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viernes, 9 de septiembre de 2016

Sueño de la hacienda, las peceras y los nazis

Sueño de la hacienda, las peceras, los nazis y el niño demonio
4 septiembre 2007

Estaba en una hacienda mexicana como las que salen en las películas de Pedro Infante. Yo me iba a casar con el hacendado quien era un hombre maduro, rico y que todavía estaba guapo. Luego estaba caminando viendo los animalitos cuando se apareció el capataz, era un tipo parecido a Chuck Norris. El me dijo que un mercader había traído unos pececitos, que cogiera los que me gustaran y que el hacendado los iba a pagar... luego me indicó que junto al bebedero de los caballos estaba una tina de plástico de esas para bañar a los bebés, dentro estaban los pececitos de colores y adornitos hechos en piedra pómez de arrecifes y castillos.

Fui a la cocina de la hacienda a buscar mis dos peceras (tengo dos peceras de verdad, una era de mis pececitos y la otra de la tortuguita) y algo para coger a los pececitos, busqué una redecilla o algo parecido pero solo encontré un cucharon. Cuando regresé ya no eran pececitos, se habían convertido en sirenas y tritones pequeñitos... más contenta empecé a atraparlos, había mas sirenas que tritones, logré atrapar a seis sirenas y las puse en mi pecera grande. Luego quería atrapar a un tritoncito muy lindo pero no se dejaba y se escondía entre las rocas, a las finales logré agarrarlo con el cucharon pero cuando lo estaba levantando un tritón saltó y se colgó del cucharon, así que los puse a los dos en la pecera chica. Luego los miré bien y vi que el tritón mayor le estaba dando besos al tritoncito y me dije: "Tsss par de tritones maricones, ahora voy a tener que atrapar otro tritón macho para las sirenas"... pero cuando volví a ver la tina ya eran otra vez pececitos de colores.

Después el sueño giró. Estaba en mi casa sentada en mi sofá arreglando unos vestidos bonitos pero antiquísimos. Ingrid tenía las dos peceras sobre su mesa de estudio y estaba poniéndoles una especie de columpio hecho con una ruedita de plástico a los dos tritones... miré de reojo y me di cuenta de que la pecera grande estaba vacía, le pregunté a Ingrid donde estaban las sirenas y me respondió: "Ah, las boté por el inodoro, eran malas, metí la mano para arreglarles sus piedritas y me mordieron"... y yo le respondí: "Debiste de decirme para hervirlas vivas en una olla"

Luego estaba otra vez en la hacienda, en una alcoba muy bonita con dos sirvientas y probándome un velo de novia muy lindo. En eso escuchamos un ruido en el jardín como una pelea de gatos... una de las sirvientas salió a ver, pasó un rato y no volvió... luego fue la otra sirvienta a buscarla, pasó otro rato y tampoco regresó... entonces salí yo y me encontré con Thanatos de pie apoyado en una higuera vestido como el fantasma de la ópera y con su guadaña en la mano, le pregunté si él había matado a las dos sirvientas... él puso cara de inocente, me respondió que no, que al contrario, que había visto como un zorro volador se las llevaba pero que no había alcanzado a salvarlas... yo no le creí.

Paréntesis porque me desperté, luego volví a dormirme y seguí soñando esto:

Estaba en medio de un bosque con el velo de novia y un camisón, cantando una rondinela y bailando como si estuviera loca. Empezó a llover y yo seguía bailando mojándome toda... entonces se apareció un soldado nazi, se quitó la chaqueta del uniforme, me la puso, me cargó y me llevó a mi casa. En mi casa estaba mi madre, mi tía, Ingrid y varios soldados nazis pero ellos estaban como que habían venido a protegernos de algo muy malo que iba a suceder.

Me vestí y fui a la cocina para hacer sopa, Ingrid me estaba ayudando pelando papas... en eso se escuchó una gran explosión y luego un gran ruido como si estuvieran bombardeando... más explosiones... los vidrios de mi casa se rompieron, las paredes se rajaron... nos asustamos mucho. Después de un rato uno de los soldados nazis salió a mirar, luego regresó y nos dijo si queríamos curiosear podíamos salir un rato... yo salí con Ingrid y vimos que sólo había quedado de pie el mercado, mi casa y una de las casas de enfrente que es de una señora solterona que vive de sus rentas... las otras casas habían desaparecido, no había escombros, sencillamente ya no estaban y en su lugar estaban los terrenos vacíos en tierra... tampoco había cadáveres pero yo sabía que había muerto mucha gente.

Luego dos soldados nazis salieron a recolectar víveres del mercado y los otros empezaron a apuntalar las paredes débiles y a acondicionar en el patio un puesto de guardia. Después regresaron los dos soldados que habían ido por víveres, trajeron muchas conservas de frijoles con tocino, atún y pasteles de crema chantilly con fresas... y todos nos pusimos a comer felices de la vida como si nada hubiera pasado.

Otro paréntesis… sigo con los sueños:

Fui a visitar a Julia pero no era su casa, era una casa de un sólo piso, de esas antiguas con ventanas altas que hay por Magdalena (un distrito de Lima cerca al mar). Me atendió un señor que supuestamente era su abuelo y me dijo que ella había ido a entregar un bizcocho a una vecina. Me quedé afuera esperándola, en eso vi a un niño como de tres años jugando solito en la pista, los buses pasaban rápido y lo esquivaban para no atropellarlo, yo iba a cruzar para salvarlo cuando vi venir a Julia y ella me gritó: "Nooo... no lo toques, déjalo... ése niño debe de morir"


Julia y yo teníamos que ir a visitar a Lucita, pero ya no era en el cubil, era un cubil nuevo y nosotras no lo conocíamos. Fuimos a un Mc Donalds de donde Carmen y Mele nos iban a recoger para llevarnos al nuevo cubil... y esperamos y esperamos pero ellas nunca llegaron. Decidimos ir solas, teníamos la dirección y tomamos un taxi confiando que el taxista supiera como llegar... el taxi paró un rato por la luz roja y vimos al niño de tres años subiendo solito a un bus de color amarillo, él se dio cuenta que lo vimos y nos miró y su cara se volvió fea como de un demonio de película de terror barata... entonces quiso bajarse pero vimos una mano que lo jaló para adentro y la puerta del bus se cerró... el niño golpeó la puerta y gritó queriendo bajarse pero el bus arrancó y nosotras nos quedamos muy felices porque sabíamos que el niño ése no iba a volver nunca mas.

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