Buscamos un hotel y
pedimos una habitación. Me senté en la cama y me quité los incómodos zapatos de
tacón. No habíamos encontrado vino y tuvimos que comprar ron, él me llenó el
vaso descartable y se fue al baño… no me gustaba el ron puro pero no había otra
cosa y lo apuré de un trago, me serví otro vaso y lo apuré de la misma manera…
el murmullo del ron se me subió a la cabeza de inmediato.
Cuando Luis salió
del baño sin camisa y con el cabello mojado noté que tenía dos tatuajes más,
adiviné el significado de éstos, eran sellos de iniciación, él había seguido
haciendo rituales. Noté que tenía los músculos mas marcados, realmente se veía
muy guapo, sentí deseos de follar con él y busqué otro cigarro en mi bolso para
que el humo me quitara las tonterías de la cabeza… él me ofreció el encendedor,
tomó la botella de ron y bebió un trago largo del pico. Luego apagó la luz de
la habitación habiendo dejado encendida la del baño… Luis sabía que me gustaba
la penumbra para tener sexo, se arrodilló a mis pies y empezó a acariciármelos.
- No me hagas eso –
protesté retirando mis pies de su alcance – accedí acompañarte porque dijiste
que teníamos que hablar… así que habla.
- Tenemos que hacer
unos rituales en las tierras del Norte – me respondió.
- ¿Cómo los
rituales que hicimos en 1999? – le pregunté encendiendo otro cigarro.
- No lo sé, tenemos
que encontrarnos con don Faustino ¿te acuerdas de él? – me preguntó, yo asentí
– él nos indicará lo que debemos de hacer.
- No he aceptado ir
contigo – le recordé.
- Entonces te pido
que aceptes acompañarme a hablar con don Faustino – me propuso – luego decides
acompañarme a hacer los rituales o no.
- Me parece
razonable, entonces ahora vamos a dormir y mañana temprano iremos a hablar con
don Faustino – dije apagando el cigarro en su hombro.
Él no se quejó, al
contrario… cerró los ojos y se humedeció los labios disfrutando del placer del
dolor, eso me excitó mucho pero no quería ceder tan fácil.
- Es temprano para
dormir – me dijo con una sonrisa
seductora.
- Me tomé dos vasos
de ron de golpe y todo me da vueltas – le respondí.
- Entonces sólo
déjame hacer – añadió acariciando mis muslos.
- Dijiste que no me
forzarías a tener sexo contigo ésta noche – le recordé.
- ¿Te estoy
forzando? – me preguntó acomodándose entre mis piernas y quitándome la ropa
interior, no puse resistencia y me abandoné al placer que me daban sus labios
recorriendo el interior de mis muslos… pero reaccioné cuando sentí sus dedos
dentro de mi.
- ¡No, basta! –
exclamé empujándolo a pesar de que deseaba volver a sentir el tibio vaho de su
respiración jadeante en mi cuello mientras se empujaba dentro de mí – tengo un
montón de imágenes terribles agolpándose en mi cabeza y son muchas para
asimilarlas… necesito descansar.
- Necesitas
relajarte – insistió.
- Déjame tranquila
o me voy ahora mismo y quedará en tu conciencia si me asaltan o si el taxista
me viola – dije tajante.
- Quiero hacerte el
amor, mi reina – dijo poniéndose de pie, se quitó las botas y los pantalones –
no pienses en esas terribles imágenes, el bombardeo es normal cuando se rasgan
los velos, no te esfuerces en asimilarlas, tus recuerdos se ordenaran poco a
poco… ahora sólo entrégate al placer que sabes que sé darte.
Y me entregué al
placer que sólo él sabía darme. Mientras estaba empujándose dentro de mí me
repetí varias veces que no podía permitirme la estupidez de volver a enamorarme
de él… pero terminado el encuentro tenía
un “te amo” temblándome en los labios.
Nos quedamos
adormilados abrazados, luego yo me levanté para ir al baño. Cuando regresé a la
cama Luis ya se había quedado dormido boca abajo, acaricié su espalda y me
detuve un buen rato repasando con mis dedos las líneas del tatuaje que tenía un
poco más debajo de la nuca… recordé la primera noche que me entregué a él
creyendo que era el hombre que había visto en mis sueños… sin duda él estaba en
muchos de mis sueños pero ¿podía estar completamente segura que él era el
hombre que había visto en “ése sueño”?
“El sueño en el
Templo de Kali” así había titulado aquél sueño, uno de los primeros que escribí
en mi bitácora onírica y estaba fechado en 1992. En ésas épocas yo estaba muy
metida en la escena black metal y leía mucho de mitología nórdica, por eso me
llamó mucho la atención aquél sueño que estaba fuera de contexto.
Yo llevaba un
vestido blanco largo y vaporoso, un velo, una corona de rosas azules y un ramo
de lirios como si fuera una novia… también llevaba joyas de plata y zafiros, un
collar, zarcillos y una sortija. Ya me había soñado vestida de blanco y con un
velo, vestida de “dama blanca” a imagen de Celesta, la Dulce Muerte… pero
generalmente me soñaba en la Torre de Ámbar, en la Mansión de las Ánimas o en el
Palacio de Invierno.
Me encontraba
frente a un Templo de Kali, la arquitectura e iconografía eran inconfundibles.
En la puerta principal un sacerdote me dijo que antes de entrar tenía que
quitarme los zapatos, así lo hice, él me permitió la entrada y me indicó que
cruzara el patio en donde encontraría otra puerta. Seguí por el camino que me
señaló hasta que llegué a la otra puerta en donde otro sacerdote me dijo que
tenía que entregarle mi collar, así lo hice, él abrió la puerta y me indicó que
cruzara el hermoso jardín hasta llegar a la siguiente puerta. En la tercera
puerta un tercer sacerdote me pidió mis zarcillos, abrió la puerta y me indicó
que cruzara el salón… en ése salón había objetos muy valiosos, cofres
rebosantes de joyas, libros con cubiertas de cuero y oro, ánforas, estatuas…
sabía que no debería de tocarlos y seguí de frente.
Llegué a una cuarta
puerta donde un venerable anciano me dijo que le entregara mi anillo, así lo
hice, él abrió la puerta, finalmente había llegado al Templo… el venerable
anciano me dijo que cruzara el Templo hasta llegar al altar. Caminé por el
medio de las personas que estaban rezando arrodilladas, hombres a un lado y
mujeres al otro, hasta llegar al altar en dónde había una estatua de la diosa
Kali danzando sobre Shiva y me arrodillé… otro venerable anciano que estaba
allí me preguntó si estaba dispuesta a pagar el precio para llegar hasta la
cámara secreta del Templo, le respondí que si… sabía que eran nueve puertas y
me faltaban cinco, ya no me quedaban
joyas para pagar pero supuse que debería de pagar entregando el ramo de lirios,
la corona de rosas, mi velo, mi vestido y el último pago sería una ofrenda de
sangre… efectivamente el venerable anciano me dijo que dejara el ramo de lirios
a los pies de la estatua de Kali y me dio una vela encendida del altar… luego
abrió una puerta secreta y me indicó que bajara por las escaleras.
Bajé por las
escaleras, crucé un estrecho pasillo y llegué a otra puerta, no había nadie así
que toqué tres veces… me abrió otro venerable anciano y me indicó con un gesto
que le entregara mi corona de rosas azules, así lo hice, él abrió la puerta y
me dejó pasar. Bajé otra escalera y crucé otro estrecho pasillo hasta que
llegué a la séptima puerta… ésta también estaba cerrada y toqué tres veces, me
abrió otro venerable anciano y señaló mi cabeza, supuse que me estaba pidiendo que
le entregara mi velo, me lo quité y se lo entregué pero él no quiso recibirlo…
le pregunté que quería que le diera y señaló mi cabello, accedí… él cortó mi
cabello con una navaja hasta la altura de los hombros y me dejó pasar.
Después de bajar
otra escalera y cruzar otro estrecho pasillo llegué a la octava puerta, también
estaba cerrada y toqué tres veces… me abrió otro venerable anciano, era ciego…
supe que tenía que entregarle mi vestido para que me dejara pasar, así lo hice…
le entregué también mi velo pero él no lo tomó y me abrió la puerta. Bajé otra
escalera y crucé otro estrecho pasillo, me había puesto el velo sobre los
hombros para cubrir mi desnudez… la vela se estaba consumiendo y casi me estaba
quemando los dedos… aceleré el paso y finalmente llegué a la novena puerta.
Me pregunté cual
sería la ofrenda de sangre que debería de pagar… iba a tocar a la puerta pero
me di cuenta que estaba entreabierta. Dudé entre si debería de entrar o
esperar… la vela ya se había consumido casi por completo y la flama me estaba
lamiendo los dedos, no pude evitar soltarla y me quedé completamente a oscuras…
entonces noté la claridad que salía de la puerta entreabierta y me decidí a
entrar.
La cámara secreta
era pequeña y estaba iluminada por una lámpara de aceite que le daba una luz mortecina
y un tenue perfume al lugar. En el centro estaba un hombre desnudo de rodillas…
no había estatuas ni símbolos dibujados en las paredes, el hombre estaba
contemplando la lánguida luz de la lámpara… entonces noté que estaba temblando
y decidí acercarme a él para darle mi velo que aunque era delgado podía darle
algo de abrigo… pensé que tal vez era un acto simbólico y por eso los venerables
ancianos no me habían pedido que entregara mi velo.
Di un par de pasos
acercándome a él y mis pies descalzos tocaron algo viscoso y tibio, noté que
era sangre… el hombre estaba sentado en medio de un charco de sangre… entonces
me di cuenta que estaba sentado sobre una estaca de sacrificio y que el motivo
de su temblor no era el frío.
Me aproximé al
hombre, me arrodillé a sus espaldas sin que me importase poner mis rodillas en medio
del charco de sangre y lo abracé con ternura… sentí más su temblor y su
sufrimiento por el martirio al que supuse se había sometido voluntariamente
pues no estaba encadenado ni atado. Tenía el cabello rubio cenizo y le llegaba
hasta los hombros, se lo aparté y le acaricié la nuca susurrándole cariñosamente
que se relajara… el hombre echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un suspiro
que fue casi un sollozo, seguí acariciándole la nuca y los hombros hasta que dejó
de temblar… noté que tenía un tatuaje de un símbolo en la nuca.
Besé su cuello y mordisqueé
suavemente sus hombros, él dejó escapar otro suspiro que fue de placer…
acaricié su pecho y pellizqué sus pezones… seguí acariciando su vientre y bajé
hasta su pubis, su miembro viril estaba erecto y lo atendí un buen rato.
Después tomé sus
manos y las llevé hasta su pecho indicándole que estimulara sus pezones con
delicadeza, volví a ocuparme de su miembro viril masturbándolo con una mano y
con la otra empecé a masturbarme… él buscó mi mano y me guió para que
acariciara sus testículos y la zona de su perineo, rocé la gruesa estaca que
tenía empalada y mis dedos se mojaron con su sangre… cambié de mano, seguí
masturbándome con mi mano sucia con su sangre y masturbándolo a él con mi mano
mojada con mis fluidos… llegamos al orgasmo juntos, él eyaculó en mi mano, yo
me la llevé a la boca y lamí mis dedos.
Luego lo ayudé a
incorporarse lentamente para que se retirara la estaca, él se acurrucó en el
suelo en posición fetal, mi velo sirvió para limpiarle la sangre que le
escurría hasta los muslos… rasgué un pedazo del velo para improvisar un tapón,
lo humedecí con mi saliva y delicadamente se lo introduje en el recto para
controlar la hemorragia.
Después acaricié
sus caderas, no se me ocurría que otra cosa podía hacer para aliviarlo un poco.
Le dije que se acurrucara entre mis brazos y tratara de dormir un poco… él giró
para acomodarse entre mis brazos y fue cuando vi su rostro: Sus ojos eran
claros, sus facciones definidas… y vi con espanto que tenía la boca cosida...
pasé mis dedos sobre sus labios, no tenía a mano nada con que cortar los hilos
y tratar de arrancárselos le haría mas daño… él acarició mi mejilla y jugó con
mis mechones de cabello que apenas me llegaban a los hombros… me miraba como
pidiéndome un beso y posé mi boca sobre sus labios cosidos.
Finalmente se
acurrucó en mi regazo y le pregunté: ¿Cómo voy a saber tu nombre?... él intentó
balbucear su nombre pero no le entendí, entonces dibujó las letras en el suelo
usando su sangre como tinta… lo leí y le dije que no lo olvidaría. Pero cuando
me desperté sólo recordaba las dos primeras letras L y U… recordaba que
escribió dos letras más y luego una segunda palabra tal vez de cinco o más
letras.
Sentí frío y me levanté para cerrar la ventana.
Entonces y después de tantos años recordé un detalle: Los ojos de ése hombre
eran azules. Regresé a la cama y desperté a Luis.
- ¿Recuerdas aquél sueño mío del Templo de Kali? –
le pregunté, yo le había contado ése sueño cuando vivíamos juntos en la casona
de don Rodrigo pero había omitido los detalles de la estaca de sacrificio y la
masturbación.
- Si, lo recuerdo – me respondió él bostezando – te
dije que lo de tus pagos para cruzar las nueve puertas era análogo al mito de
Isthar cuando descendió al infierno.
- Si, me dijiste eso – le confirmé – y también me
dijiste que ése hombre con el que había soñado eras tú… pero hay algunos
detalles que no encajan contigo.
- ¿Otra vez con eso? – dijo desperezándose – ya lo
habíamos aclarado… veamos si me acuerdo de todos los puntos dudosos… sabes que
he viajado a la India varias veces y que me inicié en los misterios del Templo
de Kali, la Madre Oscura… tengo el mismo tatuaje que viste que tenía en tu
sueño… soñaste eso en 1992 y en ése entonces yo llevaba el cabello largo hasta
los hombros y teñido de rubio… mi primer nombre es Luis lo cual coincide
perfectamente con lo que recuerdas, la segunda palabra que no recuerdas es sin
duda mi segundo nombre.
- Recordé el color de los ojos de ése hombre – le
dije – eran azules y los tuyos son verdes.
- ¿Ése es el detalle que no encaja conmigo? – me
preguntó con un bufido – yo también te he contado los primeros sueños que tuve
contigo antes de conocerte, en mis sueños tu cabello era rubio oscuro rizado
tal como lo tienes ahora… pero tu cabello natural es castaño y un poco mas
lacio. No hay una exactitud en la carta de colores onírica… el hombre con el que
soñaste tenía los ojos claros y yo los tengo claros… si yo tuviera los ojos
negros entonces si te aceptaría que es un detalle que no encaja conmigo.
- Bueno, lo acepto… pero hay dos cosas más que no te
conté sobre aquél sueño – proseguí – y quiero que me digas cuales son.
- ¿Sigues borracha? – me preguntó con otro bufido -
¿cómo pretendes que yo te cuente los detalles de un sueño que tuviste tú?
- Si tú eres el hombre de ése sueño deberías de
conocer esos detalles – insistí.
- ¿Ya estás en tu hora de la tontería, no?... fue un
sueño visionario que tuviste tú, no un encuentro que tuvimos ambos en el plano
astral – me refutó – y aunque hubiera sido así es normal que al despertar uno
se olvide de algunos detalles de los encuentros en el plano astral… pero si
insistes dame algunas pistas y tal vez recuerde esos detalles.
- Estabas desnudo y arrodillado en el centro de la
cámara secreta, habías hecho un sacrificio como ofrenda – le adelanté, él
asintió dándome a entender que lo recordaba - ¿cuál fue?
- Sangre, mi sangre – me respondió pero sin
mencionar lo de la estaca.
- Yo me acerqué a ti y empecé a acariciarte –
proseguí - ¿qué más sucedió?
- Es obvio, hicimos el amor – me respondió – ahora
espero que no te hayan quedado dudas, duérmete.
Me conformé con sus repuestas, me acurruqué entre
sus brazos y me quedé dormida.
Liliana Celeste Flores Vega
Fragmento del primer capítulo de mi novela sobrenatural “Las Pinturas de la Muerte”
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