in girum imus nocte et consumimur igni

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martes, 5 de noviembre de 2019

Protegiendo el maíz


El pobre anciano ya estaba harto. Ellos venían durante la madrugada y se comían las primicias de su cosecha. Tenía que ponerle fin a esa situación pues el producto del campo era su única fuente de sustento.

Buscó aquel cuaderno de su fallecida madre que contenía recetas y consejos para cuidar del campo, seguro tendría la solución para espantar a esos ladrones. Encontró la receta perfecta, era tan sencilla que se enojó por no haberlo pensado antes.

Cuando anocheció el anciano fue al cementerio, desenterró un cadáver fresco, el de una jovencita que se había suicidado por una decepción amorosa, y lo llevó a su cabaña. Luego de prepararlo según las indicaciones del cuaderno lo colocó a modo de espantapájaros en su huerto.

Después se mantuvo despierto para observar si el truco funcionaba. Cómo a las tres de la madrugada los vio llegar, esos repugnantes seres del bosque que tanto les gustaba devorar los brotes del maíz. Al ver al espantapájaros retrocedieron, un hada con alas de color verde arrojó una piedra.

— ¡Bah, sólo es un cadáver! — dijo con su voz chillona.

Las odiosas criaturas entraron al sembradío burlándose del anciano... entonces el cadáver de la jovencita reaccionó, animado por el hechizo empezó a cazar y devorar a las hadas. El anciano sonrió satisfecho, el truco funcionaba y su cosecha estaba a salvo.

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