Micaela y Joaquín
se juraron amor eterno, más allá de la vida y la muerte. Entonces estalló la
guerra y Joaquín tuvo que partir con los otros jóvenes de su pueblo.
Se escribían
cartas renovando sus promesas de amor, Joaquín le juró que pase lo que pase
regresaría y Micaela le prometió que lo esperaría.
Pero una tarde de
otoño la esperada carta no llegó y un mes más tarde Micaela recibió una misiva
del General informándole de la muerte de su amado Joaquín.
Pero ellos se
habían jurado amor eterno y Micaela siguió esperando.
Hasta que una
tarde de primavera tocaron a su puerta: Era un muchacho, pero ella reconoció la
mirada de Joaquín.
- He regresado,
mi amada Micaela.
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