in girum imus nocte et consumimur igni

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jueves, 1 de agosto de 2019

Skuggor


Sus ojos encendidos por el deseo son como rubíes de fuego que reflejan la lumbre del Averno. La palidez de su rostro se acentúa con el contraste de sus largos cabellos negros tan oscuros como un cielo sin estrellas.

Camina por las callejuelas decadentes envuelto en su capa oscura que simula las alas de un demonio cuando la ahueca el viento, ese toque gótico en su figura, sus caballerosos modales y su romanticismo oscuro completan la alegoría del vampiro.

No puede ocultar su origen inmortal aunque vista de carne y hueso. Hechicero, nigromante y alquimista, guerrero que empuña una espada de niebla, señor de la dorada foresta, demonio de los templos y ángel de los sepulcros, no le sirve su disfraz de humano pues su aura azul resplandece en las tinieblas.

No despreciaré el cortejo de tan noble caballero, quien todas las noches acude a la función de éste miserable teatro parisino, teniendo seguramente compromisos dignos de sus blasones como una velada en la mansión de la marquesa o una partida de whist en el salón del duque. Descortesía sería no aceptar el ramo de rosas rojas que ha enviado a mi camerino.

Con el ramo me envió una esquela en la que me confiesa sus sueños obsesivos: “Desde la primera vez que os vi interpretando a Gretchen sueño que dejáis abierta la puerta de vuestro balcón y yo, vistiendo las galas de Mefisto, invado la privacidad de vuestro recinto. Hermosa, desnuda e indefensa os encuentro y bebo vuestra sangre hasta dejaros muerta”.

Inconfesables placeres de un noble, como respuesta le enviaré esta esquela: “Para agradeceros rosas y devoción, esta noche os prometo dejar abierta la puerta de mi balcón y quedarme quieta como un cadáver para satisfacer vuestras obsesiones necrofílicas”

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