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lunes, 26 de enero de 2015

Los Dioses sin Nombre 06 - El demonio en el pozo

Los Dioses sin Nombre - Capitulo 06 – El demonio en el pozo

Durante la cena conocimos a doña Teodora, la anciana que Todd había recogido mendigando en la plaza. Era una anciana pequeña y encorvada, de rostro afable y muy humilde pero la sabiduría ancestral se reflejaba en su mirada… desde el primer momento no dejó de mirarnos a Damon y a mi como si quisiera decirnos algo.

Nos contó algunas leyendas de la época colonial que tenían como base los mitos de la región. Según una de ellas hace mucho tiempo los ángeles persiguieron al diablo, lo cercaron y lograron encerrarlo en un cerro que se encuentra en los límites de Lambayeque con Cajamarca. Pero el diablo en lugar de enojarse decidió pasar el tiempo de su cautiverio de la manera más agradable posible… creó gallinas de las piedras, flores de las nubes y una orquesta de la tormenta. Desde entonces en ciertas épocas del año por las cercanías de aquél cerro se escucha el cacarear de las gallinas, el ruido que el agua produce al caer regando el jardín y la música infernal… quien escucha esos tres ruidos queda convertido en piedra a no ser que haga un pacto con el diablo.  En algunas de las piedras que rodean el cerro se encuentran grabados unos signos misteriosos y se dice que quien pueda descifrarlos logrará liberar al diablo.

La leyenda nos hizo recordar a lo de los Dioses sin Nombre que fueron confinados por los Dioses Olvidados en cerros y Huacas pero adaptado al cristianismo.

También nos contó que en tiempos pretéritos existía una raza de hombres enanos que vivían en ciudades flotantes, se alimentaban de peces, reverenciaban al mar y a las tormentas. Salían de sus moradas cuando se ocultaba el sol. Las noches sin luna, cuando el mar se convulsionaba, hacían rituales y sacrificios a su Dios que moraba en las profundidades del mar y al que temían mucho. Si alguno veía a ése Dios era sacrificado pues estaba prohibido mirarlo cuando emergía. Y así pasaron los tiempos, el mundo cambió y aparecieron otras civilizaciones… el Sol tomó posesión de los Cielos y les dijo que si lo adoraran vivirían bendecidos por su luz pero ellos se negaron a reconocerlo como dios… entonces el Sol los maldijo, los convirtió en peces y los condenó a morir cuando fueran calentados por su calor o iluminados por la luz de la luna y las estrellas por haberse negado a acatar la nueva ley de las esferas. Desde entonces esos hombres pez moraban en las profundidades del mar.

Obviamente relacionamos esa leyenda con el hombre pez que había emergido del mar y le había causado la muerte a don Faustino.

También nos contó una leyenda, que nosotros ya conocíamos, sobre los mochicas. Ellos se creían descendientes de cuatro estrellas primitivas, es decir, de dos parejas de dioses… los nobles eran hijos de las dos estrellas más brillantes y de la otra pareja de estrellas que eran menos luminosas descendían los plebeyos. Para ellos todo lo celestial tenía un duplicado terreno. Consideraban a la Luna más poderosa y útil que el Sol porque ésta los iluminaba durante las noches y movía las mareas proporcionándoles pesca abundante. En segundo lugar veneraban al planeta Venus al que creían una estrella, a Sirio y a la constelación de las Siete Cabrillas. El Sol, resentido de que no se le diera igual importancia que a la Luna, se volvió un brujo y trabajaba siempre de noche cuando se retiraba a las profundidades del inframundo… en venganza calentaba demasiado y les enviaba sequías a los mochicas… además a veces tomaba la forma de un gran felino e intentaba lastimar a la Luna, entonces los mochicas hacían mucho ruido con sus tambores y sacrificaban perros para que estos subieran al Cielo para atacar al felino y defender a la Luna.

Continuó con otra leyenda que contaban algunos ancianos de Cajamarca. Según ésta antes de que el Sol fuera dueño de las esferas y Señor de los Cielos fue humano, al igual que la Luna que era su hermana y esposa. Cuando recorrían los mundos buscando un lugar agradable donde construir su morada permanente llegaron a un cerro en cuya cima había una laguna de aguas cristalinas, era un lugar bello y tranquilo por lo que decidieron quedarse allí… ambos vivieron felices llevando una vida simple por mucho tiempo. La Luna no disponía de lujos ni tenía joyas, tampoco conocía de afeites ni espejos… pero una vez que se estaba bañando en la laguna un bejuco de color verde le rodeó el cuello y las hojas azules, rojas y moradas de la misha de los siete colores le rodearon el rostro y se le enredaron en el cabello… ella se contempló en las aguas cristalinas de la laguna convirtiéndola así en el primer espejo y se vio adornada con el primer collar y los primeros afeites de la mujer, se encontró muy bella, se enamoró de si misma y se negó a abandonar la laguna a pesar de los requerimientos de su esposo.

Entonces el Sol, poniendo en práctica las artes mágicas que había aprendido, hizo que las aguas de la laguna se volvieran turbias y agitadas para que ya no reflejaran a la Luna y así se rompiera el encantamiento que hacía que su esposa se negara a volver a su lado por contemplar embelesada su propia imagen. Luego convirtió al bejuco en una serpiente de plata a la cuál encargó cuidar que la Luna no se acercara a la laguna e hizo que la misha de los siete colores fuera desde entonces la hierba de los brujos. Después, sospechando que un Dios envidioso de su felicidad había encantado a la laguna para que su esposa se alejara de él, gritó estentóreamente y sus gritos se convirtieron en vientos fuertes y aires turbulentos que impedían que otros Dioses pudieran acercarse a su hogar para intentar robarle lo que le pertenecía. Pero la Luna se resintió con el Sol, tejió una escalera con sus trenzas y subió al Cielo… él protestó y le exigió que bajara pero ella se negó, entonces el Sol hizo una soga con sus cabellos y también subió al Cielo para obligarla a bajar pero ella huyó de él… desde entonces el Sol persigue a la Luna y por eso existe la sucesión de los días y las noches. Los hijos que ellos habían tenido tuvieron que abandonar el lugar que se volvió agreste e inhabitable.

La mayoría de las leyendas contaban una relación conflictiva entre el Sol y la Luna pero también decían que algún día un hombre y una mujer, descendientes del Sol y la Luna, pondrían fin a ésa eterna rencilla y sería el inicio de una nueva era.

También nos mencionó otros mitos como que se creía que los nacidos en las noches de tormenta se consideraban hijos del Dios del Trueno y que tenían poderes de hechiceros. Nos comentó de la gran águila de piedra que se encuentra a pocas leguas del pueblo de Oyotún de la que se cuenta que mucho antes de la creación del Imperio Incaico apareció ésta gran águila volando por los cielos recorriendo toda la costa hasta que hubo un eclipse de Sol, entonces el águila se posó sobre lo alto de un cerro y allí se quedó dormida. Después nos mencionó una leyenda muy antigua que recordaba un continente llamado Lemus y las gentes que allí vivían adoraban las aguas.

Finalmente, cuando habíamos terminado el postre, doña Faustina me dijo: “Te vi una vez en la plaza acompañada del español y por tu mirada supe de inmediato quien eras, recuerdo que me regalaron una manta, galletas y manzanas”. Luego le dijo a Damon: “Y a ti también te vi una vez en la plaza en compañía del vikingo y te reconocí por tus ojos, recuerdo que hacía mucho calor y me regalaron naranjas”.

Obviamente que el español con el que doña Teodora decía haberme visto era Luis pero yo no recordaba que le hubiéramos regalado una manta, galletas y manzanas a una anciana mendiga de la plaza… tal vez si le regalamos galletas y manzanas… siempre llevábamos una botella de agua, galletas y alguna fruta en la mochila y además no acostumbrábamos darle dinero a los mendigos, les dábamos algo de comer… pero lo de la manta no lo recordaba y me parecía raro. Supuse que el vikingo con quien decía haber visto a Damon era Todd… aunque por la expresión de Damon supe que él no recordaba haberle regalado naranjas a una anciana mendiga.

Luego nos dijo a ambos: “Rogué a los Dioses que me dieran vida suficiente para verlos juntos, ha pasado tanto tiempo desde entonces pero ahora que sé que los herederos han regresado puedo morir en paz”. Después nos dijo que estaba cansada y se retiraría a su habitación para dormir pero antes nos obsequió una piedra a cada uno. Le dimos las gracias por su obsequio aunque no comprendimos el valor de aquellas dos simples piedras.

Salimos con doña Francisca y el arqueólogo al jardín, éste estaba bastante descuidado, una gran mata de madreselvas ahogaba lo que antaño debió de ser una hermosa pérgola y su aroma dulce perfumaba el ambiente, era una noche bastante serena y algunas luciérnagas danzaban entre los matorrales. Nos mostraron el manzano en donde se ahorcó la madre del dueño del caserón. Después Alberto se nos unió con una botella de pisco macerado con hojas de coca y bebimos mientras que ellos nos contaban algunos casos de otros internos que ya no estaban allí.

Nos contaron que hace unos años habían traído a un niño de ocho años, un supuesto caso de posesión diabólica. El niño se llamaba Mateo. Según contó su madre sus dos hermanas mayores hicieron una sesión de ouija en la casa, luego Mateo mostró un radical cambio de conducta, de ser un niño obediente y amable se tornó rebelde y hostil. Primero pensaron que era una fase de celos pues su madre estaba embarazada lo que lo desplazaba a él como el hijo menor y más mimado de la casa. La situación empeoró cuando el niño empezó a torturar a los gatos que tenían en la casa, lo llevaron a un psicólogo pero éste sólo recomendó terapia familiar.

Una noche Mateo empezó a gritar, cuando la madre fue a su habitación lo encontró contorsionado en una posición inverosímil, gesticulando grotescamente y balbuceando en un lenguaje extraño. Llamaron a un sacerdote quien se limitó a leer unas letanías y les explicó que para hacer el ritual de exorcismo el caso tenía que ser presentado ante el Vaticano para su evaluación, entonces, de confirmarse su autenticidad enviaría a un sacerdote especializado. No les quedó otra opción que amarrar al niño para evitar que se hiciera daño y hacer veladas de oración.

Doña Francisca se enteró del caso, el arqueólogo se mostró escéptico pero de todas maneras le pidió al doctor Zapata que examinara a Mateo. El doctor le inyectó un somnífero bastante fuerte y cuando el niño se durmió el ser que lo poseía se manifestó identificándose como “el morador del umbral”. Yo sabía que, al contrario de lo que se ve en las películas de terror, cuando un poseído es sedado o golpeado hasta hacerle perder el conocimiento, la entidad que lo posee se manifiesta con mas poder pues la persona al perder la conciencia ya no puede luchar ni resistirse y la entidad toma el control absoluto del cuerpo.

Convencieron a los padres de que lo llevaran al caserón. De inmediato llamaron al padre Miguel, un sacerdote renegado de la iglesia católica, éste realizó el ritual de exorcismo pero la entidad se negaba a dejar a al niño burlándose de las oraciones del sacerdote diciendo que su Dios no tenía poder sobre él. Cuando el padre Miguel dejó de someterlo a los exorcismos la entidad dejó de ser violenta y hasta se mostró bastante razonable y mantenía largas conversaciones con el sacerdote de forma alturada. Le dijo que su presencia no se debía a la invocación que las jovencitas habían hecho con la ouija sino a una deuda, pues tiempo atrás, el abuelo del niño lo había invocado para hacer un pacto y le había prometido darle a cambio al primero de sus descendientes varones, añadió que en realidad no quería hacerle daño a la niño, sólo que necesitaba un cuerpo pues tenía cosas que hacer para preparar el retorno de sus amos. Entonces el padre Miguel llegó a un acuerdo con la entidad: Le ofreció su cuerpo como residencia con la condición de que liberara al niño. Obviamente a la entidad le pareció mejor disponer del cuerpo de un hombre adulto, más acorde para sus propósitos, que el de un niño.

La primera intención del sacerdote fue la suicidarse para devolver a la entidad a la dimensión de la que provenía pero luego meditó que era muy posible que, al incumplir el acuerdo, la entidad se las arreglara para retomar al niño o poseer a otra persona. Entonces dio la orden de que lo recluyeran en una celda a la que acondicionaron con sellos cabalísticos para mantener prisionera a la entidad. Y así lo hicieron, el padre Miguel se encontraba hace cinco años encerrado en una celda. Le preguntamos al arqueólogo si era una de las celdas del sótano y nos respondió que no, que ésta se encontraba justo debajo de la pérgola y que si queríamos podía mostrárnosla.

Yo estaba algo conmocionada. Había conocido al padre Miguel la primera vez que viajé al norte con Luis cuando fuimos al museo para hablar con el arqueólogo. El sacerdote, un español de unos cuarenta años bastante apuesto que parecía la viva imagen del seminarista de los ojos negros, se encontraba allí pues era amigo del arqueólogo. El padre Miguel vestía una sotana y mi hierofilia se disparó… una de mis fantasías era fornicar con un sacerdote que llevara puesta su sotana, no me satisfacía del todo que algunas veces Luis se disfrazara de sacerdote poniéndose una sotana, mi deseo era por un sacerdote verdadero… curiosamente mi fijación no era por blasfemia, al contrario, ése morbo era un rezago de mi formación católica.

El padre Miguel me había caído bastante bien porque no era un fanático religioso… al contrario, despreciaba la institución de la iglesia y la hipocresía del clero. Creía que la humanidad no le restaba divinidad a Jesús y apoyaba la teoría que María Magdalena había sido su esposa y que María había tenido más hijos con José. Esa noche fuimos a un bar y entre cervezas hablamos de los Templarios y los Cátaros, del fraude de muchas reliquias y de los evangelios apócrifos… aún recordaba cuanto me había excitado viendo al sacerdote fumando y con un vaso de cerveza en la mano ante la mirada desaprobatoria del resto de personas.

El sacerdote se especializaba en exorcismos, que realizaba sin permiso del Vaticano, y nos contó de varios casos en los que había liberado a inocentes del poder de los demonios. Nos vimos un par de veces más, era muy interesante conversar y discutir alturadamente con él. Nos llegamos a llevar tan bien que cuando Luis y yo le dijimos que regresaríamos a Lima intercambiamos objetos bendecidos de nuestros respectivos credos, no estaba de más tener un as bajo la manga dijimos los tres. Le obsequiamos un collar de chaquiras y cuentas de plata bendecido en una Huaca. Luis durante mucho tiempo usó la pulsera de madera con imágenes de santos que él le obsequió.

Recordé también un incidente que enojó a Luis… el sacerdote me obsequió un rosario de cuentas de madera de rosa, lo colocó entre mis manos poniendo las suyas sobre las mías, luego besó mis manos con devoción y al despedirnos me abrazó y me dio un beso en la boca… fue un ligero roce de labios bastante inocente pero Luis bromeó, disimulando su incomodidad, diciéndole que yo iba a malinterpretar ése beso porque era hierofílica… como respuesta el sacerdote me tomó de la cintura y me besó en la boca apasionadamente y yo le respondí introduciendo mi lengua en su boca, saboreando el dulce sabor de vino de su paladar.

El arqueólogo nos indicó que nos acercáramos a la pérgola, allí nos percatamos de los sellos cabalísticos que estaban dibujados bajo el techo de ésta. Levantó una puerta de madera calada, al estilo de algunos balcones coloniales, que estaba en el suelo dejando al descubierto una celda que más parecía un pozo. El mal olor, hasta el momento disimulado por el aroma de las madreselvas, nos impactó… Alberto se acercó y tiró de una cuerda izando un balde con desechos fecales. Luego que el ambiente se ventiló un poco el arqueólogo nos invitó a asomarnos por el hueco, calculamos que tendría unos tres metros de profundidad… la única iluminación de la ergástula era una linterna de baterías que no permitía ver todo su interior pero calculamos que su extensión era de unos tres por tres metros cuadrados.

Doña Francisca nos aclaró que las austeras condiciones de la ergástula habían sido especificadas por el mismo padre Miguel. Damon y yo nos arrodillamos al borde del agujero, entonces vimos un colchón y sobre él a un despojo humano vestido con un sambenito… el sacerdote no era ni la sombra de lo que había sido, levantó la cabeza y nos miró… su cara esquelética estaba enmarcada por su cabello oscuro que llevaba largo hasta casi la cintura y su barba crecida como la de un náufrago. Luego lanzó una carcajada y nos habló con una voz que no era la suya: “Los Amos me dijeron que tendría el honor de recibir vuestra visita, lamento no poder invitarlos a pasar. No he podido cumplir con la tarea que tenía asignada, el sacerdote fue demasiado astuto y se valió de un amuleto ajeno a sus creencias para confinarme en su cuerpo… pero por otro lado fue ingenuo al pensar que yo era el único que había sido enviado… los otros han cumplido con su misión”.

Me di cuenta que él llevaba al cuello el collar de chaquiras y cuentas de plata bendecido en una Huaca que Luis y yo le habíamos obsequiado… ¿acaso ése era el “amuleto ajeno a sus creencias” que el padre Miguel había usado para controlar y confinar a la entidad?.

Luego la entidad prosiguió: “Tengo paciencia y sé esperar, cuando el sacerdote muera seré libre. Miguel es una compañía agradable, ya no se resiste cuando abuso de él. Lilith, eres tan hermosa como tu madre. Miguel no ha dejado de pensar en ti, aún recuerda ése beso… cuando me apresó en su cuerpo me entretuve revisando sus recuerdos y supe que se masturbaba imaginándose que follaba contigo, si quieres visitarlo una noche le permitiré disfrutarlo”.

Damon me haló del brazo forzándome a ponerme de pie para alejarme de la entrada de la celda, entonces la entidad le dijo: “Lucipher, te pareces mucho a tu padre… tan apuesto, fuerte, valeroso y desafortunado en el amor. Lilith no te ama, ni siquiera le gustas. Hace noches que te haces una pregunta, yo pudo respondértela… si, ella piensa en tu hermano cuando te la follas… además él desea ocupar tu lugar cuando estás con ella. Lilith está contigo sólo por los rituales que ambos tienen que hacer, cuando los hayan hecho te dejará y se quedará con tu hermano”.

Intenté contener a Damon recordándole que ése tipo de entidades acostumbraban decir mentiras para incordiar a las personas pero él no soportó las carcajadas burlonas de la entidad, se lanzó al pozo de un salto y le dio un brutal puñetazo en la cara al impertinente tumbándolo sobre el colchón en donde convulsionó un poco y luego se quedó inmóvil. Damon le pidió a Alberto que le diera la mano para ayudarlo a subir… pero en ése momento el padre Miguel se incorporó, digo su nombre porque era él recuperando el dominio sobre su cuerpo. El sacerdote tomó a Damon del brazo y le dijo balbuceante: “El morador del umbral te mintió, yo veo lo que él ve y sé lo que él sabe… Lilith te ama, no lo dudes… y toma esto, no está de más tener un as bajo la manga”.

Alberto le alargó la mano a Damon y lo ayudó a salir. El arqueólogo se arrodilló ante el foso para hablar con el sacerdote aprovechando su imprevisto momento de lucidez. Nosotros nos alejamos de la pérgola y entramos a la casa, allí vimos que lo que el padre Miguel le había dado a Damon era una pulsera parecida a la que le había obsequiado a Luis. Tuve que contarle a Damon lo del beso que había mencionado la entidad, temí que se enojara pero le agradó imaginarse la cara de Luis y añadió: “Al menos ése pobre sacerdote tiene un bonito recuerdo”.

Doña Francisca nos sirvió dos tazas de té con bergamota y conversamos un rato para liberarnos de la tensión producida por lo que había acontecido. Ella nos contó que era psiquiatra por lo que habían podido sacar la licencia para la casa de reposo, durante el ejercicio de su carrera había visto tantos casos extraños que terminó creyendo en lo sobrenatural… desde entonces se volvió una estudiosa de las ciencias ocultas porque su deber era aliviar a esas personas atormentadas sea con ciencia o con magia, el método no importaba, sólo la recuperación de los pacientes.

El arqueólogo y Alberto no regresaban del jardín, comprendimos que estarían atendiendo al padre Miguel por el puñetazo que Damon le había encajado. Ya era tarde y teníamos deseos de tener intimidad, le dimos las buenas noches a doña Francisca y subimos a la habitación que nos habían designado. La cama colonial con cortinajes de brocado nos estaba esperando. Encendimos un par de varitas de incienso de canela y clavo de olor para alejar el olor a humedad que aún persistía y las velas de los candelabros de bronce que estaban sobre la cómoda y las mesitas de noche… era una atmósfera deliciosamente romántica. Nos besamos y empezamos a desvestirnos, yo desnudé a Damon pero no le permití que él me despojara de mi ropa interior.

Le recordé los planes que tenía para él con la cama colonial, le dije que se acostara y lo até a los postes de la cama con mis pañolones de gasa. Teniéndolo atado disfruté el acariciarlo lentamente recorriendo con mis manos y labios su perfecta anatomía… Damon me respondió de inmediato con una erección que a propósito obvié atender y me restringí a acariciar el interior de sus muslos y su vientre para exacerbar más su excitación. Luego busqué en mi mochila el látigo con el que acostumbraba fustigarlo, era casi un juguete a comparación del que había usado Todd… así que no tuve reparos en castigarlo descargando latigazos sobre su pecho, vientre y muslos a pesar de que se le notaban las huellas de la azotaina anterior.

Los primeros latigazos siempre le sacaban una sonrisa traviesa casi burlona por lo poco que le dolían mis golpes pero cuando yo mantenía un ritmo constante e iba aumentando la intensidad de los latigazos Damon cambiaba ésa sonrisa por un delicioso mohín de dolor placentero que hacía mordiéndose el labio inferior… yo seguía descargando golpe tras golpe tenazmente sobre su piel enrojecida hasta que finalmente él cerraba los ojos, entreabría los labios y me obsequiaba con sus gemidos de dolor y jadeos de placer. Nunca pasábamos de ése límite… yo sabía que si seguía descargando latigazos sobre su piel cuando estaba caliente y enrojecida corría el riesgo de abrirle heridas… y que él lo permitiría sólo para complacerme.

Me despojé de mi ropa interior y me acomodé entre las piernas de Damon para prestarle a su miembro viril la atención que se merecía... él estaba aprendiendo a contenerse, cada vez toleraba mas estimulación simultánea sin eyacular antes de lo previsto y yo podía disfrutar por un tiempo prolongado del lamer y mordisquear suavemente su pene erguido a la vez que acariciaba sus testículos y deslizaba un par de dedos entre sus nalgas tanteándolo sin forzarlo… esperaba que pronto estuviera listo para introducir algunos juguetes a nuestros encuentros íntimos.

Hasta el momento no se nos había aparecido el fantasma de la madre del dueño del caserón ni se había manifestado otra entidad de las que acostumbraban fastidiarnos la noche. Todd nos había dicho que nosotros atraíamos a los seres del más allá cuando follábamos porque muchos de estos se alimentan de energía sexual y encontraban especialmente apetecible la nuestra porque ambos éramos “shamanes”… nos había recomendado que hiciéramos un domo protector cada vez que tuviéramos intimidad pero el frenesí pasional hacía que casi siempre nos olvidáramos de hacer el susodicho domo protector.

Se me ocurrió que la cama de dosel, por su forma y por magia absurda, podía estar cumpliendo con la función de un domo protector. Levanté la cabeza y vi que el armazón que sostenía el techo de brocado formaba algo parecido a un sello de protección… recordé que el abuelo del dueño del caserón había sido espiritista y acostumbraba hacer sesiones con sus amigos, era lógico que tomara la precaución de proteger de entidades el lugar en donde dormía con su esposa. Entonces comprendí la sugerencia del arqueólogo de que nos acomodaran en ésta habitación… con tantos “poseídos” cerca era seguro que cuando Damon y yo hiciéramos el amor el caserón se convirtiera en algo parecido al despertar del Pandemónium… el arqueólogo había previsto eso.

Noté que a Damon le estaba costando contenerse y decidí satisfacerlo de una vez… me senté a horcajadas sobre él empalándome con su miembro viril de una sola sentada y lo cabalgué hasta hacerlo llegar al orgasmo. Me di cuenta de cuanto placer me daba darle placer. Recordé que con Luis nunca había sido así, para mí Luis tenía la obligación de satisfacerme primero… pensé que tal vez si me estaba enamorando de Damon.

Luego me acomodé en una postura adecuada para que Damon pudiera satisfacerme oralmente… apoyé mis rodillas sobre sus hombros pero para mantener el equilibro, y no hacerle mucho peso, me sujeté con ambas manos de la cabecera de la cama. El placer que me provocaban sus lamidas me hizo hacer traquetear la cabecera de la cama y de improviso nos vimos envueltos en una nube de polillas enormes, seguramente habían estado dormidas entre los pliegues de los cortinajes de brocado y las sacudidas las sacaron de su letargo. Me encantó, aunque a él le asustaron un poco… para mí fue como vernos envueltos por la danza de las hadas nocturnas.

Después lo desaté y fue mi turno de ser atada en la cama. Damon sólo me ató las manos y no quiso usar el látigo sobre mi cuerpo, se dedicó a acariciarme y besarme hasta que su erección le exigió penetrarme… mientras que él me poseía las polillas revoloteaban a nuestro alrededor y hasta se posaban sobre nosotros, para mí eso era algo simplemente mágico. Damon les perdió la aprensión e ignoró a las que se atrevieron a posarse sobre su espalda comprendiendo que esas criaturas nocturnas se deleitaban con nuestros amoríos… una de las polillas se inmoló en las flamas de una vela y el olor que desprendió al quemarse fue semejante al almizcle.

Esa vez fui yo quien llegó primero al orgasmo y sin pensarlo le dije: “Te amo”… simplemente las palabras me salieron del alma, el corazón y las entrañas que me latían sintiéndolo dentro de mí. Damon se quedó mirándome incrédulo, luego reaccionó y me besó apasionadamente… rodeé su cintura con mis piernas mientras que él eyaculaba… luego él se quedó abrazándome hundiendo su cabeza sobre mi hombro en el revoltijo de mis cabellos enmarañados. Cuando se incorporó vi que sus mejillas estaban húmedas de lágrimas.

Damon me desató y nos acomodamos para dormir abrazados como acostumbramos hacerlo: Yo acostada de lado dándole la espalda y él pasándome un brazo alrededor de la cintura pegándome a su cuerpo… y quejándose de la mata que hace mi cabello que terminaba acomodándome hacia arriba en una especie de moño anudado para dejar libres mi cuello y mis hombros que le gustaba besuquear hasta quedarse dormido.   

Soñé que estaba en un Templo parecido a la Huaca de la Luna pero completamente restaurado, me vi vestida con el ajuar ceremonial de una sacerdotisa y estaba de pie en lo alto de la terraza principal, desde allí podía ver a los guerreros en perfecta formación marcial en el patio. Luego sentí a Damon abrazándome por la cintura desde atrás… me giré para mirarlo, él estaba vistiendo una sencilla túnica blanca con ribetes dorados y llevaba el cabello largo como suele llevarlo en mis sueños. Entonces vimos a una mujer de edad madura subiendo las escalinatas, estaba vestida con una túnica larga de color pardo con ribetes negros y un manto con un elaborado diseño en colores tierra… la reconocimos, era doña Teodora pero no se veía como aquella humilde anciana encorvada que mendigaba en la plaza, su rostro surcado de arrugas y enmarcado por sus trenzas canas irradiaba la luz de las ancianas sabias. Ella llegó hasta donde estábamos nosotros, noté que yo tenía un kero lleno de chicha de jora entre las manos aunque no tenía idea de donde salió pero supe que debía de ofrecerle la bebida, doña Teodora nos hizo una reverencia y bebió… luego me dijo: “Me alegra que finalmente reconocieras que lo amas, ahora el legado descansa en vuestras manos”… después nos hizo otra reverencia y pasó a ocupar un lugar entre las mamaconas que estaban sentadas en la terraza inferior.

Después el escenario onírico cambió por completo. Me vi con un vestido negro largo de látex entre dominatrix y reina wraith en el laboratorio en una nave nodriza que iba a la deriva, me dirigí a uno de los capullos de hibernación en donde estaba Todd e intenté despertarlo… puse mi mano sobre su pecho para darle una recarga de energía, él abrió los ojos pero seguía con la mirada perdida… entonces lo besé en la boca, aunque no fue un beso, fue más un pase de energía directo… con eso reaccionó… fuimos a la cabina de mando y él puso a la nave en rumbo.

Damon me despertó con sus besos y caricias solicitándome otro encuentro amoroso... abrí un ojo, noté que las polillas habían desaparecido y que una difusa claridad se tamizaba a través de las gruesas cortinas del ventanal. Cuando tenemos relaciones sexuales en la mañana para mí es un dejarlo satisfacerse mientras que yo aún estoy medio dormida... aún así me gusta dejarlo hacer, es algo completamente diferente a nuestros apasionados encuentros nocturnos. Luego Damon fue a ducharse y yo me quedé desenredando el lío que es mi cabello cada mañana.

Después bajamos a desayunar. El arqueólogo nos dijo que tenía tres noticias que darnos, una triste y dos afortunadas. La primera era que doña Teodora había fallecido durante la madrugada mientras dormía, una de las enfermeras que subió a llevarle el desayuno la encontró muerta en la cama con una sonrisa en su rostro… no nos sorprendió la noticia ni nos entristeció porque ambos la habíamos visto ocupando su lugar entre las mamaconas.

La segunda noticia era que al parecer la entidad maligna había abandonado al padre Miguel, el arqueólogo se había quedado conversando con él hasta que amaneció sin que la entidad volviera a manifestarse entonces decidió ordenar que trasladaran al sacerdote a una de las celdas del sótano para tenerlo en observación. Y la tercera era que cuando una de las enfermeras fue a llevarle el desayuno a Todd se encontró con que el había salido de su estado catatónico y le dijo que quería hablar con el arqueólogo… y a éste le dijo quería hablar con nosotros.

Dejamos nuestros desayunos a la mitad y le pedimos que nos llevara de inmediato a ver a Todd. El arqueólogo nos condujo al sótano y nos abrió la celda en donde encontramos a Todd sentado en la cama esperándonos. De inmediato él se puso de pie, se arrodilló a mis pies, tomó mis manos y me dijo: “Mi reina, sé dónde se encuentra la Stargate, ustedes tienen el gen antiguo que permite activarla y yo conozco la dirección de portal que debemos de marcar pero necesitamos un módulo de energía”. Seguidamente me mostró una hoja garrapateada con unos símbolos parecidos al alfabeto de los antiguos de la serie Stargate Atlantis.

Damon y yo intercambiamos una mirada de desaliento, era bueno ver a Todd recuperado y fuera del estado catatónico pero era malo escucharlo delirando sobre los portales de Stargate… tal vez no había sido una buena idea llamarlo “mi comandante wraith” la mañana anterior. Teníamos que hacer que Todd entrara en razón y reconociera la realidad, le dije a Damon que me trajera el espejo que tenía en mi bolso, él se fue y regresó en menos de dos minutos. Tomé el espejo, se lo puse por delante a Todd para que se mirara la cara y le dije: “Mírate y reacciona, los portales de Stargate Atlantis sólo existen en una serie de ciencia ficción”.

Todd apartó el espejo, sonrió y me respondió: “Lo sé, las puertas estelares redondas sólo se han visto en ésa serie, las que existen en el mundo real son cuadradas”. Nos reímos, era un chiste que acostumbrábamos hacernos. Luego se puso serio y nos dijo: “Pero es cierto que he visto la Puerta Estelar y lo que acabo de decirles, tienen que activarla”.

Damon y yo nos miramos confundidos. Según los últimos acontecimientos habíamos llegado a la conclusión de que unas entidades conocidas como los Dioses sin Nombre querían entrar a éste mundo a través de un portal dimensional que sus siervos pretendía abrir, ellos esclavizarían a los humanos y destruirían éste mundo como lo habían hecho con otros mundos, así que suponíamos que deberíamos de intentar evitar la catástrofe cerrando ése susodicho portal… lo que Todd nos decía era completamente contradictorio.

Entonces nos explicó que él estaba hablando de otro portal dimensional que nosotros teníamos que activar para que los Dioses Olvidados pudieran regresar, ellos eran los únicos con el poder para detener a los Dioses sin Nombre… ése portal sólo podía ser activado por los herederos del linaje ancestral y se abría marcando un código… él sabía dónde se encontraba ésa puerta estelar  pero además se necesitaba una fuente de energía para hacer que funcionara.

Damon y yo volvimos a mirarnos, ahora lo entendíamos: Finalmente Todd había enloquecido… y nosotros también porque le creíamos.

El arqueólogo dijo que ya no era necesario que Todd permaneciera recluido en la celda del sótano pero que era recomendable que se quedara por unos días en el caserón para observación. Cuando estábamos cruzando el pasillo de regreso reparamos en una puerta de madera sobre la que habían pintado un sello cabalístico… dedujimos que el padre Miguel se encontraba allí y le preguntamos al arqueólogo si era posible que nos permitiera verlo.

El arqueólogo accedió, descorrió la ventanilla de la puerta de la celda para comprobar el estado del sacerdote y abrió la puerta. El padre Miguel se encontraba acostado en la cama pero estaba despierto. Lo habían bañado y rasurado pero el cabello se lo habían dejado largo y lo tenía atado hacia atrás en una coleta. Llevaba unos pijamas a rayas y, por su aspecto desnutrido y demacrado, parecía rescatado de un campo de concentración nazi.

El sacerdote se alegró de vernos y le agradeció mucho a Damon por haberlo liberado del poder de aquella entidad. Le dijimos que nos alegraba verlo libre pero que nos preocupaba que ahora ésa entidad estuviera libre vagando por allí buscando otro cuerpo para poseer y le sugerimos hacer un ritual para confinarla en un objeto o algo parecido… entonces el sacerdote sonrío y nos dijo: “La entidad no quedó libre, fue destruida… era poderosa pero no tanto como para resistir un puñetazo de Lucipher enfurecido”.

Dejamos al sacerdote para que descansara, lo necesitaba. Subimos y acompañamos a Todd a la habitación del segundo piso a la que lo trasladaron, nos pidió disculpas por la azotaina que nos había dado cuando estuvo bajo aquél trance inducido por el péndulo maldito, le dijimos que lo que nos hizo había quedado olvidado con verlo recuperado. Nos pasamos el resto de la mañana poniéndonos al día… nosotros le contamos los sueños que habíamos tenido durante los días que estuvimos recuperándonos, él nos contó lo que había visto en los planos a los que había accedido durante el tiempo que estuvo en ése estado catatónico. Finalmente le contamos los detalles del incidente sucedido la noche anterior con el padre Miguel.

Damon y yo teníamos planeado regresar a Lima ésa misma tarde pero decidimos quedarnos por una noche más. Luego almorzamos y pasamos la tarde conversando en la biblioteca. Todd, muy solemne, nos dijo que teníamos la misión de activar el portal dimensional para que los Dioses Olvidados pudieran regresar y detener a los Dioses sin Nombre. El arqueólogo añadió que también deberíamos de enterrar los objetos que habíamos desenterrado de la pirámide.

Les recordé que yo tenía que regresar a Lima. Todd y el arqueólogo estuvieron de acuerdo en que Damon y yo regresáramos a la capital por unos días mientras que ellos se tomaban el tiempo para hacer los preparativos necesarios pues tendríamos que hacer un viaje a un lugar inhóspito… sería una aventura de la mano de la locura.

Entonces tocaron a la puerta, era una enfermera acompañada del doctor Zapata a quien habían llamado para que certificara la muerte de doña Teodora… ambos tenían una expresión de total desconcierto, entonces el doctor Zapata nos dijo que cuando la enfermera lo llevó a la habitación donde yacía la anciana fallecida lo que encontró sobre la cama eran los restos de un cadáver muy antiguo, apenas huesos.

Nos desconcertamos y subimos a la habitación, verdaderamente lo que yacía sobre la cama era más parecido a un cadáver que hubieran exhumado de una tumba de hace un par de siglos pero las ropas estaban intactas… por un momento se me cruzó la idea de combustión espontánea pero los restos no estaban calcinados.

Puse dos dedos sobre el cráneo descarnado de doña Teodora y me llegaron unas escenas como las de una película pero sin sonido: Me vi con Luis en una plaza pero ambos estábamos vestidos a la usanza de la época colonial, el escenario igualmente era de la época, calculé que de inicios del 1700… estábamos paseando como esposa y esposo tomados del brazo viendo las cosas de los tenderetes del mercado… compramos manzanas en el tenderete de una paisana que vendía frutas y galletas de avena con miel a una mulata que ofrecía sus productos pregonando con una canasta en la mano… entonces vimos a una anciana que estaba mendigando en una esquina, le dimos las galletas y algunas manzanas… estaba muy andrajosa, Luis me dejó un rato con la anciana y luego regresó con una manta que compró en uno de los tenderetes y se la regalamos.

Le dije a Damon que colocara dos dedos sobre el cráneo de doña Teodora, lo hizo y luego nos contó que se vio en un barco con velas llegando a un puerto, estaba en compañía de un aventurero de las tierras del norte al que conoció durante el viaje e identificó como Teddus… luego se vio en una plaza con ése hombre, habían llegado a éstas tierras buscando fortuna pero ésta les había sido adversa y se encontraban buscando trabajo de lo que fuera… había mucho calor y con las últimas monedas que tenían se compraron unas naranjas… luego vieron a una anciana mendigando y le dieron algunas naranjas.

Comprendimos porque en un inicio la anciana nos había mirado de aquella manera, ella nos había visto a ambos en la plaza pero no había sucedido en ésta vida, por eso nosotros no recordábamos lo que ella nos decía… pero ella si nos recordaba de aquella vida pasada. Recordamos lo último que nos dijo: “Rogué a los Dioses que me dieran vida suficiente para verlos juntos, ha pasado tanto tiempo desde entonces pero ahora que sé que los herederos han regresado puedo morir en paz”… ha pasado tanto tiempo desde entonces… ¿entonces nos quiso decir que los Dioses le concedieron vida por más de trescientos años?... era una teoría alucinada pero explicaba porque al morir su cuerpo se hubiera descompuesto de aquella manera.

Decidimos enterrarla en el jardín, ésa noche hicimos el funeral. Alberto, Damon y Todd cavaron la tumba cerca de una mata de rosales silvestres. Luego nos pusimos a beber pisco… entonces Damon me pidió un cigarro, él sólo fuma cuando tiene los nervios a punto de un colapso, luego de terminarse el cigarro me dijo: “Recordé esa vida pasada… yo era un inglés sin futuro, todos hablaban de las maravillas del nuevo mundo y decidí hacerme a la mar en busca de fortuna, conseguí pasaje en un barco mercante a cambio de fregar la cubiertas y prestar otros servicios no muy decorosos a la tripulación, allí conocí a Teddus… cuando llegamos la cosa no era como nos la habían pintado, nos gastamos el poco dinero que teníamos y terminamos buscando trabajo de lo que fuera… conseguimos trabajo de jornaleros en una hacienda, Luis era el dueño y tú eras su esposa… me enamoré de ti, era consciente de mi posición y en un principio me conformé con sólo mirarte y amarte en silencio pero una noche, estando ebrio, te violé… Luis vengó la afrenta, me torturó en el galpón, durante semanas me sometió brutalmente y me hizo cosas horribles pero cuidando de no matarme… finalmente Teddus, compadecido de mi sufrimiento, una madrugada se infiltró en el galpón y me quitó la vida”.

“Y su misericordia la pagó en la horca” quise añadir recordando yo también los hechos pero no lo hice. Era una de nuestras historias repetidas hasta el cansancio pero comprendí el impacto que a Damon le había causado recordarlo… lo tomé de la mano y lo llevé a nuestra habitación del segundo piso, ésa noche le hice el amor con cariño y ternura, el látigo se quedó en la maleta. En la mañana Alberto nos llevó a la ciudad y regresamos a Lima.


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