Los Dioses sin Nombre – Capitulo 05 – La casa de
la locura
Pasaron
los días. Damon y yo estábamos bastante recuperados físicamente pero mentalmente
nos encontrábamos al borde de un colapso porque durante las últimas noches
habíamos tenido sueños más extraños de los que acostumbrábamos tener y nos obsesionamos
con descifrar el significado arcano de los mismos.
Salíamos
de la habitación sólo para ir al baño, incluso comíamos allí… primero fue por
evitarnos las miradas del personal del museo a quienes el arqueólogo, a falta
de una mejor explicación para lo sucedido, les había dicho que la noche del
incidente nosotros y Todd nos habíamos pasado con las drogas (así que nos había
hecho fama de depravados y drogadictos) y luego por la obsesión que nos estaba
consumiendo. Julio nos traía la comida y otras cosas que necesitábamos.
Nosotros follábamos, dormíamos, desayunábamos, nos pasábamos la mañana en la
cama contándonos y comparando nuestros sueños, almorzábamos, pasábamos toda la
tarde exprimiéndonos el cerebro tratando de entender el significado o mensaje de
aquellos condenados sueños, cenábamos… y vuelta otra vez al enfermizo círculo
vicioso.
Damon
y yo creemos que los sueños son recuerdos de nuestras vidas pasadas, experiencias
en el plano onírico o mensajes de los dioses. Somos declarados onironautas que
cuando no estamos juntos físicamente acostumbramos citarnos en sueños e incluso
tenemos una mansión onírica. Habíamos notado que cuando dormíamos juntos nos sincronizábamos,
soñábamos casi lo mismo y nuestros sueños se complementaban uno al otro como
piezas de un rompecabezas… así fue como reconstruimos varias vidas pasadas que
habíamos llevado juntos en éste y otros mundos.
Durante
las últimas noches los dos habíamos soñado repetitivamente con un mundo con dos
soles rojos y una luna opaca. El mundo tenía dos continentes con zonas
desérticas, zonas volcánicas, montañas escarpadas y frondosas selvas. Los
sueños que tenía Damon eran como una película que pasaba aceleradamente, los míos
se centraban en un hecho o personaje determinado. Con la información reunida de
los sueños de ambos habíamos podido armar un poco de la historia de ése mundo… pero
lo que nos sacaba de quicio era que estábamos absolutamente seguros que esos
sueños no eran recuerdos de nuestras vidas pasadas, no sentíamos familiaridad
con ése mundo ni empatía con sus habitantes, a lo más nos recordaba mucho al
mundo de Conan el bárbaro… sabíamos que no éramos partícipes de aquella
historia, sólo unos espectadores… por lo tanto algo o alguien nos estaba mandando
esas visiones oníricas y quería que las descifráramos.
Damon
había visto la evolución de la humanidad nativa de ése mundo desde el estado de
unos primitivos nómades hasta que formaron clanes, reinos e imperios… y como todos
estos habían sido destruidos por guerras, pestes, desastres naturales y eventos
sobrenaturales inexplicables. Yo había visto los rituales de los chamanes
tribales danzando alrededor de un monolito gigantesco al son de unos tambores
hechos con la piel de un animal muy parecido al mamut, la construcción de unas enormes
pirámides escalonadas de piedra roja, la explosión de un colosal volcán que
arrasó con una próspera ciudad, la edificación de una ciudad subterránea… a un
sacerdote con una capa de piel de lobo sacrificando a un niño en un altar ante
la estatua de un dios con la apariencia de un reptil, a una mujer guerrera
crucificada en una plaza en medio de una multitud aullante, a una anciana ciega
rezando arrodillada frente a un ara, a un nigromante descifrando los
jeroglíficos de un pergamino en una biblioteca subterránea… en fin, todos eran
personajes que aunque reconocía como arquetípicos sabía que no tenían nada que
ver con nosotros.
La
última noche soñé con una hechicera con el rostro tatuado que estaba haciendo un
ritual en un templo de apariencia sumeria para invocar a un poderoso demonio… aunque
algo debió de salirle mal pues lo que respondió a su llamado fue un humo negro
que emergió de un pozo y la convirtió en piedra. Después vi como el mundo era invadido
por naves espaciales tripuladas por unos seres de apariencia reptiliana quienes,
con sus armas de avanzada tecnología, sometieron de inmediato a los de la raza
nativa del mundo de los dos soles rojos… me desperté asqueada por las escenas brutalmente
grotescas de matanzas, violaciones y sacrificios.
Me
despabilé y me senté en la cama… pero aún veía en mi mente a una mujer con
apariencia de guerrera amazona siendo torturada y violada por dos repulsivos
reptilianos. Le protesté al algo o alguien que suponíamos nos enviaba esas
visiones oníricas: “¡Detesto a los reptilianos!, si me van a enviar visiones
oníricas de invasiones alienígenas envíenme algunas con unos aliens que me
gusten, como los wraiths de Stargate Atlantis”… eso me llevó a pensar en Todd,
precisamente a nuestro amigo lo llamábamos así por uno de los personajes de la
serie… ¿cómo estaría?, ¿lo qué nos hizo fue planificado o inducido por la
influencia maligna del extraño péndulo?
Fui
al baño. Cuando regresé a la habitación encontré a Damon sentado en la cama con
un aspecto bastante desaliñado, no me había dado cuenta de lo crecida que
llevaba la barba y que hasta se le notaba un poco crecido el cabello… pensé en
el aspecto fatal que debería de tener yo también pues hace días que después de
bañarme sólo me pasaba el peine para desenredarme el cabello y cuando se me secaba
lo enroscaba en un moño sujetándolo con un gancho.
Damon
se puso de pie, tomó la cajetilla de cigarros que estaba sobre la mesa, encendió
uno y empezó a fumar nerviosamente… me quedé atónita pues él no fumaba y se incomodaba
cuando yo lo hacía. Noté que la mano le temblaba. Cuando terminó el cigarro me
dijo: “No podemos seguir así, la obsesión por descifrar el significado de los
sueños que tenemos cada noche nos está haciendo daño, además son cosas de un
mundo rojo que no nos incumben. Debemos de alejarnos de éste lugar, regresemos
a Lima”.
Estuve
de acuerdo con él y le pusimos punto final al asunto de los sueños del mundo de
los dos soles rojos. Nos vestimos decentemente y buscamos al arqueólogo. Le
dijimos que nos sentíamos bien, que queríamos regresar a Lima pero antes
deseábamos visitar a Todd… le preguntamos la dirección del hospital
psiquiátrico en el que lo habían internado. El arqueólogo nos dijo que precisamente
al día siguiente iría a visitar a Todd y que nos llevaría.
Teníamos
que pasar una noche más en aquél lugar. Luego del almuerzo recorrimos el museo.
Cenamos con el personal del museo que nos trataron amablemente porque sabían
que nos iríamos al día siguiente. Nos retiramos a la habitación, Damon empujó una
de las camas hasta el centro de la habitación y yo tracé un círculo protector
alrededor de ella con una tiza consagrada. Esa noche nos permitimos una velada
romántica, escuchamos música de Blackmore’s Night y bebimos una botella de vino
que nos consiguió Julio. Hicimos el amor pausadamente… después nos quedamos
dormidos y soñamos que estábamos paseando en los jardines de nuestra mansión
onírica.
Julio
nos despertó temprano pero según el arqueólogo era tarde y nos hizo desayunar con
prisa. Subimos al asiento trasero de la camioneta con nuestros equipajes porque
pensábamos regresar a Lima esa misma noche. El arqueólogo se acomodó en el
asiento del copiloto, Julio se puso al volante pero en lugar de dirigirse hacia
la carretera que llevaba a la ciudad tomó rumbo hacia el lado opuesto. Media
hora después tomó un desvío internándose por un paraje desolado hasta que el
asfalto desapareció y fue reemplazado por un camino de tierra… Julio se metió
por varios recovecos… Damon y yo notamos que habíamos pasado dos veces frente a
un árbol bastante peculiar, sin duda Julio estaba dando vueltas innecesarias
para que nos desorientemos. Un par de horas después divisamos un antiguo
caserón de dos pisos.
Julio
detuvo la camioneta. Entramos al caserón, obviamente no era un hospital
psiquiátrico ni una casa de reposo. Nos recibió una señora de unos cincuenta
años, delgada y con cabello negro recogido en un moño alto. El arqueólogo le
preguntó cómo estaba Todd, la señora le respondió que seguía en el mismo estado
aunque mas calmado. Luego llamó a un hombre de mediana edad de aspecto rústico
y fornido, con más pinta de carcelero que de enfermero… éste nos llevó hasta
una puerta que llevaba a un sótano.
Damon
tomó mi mano mientras bajábamos los peldaños de madera casi podrida de la
escalera, sentí que se me encogió el corazón al pensar los días que Todd
llevaba recluido allí. Luego de bajar la escalera nos encontramos en un pasillo
mal iluminado con un foco que daba una luz amarillenta. Había varias puertas a
ambos lados, unas de madera a la izquierda y otras reforzadas con rejas a la
derecha… el arqueólogo nos dijo que Todd se encontraba en la habitación de la
última puerta a la derecha y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos.
Cuando
pasamos frente a una puerta de madera escuchamos los sollozos de una mujer, detrás
de la siguiente puerta oímos el murmullo de la voz de un hombre recitando una
plegaria repetitiva... dimos un par de pasos más y nos sobresaltó un aullido
que provino de detrás de una de las puertas reforzadas con reja, luego
escuchamos gruñidos y arañazos contra la misma como si se tratara de un perro
bastante grande encerrado. Damon le pidió explicaciones al arqueólogo sobre el
lugar y los que estaban recluidos allí, él
le respondió que era un asilo para aquellos casos que no podían mantenerse bajo
control en un hospital psiquiátrico convencional.
Finalmente
llegamos a la última puerta, el arqueólogo abrió la reja y luego descorrió la
mirilla de la puerta de madera para constatar el estado en el que se encontraba
de Todd… nos dijo que primero entraría él. Durante el tiempo que esperamos escuchamos
que la persona o criatura que estaba encerrado unas puertas más allá seguía
gruñendo.
El
arqueólogo estuvo a solas con Todd aproximadamente veinte minutos, luego abrió
la puerta y nos dijo que podíamos pasar. Era una habitación pequeña, casi una
celda... el único mobiliario era una sencilla cama de madera con una sábana y
una cobija... en una esquina había un inodoro con un lavabo encima como los que
se ven en las películas de cárceles. Todd estaba sentado sobre la cama con las
rodillas recogidas contra su pecho y la mirada perdida en el vacío… nos
conmovió verlo en ése estado.
Nos
acercamos pero Todd no se percató de nuestra presencia. Notamos que estaba
moviendo los labios pero no entendíamos sus balbuceos... me acerqué más a él, le
acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y le dije parafraseando la
serie de Stargate Atlantis: “Comandante, debe de salir de su estado de
hibernación, necesito que se haga cargo de la nave nodriza”… le di un beso en la mejilla, entonces pareció
reaccionar por un momento, me miró y esbozó un amago de sonrisa… luego señaló a
Damon con un dedo, murmuró algo ininteligible y volvió a sumirse en su estado
casi catatónico.
El
enfermero con pinta de carcelero nos dijo que no era recomendable que nos
quedáramos más tiempo con Todd y nos indicó con un gesto adusto que subiéramos.
Nos llevó hasta una sala de estar donde estaba la señora que nos recibió
sentada en un sillón leyendo un libro, al vernos nos dijo que faltaba una hora
para que sirvieran el almuerzo pero que podíamos ir subiendo nuestros equipajes
e instalándolos en las habitaciones de la segunda planta. El arqueólogo tenía
planeado quedarse una semana pero nos dio a elegir entre quedarnos una noche o
que Julio nos llevara a la ciudad después del almuerzo. Damon y yo
intercambiamos miradas, decidimos quedarnos para volver a ver a Todd al día
siguiente con la esperanza de hacerlo reaccionar.
El
arqueólogo y Julio tenían habitaciones propias pues acostumbraban quedarse. La
señora dijo que podíamos quedarnos pero que sólo tenían habitaciones para
pacientes con camas estrechas, aunque podíamos unir dos… le respondimos que nos
bastaba con dos colchones en el piso para no darles la molestia de desarmar y
armar pero el arqueólogo le sugirió que nos instalara en “la habitación”… la
señora dudó un poco pero finalmente le indicó al enfermero con pinta de carcelero
que nos llevara.
El
hombre, que se llamaba Alberto, nos indicó que subiéramos la escalera y nos llevó
hasta una puerta al final del pasillo, cuando la abrió y nos hizo pasar a la
habitación quedamos impactados, esperábamos una habitación sencilla casi austera
pero ésta parecía sacada de una película de la época colonial… una enorme cama
con doseles de cortinajes de brocado ocupaba el centro… el mobiliario lo
completaban dos veladores, un ropero, una cómoda, un tocador, dos sillones y un
arcón de madera tallada.
Alberto
descorrió la cortina y abrió el ventanal para airear la habitación que tenía un
intenso olor a humedad, se notaba que no la usaban con frecuencia… nos dijo que
ésa era la única habitación con una cama grande, había sido ocupada por los
abuelos y luego por los padres del actual dueño del caserón. Nos dejó para que
nos instaláramos, Damon y yo sacudimos las sábanas y colchas… luego nos
avisaron para que bajáramos a almorzar.
Durante
el almuerzo la señora, que se llamaba Francisca, nos contó una breve historia
del lugar: El caserón tenía casi un siglo de antigüedad, había sido construido
por un italiano que se asentó en el
lugar con su esposa y frecuentemente hacía reuniones con sus amigos que
practicaban el espiritismo. La esposa tenía una salud muy frágil, condición que
heredaron sus hijos, la mayoría de los cuales murieron antes de llegar a
cumplir los dos años. Sólo sobrevivió una hija que luego se casó con un comerciante
y tuvieron un hijo, años después ella se suicidó ahorcándose en un árbol de
manzano que había en el huerto por motivos que nunca se aclararon… el
comerciante dejó la casa intacta con un guardián y se fue a vivir a Lima con su
hijo. Este hijo, el actual dueño del caserón, conoció al arqueólogo y accedió cederle
el caserón con la condición que mantuviera intacta la habitación que ocuparon
sus abuelos y sus padres. Nadie había dormido allí desde ése entonces, sólo la
limpiaban de vez en cuando.
Damon
y yo entendimos las intenciones del arqueólogo para instalarnos allí… esperamos
que si la señora que se ahorcó penaba lo hiciera en el huerto, yo tenía unas
ideas con la cama de dosel y sería incómodo que se nos apareciera… mas por ella
que por nosotros.
Terminado
el almuerzo nos invitaron a pasar al despacho biblioteca que conservaba algunos
de los muebles de época. El arqueólogo tomó asiento en el escritorio, doña
Francisca le entregó unos folders y se sentó en una butaca, Damon y yo nos
sentamos en un sofá cerca de una ventana. Doña Francisca tomó una cajetilla de
cigarros que estaba sobre una mesita, noté sus dedos largos y nudosos, sus uñas
eran muy largas y estaban manchadas de nicotina... y llevaba un anillo de plata
quemada y turquesa en el anular. Nos ofreció un cigarro… yo acepté, Damon se
negó.
Permanecimos
en silencio mientras que el arqueólogo revisaba los folders, luego nos dio un
breve resumen de los casos de las personas recluidas.
Teresa
era el nombre de la mujer que habíamos escuchado sollozando. Era hija de una
señora amiga de la madre de Julio. Una vez fue de campamento al bosque de
algarrobos con sus amigos y desapareció… los amigos dijeron que ella salió de
la carpa a medianoche para orinar y no regresó, la buscaron por los alrededores
hasta el amanecer, al no encontrarla regresaron y dieron aviso a sus padres.
Teresa había tenido problemas con sus padres por causa de un muchacho
pandillero con quien salía y pensaron que se había fugado con él… investigaron
al fulano pero se comprobó que él ni siquiera había ido al campamento y que la
noche en la que desapareció Teresa él había estado en un bar con sus amigotes de
la pandilla… a pesar de todo el pandillero la quería y fue con los de su
pandilla al bosque en donde la buscaron hasta debajo de las piedras, averiguó
con otros pandilleros y hasta con unos tratantes de chicas que conocía pero no
pudo ubicarla. Todos la buscaron infructuosamente.
Unos
meses después Teresa apareció en el bosque de algarrobos en un estado
lamentable, la encontraron unos turistas quienes la llevaron a una caseta
policial. Luego la llevaron a un hospital donde los doctores la examinaron y dijeron
que a la muchacha posiblemente la habían raptado y mantenido cautiva violándola
consecutivamente hasta que quedó embarazada y le hicieron un aborto…
afortunadamente físicamente estaba bien, sólo desnutrida y obviamente traumada
por la experiencia pasada. Pero la historia que la psicóloga logró sacarle fue
que había sido abducida por unos extraterrestres de apariencia reptiliana,
ellos la habían fecundado, extraído el bebé y luego la dejaron en el bosque. La
psicóloga les dijo a los padres de Teresa que esa era su forma de asimilar el
trauma y que con un tratamiento adecuado podría recuperarse.
Pero
la pobre muchacha insistía con que los extraterrestres le habían dejado unos implantes
en el cuerpo y desesperadamente se cortaba intentando sacárselos. Fue entonces
que Julio se interesó en el caso, la llevó con un doctor de confianza y luego
de hacerle varios exámenes y unas radiografías detectaron que verdaderamente tenía
un objeto extraño en un brazo, era del tamaño de una cápsula… se lo extrajeron
y luego de analizarlo llegaron a la conclusión que la pequeña cápsula era de un
metal desconocido con un bajo nivel radioactivo.
Julio
investigó y averiguó que por las fechas en las que Teresa había desaparecido
algunos pobladores de la zona habían visto luces extrañas, incluso hasta
consiguió un video grabado por un aficionado en donde se veían unas luces que
formaban un triángulo. Fue a la zona en donde había desaparecido Teresa con un
fanático ufólogo y encontraron una zona quemada en donde no crecía la hierba y
detectaron vestigios de radioactividad.
Julio
le comentó el caso al arqueólogo y éste convenció a los padres de Teresa de
llevarla a un lugar donde recibiría el tratamiento adecuado. Llevaba dos años
internada allí… cuando ingresó la alojaron en una de las habitaciones del
segundo piso. Se pasaba los días viendo las telenovelas y talkshows que trasmitían
los cuatro canales de señal nacional que eran los únicos que captaba el
televisor en aquél recóndito lugar o leyendo las novelas de moda que le traía su
madre.
Parecía
estar recuperándose hasta que empezó a quejarse de terribles dolores de cabeza
y terminó dándose cabezazos contra la pared. Teresa explicó que los
extraterrestres se estaban comunicando con ella y le mostraban imágenes del
mundo en el que vivían, éste era un mundo con un sistema binario de soles y
enormes pirámides escalonadas de piedra rojiza… ella no quería ver ésas
imágenes y por eso se golpeaba la cabeza. Le hicieron más pruebas y encontraron
que tenía otro objeto extraño en el cerebro imposible de retirar. También
empezó a caer en unos estados de trance durante los cuales garrapateaba fórmulas,
ecuaciones de matemática avanzada y física cuántica que luego no sabía explicar.
La encerraron en la celda del sótano hacía un par de meses cuando, sin motivo
aparente, atacó a una de las enfermeras con un tenedor.
El
arqueólogo nos preguntó nuestra opinión sobre el caso… ¿creíamos que podría
tratarse de un caso verdadero de abducción o no?... Damon y yo nos miramos, ambos
creíamos que existía vida inteligente en otros mundos y que éste mundo había
sido visitado por extraterrestres… pero la mayoría de los casos de abducciones
que habíamos leído o visto en esos documentales tan de moda en la televisión no
nos convencían.
El
caso de Teresa tenía puntos a favor… al menos no decía que había sido abducida
desde su casa mientras dormía en su cama, había sido abducida en el bosque de
algarrobos, un lugar que era conocido como escenario de sucesos sobrenaturales. Lo de la fecundación por extraterrestres
era un cliché pero había un informe médico que confirmaba que le habían
practicado un aborto… aunque tal vez Teresa estaba embarazada, se lo dijo al tipo
con quien salía, éste se negó a hacerse responsable, ella huyó, se prostituyó,
se hizo el aborto y regresó inventando lo de la abducción (aunque era muy
inocente de su parte pensar que le creerían)… pero ¿porqué inventaría que los
extraterrestres le habían puesto implantes en su cuerpo y se haría daño por
quitárselos?... tal vez por culpa y la necesidad de auto castigarse por haber
abortado… aunque le habían encontrado un objeto extraño en el brazo y tenía otro
en el cerebro, además estaban sus visiones (que describían un mundo bastante
parecido al mundo de los dos soles rojos con el que Damon y yo habíamos soñado recientemente)
y las fórmulas que garrapateaba.
En
una escala de credibilidad del 0 al 10 le dimos un 8 al caso de Teresa. El
arqueólogo prosiguió con el siguiente caso.
Mauricio
era el nombre que le habían dado al hombre que habíamos escuchado murmurando la
salmodia repetitiva, lo habían encontrado vagando desnudo en las pampas de
Nazca y lo habían llevado a un hospital. El informe del médico que lo había
atendido resumía que el individuo ingresó en un estado crítico de
deshidratación y desnutrición por lo que le pusieron suero, se recuperó pero se
negaba a consumir alimentos excepto gelatina… parecía sufrir de demencia pues
solo balbuceaba palabras ininteligibles por lo que fue derivado a un hospital
psiquiátrico. No tenía documentos y no había reportes de desaparición que
coincidieran con su descripción, pero uno de los psiquiatras se hizo cargo de
su tratamiento por lo curioso de su caso.
Según
el informe que les había entregado aquél psiquiatra cuando el paciente ingresó
solo repetía una extraña salmodia en un idioma desconocido y estaba en un
estado de pánico pasivo. Poco a poco se ganó su confianza, el paciente se tranquilizó
y empezó a hablar en español… entonces le preguntó cuál era su nombre pero como
le respondió con una palabra en el idioma desconocido le dio un lápiz y un
papel, el paciente escribió que su nombre era “M4U51C10” (por lo cual empezó a
llamarlo Mauricio). El paciente aseguraba ser de otro mundo y mostraba como
prueba sus manos y pies cuyos dedos estaban unidos por una membrana de piel… sin
duda era un caso de sindactilia agudo. Como suele suceder en esos casos también
tenía otros defectos congénitos en el cráneo y la cara, lo que le daba una
apariencia bastante extraña que seguramente le había causado un trauma desde la
niñez que lo había llevado a creerse de origen extraterrestre. Sus órganos
internos y su metabolismo eran normales. Finalmente empezó a comer alimentos
variados aunque rechazaba la carne, prefiriendo las frutas y verduras crudas.
Mauricio
era de carácter pacífico y naturaleza bondadosa, se volvió bastante
comunicativo y le gustaba charlar con el psiquiatra del mundo del que creía ser
nativo. Lo describía como un mundo de tecnología muy avanzada aunque carecía de
atmósfera pues ésta había sido destruida hace mucho tiempo atrás por un
desastre de origen desconocido pero había domos que cubrían algunas zonas
haciéndolas habitables defendiéndolas de la radiación del sol rojo. Era gobernado
por una élite de seres superiores a los que describía como unos humanoides
altos, sin cabello, ojos negros sin pupilas y piel fosforescente. Decía que él era
de la raza nativa de aquél mundo y explicaba que siglos atrás, cuando sucedió aquél
desastre que destruyó la atmósfera, llegaron esos seres superiores en naves
espaciales y los salvaron construyendo los domos… desde entonces los de su raza
los habían reverenciado casi como dioses.
El
era un obrero que trabajaba en las minas de donde extraían el mineral que servía
para hacer funcionar las máquinas y naves espaciales. Lo que sorprendía al psiquiatra
era el conocimiento que tenía Mauricio, un hombre aparentemente de origen
humilde y que no había tenido acceso a mucha educación ya que sus padres no lo
habían tratado del defecto congénito con el que había nacido, sobre las
máquinas y naves espaciales que describía.
Contaba
que a pesar de que aquellos seres superiores casi habían esclavizado a los de su
raza no eran malvados ni crueles. Los de su raza eran tratados bien, vivían en
lo que describió como un complejo de edificios rectangulares de paredes
metálicas divididos en celdas, los hombres eran obreros y las mujeres eran
destinadas a la reproducción que era por vía artificial y a la crianza de
aquellos hijos. Tenían un horario de trabajo estricto pero la vida era
llevadera, hasta les permitían seguir con algunas de sus costumbres y
tradiciones.
Un
día aciago el Sumo Sacerdote de los seres superiores anunció un terrible evento
interestelar que abriría una puerta dimensional por la cual regresarían los
Dioses sin Nombre trayendo la destrucción… entonces aquellos seres superiores empezaron
a sacrificar a los de su raza en un intento de calmar la ira y el hambre de los
Dioses sin Nombre. Todos los días hacían ceremonias en las que el Sumo
Sacerdote recitaba una plegaria mientras que decenas de la gente de su raza
eran obligados a entrar a unos hornos gigantescos.
Mauricio
y otros obreros robaron lo que describió como unos trajes que protegían de la
radiación y daban mantenimiento vital fuera de los domos protectores y huyeron.
Llegaron hasta unas ruinas milenarias que según las leyendas de la gente de su
raza habían sido construidas por los Dioses Olvidados, un portal de piedra y
una estela con jeroglíficos aún se mantenían en pie, si las leyendas que
contaba el chamán de su gente eran ciertas ése portal los llevaría a otro
mundo… pero sus compañeros dudaban y no
quisieron cruzar.
Mauricio,
quien era aprendiz del chamán, descifró algunos de los jeroglíficos grabados en
la estela de piedra, narraban la historia de los Dioses Olvidados que conocían
un ritual para confinar a los Dioses sin Nombre en una prisión mística… éste
era un ritual que sólo podía ser realizado por los hijos de aquellos Dioses
Olvidados. La energía de los trajes que les daba soporte vital se agotaban, entonces
él prefirió arriesgarse antes de morir y cruzó el portal… de allí sólo
recordaba haberse despertado en una especie de pozo con una escalinata de
piedra tallada, subió por ésta y se encontró en un desierto bajo un límpido
cielo azul… el traje ya no le servía y se lo quitó… entonces vagó sin rumbo
hasta que lo encontraron unos hombres.
Mauricio
empezó a trabajar haciendo labores de limpieza en el hospital psiquiátrico. Según
el psiquiatra mostraba una increíble adaptación al “mundo al que había llegado
cruzando el portal”, su demencia era inofensiva y si le hacía feliz creerse
extraterrestre no tenía motivos inmediatos para forzarlo a enfrentarse con la
realidad… mas bien lo incentivaba a escribir sobre su mundo y la maravillosa
tecnología de los seres superiores.
Tuvo
la idea de entregarle a Mauricio algunos libros de medicina que trataban de
malformaciones congénitas como la que él sufría y otros de relatos de ciencia
ficción parecidos a lo que él contaba con la intención de que poco a poco
reconociera su realidad pero fue contraproducente. Mauricio se ensimismó
demasiado en la lectura, cayó en un estado febril y empezó a delirar… decía que
los Dioses sin Nombre vendrían a éste mundo, que él había descifrado las
señales inequívocas de su retorno y que tenía que encontrar a los hijos de los
Dioses Olvidados.
Días
después un terremoto destruyó la ciudad de Pisco y el hospital psiquiátrico
quedó en ruinas. La mayoría de los pacientes fueron trasladados a otros centros
de salud mental pero el psiquiatra quiso quedarse con Mauricio pues se sentía
responsable por él y le interesaba mucho su caso. Lo había observado por mas de
cinco años, sabía que era perfectamente controlable y su demencia no
representaba un peligro tácito para la población… al contrario, Mauricio
demostró tener cierta intuición o sexto sentido para ubicar a muchos heridos
enterrados bajo los escombros.
Fue
entonces que la casualidad quiso que Todd y Bartholomew fueran a Pisco como
voluntarios para construir casas para los damnificados… escucharon el caso del
“extraterrestre” que había salvado a ayudado a rescatar a varias personas y
sintieron curiosidad de conocerlo. Luego de conocer los detalles de su caso Todd
contactó de inmediato con el arqueólogo quien se comunicó con el psiquiatra que
cuidaba de Mauricio y le dijo que tenían un lugar en donde podían hacerse cargo
de él.
Mauricio
llevaba allí varios años, desde que ingresó demostró ser muy comedido y agradecido,
se encargaba de la limpieza y hasta se hizo cargo de cuidar a varios perros
callejeros… pero hacía un par de años había recaído en ése estado febril,
empezó a garrapatear símbolos en un cuaderno y a recitar ésa extraña salmodia
en un idioma desconocido. Una noche de luna llena mató a sus perros intentando
hacer un ritual invocando a los Dioses Olvidados, le administraron sedantes y
lo recluyeron bajo llave en su habitación del segundo piso… lo encerraron en la
celda del sótano por atacar a mordiscos a Alberto cuando éste quiso obligarlo a
tomar su medicina.
El
caso de Mauricio era fascinante, fuera su historia real o producto de su mente
desquiciada. El arqueólogo nos preguntó: “¿Qué opinan, Mauricio vino de otro
mundo a través de un portal o es un chiflado con una imaginación asombrosa?...
en ése caso ustedes son un par de locos porque también son de otro mundo”.
Nos
reímos… Damon y yo le respondimos que efectivamente no éramos nativos de éste
mundo pero no decíamos haber venido cruzando un portal, éramos almas viejas y
errantes nativas de un mundo azul y en ésta vida habíamos nacido en éste mundo…
pero el viajar de un mundo a otro a través de portales no era extraño para
nosotros, lo recordábamos de muchas vidas pasadas… volvimos a reírnos, la
explicación que estábamos dándole al arqueólogo era como para ganarnos estadía
indefinida en una celda en el sótano… al lado de la que se merecía él por su
teoría más disparatada que la de los alienígenas ancestrales.
El
siguiente caso se trataba de un licántropo tal como Damon y yo lo suponíamos
por los aullidos y gruñidos que habíamos escuchado. El arqueólogo nos contó el
caso de José Luis, un mexicano que sufría de hipertricosis y había llegado hace
muchos años atrás a Perú como parte de un circo en donde se presentaba como un
hombre lobo. Yo recordé la publicidad de aquél circo. José Luis sabía que su
condición se debía a una enfermedad y simplemente le sacaba provecho. Hicieron
varias presentaciones en el país. En Trujillo conoció a una mujer, se
enamoraron, él dejó el circo y se casaron. Durante años vivió feliz con su
esposa trabajando como mecánico y tuvieron dos hijos que afortunadamente no
heredaron su enfermedad.
Era
un hombre muy querido por sus vecinos, bromeaba diciendo que las noches de luna
llena sentía que su sangre hervía y se iba a tomar unos tragos con sus amigos
al billar. Su esposa no se preocupaba que se fuera de juerga cada noche de luna
llena y regresara ebrio al día siguiente, era una vez al mes, él era un hombre
trabajador y tenía derecho a divertirse. Hasta que empezó a notar un cambio en
el carácter en su esposo, cuando se acercaba la luna llena se ponía nervioso y
malhumorado… se iba de juerga y regresaba al día siguiente muy sucio.
Entonces
ella empezó a averiguar con los amigos de su esposo, ellos le dijeron que él
iba al billar, tomaba un par de tragos y se iba... sin embargo regresaba a su
casa al día siguiente. Su esposa sospechó que tenía una amante, así que le
pidió a su hermano que lo siguiera… lo que contó el hermano era digno de una
película de terror. El hermano esperó que José Luis saliera del billar y
subiera a su camión… lo siguió en su carro y lo vio detenerse en una calle de
mala reputación en donde recogió a una prostituta y con ella se dirigió a un
descampado.
El
hermano decidió acercarse al camión para enfrentar a su cuñado… pero entonces
la prostituta se bajó precipitadamente del camión, semidesnuda y pidiendo
socorro a gritos… José Luis bajó tras ella persiguiéndola, le dio alcance, la
tumbó sobre el suelo y empezó a atacarla brutalmente a mordiscos. El hermano de
la esposa de José Luis tomó una herramienta que llevaba en su carro y se acercó
para auxiliar a la pobre mujerzuela… José Luis huyó hacia el descampado.
Encontraron
a José Luis dos días después completamente loco creyéndose verdaderamente un
hombre lobo, necesitaron ayuda de la policía para capturarlo. El caso corrió de
boca en boca, tenían a José Luis encerrado en una carceleta de la comisaría sin
saber que hacer con él, dudando entre llevarlo a prisión o a un hospital
psiquiátrico. El arqueólogo se enteró del caso e hizo los papeleos para
trasladar a José Luis al caserón. Se encontraba allí hace un año.
Había
más pacientes en las habitaciones del segundo piso pero eran tranquilos. Una
anciana que habían recogido mendigando en la plaza y decía ser la reencarnación
de una sacerdotisa mochica, Todd la recogió mas por humanidad para darle un
techo seguro y comida… pero hablando con la anciana había descubierto que era
una mujer muy sabia y era muy interesante conversar con ella.
Había
otra mujer que era otro supuesto caso de abducción y un hombre autista con
obsesión por los rompecabezas y la cábala. Reconocimos que todos éramos unos
chiflados (¿o iluminados?) lo único que hacía la diferencia que estuviéramos
sentados allí y no encerrados en una celda del sótano era que todavía no le
habíamos hecho daño a otros… Todd había cruzado ésa línea.
El
arqueólogo nos dijo que ya tenía algunas sospechas con Todd por aquellos
incidentes con sus amigos que había llevado a su habitación y con los que
supuestamente se les había pasado la mano… había querido creer que
verdaderamente esos accidentes habían sido consecuencia de exceso de drogas y
alcohol hasta el incidente sucedido con nosotros. Le debía al tío de Todd
hacerse cargo de él y así lo haría… y nosotros le ofrecimos nuestro apoyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario