in girum imus nocte et consumimur igni

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miércoles, 14 de octubre de 2015

Skuggor

Sus ojos encendidos por el deseo
son como rubíes de fuego que reflejan la lumbre del Averno...
la palidez de su rostro se acentúa
con el contraste de sus largos cabellos negros
tan oscuros como un cielo sin estrellas.

Camina por las callejuelas decadentes
envuelto en su capa oscura
que simula las alas de un demonio
cuando la ahueca el viento...
ese toque gótico en su figura,
sus caballerosos modales
y su romanticismo oscuro
completan la alegoría del vampiro.

No puede ocultar su origen inmortal
aunque vista de carne y hueso,
hechicero, nigromante y alquimista,
guerrero que empuña una espada de niebla...
señor de la dorada foresta,
demonio de los templos y ángel de los sepulcros,
no le sirve su disfraz de humano
pues su aura azul resplandece en las tinieblas.

No despreciaré el cortejo de tan noble caballero,
quien todas las noches acude a la función
de éste miserable teatro parisino,
teniendo seguramente compromisos dignos de sus blasones
como una velada en la mansión de la marquesa
o una partida de whist en el salón del duque...
descortesía sería no aceptar el ramo de rosas rojas
que ha enviado a mi camerino.

Con el ramo me envió una esquela
en la que me confiesa sus sueños obsesivos:
“Desde la primera vez que os vi interpretando a Gretchen
sueño que dejáis abierta la puerta de vuestro balcón
y yo, vistiendo las galas de Mefisto,
invado la privacidad de vuestro recinto,
hermosa, desnuda e indefensa os encuentro
y bebo vuestra sangre hasta dejaros muerta”

Inconfesables placeres de un noble,
como respuesta le enviaré ésta esquela:
“Para agradeceros rosas y devoción, ésta noche os prometo
dejar abierta la puerta de mi balcón y quedarme quieta como un cadáver
para satisfacer vuestras obsesiones necrofílicas”

Liliana Celeste Flores Vega - 1995

viernes, 9 de octubre de 2015

Viñetas de encaje

Fue una mañana lluviosa
en la que inciertos celajes y añejos perfumes
me hicieron soñar con viñetas de encaje
bordadas en el cielo.

Fantasmales figuras surgieron desnudas
desde el horizonte morado
y se vistieron con despojos de nieblas que se desvanecían
se perfumaron con el rocío de las flores
y huyeron hacia la penumbra.

Runrunearon los ecos profanos
y a la luz temblorosa del pálido sol naciente
la noche voló a esconderse en la buhardilla de la casa antigua
con el fruto del pecado en su vientre.


Liliana Celeste Flores Vega - 1992