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martes, 23 de diciembre de 2014

Los Dioses sin Nombre 05 - La casa de la locura

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 05 – La casa de la locura

Pasaron los días. Damon y yo estábamos bastante recuperados físicamente pero mentalmente nos encontrábamos al borde de un colapso porque durante las últimas noches habíamos tenido sueños más extraños de los que acostumbrábamos tener y nos obsesionamos con descifrar el significado arcano de los mismos.

Salíamos de la habitación sólo para ir al baño, incluso comíamos allí… primero fue por evitarnos las miradas del personal del museo a quienes el arqueólogo, a falta de una mejor explicación para lo sucedido, les había dicho que la noche del incidente nosotros y Todd nos habíamos pasado con las drogas (así que nos había hecho fama de depravados y drogadictos) y luego por la obsesión que nos estaba consumiendo. Julio nos traía la comida y otras cosas que necesitábamos. Nosotros follábamos, dormíamos, desayunábamos, nos pasábamos la mañana en la cama contándonos y comparando nuestros sueños, almorzábamos, pasábamos toda la tarde exprimiéndonos el cerebro tratando de entender el significado o mensaje de aquellos condenados sueños, cenábamos… y vuelta otra vez al enfermizo círculo vicioso.

Damon y yo creemos que los sueños son recuerdos de nuestras vidas pasadas, experiencias en el plano onírico o mensajes de los dioses. Somos declarados onironautas que cuando no estamos juntos físicamente acostumbramos citarnos en sueños e incluso tenemos una mansión onírica. Habíamos notado que cuando dormíamos juntos nos sincronizábamos, soñábamos casi lo mismo y nuestros sueños se complementaban uno al otro como piezas de un rompecabezas… así fue como reconstruimos varias vidas pasadas que habíamos llevado juntos en éste y otros mundos.

Durante las últimas noches los dos habíamos soñado repetitivamente con un mundo con dos soles rojos y una luna opaca. El mundo tenía dos continentes con zonas desérticas, zonas volcánicas, montañas escarpadas y frondosas selvas. Los sueños que tenía Damon eran como una película que pasaba aceleradamente, los míos se centraban en un hecho o personaje determinado. Con la información reunida de los sueños de ambos habíamos podido armar un poco de la historia de ése mundo… pero lo que nos sacaba de quicio era que estábamos absolutamente seguros que esos sueños no eran recuerdos de nuestras vidas pasadas, no sentíamos familiaridad con ése mundo ni empatía con sus habitantes, a lo más nos recordaba mucho al mundo de Conan el bárbaro… sabíamos que no éramos partícipes de aquella historia, sólo unos espectadores… por lo tanto algo o alguien nos estaba mandando esas visiones oníricas y quería que las descifráramos.

Damon había visto la evolución de la humanidad nativa de ése mundo desde el estado de unos primitivos nómades hasta que formaron clanes, reinos e imperios… y como todos estos habían sido destruidos por guerras, pestes, desastres naturales y eventos sobrenaturales inexplicables. Yo había visto los rituales de los chamanes tribales danzando alrededor de un monolito gigantesco al son de unos tambores hechos con la piel de un animal muy parecido al mamut, la construcción de unas enormes pirámides escalonadas de piedra roja, la explosión de un colosal volcán que arrasó con una próspera ciudad, la edificación de una ciudad subterránea… a un sacerdote con una capa de piel de lobo sacrificando a un niño en un altar ante la estatua de un dios con la apariencia de un reptil, a una mujer guerrera crucificada en una plaza en medio de una multitud aullante, a una anciana ciega rezando arrodillada frente a un ara, a un nigromante descifrando los jeroglíficos de un pergamino en una biblioteca subterránea… en fin, todos eran personajes que aunque reconocía como arquetípicos sabía que no tenían nada que ver con nosotros.

La última noche soñé con una hechicera con el rostro tatuado que estaba haciendo un ritual en un templo de apariencia sumeria para invocar a un poderoso demonio… aunque algo debió de salirle mal pues lo que respondió a su llamado fue un humo negro que emergió de un pozo y la convirtió en piedra. Después vi como el mundo era invadido por naves espaciales tripuladas por unos seres de apariencia reptiliana quienes, con sus armas de avanzada tecnología, sometieron de inmediato a los de la raza nativa del mundo de los dos soles rojos… me desperté asqueada por las escenas brutalmente grotescas de matanzas, violaciones y sacrificios.

Me despabilé y me senté en la cama… pero aún veía en mi mente a una mujer con apariencia de guerrera amazona siendo torturada y violada por dos repulsivos reptilianos. Le protesté al algo o alguien que suponíamos nos enviaba esas visiones oníricas: “¡Detesto a los reptilianos!, si me van a enviar visiones oníricas de invasiones alienígenas envíenme algunas con unos aliens que me gusten, como los wraiths de Stargate Atlantis”… eso me llevó a pensar en Todd, precisamente a nuestro amigo lo llamábamos así por uno de los personajes de la serie… ¿cómo estaría?, ¿lo qué nos hizo fue planificado o inducido por la influencia maligna del extraño péndulo?

Fui al baño. Cuando regresé a la habitación encontré a Damon sentado en la cama con un aspecto bastante desaliñado, no me había dado cuenta de lo crecida que llevaba la barba y que hasta se le notaba un poco crecido el cabello… pensé en el aspecto fatal que debería de tener yo también pues hace días que después de bañarme sólo me pasaba el peine para desenredarme el cabello y cuando se me secaba lo enroscaba en un moño sujetándolo con un gancho.

Damon se puso de pie, tomó la cajetilla de cigarros que estaba sobre la mesa, encendió uno y empezó a fumar nerviosamente… me quedé atónita pues él no fumaba y se incomodaba cuando yo lo hacía. Noté que la mano le temblaba. Cuando terminó el cigarro me dijo: “No podemos seguir así, la obsesión por descifrar el significado de los sueños que tenemos cada noche nos está haciendo daño, además son cosas de un mundo rojo que no nos incumben. Debemos de alejarnos de éste lugar, regresemos a Lima”.

Estuve de acuerdo con él y le pusimos punto final al asunto de los sueños del mundo de los dos soles rojos. Nos vestimos decentemente y buscamos al arqueólogo. Le dijimos que nos sentíamos bien, que queríamos regresar a Lima pero antes deseábamos visitar a Todd… le preguntamos la dirección del hospital psiquiátrico en el que lo habían internado. El arqueólogo nos dijo que precisamente al día siguiente iría a visitar a Todd y que nos llevaría.

Teníamos que pasar una noche más en aquél lugar. Luego del almuerzo recorrimos el museo. Cenamos con el personal del museo que nos trataron amablemente porque sabían que nos iríamos al día siguiente. Nos retiramos a la habitación, Damon empujó una de las camas hasta el centro de la habitación y yo tracé un círculo protector alrededor de ella con una tiza consagrada. Esa noche nos permitimos una velada romántica, escuchamos música de Blackmore’s Night y bebimos una botella de vino que nos consiguió Julio. Hicimos el amor pausadamente… después nos quedamos dormidos y soñamos que estábamos paseando en los jardines de nuestra mansión onírica.

Julio nos despertó temprano pero según el arqueólogo era tarde y nos hizo desayunar con prisa. Subimos al asiento trasero de la camioneta con nuestros equipajes porque pensábamos regresar a Lima esa misma noche. El arqueólogo se acomodó en el asiento del copiloto, Julio se puso al volante pero en lugar de dirigirse hacia la carretera que llevaba a la ciudad tomó rumbo hacia el lado opuesto. Media hora después tomó un desvío internándose por un paraje desolado hasta que el asfalto desapareció y fue reemplazado por un camino de tierra… Julio se metió por varios recovecos… Damon y yo notamos que habíamos pasado dos veces frente a un árbol bastante peculiar, sin duda Julio estaba dando vueltas innecesarias para que nos desorientemos. Un par de horas después divisamos un antiguo caserón de dos pisos.

Julio detuvo la camioneta. Entramos al caserón, obviamente no era un hospital psiquiátrico ni una casa de reposo. Nos recibió una señora de unos cincuenta años, delgada y con cabello negro recogido en un moño alto. El arqueólogo le preguntó cómo estaba Todd, la señora le respondió que seguía en el mismo estado aunque mas calmado. Luego llamó a un hombre de mediana edad de aspecto rústico y fornido, con más pinta de carcelero que de enfermero… éste nos llevó hasta una puerta que llevaba a un sótano.

Damon tomó mi mano mientras bajábamos los peldaños de madera casi podrida de la escalera, sentí que se me encogió el corazón al pensar los días que Todd llevaba recluido allí. Luego de bajar la escalera nos encontramos en un pasillo mal iluminado con un foco que daba una luz amarillenta. Había varias puertas a ambos lados, unas de madera a la izquierda y otras reforzadas con rejas a la derecha… el arqueólogo nos dijo que Todd se encontraba en la habitación de la última puerta a la derecha y nos hizo un gesto para que lo siguiéramos.

Cuando pasamos frente a una puerta de madera escuchamos los sollozos de una mujer, detrás de la siguiente puerta oímos el murmullo de la voz de un hombre recitando una plegaria repetitiva... dimos un par de pasos más y nos sobresaltó un aullido que provino de detrás de una de las puertas reforzadas con reja, luego escuchamos gruñidos y arañazos contra la misma como si se tratara de un perro bastante grande encerrado. Damon le pidió explicaciones al arqueólogo sobre el lugar y los que estaban recluidos allí,  él le respondió que era un asilo para aquellos casos que no podían mantenerse bajo control en un hospital psiquiátrico convencional.

Finalmente llegamos a la última puerta, el arqueólogo abrió la reja y luego descorrió la mirilla de la puerta de madera para constatar el estado en el que se encontraba de Todd… nos dijo que primero entraría él. Durante el tiempo que esperamos escuchamos que la persona o criatura que estaba encerrado unas puertas más allá seguía gruñendo.

El arqueólogo estuvo a solas con Todd aproximadamente veinte minutos, luego abrió la puerta y nos dijo que podíamos pasar. Era una habitación pequeña, casi una celda... el único mobiliario era una sencilla cama de madera con una sábana y una cobija... en una esquina había un inodoro con un lavabo encima como los que se ven en las películas de cárceles. Todd estaba sentado sobre la cama con las rodillas recogidas contra su pecho y la mirada perdida en el vacío… nos conmovió verlo en ése estado.

Nos acercamos pero Todd no se percató de nuestra presencia. Notamos que estaba moviendo los labios pero no entendíamos sus balbuceos... me acerqué más a él, le acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y le dije parafraseando la serie de Stargate Atlantis: “Comandante, debe de salir de su estado de hibernación, necesito que se haga cargo de la nave nodriza”…  le di un beso en la mejilla, entonces pareció reaccionar por un momento, me miró y esbozó un amago de sonrisa… luego señaló a Damon con un dedo, murmuró algo ininteligible y volvió a sumirse en su estado casi catatónico.

El enfermero con pinta de carcelero nos dijo que no era recomendable que nos quedáramos más tiempo con Todd y nos indicó con un gesto adusto que subiéramos. Nos llevó hasta una sala de estar donde estaba la señora que nos recibió sentada en un sillón leyendo un libro, al vernos nos dijo que faltaba una hora para que sirvieran el almuerzo pero que podíamos ir subiendo nuestros equipajes e instalándolos en las habitaciones de la segunda planta. El arqueólogo tenía planeado quedarse una semana pero nos dio a elegir entre quedarnos una noche o que Julio nos llevara a la ciudad después del almuerzo. Damon y yo intercambiamos miradas, decidimos quedarnos para volver a ver a Todd al día siguiente con la esperanza de hacerlo reaccionar.

El arqueólogo y Julio tenían habitaciones propias pues acostumbraban quedarse. La señora dijo que podíamos quedarnos pero que sólo tenían habitaciones para pacientes con camas estrechas, aunque podíamos unir dos… le respondimos que nos bastaba con dos colchones en el piso para no darles la molestia de desarmar y armar pero el arqueólogo le sugirió que nos instalara en “la habitación”… la señora dudó un poco pero finalmente le indicó al enfermero con pinta de carcelero que nos llevara.

El hombre, que se llamaba Alberto, nos indicó que subiéramos la escalera y nos llevó hasta una puerta al final del pasillo, cuando la abrió y nos hizo pasar a la habitación quedamos impactados, esperábamos una habitación sencilla casi austera pero ésta parecía sacada de una película de la época colonial… una enorme cama con doseles de cortinajes de brocado ocupaba el centro… el mobiliario lo completaban dos veladores, un ropero, una cómoda, un tocador, dos sillones y un arcón de madera tallada.

Alberto descorrió la cortina y abrió el ventanal para airear la habitación que tenía un intenso olor a humedad, se notaba que no la usaban con frecuencia… nos dijo que ésa era la única habitación con una cama grande, había sido ocupada por los abuelos y luego por los padres del actual dueño del caserón. Nos dejó para que nos instaláramos, Damon y yo sacudimos las sábanas y colchas… luego nos avisaron para que bajáramos a almorzar.

Durante el almuerzo la señora, que se llamaba Francisca, nos contó una breve historia del lugar: El caserón tenía casi un siglo de antigüedad, había sido construido por un italiano que se asentó  en el lugar con su esposa y frecuentemente hacía reuniones con sus amigos que practicaban el espiritismo. La esposa tenía una salud muy frágil, condición que heredaron sus hijos, la mayoría de los cuales murieron antes de llegar a cumplir los dos años. Sólo sobrevivió una hija que luego se casó con un comerciante y tuvieron un hijo, años después ella se suicidó ahorcándose en un árbol de manzano que había en el huerto por motivos que nunca se aclararon… el comerciante dejó la casa intacta con un guardián y se fue a vivir a Lima con su hijo. Este hijo, el actual dueño del caserón, conoció al arqueólogo y accedió cederle el caserón con la condición que mantuviera intacta la habitación que ocuparon sus abuelos y sus padres. Nadie había dormido allí desde ése entonces, sólo la limpiaban de vez en cuando.

Damon y yo entendimos las intenciones del arqueólogo para instalarnos allí… esperamos que si la señora que se ahorcó penaba lo hiciera en el huerto, yo tenía unas ideas con la cama de dosel y sería incómodo que se nos apareciera… mas por ella que por nosotros.

Terminado el almuerzo nos invitaron a pasar al despacho biblioteca que conservaba algunos de los muebles de época. El arqueólogo tomó asiento en el escritorio, doña Francisca le entregó unos folders y se sentó en una butaca, Damon y yo nos sentamos en un sofá cerca de una ventana. Doña Francisca tomó una cajetilla de cigarros que estaba sobre una mesita, noté sus dedos largos y nudosos, sus uñas eran muy largas y estaban manchadas de nicotina... y llevaba un anillo de plata quemada y turquesa en el anular. Nos ofreció un cigarro… yo acepté, Damon se negó.

Permanecimos en silencio mientras que el arqueólogo revisaba los folders, luego nos dio un breve resumen de los casos de las personas recluidas.

Teresa era el nombre de la mujer que habíamos escuchado sollozando. Era hija de una señora amiga de la madre de Julio. Una vez fue de campamento al bosque de algarrobos con sus amigos y desapareció… los amigos dijeron que ella salió de la carpa a medianoche para orinar y no regresó, la buscaron por los alrededores hasta el amanecer, al no encontrarla regresaron y dieron aviso a sus padres. Teresa había tenido problemas con sus padres por causa de un muchacho pandillero con quien salía y pensaron que se había fugado con él… investigaron al fulano pero se comprobó que él ni siquiera había ido al campamento y que la noche en la que desapareció Teresa él había estado en un bar con sus amigotes de la pandilla… a pesar de todo el pandillero la quería y fue con los de su pandilla al bosque en donde la buscaron hasta debajo de las piedras, averiguó con otros pandilleros y hasta con unos tratantes de chicas que conocía pero no pudo ubicarla. Todos la buscaron infructuosamente.

Unos meses después Teresa apareció en el bosque de algarrobos en un estado lamentable, la encontraron unos turistas quienes la llevaron a una caseta policial. Luego la llevaron a un hospital donde los doctores la examinaron y dijeron que a la muchacha posiblemente la habían raptado y mantenido cautiva violándola consecutivamente hasta que quedó embarazada y le hicieron un aborto… afortunadamente físicamente estaba bien, sólo desnutrida y obviamente traumada por la experiencia pasada. Pero la historia que la psicóloga logró sacarle fue que había sido abducida por unos extraterrestres de apariencia reptiliana, ellos la habían fecundado, extraído el bebé y luego la dejaron en el bosque. La psicóloga les dijo a los padres de Teresa que esa era su forma de asimilar el trauma y que con un tratamiento adecuado podría recuperarse.

Pero la pobre muchacha insistía con que los extraterrestres le habían dejado unos implantes en el cuerpo y desesperadamente se cortaba intentando sacárselos. Fue entonces que Julio se interesó en el caso, la llevó con un doctor de confianza y luego de hacerle varios exámenes y unas radiografías detectaron que verdaderamente tenía un objeto extraño en un brazo, era del tamaño de una cápsula… se lo extrajeron y luego de analizarlo llegaron a la conclusión que la pequeña cápsula era de un metal desconocido con un bajo nivel radioactivo.

Julio investigó y averiguó que por las fechas en las que Teresa había desaparecido algunos pobladores de la zona habían visto luces extrañas, incluso hasta consiguió un video grabado por un aficionado en donde se veían unas luces que formaban un triángulo. Fue a la zona en donde había desaparecido Teresa con un fanático ufólogo y encontraron una zona quemada en donde no crecía la hierba y detectaron vestigios de radioactividad.

Julio le comentó el caso al arqueólogo y éste convenció a los padres de Teresa de llevarla a un lugar donde recibiría el tratamiento adecuado. Llevaba dos años internada allí… cuando ingresó la alojaron en una de las habitaciones del segundo piso. Se pasaba los días viendo las telenovelas y talkshows que trasmitían los cuatro canales de señal nacional que eran los únicos que captaba el televisor en aquél recóndito lugar o leyendo las novelas de moda que le traía su madre.

Parecía estar recuperándose hasta que empezó a quejarse de terribles dolores de cabeza y terminó dándose cabezazos contra la pared. Teresa explicó que los extraterrestres se estaban comunicando con ella y le mostraban imágenes del mundo en el que vivían, éste era un mundo con un sistema binario de soles y enormes pirámides escalonadas de piedra rojiza… ella no quería ver ésas imágenes y por eso se golpeaba la cabeza. Le hicieron más pruebas y encontraron que tenía otro objeto extraño en el cerebro imposible de retirar. También empezó a caer en unos estados de trance durante los cuales garrapateaba fórmulas, ecuaciones de matemática avanzada y física cuántica que luego no sabía explicar. La encerraron en la celda del sótano hacía un par de meses cuando, sin motivo aparente, atacó a una de las enfermeras con un tenedor.

El arqueólogo nos preguntó nuestra opinión sobre el caso… ¿creíamos que podría tratarse de un caso verdadero de abducción o no?... Damon y yo nos miramos, ambos creíamos que existía vida inteligente en otros mundos y que éste mundo había sido visitado por extraterrestres… pero la mayoría de los casos de abducciones que habíamos leído o visto en esos documentales tan de moda en la televisión no nos convencían.

El caso de Teresa tenía puntos a favor… al menos no decía que había sido abducida desde su casa mientras dormía en su cama, había sido abducida en el bosque de algarrobos, un lugar que era conocido como escenario de sucesos  sobrenaturales. Lo de la fecundación por extraterrestres era un cliché pero había un informe médico que confirmaba que le habían practicado un aborto… aunque tal vez Teresa estaba embarazada, se lo dijo al tipo con quien salía, éste se negó a hacerse responsable, ella huyó, se prostituyó, se hizo el aborto y regresó inventando lo de la abducción (aunque era muy inocente de su parte pensar que le creerían)… pero ¿porqué inventaría que los extraterrestres le habían puesto implantes en su cuerpo y se haría daño por quitárselos?... tal vez por culpa y la necesidad de auto castigarse por haber abortado… aunque le habían encontrado un objeto extraño en el brazo y tenía otro en el cerebro, además estaban sus visiones (que describían un mundo bastante parecido al mundo de los dos soles rojos con el que Damon y yo habíamos soñado recientemente) y las fórmulas que garrapateaba.

En una escala de credibilidad del 0 al 10 le dimos un 8 al caso de Teresa. El arqueólogo prosiguió con el siguiente caso.

Mauricio era el nombre que le habían dado al hombre que habíamos escuchado murmurando la salmodia repetitiva, lo habían encontrado vagando desnudo en las pampas de Nazca y lo habían llevado a un hospital. El informe del médico que lo había atendido resumía que el individuo ingresó en un estado crítico de deshidratación y desnutrición por lo que le pusieron suero, se recuperó pero se negaba a consumir alimentos excepto gelatina… parecía sufrir de demencia pues solo balbuceaba palabras ininteligibles por lo que fue derivado a un hospital psiquiátrico. No tenía documentos y no había reportes de desaparición que coincidieran con su descripción, pero uno de los psiquiatras se hizo cargo de su tratamiento por lo curioso de su caso.

Según el informe que les había entregado aquél psiquiatra cuando el paciente ingresó solo repetía una extraña salmodia en un idioma desconocido y estaba en un estado de pánico pasivo. Poco a poco se ganó su confianza, el paciente se tranquilizó y empezó a hablar en español… entonces le preguntó cuál era su nombre pero como le respondió con una palabra en el idioma desconocido le dio un lápiz y un papel, el paciente escribió que su nombre era “M4U51C10” (por lo cual empezó a llamarlo Mauricio). El paciente aseguraba ser de otro mundo y mostraba como prueba sus manos y pies cuyos dedos estaban unidos por una membrana de piel… sin duda era un caso de sindactilia agudo. Como suele suceder en esos casos también tenía otros defectos congénitos en el cráneo y la cara, lo que le daba una apariencia bastante extraña que seguramente le había causado un trauma desde la niñez que lo había llevado a creerse de origen extraterrestre. Sus órganos internos y su metabolismo eran normales. Finalmente empezó a comer alimentos variados aunque rechazaba la carne, prefiriendo las frutas y verduras crudas.

Mauricio era de carácter pacífico y naturaleza bondadosa, se volvió bastante comunicativo y le gustaba charlar con el psiquiatra del mundo del que creía ser nativo. Lo describía como un mundo de tecnología muy avanzada aunque carecía de atmósfera pues ésta había sido destruida hace mucho tiempo atrás por un desastre de origen desconocido pero había domos que cubrían algunas zonas haciéndolas habitables defendiéndolas de la radiación del sol rojo. Era gobernado por una élite de seres superiores a los que describía como unos humanoides altos, sin cabello, ojos negros sin pupilas y piel fosforescente. Decía que él era de la raza nativa de aquél mundo y explicaba que siglos atrás, cuando sucedió aquél desastre que destruyó la atmósfera, llegaron esos seres superiores en naves espaciales y los salvaron construyendo los domos… desde entonces los de su raza los habían reverenciado casi como dioses.

El era un obrero que trabajaba en las minas de donde extraían el mineral que servía para hacer funcionar las máquinas y naves espaciales. Lo que sorprendía al psiquiatra era el conocimiento que tenía Mauricio, un hombre aparentemente de origen humilde y que no había tenido acceso a mucha educación ya que sus padres no lo habían tratado del defecto congénito con el que había nacido, sobre las máquinas y naves espaciales que describía.

Contaba que a pesar de que aquellos seres superiores casi habían esclavizado a los de su raza no eran malvados ni crueles. Los de su raza eran tratados bien, vivían en lo que describió como un complejo de edificios rectangulares de paredes metálicas divididos en celdas, los hombres eran obreros y las mujeres eran destinadas a la reproducción que era por vía artificial y a la crianza de aquellos hijos. Tenían un horario de trabajo estricto pero la vida era llevadera, hasta les permitían seguir con algunas de sus costumbres y tradiciones.

Un día aciago el Sumo Sacerdote de los seres superiores anunció un terrible evento interestelar que abriría una puerta dimensional por la cual regresarían los Dioses sin Nombre trayendo la destrucción… entonces aquellos seres superiores empezaron a sacrificar a los de su raza en un intento de calmar la ira y el hambre de los Dioses sin Nombre. Todos los días hacían ceremonias en las que el Sumo Sacerdote recitaba una plegaria mientras que decenas de la gente de su raza eran obligados a entrar a unos hornos gigantescos.

Mauricio y otros obreros robaron lo que describió como unos trajes que protegían de la radiación y daban mantenimiento vital fuera de los domos protectores y huyeron. Llegaron hasta unas ruinas milenarias que según las leyendas de la gente de su raza habían sido construidas por los Dioses Olvidados, un portal de piedra y una estela con jeroglíficos aún se mantenían en pie, si las leyendas que contaba el chamán de su gente eran ciertas ése portal los llevaría a otro mundo…  pero sus compañeros dudaban y no quisieron cruzar.

Mauricio, quien era aprendiz del chamán, descifró algunos de los jeroglíficos grabados en la estela de piedra, narraban la historia de los Dioses Olvidados que conocían un ritual para confinar a los Dioses sin Nombre en una prisión mística… éste era un ritual que sólo podía ser realizado por los hijos de aquellos Dioses Olvidados. La energía de los trajes que les daba soporte vital se agotaban, entonces él prefirió arriesgarse antes de morir y cruzó el portal… de allí sólo recordaba haberse despertado en una especie de pozo con una escalinata de piedra tallada, subió por ésta y se encontró en un desierto bajo un límpido cielo azul… el traje ya no le servía y se lo quitó… entonces vagó sin rumbo hasta que lo encontraron unos hombres.

Mauricio empezó a trabajar haciendo labores de limpieza en el hospital psiquiátrico. Según el psiquiatra mostraba una increíble adaptación al “mundo al que había llegado cruzando el portal”, su demencia era inofensiva y si le hacía feliz creerse extraterrestre no tenía motivos inmediatos para forzarlo a enfrentarse con la realidad… mas bien lo incentivaba a escribir sobre su mundo y la maravillosa tecnología de los seres superiores.

Tuvo la idea de entregarle a Mauricio algunos libros de medicina que trataban de malformaciones congénitas como la que él sufría y otros de relatos de ciencia ficción parecidos a lo que él contaba con la intención de que poco a poco reconociera su realidad pero fue contraproducente. Mauricio se ensimismó demasiado en la lectura, cayó en un estado febril y empezó a delirar… decía que los Dioses sin Nombre vendrían a éste mundo, que él había descifrado las señales inequívocas de su retorno y que tenía que encontrar a los hijos de los Dioses Olvidados.

Días después un terremoto destruyó la ciudad de Pisco y el hospital psiquiátrico quedó en ruinas. La mayoría de los pacientes fueron trasladados a otros centros de salud mental pero el psiquiatra quiso quedarse con Mauricio pues se sentía responsable por él y le interesaba mucho su caso. Lo había observado por mas de cinco años, sabía que era perfectamente controlable y su demencia no representaba un peligro tácito para la población… al contrario, Mauricio demostró tener cierta intuición o sexto sentido para ubicar a muchos heridos enterrados bajo los escombros.

Fue entonces que la casualidad quiso que Todd y Bartholomew fueran a Pisco como voluntarios para construir casas para los damnificados… escucharon el caso del “extraterrestre” que había salvado a ayudado a rescatar a varias personas y sintieron curiosidad de conocerlo. Luego de conocer los detalles de su caso Todd contactó de inmediato con el arqueólogo quien se comunicó con el psiquiatra que cuidaba de Mauricio y le dijo que tenían un lugar en donde podían hacerse cargo de él.

Mauricio llevaba allí varios años, desde que ingresó demostró ser muy comedido y agradecido, se encargaba de la limpieza y hasta se hizo cargo de cuidar a varios perros callejeros… pero hacía un par de años había recaído en ése estado febril, empezó a garrapatear símbolos en un cuaderno y a recitar ésa extraña salmodia en un idioma desconocido. Una noche de luna llena mató a sus perros intentando hacer un ritual invocando a los Dioses Olvidados, le administraron sedantes y lo recluyeron bajo llave en su habitación del segundo piso… lo encerraron en la celda del sótano por atacar a mordiscos a Alberto cuando éste quiso obligarlo a tomar su medicina.

El caso de Mauricio era fascinante, fuera su historia real o producto de su mente desquiciada. El arqueólogo nos preguntó: “¿Qué opinan, Mauricio vino de otro mundo a través de un portal o es un chiflado con una imaginación asombrosa?... en ése caso ustedes son un par de locos porque también son de otro mundo”.

Nos reímos… Damon y yo le respondimos que efectivamente no éramos nativos de éste mundo pero no decíamos haber venido cruzando un portal, éramos almas viejas y errantes nativas de un mundo azul y en ésta vida habíamos nacido en éste mundo… pero el viajar de un mundo a otro a través de portales no era extraño para nosotros, lo recordábamos de muchas vidas pasadas… volvimos a reírnos, la explicación que estábamos dándole al arqueólogo era como para ganarnos estadía indefinida en una celda en el sótano… al lado de la que se merecía él por su teoría más disparatada que la de los alienígenas ancestrales.

El siguiente caso se trataba de un licántropo tal como Damon y yo lo suponíamos por los aullidos y gruñidos que habíamos escuchado. El arqueólogo nos contó el caso de José Luis, un mexicano que sufría de hipertricosis y había llegado hace muchos años atrás a Perú como parte de un circo en donde se presentaba como un hombre lobo. Yo recordé la publicidad de aquél circo. José Luis sabía que su condición se debía a una enfermedad y simplemente le sacaba provecho. Hicieron varias presentaciones en el país. En Trujillo conoció a una mujer, se enamoraron, él dejó el circo y se casaron. Durante años vivió feliz con su esposa trabajando como mecánico y tuvieron dos hijos que afortunadamente no heredaron su enfermedad.

Era un hombre muy querido por sus vecinos, bromeaba diciendo que las noches de luna llena sentía que su sangre hervía y se iba a tomar unos tragos con sus amigos al billar. Su esposa no se preocupaba que se fuera de juerga cada noche de luna llena y regresara ebrio al día siguiente, era una vez al mes, él era un hombre trabajador y tenía derecho a divertirse. Hasta que empezó a notar un cambio en el carácter en su esposo, cuando se acercaba la luna llena se ponía nervioso y malhumorado… se iba de juerga y regresaba al día siguiente muy sucio.

Entonces ella empezó a averiguar con los amigos de su esposo, ellos le dijeron que él iba al billar, tomaba un par de tragos y se iba... sin embargo regresaba a su casa al día siguiente. Su esposa sospechó que tenía una amante, así que le pidió a su hermano que lo siguiera… lo que contó el hermano era digno de una película de terror. El hermano esperó que José Luis saliera del billar y subiera a su camión… lo siguió en su carro y lo vio detenerse en una calle de mala reputación en donde recogió a una prostituta y con ella se dirigió a un descampado.

El hermano decidió acercarse al camión para enfrentar a su cuñado… pero entonces la prostituta se bajó precipitadamente del camión, semidesnuda y pidiendo socorro a gritos… José Luis bajó tras ella persiguiéndola, le dio alcance, la tumbó sobre el suelo y empezó a atacarla brutalmente a mordiscos. El hermano de la esposa de José Luis tomó una herramienta que llevaba en su carro y se acercó para auxiliar a la pobre mujerzuela… José Luis huyó hacia el descampado.

Encontraron a José Luis dos días después completamente loco creyéndose verdaderamente un hombre lobo, necesitaron ayuda de la policía para capturarlo. El caso corrió de boca en boca, tenían a José Luis encerrado en una carceleta de la comisaría sin saber que hacer con él, dudando entre llevarlo a prisión o a un hospital psiquiátrico. El arqueólogo se enteró del caso e hizo los papeleos para trasladar a José Luis al caserón. Se encontraba allí hace un año.

Había más pacientes en las habitaciones del segundo piso pero eran tranquilos. Una anciana que habían recogido mendigando en la plaza y decía ser la reencarnación de una sacerdotisa mochica, Todd la recogió mas por humanidad para darle un techo seguro y comida… pero hablando con la anciana había descubierto que era una mujer muy sabia y era muy interesante conversar con ella.

Había otra mujer que era otro supuesto caso de abducción y un hombre autista con obsesión por los rompecabezas y la cábala. Reconocimos que todos éramos unos chiflados (¿o iluminados?) lo único que hacía la diferencia que estuviéramos sentados allí y no encerrados en una celda del sótano era que todavía no le habíamos hecho daño a otros… Todd había cruzado ésa línea.

El arqueólogo nos dijo que ya tenía algunas sospechas con Todd por aquellos incidentes con sus amigos que había llevado a su habitación y con los que supuestamente se les había pasado la mano… había querido creer que verdaderamente esos accidentes habían sido consecuencia de exceso de drogas y alcohol hasta el incidente sucedido con nosotros. Le debía al tío de Todd hacerse cargo de él y así lo haría… y nosotros le ofrecimos nuestro apoyo.


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