in girum imus nocte et consumimur igni

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viernes, 19 de junio de 2009

Noche cerrada

Noche cerrada 

Noche cerrada… dormito entre los brazos de mi príncipe oscuro.

Los furiosos rugidos del mar no inquietan mi sueño, la playa en donde las olas descargan su impulsiva rabia contra los arrecifes está lejos. Sé que mi amante está esperándome sentado en una roca pero mis labios no sienten nostalgia por sus besos salados… sus apasionados arrebatos me hastiaron.

Soy luna en sombras, solo deseo que la noche me siga arrullando… anhelaba la calma y la he encontrado en el pecho del vampiro que me cobija con su tierno abrazo. El sombrío refugio en donde reposamos es un santuario subterráneo que él construyó para mantenerme a salvo del seductor hechizo de las mareas.

Noche cerrada que pasa serena mecida con caricias tiernas y besos castos hasta que sorpresivamente la tempestad desgarra la calma… la lluvia impertinente busca las grietas de la pétrea fortaleza para perturbar nuestro sereno ensueño amoroso. Mi príncipe oscuro se inquieta, sabe que las gotas de lluvia son las lágrimas de mi amante despechado.

- Prométeme que te quedarás conmigo – me ruega y acaricia mi cabello.
- Te lo prometo, me quedaré contigo… – le respondo pero la borrasca ruge como una bestia en celo – oh, siempre me han gustado las tormentas pero en ésta hay algo que me estremece y me da miedo.

Mi príncipe oscuro me jura que destruirá mis miedos y nos besamos… luego me dice que no debo de temer a las pesadillas si duermo entre sus brazos y me propone que volvamos a nuestro reposo… pero yo necesito aturdir mis sentidos para no escuchar los reclamos que vociferan con la potente voz del trueno y mis manos se deslizan bajo las cobijas buscando su desnudez.

Nos amamos… no es una lasciva marejada, mi vampiro no tiene la premura enardecida del mar… su pasión es como el abrazo de las sombras, un dulce en crescendo que me envuelve y me embriaga.


Mi príncipe oscuro dormita en mi regazo mientras acaricio sus cabellos, hilos de noche enredándose en mis dedos… el murmurio de la lluvia llega a mis oídos como un lejano eco… acaricio la mejilla de mi vampiro, él sonríe entre sueños… ¡que placentera es la amorosa tranquilidad que envuelve nuestro lecho... ah, como me gustaría que el tiempo se detuviera en éste mágico momento!

Temo que cuando la oscuridad se rompa con el nacimiento de la Estrella de la Mañana vuelva a sentir el deseo de correr descalza en la playa y de sentir la espuma lamiendo lascivamente mis pies desnudos… los fuertes brazos de mi amante rodeando mi cintura deteniendo mi fingida huida para tumbarme en la arena y…

Un puño estruja mi corazón, la angustia sube por mi garganta… despierto a mi príncipe oscuro, me refugio en su pecho y como una niña sollozo sin poder explicarle el motivo de mi inquietud… él intenta sosegarme, levanta mi rostro, besa mis lágrimas, me murmura palabras de consuelo… pero en su mirada sombría y triste veo sus temores: él también sabe que es inevitable que la luna llena desee ver su reflejo en el espejo del mar.

- ¡Mi príncipe, átame con cadenas de sombra a tu lado… te lo suplico! – exclamo en un arrebato.
- ¿Aún en contra de tu voluntad? – me pregunta atónito.
- Si, tienes mi consentimiento para doblegar mi voluntad – le respondo y el me ofrece un trago de beleño con un beso.

Liliana Celeste Flores Vega - 22 de abril de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009

Placentera pesadilla... sed de sombras

Placentera Pesadilla... sed de sombras

Tengo sed de sombras... quiero quedarme contigo.

La noche despliega sus galas siniestras... taciturna danza de falenas, las brumas oscurecen el espejo. Sed de sombras en mi boca, anhelo de oscuridad en mis entrañas… el deseo insatisfecho me conduce al letargo. Dormito arrullada por una melancólica melodía de silencio cuando una misteriosa negrura surge de la nada y me amortaja… tétrica tenebrosidad que despierta mis temores, lasciva malignidad corpórea que me envuelve y me asfixia.

Reconozco la esencia de la sombra… en mi infancia fue pesadilla que me arrastraba a bosques sombríos, luego fue vampiro que me sometía y satisfacía sus viriles apetitos aprovechándose de mis miedos. Después se ausentó, pero su embriagador veneno había contaminado mi sangre… debí agradecer su abandono pero añoraba con morboso deseo sus seductoras agresiones. Su ponzoña me ocasionó eterna sed de sombras e insaciable anhelo de oscuridad… ahora regresa del olvido y me reclama como si fuera suya, intento defenderme de su alevosía.

Sé que la fuerza no me falta pero desfallezco… insana paradoja, quiero y no quiero. Mi orgullo de hechicera no me permite ceder obnubilada a sus deseos, no complaceré al espectro… invoco la triple protección del Lucero, el Draco y la Luna pero el espectro no retrocede…

- Yo soy Shia, la Degolladora – digo decidida a enfrentar al acosador que oculta su rostro.

Fortalecida mi voluntad enfrento al íncubo… sus cabellos oscuros, su mirada de abismo. Lo reconozco, los velos de su disfraz se desvanecen y pronuncio su nombre… finalmente entiendo la ineficacia de mis plegarias. No me sorprende descubrir su identidad… debí de suponerlo, solo me desconcierta no haberlo deducido antes.

El tiempo de su ausencia coincide con los años en los que estuvo prisionero en el pozo… mi sed de sombras y anhelo de oscuridad quedan explicados, es lógico que sus besos forzados me causaran adicción a las tinieblas. Desvelado está el misterio, tan lógico y simple… solo una sencilla pregunta busca respuesta y se la hago con un dulce reproche…

- ¿Por qué ésta aura tan hostil si he decidido quedarme contigo?
- Júralo y dame tu mano…

Mi mano en la suya y hago el juramento… las tinieblas son acogedoras e invitan al sueño.

Lilina Celeste, 22 de marzo de 2009

viernes, 13 de febrero de 2009

Llovizna y murmullos

La llovizna me trae remenbranzas de una historia lejana: Mágico espejo de sirimiri donde se dibuja la borrosa silueta de un castillo oscuro y macizo... una habitación de muros de piedra y un tibio lecho con cortinajes de ensueño, las falenas en danza suicida alrededor del lamparín... ruge la tormenta, el mar azota el acantilado... duermes exhausto por nuestros amorosos escarceos pero yo velo sin saber como decirte que nuestro padre ha decidido entregarme por esposa al Conde de los Halcones... una funesta decisión... tu daga reposando sobre la mesita de cedro, la tomo y con la afilada punta me abro una vena... tambaleante regreso al lecho y busco el refugio de tu pecho...

Sueño recurrente, uno de los tantos recuerdos en la vorágine del tiempo que me ha servido de inspiración para relatos y poemas... tantas veces he bebido el pecado del cáliz de tu boca y tantas otras te haz embriagado con el licor de la blasfemia tomándolo de la copa de mis labios... nuestras manos nunca han vacilado empuñando el puñal o empleando el veneno, sea para cometer un crimen o realizar un sacrificio... admito que con justa razón me reproches mi sumisión ahora que no existe la sombra del delito.

Sé que éste anillo es un grillete que ata mi corazón a la voluntad de las Sombras, pero también es un escudo que impide que reciba el golpe fatal que tanto temo... acepto la prueba que me propones temerosa por tu amenaza de teñir de sangre la blanca página de ésta historia... que sea la voluntad de Diablo, que el anillo vaya al cofre por ésta noche.

Con besos, caricias, lágrimas y sangre forjaste uno a uno los eslabones de ésta cadena que me condena a estar atada a ti... ahora las gotas de lluvia se han convertido en saetas... tules de calina que caen a mis pies para confesarte lo que tú ya sabías...

La noche amordaza mi corazón... el Mar me mece con el amoroso murmullo de sus olas. Pido perdón a las sombras... la Luna dibuja caricias de plata sobre las aguas. La marea era inevitable… murmullos que me susurró la lluvia. No sé si sonreír o llorar... una sonrisa por ti, una lágrima furtiva por él.

Liliana Celeste Flores Vega - 13 de febrero del 2009

miércoles, 11 de febrero de 2009

Sensaciones taciturnas

Cuando el astro dorado
se acuesta en su lecho púrpura
y las tinieblas se despliegan
como una cortina de ensueño
invitando a los mortales al descanso
ella abre los ojos en su ataúd
sale de su mausoleo
y vaga en el jardín del cementerio
como una sonámbula
recogiendo gotas de lluvia
en el cáliz de una campanilla blanca.

Sensaciones taciturnas
el búho la acompaña en su paseo nocturno
una luciérnaga verde
que brilla como un punto de luz en la oscuridad
despierta su infancia no vivida
y ella corre como una tontuela tratando de atraparla
cuando un brazo viril ciñe su cintura
la atrae hacia sí y la besa en los labios
el vampiro la toma entre sus brazos
rasga la infantil mortaja de albos encajes
y se sirve de una tumba como tálamo.

Liliana Celeste Flores Vega - 1989

martes, 3 de febrero de 2009

El vampiro suicida

Camina envuelto en las gélidas nieblas de una noche de invierno
por callejuelas antiguas y decadentes,
viste de negro y sus largos cabellos oscuros
hacen más pálida su cadavérica faz
en donde sus ojos relucen como dos carbunclos.

Despojo de una raza inmortal que duerme en los sepulcros,
hace cinco centurias vaga añorando los lejanos tiempos pasados de su juventud,
antes desafiaba a los cazadores, ahora ofrece su pecho desnudo
fatigado de vivir y de deambular bajo la luz eléctrica
que finge un falso día entre edificios, clubes y automóviles.

Ya casi amanece... llega a una iglesia
y blasfemando se enfrenta al sol naciente
orgulloso y desafiante como un réprobo
saca una estaca de debajo de su capa
¡y se la hunde en el corazón!

Liliana Celeste Flores Vega - 1996

domingo, 1 de febrero de 2009

La bruja del pantano

Ella es una anciana hechicera,
vive en los pantanos pútridos,
sus largos cabellos canosos
semejan telarañas milenarias
y sus ojos son pozos de veneno.

Ella es una anciana hechicera,
sabia en componer pócimas
y preparar brebajes,
se alimenta de cadáveres y alimañas
y maldice a la luna en silencio.

Liliana Celeste Flores Vega - enero del 2000