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viernes, 6 de febrero de 2015

Los Dioses sin Nombre 08 - Los que duermen un sueño de piedra

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 08 – Los que duermen un sueño de piedra

Fue un viaje tranquilo, casi todo el trayecto me lo pasé dormitando recostada en el hombro de Damon. Nos gustaba viajar en bus oteando los paisajes por la ventanilla, saboreando el inicio de una aventura. Cuando llegamos al terminal Todd estaba esperándonos con la camioneta, subimos y nos pusimos en camino al Museo de Sitio.

Durante el trayecto Todd nos dijo que Mauricio había estado bastante alterado, se la había pasado murmurando sin descanso su repetitiva plegaria a los Dioses Olvidados y diciendo que las señales del nefasto retorno de los Dioses sin Nombre eran inequívocas… durante los últimos días llegó al extremo de negarse a comer y a dormir por mantenerse recitando su salmodia sin interrupción, entonces doña Francisca dio la orden para que lo sedaran. No podíamos afirmar que Mauricio era un alien que llegó a éste mundo a través de un portal dimensional pero estábamos seguros que sus premoniciones eran indudables.

Cuando llegamos al Museo de Sitio el arqueólogo sólo nos dio tiempo de dejar nuestros equipajes en la habitación que habíamos ocupado durante nuestra recuperación, bañarnos rápidamente y comer una merienda. Luego le dijo a Todd que nos llevara al almacén en donde guardaban los ajuares ceremoniales y preparáramos a Damon. Luis y yo habíamos usado esos ajuares en varios rituales pero era la primera vez que Damon iba a usar la vestimenta ceremonial y por tradición tenía que hacer un pequeño ritual y ofrenda de sangre.

Nadie podría imaginar los tesoros que se guardaban en aquél almacén descuidado cuyas paredes exteriores tenían la pintura descascarada y cuya estrecha ventana tenía una malla metálica de gallinero como protección. Centenares de huacos, keros y pequeñas estatuillas de barro estaban amontonados en las repisas de aluminio y había más ceramios envueltos en papel periódico guardados en cajas de cartón, fardos funerarios con momias intactas envueltos en costalillos de arroz, cajas de plástico de esas que corrientemente se usan para guardar lápices y crayolas en los nidos infantiles llenos de chaquiras y pequeñas piezas de spondilus, cobre, plata y oro…  y en un cuarto pequeño, con una simple puerta de madera con dos argollas y un candado, estaban los dos ajuares ceremoniales guardados en baúles de madera.

Todd abrió el baúl de madera en el que se guardaba el ajuar correspondiente a la sacerdotisa: Una túnica blanca de algodón larga con un diseño tribal en hilo de plata ribeteando el bajo de la basta pero no estaba bordado sino hilado en la misma tela. El manto era de algodón con plumas blancas entretejidas y la orilla inferior remataba con borlas de lana de varios colores y adornos colgantes de pequeñas campanillas y figuritas de filigrana de oro y plata, se sujetaba con un prendedor de plata con incrustaciones de turquesas. Las prendas tenían siglos de antigüedad y asombrosamente se habían conservado en un excelente estado pero había que manipularlas con delicadeza.

El pectoral, las ajorcas y las otras joyas eran de plata con incrustaciones de turquesas y nácar a excepción del cetro que además tenía unas ornamentaciones de oro y remataba en una bella roseta hecha con ataujías de turquesas y nácar. El tocado era un armazón de plata con forma de medialuna adornado con plumas blancas y colgantes de perlas de río. Las sandalias eran de suela de cuero y tiras de algodón trenzadas que se ataban en las pantorrillas, tenían unas campanillas de plata como adorno y me quedaban perfectas a pesar de la pequeñez de mis pies.

Todd abrió el otro baúl y le mostró a Damon las prendas: Una túnica blanca de algodón corta con un diseño tribal ribeteando el bajo de la basta similar al de la túnica de la sacerdotisa pero hecho con hilo de oro. El manto era de algodón, en base de color pardo oscuro tirando a marrón, su orilla inferior no remataba con borlas ni adornos colgantes pero todo el manto tenía un intrincado diseño de figuras geométricas en pardo claro, blanco e hilo de oro. Había una prenda de algodón blanco que la primera vez que la vi creí que era una faja para atarse alrededor de la cintura pero Todd nos explicó que se trataba de un taparrabos para usarse debajo de la túnica corta, el ajuar de la sacerdotisa no tenía esa prenda. Las sandalias eran de suela y tiras de cuero muy parecidas a unas caligas romanas.

Pero lo más impresionante del ajuar del sacerdote guerrero eran las piezas de la armadura: El pectoral, las hombreras, braceras, el cinturón y el coxal eran de oro con incrustaciones de turquesas y nácar. El varayoc o bastón de mando era en tres cuartas partes de madera de algarrobo con marqueterías de oro y plata, el último cuarto lo formaba una pieza maciza de oro con la forma de un jaguar estilizado que se fijaba a la madera con las garras de sus patas traseras y su cola enroscada, el remate era la cabeza del jaguar.

La primera vez que tuve el bastón de mando entre mis manos me pareció que era muy delgado y demasiado largo para ser un varayoc, más parecía una lanza que carecía de hoja. Luis decía que igual podía servir de arma, al menos para romperle la cabeza a tu enemigo con un brutal golpe como si fuera una porra pero lo cierto era que su extensión y delgadez lo hacían impráctico como porra. Siempre tuve el presentimiento que la parte que era de oro escondía algo, el jaguar no era muy estilizado, a mi parecer se veía rechoncho, le faltaba largo de tronco… además tenía una hendidura en la mitad del cuerpo y otra en la base de la cabeza como si pudiera desmontarse pero nunca lo habíamos manipulado por temor de romperlo.

Todd abrió un último baúl de madera en donde guardábamos los utensilios para hacer los rituales y los pagos a la tierra, estos objetos no provenían de alguna Huaca, eran de hechura actual y los habíamos adquirido en el mercado artesanal. Todd improvisó un altar en medio de la habitación grande colocando una manta encima del baúl, luego apagó las luces dejando sólo un foco de bajo voltaje que daba una luz amarillenta.

Fui al cuarto pequeño para vestirme con el ajuar ceremonial de la sacerdotisa, no por vergüenza pues Todd me había visto muchas veces sin ropa, sino porque así correspondía hacerlo. Me di el tiempo para peinar mi cabello en dos trenzas, cuando salí las miradas de Damon y Todd me dieron a entender que me veía muy bonita… siempre había querido mirarme al espejo llevando el ajuar ceremonial pero era algo que estaba prohibido.

Teníamos unas bolsitas con hojas de coca, palo santo y otras hierbas guardadas en el baúl pero no teníamos chicha de jora, Todd dijo que traería una botella que tenía en su habitación. Damon y yo nos quedamos en el almacén, entonces él me contempló de una manera un poco extraña, en su mirada se debatían el respeto devoto por la sacerdotisa y la pasión por la mujer… ganó la pasión, me abrazó y me besó apasionadamente.

Estando entre sus brazos y a merced de sus vehementes besos, pasó por mi cabeza una sucesión de imágenes difusas… recuerdos imprecisos de vidas pasadas, diferentes escenarios pero siempre la escena repetitiva en la que yo era una sacerdotisa y él era un guerrero impío que profanaba el Templo y me hacía suya contra mi voluntad sobre el altar.

La gente común que nos ve juntos y comenta que hacemos una “pareja bonita y que se nos nota en la mirada cuanto nos amamos” no se imagina como empezó nuestra relación… no creerían que yo fui “su premio” por haber sido el vencedor de una lucha tribal ceremonial y que aquella vez yo luché y lloré mientras que él me poseía a la fuerza… no había pasado mucho tiempo desde aquél  ritual en el que ambos participamos pero mis sentimientos por él habían cambiado mucho… aún no podía decir que lo amaba tanto como él a mí pero lo quería mucho y lo deseaba.

Sentí el miembro viril de Damon duro presionando contra mi cuerpo, deseé que me hiciera suya en ése momento, que me rasgara la túnica y saciara sus deseos conmigo… violencia, lujuria, pasión y amor marcaban nuestra historia. Cuando Todd regresó nosotros seguíamos besándonos, Damon me había arrinconado contra una de las repisas y sus manos inquietas hacían de las suyas debajo de mi túnica… Todd nos llamó a la compostura diciéndonos que tendríamos tiempo para hacernos el amor cuando termináramos el ritual.

Hice la primera parte de la ceremonia de purificación e iniciación: Encendí unos pedazos de palo santo en el hornillo de barro, primero sahumé el ambiente y luego procedí a limpiar las piezas de la armadura y el varayoc con el humo sagrado mientras que Todd marcaba el ritmo tocando el tamboril ritual. Después le ordené a Damon que se desvistiera, aún se le notaban algunas marcas que le habían quedado consecuencia de la azotaina que le propinó Todd cuando estuvo bajo ése maldito trance… noté la manera en la que Todd recorrió con la mirada las marcas que Damon tenía en el pecho, el vientre y los muslos… la culpabilidad y el deseo se mezclaban en sus ojos. Tuve que decirle a Todd que retomara el ritmo del tamboril mientras que yo procedía a purificar a Damon con el humo del palo santo.

Pasamos a la segunda parte del ritual: Hice la ofrenda de chicha de jora y de hojas de coca ante las momias de nuestros ancestros. Luego le dije a Damon que tenía que hacerse un corte en la palma de la mano o en el interior del brazo con el cuchillo de pedernal para untar las piezas de la armadura y el varayoc con su sangre, no era necesaria mucha sangre, sólo un poco pues era un acto simbólico… Damon lo hizo siguiendo mis indicaciones. Finalmente dejamos las piezas de la armadura y el varayoc en el altar mientras compartimos la chicha de jora del kero ceremonial.

Finalmente la tercera parte del ritual: Empecé a vestir a Damon con los ropajes que correspondían al sacerdote guerrero. Primero el taparrabos, fue difícil arrodillarme ante él sin desear tomar su mimbro viril erecto en mi boca y satisfacerlo allí mismo pero teníamos que respetar la sacralidad del ritual. Luego la túnica. Después las piezas de la armadura, las sandalias y al final el manto. Para terminar di tres vueltas alrededor de él sahumándolo con el palo santo y lo contemplé: Se veía tan altivo… incluso Todd alabó su porte, el ajuar le quedaba muy bien, como si hubiera sido hecho para su talla, además las turquesas hacían juego con sus ojos.

Le entregué el varayoc… Damon empezó a manipularlo y de inmediato dio con un resorte secreto que alargó el cuerpo del jaguar de oro, luego le giró la cabeza y el jaguar de oro abrió las fauces liberando la hoja de la lanza, una filosa lengua de plata. No me sorprendí, había adivinado que el supuesto varayoc era una lanza.

Todd, con su característico entusiasmo casi infantil, salió del almacén y trajo al arqueólogo casi a rastras para mostrarle que Damon había logrado liberar la hoja oculta de la lanza. Entonces el arqueólogo le dijo a Damon: “Sabía que tú encontrarías la manera de convertir el varayoc en una lanza, Luis nunca pudo. No perdamos tiempo, casi es medianoche y nos espera un largo camino. Ha llegado el momento de llevarlos a la Tumba en donde encontramos estos ajuares ceremoniales y entregarles el resto de vuestra herencia”

Me quedé confundida, siempre había creído que los ajuares ceremoniales habían sido encontrados en las Tumbas del Señor y la Sacerdotisa que estaban abiertas a la visita del público. Todd nos hizo subir al asiento trasero de la camioneta con los trajes ceremoniales puestos mientras que el arqueólogo ocupó el asiento del copiloto.

Durante el camino el arqueólogo nos contó como habían descubierto la extraordinaria Tumba. La entrada la encontró Todd hace muchos años atrás cuando su tío lo trajo por primera vez de visita al Perú… fue un hallazgo fortuito o mejor dicho, predestinado. Todd discutió con su tío quien no le permitió intentar restaurar un elaborado collar de oro y spondilus, entonces él tomó su mochila y se largó a vagabundear… llegó la noche y Todd no regresó pero su tío no se preocupó porque sabía que era un muchacho que a solía tener esos arranques de rebeldía y acostumbraba largarse a acampar por una noche cuando se molestaba.

Esperaron que Todd regresara en la mañana del día siguiente pero pasó la tarde y llegó la noche y Todd no volvió… entonces su tío se preocupó y el arqueólogo organizó a los jornaleros para que lo ayudaran a buscarlo. Todd apareció por su propia cuenta seis días después.

Según lo que contó su intención había sido acampar por una noche y regresar al día siguiente en la mañana cuando se le hubiera pasado el enojo con su tío pero ésa noche soñó con un guerrero quien le dijo que debería de seguirlo y encontrar cierto lugar. Cuando se despertó ignoró el sueño pero finalmente algo lo impulsó a tomar un camino y no se detuvo hasta que llegó a un cerro que tenía una puerta de piedra en una de sus laderas, la examinó y consiguió abrirla… dio un vistazo al interior pero sabía no debería de ingresar a un lugar así sin el equipo necesario, así que regresó e informó a su tío de su hallazgo.

Luego Todd llevó a su tío y al arqueólogo al lugar, ésa vez ingresaron hasta la primera recámara pero no se arriesgaron a ir mas allá. Un mes después el arqueólogo y el tío de Todd regresaron con el equipo necesario para explorar la tumba… los tesoros que hallaron eran indescriptibles pero no hicieron público el fantástico descubrimiento porque sabían que era un lugar sagrado cuya ubicación debía de mantenerse en secreto y nunca debía de ser profanado por el estudio de incrédulos y menos por las visitas turísticas. Tampoco le dieron detalles a Todd de lo portentoso de su hallazgo pues era muy joven pero sin duda él había elegido por los Dioses, así que dejaron que pasara el tiempo hasta que Todd tuvo la edad suficiente para asumir la responsabilidad de ser el Guardián de la Tumba.

Por obvios motivos no puedo revelar la ubicación exacta del lugar, además de que desconozco algunos tramos del camino porque Damon y yo terminamos quedándonos adormilados un rato en el asiento trasero de la camioneta. Ya estaba amaneciendo cuando llegamos a lo que a simple vista parecía ser un cerro grande en cuyas faldas crecían unos escuálidos arbustos espinosos pero era una Huaca erosionada por el paso del tiempo y los factores climáticos.

Bajamos de la camioneta. Todd, siempre preparado para los viajes inesperados, tenía provisiones en la maletera y desayunamos frugalmente jugo de durazno de caja y galletas de salvado de trigo. Luego Todd y el arqueólogo cargaron con sus mochilas de expedición y las linternas, rodeamos la edificación deteriorada hasta que dimos con la mencionada puerta de piedra, tenía la apariencia de un portal cincelado pero por mas que la observamos no pudimos descubrir alguna hendidura por donde podría encajarse alguna pieza de piedra o metal que pudiera hacer de llave accionando un ingenioso dispositivo mecánico que deslizara la mole.

Damon intentó empujar la mole de piedra aplicando fuerza con un hombro, luego apoyando todo el peso de su cuerpo sobre ésta… Todd se burló a carcajadas de su vano esfuerzo y yo lo miré desaprobatoriamente, obviamente una puerta de piedra no se abriría de esa manera como si fuera una simple puerta de madera. Pensé que tal vez habría que esperar un momento del año en el que un rayo de sol o de luna cayera de una manera peculiar sobre la puerta de piedra abriéndola mágicamente… o tal vez respondía a un conjuro, un ritual, alguna palabra mística que… no, eso era mas estúpido que intentar abrirla usando la fuerza bruta.

Entonces Todd dio unos pasos hacia la derecha, se arrodilló frente a unos hierbajos descoloridos que crecían pegados a la ladera, metió la mano entre ellos y manipuló algo que hizo que la gran mole de piedra retrocediera unos palmos. Luego se incorporó, fue al lado contrario, se arrodilló ante otra mata de hierbajos descoloridos y repitió la operación manipulando algo que hizo que la mole de piedra se deslizara hacia a un lado. La puerta de piedra se abría gracias a un mecanismo doble de poleas oculto, Todd se detuvo cuando la abertura fue lo suficientemente amplia para permitirnos el paso aunque ésta hubiera podido abrirse mucho más. Encendimos las linternas y nos adentramos en la oscuridad mientras que el sol despuntaba.

Estando adentro Todd manipuló otro mecanismo que se encontraba de ese lado haciendo que la puerta de piedra se deslizara cerrando la entrada pero no activó el que hacia que ésta se encajara nuevamente como una pieza de rompecabezas. El arqueólogo nos guió por un pasadizo de techo bajo hasta que desembocamos en una recámara de forma irregular en donde pudimos respirar a nuestras anchas gracias a una ventila, ésta estaba vacía pero tenía varias entradas… nos sentimos como en una película de Indiana Jones, sin duda algunos túneles llevaban a trampas y otros a laberintos, sólo uno era el que llevaba al tesoro.

Damon y yo notamos que en los umbrales de los túneles no había jeroglíficos para ser descifrados ni ningún otro tipo de señal que pudiera ser interpretada por un iniciado… ¿cómo habían hecho el arqueólogo y el tío de Todd para saber cual túnel era el correcto?... ¿intuición, suerte o habían enviado a otros a lo desconocido en nombre de la ciencia?

Recordé que en una ocasión había leído que hace muchos años atrás el arqueólogo desapareció misteriosamente y se sospechaba que los huaqueros lo habían asesinado pero después apareció, nunca dio explicaciones de en donde había estado y luego dio a conocer al mundo el hallazgo de la impresionante tumba que lo hizo famoso… ¿estuvo durante esos años perdido en los laberintos de aquellos túneles?... no, ésa era una suposición completamente absurda. Había varias ventilas que permitían que el aire circulara por lo que no existía peligro de asfixia… de haberse perdido l arqueólogo hubiera podido sobrevivir por unos días racionando las provisiones que tuviera hasta encontrar de casualidad alguna salida pero era imposible que hubiera logrado sobrevivir errando por aquellos túneles durante años… a menos que hubiera encontrado la entrada secreta al mundo intraterreno y pasado allí aquellos años aprendiendo los misterios ancestrales… era una teoría un poco más lógica que la anterior pero aún bastante absurda.

También se me vino a la memoria un párrafo de uno de los tantos artículos que escribió el tío de Todd en el que mencionaba que en algún lugar de Perú había una cueva con portales que llevaban a otros mundos y planos dimensionales (teoría que había seguido estudiando Todd)… ¿acaso algunos túneles terminaban en portales?... no, todo eso era demasiada ciencia ficción.

Todd conocía que camino seguir pues llevaba varios años desempeñándose como el Guardián de la Tumba, nos señaló cual era la entrada correcta y nos guió por un sinuoso pasadizo en el que sólo había algunos ceramios rotos esparcidos por aquí y por allá hasta que llegamos a una amplia recámara rectangular… Damon y yo nos quedamos sin aliento: Frente a nosotros se encontraba un grupo de guerreros de arcilla de tamaño natural con armaduras de bronce dorado semejantes a los guerreros de terracota del primer Emperador de China de la dinastía Qin. Todd, con algo de mofa y fingido dramatismo, le dijo a Damon: “He aquí a tu Ejército Dorado”.

Nos acercamos a los guerreros de arcilla, eran siete filas de tres, haciendo un total de veintiún guerreros en postura de estar haciendo guardia. Llevaban unas túnicas sencillas de algodón pardo y sobre éstas las piezas de bronce dorado de sus respectivas armaduras. Los rasgos y expresiones de cada uno eran diferentes, lo que indicaba que habían sido moldeados individualmente. Cada uno llevaba una porra de madera de algarrobo con una cabeza estrellada de bronce y un escudo de la misma madera pintada.

El arqueólogo nos invitó a examinar de más cerca a los guerreros de arcilla y Todd los alumbró con la linterna. El realismo de sus rostros era sorprendente, curiosamente sus facciones parecían caucásicas. Muchos tenían el cabello largo incluso con el detalle de sus trenzas amarradas con tiras de cuero, algunos tenían barba, otros llevaban el cabello rapado a los costados. Sus cuerpos eran musculosos y proporcionados. Todos tenían uñas en las manos y los pies, algunos tenían marcas en sus brazos como simulando cicatrices de batalla. Me llamó la atención uno que llevaba un parche de cuero cubriéndole un ojo, Todd se lo levantó y me mostró que era tuerto.

Notamos que las túnicas y sandalias que llevaban puestas eran de hechura reciente. Todd nos dijo que sus ropas originales se habían deteriorado y que él les puso esas prendas nuevas porque no le agradaba verlos en harapos, también les limpió sus armaduras y armas. Luego le levantó la túnica a un guerrero y nos mostró que tenía hasta los genitales moldeados con absoluto realismo. Más parecían guerreros petrificados que estatuas de arcilla.

El arqueólogo nos sacó de nuestra estupefacción y nos señaló la entrada de la recámara que era resguardada por los impresionantes guardianes de arcilla, ésta era una puerta de madera que se notaba que había sido restaurada. Entramos y toda nuestra atención se la llevó un enorme ídolo de piedra semejante al Lanzón Monolítico de Chavín, éste se alzaba imponente en el fondo de la recámara encajado en una hornacina de la pared de piedra y representaba a un ser andrógino que estaba de pie sobre lo que parecía ser un monstruo semejante a una mantaraya. Tenía una máscara de rasgos felinos y alas, sus pechos eran femeninos pero de la cintura para abajo era masculino (características que por un fugaz instante me trajo a la memoria al Macho Cabrío de Eliphas Leví) y empuñaba con gesto triunfante un cetro y una lanza.

Todd nos hizo reparar en los tres arcones de madera que estaban a los pies del ídolo. Nos dijo que en el arcón del centro que tenía grabado el símbolo de la luna habían encontrado el ajuar de la sacerdotisa y en el que se encontraba a su derecha, con el grabado del símbolo del sol, habían encontrado el ajuar del sacerdote guerrero. Nosotros estábamos vistiendo esos ajuares por lo tanto ambos arcones estaban vacios. Todd se acercó al arcón de la izquierda que tenía grabado un símbolo que parecía representar una estrella, lo abrió y nos mostró un impresionante ajuar muy parecido al que llevaba Damon pero éste era de plata con incrustaciones de oro y el manto era mas parecido al que yo llevaba, con plumas pero sin borlas ni campanitas ni figuritas de filigrana colgantes en el borde.

Por un momento pensé que ese ajuar le correspondería a Leo pero no encontré indicios que lo relacionara con el mar, a excepción de las incrustaciones de nácar, pero estas no eran un rasgo distintivo pues, al igual que las incrustaciones de turquesas, las tenían los tres ajuares… además el símbolo de una estrella que el arcón llevaba grabado echaba por el piso mi presunción.

Si la Huaca era una tumba tenían que haber encontrado momias y preguntamos donde estaban. El arqueólogo nos dijo que efectivamente a la izquierda del ídolo se encontraba una entrada secreta que llevaba a un nivel inferior… alli habían encontrado tres fosas en donde yacían las momias respectivas pero que en estos momentos no podían mostrárnoslas porque ellos las habían vuelto a cubrir para su preservación.

Para satisfacer nuestra curiosidad el arqueólogo nos explicó que eran entierros parecidos al del Señor de Sipán, aunque mucho mas sencillos, las momias se encontraban acostadas sobre esteras con sus respectivas ofrendas y ajuares funerarios. Las habían estudiado sin moverlas por el frágil estado en el que se encontraban. La momia de la derecha era un varón, la del medio una mujer y la de la izquierda otro varón. No habían estudiado el motivo de sus muertes pero por el estado de la pelvis de la mujer podían especular que ésta había tenido varios hijos.

El tío de Todd había propuesto traer el equipo necesario para levantar a las momias y llevarlas al museo para estudiarlas pero estas tenían la particularidad de ser de aquellas momias rubias con rasgos caucásicos que sacaban de quicio a los arqueólogos tradicionalistas. Ellos sabían que ése tipo de momias terminaban siendo destruidas como sucedió con aquellas momias que fueron encontradas durante la dictadura del General Juan Velasco Alvarado y fueron guardadas en un almacén que misteriosamente se incendió. El arqueólogo recordaba con tristeza y frustración aquel atentado, de esas momias rubias sólo se salvaron dos que fueron ocultadas y luego sacadas del país por el tío de Todd y ahora se encontraban en la bóveda de un museo noruego.

Por los objetos personales que acompañaban a las tres momias y los tatuajes que tenían, llegaron a la conclusión que la mujer ostentaba el rango superior. Posiblemente se trataba de una mujer  gobernante (otra teoría que los historiadores ortodoxos calificaban de desesperante) acompañada de sus dos consortes, uno era un guerrero y el otro un sacerdote.

Lo de una mujer gobernante acompañada de sus dos consortes no le gustó mucho a Damon y para cambiar de tema le comentó a Todd: “No niego que los guerreros de arcilla sean impresionantes pero para ser el Ejército Dorado son pocos”.

Todd como respuesta le señaló una entrada secreta al lado derecho del ídolo andrógino y nos dijo que lo siguiéramos con cuidado porque si maltratábamos las vestimentas ceremoniales le valía un reverendo cacahuate que fuéramos los herederos de los Dioses y nos sacaba un ojo. Para evitar quedarnos tuertos nos quitamos los ornamentos rituales y los mantos, los guardamos dentro de sus arcones originales y nos quedamos sólo con las túnicas.

La entrada daba a una escalera de peldaños de adobe que descendía, me remangué la túnica para evitar pisármela. La escalera nos llevó a una pequeña recámara circular en donde había algunas antorchas y estopa, no las tomamos porque teníamos linternas y baterías suficientes. Esperamos que el arqueólogo nos diera el alcance.

Empezamos a bajar por el siguiente tramo, supimos que nos estábamos internando en el subsuelo porque los peldaños eran desiguales y tallados en la misma piedra que formaba la pared. Todd me dio la mano para ayudarme a descender porque Damon tenía bastante llevando la lanza en una mano, que se negó a dejar aunque le dificultaba el bajar por la escabrosa escalera, y una linterna en la otra. El descenso era circular, como si bajáramos por el interior de un pozo… por un lado teníamos la pared de piedra y por el otro un vacío oscuro que no dejaba adivinar su fondo.

Finalmente, después de un descenso de casi media hora, llegamos a una amplia galería… y lo que vimos allí nos dejó sin palabras: Cuatro filas de guerreros de arcilla cuyo número se perdía en la oscuridad, haciendo un cálculo tal vez eran unos trescientos por fila. Eran semejantes a los que habíamos visto resguardando la entrada del templete del ídolo pero estos se encontraban sucios, con las vestimentas en harapos y sus armaduras y armas estaban ennegrecidas.

Todd, con un gesto triunfante, le dijo a Damon: “Los veintiún guerreros que se encuentran arriba son los guardianes de la entrada, seguramente formaban parte de la escolta real. Estos guerreros son una cuadrilla del ejército, hay dos galerías parecidas bajo ésta con igual número de guerreros haciendo un total de tres mil seiscientos… y hay otras tres galerías más abajo pero no las hemos explorado por temor a un derrumbe. Como puedes ver no he tenido tiempo de limpiar a estos guerreros pero ahora podrás ayudarme, no hoy pero en otra ocasión regresaremos y los dejaremos tan limpios como los guerreros de la entrada”.

Damon se quedó contemplando a los majestuosos guerreros de arcilla sin encontrar palabras para responderle a Todd. Entonces reparó en un arcón de madera colocado al frente de la tropa y recuperó el habla para preguntar que contenía. Todd le respondió que era otro ajuar ceremonial pero mucho más sencillo que el que él llevaba puesto… éste consistía en una túnica, un manto y una armadura de bronce dorado con algunas incrustaciones de nácar. Quise saber que símbolo llevaba grabado el arcón, tal vez se trataba del símbolo del mar… pero el arqueólogo no nos dio tiempo para averiguarlo, nos dijo que aún había algo más que tenía que mostrarnos y que eso si haría que nos cayéramos de culo.

Después de haber contemplado el maravilloso ejército no nos imaginábamos que podría ser mas sorprendente… ¿carros de batalla jalados por… llamas? me reí de lo absurdo de mi ocurrencia. Todd nos hizo cruzar la galería caminando por el medio de las filas de los guerreros de arcilla, notamos que los guerreros que se encontraban al frente portaban estandartes, el grupo siguiente llevaba lanzas, el otro porras y escudos y los que se encontraban al final parecían más jóvenes y cargaban tamboriles y hondas colgadas a la cintura.

Llegamos al final de la galería en donde encontramos dos entradas. El arqueólogo nos dijo que la entrada de la derecha llevaba a una escalera que conducía a la galería inferior que era igual a ésta y nos indicó que tomáramos la entrada de la derecha.

Empezamos otro descenso circular por una escalinata de peldaños desiguales tallados en la roca, notamos que las paredes estaban ennegrecidas de hollín… seguimos bajando hasta que llegamos al final del foso y efectivamente nos caímos de culo cuando vimos a tres amarus de piedra. Desde niña yo había soñado con un foso en donde tres dragones encantados dormían su sueño de piedra, estos no eran dragones pero los amarus son muy parecidos, son los dragones de los Andes… no pude evitar que la emoción me hiciera derramar lágrimas.

Todd infantilmente corrió y se montó sobre un amaru que parecía intentar levantar el vuelo a pesar de las gruesas cadenas de bronce que tenía en las patas posteriores y el cuello. Damon y yo nos acercamos para examinar a los amarus. No estaban moldeados en arcilla sino tallados en una piedra negra con estrías perlinas, plateadas y doradas con tal maestría que podían apreciarse todos los detalles de sus escamas y garras… al contrario de los guerreros de arcilla, que se encontraban en perfecta posición de batalla, los tres amarus estaban en posturas forzadas de lucha como si se hubieran resistido mientras los encadenaban y los obligaban a dormir su sueño de piedra.

Me gustó el amaru negro con estrías plateadas y Damon me ayudó a montarlo, luego él montó el amaru negro con estrías doradas. Nuestros comentarios haciendo referencia a los dragones de la casa Targaryen de la saga “Canción de Hielo y Fuego” no se hicieron esperar mientras que el arqueólogo nos miraba indulgentemente con su sonrisa bonachona como si fuéramos unos niños encaramados en los caballitos de un carrusel de feria. Todd, acariciando el cuello del amaru negro con estrías perlinas que estaba montando, nos dijo: “Cuando encuentren la manera de despertar a los golems me pido un paseo en éste amaru”.

¡Golems, eso eran!... de inmediato se me dispararon las asociaciones absurdas: “Recuerda que el dragón tiene tres cabezas” me había dicho Chris no hace mucho… los ajuares ceremoniales eran tres, las momias eran tres, los amarus eran tres… la sacerdotisa había sido enterrada acompañada de sus dos consortes… tres… por lógica para despertar a los golems no bastábamos Damon y yo, teníamos que ser tres.

Le pregunté a Todd si se había probado el ajuar ceremonial que se encontraba guardado en el arcón de madera con el símbolo de la estrella pero me respondió que no, que él era el Guardián de la Tumba y que el tercero tendría que ser un heredero tal como lo éramos Damon y yo.

“Un heredero que además tendrá que ser mi segundo consorte” pensé… evalué a los candidatos conocidos: Leo era un heredero como nosotros pero era mar, el símbolo que llevaba grabado el arcón de madera lo descartaba… Damon es sol, yo soy luna, el tercero tenía que ser estrella… ¿quién era heredero y estrella?

El arqueólogo me sacó de mis divagaciones diciéndonos que era hora de regresar para almorzar y nuestros estómagos estuvieron de acuerdo. Iniciamos el ascenso y nos detuvimos en la pequeña recámara circular en dónde estaban las antorchas, supusimos que a descansar un rato pero Todd nos indicó la entrada a un pasadizo que no habíamos notado.

El pasadizo nos llevó a una puerta de madera resguardada por ocho guerreros de arcilla, tras ella había una galería rectangular que era un almacén de alimentos. En las paredes había dos hileras de hornacinas con una gran cantidad de vasijas llenas de granos variados que estaban resecos y en el suelo se acomodaban muchos cántaros vacíos que seguramente habían contenido chicha de jora y agua. Era una broma desagradable porque teníamos hambre… pero entonces reparamos en unas hornacinas con alimentos enlatados, botellas de bebidas, cajas de galletas, envases de plástico con cancha serrana y frutos secos… y como si todo eso fuera poco en un rincón había unos sacos de dormir, mantas, un botiquín de primeros auxilios, linternas, baterías y bidones de agua.

Todd nos dijo que había un pasadizo que llevaba a una letrina pero que no la recomendaba y nos señaló un recoveco al final del almacén que ocupaban para esa función. Luego nos sentamos en el suelo del almacén y almorzamos atún con galletas de soda y jugo de naranja. Después volvimos al templete del ídolo, supusimos que íbamos a regresar al museo pero entonces el arqueólogo nos propuso que nos quedáramos a pasar la noche en el lugar… nos pareció una idea excelente.

Damon y Todd volvieron a bajar al almacén para traer sacos de dormir, mantas, baterías para las linternas, galletas, frijoles con salchicha en lata, unas botellas de jugo de naranja y otras de vino dulce de higo. Me pareció irreverente que acampáramos en el mismo templete pero el arqueólogo nos dijo que había otra recámara más adecuada para pernoctar y nos indicó la entrada secreta a la izquierda del ídolo.

Bajamos por una escalera de peldaños de adobe y nos encontramos en una recámara rectangular en donde otros veintiún guerreros de arcilla con túnicas de algodón color pardo y sus armaduras de bronce dorado reluciente se encontraban dispuestos en la misma formación que los guerreros que estaban en la entrada. Estos guerreros eran los guardianes de las tres tumbas en donde yacían las momias. Nos pareció un lugar peor para pernoctar pero el arqueólogo nos indicó una entrada lateral, lo seguimos y nos encontramos con una puerta de madera que daba a otra recámara.

Entramos, la recámara era rectangular, amplia y bien aireada gracias a una ventila, a primera vista y por la oscuridad parecía que estaba vacía hasta que reparamos en las hornacinas que cubrían las paredes… algunas tenían estatuillas y otros objetos peculiares. Damon y yo nos acercamos a las hornacinas para curiosear los objetos anacrónicos mientras que Todd acomodaba los sacos de dormir y el arqueólogo situaba las linternas estratégicamente para que iluminaran bien el lugar. Grande fue mi sorpresa cuando encontré un pergamino enrollado en una de las hornacinas, el arqueólogo me dijo que podía revisarlo y lo hice… reconocí que la escritura estaba en latín y trataba de las propiedades tóxicas de ciertas plantas.

Supuse que el arqueólogo había traído el susodicho pergamino, que por algún motivo lo había dejado allí o tal vez se le había olvidado pero él negó que el pergamino le perteneciera y me dijo que él y el tío de Todd lo habían encontrado allí al igual que todos los demás objetos… las linternas quedaron bien ubicadas y a la luz pude ver con asombro que nos encontrábamos en una biblioteca digna de un alquimista, me quedé intrigada.

El arqueólogo me explicó que la biblioteca era de fecha posterior a las momias y los guerreros de arcilla. Según lo que habían investigado el lugar, además de ser una tumba y un templo, fue un centro secreto de estudio e iniciación al que en siglos pasados habían llegado muchos buscadores de la verdad… supuse que aquellos fueron quienes trajeron esos pergaminos y libros.

Damon no se interesó mucho por la biblioteca, bebió una botella de jugo de naranja y luego se recostó para descansar al lado de Todd sobre un saco de dormir mientras que yo me daba el gusto de revisar los pergaminos y libros que se encontraban en las hornacinas. El arqueólogo rebuscó en una de las hornacinas y me entregó unos manuscritos en una carpeta de cuero, los revisé… de inmediato reconocí los elaborados dibujos y aquella escritura invertida de derecha a izquierda en tinta roja sepia que era necesario reflejar en un espejo para poder leerla… mi primera reacción fue de incredulidad ¿cómo llegaron hasta aquí algunas hojas de aquél libro?... luego reflexioné y la lógica me dijo que seguramente fueron traídas por alguno de aquellos buscadores de la verdad que llegaron siglos atrás pero el arqueólogo me dijo: “Créelo, el artista estuvo aquí y fue iniciado en los misterios ancestrales por una de las sacerdotisas guardianas de la sabiduría”.

Encontré un libro escrito en castellano antiguo que podía entender, me senté al lado de Damon y Tood, y me puse a leer… era la crónica de viaje de un navegante que había llegado a éstas tierras antes que fueran descubiertas por Cristóbal Colón, eso no me llamó mucho la atención porque ya muchos historiadores serios arriesgaban la teoría de que los vikingos y otros audaces navegantes habían llegado a estas tierras en épocas anteriores.

El navegante narraba que se habían embarcado con rumbo a las Indias en busca de especias pero que una tormenta los desvió de su curso, navegaron sin rumbo por semanas en busca de alguna tierra, se quedaron sin alimentos y habían perdido las esperanzas cuando divisaron una costa… desembarcaron y siguieron el curso de un caudaloso río a través de una frondosa selva, muchos murieron durante la travesía por la fiebre y picaduras de serpientes, hasta que sólo quedaron él y dos jóvenes marineros… fueron encontrados por unos hombres altos de piel blanca y cabello rubio quienes los ayudaron a salir de la selva y los llevaron a una impresionante ciudad fortaleza de piedra construida sobre una cumbre, tan alto que parecía que estaban sobre las nubes.

El navegante describía las costumbres de esas gentes, un pueblo guerrero que vivía en pugna con los invasores del sur, eran hábiles con las hondas y adoraban a una estrella a la que le daban el nombre de Chuquichincay… los dos jóvenes marineros tomaron mujeres y se quedaron con esas gentes mientras que él fue invitado por uno de los ancianos al Santuario para que compartiera sus conocimientos sobre el lugar de donde había venido. Por momentos me distraía de mi lectura porque Todd deslizaba su mano bajo la túnica de Damon y le pellizcaba los muslos, Damon protestaba, empezaban a pelear y de casualidad me caía uno que otro codazo.

Finalmente Damon se cansó del acoso de Todd, se levantó y cogió un curioso cubo de madera parecido a un cubo de Rubik de una de las hornacinas, éste tenía piezas móviles pero estaba todo pintado de negro por lo que no parecía tener sentido armarlo o desarmarlo pues seguiría viéndose igual. Damon empezó a manipularlo pero el arqueólogo se lo arrebató bruscamente de las manos y lo amonestó por estar toqueteando las cosas sin su permiso.

Para compensar nos mostró otros objetos curiosos: Un catalejo, un compás náutico, una clepsidra, una vasija de barro sellada de la cuál sobresalían unos alambres de cobre que nos explicó que funcionaba como una pila, un arcabuz y una pequeña ballesta que le entregó a Damon para que se entretuviera jugando al tiro al blanco con las botellas de jugo vacías. No entendí como podía ser menos peligroso permitirle manipular esa ballesta que dejarlo jugar con un cubo rompecabezas de madera… al menos que no fuera un simple cubo y se tratara de un cubo mágico capaz de abrir un portal a otra dimensión como el cubo mágico de Hellraiser… aunque era una suposición jalada de los pelos yo también estuve de acuerdo que era mejor permitir que Damon rompiera botellas a que abriera una puerta por donde entraran los cenobitas.

Todd, aburrido porque su presa se le había escapado, se levantó y se puso a catalogar unos mapas y manuscritos. Me acerqué para curiosear de que se trataban, él me mostró unos mapas vikingos señalando rutas de navegación hacia Sudamérica y manuscritos de crónicas de viajeros nórdicos que siglos atrás habían arribado a estas tierras… un material suficiente para respaldar la teoría de su tío. Le pregunté porque no los habían hecho públicos y me respondió: “Para acreditar la autenticidad de éste material tendría que decir dónde los encontré y hacer público éste lugar, soy el Guardián de la Tumba y debo de guardar el secreto del Santuario pero encontraré mas pruebas que pueda mostrar y algún día el mundo conocerá la verdad”.

Nuestros estómagos nos reclamaron la cena, abrimos las latas de frijoles que tuvimos que comer fríos porque hubiera sido imprudente encender un fuego en la biblioteca. Después descorchamos las botellas de vino, la conversación giró en torno de nuestras impresiones sobre el lugar y sus tesoros que se nos habían revelado.

La biblioteca era interesante pero no era un misterio inexplicable. El mismo arqueólogo nos había explicado que según el estudio que habían realizado los libros, manuscritos y objetos habían sido traídos por personas que llegaron de otros lugares en un período comprendido entre el año 1000 y 1800 de nuestra era. También nos había dicho que el lugar había sido un centro de estudio e iniciación probablemente desde que fue construido hasta un poco más allá del año 1800 pues no se habían encontrado documentos posteriores a ésa fecha, lo que hacía suponer que el lugar fue abandonado durante los conflictos de la guerra de la Independencia.

El templete donde se encontraba el ídolo y las tumbas de las tres momias eran algo asombroso pero no eran un hallazgo excepcional en el Perú. Lo que nos había dejado maravillados era el ejército de guerreros de arcilla y los amarus de piedra. Según el arqueólogo las entradas a los niveles inferiores no habían sido conocidas por aquellos buscadores de la verdad.

Dejamos encendida una linterna y nos dispusimos a dormir. Damon y yo empezamos a besarnos y acariciarnos, a Todd no le importó pero el arqueólogo nos dijo que deberíamos buscarnos otro lugar para follar, tal vez adivinando nuestros deseos que no nos habíamos atrevido a manifestar… no fue necesario que nos repitiera la orden, la interpretamos como un consentimiento. Tomamos unas mantas, una linterna y una botella de vino y salimos de la recámara… ambos sabíamos en que lugar queríamos hacer el amor: En el templete a los pies del ídolo.

Extendimos las dos mantas en el suelo delante de los arcones de madera. No nos pareció un acto irreverente, al contrario, pensamos en cuantas veces la sacerdotisa y el sacerdote guerrero habrían hecho el ritual de unión allí mismo y encendimos el palo santo que estaba en una vasija de barro a los pies del ídolo. Yo me volví a poner el tocado, el pectoral, las ajorcas y el manto. Damon se puso el pectoral y el manto.

Nos arrodillamos ante el ídolo y nos presentamos como herederos del linaje ancestral, hermanos y esposos. Luego, a falta de chicha de jora, hicimos una ofrenda de vino… sabíamos que no era lo tradicional pero esperamos que el ídolo aceptara nuestro ofrecimiento con agrado y nos fue confirmado por un sonido de quenas, tal vez  producido por el viento pasando caprichosamente a través de las ventilas… pero fue una señal.

Nos besamos y entre caricias nos despojamos de nuestras vestimentas, aunque yo me quedé con el tocado y las ajorcas puestas. Damon se puso de pie y yo me arrodillé a sus pies, tomé entre mis manos su pene erecto y lo acaricié, en ese momento recordé un tipo de ofrenda de sangre que acostumbraba hacerse… Damon también lo recordó pero no teníamos el cuchillo de pedernal a la mano porque lo habíamos dejado en el almacén, aunque teníamos la lanza. Damon me la pasó… dudé un poco porque la lanza era difícil de manipular en una parte tan delicada de su anatomía y decidí hacerle un pequeño corte en el interior del muslo, luego unté su sangre en los muslos del ídolo… el acto lo complació porque volvimos a escuchar la melodía de viento.

Tomé su mimbro viril en mi boca y lo estimulé, ambos sentimos que lo que estábamos haciendo tenía un carácter mas mágico ritual que sexual… la linterna que habíamos colocado sobre uno de los arcones de madera nos iluminaba con una agradable penumbra, me imaginé que la luz blanca era la luz de la luna que sabíamos que en ése momento resplandecía llena en el cielo.

Luego Damon me tumbó sobre las mantas, lo dejé hacer… él se inclinó sobre mí, me besó en la boca y lamió mi cuello, bajó a mis pechos, los acarició y mordisqueó suavemente mis pezones… después sus labios se deslizaron sobre mi vientre, separé las piernas, él acarició mis muslos, besó y lamió mi sexo… entonces, como recordando algo, Damon se puso de pie, tomó la botella de vino, volvió a arrodillarse entre mis piernas, vertió un poco sobre mis partes intimas y prosiguió lamiéndome… acomodé mis piernas sobre sus hombros, sus insistentes lamidas y el jugueteo de sus labios sobre mi clítoris estuvieron a punto de hacerme llegar al orgasmo… entonces le dije que me penetrara de una vez. Damon me tomó de las caderas y me penetró con esa vehemencia con la que me hizo suya en aquél ritual del Sol, con el deseo y la fuerza del dios Jaguar… yo sentí dentro de mí esa sensación tan conocida de gélida luz azul que sin embargo era cálida, la presencia de la diosa Luna… y está vez ella recibía complacida a su hermano y consorte.

Mientras Damon me embestía nos sentimos observados por los ancestros siendo testigos de la unión del Dios y la Diosa quienes, usando nuestros cuerpos, ponían fin a los siglos de rencillas que hubo entre ellos aceptando que se amaban… y que eran uno sólo tal como lo demostraba la imagen del ídolo andrógino.

Llegamos juntos al orgasmo y no quisimos separarnos del abrazo, nos quedamos unidos sintiendo como el ritmo acelerado de nuestros corazones se iba sosegando poco a poco… y así, mientras nos envolvía el humo aromático del palo santo, nos quedamos adormilados.

Mecidos aún por esa deliciosa sensación de unidad con nuestros dioses, nos pareció escuchar el retumbar de los tambores de guerra, la marcha de los guerreros de arcilla… y el rugido de los tres amarus de piedra debatiéndose por romper sus cadenas en las profundidades del foso. La magia fue interrumpida por Todd quien pasó corriendo por nuestro lado gritando: “Los golems se están despertando”… y se perdió como un loco, linterna en mano, por la entrada secreta que conducía a las galerías de los niveles inferiores.

Lo ignoramos, permanecimos abrazados y nos quedamos dormidos. Cuando Todd regresó nos despertó y nos dijo que mientras bajaba a toda carrera por la escalera circular aún escuchaba el retumbar de los tambores, la marcha de los guerreros y el rugido de los amarus… pero cuando llegó los encontró inmóviles, durmiendo su sueño de arcilla y piedra.

Nos vestimos y regresamos a la biblioteca donde el arqueólogo nos esperaba bebiendo jugo de naranja y nos dijo: “Tal vez tengan que follar los tres juntos para que los golems se despierten. Tienen que iniciar al tercer shaman, al sacerdote de la estrella... tú sabes quien es, Lucipher… la estrella de la mañana es el gemelo del lucero de la tarde… tu hermano es tu carne y tu sangre, también es un heredero del linaje ancestral”.

Damon no respondió pero por su mirada supe que él ya lo había adivinado… y no le agradaba mucho la idea. Era obvio que el hermano gemelo de Damon también era un heredero… ¿cómo no se había ocurrido antes?... recordé la argolla brazalete que habíamos encontrado en la pirámide y que curiosamente tenía grabados los mismos símbolos que Thew tenía tatuados en un brazo… cuando la tuve en mis manos mi primer pensamiento fue que sería un bonito obsequio para él, ahora sabía que los Dioses querían que se la entregara… pero… ¿estaría dispuesto a iniciarse y asumir la responsabilidad de ser el sacerdote de la estrella?.

Desayunamos jugo de naranja y galletas. Luego Todd nos dijo que recogiéramos el resto de los ajuares ceremoniales que habíamos dejado en el templete pero no nos los pusimos y los metimos en dos bolsas de los sacos de dormir. Después salimos del Santuario, subimos a la camioneta y regresamos al museo.


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