Los Dioses sin
Nombre - Capitulo 06 – El demonio en el pozo
Durante
la cena conocimos a doña Teodora, la anciana que Todd había recogido mendigando
en la plaza. Era una anciana pequeña y encorvada, de rostro afable y muy
humilde pero la sabiduría ancestral se reflejaba en su mirada… desde el primer
momento no dejó de mirarnos a Damon y a mi como si quisiera decirnos algo.
Nos
contó algunas leyendas de la época colonial que tenían como base los mitos de
la región. Según una de ellas hace mucho tiempo los ángeles persiguieron al diablo,
lo cercaron y lograron encerrarlo en un cerro que se encuentra en los límites
de Lambayeque con Cajamarca. Pero el diablo en lugar de enojarse decidió pasar
el tiempo de su cautiverio de la manera más agradable posible… creó gallinas de
las piedras, flores de las nubes y una orquesta de la tormenta. Desde entonces en
ciertas épocas del año por las cercanías de aquél cerro se escucha el cacarear
de las gallinas, el ruido que el agua produce al caer regando el jardín y la música
infernal… quien escucha esos tres ruidos queda convertido en piedra a no ser
que haga un pacto con el diablo. En
algunas de las piedras que rodean el cerro se encuentran grabados unos signos
misteriosos y se dice que quien pueda descifrarlos logrará liberar al diablo.
La
leyenda nos hizo recordar a lo de los Dioses sin Nombre que fueron confinados
por los Dioses Olvidados en cerros y Huacas pero adaptado al cristianismo.
También
nos contó que en tiempos pretéritos existía una raza de hombres enanos que
vivían en ciudades flotantes, se alimentaban de peces, reverenciaban al mar y a
las tormentas. Salían de sus moradas cuando se ocultaba el sol. Las noches sin
luna, cuando el mar se convulsionaba, hacían rituales y sacrificios a su Dios
que moraba en las profundidades del mar y al que temían mucho. Si alguno veía a
ése Dios era sacrificado pues estaba prohibido mirarlo cuando emergía. Y así pasaron
los tiempos, el mundo cambió y aparecieron otras civilizaciones… el Sol tomó
posesión de los Cielos y les dijo que si lo adoraran vivirían bendecidos por su
luz pero ellos se negaron a reconocerlo como dios… entonces el Sol los maldijo,
los convirtió en peces y los condenó a morir cuando fueran calentados por su
calor o iluminados por la luz de la luna y las estrellas por haberse negado a
acatar la nueva ley de las esferas. Desde entonces esos hombres pez moraban en
las profundidades del mar.
Obviamente
relacionamos esa leyenda con el hombre pez que había emergido del mar y le
había causado la muerte a don Faustino.
También
nos contó una leyenda, que nosotros ya conocíamos, sobre los mochicas. Ellos se
creían descendientes de cuatro estrellas primitivas, es decir, de dos parejas
de dioses… los nobles eran hijos de las dos estrellas más brillantes y de la
otra pareja de estrellas que eran menos luminosas descendían los plebeyos. Para
ellos todo lo celestial tenía un duplicado terreno. Consideraban a la Luna más
poderosa y útil que el Sol porque ésta los iluminaba durante las noches y movía
las mareas proporcionándoles pesca abundante. En segundo lugar veneraban al
planeta Venus al que creían una estrella, a Sirio y a la constelación de las
Siete Cabrillas. El Sol, resentido de que no se le diera igual importancia que
a la Luna, se volvió un brujo y trabajaba siempre de noche cuando se retiraba a
las profundidades del inframundo… en venganza calentaba demasiado y les enviaba
sequías a los mochicas… además a veces tomaba la forma de un gran felino e
intentaba lastimar a la Luna, entonces los mochicas hacían mucho ruido con sus
tambores y sacrificaban perros para que estos subieran al Cielo para atacar al
felino y defender a la Luna.
Continuó
con otra leyenda que contaban algunos ancianos de Cajamarca. Según ésta antes
de que el Sol fuera dueño de las esferas y Señor de los Cielos fue humano, al
igual que la Luna que era su hermana y esposa. Cuando recorrían los mundos
buscando un lugar agradable donde construir su morada permanente llegaron a un
cerro en cuya cima había una laguna de aguas cristalinas, era un lugar bello y
tranquilo por lo que decidieron quedarse allí… ambos vivieron felices llevando
una vida simple por mucho tiempo. La Luna no disponía de lujos ni tenía joyas,
tampoco conocía de afeites ni espejos… pero una vez que se estaba bañando en la
laguna un bejuco de color verde le rodeó el cuello y las hojas azules, rojas y
moradas de la misha de los siete colores le rodearon el rostro y se le
enredaron en el cabello… ella se contempló en las aguas cristalinas de la
laguna convirtiéndola así en el primer espejo y se vio adornada con el primer
collar y los primeros afeites de la mujer, se encontró muy bella, se enamoró de
si misma y se negó a abandonar la laguna a pesar de los requerimientos de su
esposo.
Entonces
el Sol, poniendo en práctica las artes mágicas que había aprendido, hizo que
las aguas de la laguna se volvieran turbias y agitadas para que ya no
reflejaran a la Luna y así se rompiera el encantamiento que hacía que su esposa
se negara a volver a su lado por contemplar embelesada su propia imagen. Luego
convirtió al bejuco en una serpiente de plata a la cuál encargó cuidar que la
Luna no se acercara a la laguna e hizo que la misha de los siete colores fuera
desde entonces la hierba de los brujos. Después, sospechando que un Dios
envidioso de su felicidad había encantado a la laguna para que su esposa se
alejara de él, gritó estentóreamente y sus gritos se convirtieron en vientos
fuertes y aires turbulentos que impedían que otros Dioses pudieran acercarse a
su hogar para intentar robarle lo que le pertenecía. Pero la Luna se resintió
con el Sol, tejió una escalera con sus trenzas y subió al Cielo… él protestó y
le exigió que bajara pero ella se negó, entonces el Sol hizo una soga con sus
cabellos y también subió al Cielo para obligarla a bajar pero ella huyó de él…
desde entonces el Sol persigue a la Luna y por eso existe la sucesión de los
días y las noches. Los hijos que ellos habían tenido tuvieron que abandonar el
lugar que se volvió agreste e inhabitable.
La
mayoría de las leyendas contaban una relación conflictiva entre el Sol y la
Luna pero también decían que algún día un hombre y una mujer, descendientes del
Sol y la Luna, pondrían fin a ésa eterna rencilla y sería el inicio de una
nueva era.
También
nos mencionó otros mitos como que se creía que los nacidos en las noches de
tormenta se consideraban hijos del Dios del Trueno y que tenían poderes de
hechiceros. Nos comentó de la gran águila de piedra que se encuentra a pocas
leguas del pueblo de Oyotún de la que se cuenta que mucho antes de la creación
del Imperio Incaico apareció ésta gran águila volando por los cielos
recorriendo toda la costa hasta que hubo un eclipse de Sol, entonces el águila
se posó sobre lo alto de un cerro y allí se quedó dormida. Después nos mencionó
una leyenda muy antigua que recordaba un continente llamado Lemus y las gentes
que allí vivían adoraban las aguas.
Finalmente,
cuando habíamos terminado el postre, doña Faustina me dijo: “Te vi una vez en
la plaza acompañada del español y por tu mirada supe de inmediato quien eras, recuerdo
que me regalaron una manta, galletas y manzanas”. Luego le dijo a Damon: “Y a
ti también te vi una vez en la plaza en compañía del vikingo y te reconocí por
tus ojos, recuerdo que hacía mucho calor y me regalaron naranjas”.
Obviamente
que el español con el que doña Teodora decía haberme visto era Luis pero yo no
recordaba que le hubiéramos regalado una manta, galletas y manzanas a una anciana
mendiga de la plaza… tal vez si le regalamos galletas y manzanas… siempre llevábamos
una botella de agua, galletas y alguna fruta en la mochila y además no acostumbrábamos
darle dinero a los mendigos, les dábamos algo de comer… pero lo de la manta no
lo recordaba y me parecía raro. Supuse que el vikingo con quien decía haber visto
a Damon era Todd… aunque por la expresión de Damon supe que él no recordaba haberle
regalado naranjas a una anciana mendiga.
Luego
nos dijo a ambos: “Rogué a los Dioses que me dieran vida suficiente para verlos
juntos, ha pasado tanto tiempo desde entonces pero ahora que sé que los
herederos han regresado puedo morir en paz”. Después nos dijo que estaba
cansada y se retiraría a su habitación para dormir pero antes nos obsequió una
piedra a cada uno. Le dimos las gracias por su obsequio aunque no comprendimos
el valor de aquellas dos simples piedras.
Salimos
con doña Francisca y el arqueólogo al jardín, éste estaba bastante descuidado,
una gran mata de madreselvas ahogaba lo que antaño debió de ser una hermosa
pérgola y su aroma dulce perfumaba el ambiente, era una noche bastante serena y
algunas luciérnagas danzaban entre los matorrales. Nos mostraron el manzano en
donde se ahorcó la madre del dueño del caserón. Después Alberto se nos unió con
una botella de pisco macerado con hojas de coca y bebimos mientras que ellos
nos contaban algunos casos de otros internos que ya no estaban allí.
Nos
contaron que hace unos años habían traído a un niño de ocho años, un supuesto
caso de posesión diabólica. El niño se llamaba Mateo. Según contó su madre sus
dos hermanas mayores hicieron una sesión de ouija en la casa, luego Mateo mostró
un radical cambio de conducta, de ser un niño obediente y amable se tornó rebelde
y hostil. Primero pensaron que era una fase de celos pues su madre estaba
embarazada lo que lo desplazaba a él como el hijo menor y más mimado de la
casa. La situación empeoró cuando el niño empezó a torturar a los gatos que
tenían en la casa, lo llevaron a un psicólogo pero éste sólo recomendó terapia
familiar.
Una
noche Mateo empezó a gritar, cuando la madre fue a su habitación lo encontró
contorsionado en una posición inverosímil, gesticulando grotescamente y
balbuceando en un lenguaje extraño. Llamaron a un sacerdote quien se limitó a leer
unas letanías y les explicó que para hacer el ritual de exorcismo el caso tenía
que ser presentado ante el Vaticano para su evaluación, entonces, de
confirmarse su autenticidad enviaría a un sacerdote especializado. No les quedó
otra opción que amarrar al niño para evitar que se hiciera daño y hacer veladas
de oración.
Doña
Francisca se enteró del caso, el arqueólogo se mostró escéptico pero de todas
maneras le pidió al doctor Zapata que examinara a Mateo. El doctor le inyectó
un somnífero bastante fuerte y cuando el niño se durmió el ser que lo poseía se
manifestó identificándose como “el morador del umbral”. Yo sabía que, al
contrario de lo que se ve en las películas de terror, cuando un poseído es
sedado o golpeado hasta hacerle perder el conocimiento, la entidad que lo posee
se manifiesta con mas poder pues la persona al perder la conciencia ya no puede
luchar ni resistirse y la entidad toma el control absoluto del cuerpo.
Convencieron
a los padres de que lo llevaran al caserón. De inmediato llamaron al padre
Miguel, un sacerdote renegado de la iglesia católica, éste realizó el ritual de
exorcismo pero la entidad se negaba a dejar a al niño burlándose de las
oraciones del sacerdote diciendo que su Dios no tenía poder sobre él. Cuando el
padre Miguel dejó de someterlo a los exorcismos la entidad dejó de ser violenta
y hasta se mostró bastante razonable y mantenía largas conversaciones con el
sacerdote de forma alturada. Le dijo que su presencia no se debía a la
invocación que las jovencitas habían hecho con la ouija sino a una deuda, pues tiempo
atrás, el abuelo del niño lo había invocado para hacer un pacto y le había
prometido darle a cambio al primero de sus descendientes varones, añadió que en
realidad no quería hacerle daño a la niño, sólo que necesitaba un cuerpo pues
tenía cosas que hacer para preparar el retorno de sus amos. Entonces el padre
Miguel llegó a un acuerdo con la entidad: Le ofreció su cuerpo como residencia
con la condición de que liberara al niño. Obviamente a la entidad le pareció
mejor disponer del cuerpo de un hombre adulto, más acorde para sus propósitos, que
el de un niño.
La
primera intención del sacerdote fue la suicidarse para devolver a la entidad a
la dimensión de la que provenía pero luego meditó que era muy posible que, al
incumplir el acuerdo, la entidad se las arreglara para retomar al niño o poseer
a otra persona. Entonces dio la orden de que lo recluyeran en una celda a la
que acondicionaron con sellos cabalísticos para mantener prisionera a la
entidad. Y así lo hicieron, el padre Miguel se encontraba hace cinco años encerrado
en una celda. Le preguntamos al arqueólogo si era una de las celdas del sótano
y nos respondió que no, que ésta se encontraba justo debajo de la pérgola y que
si queríamos podía mostrárnosla.
Yo
estaba algo conmocionada. Había conocido al padre Miguel la primera vez que viajé
al norte con Luis cuando fuimos al museo para hablar con el arqueólogo. El
sacerdote, un español de unos cuarenta años bastante apuesto que parecía la
viva imagen del seminarista de los ojos negros, se encontraba allí pues era
amigo del arqueólogo. El padre Miguel vestía una sotana y mi hierofilia se
disparó… una de mis fantasías era fornicar con un sacerdote que llevara puesta
su sotana, no me satisfacía del todo que algunas veces Luis se disfrazara de
sacerdote poniéndose una sotana, mi deseo era por un sacerdote verdadero… curiosamente
mi fijación no era por blasfemia, al contrario, ése morbo era un rezago de mi
formación católica.
El
padre Miguel me había caído bastante bien porque no era un fanático religioso…
al contrario, despreciaba la institución de la iglesia y la hipocresía del
clero. Creía que la humanidad no le restaba divinidad a Jesús y apoyaba la
teoría que María Magdalena había sido su esposa y que María había tenido más
hijos con José. Esa noche fuimos a un bar y entre cervezas hablamos de los Templarios
y los Cátaros, del fraude de muchas reliquias y de los evangelios apócrifos…
aún recordaba cuanto me había excitado viendo al sacerdote fumando y con un
vaso de cerveza en la mano ante la mirada desaprobatoria del resto de personas.
El
sacerdote se especializaba en exorcismos, que realizaba sin permiso del
Vaticano, y nos contó de varios casos en los que había liberado a inocentes del
poder de los demonios. Nos vimos un par de veces más, era muy interesante
conversar y discutir alturadamente con él. Nos llegamos a llevar tan bien que cuando
Luis y yo le dijimos que regresaríamos a Lima intercambiamos objetos bendecidos
de nuestros respectivos credos, no estaba de más tener un as bajo la manga
dijimos los tres. Le obsequiamos un collar de chaquiras y cuentas de plata bendecido
en una Huaca. Luis durante mucho tiempo usó la pulsera de madera con imágenes
de santos que él le obsequió.
Recordé
también un incidente que enojó a Luis… el sacerdote me obsequió un rosario de
cuentas de madera de rosa, lo colocó entre mis manos poniendo las suyas sobre
las mías, luego besó mis manos con devoción y al despedirnos me abrazó y me dio
un beso en la boca… fue un ligero roce de labios bastante inocente pero Luis
bromeó, disimulando su incomodidad, diciéndole que yo iba a malinterpretar ése
beso porque era hierofílica… como respuesta el sacerdote me tomó de la cintura
y me besó en la boca apasionadamente y yo le respondí introduciendo mi lengua
en su boca, saboreando el dulce sabor de vino de su paladar.
El
arqueólogo nos indicó que nos acercáramos a la pérgola, allí nos percatamos de
los sellos cabalísticos que estaban dibujados bajo el techo de ésta. Levantó
una puerta de madera calada, al estilo de algunos balcones coloniales, que
estaba en el suelo dejando al descubierto una celda que más parecía un pozo. El
mal olor, hasta el momento disimulado por el aroma de las madreselvas, nos
impactó… Alberto se acercó y tiró de una cuerda izando un balde con desechos
fecales. Luego que el ambiente se ventiló un poco el arqueólogo nos invitó a
asomarnos por el hueco, calculamos que tendría unos tres metros de profundidad…
la única iluminación de la ergástula era una linterna de baterías que no
permitía ver todo su interior pero calculamos que su extensión era de unos tres
por tres metros cuadrados.
Doña
Francisca nos aclaró que las austeras condiciones de la ergástula habían sido especificadas
por el mismo padre Miguel. Damon y yo nos arrodillamos al borde del agujero,
entonces vimos un colchón y sobre él a un despojo humano vestido con un
sambenito… el sacerdote no era ni la sombra de lo que había sido, levantó la
cabeza y nos miró… su cara esquelética estaba enmarcada por su cabello oscuro que
llevaba largo hasta casi la cintura y su barba crecida como la de un náufrago. Luego
lanzó una carcajada y nos habló con una voz que no era la suya: “Los Amos me
dijeron que tendría el honor de recibir vuestra visita, lamento no poder
invitarlos a pasar. No he podido cumplir con la tarea que tenía asignada, el sacerdote
fue demasiado astuto y se valió de un amuleto ajeno a sus creencias para
confinarme en su cuerpo… pero por otro lado fue ingenuo al pensar que yo era el
único que había sido enviado… los otros han cumplido con su misión”.
Me
di cuenta que él llevaba al cuello el collar de chaquiras y cuentas de plata bendecido
en una Huaca que Luis y yo le habíamos obsequiado… ¿acaso ése era el “amuleto
ajeno a sus creencias” que el padre Miguel había usado para controlar y
confinar a la entidad?.
Luego
la entidad prosiguió: “Tengo paciencia y sé esperar, cuando el sacerdote muera
seré libre. Miguel es una compañía agradable, ya no se resiste cuando abuso de
él. Lilith, eres tan hermosa como tu madre. Miguel no ha dejado de pensar en
ti, aún recuerda ése beso… cuando me apresó en su cuerpo me entretuve revisando
sus recuerdos y supe que se masturbaba imaginándose que follaba contigo, si
quieres visitarlo una noche le permitiré disfrutarlo”.
Damon
me haló del brazo forzándome a ponerme de pie para alejarme de la entrada de la
celda, entonces la entidad le dijo: “Lucipher, te pareces mucho a tu padre… tan
apuesto, fuerte, valeroso y desafortunado en el amor. Lilith no te ama, ni
siquiera le gustas. Hace noches que te haces una pregunta, yo pudo
respondértela… si, ella piensa en tu hermano cuando te la follas… además él
desea ocupar tu lugar cuando estás con ella. Lilith está contigo sólo por los
rituales que ambos tienen que hacer, cuando los hayan hecho te dejará y se
quedará con tu hermano”.
Intenté
contener a Damon recordándole que ése tipo de entidades acostumbraban decir mentiras
para incordiar a las personas pero él no soportó las carcajadas burlonas de la
entidad, se lanzó al pozo de un salto y le dio un brutal puñetazo en la cara al
impertinente tumbándolo sobre el colchón en donde convulsionó un poco y luego
se quedó inmóvil. Damon le pidió a Alberto que le diera la mano para ayudarlo a
subir… pero en ése momento el padre Miguel se incorporó, digo su nombre porque
era él recuperando el dominio sobre su cuerpo. El sacerdote tomó a Damon del
brazo y le dijo balbuceante: “El morador del umbral te mintió, yo veo lo que él
ve y sé lo que él sabe… Lilith te ama, no lo dudes… y toma esto, no está de más
tener un as bajo la manga”.
Alberto
le alargó la mano a Damon y lo ayudó a salir. El arqueólogo se arrodilló ante
el foso para hablar con el sacerdote aprovechando su imprevisto momento de
lucidez. Nosotros nos alejamos de la pérgola y entramos a la casa, allí vimos
que lo que el padre Miguel le había dado a Damon era una pulsera parecida a la
que le había obsequiado a Luis. Tuve que contarle a Damon lo del beso que había
mencionado la entidad, temí que se enojara pero le agradó imaginarse la cara de
Luis y añadió: “Al menos ése pobre sacerdote tiene un bonito recuerdo”.
Doña
Francisca nos sirvió dos tazas de té con bergamota y conversamos un rato para
liberarnos de la tensión producida por lo que había acontecido. Ella nos contó
que era psiquiatra por lo que habían podido sacar la licencia para la casa de
reposo, durante el ejercicio de su carrera había visto tantos casos extraños
que terminó creyendo en lo sobrenatural… desde entonces se volvió una estudiosa
de las ciencias ocultas porque su deber era aliviar a esas personas
atormentadas sea con ciencia o con magia, el método no importaba, sólo la
recuperación de los pacientes.
El
arqueólogo y Alberto no regresaban del jardín, comprendimos que estarían atendiendo
al padre Miguel por el puñetazo que Damon le había encajado. Ya era tarde y
teníamos deseos de tener intimidad, le dimos las buenas noches a doña Francisca
y subimos a la habitación que nos habían designado. La cama colonial con cortinajes
de brocado nos estaba esperando. Encendimos un par de varitas de incienso de canela
y clavo de olor para alejar el olor a humedad que aún persistía y las velas de
los candelabros de bronce que estaban sobre la cómoda y las mesitas de noche… era
una atmósfera deliciosamente romántica. Nos besamos y empezamos a desvestirnos,
yo desnudé a Damon pero no le permití que él me despojara de mi ropa interior.
Le
recordé los planes que tenía para él con la cama colonial, le dije que se
acostara y lo até a los postes de la cama con mis pañolones de gasa. Teniéndolo
atado disfruté el acariciarlo lentamente recorriendo con mis manos y labios su
perfecta anatomía… Damon me respondió de inmediato con una erección que a
propósito obvié atender y me restringí a acariciar el interior de sus muslos y
su vientre para exacerbar más su excitación. Luego busqué en mi mochila el
látigo con el que acostumbraba fustigarlo, era casi un juguete a comparación del
que había usado Todd… así que no tuve reparos en castigarlo descargando
latigazos sobre su pecho, vientre y muslos a pesar de que se le notaban las
huellas de la azotaina anterior.
Los
primeros latigazos siempre le sacaban una sonrisa traviesa casi burlona por lo
poco que le dolían mis golpes pero cuando yo mantenía un ritmo constante e iba
aumentando la intensidad de los latigazos Damon cambiaba ésa sonrisa por un
delicioso mohín de dolor placentero que hacía mordiéndose el labio inferior… yo
seguía descargando golpe tras golpe tenazmente sobre su piel enrojecida hasta
que finalmente él cerraba los ojos, entreabría los labios y me obsequiaba con sus
gemidos de dolor y jadeos de placer. Nunca pasábamos de ése límite… yo sabía
que si seguía descargando latigazos sobre su piel cuando estaba caliente y
enrojecida corría el riesgo de abrirle heridas… y que él lo permitiría sólo para
complacerme.
Me
despojé de mi ropa interior y me acomodé entre las piernas de Damon para
prestarle a su miembro viril la atención que se merecía... él estaba aprendiendo
a contenerse, cada vez toleraba mas estimulación simultánea sin eyacular antes
de lo previsto y yo podía disfrutar por un tiempo prolongado del lamer y
mordisquear suavemente su pene erguido a la vez que acariciaba sus testículos y
deslizaba un par de dedos entre sus nalgas tanteándolo sin forzarlo… esperaba
que pronto estuviera listo para introducir algunos juguetes a nuestros encuentros
íntimos.
Hasta
el momento no se nos había aparecido el fantasma de la madre del dueño del
caserón ni se había manifestado otra entidad de las que acostumbraban
fastidiarnos la noche. Todd nos había dicho que nosotros atraíamos a los seres
del más allá cuando follábamos porque muchos de estos se alimentan de energía
sexual y encontraban especialmente apetecible la nuestra porque ambos éramos
“shamanes”… nos había recomendado que hiciéramos un domo protector cada vez que
tuviéramos intimidad pero el frenesí pasional hacía que casi siempre nos
olvidáramos de hacer el susodicho domo protector.
Se
me ocurrió que la cama de dosel, por su forma y por magia absurda, podía estar
cumpliendo con la función de un domo protector. Levanté la cabeza y vi que el
armazón que sostenía el techo de brocado formaba algo parecido a un sello de
protección… recordé que el abuelo del dueño del caserón había sido espiritista
y acostumbraba hacer sesiones con sus amigos, era lógico que tomara la
precaución de proteger de entidades el lugar en donde dormía con su esposa.
Entonces comprendí la sugerencia del arqueólogo de que nos acomodaran en ésta
habitación… con tantos “poseídos” cerca era seguro que cuando Damon y yo hiciéramos
el amor el caserón se convirtiera en algo parecido al despertar del Pandemónium…
el arqueólogo había previsto eso.
Noté
que a Damon le estaba costando contenerse y decidí satisfacerlo de una vez… me
senté a horcajadas sobre él empalándome con su miembro viril de una sola
sentada y lo cabalgué hasta hacerlo llegar al orgasmo. Me di cuenta de cuanto
placer me daba darle placer. Recordé que con Luis nunca había sido así, para mí
Luis tenía la obligación de satisfacerme primero… pensé que tal vez si me
estaba enamorando de Damon.
Luego
me acomodé en una postura adecuada para que Damon pudiera satisfacerme oralmente…
apoyé mis rodillas sobre sus hombros pero para mantener el equilibro, y no
hacerle mucho peso, me sujeté con ambas manos de la cabecera de la cama. El
placer que me provocaban sus lamidas me hizo hacer traquetear la cabecera de la
cama y de improviso nos vimos envueltos en una nube de polillas enormes,
seguramente habían estado dormidas entre los pliegues de los cortinajes de
brocado y las sacudidas las sacaron de su letargo. Me encantó, aunque a él le
asustaron un poco… para mí fue como vernos envueltos por la danza de las hadas
nocturnas.
Después
lo desaté y fue mi turno de ser atada en la cama. Damon sólo me ató las manos y
no quiso usar el látigo sobre mi cuerpo, se dedicó a acariciarme y besarme
hasta que su erección le exigió penetrarme… mientras que él me poseía las
polillas revoloteaban a nuestro alrededor y hasta se posaban sobre nosotros,
para mí eso era algo simplemente mágico. Damon les perdió la aprensión e ignoró
a las que se atrevieron a posarse sobre su espalda comprendiendo que esas
criaturas nocturnas se deleitaban con nuestros amoríos… una de las polillas se
inmoló en las flamas de una vela y el olor que desprendió al quemarse fue
semejante al almizcle.
Esa
vez fui yo quien llegó primero al orgasmo y sin pensarlo le dije: “Te amo”… simplemente
las palabras me salieron del alma, el corazón y las entrañas que me latían
sintiéndolo dentro de mí. Damon se quedó mirándome incrédulo, luego reaccionó y
me besó apasionadamente… rodeé su cintura con mis piernas mientras que él
eyaculaba… luego él se quedó abrazándome hundiendo su cabeza sobre mi hombro en
el revoltijo de mis cabellos enmarañados. Cuando se incorporó vi que sus
mejillas estaban húmedas de lágrimas.
Damon
me desató y nos acomodamos para dormir abrazados como acostumbramos hacerlo: Yo
acostada de lado dándole la espalda y él pasándome un brazo alrededor de la
cintura pegándome a su cuerpo… y quejándose de la mata que hace mi cabello que
terminaba acomodándome hacia arriba en una especie de moño anudado para dejar
libres mi cuello y mis hombros que le gustaba besuquear hasta quedarse
dormido.
Soñé
que estaba en un Templo parecido a la Huaca de la Luna pero completamente
restaurado, me vi vestida con el ajuar ceremonial de una sacerdotisa y estaba
de pie en lo alto de la terraza principal, desde allí podía ver a los guerreros
en perfecta formación marcial en el patio. Luego sentí a Damon abrazándome por
la cintura desde atrás… me giré para mirarlo, él estaba vistiendo una sencilla
túnica blanca con ribetes dorados y llevaba el cabello largo como suele
llevarlo en mis sueños. Entonces vimos a una mujer de edad madura subiendo las
escalinatas, estaba vestida con una túnica larga de color pardo con ribetes
negros y un manto con un elaborado diseño en colores tierra… la reconocimos, era
doña Teodora pero no se veía como aquella humilde anciana encorvada que
mendigaba en la plaza, su rostro surcado de arrugas y enmarcado por sus trenzas
canas irradiaba la luz de las ancianas sabias. Ella llegó hasta donde estábamos
nosotros, noté que yo tenía un kero lleno de chicha de jora entre las manos aunque
no tenía idea de donde salió pero supe que debía de ofrecerle la bebida, doña
Teodora nos hizo una reverencia y bebió… luego me dijo: “Me alegra que finalmente
reconocieras que lo amas, ahora el legado descansa en vuestras manos”… después
nos hizo otra reverencia y pasó a ocupar un lugar entre las mamaconas que
estaban sentadas en la terraza inferior.
Después
el escenario onírico cambió por completo. Me vi con un vestido negro largo de
látex entre dominatrix y reina wraith en el laboratorio en una nave nodriza que
iba a la deriva, me dirigí a uno de los capullos de hibernación en donde estaba
Todd e intenté despertarlo… puse mi mano sobre su pecho para darle una recarga
de energía, él abrió los ojos pero seguía con la mirada perdida… entonces lo
besé en la boca, aunque no fue un beso, fue más un pase de energía directo… con
eso reaccionó… fuimos a la cabina de mando y él puso a la nave en rumbo.
Damon
me despertó con sus besos y caricias solicitándome otro encuentro amoroso...
abrí un ojo, noté que las polillas habían desaparecido y que una difusa
claridad se tamizaba a través de las gruesas cortinas del ventanal. Cuando
tenemos relaciones sexuales en la mañana para mí es un dejarlo satisfacerse
mientras que yo aún estoy medio dormida... aún así me gusta dejarlo hacer, es
algo completamente diferente a nuestros apasionados encuentros nocturnos. Luego
Damon fue a ducharse y yo me quedé desenredando el lío que es mi cabello cada
mañana.
Después
bajamos a desayunar. El arqueólogo nos dijo que tenía tres noticias que darnos,
una triste y dos afortunadas. La primera era que doña Teodora había fallecido
durante la madrugada mientras dormía, una de las enfermeras que subió a
llevarle el desayuno la encontró muerta en la cama con una sonrisa en su
rostro… no nos sorprendió la noticia ni nos entristeció porque ambos la
habíamos visto ocupando su lugar entre las mamaconas.
La
segunda noticia era que al parecer la entidad maligna había abandonado al padre
Miguel, el arqueólogo se había quedado conversando con él hasta que amaneció
sin que la entidad volviera a manifestarse entonces decidió ordenar que
trasladaran al sacerdote a una de las celdas del sótano para tenerlo en observación.
Y la tercera era que cuando una de las enfermeras fue a llevarle el desayuno a
Todd se encontró con que el había salido de su estado catatónico y le dijo que
quería hablar con el arqueólogo… y a éste le dijo quería hablar con nosotros.
Dejamos
nuestros desayunos a la mitad y le pedimos que nos llevara de inmediato a ver a
Todd. El arqueólogo nos condujo al sótano y nos abrió la celda en donde encontramos
a Todd sentado en la cama esperándonos. De inmediato él se puso de pie, se
arrodilló a mis pies, tomó mis manos y me dijo: “Mi reina, sé dónde se
encuentra la Stargate, ustedes tienen el gen antiguo que permite activarla y yo
conozco la dirección de portal que debemos de marcar pero necesitamos un módulo
de energía”. Seguidamente me mostró una hoja garrapateada con unos símbolos
parecidos al alfabeto de los antiguos de la serie Stargate Atlantis.
Damon
y yo intercambiamos una mirada de desaliento, era bueno ver a Todd recuperado y
fuera del estado catatónico pero era malo escucharlo delirando sobre los
portales de Stargate… tal vez no había sido una buena idea llamarlo “mi
comandante wraith” la mañana anterior. Teníamos que hacer que Todd entrara en
razón y reconociera la realidad, le dije a Damon que me trajera el espejo que
tenía en mi bolso, él se fue y regresó en menos de dos minutos. Tomé el espejo,
se lo puse por delante a Todd para que se mirara la cara y le dije: “Mírate y
reacciona, los portales de Stargate Atlantis sólo existen en una serie de
ciencia ficción”.
Todd
apartó el espejo, sonrió y me respondió: “Lo sé, las puertas estelares redondas
sólo se han visto en ésa serie, las que existen en el mundo real son cuadradas”.
Nos reímos, era un chiste que acostumbrábamos hacernos. Luego se puso serio y
nos dijo: “Pero es cierto que he visto la Puerta Estelar y lo que acabo de
decirles, tienen que activarla”.
Damon
y yo nos miramos confundidos. Según los últimos acontecimientos habíamos
llegado a la conclusión de que unas entidades conocidas como los Dioses sin
Nombre querían entrar a éste mundo a través de un portal dimensional que sus
siervos pretendía abrir, ellos esclavizarían a los humanos y destruirían éste
mundo como lo habían hecho con otros mundos, así que suponíamos que deberíamos
de intentar evitar la catástrofe cerrando ése susodicho portal… lo que Todd nos
decía era completamente contradictorio.
Entonces
nos explicó que él estaba hablando de otro portal dimensional que nosotros teníamos
que activar para que los Dioses Olvidados pudieran regresar, ellos eran los
únicos con el poder para detener a los Dioses sin Nombre… ése portal sólo podía
ser activado por los herederos del linaje ancestral y se abría marcando un
código… él sabía dónde se encontraba ésa puerta estelar pero además se necesitaba una fuente de
energía para hacer que funcionara.
Damon
y yo volvimos a mirarnos, ahora lo entendíamos: Finalmente Todd había enloquecido…
y nosotros también porque le creíamos.
El
arqueólogo dijo que ya no era necesario que Todd permaneciera recluido en la
celda del sótano pero que era recomendable que se quedara por unos días en el
caserón para observación. Cuando estábamos cruzando el pasillo de regreso
reparamos en una puerta de madera sobre la que habían pintado un sello
cabalístico… dedujimos que el padre Miguel se encontraba allí y le preguntamos
al arqueólogo si era posible que nos permitiera verlo.
El
arqueólogo accedió, descorrió la ventanilla de la puerta de la celda para
comprobar el estado del sacerdote y abrió la puerta. El padre Miguel se
encontraba acostado en la cama pero estaba despierto. Lo habían bañado y
rasurado pero el cabello se lo habían dejado largo y lo tenía atado hacia atrás
en una coleta. Llevaba unos pijamas a rayas y, por su aspecto desnutrido y
demacrado, parecía rescatado de un campo de concentración nazi.
El
sacerdote se alegró de vernos y le agradeció mucho a Damon por haberlo liberado
del poder de aquella entidad. Le dijimos que nos alegraba verlo libre pero que
nos preocupaba que ahora ésa entidad estuviera libre vagando por allí buscando
otro cuerpo para poseer y le sugerimos hacer un ritual para confinarla en un
objeto o algo parecido… entonces el sacerdote sonrío y nos dijo: “La entidad no
quedó libre, fue destruida… era poderosa pero no tanto como para resistir un
puñetazo de Lucipher enfurecido”.
Dejamos
al sacerdote para que descansara, lo necesitaba. Subimos y acompañamos a Todd a
la habitación del segundo piso a la que lo trasladaron, nos pidió disculpas por
la azotaina que nos había dado cuando estuvo bajo aquél trance inducido por el
péndulo maldito, le dijimos que lo que nos hizo había quedado olvidado con
verlo recuperado. Nos pasamos el resto de la mañana poniéndonos al día…
nosotros le contamos los sueños que habíamos tenido durante los días que
estuvimos recuperándonos, él nos contó lo que había visto en los planos a los
que había accedido durante el tiempo que estuvo en ése estado catatónico. Finalmente
le contamos los detalles del incidente sucedido la noche anterior con el padre
Miguel.
Damon
y yo teníamos planeado regresar a Lima ésa misma tarde pero decidimos quedarnos
por una noche más. Luego almorzamos y pasamos la tarde conversando en la
biblioteca. Todd, muy solemne, nos dijo que teníamos la misión de activar el
portal dimensional para que los Dioses Olvidados pudieran regresar y detener a
los Dioses sin Nombre. El arqueólogo añadió que también deberíamos de enterrar
los objetos que habíamos desenterrado de la pirámide.
Les
recordé que yo tenía que regresar a Lima. Todd y el arqueólogo estuvieron de
acuerdo en que Damon y yo regresáramos a la capital por unos días mientras que
ellos se tomaban el tiempo para hacer los preparativos necesarios pues
tendríamos que hacer un viaje a un lugar inhóspito… sería una aventura de la
mano de la locura.
Entonces
tocaron a la puerta, era una enfermera acompañada del doctor Zapata a quien habían
llamado para que certificara la muerte de doña Teodora… ambos tenían una
expresión de total desconcierto, entonces el doctor Zapata nos dijo que cuando
la enfermera lo llevó a la habitación donde yacía la anciana fallecida lo que
encontró sobre la cama eran los restos de un cadáver muy antiguo, apenas huesos.
Nos
desconcertamos y subimos a la habitación, verdaderamente lo que yacía sobre la
cama era más parecido a un cadáver que hubieran exhumado de una tumba de hace
un par de siglos pero las ropas estaban intactas… por un momento se me cruzó la
idea de combustión espontánea pero los restos no estaban calcinados.
Puse
dos dedos sobre el cráneo descarnado de doña Teodora y me llegaron unas escenas
como las de una película pero sin sonido: Me vi con Luis en una plaza pero ambos
estábamos vestidos a la usanza de la época colonial, el escenario igualmente era
de la época, calculé que de inicios del 1700… estábamos paseando como esposa y
esposo tomados del brazo viendo las cosas de los tenderetes del mercado… compramos
manzanas en el tenderete de una paisana que vendía frutas y galletas de avena
con miel a una mulata que ofrecía sus productos pregonando con una canasta en
la mano… entonces vimos a una anciana que estaba mendigando en una esquina, le
dimos las galletas y algunas manzanas… estaba muy andrajosa, Luis me dejó un
rato con la anciana y luego regresó con una manta que compró en uno de los tenderetes
y se la regalamos.
Le
dije a Damon que colocara dos dedos sobre el cráneo de doña Teodora, lo hizo y
luego nos contó que se vio en un barco con velas llegando a un puerto, estaba
en compañía de un aventurero de las tierras del norte al que conoció durante el
viaje e identificó como Teddus… luego se vio en una plaza con ése hombre, habían
llegado a éstas tierras buscando fortuna pero ésta les había sido adversa y se
encontraban buscando trabajo de lo que fuera… había mucho calor y con las
últimas monedas que tenían se compraron unas naranjas… luego vieron a una
anciana mendigando y le dieron algunas naranjas.
Comprendimos
porque en un inicio la anciana nos había mirado de aquella manera, ella nos
había visto a ambos en la plaza pero no había sucedido en ésta vida, por eso nosotros
no recordábamos lo que ella nos decía… pero ella si nos recordaba de aquella vida
pasada. Recordamos lo último que nos dijo: “Rogué a los Dioses que me dieran
vida suficiente para verlos juntos, ha pasado tanto tiempo desde entonces pero ahora
que sé que los herederos han regresado puedo morir en paz”… ha pasado tanto
tiempo desde entonces… ¿entonces nos quiso decir que los Dioses le concedieron
vida por más de trescientos años?... era una teoría alucinada pero explicaba porque
al morir su cuerpo se hubiera descompuesto de aquella manera.
Decidimos
enterrarla en el jardín, ésa noche hicimos el funeral. Alberto, Damon y Todd
cavaron la tumba cerca de una mata de rosales silvestres. Luego nos pusimos a
beber pisco… entonces Damon me pidió un cigarro, él sólo fuma cuando tiene los
nervios a punto de un colapso, luego de terminarse el cigarro me dijo: “Recordé
esa vida pasada… yo era un inglés sin futuro, todos hablaban de las maravillas
del nuevo mundo y decidí hacerme a la mar en busca de fortuna, conseguí pasaje
en un barco mercante a cambio de fregar la cubiertas y prestar otros servicios no
muy decorosos a la tripulación, allí conocí a Teddus… cuando llegamos la cosa
no era como nos la habían pintado, nos gastamos el poco dinero que teníamos y terminamos
buscando trabajo de lo que fuera… conseguimos trabajo de jornaleros en una hacienda,
Luis era el dueño y tú eras su esposa… me enamoré de ti, era consciente de mi posición
y en un principio me conformé con sólo mirarte y amarte en silencio pero una
noche, estando ebrio, te violé… Luis vengó la afrenta, me torturó en el galpón,
durante semanas me sometió brutalmente y me hizo cosas horribles pero cuidando
de no matarme… finalmente Teddus, compadecido de mi sufrimiento, una madrugada se
infiltró en el galpón y me quitó la vida”.
“Y
su misericordia la pagó en la horca” quise añadir recordando yo también los hechos
pero no lo hice. Era una de nuestras historias repetidas hasta el cansancio pero
comprendí el impacto que a Damon le había causado recordarlo… lo tomé de la
mano y lo llevé a nuestra habitación del segundo piso, ésa noche le hice el amor
con cariño y ternura, el látigo se quedó en la maleta. En la mañana Alberto nos
llevó a la ciudad y regresamos a Lima.
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