Los amables lectores de mi blog recordarán los extraños sucesos que Damon y yo vivimos a finales del año 2012 y supongo que algunos se preguntarán que sucedió con los pacientes de aquella atípica casa de reposo que se encuentra en un lejano paraje en el norte del país. Yo misma sentía esa curiosidad y desconocía que había sucedido con ellos... hasta hace un par de semanas que Damon y yo volvimos a visitar el lugar.
Para aquellos que no han leído mi blog les
contaré brevemente los hechos que son el preámbulo a este relato y les
presentaré a los personajes protagonistas del mismo. No me extenderé en
detalles que no vienen al caso… sólo mencionaré que una noche Todd, Damon y yo nos
vimos involucrados en un confuso incidente que terminó con Todd recluido en
aquella casa de reposo y con Damon y yo en la enfermería del Museo con heridas
de cierta gravedad pues Todd, en aquél inexplicable episodio de locura, nos
agredió físicamente.
Pasados algunos días nos trasladaron de la
enfermería a una habitación en el edificio donde se aloja el personal del
Museo. Damon y yo estábamos recuperados físicamente pero mentalmente nos
encontrábamos al borde de un colapso porque durante las últimas noches habíamos
tenido sueños más extraños de los que acostumbrábamos tener y nos obsesionamos
con descifrar el significado arcano de los mismos. Salíamos de aquella
habitación sólo para ir al baño, incluso comíamos allí… primero fue por
evitarnos las miradas del personal del Museo a quienes nuestro amigo el
arqueólogo, a falta de una mejor explicación para lo sucedido, les había dicho
que la noche del incidente nosotros y Todd nos habíamos pasado con las drogas
(así que nos había hecho fama de depravados y drogadictos) y luego por la
obsesión que nos estaba consumiendo. Julio nos traía la comida y otras cosas
que necesitábamos. Nosotros dormíamos, desayunábamos, pasábamos la mañana en la
cama contándonos y comparando nuestros sueños, almorzábamos, pasábamos toda la
tarde exprimiéndonos el cerebro tratando de entender el significado o mensaje
de aquellos condenados sueños, cenábamos… y vuelta otra vez al enfermizo
círculo vicioso.
Durante las últimas noches los dos habíamos
soñado repetitivamente con un mundo con dos soles rojos y una luna opaca. El
mundo tenía dos continentes con zonas desérticas, zonas volcánicas, montañas
escarpadas y frondosas selvas. Los sueños que tenía Damon eran como una
película que pasaba aceleradamente, los míos se centraban en un hecho o
personaje determinado. Con la información reunida de los sueños de ambos
habíamos podido armar un poco de la historia de ése mundo… pero lo que nos
sacaba de quicio era que estábamos absolutamente seguros que esos sueños no
eran recuerdos de nuestras vidas pasadas, no sentíamos familiaridad con ése
mundo ni empatía con sus habitantes, a lo más nos recordaba mucho al mundo de
Conan el bárbaro… sabíamos que no éramos partícipes de aquella historia, sólo
unos espectadores… por lo tanto algo o alguien nos estaba mandando esas
visiones oníricas y quería que las descifráramos.
Damon había visto la evolución de la
humanidad nativa de ese mundo desde el estado de unos primitivos nómades hasta
que formaron clanes, reinos e imperios… y como todos estos habían sido
destruidos por guerras, pestes, desastres naturales y eventos sobrenaturales
inexplicables. Yo había visto los rituales de los chamanes tribales danzando
alrededor de un monolito gigantesco al son de unos tambores hechos con la piel
de un animal muy parecido al mamut, la construcción de unas enormes pirámides
escalonadas de piedra roja, la explosión de un colosal volcán que arrasó con
una próspera ciudad, la edificación de una ciudad subterránea… a un sacerdote
con una capa de piel de lobo sacrificando a un niño en un altar ante la estatua
de un dios con la apariencia de un reptil, a una mujer guerrera crucificada en
una plaza en medio de una multitud aullante, a una anciana ciega rezando
arrodillada frente a un ara, a un nigromante descifrando los jeroglíficos de un
pergamino en una biblioteca subterránea… en fin, todos eran personajes que aunque
reconocía como arquetípicos sabía que no tenían nada que ver con nosotros.
La última noche soñé con una hechicera con el
rostro tatuado que estaba haciendo un ritual en un templo de apariencia sumeria
para invocar a un poderoso demonio… aunque algo debió de salirle mal pues lo
que respondió a su llamado fue un humo negro que emergió de un pozo y la
convirtió en piedra. Después vi como el mundo era invadido por naves espaciales
tripuladas por unos seres de apariencia reptiliana quienes, con sus armas de
avanzada tecnología, sometieron de inmediato a los de la raza nativa del mundo
de los dos soles rojos… me desperté asqueada por las escenas brutalmente
grotescas de matanzas, violaciones y sacrificios.
Fui al baño. Cuando regresé a la habitación
encontré a Damon sentado en la cama con un aspecto bastante desaliñado, no me
había dado cuenta de lo crecida que llevaba la barba y que hasta se le notaba
un poco crecido el cabello… pensé en el aspecto fatal que debería de tener yo
también pues hace días que después de bañarme sólo me pasaba el peine para
desenredarme el cabello y cuando se me secaba lo enroscaba en un moño
sujetándolo con un gancho.
Damon se puso de pie, tomó la cajetilla de
cigarros que estaba sobre la mesa, encendió uno y empezó a fumar nerviosamente…
me quedé atónita pues él no fumaba y se incomodaba cuando yo lo hacía. Noté que
la mano le temblaba. Cuando terminó el cigarro me dijo: “No podemos seguir así,
la obsesión por descifrar el significado de los sueños que tenemos cada noche
nos está haciendo daño, además son cosas de un mundo rojo que no nos incumben.
Debemos de alejarnos de este lugar, regresemos a Lima”.
Estuve de acuerdo con él y le pusimos punto
final al asunto de los sueños del mundo de los dos soles rojos. Nos vestimos
decentemente y buscamos al arqueólogo. Le dijimos que nos sentíamos bien, que
queríamos regresar a Lima pero antes deseábamos visitar a nuestro amigo Todd y le
preguntamos la dirección del hospital psiquiátrico en el que lo habían
internado. El arqueólogo nos respondió que precisamente al día siguiente iría a
visitar a Todd y que podía llevarnos.
Decidimos quedarnos una noche más. Luego del
almuerzo recorrimos el Museo. Cenamos, nos retiramos a la habitación y esa
noche nos permitimos una velada romántica escuchando música de Blackmore’s
Night y bebiendo una botella de vino que nos consiguió Julio.
Julio nos despertó temprano pero según el
arqueólogo era tarde y nos hizo desayunar con prisa. Subimos al asiento trasero
de la camioneta con nuestros equipajes porque pensábamos regresar a Lima esa
misma noche. El arqueólogo se acomodó en el asiento del copiloto, Julio se puso
al volante pero en lugar de dirigirse hacia la carretera que llevaba a la
ciudad tomó rumbo hacia el lado opuesto. Media hora después tomó un desvío
internándose por un paraje desolado hasta que el asfalto desapareció y fue
reemplazado por un camino de tierra… Julio se metió por varios recovecos… Damon
y yo notamos que habíamos pasado dos veces frente a un árbol bastante peculiar,
sin duda Julio estaba dando vueltas innecesarias para que nos desorientemos. Un
par de horas después divisamos un antiguo caserón de dos pisos.
Julio detuvo la camioneta. Entramos al
caserón, de inmediato nos dimos cuenta que el caserón no era un hospital
psiquiátrico ni una casa de reposo convencional. Nos recibió una señora de unos
cincuenta años, delgada y con cabello negro recogido en un moño alto. El
arqueólogo le preguntó cómo estaba Todd, la señora le respondió que seguía en
el mismo estado, aunque mas calmado. Luego llamó a un hombre de mediana edad de
aspecto rústico y fornido, con más aspecto de carcelero que de enfermero… éste
nos llevó hasta una puerta que llevaba a un sótano.
Damon tomó mi mano mientras bajábamos los
peldaños de madera casi podrida de la escalera, sentí que se me encogió el
corazón al pensar los días que Todd llevaba recluido allí. Luego de bajar la escalera
nos encontramos en un pasillo mal iluminado con un foco que daba una luz
amarillenta. Había varias puertas a ambos lados, unas de madera a la izquierda
y otras reforzadas con rejas a la derecha… el arqueólogo nos dijo que Todd se
encontraba en la habitación de la última puerta a la derecha y nos hizo un
gesto para que lo siguiéramos.
Cuando pasamos frente a una puerta de madera
escuchamos los sollozos de una mujer, detrás de la siguiente puerta oímos el
murmullo de la voz de un hombre recitando una plegaria repetitiva... dimos un
par de pasos más y nos sobresaltó un aullido que provino de detrás de una de
las puertas reforzadas con reja, luego escuchamos gruñidos y arañazos contra la
misma como si se tratara de un perro bastante grande encerrado. Damon le pidió
explicaciones al arqueólogo sobre el lugar y los que estaban recluidos allí, él
le respondió que era un asilo para aquellos casos que no podían mantenerse bajo
control en un hospital psiquiátrico convencional.
Finalmente llegamos a la última puerta, el
arqueólogo abrió la reja y luego descorrió la mirilla de la puerta de madera
para constatar el estado en el que se encontraba de Todd… nos dijo que primero
entraría él. Durante el tiempo que esperamos escuchamos que la persona o
criatura que estaba encerrado unas puertas más allá seguía gruñendo.
El arqueólogo estuvo a solas con Todd
aproximadamente veinte minutos, luego abrió la puerta y nos dijo que podíamos
pasar. Era una habitación pequeña, casi una celda... el único mobiliario era
una sencilla cama de madera con una sábana y una cobija... en una esquina había
un inodoro con un lavabo encima como los que se ven en las celdas en las películas
de presidiarios. Todd estaba sentado sobre la mísera cama con las rodillas
recogidas contra su pecho y la mirada perdida en el vacío… nos conmovió verlo
en ese estado.
Nos acercamos pero Todd no se percató de
nuestra presencia. Notamos que estaba moviendo los labios pero no entendíamos
sus balbuceos... me acerqué más a él, le acomodé un mechón de cabello detrás de
la oreja y le dije parafraseando la serie de Stargate Atlantis: “Comandante,
debe de salir de su estado de hibernación, necesito que se haga cargo de la
nave nodriza”… le di un beso en la
mejilla, entonces pareció reaccionar por un momento, me miró y esbozó un amago
de sonrisa… luego señaló a Damon con un dedo, murmuró algo ininteligible y
volvió a sumirse en su estado casi catatónico.
El enfermero con aspecto de carcelero nos
dijo que no era recomendable que nos quedáramos más tiempo con Todd y nos
indicó con un gesto adusto que subiéramos. Nos llevó hasta una sala de estar
donde estaba la señora que nos recibió sentada en un sillón leyendo un libro,
al vernos nos dijo que faltaba una hora para que sirvieran el almuerzo pero que
podíamos ir subiendo nuestros equipajes e instalándolos en las habitaciones del
segundo piso. El arqueólogo tenía planeado quedarse una semana pero nos dio a
elegir entre quedarnos una noche o que Julio nos lleve a la ciudad después del
almuerzo. Damon y yo decidimos quedarnos una noche para volver a ver a Todd al
día siguiente con la esperanza de hacerlo reaccionar.
El arqueólogo y Julio tenían habitaciones
propias pues acostumbraban quedarse. La señora nos dijo que podíamos quedarnos aunque
sólo tenían habitaciones para pacientes con camas estrechas pero podíamos unir
dos… le respondimos que nos bastaba con dos colchones en el piso para no darles
molestias pero el arqueólogo le sugirió que nos instalara en “la habitación”…
la señora dudó un poco pero finalmente le indicó al enfermero con aspecto de
carcelero que nos llevara.
El hombre, que se llamaba Alberto, nos indicó
que subiéramos la escalera y nos llevó hasta una puerta al final del pasillo,
cuando la abrió y nos hizo pasar a la habitación quedamos impactados, esperábamos
una habitación sencilla casi austera pero ésta parecía sacada de una película
de la época colonial: Una enorme cama con doseles de cortinajes de brocado
ocupaba el centro… el mobiliario lo completaban dos veladores, un ropero, una
cómoda, un tocador, dos sillones y un arcón de madera tallada. Alberto
descorrió la cortina y abrió el ventanal para airear la habitación que tenía un
intenso olor a humedad, se notaba que no la usaban con frecuencia… nos dijo que
ésa era la única habitación con una cama grande, había sido ocupada por los
abuelos y luego por los padres del actual dueño del caserón. Nos dejó para que
nos instaláramos, Damon y yo sacudimos las sábanas y colchas… luego nos
avisaron para que bajáramos a almorzar.
Durante el almuerzo la señora, que se llamaba
Francisca, nos contó una breve historia del lugar: El caserón tenía casi un
siglo de antigüedad, había sido construido por un italiano que se asentó en el
lugar con su esposa y frecuentemente hacía reuniones con sus amigos que
practicaban el espiritismo. La esposa tenía una salud muy frágil, condición que
heredaron sus hijos, la mayoría de los cuales murieron antes de llegar a
cumplir los dos años. Sólo sobrevivió una hija que luego se casó con un
comerciante y tuvieron un hijo, años después ella se suicidó ahorcándose en un
árbol de manzano que había en el huerto por motivos que nunca se aclararon… el
comerciante dejó la casa intacta bajo el cuidado de un guardián y se fue a
vivir a Lima con su hijo. Este hijo, el actual dueño del caserón, conoció al
arqueólogo y accedió cederle el caserón con la condición que mantuviera intacta
la habitación que ocuparon sus abuelos y sus padres. Nadie había dormido allí
desde ese entonces, sólo la limpiaban de vez en cuando.
Terminado el almuerzo nos invitaron a pasar
al despacho biblioteca que conservaba algunos de los muebles de época. El
arqueólogo tomó asiento en el escritorio, doña Francisca le entregó unos folders
y se sentó en una butaca, Damon y yo nos sentamos en un sofá cerca de una
ventana. Doña Francisca tomó una cajetilla de cigarros que estaba sobre una
mesita, noté sus dedos largos y nudosos, sus uñas eran muy largas y estaban
manchadas de nicotina... y llevaba un hermoso anillo de plata quemada y
turquesa en el anular. Nos ofreció un cigarro… yo acepté, Damon se negó.
Permanecimos en silencio mientras que el arqueólogo revisaba los folders, luego
nos dio un breve resumen de los casos de las personas recluidas.
Teresa era el nombre de la mujer que habíamos
escuchado sollozando. Era hija de una señora amiga de la madre de Julio. Una
vez fue de campamento al bosque de algarrobos con sus amigos y desapareció… los
amigos dijeron que ella salió de la carpa a medianoche para orinar y no
regresó, la buscaron por los alrededores hasta el amanecer, al no encontrarla
regresaron y dieron aviso a sus padres. Teresa había tenido problemas con sus
padres por causa de un muchacho pandillero con quien salía y pensaron que se
había fugado con él… investigaron al fulano pero se comprobó que él ni siquiera
había ido al campamento y que la noche en la que desapareció Teresa él había
estado en un bar con sus amigotes de la pandilla… a pesar de todo el pandillero
la quería y fue con los muchachos de su pandilla al bosque en donde la buscaron
hasta debajo de las piedras, averiguó con otros pandilleros y hasta con unos
tratantes de chicas que conocía pero no pudo ubicarla. Todos la buscaron
infructuosamente.
Unos meses después Teresa apareció en el
bosque de algarrobos en un estado lamentable, la encontraron unos turistas
quienes la llevaron a una caseta policial. Luego la llevaron a un hospital
donde los doctores la examinaron y dijeron que a la muchacha posiblemente la
habían raptado y mantenido cautivo violándola consecutivamente hasta que quedó
embarazada y le hicieron un aborto… afortunadamente físicamente estaba bien,
sólo desnutrida y obviamente traumada por la experiencia pasada. Pero la
historia que la psicóloga logró sacarle fue que había sido abducida por unos
extraterrestres de apariencia reptiliana, ellos la habían fecundado, extraído
el bebé y luego la dejaron en el bosque. La psicóloga les dijo a los padres de
Teresa que esa era su forma de asimilar el trauma y que con un tratamiento
adecuado podría recuperarse.
Pero la pobre muchacha insistía con que los
extraterrestres le habían dejado unos implantes en el cuerpo y desesperadamente
se cortaba intentando sacárselos. Fue entonces que Julio se interesó en el
caso, la llevó con un doctor de confianza y luego de hacerle varios exámenes y
unas radiografías detectaron que verdaderamente tenía un objeto extraño en un
brazo, era del tamaño de una cápsula… se lo extrajeron y luego de analizarlo
llegaron a la conclusión que la pequeña cápsula era de un metal desconocido con
un bajo nivel radioactivo.
Julio investigó y averiguó que por las fechas
en las que Teresa había desaparecido algunos pobladores de la zona habían visto
luces extrañas, incluso hasta consiguió un video grabado por un aficionado en
donde se veían unas luces que formaban un triángulo. Fue a la zona en donde
había desaparecido Teresa con un fanático ufólogo y encontraron una zona
quemada en donde no crecía la hierba y detectaron vestigios de radioactividad.
Julio le comentó el caso al arqueólogo y éste
convenció a los padres de Teresa de llevarla a un lugar donde recibiría el
tratamiento adecuado. Llevaba dos años internada allí… cuando ingresó la
alojaron en una de las habitaciones del segundo piso. Se pasaba los días viendo
las telenovelas y talkshows que trasmitían los cuatro canales de señal nacional
que eran los únicos que captaba el televisor en aquél recóndito lugar o leyendo
las novelas de moda que le traía su madre.
Parecía estar recuperándose hasta que empezó
a quejarse de terribles dolores de cabeza y terminó dándose cabezazos contra la
pared. Teresa explicó que los extraterrestres se estaban comunicando con ella y
le mostraban imágenes del mundo en el que vivían, éste era un mundo con un
sistema binario de soles y enormes pirámides escalonadas de piedra rojiza… ella
no quería ver esas imágenes y por eso se golpeaba la cabeza. Le hicieron más
pruebas y encontraron que tenía otro objeto extraño en el cerebro imposible de
retirar. También empezó a caer en unos estados de trance durante los cuales
garrapateaba fórmulas, ecuaciones de matemática avanzada y física cuántica que
luego no sabía explicar. La encerraron en la celda del sótano un par de meses
atrás cuando, sin motivo aparente, atacó a una de las enfermeras con un
tenedor.
El arqueólogo nos preguntó nuestra opinión
sobre el caso… ¿creíamos que podría tratarse de un caso verdadero de abducción
o no?... Damon y yo nos miramos, ambos creíamos que existía vida inteligente en
otros mundos y que este mundo había sido visitado por extraterrestres… pero la
mayoría de los casos de abducciones que habíamos leído o visto en esos
documentales tan de moda en la televisión no nos convencían.
El caso de Teresa tenía puntos a favor… al
menos no decía que había sido abducida desde su casa mientras dormía en su
cama, había sido abducida en el bosque de algarrobos, un lugar que era conocido
como escenario de sucesos sobrenaturales. Lo de la fecundación por
extraterrestres era un cliché pero había un informe médico que confirmaba que
le habían practicado un aborto… aunque tal vez Teresa estaba embarazada, se lo
dijo al tipo con quien salía, éste se negó a hacerse responsable, ella huyó, se
prostituyó, se hizo el aborto y regresó inventando lo de la abducción (aunque
era muy inocente de su parte pensar que le creerían)… pero ¿porqué inventaría
que los extraterrestres le habían puesto implantes en su cuerpo y se haría daño
por quitárselos?... tal vez por culpa y la necesidad de auto castigarse por
haber abortado… aunque le habían encontrado un objeto extraño en el brazo y
tenía otro en el cerebro, además estaban sus visiones (que describían un mundo
bastante parecido al mundo de los dos soles rojos con el que Damon y yo
habíamos soñado recientemente) y las fórmulas que garrapateaba.
El arqueólogo prosiguió con el siguiente
caso. Mauricio era el nombre que le habían dado al hombre que habíamos
escuchado murmurando la salmodia repetitiva, lo habían encontrado vagando
desnudo en las pampas de Nazca y lo habían llevado a un hospital. El informe
del médico que lo había atendido resumía que el individuo ingresó en un estado
crítico de deshidratación y desnutrición por lo que le pusieron suero, se recuperó,
pero se negaba a consumir alimentos excepto gelatina sin saborizantes… parecía
sufrir de demencia pues solo balbuceaba palabras ininteligibles por lo que fue
derivado a un hospital psiquiátrico. No tenía documentos y no había reportes de
desaparición que coincidieran con su descripción, pero uno de los psiquiatras
se hizo cargo de su tratamiento por lo curioso de su caso.
Según el informe que les había entregado
aquél psiquiatra cuando el paciente ingresó solo repetía una extraña salmodia
en un idioma desconocido y estaba en un estado de pánico pasivo. Poco a poco se
ganó su confianza, el paciente se tranquilizó y empezó a hablar en español…
entonces le preguntó cuál era su nombre pero como le respondió con una palabra
en el idioma desconocido le dio un lápiz y un papel, el paciente escribió que
su nombre era “M4U51C10” (por lo cual empezó a llamarlo Mauricio). El paciente
aseguraba ser de otro mundo y mostraba como prueba sus manos y pies cuyos dedos
estaban unidos por una membrana de piel… sin duda era un caso de sindactilia
agudo. Como suele suceder en esos casos también tenía otros defectos congénitos
en el cráneo y la cara, lo que le daba una apariencia bastante extraña que
seguramente le había causado un trauma desde la niñez que lo había llevado a
creerse de origen extraterrestre. Sus órganos internos y su metabolismo eran
normales. Finalmente empezó a comer alimentos variados aunque rechazaba la
carne, prefiriendo las frutas y verduras crudas.
Mauricio era de carácter pacífico y
naturaleza bondadosa, se volvió bastante comunicativo y le gustaba charlar con
el psiquiatra sobre el mundo del que creía ser nativo. Lo describía como un
mundo con tecnología muy avanzada aunque carecía de atmósfera pues ésta había
sido destruida hace mucho tiempo atrás por un desastre de origen desconocido
pero había domos que cubrían algunas zonas haciéndolas habitables
defendiéndolas de la radiación del sol rojo. Era gobernado por una élite de
seres superiores a los que describía como unos humanoides altos, sin cabello,
ojos negros sin pupilas y piel fosforescente. Decía que él era de la raza
nativa de aquél mundo y explicaba que siglos atrás, cuando sucedió aquél
desastre que destruyó la atmósfera, llegaron esos seres superiores en naves
espaciales y los salvaron construyendo los domos… desde entonces los de su raza
los habían reverenciado casi como dioses.
El era un obrero que trabajaba en las minas
de donde extraían el mineral que servía para hacer funcionar las máquinas y
naves espaciales. Lo que sorprendía al psiquiatra era el conocimiento que tenía
Mauricio, un hombre aparentemente de origen humilde y que no había tenido
acceso a mucha educación ya que sus padres no lo habían tratado del defecto
congénito con el que había nacido, sobre las máquinas y naves espaciales que
describía.
Contaba que a pesar de que aquellos seres
superiores casi habían esclavizado a los de su raza no eran malvados ni
crueles. Los de su raza eran tratados bien, vivían en lo que describió como un
complejo de edificios rectangulares de paredes metálicas divididos en celdas,
los hombres eran obreros y las mujeres eran destinadas a la reproducción que
era por vía artificial y a la crianza de aquellos hijos. Tenían un horario de
trabajo estricto pero la vida era llevadera, hasta les permitían seguir con
algunas de sus costumbres y tradiciones.
Un día aciago el Sumo Sacerdote de los seres
superiores anunció un terrible evento interestelar que abriría una puerta
dimensional por la cual regresarían los Dioses sin Nombre trayendo la
destrucción… entonces aquellos seres superiores empezaron a sacrificar a los de
su raza en un intento de calmar la ira y el hambre de los Dioses sin Nombre.
Todos los días hacían ceremonias en las que el Sumo Sacerdote recitaba una
plegaria mientras que decenas de la gente de su raza eran obligados a entrar a unos
hornos gigantescos.
Mauricio y otros obreros robaron lo que
describió como unos trajes que protegían de la radiación y daban mantenimiento
vital fuera de los domos protectores y huyeron. Llegaron hasta unas ruinas
milenarias que según las leyendas de la gente de su raza habían sido
construidas por los Dioses Olvidados, un portal de piedra y una estela con
jeroglíficos aún se mantenían en pie, si las leyendas que contaba el anciano chamán
de su gente eran ciertas ese portal los llevaría a otro mundo… pero sus compañeros dudaban y no quisieron
cruzar.
Mauricio, quien era aprendiz del chamán,
descifró algunos de los jeroglíficos grabados en la estela de piedra, narraban
la historia de los Dioses Olvidados que conocían un ritual para confinar a los
Dioses sin Nombre en una prisión mística… éste era un ritual que sólo podía ser
realizado por los hijos de aquellos Dioses Olvidados. La energía de los trajes
que les daba soporte vital se agotaba, entonces él prefirió arriesgarse antes
de morir y cruzó el portal… de allí sólo recordaba haberse despertado en una
especie de pozo con una escalinata de piedra tallada, subió por ésta y se
encontró en un desierto bajo un límpido cielo azul… el traje ya no le servía y
se lo quitó… entonces vagó sin rumbo hasta que lo encontraron unos hombres.
Mauricio empezó a trabajar haciendo labores
de limpieza en el hospital psiquiátrico. Según el psiquiatra mostraba una
increíble adaptación al “mundo al que había llegado cruzando el portal”, su
demencia era inofensiva y si le hacía feliz creerse extraterrestre no tenía
motivos inmediatos para forzarlo a enfrentarse con la realidad… mas bien lo
incentivaba a escribir sobre su mundo y la maravillosa tecnología de los seres
superiores. Tuvo la idea de entregarle a Mauricio algunos libros de medicina
que trataban de malformaciones congénitas como la que él sufría y otros de
relatos de ciencia ficción parecidos a lo que él contaba con la intención de
que poco a poco reconociera su realidad pero fue contraproducente. Mauricio se
ensimismó demasiado en la lectura, cayó en un estado febril y empezó a delirar…
decía que los Dioses sin Nombre vendrían a este mundo, que él había descifrado
las señales inequívocas de su retorno y que tenía que encontrar a los hijos de
los Dioses Olvidados.
Días después un terremoto destruyó la ciudad
de Pisco y el hospital psiquiátrico quedó en ruinas. La mayoría de los
pacientes fueron trasladados a otros centros de salud mental pero el psiquiatra
quiso quedarse con Mauricio pues se sentía responsable por él y le interesaba
mucho su caso. Lo había observado por mas de cinco años, sabía que era
perfectamente controlable y su demencia no representaba un peligro tácito para
la población… al contrario, Mauricio demostró tener cierta intuición o sexto
sentido para ubicar a muchos heridos enterrados bajo los escombros.
Fue entonces que la casualidad quiso que Todd
y Bartholomew fueran a Pisco como voluntarios para construir casas para los
damnificados… escucharon el peculiar caso del “extraterrestre” que había ayudado
a rescatar a varias personas gracias a un sexto sentido para encontrar heridos
bajo los escombros y sintieron curiosidad de conocerlo. Luego de conocer los
detalles de su caso Todd contactó de inmediato con el arqueólogo quien se
comunicó con el psiquiatra que cuidaba de Mauricio y le dijo que tenían un
lugar en donde podían hacerse cargo de él.
Mauricio llevaba allí varios años, desde que
ingresó demostró ser muy comedido y agradecido, se encargaba de la limpieza y
hasta se hizo cargo de cuidar a varios perros callejeros… pero hacía un par de
años había recaído en ese estado febril, empezó a garrapatear símbolos en un
cuaderno y a recitar esa extraña salmodia en un idioma desconocido. Una noche
de luna llena mató a sus perros intentando hacer un ritual invocando a los
Dioses Olvidados, le administraron sedantes y lo recluyeron bajo llave en su
habitación del segundo piso… lo encerraron en la celda del sótano por atacar a
mordiscos a Alberto cuando éste quiso obligarlo a tomar su medicina.
El caso de Mauricio era fascinante, fuera su
historia real o producto de su mente desquiciada. El arqueólogo nos preguntó:
“¿Qué opinan, Mauricio vino de otro mundo a través de un portal o es un
chiflado con una imaginación asombrosa?... en ese caso ustedes son un par de
locos porque también son de otro mundo”.
Nos reímos… Damon y yo le respondimos que
efectivamente no éramos nativos de éste mundo pero no decíamos haber venido
cruzando un portal, éramos almas viejas y errantes nativas de un mundo azul y en
ésta vida habíamos nacido en éste mundo… pero el viajar de un mundo a otro a
través de portales no era extraño para nosotros, lo recordábamos de muchas
vidas pasadas… volvimos a reírnos, la explicación que estábamos dándole al
arqueólogo era como para ganarnos estadía indefinida en una celda en el sótano…
al lado de la que se merecía él por su teoría más disparatada que la de los
alienígenas ancestrales.
El siguiente caso se trataba de un licántropo
tal como Damon y yo lo suponíamos por los aullidos y gruñidos que habíamos
escuchado. El arqueólogo nos contó el caso de José Luis, un mexicano que sufría
de hipertricosis y había llegado hace muchos años atrás a Perú como parte de un
circo en donde se presentaba como un hombre lobo. Yo recordé la publicidad de aquel
circo. José Luis sabía que su condición se debía a una enfermedad y simplemente
le sacaba provecho. Hicieron varias presentaciones en el país. En Trujillo
conoció a una mujer, se enamoraron, él dejó el circo y se casaron. Durante años
vivió feliz con su esposa trabajando como mecánico y tuvieron dos hijos que
afortunadamente no heredaron su enfermedad.
Era un hombre muy querido por sus vecinos,
bromeaba diciendo que las noches de luna llena sentía que su sangre hervía y se
iba a tomar unos tragos con sus amigos al billar. Su esposa no se preocupaba
que se fuera de juerga cada noche de luna llena y regresara ebrio al día
siguiente, era una vez al mes, él era un hombre trabajador y tenía derecho a
divertirse. Hasta que empezó a notar un cambio en el carácter en su esposo,
cuando se acercaba la luna llena se ponía nervioso y malhumorado… se iba de
juerga y regresaba al día siguiente muy sucio.
Entonces ella empezó a averiguar con los
amigos de su esposo, ellos le dijeron que él iba al billar, tomaba un par de
tragos y se iba... sin embargo regresaba a su casa al día siguiente. Su esposa
sospechó que tenía una amante, así que le pidió a su hermano que lo siguiera…
lo que contó el hermano era digno de una película de terror. El hermano esperó
que José Luis saliera del billar y subiera a su camión… lo siguió en su carro y
lo vio detenerse en una calle de mala reputación en donde recogió a una
prostituta y con ella se dirigió a un descampado.
El hermano decidió acercarse al camión para
enfrentar a su cuñado… pero entonces la prostituta se bajó precipitadamente del
camión, semidesnuda y pidiendo socorro a gritos… José Luis bajó tras ella
persiguiéndola, le dio alcance, la tumbó sobre el suelo y empezó a atacarla
brutalmente a mordiscos. El hermano de la esposa de José Luis tomó una
herramienta que llevaba en su carro y se acercó para auxiliar a la pobre
mujerzuela… José Luis huyó hacia el descampado.
Encontraron a José Luis dos días después
completamente loco creyéndose verdaderamente un hombre lobo, necesitaron ayuda
de la policía para capturarlo. El caso corrió de boca en boca, tenían a José
Luis encerrado en una carceleta de la comisaría sin saber que hacer con él,
dudando entre llevarlo a prisión o a un hospital psiquiátrico. El arqueólogo se
enteró del caso e hizo los papeleos para trasladar a José Luis al caserón. Se
encontraba allí hace un año.
Había más pacientes en las habitaciones del
segundo piso pero eran tranquilos. Una anciana que habían recogido mendigando
en la plaza y decía ser la reencarnación de una sacerdotisa mochica, Todd la
recogió mas por humanidad para darle un techo seguro y comida… pero hablando
con la anciana había descubierto que era una mujer muy sabia y era muy
interesante conversar con ella.
Había otra mujer que era otro supuesto caso
de abducción y un hombre autista con obsesión por los rompecabezas y la cábala.
Reconocimos que todos éramos unos chiflados (¿o iluminados?) lo único que hacía
la diferencia que estuviéramos sentados allí y no encerrados en una celda del
sótano era que todavía no le habíamos hecho daño a otros… Todd había cruzado esa
línea.
El arqueólogo nos dijo que ya tenía algunas
sospechas con Todd por aquellos incidentes con sus amigos que había llevado a
su habitación y con los que supuestamente se les había pasado la mano en
sesiones de BDSM… había querido creer que verdaderamente esos accidentes habían
sido consecuencia de exceso de drogas y alcohol hasta el incidente sucedido con
nosotros. Le debía al tío de Todd hacerse cargo de él y así lo haría… y
nosotros le ofrecimos nuestro apoyo.
Durante la cena conocimos a doña Teodora, la
anciana que Todd había recogido mendigando en la plaza. Era una anciana pequeña
y encorvada, de rostro afable y muy humilde pero la sabiduría ancestral se
reflejaba en su mirada… desde el primer momento no dejó de mirarnos a Damon y a
mi como si quisiera decirnos algo.
En el caserón también se encontraba el padre
Miguel, un sacerdote español renegado de la iglesia católica que se hacía cargo
de los casos de supuesta posesión diabólica y realizaba exorcismos sin el
permiso del Vaticano, yo lo había conocido años atrás la primera vez que viajé
al norte con Luis cuando fuimos al Museo para conversar con el arqueólogo… en ése
momento se encontraba recluido como paciente en una celda ubicada debajo de la
pérgola del jardín después de ofrecerse como receptáculo y prisión de un
demonio que había poseído a un inocente niño… su historia es muy interesante
pero larga de contar y no viene mucho al caso de éste resumen, aunque para los
que deseen conocerla podrán encontrarla relatada en una entrada de mi blog.
Para no alargar mucho este resumen diré que
el padre Miguel logró liberarse del poder de ese demonio (o recuperarse de su
episodio de esquizofrenia) el asunto es que se recuperó y volvió a hacerse
cargo de los casos de supuesta posesión diabólica que extrañamente habían
aumentado. También añadiré que, antes de regresar a Lima, Damon y yo pedimos
permiso a doña Francisca para visitar a Mauricio en su celda y ella accedió… efectivamente
su aspecto físico era peculiar pero explicable con los síntomas de su condición
de sufrir de sindactilia aguda. Mauricio nos recibió amablemente, nos dijo que
había estado esperándonos y nos entregó el cuaderno donde había escrito sus
visiones y las señales que había vislumbrado sobre el inequívoco retorno de los
Dioses Olvidados. Todd también se recuperó y volvió a sus actividades
cotidianas como ayudante del arqueólogo en el Museo.
Y así pasaron dos años hasta que Damon y yo volvimos
a viajar y visitamos a nuestro amigo el arqueólogo en el Museo. Es aquí donde
comienza el relato que deseo contarles. Durante la cena nuestra curiosidad nos
llevó a preguntarle al arqueólogo por el estado de los peculiares pacientes del
caserón, entonces él nos contó que un par de meses después de nuestra visita al
lugar había sucedido un incidente muy trágico.
El arqueólogo no conocía los detalles del
lamentable incidente porque se encontraba en el Museo cuando sucedió. Julio se
había quedado con los pacientes especialmente para seguir el caso de Mauricio
quien mostró una notable mejoría después de hablar con nosotros, lo trasladaron
a una de las habitaciones del segundo piso y volvió a hacerse cargo de dos
perros callejeros. En general todos los pacientes mostraban una mejoría
incluidos el hombre licántropo a quien algunas noches sin luna le permitían
salir a tomar aire en el patio y preguntaba por su esposa e hijos. Teresa ya no
sufría de aquellos delirios que la atormentaban y la llevaban a lastimarse,
estaba atravesando una fase de locura pasiva y le contaba muy entusiasmada a
las enfermeras que en sus sueños era visitada por un alien muy amable y
caballeroso al que describía bastante parecido a los wraiths de la serie
Stargate Atlantis y que éste le decía que la había elegido para que sea su
mujer y que muy pronto vendría a llevársela en su nave y recorrerían juntos el
cosmos.
La casa de la locura se había convertido en
el hogar de unos locos felices… hasta que sucedió aquél fatídico incidente. Según
lo que posteriormente le contaron el padre Miguel y el enfermero Alberto una
noche hubo un incendio de origen misterioso, doña Francisca falleció victima
del fuego en su habitación, esa misma noche Mauricio huyó del caserón, Teresa
desapareció de su celda cerrada sin explicación razonable y Julio, quien había
ido tras Mauricio, fue encontrado unos días después más allá de los bosques de
algarrobos en una zona quemada en donde no crecía la hierba en un estado de
shock tan grave que se habían visto en la necesidad de confinarlo en una de las
celdas del sótano… el arqueólogo no ahondó más en el tema pero nos ofreció
llevarnos al caserón para que el padre Miguel, quien ahora se encontraba dirigiendo
el caserón y haciéndose cargo de los pacientes, nos contara con detalles lo
sucedido.
Al día siguiente fuimos al caserón con el
arqueólogo. El aspecto del caserón no había cambiado mucho a pesar del incendio
pero la pérgola del patio trasero no existía y el jardín era un terreno yermo y
quemado en el que no crecían ni las hierbas silvestres. El padre Miguel nos
recibió en la biblioteca y nos contó los detalles del fatal incidente ocurrido
a finales del 2012. En aquellos días los pacientes que por dos meses habían
mostrado una notable mejoría empezaron a alterarse por la profecía maya del fin
del mundo, ellos habían intentado calmarlos diciéndoles que la profecía no
hablaba del fin del mundo sino del fin de una era marcada por la violencia y el
comienzo de otra era más próspera y afortunada. El día 21 de diciembre doña
Francisca sugirió preparar una cena para celebrar el Solsticio y alegrar a los
pacientes, hicieron una parrillada en el patio trasero del caserón y llamaron a
un chamán del pueblo quien hizo un ritual de florecimiento. El personal y los
pacientes participaron de la cena y disfrutaron de un agradable momento. El padre
Miguel reconoció que el chapucero ritual del chamán contribuyó bastante en
sosegar los ánimos alterados de los pacientes. La mas entusiasta fue Teresa
quien se hizo una corona de flores y le anunció a todos que esa noche su galán
extraterrestre vendría por ella.
Luego llevaron a los pacientes a sus respectivas
habitaciones y celdas de confinamiento, después el personal continuó con la
celebración tomando vino en la biblioteca y pasada la medianoche se retiraron a
descansar en sus respectivas habitaciones del segundo piso. El se acercó a la ventana
para cerrar la cortina antes de irse a la cama y entonces vio a Mauricio cruzando
rastreramente el patio trasero con el claro propósito de escaparse, de
inmediato le dio aviso a Julio y al enfermero Alberto quienes fueron tras
Mauricio quien ya había conseguido escalar el muro de piedra y se dirigía
corriendo velozmente hacia el bosque de algarrobos.
El padre Miguel regresó al caserón, revisó a
los demás pacientes del segundo piso y para prevenir otra fuga cerró con llave
las puertas de sus habitaciones. No revisó a los pacientes recluidos en el
sótano pues Alberto se había encargado de llevarlos y encerrarlos en sus
celdas. Después fue a la biblioteca para llamar por teléfono al jefe de los ronderos
para pedirle apoyo en la búsqueda de Mauricio pero la línea telefónica estaba
averiada, solo se escuchaba un sonido de interferencia… entonces sintió un
extraño temblor semejante a la onda expansiva de una explosión pero sin ruido y
a través de las cortinas de la ventana vio un gran resplandor fosforescente que
lo encegueció y cayó desvanecido en el suelo.
Cuando se recuperó y pudo ponerse de pie salió
al patio trasero para averiguar el origen de aquel extraño resplandor fosforescente
que había visto a través de las cortinas de la ventana y encontró la pérgola ardiendo
en llamas… pero ése no era el extraño resplandor fosforescente que él había
vislumbrado antes de desmayarse, el fuego que consumía la pérgola era de un peculiar
color azulado y empezó a extenderse rápidamente por los matorrales del jardín… de
inmediato tomó la manguera para apagar el fuego con la ayuda de dos enfermeras
que también se habían percatado del incendio y acudieron a auxiliarlo pero el
fuego se resistía al agua y las llamas crepitaban tomando formas malignas y
parecían sisear una maldición en el lenguaje del Diablo… entonces él recordó
que bajo ésa pérgola se encontraba la celda donde estuvo recluido durante el
tiempo que se ofreció a ser el receptáculo de un demonio y dedujo que el
demonio se había quedado prisionero en aquella celda protegida por los símbolos
cabalísticos tallados en el techo de madera de la pérgola que estaba siendo
destruida por ése fuego… empuñó su rosario, recitó una plegaria y el fuego infernal
empezó a disminuir.
Ni bien habían controlado el fuego y se
tomaban un minuto de descanso una de las ventanas del segundo piso de la casona,
la correspondiente a la habitación que ocupaba doña Francisca, estalló… él vio
las llamaradas, también de un color azulado, saliendo por la ventana… dejó a
las enfermeras haciéndose cargo de lo que quedaba del incendio del patio trasero
y volvió a la casona para auxiliar a doña Francisca y poner a salvo a los
pacientes que estaban encerrados con llave en sus habitaciones del segundo piso
y a los que se encontraban recluidos en el sótano.
Cuando llegó a la habitación de doña
Francisca y abrió la puerta recibió una gran bocanada de humo con olor a azufre
y supo que era imposible que ella estuviera viva en medio de ése horno infernal
de malignas llamaradas azules que crepitaban y parecían sisear maldiciones… sólo
atinó a arrojar su rosario al fuego y murmurar una plegaria por el alma de doña
Francisca, entonces una lengua de fuego se alzó como si tuviera vida propia, lo
alcanzó y prendió su sotana, él se la arrancó y la pisoteó… de inmediato se
apresuró a liberar y poner a salvo a los aterrados pacientes del segundo piso y
luego regresó por los pacientes que estaban recluidos en el sótano. Liberó al
hombre licántropo quien aullaba terriblemente y salió corriendo hacia el patio ni
bien abrió su celda, luego abrió la celda donde se encontraba Teresa pero la
encontró inexplicablemente vacía y envuelta en un extraño resplandor
fosforescente, el mismo resplandor que él había vislumbrado a través de las
cortinas de la ventana de la biblioteca a la par que fue golpeado por esa onda
expansiva sin sonido… sólo quedaba la corona de flores de la muchacha sobre la
cama… en ése momento no pudo razonar y corrió velozmente a la biblioteca para
rescatar los documentos importantes seguro que el caserón terminaría convertido
en cenizas por el fuego infernal… luego salió al patio y reunió a los pacientes.
Extrañamente el incendio del caserón no se
propagó, se consumió a si mismo y afectó solo la habitación de doña Francisca. Al
amanecer llegaron los ronderos y les ayudaron a limpiar los escombros. Cuando
subieron y entraron a la habitación de doña Francisca encontraron su cuerpo
completamente calcinado sobre los restos quemados de su cama de madera en una
postura que indicaba que ni había intentado levantarse mientras se quemaba, pero
su brazo y su mano derecha, donde llevaba su anillo de plata con una turquesa,
estaban intactos… ni siquiera sus largas uñas amarillentas por la nicotina se
habían quemado.
Según las investigaciones que hicieron los ronderos
el incendio del patio trasero se había iniciado por un carbón mal apagado de la
parrilla sobre la que habían caído algunas hojas secas de las enredaderas de la
pérgola y el fuego en la habitación de doña Francisca había sido causado por un
cigarro que ella había estado fumando en su cama cuando se quedó dormida y las favilas habían caído sobre las colchas…
la explicación era razonable pero ellos no habían visto que en ambos fuegos las
llamaradas eran de un peculiar color azulado.
En la mañana regresó Alberto cojeando y con
un feo golpe en el pómulo, según lo que contó Julio y él lograron darle alcance
a Mauricio y él consiguió someterlo pero Mauricio se resistió con una fuerza
sobrehumana balbuceando que “los seres superiores estaban esperándolo en el
bosque de algarrobos”… logró zafarse, le dio un brutal puñetazo en la cara y
huyó… al intentar ir tras él se tropezó con una rama saliente, se torció el
tobillo y Julio fue tras Mauricio. Los ronderos fueron a buscar a Julio y
Mauricio, regresaron al atardecer trayendo a Julio en un estado de shock muy
grave… lo habían encontrado en el bosque de algarrobos en una zona de terreno
baldío que parecía quemado balbuceando incoherencias sobre una nave espacial
que había aterrizado en aquel lugar y sobre unos extraterrestres de aspecto humanoide
altos, sin cabello, ojos negros sin pupilas y piel fosforescente que se habían
llevado a Mauricio.
Damon y yo intercambiamos miradas… ¿Teresa
había sido abducida de su celda cerrada por su galán extraterrestre?... ¿los
seres superiores se habían llevado a Mauricio en una nave espacial?... ¿un
demonio había causado el incendio de la pérgola para huir de su prisión y luego
había intentado apoderarse del cuerpo de doña Francisca y al no conseguirlo la
había matado… o ésta había muerto en un extraño episodio de combustión
espontánea?
El padre Miguel nos sirvió dos copas de pisco
y nos ofreció unos cigarros, yo acepté uno, Damon rechazó su ofrecimiento educadamente…
el padre Miguel me ofreció fuego, noté con cierto sobresalto que la llama que
producía el encendedor era azulada. Miré los ojos del sacerdote renegado,
aquellos ojos oscuros de mirada profunda que hacían que me pareciera la viva
imagen del seminarista de los ojos negros y demoré mi mano sobre la suya que
sujetaba el encendedor más tiempo del necesario mientras encendía mi cigarro…
Damon protestó por eso… el padre Miguel le devolvió una pícara sonrisa, la
misma que años atrás había causado los celos de Luis y le hizo una propuesta
indecorosa… los tres nos reímos.
Tomé una de las botellas de macerado de pisco
que el arqueólogo guardaba en el armario y serví tres vasos, el alcohol ayudaría
a convencer a Damon de aceptar la picaresca propuesta del sacerdote renegado…
no viene al caso que cuente con detalles lo que hicimos esa noche, el lector
seguramente lo imagina. Me desperté antes de que rayara el alba y fui al baño,
luego me senté en un sofá y encendí un cigarro mientras observaba a Damon y al
padre Miguel durmiendo en la cama. Damon se despertó y con un gesto somnoliento
me indicó que el olor del humo le molestaba… abrí la ventana para airear el
ambiente… entonces me pareció ver una
sombra azulosa arrastrándose en el terreno yermo del jardín hasta el lugar que
había ocupado la pérgola y desaparecer en la ergástula que ahora era un
depósito de desechos… ¿sería el demonio regresando a su madriguera?
Nota final: Ha pasado un año más de aquella
visita… algunas veces pienso en los extraños sucesos de la casa de la locura,
luego fumo un cigarro y me alzo de hombros… hay cosas que no tienen una
explicación razonable y no es prudente seguir indagando.
Liliana Celeste Flores Vega - 2015
Imagen: Google