Hace unos años
viajé a cierto pueblo de la serranía, como cosa curiosa la señora de la posada
me contó que en las noches sin luna se ve una procesión de mujeres con hábitos
y mantillas blancas, salen del cementerio murmurando una lúgubre letanía y se
dirigen a la mina abandonada. Dicen que son las almas en pena de las madres,
viudas, hermanas e hijas de los mineros que murieron en un derrumbe, ellas
murieron días después intoxicadas por los gases y otros desechos químicos con
los que se contaminaron al buscar entre los escombros de la mina los restos de
sus familiares queridos... esa tragedia sucedió hace casi cien años.
En fin, que yo no
le presté más atención a la historia pues esa clase de cuentos abundan en esos
lugares. Pero he aquí que deseo contarles que unos meses atrás un amigo mío
viajó a dicho pueblo, yo no le conté lo que me había contado esa señora de la
posada aquella vez, la verdad ni lo recordaba hasta que mi amigo regresó de su
viaje y me contó su espeluznante experiencia.
Llegó al pueblo y
encontró alojamiento en un hostal de mochileros, el pueblo de por si no tiene
mayores atractivos pero está a mitad de ruta de unas ruinas arqueológicas muy
conocidas, así que muchas personas pasan allí una noche para descansar y luego
siguen con su viaje.
Mi amigo estaba
aburrido y decidió salir a dar un paseo por el pueblo, así llegó hasta el
cementerio y vio unas extrañas luces amarillentas, se acercó y sintió frío, ese
frío característico que viene del más allá... entonces vio a un grupo de
mujeres vestidas de blanco que portaban cirios y entonaban un cántico triste...
la curiosidad pudo más que el miedo, pues él no creía en fantasmas, y las
siguió.
Ellas se
dirigieron a la mina a abandonada, allí se despojaron de sus blancas vestiduras
y él vio que tenían la piel amarillenta y llena de pústulas... luego escuchó un
ruido que provenía de las profundidades de la mina, parecía que se estaban
arrastrando de entre los escombros... allí si sintió miedo y regresó corriendo
al pueblo.
Luego yo le conté
lo que hace años me había contado la señora de la posada... Desde entonces mi
amigo cree en los aparecidos.
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