El Espejo (escrito en abril del 2002)
Todo
comenzó una noche incierta en los albores de mi infancia: El espejo se cubrió
de nieblas azules las cuales al disiparse por un viento gélido que vino de no
sé donde habían convertido el cristal con azogue en una ventana a un mundo de
quimeras... la primera visión que tuve fue la de un bosque oscuro de árboles
viejos y retorcidos, sin hojas, grises y carcomidos... entre las ramas torcidas
se filtraba la luz de la luna, una luna llena macabra y amarillenta.
La
segunda visión que recuerdo fue la de una torre muy alta... tenía muchas
ventanas, balcones y miradores muy ornamentados pero solo una puerta, ésta era
maciza y enorme. La tercera visión fue la de una llanura desolada y sombría por
la que cabalgaba un jinete que se abrigaba con una tosca capa negra, no pude
distinguir su rostro pues sus largos cabellos oscuros lo cubrían pero me
pareció que llevaba una media careta de cuero... el corcel de éste caballero
era horrible, entre verdoso y amarillento, esquelético y con las cuencas de los
ojos vacías.
La
siguiente visión que recuerdo fue del interior de la torre... una mujer bajaba
las escaleras de piedra alumbrándose con la mortecina luz de la vela
amarillenta del candelabro de plata que llevaba en la mano derecha, con la
izquierda recogía su ceniciento vestido largo y vaporoso, tenía el rostro
cubierto por un velo... abrió una puerta y dejó su candelabro sobre una
mesita... en la habitación dormía un hombre joven de largos cabellos oscuros,
su torso estaba desnudo y tenía huellas de azotes... la mujer se acercó a él
dándome la espalda, se quitó el velo y lo dejó caer... se inclinó sobre el
hombre... él se estremeció, supuse que estaba besándolo pero luego me di cuenta
que estaba mordiéndolo y bebiendo su sangre… de improviso ella volteó y vi su
rostro... era hermosa pero sus ojos no tenían pupilas.
Ahora
puedo recopilar los acontecimientos en retrospectiva y tengo la fluidez de
palabras requerida para narrarlos y describir hasta los más mínimos detalles
que consigo recordar... he llegado a la conclusión de que aquellas visiones que
me reveló el espejo cuando era niña son las piezas fundamentales del
rompecabezas que me propongo reconstruir aunque en ése entonces solo eran para
mí lienzos animados de los que no descifraba el significado.
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