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viernes, 16 de diciembre de 2016

Sueño de la caverna y la ceremonia

Sueño de la caverna y la ceremonia
20 de enero del 2007

Soñé que estaba viviendo sola en una pensión. Era una habitación grande y limpia pero fea, las paredes estaban pintadas de color gris y tenía una ventana pequeña. De muebles tenía una cama, un ropero, un estante con muchos libros y cintas de vhs, un televisor y una pc. Había una puerta que parecía ser el baño. Creo que estaba trabajando en un proyecto secreto de investigación porque tenía muchos papeles de gráficos, estadísticas y esas cosas dispersos sobre la cama.

Entonces vinieron a visitarme Carmen y Mele, empezaron a conversarme de cosas mundanas, de las fiestas de anime, de que estaban haciendo las otras chicas, etc. Me aburrí y las largué de fea manera, extrañaba a Ingrid (tuve la sensación de que no la había visto en varios días), iba a llamar por teléfono a mi casa (tenía un teléfono de esos antiguos de marcado por disco de color verde al lado de la pc) pero no había línea así que decidí ir. Salí del edificio, caminé un par de cuadras por una calle un poco sucia y tomé un bus. Todo el viaje del bus fue normal, llegué a mi casa y me recibieron mi madre e Ingrid muy contentas, ellas me pidieron que dejara ése trabajo porque me extrañaban mucho y yo decidí no regresar al edificio.

El sueño giró. Habían pasado varios días, yo estaba viviendo otra vez en mi casa tranquila, sólo me lamentaba de haber dejado unos archivos en la pc de mi habitación de la pensión pero no sé que eran.

Luego mi madre me dio una caja llena de libros y cosas que eran de mi tío Ricardo (quien falleció el año pasado) para que las vendiera, fui a una de esas ferias en donde se compran y venden libros usados y cosas viejas. Me acerqué a un puesto donde atendía un señor anciano, sucio y descuidado pero tenía un porte como el de Odín cuando se disfrazaba de mendigo para camuflarse... le di varios objetos de bronce, libros y otras chucherías, él me dio algunas monedas pero yo necesitaba más dinero, le mostré un libro grueso con cubierta de tela y letras en relieve y él me dijo: “No, ése no debes de venderlo”... y me dio más monedas sin que yo le diera otra cosa. Regresé a mi casa, en el caminó ojeé el libro y era un libro de magia que recuerdo haber leído alguna vez cuando era niña.

Después mi madre me dijo que fuera a limpiar el departamento de mi tío para rentarlo, fui con un balde y una escoba, entré y vi una puerta que en la realidad no existe, la abrí y había una escalera que iba hacia abajo... bajé y atravesé un pasadizo que se notaba hecho por mano humana, tipo catacumba... encontré otra escalera hecha en la roca, seguí bajando hasta llegar a una caverna subterránea amplia de hechura natural... mientras bajaba me decía: “Vaya, y yo que pensaba que todo esto se había derrumbado” (hago paréntesis para explicar que cuando yo era niña siempre soñaba que en la habitación de mi tío había una puerta que me llevaba a cuevas, grutas, pasadizos subterráneos, etc)

Estaba en aquella caverna iluminada por un resplandor que venía de la misma roca... al frente había un altar con escalinatas, como los de las iglesias coloniales, pero tallado de manera burda... en los escalones había muchas estatuas dispuestas en hileras: gárgolas, guerreros, príncipes y doncellas... algunas eran de terracota, otras de mármol y otras de piedra. Entonces dos estatuas de terracota que representaban a dos guerreras tipo oriental empezaron a cobrar vida, me asusté e iba a salir corriendo pero me detuve y me dije: “Ja, que tonta soy, pensaba huir cuando soy una shaman”... apunté con mi dedo a una de las guerreras que iba a atacarme y dije: “En nombre de Lua, conviértete en polvo”... la guerrera se convirtió otra vez en estatua de terracota y luego se desintegró quedando solo un montículo de arenisca roja, a la otra la destruí de igual manera. Las otras estatuas empezaron a cobrar vida también, me preparé para destruirlas a todas pero sentí una presencia que me vigilaba y “supe” que no debería de hacer eso... destruí mas o menos a la mitad y a las otras las convertí en piedra de nuevo.

Luego subí muy feliz para contarle a mi madre y a Ingrid lo sucedido pero me di con la sorpresa de que en mi sala estaba el susodicho anciano de la feria de libros (pero ahora estaba limpio, vestido con una sotana con capucha color marrón con un cintillo de oro atado a la cintura), me percaté que la presencia que había sentido vigilándome en la caverna había sido él... el anciano me dijo: “Ha llegado la hora de la prueba final”

Y volví a bajar acompañada del anciano, yo estaba vestida con un vestido largo color perla y llevaba un tocado de flores blancas e iba repasando mentalmente el susodicho libro de magia... mientras bajábamos escuché cánticos gregorianos. Cuando llegamos a la caverna noté que ésta vez todo estaba iluminado por antorchas... vi que en las escalinatas estaban las estatuas que yo no había destruido y los montoncitos de arenisca de las que yo había pulverizado... allí estaba un hombre vestido con una sotana y capuchón tipo sacerdote... el anciano me hizo un gesto para que no avanzara mas.

Dos estatuas que representaban dos guerreros tipo persas empezaron a cobrar vida e iban a atacar al hombre, él murmuró unas palabras pero las estatuas seguían reviviendo y se lanzaron para atacarlo, ya iban a golpearlo pero en el último momento apareció otro anciano vestido igual que el anciano que me acompañaba, murmuró algo y los guerreros volvieron a ser de piedra... el hombre de la sotana se quedó de pie cabizbajo como esperando algo... los dos ancianos se miraron consultándose algo y el anciano que me acompañaba me empujó para que ayudara al hombre de la sotana.

Me acerqué al hombre de la sotana para ayudarlo, otras dos estatuas empezaron a cobrar vida, yo le murmuré unas frases en latín al tipo pero él no tenía el poder para destruirlas aunque yo le “soplara” las frases correctas... entonces, como ya se nos venían encima para golpearnos, empecé a destruirlas hasta que todas quedaron hechas polvo.

Después todo cambió. El altar estaba dispuesto como para una ceremonia... los dos ancianos estaban murmurando entre ellos... el tipo de la sotana y yo estábamos frente al altar a la espera de lo que ellos tomaran una decisión... entonces el tipo de la sotana bajó un poco su capuchón y me dejó ver sus ojos.

El anciano que me acompañaba me preguntó: “¿Lo aceptas a pesar de todo?”... y yo respondí que si. Entonces comenzó la ceremonia... los dos ancianos empezaron a entonar un cántico extraño de notas graves que hacían retumbar las paredes de la caverna, el fulano de la sotana tomó mi mano y me puso en el dedo un anillo de plata con un diamante y me dijo: “Con éste anillo confirmo mi deseo de desposarte”... yo le dije: “Pero yo no tengo un anillo para ti”... y él me respondió con tono quejoso que yo no lo quería bla bla.

Luego nos besamos y cuando abrí los ojos ya no estábamos en la caverna y tampoco estaban los ancianos... estábamos en el cuarto de mi tío y yo pensé que como yo no le había dado un anillo la ceremonia no tenía validez.


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