Sonó el timbre,
Micaela abrió la puerta, era un repartidor con una caja de regalo. Micaela la
recibió con desgano, la tarjeta decía: "De parte de Antonio, que pases un
dulce fin de semana"
Otro regalo de
Antonio, ese compañero de trabajo nuevo que no se cansaba de cortejarla. Micaela
abrió la caja, eran dos frascos de mermelada de frutos secos.
El aroma de los
frutos secos le traía tantos recuerdos de su infancia... remembranzas de los
días de verano que pasaba en la casa de campo con su abuela, el desayuno con
pan blanco recién horneado y mermelada de frutos secos... Ese aroma dulce y
añejo se le metía hasta el fondo del alma trayéndole tantas sensaciones y
emociones...
Micaela tiró los
frascos de mermelada de frutos secos a la basura... verdaderamente los odiaba.
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