in girum imus nocte et consumimur igni

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jueves, 30 de noviembre de 2017

Alas de demonio para un ángel

Ella está sentada sobre un tronco caído con sus ojos azul turquesa clavados en una piedra cuadrada tan pulida como una lápida, su desordenada melena de oro bruñido cae en desorden sobre sus desnudos hombros tan blancos como hechos de nieve y como una cascada de bucles algo desaliñados llega hasta su cintura. Hace tres días está sentada allí, inmóvil contemplando la piedra que parece una lápida pero de pronto la bella estatua de oro y mármol cobra vida: Killa Ritti, la despiadada diosa sanguinaria, ha derramado una lágrima... la lágrima se desliza por su mejilla pálida y resbala... ¡cae al suelo en el mismo instante que la cruz cuadrada azul se rompe y la tierra tiembla!... ¡y de la tumba surge el espectro!

Sus largos cabellos rubios desgreñados y sucios con la tierra del sepulcro, la mortaja en andrajos, de sus hombros cuelgan telarañas. Incrédulo mira sus manos: Sus delgados dedos terminan en filudas garras aceradas, palpa su pecho y sus dedos recorren una cicatriz que va desde su pectoral izquierdo al abdomen como un cordón cárdeno, palpa también su rostro descolorido, se mesa los cabellos y se hiere la palma de una de sus manos con la punta de uno de sus cuernos. Una carcajada de plata rompe el silencio. Él se sobresalta, entonces la ve sentada sobre el tronco caído, sus ojos azules interrogan a la Luna de los Muertos, ella le sonríe, se pone de pie y lo abraza. Él rodea la frágil cintura de la Diosa con sus brazos con mucho cuidado para no herirla con sus garras, la estrecha contra su pecho y la envuelve con sus enormes alas de murciélago, abruptamente la suelta, asustado de haber quedado envuelto en tinieblas y la Diosa ríe otra vez con su risa de argento explicándole que aquella oscuridad fue la sombra de sus propias alas. Algo atolondrado extiende sus alas y vuelve a plegarlas, menea la cabeza escéptico, vuelve a desplegar sus alas oscuras y se palpa la espalda. Sonríe, toma del brazo a la Diosa e irreverente la atrae hacia sí, la besa apasionadamente y ella le corresponde. Cuando se separan un hilillo de sangre resbala del labio de la Luna de los Muertos, él se pasa su lengua por sus dientes y descubre sus colmillos, se deshace en disculpas para con la Diosa pero ella le resta importancia al incidente y vuelve a reír con su risa de plata.

-          ¡Soy un demonio! – exclama el espectro de las alas oscuras - ¿cómo sucedió?... ¿qué hiciste?... ¿cómo me convertiste en demonio?
-          No fui yo quien lo hizo – le responde Killa Ritti mirándolo de hito en hito – pregúntale a la Luna Fantasma, fue ella quien lo hizo. Luces como todo un demonio, no puedo creerlo. Ven, sentémonos en las escalinatas de piedra. Te contaré lo que sé, aquella mañana yo me despedí de ti con un beso creyendo que sería la última vez que probaría tus labios, fui al astral, hice el amor con Leonardo y después lo ejecuté siguiendo los sanguinarios rituales de mi Templo que yo le había prometido oficiar sobre él. Tomé su cuerpo, lo unté con bálsamos perfumados, lo vestí con una mortaja tejida con telarañas y lo coloqué en un ataúd, luego le pedí a dos de mis guerreros que me ayudaran y enterramos el ataúd en el lugar del astral que corresponde a éste lugar sobre la realidad. Encontré a la Luna Fantasma en el lindero del bosque, arrodillada en el suelo cavando una pequeña tumba con sus manos, colocó una foto tuya, la cubrió con tierra y colocó la lápida encima pero no estaba triste ni lloraba, sonreía... y me dijo: “Lo amo, no quiero perderlo, él ha sido mi amante y mi protector por once años, no permitiré que su esencia se desvanezca en la nada, lo convertiré en demonio, él siempre quiso ser un demonio”.
-          Entonces ella me ama... ella me convirtió en demonio, pero... ¿cómo lo hizo? – le pregunta ansioso el espectro de las alas oscuras.
-          No lo sé exactamente  – le responde la diosa dubitativa – ella, al ver mi incredulidad, me dijo que hace varios años había empezado a investigar buscando dos hechizos: Uno para revivir a su prometido y otro para evitar que tú te desvanecieras en el olvido, estudió todos los libros de magia de las bibliotecas astrales y no encontró hechizos efectivos así de que decidió crear sus propios hechizos de magia absurda.
-          ¿Quieres decir que la Luna Fantasma creó el hechizo que me convirtió en demonio? – le pregunta el espectro de las alas oscuras a Killa Ritti quien se sienta sobre sus rodillas y le enlaza los brazos al cuello amorosamente.
-          Si y estoy tan asombrada como tú lo estás – le responde ella examinando sus cuernos córneos retorcidos revolviéndole la hirsuta cabellera rubia – ella me dijo que la noche anterior que te había rehuido lo había hecho a propósito para que descendieras a la tumba inconforme y desesperado, ansioso de tenerla entre tus brazos y poseerla pues tu rabia y despecho por su promesa incumplida era un ingrediente decisivo de su receta, colocó tres piedrecillas como adorno junto a la lápida y me dijo que entre tres y siete días te levantarías, dependiendo de la furia y el deseo que tuvieras de verla. Se levantó con aquella sonrisa de niña demente que tiene y se marchó con el shaman que la acompañaba, me senté sobre aquél tronco caído y no me he movido hasta ahora que efectivamente te levantaste de la tumba luciendo galas infernales como ella predijo.
-          Killa, quiero ir a verla – exclama el espectro renacido de las alas oscuras – pero estoy un poco desubicado, aún estoy algo aturdido.
-          Ven, vamos al Templo de las Acllas – le dice la Luna de los Muertos – estás hecho un asco, sacúdete la tierra del sepulcro y las telarañas, bebe un poco de chicha y luego te llevaré yo misma a su casa.

El espectro de las alas oscuras acepta la invitación de la Diosa, la toma de la mano y se disponen a entrar al templo cuando un destello azul resplandece entre los árboles de ramaje verdinegro. Ella se sobresalta, desde la espesura del bosque que ufanamente se alza en medio del desierto se presenta el Dios de la Lluvia blandiendo iracundo su báculo de plata con el que conjura las tempestades.

-          ¡Maldita ramera! – exclama iracundo - ¡no puedo descansar en el reparador sueño del olvido!... ¡hace tres días me concediste la muerte, aún mi esencia primigenia no se condensa en gema y ya tienes otro amante!... ¿no me prometiste que ningún varón sea éste hechicero, guerrero, príncipe o Dios hollaría ésta tierra consagrada por ti para ser mi tumba con sus sucios pies?... ¡perjura, invitas a tu nuevo amante al Templo de las Acllas! – empuja a la diosa y se enfrenta al espectro de las alas oscuras - ¿quién eres tú, Demonio?... ¡Killa Ritti es mi amante!... ¿por qué ostentas la insignia de la Luna de los Hielos Eternos?... ¡ése privilegio me pertenece!.
-          ¡Cálmate Leonardo! – exclama Killa Ritti separándolos - ¿acaso no reconoces a quién fue tu Ghoul en las tierras de Nord?
-          Killa, no seas absurda, éste es un Demonio quien sabe de cual de los Infiernos – le responde Leonardo a la Diosa – mi Ghoul al morir se convirtió en un espectro erranbundo y ahora debe de estar desvaneciéndose en el olvido.
-          La Luna Fantasma lo convirtió en éste Demonio que ves frente a tus ojos – le responde Killa Ritti – por favor Leonardo, cálmate y míralo bien, es él.
-          Mirándolo bien y percibiendo su energía – dice Leonardo examinando al espectro de las alas oscuras – pues... creo que si es él... pero, no entiendo como sucedió... ¡no existen hechizos para convertir a un espectro en un Demonio!
-          Ya te lo dije, la Luna Fantasma creó un hechizo y lo convirtió en Demonio – le explica la Diosa – yo también me sorprendí pero no es la primera vez que ella hace hechizos disparatados y le resultan. Y hablando de resucitados, ¿qué haces tú aquí?... yo te sepulté.
-          Soy inmortal – le responde él con ironía – yo no muero, mi esencia inmortal se condensa en gema primigenia, la misma que tú me prometiste que reposaría bajo la protección de tu magia hasta que el universo todo estuviera teñido de azul. Yo dormía en mi ataúd arrullado por los cánticos de la muerte anhelando perder la conciencia y el recuerdo, sólo añoraba olvidarte porque haz sido muy cruel conmigo... sólo el sueño que se hunde en la muerte podría curar las profundas heridas que me infligieron tus manos con la que me halagabas para hundirme el puñal hasta la empuñadura por la espalda cuando me quedaba dormido bajo tus mimos engañosos, pero percibí que estabas con otro y me puse celoso... entonces... me levanté de la tumba... por que yo... yo... ¡yo te amo y nunca permitiré que tengas otro amante!.
-          ¡Qué tierno! – exclama ella abrazándolo – te extrañé... mucho, mucho.

El Dios de la Lluvia abraza a la Luna de los Muertos y la besa apasionadamente en la boca.

-          Si Leonardo tiene la fuerza de voluntad para levantarse de su tumba para reclamarle a su amante ahora comprendo los motivos que tuvo el Guerrero del Este para hacer la cena de Beltaine con los despojos de su Ghoul – me comenta Iudea al oído.

Killa Ritti y Leonardo continúan besándose, el espectro de las alas oscuras mira hacia otro lado para no incomodarlos y nos descubre sentadas en una rama de uno de los añosos árboles, me mira y me sonríe con la misma sonrisa que tenía cuando era un niño de diez años que jugaba en el bosque y conversaba con las hadas. Una centella roja destella en el horizonte y se pierde entre las ruinas del Templo del Oráculo, al poco rato llega Aldrich.

-          Buenas noches – dice saludando a Killa Ritti y a Leonardo quienes cuchicheaban entre ellos haciéndose zalamerías de enamorados – buenas noches también para ti... ¿cómo te llamamos ahora que eres un Demonio? – añade dirigiéndose al espectro de las alas oscuras quien se sacudía las telarañas.
-          Buenas noches Aldrich – le responde el espectro de las alas oscuras – pues... no sé... imagino que me darán un nombre mágico, soy un Demonio pero aún no tengo claro cuáles son mis poderes ni que atributos me corresponden... ni sé Demonio de qué soy.
-          Eres el Demonio del Absurdo, tienes el poder de hacer disparates y tonterías – le dice Leonardo sarcásticamente – y tus atributos podrían ser un báculo de bufón y...
-          ¡Cállate Leonardo! – dice Killa Ritti reprendiendo a su celoso amante – buenas noches querido Aldrich – añade dirigiéndose al bellísimo arcángel demoníaco – disculpa, estaba algo distraída con Leonardo... como ves él decidió levantarse de su sepulcro.
-          No te preocupes, no quise interrumpirles el amoroso reencuentro – dice Aldrich – me alegra que Leonardo haya decidido volver de ultratumba pues es un gran guerrero y necesitaremos de su espada... ¿crees que La Dulce Muerte despertará a Lenor?.
-          Si la Dama del Cirio no lo hace con su magia el Príncipe de la Muerte lo hará de otra manera – comenta Leonardo con un gesto obsceno.
-          ¿De la misma manera en la que a ti te despertó el Dios de los Vientos? – le pregunta Aldrich devolviéndole su chiste como un bumerang, Killa Ritti suelta una carcajada de plata mientras que su amante se sonroja.
-          Yo creo que ella lo despertará – manifiesta Killa Ritti – Leonardo, Lenor – piensa un momento, me busca entre los árboles, me ubica en mi rama, me mira y me pregunta – Laila, ¿crees que Yvel se despierte?.
-          Tal vez – le respondo – sólo lo ahorqué con una cuerda de cáñamo.

Aldrich se ofrece para llevar al desubicado Demonio a la casa de la Luna Fantasma. Killa Ritti y Leonardo me dan las buenas noches y entran en el Templo de las Acllas, a los pocos minutos nos llegan los chasquidos de los látigos, los apóstrofes y las lamentaciones de Leonardo exigiéndole y suplicándole a su sádica amante que lo golpee con más saña.

El viento me murmura una cantinela al oído y juega con mis cabellos de plata, mi corazón rebosa de serena alegría, recuerdo que hace tres días Killa Ritti ejecutó a Leonardo. La Dama del Cirio hizo dormir a Lenor dándole el Beso de la Muerte. Yo llevé a Yvel al estanque de gotas de luna, fornicamos y engañándolo diciéndole que quería prolongar sus placeres lo ahorqué con una delgada soguilla de cáñamo, luego abandoné su cuerpo inerte que se hundió en la linfa morada.. El fragor de la batalla llegaba a mis oídos, decían que el Guerrero del Este estaba luchando con el espectro, acudí presto a curiosear el singular combate de aquellos dos caminantes de los senderos de las sombras, antaño amantes en el altar de la luna y después rivales que se disputaban el amor de la niña de manos de lirio. La Luna Fantasma contemplaba a sus dos amantes con sus ojos glaucos de mirada de niña apócrifa y lejana, el Guerrero del Este levantó su espada y la dejó caer diestramente dándole a su rival una mortal estocada, la Hechicera no se perturbó, le sonrió a su prometido y luego enterró aquella foto en la que estaba capturada la esencia del espectro con sus manos de lirio, murmuró unas palabras, un par de lágrimas temblaron en sus pestañas pero desmintió su llanto con una sonrisa equivocada... y eso fue todo, ése fue el hechizo de magia absurda que convirtió al espectro en Demonio.

Iudea me saca de mis divagaciones ofreciéndome unas bellotas. Una lucecita pálida tintinea entre el verdinegro ramaje de los matorrales, como somos sílfides curiosas y traviesas, bajamos de nuestro árbol y perseguimos ésa errante estrella diminuta. Dos alpacas mordisquean unos brotes verditiernos, la lucecita vagabunda se vislumbra entre la oscura espesura del bosque ahora inmóvil. Encontramos un candelabro de plata con un cirio amarillento apoyado sobre un tronco mocho y muerto, un velo ceniciento colgado de la rama de un molle, crujidos de hojarascas y ramas quebradas... gemidos. Nos asomamos y descubrimos a la casquivana Dama del Cirio con Lenor prodigándose caricias entre jaleos de apasionado desenfreno bajo la sombra de un viejo alcornoque que alcahuetea sus amoríos fortuitos.



Liliana Celeste Flores Vega, abril del 2002.

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