Néphula fue el primer mundo azul en condensarse.
Agua, tierra, aire y fuego formaron los extensos bosques, los mares caudalosos,
las profundas cavernas y nevadas montañas. Luego floreció la vida animal. La
primera humanidad fue nómada, se trasladaban de un lugar a otro y habitaban las
cavernas en invierno y los bosques en verano. Eran recolectores y cazadores.
Adoraban a las tres lunas y a la montaña de los vientos. Fue una edad oscura
que terminó cuando los huracanes barrieron de la faz de Néphula a la primera
humanidad, solo se salvaron aquellos que escucharon los ecos del viento y se
refugiaron en las cuevas.
La
segunda humanidad hablaba con los seres elementales de la naturaleza y dejaron
de ser nómades para formar pequeños asentamientos o clanes. Se formaron los
tres clanes de los cuales descienden el linaje de los reyes: el clan del norte,
los guerreros de los hielos; el clan del este, los guerreros de las estepas y
el clan del sur, casta de nigromantes y
hechiceras. La segunda humanidad adoraba a sus dioses en templos naturales,
construyeron cabañas y domesticaron animales, cultivaron la tierra y crearon
una rustica manera de escritura. Pero la segunda humanidad acabó por el fuego,
cuando el horizonte fue surcado por relámpagos, se dijo que la diosa había sido
raptada por un dios malvado que vino de otro universo. Solo se salvaron
aquellos que recordaron los ecos de viento y buscaron las cavernas al oeste.
La
tercera humanidad es la nuestra. Yo soy la Guardiana del Lar, ya estoy vieja,
tengo 147 años... fui criada en el templo de las doncellas de la luna para
servir a la familia real... a los 21 años entré a servir como doncella de la
hermana del rey Sigurd I del clan del norte.
Entonces
sucedió... una tarde se vieron extrañas
luces provenientes del oeste y con los fuegos del ocaso descendió del cielo un
artefacto nunca antes visto... y de esta extraña nave, bajó un hombre: era el
príncipe de las bestias, un ser humano del universo rojo... y con él venían
otros humanos como él... dijeron que los
mundos rojos estaban siendo devastados por una lluvia corrosiva y se refugiaron
en Néphula.
Pasaron
unos años... llegó la noche y no hubo amanecer, se desató la lluvia ácida y
toda clase de vida fue borrada de la faz de nuestro mundo pero para entonces ya
habíamos encontrado el camino de las cavernas y con los pocos que creyeron en
Sissela nos encaminamos hacia el oeste, la región prohibida y nos adentramos en
las entrañas de la tierra.
La leyenda decía que las
cavernas nos llevarían hasta donde moran los dioses. Después de atravesar los
pasajes subterráneos un débil resplandor indefinido nos indicó la
salida... asomamos por otra caverna a un
bosque de árboles gigantescos y llegamos a los lindes, flotando entre nieblas y
bajo tres irreales lunas de plata se alzaba la mítica atalaya de ámbar... y
Sissela llamó a la diosa, aquella que es dueña de la muerte... y la diosa les
dio de beber de sus lágrimas y los hizo dormir con el beso de la muerte... ahora
ellos dormirán en sarcófagos de cristal
hasta que la faz de Néphula sea limpiada y ellos tengan que volver para
ser los padres de una cuarta humanidad.
Le pedí a la diosa que me
permitiera quedarme despierta y velar por ellos hasta la consumación de mis
días, estoy vieja y no puedo engendrar hijos, de nada serviría en un mundo
nuevo que necesitará ser poblado, prefiero velar por aquellos que deberán de
hacerlo... y por Sissela quien duerme
entre los brazos del guerrero de las estepas guardando en su vientre la primera
semilla que germinará en un mundo nuevo bajo el sol azul de Néphula.
Liliana Celeste Flores Vega - escrito en 1998
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