Cuenta una
leyenda que en cierto remoto lugar existe un lago encantado y que cada noche de
luna llena cinco hermosas doncellas emergen de sus aguas para realizar un
arcano ritual. También dice que ellas habitan en un palacio bajo las aguas y
custodian un fabuloso tesoro.
Los habitantes de
Darsena habían crecido escuchando esa leyenda, aunque la mayoría no le daba
importancia, era un cuento para niños y poetas. Entonces llegó un forastero y
escuchó la leyenda. Buscaba fortuna y decidió aventurarse. Y así fue que llegó
al lago, se hizo un refugio con ramas y esperó la luna llena.
Cuando vio a las
cinco doncellas surgiendo de las aguas quedó estupefacto, eran tan hermosas. Y
las contempló mientras ellas danzaban y preparaban sus ofrendas. Entonces
reaccionó, él estaba allí por el tesoro, no debía de quedarse embobado por la
gracia de las bellas doncellas. Salió de su escondite intempestivamente, ellas
huyeron pero él consiguió tomar del brazo a una de ellas.
- ¡Quiero que me
entregues el tesoro que custodian! - exigió.
- ¡Lo haré, pero
no me lastimes! - suplicó la doncella - el tesoro se encuentra en una gruta
bajo el agua, iré por él.
- No soy tonto
como para dejarte escapar tan fácilmente - dijo el forastero - soy muy bueno
buceando, iremos juntos.
Dicho esto sacó
una soga, se la amarró a la cintura y el otro extremo lo amarró a la cintura de
ella. La empujó al lago y saltó tras ella. Las otras doncellas salieron de sus
escondites y se acercaron al lago.
- Otro estúpido -
dijo una.
- El cuento del
tesoro nunca falla - respondió otra - nuestro padre cenará bien esta noche.
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