Fue una
mañana lluviosa
en la que
inciertos celajes y añejos perfumes
me hicieron
soñar con viñetas de encaje
bordadas en
el cielo.
Fantasmales
figuras surgieron desnudas
desde el
horizonte morado
y se
vistieron con despojos de nieblas que se desvanecían
se
perfumaron con el rocío de las flores
y huyeron
hacia la penumbra.
Runrunearon
los ecos profanos
y a la luz
temblorosa del pálido sol naciente
la noche
voló a esconderse en la buhardilla de la casa antigua
con el fruto
del pecado en su vientre.
Liliana Celeste Flores Vega - 1992
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