Era una noche de luna negra y yo estaba hambrienta. Invoqué
el sortilegio de la lechuza hechicera y recorrí las sendas astrales para
visitarte mientras dormías. Me posé sobre el alféizar de la ventana que habías
dejado abierta, también habías dejado una vela aromática encendida en la mesita
de noche al lado de tu cama… ¿esperabas que me apareciera como un espectro en
tu alcoba o tal vez suponías que nos encontraríamos en un sueño?
Te contemplé y te adiviné desnudo bajo las sábanas. Tomé
mi forma de Dama Blanca vestida de nieblas, me incliné sobre ti y soplé sobre los
mechones de tu cabello castaño que se dispersaron sobre la almohada. Posé suavemente
mis dedos gélidos como rayos de luna congelada sobre tus párpados cerrados, rocé
mis labios casi inmateriales sobre los tuyos y te vi esbozar una sonrisa… ¿sentiste
mi fantasmal presencia y anticipaste mi deseo de hacerte mío o soñabas con
nuestro encuentro tantas veces prometido?
Mi boca bajó suavemente por tu cuello y tus hombros,
te estremeciste al sentir mis labios húmedos deslizándose sobre tu piel
ardiente… deslicé suavemente la sábana y dejé tu torso al descubierto, mis
dedos dibujaron los tatuajes que cubren tus brazos… acaricié tus pectorales,
pellizqué suavemente tus pezones y dejaste escapar un gemido placentero. Con un
dedo toqué aquella línea que empezaba a dibujarse en el medio de tu pecho y sentí
el calor que brotaba de tu nido… en ése momento pude empezar a absorber tu
energía vital y alimentarme de ti pero quise exacerbar más tu deseo, gozarte y llevarte
al límite del placer antes de soltar las riendas de mi vampírico instinto.
Deslicé la sábana mas abajo descubriendo las delicias
de tu vientre y tu pubis en donde tu virilidad me esperaba enhiesta… ¿eras consciente
de la realidad de mis caricias fantasmales o tu mente interpretaba las placenteras
sensaciones que experimentaba tu cuerpo como un sueño húmedo?... me acomodé entre
tus piernas para atender tu hombría, mis manos subieron y bajaron rítmicamente
arrancándote temblores y jadeos que se intensificaron cuando posé mis labios
sobre tu carne trémula. Quería devorarte pero contuve mi deseo de clavar mis
colmillos en tu carne palpitante henchida de sangre caliente… te acogí en mi
boca saboreándote y no pude evitar que mi saliva escurriera sobre los vellos de
tu pubis.
Respondiendo a mis lamidas y succiones sobre tu miembro
viril te arqueaste y tus piernas temblaron casi a punto de explotar tu deseo entonces
me detuve y me aparté de ti disfrutando de tu desconcierto… tu pecho subía y
bajaba, gemías… la línea en medio de tu pecho estaba abierta como una boca rezumando
tu suculenta esencia. Necesité sentirte dentro de mí y me senté a horcajadas
sobre ti, tu virilidad encajó en mi como una espada en su vaina… subí y bajé
acompasadamente disfrutando cada centímetro de ti dentro de mí… tus jadeos se
aceleraron al ritmo de mi apasionado vaivén… mis entrañas latían aprisionándote,
el orgasmo me estremeció envolviéndome en una marejada azul y un par de
segundos después tú también llegaste a la cumbre del placer…
Entonces te despertaste y tus ojos azules se encontraron
con los míos… yo había posado mis dedos sobre tus párpados cerrados para evitar
que sucediera esto, me tomaste por sorpresa y por un instante pensé en huir desvaneciéndome
en un remolino de nieblas borrando de tu memoria el recuerdo de mi visita nocturna
pero estaba tan unida a tu cuerpo y sentirte dentro de mí era una sensación tan
deliciosa a la que no quería renunciar de una manera tan abrupta... el placer
pudo más y sostuve tu mirada.
“My sweet Lilith” murmuraste aún jadeando y me
obsequiaste con una adorable sonrisa, estiraste la mano para tocar mi cabellos oscuros
que flotaban a mi alrededor como sierpes con vida propia y te devolví la
sonrisa. Me pregunté como me veías… ¿cómo una versión fantasmagórica de mi
forma material o podías verme tal cuál soy: La repudiable reina de los súcubos…
una espantable aparición con formas femeninas, alas de lechuza, garras de
felina, colmillos de vampira y cuernos de dragona?... tu mirada era una mezcla de
extasiado espanto y amorosa entrega… me veías tal cual era… había horror en tu
mirada pero el amor era más fuerte, podía sentirlo, era un amor puro que me
envolvía tiernamente muy diferente a la lujuria febril que tantas veces había
visto en los ojos de mis anteriores amantes que cantaban himnos blasfemos de
oscuridad y muerte.
Con un gesto me diste tu consentimiento para que me
alimentara de ti y coloqué mi mano sobre la hendidura abierta en medio de tu
pecho… seguiste sonriéndome mientras absorbía tu energía vital, te estremeciste
experimentando un orgasmo no carnal y vi que tus pupilas se tornaron color de
argento... bebí de ti hasta saciarme… sentí tu virilidad aflojando en mis entrañas
y vi como tus ojos empezaron a cerrarse lentamente… entonces, antes que cayeras
en el sueño, te besé en la boca profunda y amorosamente… mi lengua degustó de
tu paladar el sabor amargo del té mezclado con la dulzura de los duraznos
maduros.
Eras mío, completamente mío en cuerpo y alma… iba a
partir pero me sentí demasiado ebria de tu esencia, todo me daba vueltas en un
remolino de azul… me quedé adormecida recostada sobre tu pecho escuchando los
latidos de tu corazón… sentí tus manos acariciando mi espalda y mis alas… y así
nos quedamos dormidos.
Me desperté cuando rayaba el alba... nunca me había
quedado dormida entre los brazos de mis amantes, los visitaba como pesadilla
nocturna y cuando mi ansia estaba saciada los dejaba… ah, pero tú eras
diferente a ellos y tu esencia tan deliciosa que podía volverme adicta a ti. No
quería dejarte pero el amanecer despuntaba… te di un beso sobre los labios, me
levanté de la cama y al pasar frente a un espejo vi de reojo mi fantasmal
reflejo: Mi cabello oscuro se había tornado de plata… tu esencia había purgado
de mí la esencia del Diablo… entonces supe que con tu incondicional entrega me
habías hecho tuya, completamente tuya.
Liliana Celeste Flores Vega - marzo 2015
Imagen: Google
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