Me quedo dormida al filo
de la medianoche
pensando en lejanos
castillos medievales
y en sueños remotos como
borrosas visiones de una vida pasada
recorro los lúgubres y
húmedos pasadizos ahora en ruinas,
me detengo en el mohoso
ventanal
cubierto de hiedra
y respiro el frío
perfume
del bosque de pinos
silvestres.
Él me abraza
apasionadamente,
siento el vaho de su
respiración en mi cuello
él posee y devora mi
alma
con mordiscos que se
disfrazan de besos...
me toma y me fornica,
dice que me ama... ¡despierto sobresaltada!
el suave murmullo del
viento silba lejano,
la capa del vampiro al
pie de mi lecho...
la herida está
sangrando...
Liliana Celeste Flores Vega, 1988