Levantad una
torre de las cenizas del castillo,
que sobre la
bella ingrata sea la maldición de la Ayalga,
tres Cuélebres
sean sus guardianes
(rubí, zafiro y
amatista en sus alabardas)
y que de su
cautiverio solo pueda liberarla
el caballero de
la rosa
a quien ella ha
hecho derramar lágrimas amargas.
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