Lo dejo todo, me pongo de pie y me acerco a ti… con un par de
empujones te indico que te sientes en el sofá, apoyo una rodilla sobre tu
pierna, pongo mis manos sobre tus hombros y te amonesto por haberme interrumpido…
en respuesta a mis regaños me ofreces tu boca y hago míos tus labios
mordiéndolos suavemente, introduzco mi lengua buscando con ansias las delicias
de tu paladar… ah, ése delicioso sabor a té, miel y naranja al que me has hecho
adicta. Y quiero hacer mía tu boca… mi dedo reemplaza a mi lengua en la
exploración, lo succionas y lo muerdes suavemente. Entonces deseo hacer mía
otra cavidad de tu cuerpo, aquella en donde me recibes sumisamente sabiendo que
tu docilidad se verá recompensada con espasmos de un placer indescriptible… ah,
pero es muy pronto… recién empezamos con nuestros escarceos amorosos.
Mis manos acarician tus brazos y tu pecho, retuerzo tus pezones y
repites ése delicioso mohín mordiendo tus labios, sabes que con ése gesto me
enloqueces… prosigo acariciando tu vientre y me encuentro con tu pantalón que
estorban mis deseos de seguir explorándote. Te ordeno que te pongas de pie y
termines de desnudarte, obedeces de inmediato… ahora soy yo quien se muerde los
labios al contemplar tu hombría enhiesta, me acomodo en el sofá y te ordeno que
te toques… tus manos juegan con tu sexo… una tibia humedad escurre entre mis
piernas en réplica al lascivo espectáculo. Con un gesto te indico lo que debes
de hacer aunque ya lo sabes… te arrodillas, tus manos se pierden bajo mi
vestido corto de gasa floreado y me despojas de mis bragas… mojas tus dedos con
mi humedad, los llevas a tu boca y los lames con delectación… luego tu boca busca
entre mis piernas la copa rebosante de ésa miel que tanto te gusta, tu lengua
explora mi sexo, tus labios presionan mi clítoris… acomodo mis piernas sobre
tus hombros, mis pies acarician tu espalda… cierro los ojos y me dejo arrastrar
por las sensaciones que tu boca sabe darme.
Una marejada de dulce placer hace que mis piernas tiemblen, chispas
azules y de plata que estallan… acaricias mis muslos mientras me recupero… abro
los ojos y te contemplo, me sonríes satisfecho de haberme hecho llegar al
clímax como sólo tú sabes hacerlo, tus labios están húmedos de mis fluidos… el
amor y la entrega iluminando tus ojos azules… deseo besarte… ah, pero me olvido
que te mereces un castigo por haberme interrumpido, me pongo de pie y te ordeno
que sigas de rodillas y te apoyes sobre el sofá… te contemplo pensando en el
castigo que he de darte… enciendo un cirio, mis manos te recorren mientras
espero que se derrita la cera… acaricio tu nuca, bajo dibujando con mis labios
el tatuaje que recorre tu columna vertebral y palmoteo tu trasero… sabes lo que
te espera y frotas tu miembro viril contra el sofá… tomo el cirio y vierto la
cera caliente gota a gota sobre tus hombros y tu espalda, te estremeces y me
pides más.
Mereces que te complazca y busco algo con que satisfacer tu demanda… en
la mesa hay una botella de cerveza a la mitad, volteas y me ves con la botella
en la mano… en tus ojos la duda si me
atreveré a hacerlo o no pero sumisamente asientes y afianzas tus rodillas en la
alfombra… te llevas una sorpresa cuando agito la botella y vierto el contenido
lentamente desde tu nuca, la cerveza se escurre deslizándose por tu espalda
hasta tus nalgas… te ríes y pagas esas carcajadas recibiendo unas palmadas en
tu trasero… y vuelves a reírte porque mis palmadas sólo te producen cosquillas…
bien, es hora de buscar algo más contundente y me fijo en la correa de mi bolso,
la desengancho, la doblo y descargo varios golpes sobre tus nalgas y tus muslos
hasta que veo unas líneas rojizas sobre tu carne… jadeas y frotas tu virilidad contra
el sofá… tu piel está caliente por el vapuleo, me detengo porque no quiero
lastimarte pero tú me pides más.
Sé lo que deseas, quieres que te haga mío… busco en mi bolso la crema
lubricante, no es la adecuada pero es mejor a nada, unto mis dedos y lentamente
te penetro… te quejas, sé que esa crema te escuece y que mis uñas te lastiman
pero pronto tu cuerpo se acostumbra a mi intromisión… gimes cuando estimulo ése
punto dentro de tu cuerpo… me muerdo los labios disfrutando de tu entrega… ah,
mi dulce y sumiso esclavo que sabe entregarse como debe de ser a su dueña… no,
me equivoco… tú eres mi amo porque con tu pasiva sumisión me has puesto de
rodillas completamente enamorada a tus pies.
Por tus gemidos y estremecimientos sé que es el momento preciso de
darte placer de otra manera… retiro mis dedos de tu cuerpo… refunfuñas,
reclamas y me suplicas que vuelva a poseerte, hasta me ruegas que le de uso a
la botella de cerveza que se quedó tirada sobre la alfombra… pero de inmediato
te digo que te sientes en el sofá… y allí me tienes, arrodillada ante ti… deslizas
los tirantes de mi vestido y desatas el lazo de raso de mi escote, dejas mis
pechos al desnudo y los tomas entre tus manos, pellizcas y retuerces mis
pezones… ah, pero aunque yo esté de rodillas sigo llevando la batuta en ésta
sinfonía de placeres y te doy una bofetada por tu osadía.
Mis manos estimulan su miembro erecto, suben y bajan por tu carne
turgente… recojo el lazo de raso de mi vestido que desataste y lo ato en la
base de tu miembro viril, ése es tu castigo por haber hecho algo sin mi
permiso… aplico mi boca a tu hombría y te permito que acaricies mi cabello
mientras te devoro con ansias… siento que tu carne palpita en la prisión de mi
boca y tus piernas tiemblan pero el lazo evita que tu deseo se libere… muerdes
tus labios, jadeas y te desesperas por tener que contenerte… sé que juego con
fuego pero me encanta hacerte arañar las paredes… ¿cuánto tiempo soportarás la
tortura que te ocasionan mi lengua y mis dientes?
Entonces el felino salvaje que duerme en tu interior se despierta y reclama
a su presa… me levantas de un tirón, me tomas de la cintura, me echas sobre el
sofá y me penetras… ya no puedo controlarte, es inútil luchar contigo cuando
entras en ése frenesí indómito… me doblego y dejo que me hagas tuya… tus manos
estrujan mis pechos, besas mi cuello y muerdes mis hombros… abrazo tus caderas
con mis piernas mientras me embistes apasionadamente… cierro los ojos, el
tiempo y la realidad dejan de existir entre tus brazos… un espasmo eléctrico estremece
mi cuerpo y grito tu nombre.
Me quedo jadeando entre tus brazos… tu hombría ardiente sigue
palpitando prisionera en mis entrañas, me suplicas con la mirada, deslizo mi
mano entre tus piernas y desato el lazo que te atormenta… finalmente puedes
liberar tu deseo, me llenas con un rugido… y nos quedamos así abrazados,
nuestros pechos unidos experimentando un orgasmo no carnal, el clímax de nuestras
almas fundidas en una.
Finalmente me levanto y me acomodo el vestido, tú te quedas en el sofá
descansando boca abajo… reviso como quedaron tus nalgas y muslos después de los
latigazos, sólo unas líneas rojizas que no necesitan de cuidado, se te pasarán
en un rato… voy al baño a refrescarme, cuando regreso ya estás dormido… bien,
ahora me dejarás escribir tranquila… vuelvo a mi silla frente a la laptop…
intento retomar el hilo de lo que estaba escribiendo, es inútil… sólo quiero
recostarme a tu lado… ah, debo de dejar de castigarte de ésta manera cuando me
interrumpes… a éste paso nunca acabaré de escribir mi novela.
Liliana Celeste Flores Vega - marzo 2015
Imagen: Google
Imagen: Google
1 comentario:
una excelente forma de trasmitir
Publicar un comentario