante — espero que aproveches la oportunidad que, en otras circunstancias, jamás hubieras tenido.
 
Mordred bajó la mirada, había captado la amenaza y la sutil ofensa.
 
— Entonces nos das carta blanca por veintitrés días — le dije a Vesphurs con suspicacia — mismos días que supongo piensas aprovechar con Niq de la misma manera que, al parecer, aprovecharon la noche pasada.
 
Le señalé la mesa en la que aún estaban las dos copas y la botella de vino casi vacía.
 
— Nos encontramos aquí hace dos noches — me respondió — pero solo conversamos. No te niego que Niq quería continuar con lo que dejamos inconcluso la noche que Jeraseth nos interrumpió, pero yo no quise, es algo que debo de dejar de hacer si quiero convertirme en el hombre que deseas tener como esposo.
 
Vesphurs abrió el baúl, tomó una maleta y empezó a guardar su ropa y otras pertenencias.
 
— ¿Qué haces? — le pregunté intrigada.
— Pasaré estos días en el Templo del Sol ocupando la alcoba que era de mi padre — me respondió sin dejar de doblar y guardar sus prendas.
— Esa es la misma habitación que está ocupando Niq — le hice notar con cierta picardía.
— Ya no más — me respondió — anoche, cómo supuse que te encontrarías aquí con Mordred, fui a visitar a Niq al Templo del Sol. Hablamos seriamente sobre esta situación. Me dijo que no esperaba que ocupar el trono sería tan complicado, que lo estaba haciendo solamente por el bienestar y la estabilidad del astral azul, pero ahora que existe la posibilidad que yo pueda ocupar el trono como reemplazo efectivo de Lucipher desea presentar su renuncia. También está esperando la anulación de vuestro matrimonio. Y además rechazó cualquier puesto en el ejército o en el consejo que, como hijo de Xuqui, le pueda corresponder.
— ¿Renunció a todo sin pedir ningún beneficio? — le pregunté incrédula.
— No, obviamente pidió un beneficio — me respondió — me solicitó el puesto de guardián del Faro del Mar de la Eternidad, supongo que no tienes ningún inconveniente.
— No, ningún inconveniente — le dije pensando que en otros tiempos se lo hubiera dado a Leo.
— Entonces desde esta noche Niq ocupará el Faro y yo el Templo del Sol — concluyó.
 
Vesphurs se acercó al lecho y me besó… un beso ya no tan dulce como los que siempre me daba, un beso casi tan rudo como los que me daba Lucipher. Estaba cambiando aún antes de hacer el ritual, seguramente porque por primera vez reconocía su esencia masculina solar. Luego se arrodilló y tomó mis manos, sus ojos estaban húmedos.
 
— Madre — me dijo — perdón, sé que ya no debo llamarte así… quiero que sepas que todo lo que he hecho ha sido para quedarme a tu lado, pero lo que me unirá a ti como tu esposo también nos separará… cuando yo tome el lugar de Lucipher deberé de ocupar el trono en el Templo del Sol, mi residencia estará en el Reino del Sur.
— Entonces me iré al Reino del Sur contigo — le dije.
— No, tú deberás de permanecer en el Reino del Oeste — me respondió — te sentarás en el trono de la Luna, el que se encuentra en el centro del bosque. Lucipher me dijo que heredaste tus alas de lechuza del abuelo Khun quien es hijo de Lugh y Ariadna, antes de que recibieras el título de Lilith tu nombre era Lily Anne y te llamaban la Gris, la dama del laberinto de piedra… tuyo es el disco de plata, el poder de guiar las almas de los muertos y el don de manejar las mareas.
— ¿Tanto esfuerzo para estar juntos y terminar separados? — le pregunté sintiendo que las lágrimas resbalaban por mis mejillas — me quedaré sola en el Reino del Oeste.
— Estaremos unidos por lazos mágicos y yo te visitaré las noches de luna llena — me respondió sin poder ocultar sus lágrimas — no te quedarás sola, Mordred se quedará contigo, será el caballero de la reina. Recuerda que lo nuestro será un gobierno de regencia, no será por tanto tiempo, solo hasta que Luana y Luxor tengan la edad suficiente para hacerse cargo. Después estaremos juntos.

Liliana Celeste Flores Vega - 08 de abril del 2021
Imagen: Anne Stokes

jueves, 8 de abril de 2021

Tienes que ser el hombre que ella desea

Ya ha pasado un año desde cuando Lucipher se marchó para cumplir con la profecía que decía que su destino era sentarse en el Trono Dorado y gobernar sobre el Universo, nadie nos dijo que su magnífico reinado duraría una eternidad efímera. Cumpliendo esa engañosa profecía se inmolaron múltiples Soles. Y yo, Lilith, la Luna azul, quedé viuda… perdí al que fue mi hermano y mi esposo, perdí la luz que me iluminaba y me hacía brillar en el cielo nocturno. Y siento la pérdida… me falta su cálido aliento, su amor, su pasión y su deseo.
 
Mi destino era marchar hacia el Oeste y convertirme en la Luna menguante. Ya lo había vislumbrado en sueños: Me había visto sentada en el trono del Reino del Otoño en compañía de mi segundo consorte, contemplando los bosques oscuros bajo un cielo azul y púrpura. Mi segundo consorte, Jeraseth, es un Sol rojo del Inframundo, su luz hubiera podido iluminarme, pero convirtiéndome en una Luna morada. Era la solución que pensaron los sabios del Tribunal de los Arcanos que conocían el trágico destino de Lucipher. Por eso mi madre, Killa, nos comprometió desde niños.
 
Y yo hubiera sido la reina del eterno ocaso que danza descalza sobre la hojarasca en el claro del bosque otoñal en compañía de los elfos y las hadas al son de las flautas celtas… unida a Jeraseth por la magia de un anillo de oro, encontrándonos para amarnos en nuestra cabaña al pie de la montaña y a orillas del lago de aguas plateadas en cuyas profundidades reposa la estrella dorada que cayó de los cielos al inicio de los tiempos. Yo hubiera aceptado ese retiro prematuro cediéndole mi lugar a otra Luna azul, más joven y más bella… poco a poco hubiera vuelto a sonreír y tal vez hasta hubiera podido ser feliz si Jeraseth no me hubiera sido infiel… fue un sueño que pudo ser, pero no fue. Y Lucipher lo sabía.
 
Dudo que al Universo le hubiera importado si yo hubiera encontrado el consuelo y la felicidad en el refugio del pecho de Jeraseth o si me hubiera apagado poco a poco entre sus brazos… después de todo tantos Dioses mueren en el olvido y el Universo permanece inmutable. Pero hay un problema mayor, uno que si le importa al Universo pues pone en peligro su delicado balance mágico: En estos momentos no tenemos otro Sol ni otra Luna azules que puedan ocupar los tronos que Lucipher y yo hemos dejado. Si, están Luana y Luxor, nuestros hijos y herederos, pero ellos aún no están preparados para asumir esa responsabilidad. Si hubiéramos tenido más tiempo para preparar a nuestros hijos ellos hubieran podido ocupar nuestros lugares y mantener la estabilidad mágica, pero con ambos tronos vacíos la magia del astral azul languidece y las consecuencias rebotan sobre la realidad causando la destrucción de los mundos azules. No puedo retirarme, debo de seguir ocupando el lugar de la Luna azul. Y Lucipher lo sabía.
 
Como medida desesperada Vesphurs ocupó el trono en el Templo del Sol. Deliberamos y la única solución que encontramos fue establecer un gobierno de regencia transitorio: Yo debería de seguir ocupando el trono en el Templo de la Luna y alguien más debería de ocupar el trono en el Templo del Sol hasta que Luana y Luxor estuvieran preparados para hacerlo. Gracias a las pistas que nos dejó Lucipher encontramos a Niq, hermano nuestro por parte de Xuqui, nuestro padre, lo que le daba esencia de Sol, pero también tenía esencia de Mar por herencia de Nili, su madre.
 
Durante el equinoccio pasado contraje nupcias con Niq para legitimar su derecho de ocupar el trono en el Templo del Sol pues la ascensión de nuestro padre al Plano Primordial hace imposible su reconocimiento de la manera tradicional y no teníamos tiempo para empezar un engorroso proceso de reconocimiento extraordinario. Ha funcionado a medias, lo suficiente para evitar que el invierno y las tinieblas destruyan la vida de los mundos azules. Niq tiene que dar toda su energía solar para mantener la estabilidad del astral azul, él no puede darme la luz que necesito… y aunque pudiera hacerlo, entre nosotros no ha surgido la mágica alquimia amorosa que une a las parejas. Y Lucipher lo sabía… por eso, desde el inicio de los tiempos preparó a Vesphurs para mí.
 
Vesphurs es nuestro hijo, la estrella que aparece en el ocaso precediendo a la luna y la acompaña durante su paseo nocturno, el lucero que saluda al sol cuando nace el alba. Es el primogénito que procreamos al inicio de esta era cuando nos amábamos con un amor inocente e impoluto, cuando el odio que surgió entre nuestro padre y nuestra madre no nos había contaminado con su veneno. Un hijo que por las trágicas circunstancias que acontecieron durante la vida en la que lo concebimos no pude sostener entre mis brazos, un hijo que lamentablemente él no pudo recibir en el momento del alumbramiento por encontrarse ausente, un hijo que falleció a los tres días de haber nacido… pero cuya gema inmortal fue conservada en un ánfora sagrada en el invernadero del jardín de la vida, dormido y suspendido en el tiempo durante siglos… hasta que en esta vida Lucipher, sin duda anticipando su trágico destino, lo despertó de su sueño y lo hizo renacer como su hermano gemelo. Nacieron como gemelos del vientre mortal de una hechicera, gemelos como también lo son el lucero del alba y la estrella de la tarde, como el sol en el reflejo del espejo de la luna.
 
Lucipher lo preparó en secreto para ocupar su lugar y me lo ofreció como un maravilloso obsequio una noche embrujada. Un obsequio que, en un principio, no reconocí como nuestro hijo y acepté como una ofrenda de paz cuando él se presentó para reclamar sus derechos y trastocó mi reino. Desde entonces Vesphurs ha sido mi amante y mi amado, el que me recibía en su lecho cada noche de luna negra en la que el frenesí vampírico que es mi don y maldición, me hacía buscar la miel de sus labios y la leche de su deseo.
 
Una noche de preludios quebrados en la que los tres compartíamos el lecho Lucipher nos dijo que si algún día partía lo esperáramos durante un año y que, si no regresaba, nos desposáramos. No lo tomamos en serio, ignoramos el presagio de la muerte en su mirada. Sin embargo, era cierto que él tenía muchos enemigos y a sus espaldas tomé precauciones, recité encantamientos y conjuré a los vientos para que lo guardaran. Pero mi magia no pudo evitar que su destino, escrito en el libro de piedra, se cumpliera.
 
La fatalidad llegó por donde no la esperábamos. Lucipher se despidió de mí una mañana clara que no presagiaba desgracias respondiendo al llamado que se hizo a los Soles principales de todos los astrales. Vesphurs lo acompañó seguro que regresarían juntos, tal vez tendría que sostenerlo del brazo, conocíamos algunos pormenores del ritual que se llevaría a cabo, Lucipher regresaría con su luz debilitada y sus fuerzas menguadas, ordené a las acllas que prepararan las estancias para que él pasara una temporada en los manantiales curativos. Y llegó la noche, Vesphurs regresó con un cofre de madera que depositó en mi regazo.
 
Con manos temblorosas abrí el cofre y contemplé su gema resquebrajada, de inmediato le ordené a Vesphurs que la llevara a la fuente de la vida, pero esta se había secado después de que los Caídos se bañaron en ella. Sin embargo, Vesphurs colocó la gema, que aún emitía débiles destellos azules, en una hornacina. Ya llovería, la fuente volvería a llenarse. Sostuvimos el astral azul con nuestra esperanza esperando un milagro, hasta que la gema emitió un último fulgor y se apagó. Entendimos que Lucipher no regresaría. Sin embargo, en respeto a su memoria, esperamos un año.
 
Ya no podíamos esperar más, yo me estaba debilitando y el astral azul se estaba cayendo a pedazos.  Esta noche Vesphurs y yo nos encontramos en la alcoba que hace dos semanas compartimos en la mansión que hemos levantado en el Reino del Oeste, lugar que ahora es nuestra morada desde que el Fimbulwinter llegó al Reino del Norte y tuvimos que abandonar el Palacio de Invierno. Primero hicimos un ritual en el que renunciamos a nuestros lazos de madre e hijo, un requerimiento para que pudiéramos desposarnos. Luego nos unimos en un íntimo abrazo esperando que los lazos que creamos con esa unión reemplazaran los lazos que yo tenía con Lucipher… pero no sucedió.    
 
Después de vanos esfuerzos me envolvió una melancólica somnolencia. Estaba acostada en nuestro lecho, mi cabeza reposaba sobre una almohada y Vesphurs me había cubierto con una colcha de hilo. Escuchaba el crepitar de los leños en la chimenea y la serenata de los grillos, percibía el aroma del incienso de rosa, jazmín y sándalo. Vesphurs creía que me había quedado dormida, pero no era así. Simplemente me sentía demasiado cansada para abrir los ojos y tan débil que ni siquiera podía moverme. Tocaron tímidamente a la puerta, Vesphurs se levantó para atender al visitante. Era Niq.
 
— ¿Hicieron el ritual? — preguntó Niq.
— Si, lo hicimos — respondió Vesphurs y lo invitó a pasar.
— ¿Y funcionó? — preguntó Niq acercándose al lecho.
— No, no funcionó — respondió Vesphurs con tristeza.
— ¿Por qué? — preguntó Niq con curiosidad.
— Creo que en nuestra unión no hubo suficiente amor y deseo — respondió Vesphurs.
— Pero tú la amas, incluso quisiste evitar mis nupcias con ella — dijo Niq.
— Si, yo la amo y la deseo como no tienes idea — respondió Vesphurs sentándose al borde del lecho y acariciando mi cabello — el motivo de mi existencia es amarla.
— Y ella también te ama — dijo Niq — antes de contraer nupcias conmigo declaró frente a los sabios del Tribunal que nuestro enlace sería solo para legitimar mi derecho de ocupar el trono en el Templo del Sol y que quería quedarse contigo porque te había elegido como compañero.
— Si, exactamente — confirmó Vesphurs — me ha elegido como su compañero, como el hombro sobre el cuál llorar, como el pecho que puede darle refugio las noches en las que siente frío y soledad. Ella me ama con un amor dulce y sereno, pero ya no está enamorada de mí ni me desea con el ímpetu con el que una mujer desea a un hombre.
— Lilith ni siquiera quería a Lucipher — dijo Niq.
— ¿Eso crees? — le refutó Vesphurs — ella lo amaba más de lo que imaginas, solo que nunca lo admitió ni lo reconoció. En esta vida parecía que se odiaban, hasta llegaron a agredirse físicamente, pero simplemente era pasión contenida que no sabían cómo expresar hasta que encontraron una manera de hacerlo. Ella lo amaba y lo deseaba, yo fui testigo de su ímpetu. Cuando ellos se unían estremecían al universo, juntos creaban tanta magia que ni podían llamarse por sus nombres en el real, solo lo hacían durante los rituales. El amor y el deseo que se profesaban eran tan fuertes que lograron que Xuqui y Killa se reconciliaran y ascendieran. Me extraña que no te hayas dado cuenta, dijiste que viviste muchas vidas con Xuqui como padre y con Lucipher como hermano mayor, reconociste que varias veces lo ayudaste a raptar a Lilith.
— Si, lo recuerdo — respondió Niq — ella luchaba, lloraba y gritaba desesperadamente cuando él la arrastraba lejos de su hogar y del hombre con quien estaba compartiendo esa vida. Por eso llegó un momento en el que ya no quise ayudarlo, me parecía un abuso.
— Ella se resistía por dignidad y orgullo, porque le habían enseñado a odiarlo — dijo Vesphurs — dime, después que Lucipher la hacía suya ¿alguna vez te pidió ayuda para escapar?
— No — respondió Niq rememorando — la recuerdo sentada en la entrada de la tienda con los hombros magullados y con los ojos llorosos, pero por el dolor de los golpes. Muchas veces, cuando él salía a cazar, me dejaba haciendo guardia y yo fingía estar entretenido cortando leña o haciendo la siesta para darle la oportunidad de escapar, pero ella no lo hacía, siempre creí que era porque tenía miedo de encontrarse con los esclavistas con quienes hubiera corrido peor suerte. Un par de veces pensé en huir con ella para acompañarla de regreso hasta su pueblo, pero nunca se lo propuse porque la lealtad hacia mi hermano era más fuerte. En una ocasión la acompañé al río para que lavara sus vestidos, entonces pasó una caravana de gitanos, pero ella siguió lavando y no les pidió ayuda, en esa vida se instalaron en una aldea y tuvieron dos hijos. Tienes razón, ella se quedaba con Lucipher hasta que los hassassins o los guerreros del norte venían a rescatarla.
— Pues allí lo tienes — dijo Vesphurs — ellos hubieran sido felices si los malditos hassassins y los guerreros del norte no se hubieran entrometido.
 
Guardaron silencio. Y yo recordé las veces en las que le expresaba mis caricias a Lucipher con un látigo en la mano y él me manifestaba su ternura copulándome salvajemente. Si, esa era la manera que habíamos encontrado para amarnos después que sembraron el odio entre nosotros y nos arrebataron los sueños que tuvimos en los albores del tiempo.
 
— Lilith necesita algo que la motive para salir de este estado de apatía en el que se encuentra — dijo Vesphurs — algo que le haga volver a sentir pasión y deseo. Te confieso que quise evitar tus nupcias con ella porque sentí celos… además tú jugaste sucio, te infiltraste en su guardia personal para seducirla aprovechándote que tu esencia de Sol azul se parece a la de Lucipher y conseguiste que ella se ilusionara contigo.
 
Recordé que Vesphurs también había jugado sucio en un intento de evitar mis nupcias con Niq. Lo hizo la noche que fui al Templo del Sol para poner las cosas en orden para cuando Niq se instalara y me sedujo precisamente aprovechándose de su esencia de Sol azul haciéndome creer que Lucipher había dejado un hechizo de burbuja como un obsequio de despedida. Y fue precisamente Niq quien, al entrar a la habitación, me hizo ver la verdad. Todavía no perdonaba a Vesphurs por aquel engaño, estuve a un paso de enviarlo al exilio, pero no pude hacerlo, no quería quedarme sola. Niq soltó una carcajada, pero no mencionó el incidente.
 
— Yo no jugué sucio, solamente seguí órdenes — aclaró Niq — o tal vez debería de decir que me convencieron de seguirlas, me aleccionaron que debería de obedecerla en todo, incluso si ella me ordenaba hacer algo que no me pareciera correcto. Dudé cuando Lilith me pidió que me desnudara y me invitó a su lecho, es hermosa, pero yo siempre la había respetado como la mujer de mi hermano mayor. En ese instante me sentí presa de un arrebato que acabó con mis escrúpulos y me dejé llevar por el placer… cuando la hice mía no me sentía yo mismo, ella murmuró su nombre y no me importó, ahora me avergüenzo tanto de eso.
— ¿Ella te confundió con Lucipher? — preguntó Vesphurs.
— Creo que si llegó a confundirme con él — respondió Niq — estoy seguro que en un principio ella creía que yo era un simple guardia pues me trató como tal, aunque ahora sé que los que urdieron este plan se aseguraron que mi apariencia le recordara su apariencia en el real. Tal vez todo empezó porque ella quiso creer que yo era él y luego mi esencia de Sol azul la confundió.
 
Niq estaba en lo correcto. Cuando lo vi su apariencia me recordó la apariencia que Lucipher tenía en el real y, llevada por la nostalgia, lo invité a mi lecho. Luego me dejé llevar y hubo un momento en el que llegué a confundirlo con Lucipher.
 
— Cuando nos presentaron formalmente nos sentimos atraídos inexplicablemente — dijo Niq — además estaba la alegría por haber encontrado a un heredero de Xuqui y todos tenían la esperanza que nuestra unión podría estabilizar el astral azul. Tal vez Lilith se ilusionó por un momento… soy Sol, pero también soy Mar… ella me contó que cuando Lucipher se despidió aquella mañana le dijo que si no regresaba encontraría consuelo en el mar.
Lo sé — dijo Vesphurs — Lilith me lo contó, pero esas palabras no tenían sentido para mí porque precisamente antes de ingresar al salón del Trono Dorado él me recordó que nos había dicho que si algún día partía y no regresaba yo debería de ocupar su lugar y contraer nupcias con ella.
— Tal vez quiso dejar dos opciones — respondió Niq — si uno fallaba en crear lazos con ella, quedaría el otro… o sabía que uno solo no podría mantener el trono y sostener a Lilith al mismo tiempo.
 
Recordé que efectivamente cuando Vesphurs ocupó el lugar de Lucipher sentándose en el trono en el Templo del Sol todos esperábamos que pudiera reemplazarlo, incluso se contempló la posibilidad de una dispensa extraordinaria para que yo me desposara con él otorgándole el título de Emperador del astral azul, pero cuando realizamos el ritual del Solsticio no pudo cumplir con las expectativas. Pensé que tal vez Lucipher había elegido a Niq para reemplazarlo en el trono, seguramente a eso se había referido cuando me dijo que encontraría consuelo en el mar… consuelo, podía interpretarlo como alivio, una ayuda para sostener la carga… pero había preparado a Vesphurs para mí.
 
— ¿Si yo asumo la responsabilidad del trono para sostener el astral azul crees que algún día Lilith y tú puedan llegar a amarse y funcionar como una pareja? — preguntó Vesphurs, pude sentir el temor de perderme en el temblor de su voz.
 
No, se estaba equivocando. Vesphurs había fallado en el ritual del Solsticio que hicimos el año pasado, su esencia de Luna le había jugado en contra en una ceremonia completamente solar, la esencia de Mar sería más compatible para aquél ritual. Y además yo no quería a Niq, estaba segura que nunca podría llegar a amarlo. Yo lo quería a él, seguramente habíamos hecho algo mal cuando intentamos crear lazos como pareja, tal vez debimos de dejar pasar unos días después de haber renunciado a nuestros lazos de madre e hijo, teníamos que volver a intentarlo… intenté protestar, pero no pude.
 
— No, no lo creo — respondió Niq — reconozco que yo no sería un fiel y devoto esposo para ella, además me dejaste en claro que la amas.
— Pero acabas de reconocer que se sintieron atraídos mutuamente — insistió Vesphurs.
— Si — admitió Niq — pero cuando estábamos planificando nuestras nupcias, nos dimos cuenta que estábamos siendo víctimas del hechizo de obnubilación que suelen aplicar cuando una pareja que no ha compartido vidas pasadas juntos tiene que contraer nupcias para beneficio del astral. Lilith y yo estuvimos de acuerdo en que no queríamos casarnos bajo esas influencias, si lo teníamos que hacer por el bienestar del astral lo haríamos, pero sin manipulaciones. Hemos cumplido y cumpliremos con los rituales que debamos de hacer por el bienestar del astral azul, nada más.
— Entiendo — murmuró Vesphurs — creí que de verdad ella sentía una atracción por ti, hasta estaba pensando invitarte a compartir el lecho con nosotros.
— Ella es mi esposa, creo que el invitado serías tú — dijo Niq — es una broma, sé que mi matrimonio con Lilith es solo una formalidad, seguramente cuando yo pueda hacer el ritual para ser reconocido como hijo de Xuqui ella me pedirá el divorcio para contraer nupcias contigo y yo se lo daré. Respecto a tu invitación la aceptaría con gusto, aunque sospecho que ella se levantaría del lecho molesta por mi presencia y nos dejaría a los dos solos. Precisamente la otra noche le comenté que sentía que el trono me drenaba mucha energía, entonces ella me respondió que eso me pasaba porque todavía no he aprendido a canalizar mi energía solar separándola de mi esencia de Mar y me sugirió que follara contigo sobre el trono para que entre los dos canalizáramos más energía solar.
— ¿Lo harías? — preguntó Vesphurs — ¿me follarías sobre el trono?
— ¿Eh? — dijo Niq incómodo — ¿lo dices en serio?
— Yo haría cualquier cosa para complacerla — respondió Vesphurs — a ella le gustaría que…
— Entiendo lo que sugieres — dijo Niq — me han contado lo que ustedes acostumbraban hacer, quieres que me haga pasar por Lucipher y te folle sobre el trono porque crees que eso le puede levantar el ánimo… pues no, es una pésima idea, Lilith se enojaría con los dos porque lo tomaría como un insulto a la memoria de Lucipher.
 
Niq tenía razón. Escuché sus pasos dirigiéndose a la mesa para servirse un trago y bebérselo de un sopetón. Vesphurs me abrazó desde atrás, apartó mi cabello, deslizó los tirantes de mi camisón y empezó a besarme el cuello y los hombros… quise corresponderle, pero seguía sintiéndome tan débil que no pude girarme para buscar sus labios.
 
— ¡Malditos sean los caprichos de la Luna, pero todo sea por ella! — exclamó Niq, lo sentí acercarse al lecho y jalar a Vesphurs con violencia para besarlo apasionadamente — tal vez tu idea funcione, pero sin hacerme pasar por Lucipher.
 
Sentí cuando Niq tumbó a Vesphurs sobre el lecho y empezó a quitarle la ropa, escuché sus jadeos mientras intercambiaban caricias… quise que funcionara, me concentré en los jadeos de Vesphurs pero por lo bajo escuchaba el canto de las sirenas y era un canto triste, casi un lamento… eran los lazos que tenía Niq con las hijas del Mar, sus hermanas y amantes que sentían aquella infidelidad, me sentí culpable… intenté incorporarme para detenerlos pero el quejumbroso cántico cesó, Niq había bloqueado los lazos.
 
Después de unos vaivenes que hicieron que unos almohadones cayeran al suelo, Vesphurs buscó mi mano y enredó sus dedos con los míos, era un gesto que solía hacer buscando mi complicidad cuando Lucipher lo hacía suyo, tuve la fuerza suficiente para estrechar su mano.
 
— ¿Quieres que lo haga o no? — preguntó Niq.
— Si, hazlo — respondió Vesphurs.
 
Vesphurs apretó mi mano con más fuerza. Siempre se tensaba antes de la penetración hasta que Lucipher le daba un par de nalgadas para obligarlo a ceder, obviamente Niq no conocía ese truco, los escuché bregar un buen rato. Finalmente abrí los ojos, me encontré con la mirada de Vesphurs y me sonrío con esa sonrisa que me encantaba. Levanté la mirada, Niq estaba montado sobre él acariciándole la nuca para relajarlo, se percató que estaba observándolos.
 
— Solo lo estoy haciendo por ti, Lilith — me dijo con una sonrisa, pero era obvio que no le disgustaba lo que estaba haciendo.
 
Entonces tocaron a la puerta. Identifiqué su energía roja de inmediato, era Jeraseth. Un intercambio de miradas con Niq y Vesphurs me confirmó que ellos también habían identificado su presencia. Mi segundo consorte no tenía permitido la libre entrada a nuestra mansión, alguien le había permitido el ingreso. Niq me dirigió una mirada interrogativa sobre cómo proceder.
 
— Ignora a quien está tocando la puerta — le dije.
 
En ese momento Jeraseth abrió la puerta. Niq se puso de pie de inmediato para impedirle la entrada a la habitación, pero Jeraseth lo empujó y se acercó al lecho furibundo. 
 
— ¡Eres un puto! – exclamó Jeraseth dirigiéndose a Vesphurs.
— ¡Tú no tienes permitido el ingreso a nuestra mansión! – le espetó Vesphurs incorporándose.
— Mordred me permitió pasar – explicó Jeraseth – estaba preocupado por Lilith, vine para preguntar si el ritual de lazos contigo había funcionado y te encuentro protagonizando esta deplorable escena.
— Tú no tienes derecho de juzgarme – respondió Vesphurs poniéndose de pie para enfrentarlo – todo lo que yo hago es por mi madre. Retírate, no eres bienvenido.
 
Jeraseth ignoró la orden de Vesphurs y se dirigió a mí.
 
— Lilith, estaba preocupado por ti — me dijo intentado justificar su inesperada visita y desacertada intromisión — no esperaba encontrarlos en esta situación tan desagradable y obscena.
— La puerta de la alcoba estaba cerrada, tocaste y no abrimos — le respondí haciendo un esfuerzo para sentarme, me sentía débil nuevamente — creo que debiste de suponer que estábamos ocupados. Entiendo que dadas las circunstancias te haya resultado desagradable encontrarnos en esta situación tan íntima. Lo que no comprendo es tu hipocresía, que catalogues como obsceno el hecho que comparta el lecho con mi actual primer consorte y Vesphurs… ¿no era obsceno cuándo lo hacíamos contigo?
 
Jeraseth se mordió los labios y cerró los puños.
 
— Jeraseth — le dije — por favor, retírate.
— ¡Soy tu segundo consorte, no puedes echarme! — me reclamó.
— ¡Tú ya no puedes reclamar los privilegios de segundo consorte! — le respondió Vesphurs — mi madre te amaba y te deseaba casi tanto como amaba y deseaba a Lucipher, además te admiraba y te respetaba… ella confiaba en ti, se sentía segura a tu lado, reía como nunca antes la había escuchado reír y su mirada se iluminaba cuando estaba contigo… la intensidad de lo que mi madre sentía por ti era tan grande que le daba miedo, pero yo podía sentir sus sentimientos y lo había visto cuando los tres compartíamos el mismo lecho… casi la misma mágica alquimia que ella tenía con Lucipher, una magia capaz de lograr cosas maravillosas porque mezclaban el poder del astral rojo con el poder del astral azul… ¡maldita sea, ustedes activaron todos los portales desde la Tierra hasta Júpiter en cadena solo copulando, esos portales que necesitaban la inmolación de mil psíquicos azules y rojos cada uno!... no puedo creer que no te hayas dado cuenta de lo que ella sentía por ti.
— Lilith no quiso compartir esta vida conmigo — dijo Jeraseth.
— Porque ella tenía miedo — le respondió Vesphurs — miedo de no poder cubrir tus expectativas de una relación de pareja en el real… mi madre te perdonó tus estúpidos deslices más de una vez, en una ocasión ella fue a buscarte a aquella cabaña que tienen a orillas del lago y te encontró en medio de una orgía con unas híbridas que ni siquiera eran humanas, regresó al Palacio de Invierno tan destrozada que tuve que pedirle a Neph que le diera de beber una copa de nepente… si en el astral la tenías a ella, la Emperatriz más noble, la Luna más hermosa que se haya visto en eones, la Reina por la cual se enfrentaban ejércitos y se destruían imperios, la Hechicera que domó al Dragón y restauró los pilares, pero en lugar de reconocer que eras el más afortunado de los hombres te ibas a pasar el tiempo con unas monas… ¿qué le hubieras hecho a aquella mujer insegura de sí misma que es Lilith en el real?
— La hubiera amado, protegido y respetado — respondió Jeraseth — hubiera consagrado mi vida entera a hacerla feliz, hubiera renunciado a todo para conservarla a mi lado.
— No, la hubieras hecho infeliz como en el paralelo que descartaron — dijo Vesphurs.
— No, esta vez no hubiera cometido los errores que cometí — insistió Jeraseth.
— Eso dices pero aquí seguiste cometiendo los mismos errores — prosiguió Vesphurs — tú debiste de haberla sostenido cuando ella perdió a mi padre, tu principal deber de segundo consorte era estar a su lado si algo le pasaba al primero… pero precisamente cuando perdimos a Lucipher y mi madre te necesitaba más que nunca, le fuiste infiel… mientras mi madre lloraba desconsoladamente entre mis brazos porque había perdido a su hermano y esposo con quien al fin, después de milenios de rencor y odio, se había reconciliado tú estabas follando con aquella a la que llaman la Draconia… ¡lárgate de aquí!
 
Mientras tanto me había puesto de pie, las palabras de Vesphurs habían vuelto a abrir aquellas heridas, empezaba a recordar y entender los motivos por los que le pedí a Neph que me borrara la memoria de esos años. De soslayo vi que Mordred estaba de pie en la puerta, seguramente había escuchado la discusión y se sentía culpable de haberle permito el ingreso a Jeraseth.
 
— Lilith — dijo Jeraseth arrodillándose a mis pies — yo te amo, eres mi única esposa y mi única reina, después de que nos casamos mi padre quería que yo tomara a una de mis hermanas en segundas nupcias, pero me negué… cuando me dijiste que no querías compartir esta vida conmigo me dolió tanto que lo dejé todo y me fui a Barzoom… pero si quisieras darme la oportunidad de…
 
No le dejé terminar lo que quería decirme, ya lo sabía, lo había empezado a sospechar desde hace unos días que regresó de Barzoom… me quité el anillo que Jeraseth me había obsequiado cuando contrajimos nupcias y se lo arrojé a la cara. Entonces sentí un mareo, estaba soltando los lazos que me unían con él, los únicos lazos que en esos momentos tenía con un Sol y eran los que me estaban sosteniendo… sentí frío y todo empezó a oscurecerse a mi alrededor… en un último parpadeo vi que Niq estaba sacando a Jeraseth de la habitación y me desvanecí entre los brazos de Mordred que alcanzó a sostenerme antes de que cayera al suelo.
 
Cuando recuperé la conciencia estaba recostada en el lecho con Vesphurs a mi lado. Mordred estaba de pie contemplándonos preocupado. Sentí frío otra vez, seguía soltando los lazos que me unían a Jeraseth… la oscuridad estaba envolviéndome de nuevo.
 
— Lilith está perdiendo los últimos lazos que tiene con Jeraseth — le dijo Mordred a Vesphurs — si los pierde todos se quedará dormida en un sueño semejante al de la muerte… tienes que hacer lazos de pareja con ella ahora mismo.
— Ya lo intentamos, pero no funcionó — murmuró Vesphurs preocupado — llamaré a Jeraseth, tal vez él pueda evitar que ella siga perdiendo esos lazos.
 
Estaba perdiendo la conciencia otra vez, entonces Mordred se inclinó sobre mí y me besó, sentí que con ese beso me llenaba de luz, una luz azul como la de Lucipher… me levantó del lecho poco a poco sosteniendo el beso hasta que abrí los ojos. La oscuridad y el frío se habían alejado.
 
— Gracias — le dije a Mordred mirando sus ojos oscuros — pero tu esencia es Muerte y Oscuridad, no entiendo qué hiciste… ¿cómo pudiste darme luz con un beso?
— Digamos que fue energía “egregórica” — me respondió — por llamarla de alguna manera.
— Gracias por salvarla — le dijo Vesphurs.
— Dale las gracias a todas las personas que me confunden con Lucipher — le respondió Mordred.
 
Necesitaba descansar, cerré los ojos. Ellos se quedaron a mi lado.
 
— ¿Cuánto tiempo crees que puedas sostenerla con esa energía? — preguntó Vesphurs.
— Creo que puedo hacerlo máximo por un mes — respondió Mordred — tienes que averiguar por qué la creación de lazos de pareja que intentaron hacer no funcionó.
— Creo que no funcionó porque Lilith no me desea como esposo — dijo Vesphurs.
— El deseo es básico para la creación de lazos de pareja — dijo Mordred — sé que la amas y que ella te ama, pero si ella no te desea lo único que podrán crear serán lazos de madre e hijo.
— Lo sé — murmuró Vesphurs — pero no sé que hacer para que ella me desee.
— Tienes que ser el hombre que ella desea tener como esposo — concluyó Mordred.

Liliana Celeste Flores Vega - 04 de abril del 2021
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