Los Dioses sin
Nombre – Capitulo 08 – Los que duermen un sueño de piedra
Fue
un viaje tranquilo, casi todo el trayecto me lo pasé dormitando recostada en el
hombro de Damon. Nos gustaba viajar en bus oteando los paisajes por la
ventanilla, saboreando el inicio de una aventura. Cuando llegamos al terminal Todd
estaba esperándonos con la camioneta, subimos y nos pusimos en camino al Museo
de Sitio.
Durante
el trayecto Todd nos dijo que Mauricio había estado bastante alterado, se la
había pasado murmurando sin descanso su repetitiva plegaria a los Dioses
Olvidados y diciendo que las señales del nefasto retorno de los Dioses sin
Nombre eran inequívocas… durante los últimos días llegó al extremo de negarse a
comer y a dormir por mantenerse recitando su salmodia sin interrupción,
entonces doña Francisca dio la orden para que lo sedaran. No podíamos afirmar
que Mauricio era un alien que llegó a éste mundo a través de un portal
dimensional pero estábamos seguros que sus premoniciones eran indudables.
Cuando
llegamos al Museo de Sitio el arqueólogo sólo nos dio tiempo de dejar nuestros
equipajes en la habitación que habíamos ocupado durante nuestra recuperación,
bañarnos rápidamente y comer una merienda. Luego le dijo a Todd que nos llevara
al almacén en donde guardaban los ajuares ceremoniales y preparáramos a Damon.
Luis y yo habíamos usado esos ajuares en varios rituales pero era la primera
vez que Damon iba a usar la vestimenta ceremonial y por tradición tenía que
hacer un pequeño ritual y ofrenda de sangre.
Nadie
podría imaginar los tesoros que se guardaban en aquél almacén descuidado cuyas
paredes exteriores tenían la pintura descascarada y cuya estrecha ventana tenía
una malla metálica de gallinero como protección. Centenares de huacos, keros y
pequeñas estatuillas de barro estaban amontonados en las repisas de aluminio y
había más ceramios envueltos en papel periódico guardados en cajas de cartón,
fardos funerarios con momias intactas envueltos en costalillos de arroz, cajas
de plástico de esas que corrientemente se usan para guardar lápices y crayolas
en los nidos infantiles llenos de chaquiras y pequeñas piezas de spondilus,
cobre, plata y oro… y en un cuarto
pequeño, con una simple puerta de madera con dos argollas y un candado, estaban
los dos ajuares ceremoniales guardados en baúles de madera.
Todd
abrió el baúl de madera en el que se guardaba el ajuar correspondiente a la
sacerdotisa: Una túnica blanca de algodón larga con un diseño tribal en hilo de
plata ribeteando el bajo de la basta pero no estaba bordado sino hilado en la
misma tela. El manto era de algodón con plumas blancas entretejidas y la orilla
inferior remataba con borlas de lana de varios colores y adornos colgantes de
pequeñas campanillas y figuritas de filigrana de oro y plata, se sujetaba con
un prendedor de plata con incrustaciones de turquesas. Las prendas tenían
siglos de antigüedad y asombrosamente se habían conservado en un excelente
estado pero había que manipularlas con delicadeza.
El
pectoral, las ajorcas y las otras joyas eran de plata con incrustaciones de
turquesas y nácar a excepción del cetro que además tenía unas ornamentaciones
de oro y remataba en una bella roseta hecha con ataujías de turquesas y nácar.
El tocado era un armazón de plata con forma de medialuna adornado con plumas blancas
y colgantes de perlas de río. Las sandalias eran de suela de cuero y tiras de
algodón trenzadas que se ataban en las pantorrillas, tenían unas campanillas de
plata como adorno y me quedaban perfectas a pesar de la pequeñez de mis pies.
Todd
abrió el otro baúl y le mostró a Damon las prendas: Una túnica blanca de
algodón corta con un diseño tribal ribeteando el bajo de la basta similar al de
la túnica de la sacerdotisa pero hecho con hilo de oro. El manto era de
algodón, en base de color pardo oscuro tirando a marrón, su orilla inferior no
remataba con borlas ni adornos colgantes pero todo el manto tenía un intrincado
diseño de figuras geométricas en pardo claro, blanco e hilo de oro. Había una
prenda de algodón blanco que la primera vez que la vi creí que era una faja
para atarse alrededor de la cintura pero Todd nos explicó que se trataba de un
taparrabos para usarse debajo de la túnica corta, el ajuar de la sacerdotisa no
tenía esa prenda. Las sandalias eran de suela y tiras de cuero muy parecidas a
unas caligas romanas.
Pero
lo más impresionante del ajuar del sacerdote guerrero eran las piezas de la
armadura: El pectoral, las hombreras, braceras, el cinturón y el coxal eran de
oro con incrustaciones de turquesas y nácar. El varayoc o bastón de mando era
en tres cuartas partes de madera de algarrobo con marqueterías de oro y plata,
el último cuarto lo formaba una pieza maciza de oro con la forma de un jaguar
estilizado que se fijaba a la madera con las garras de sus patas traseras y su
cola enroscada, el remate era la cabeza del jaguar.
La
primera vez que tuve el bastón de mando entre mis manos me pareció que era muy
delgado y demasiado largo para ser un varayoc, más parecía una lanza que
carecía de hoja. Luis decía que igual podía servir de arma, al menos para
romperle la cabeza a tu enemigo con un brutal golpe como si fuera una porra
pero lo cierto era que su extensión y delgadez lo hacían impráctico como porra.
Siempre tuve el presentimiento que la parte que era de oro escondía algo, el
jaguar no era muy estilizado, a mi parecer se veía rechoncho, le faltaba largo
de tronco… además tenía una hendidura en la mitad del cuerpo y otra en la base
de la cabeza como si pudiera desmontarse pero nunca lo habíamos manipulado por
temor de romperlo.
Todd
abrió un último baúl de madera en donde guardábamos los utensilios para hacer
los rituales y los pagos a la tierra, estos objetos no provenían de alguna
Huaca, eran de hechura actual y los habíamos adquirido en el mercado artesanal.
Todd improvisó un altar en medio de la habitación grande colocando una manta
encima del baúl, luego apagó las luces dejando sólo un foco de bajo voltaje que
daba una luz amarillenta.
Fui
al cuarto pequeño para vestirme con el ajuar ceremonial de la sacerdotisa, no
por vergüenza pues Todd me había visto muchas veces sin ropa, sino porque así
correspondía hacerlo. Me di el tiempo para peinar mi cabello en dos trenzas,
cuando salí las miradas de Damon y Todd me dieron a entender que me veía muy
bonita… siempre había querido mirarme al espejo llevando el ajuar ceremonial
pero era algo que estaba prohibido.
Teníamos
unas bolsitas con hojas de coca, palo santo y otras hierbas guardadas en el
baúl pero no teníamos chicha de jora, Todd dijo que traería una botella que
tenía en su habitación. Damon y yo nos quedamos en el almacén, entonces él me
contempló de una manera un poco extraña, en su mirada se debatían el respeto
devoto por la sacerdotisa y la pasión por la mujer… ganó la pasión, me abrazó y
me besó apasionadamente.
Estando
entre sus brazos y a merced de sus vehementes besos, pasó por mi cabeza una
sucesión de imágenes difusas… recuerdos imprecisos de vidas pasadas, diferentes
escenarios pero siempre la escena repetitiva en la que yo era una sacerdotisa y
él era un guerrero impío que profanaba el Templo y me hacía suya contra mi
voluntad sobre el altar.
La
gente común que nos ve juntos y comenta que hacemos una “pareja bonita y que se
nos nota en la mirada cuanto nos amamos” no se imagina como empezó nuestra
relación… no creerían que yo fui “su premio” por haber sido el vencedor de una
lucha tribal ceremonial y que aquella vez yo luché y lloré mientras que él me
poseía a la fuerza… no había pasado mucho tiempo desde aquél ritual en el que ambos participamos pero mis
sentimientos por él habían cambiado mucho… aún no podía decir que lo amaba tanto
como él a mí pero lo quería mucho y lo deseaba.
Sentí
el miembro viril de Damon duro presionando contra mi cuerpo, deseé que me
hiciera suya en ése momento, que me rasgara la túnica y saciara sus deseos
conmigo… violencia, lujuria, pasión y amor marcaban nuestra historia. Cuando
Todd regresó nosotros seguíamos besándonos, Damon me había arrinconado contra
una de las repisas y sus manos inquietas hacían de las suyas debajo de mi
túnica… Todd nos llamó a la compostura diciéndonos que tendríamos tiempo para
hacernos el amor cuando termináramos el ritual.
Hice
la primera parte de la ceremonia de purificación e iniciación: Encendí unos
pedazos de palo santo en el hornillo de barro, primero sahumé el ambiente y
luego procedí a limpiar las piezas de la armadura y el varayoc con el humo
sagrado mientras que Todd marcaba el ritmo tocando el tamboril ritual. Después
le ordené a Damon que se desvistiera, aún se le notaban algunas marcas que le
habían quedado consecuencia de la azotaina que le propinó Todd cuando estuvo
bajo ése maldito trance… noté la manera en la que Todd recorrió con la mirada
las marcas que Damon tenía en el pecho, el vientre y los muslos… la
culpabilidad y el deseo se mezclaban en sus ojos. Tuve que decirle a Todd que
retomara el ritmo del tamboril mientras que yo procedía a purificar a Damon con
el humo del palo santo.
Pasamos
a la segunda parte del ritual: Hice la ofrenda de chicha de jora y de hojas de
coca ante las momias de nuestros ancestros. Luego le dije a Damon que tenía que
hacerse un corte en la palma de la mano o en el interior del brazo con el
cuchillo de pedernal para untar las piezas de la armadura y el varayoc con su
sangre, no era necesaria mucha sangre, sólo un poco pues era un acto simbólico…
Damon lo hizo siguiendo mis indicaciones. Finalmente dejamos las piezas de la
armadura y el varayoc en el altar mientras compartimos la chicha de jora del
kero ceremonial.
Finalmente
la tercera parte del ritual: Empecé a vestir a Damon con los ropajes que
correspondían al sacerdote guerrero. Primero el taparrabos, fue difícil
arrodillarme ante él sin desear tomar su mimbro viril erecto en mi boca y
satisfacerlo allí mismo pero teníamos que respetar la sacralidad del ritual.
Luego la túnica. Después las piezas de la armadura, las sandalias y al final el
manto. Para terminar di tres vueltas alrededor de él sahumándolo con el palo
santo y lo contemplé: Se veía tan altivo… incluso Todd alabó su porte, el ajuar
le quedaba muy bien, como si hubiera sido hecho para su talla, además las
turquesas hacían juego con sus ojos.
Le
entregué el varayoc… Damon empezó a manipularlo y de inmediato dio con un
resorte secreto que alargó el cuerpo del jaguar de oro, luego le giró la cabeza
y el jaguar de oro abrió las fauces liberando la hoja de la lanza, una filosa
lengua de plata. No me sorprendí, había adivinado que el supuesto varayoc era
una lanza.
Todd,
con su característico entusiasmo casi infantil, salió del almacén y trajo al
arqueólogo casi a rastras para mostrarle que Damon había logrado liberar la
hoja oculta de la lanza. Entonces el arqueólogo le dijo a Damon: “Sabía que tú
encontrarías la manera de convertir el varayoc en una lanza, Luis nunca pudo.
No perdamos tiempo, casi es medianoche y nos espera un largo camino. Ha llegado
el momento de llevarlos a la Tumba en donde encontramos estos ajuares ceremoniales
y entregarles el resto de vuestra herencia”
Me
quedé confundida, siempre había creído que los ajuares ceremoniales habían sido
encontrados en las Tumbas del Señor y la Sacerdotisa que estaban abiertas a la
visita del público. Todd nos hizo subir al asiento trasero de la camioneta con
los trajes ceremoniales puestos mientras que el arqueólogo ocupó el asiento del
copiloto.
Durante
el camino el arqueólogo nos contó como habían descubierto la extraordinaria
Tumba. La entrada la encontró Todd hace muchos años atrás cuando su tío lo
trajo por primera vez de visita al Perú… fue un hallazgo fortuito o mejor
dicho, predestinado. Todd discutió con su tío quien no le permitió intentar
restaurar un elaborado collar de oro y spondilus, entonces él tomó su mochila y
se largó a vagabundear… llegó la noche y Todd no regresó pero su tío no se
preocupó porque sabía que era un muchacho que a solía tener esos arranques de
rebeldía y acostumbraba largarse a acampar por una noche cuando se molestaba.
Esperaron
que Todd regresara en la mañana del día siguiente pero pasó la tarde y llegó la
noche y Todd no volvió… entonces su tío se preocupó y el arqueólogo organizó a
los jornaleros para que lo ayudaran a buscarlo. Todd apareció por su propia
cuenta seis días después.
Según
lo que contó su intención había sido acampar por una noche y regresar al día
siguiente en la mañana cuando se le hubiera pasado el enojo con su tío pero ésa
noche soñó con un guerrero quien le dijo que debería de seguirlo y encontrar
cierto lugar. Cuando se despertó ignoró el sueño pero finalmente algo lo
impulsó a tomar un camino y no se detuvo hasta que llegó a un cerro que tenía
una puerta de piedra en una de sus laderas, la examinó y consiguió abrirla… dio
un vistazo al interior pero sabía no debería de ingresar a un lugar así sin el
equipo necesario, así que regresó e informó a su tío de su hallazgo.
Luego
Todd llevó a su tío y al arqueólogo al lugar, ésa vez ingresaron hasta la
primera recámara pero no se arriesgaron a ir mas allá. Un mes después el
arqueólogo y el tío de Todd regresaron con el equipo necesario para explorar la
tumba… los tesoros que hallaron eran indescriptibles pero no hicieron público
el fantástico descubrimiento porque sabían que era un lugar sagrado cuya
ubicación debía de mantenerse en secreto y nunca debía de ser profanado por el
estudio de incrédulos y menos por las visitas turísticas. Tampoco le dieron
detalles a Todd de lo portentoso de su hallazgo pues era muy joven pero sin
duda él había elegido por los Dioses, así que dejaron que pasara el tiempo
hasta que Todd tuvo la edad suficiente para asumir la responsabilidad de ser el
Guardián de la Tumba.
Por
obvios motivos no puedo revelar la ubicación exacta del lugar, además de que
desconozco algunos tramos del camino porque Damon y yo terminamos quedándonos
adormilados un rato en el asiento trasero de la camioneta. Ya estaba
amaneciendo cuando llegamos a lo que a simple vista parecía ser un cerro grande
en cuyas faldas crecían unos escuálidos arbustos espinosos pero era una Huaca
erosionada por el paso del tiempo y los factores climáticos.
Bajamos
de la camioneta. Todd, siempre preparado para los viajes inesperados, tenía
provisiones en la maletera y desayunamos frugalmente jugo de durazno de caja y
galletas de salvado de trigo. Luego Todd y el arqueólogo cargaron con sus
mochilas de expedición y las linternas, rodeamos la edificación deteriorada
hasta que dimos con la mencionada puerta de piedra, tenía la apariencia de un
portal cincelado pero por mas que la observamos no pudimos descubrir alguna
hendidura por donde podría encajarse alguna pieza de piedra o metal que pudiera
hacer de llave accionando un ingenioso dispositivo mecánico que deslizara la
mole.
Damon
intentó empujar la mole de piedra aplicando fuerza con un hombro, luego
apoyando todo el peso de su cuerpo sobre ésta… Todd se burló a carcajadas de su
vano esfuerzo y yo lo miré desaprobatoriamente, obviamente una puerta de piedra
no se abriría de esa manera como si fuera una simple puerta de madera. Pensé que
tal vez habría que esperar un momento del año en el que un rayo de sol o de
luna cayera de una manera peculiar sobre la puerta de piedra abriéndola
mágicamente… o tal vez respondía a un conjuro, un ritual, alguna palabra
mística que… no, eso era mas estúpido que intentar abrirla usando la fuerza
bruta.
Entonces
Todd dio unos pasos hacia la derecha, se arrodilló frente a unos hierbajos
descoloridos que crecían pegados a la ladera, metió la mano entre ellos y
manipuló algo que hizo que la gran mole de piedra retrocediera unos palmos.
Luego se incorporó, fue al lado contrario, se arrodilló ante otra mata de
hierbajos descoloridos y repitió la operación manipulando algo que hizo que la
mole de piedra se deslizara hacia a un lado. La puerta de piedra se abría
gracias a un mecanismo doble de poleas oculto, Todd se detuvo cuando la
abertura fue lo suficientemente amplia para permitirnos el paso aunque ésta
hubiera podido abrirse mucho más. Encendimos las linternas y nos adentramos en
la oscuridad mientras que el sol despuntaba.
Estando
adentro Todd manipuló otro mecanismo que se encontraba de ese lado haciendo que
la puerta de piedra se deslizara cerrando la entrada pero no activó el que
hacia que ésta se encajara nuevamente como una pieza de rompecabezas. El
arqueólogo nos guió por un pasadizo de techo bajo hasta que desembocamos en una
recámara de forma irregular en donde pudimos respirar a nuestras anchas gracias
a una ventila, ésta estaba vacía pero tenía varias entradas… nos sentimos como
en una película de Indiana Jones, sin duda algunos túneles llevaban a trampas y
otros a laberintos, sólo uno era el que llevaba al tesoro.
Damon
y yo notamos que en los umbrales de los túneles no había jeroglíficos para ser
descifrados ni ningún otro tipo de señal que pudiera ser interpretada por un
iniciado… ¿cómo habían hecho el arqueólogo y el tío de Todd para saber cual
túnel era el correcto?... ¿intuición, suerte o habían enviado a otros a lo
desconocido en nombre de la ciencia?
Recordé
que en una ocasión había leído que hace muchos años atrás el arqueólogo
desapareció misteriosamente y se sospechaba que los huaqueros lo habían
asesinado pero después apareció, nunca dio explicaciones de en donde había
estado y luego dio a conocer al mundo el hallazgo de la impresionante tumba que
lo hizo famoso… ¿estuvo durante esos años perdido en los laberintos de aquellos
túneles?... no, ésa era una suposición completamente absurda. Había varias
ventilas que permitían que el aire circulara por lo que no existía peligro de
asfixia… de haberse perdido l arqueólogo hubiera podido sobrevivir por unos
días racionando las provisiones que tuviera hasta encontrar de casualidad
alguna salida pero era imposible que hubiera logrado sobrevivir errando por
aquellos túneles durante años… a menos que hubiera encontrado la entrada
secreta al mundo intraterreno y pasado allí aquellos años aprendiendo los
misterios ancestrales… era una teoría un poco más lógica que la anterior pero
aún bastante absurda.
También
se me vino a la memoria un párrafo de uno de los tantos artículos que escribió
el tío de Todd en el que mencionaba que en algún lugar de Perú había una cueva
con portales que llevaban a otros mundos y planos dimensionales (teoría que
había seguido estudiando Todd)… ¿acaso algunos túneles terminaban en
portales?... no, todo eso era demasiada ciencia ficción.
Todd
conocía que camino seguir pues llevaba varios años desempeñándose como el
Guardián de la Tumba, nos señaló cual era la entrada correcta y nos guió por un
sinuoso pasadizo en el que sólo había algunos ceramios rotos esparcidos por
aquí y por allá hasta que llegamos a una amplia recámara rectangular… Damon y
yo nos quedamos sin aliento: Frente a nosotros se encontraba un grupo de
guerreros de arcilla de tamaño natural con armaduras de bronce dorado
semejantes a los guerreros de terracota del primer Emperador de China de la
dinastía Qin. Todd, con algo de mofa y fingido dramatismo, le dijo a Damon: “He
aquí a tu Ejército Dorado”.
Nos
acercamos a los guerreros de arcilla, eran siete filas de tres, haciendo un
total de veintiún guerreros en postura de estar haciendo guardia. Llevaban unas
túnicas sencillas de algodón pardo y sobre éstas las piezas de bronce dorado de
sus respectivas armaduras. Los rasgos y expresiones de cada uno eran diferentes,
lo que indicaba que habían sido moldeados individualmente. Cada uno llevaba una
porra de madera de algarrobo con una cabeza estrellada de bronce y un escudo de
la misma madera pintada.
El
arqueólogo nos invitó a examinar de más cerca a los guerreros de arcilla y Todd
los alumbró con la linterna. El realismo de sus rostros era sorprendente,
curiosamente sus facciones parecían caucásicas. Muchos tenían el cabello largo
incluso con el detalle de sus trenzas amarradas con tiras de cuero, algunos
tenían barba, otros llevaban el cabello rapado a los costados. Sus cuerpos eran
musculosos y proporcionados. Todos tenían uñas en las manos y los pies, algunos
tenían marcas en sus brazos como simulando cicatrices de batalla. Me llamó la
atención uno que llevaba un parche de cuero cubriéndole un ojo, Todd se lo
levantó y me mostró que era tuerto.
Notamos
que las túnicas y sandalias que llevaban puestas eran de hechura reciente. Todd
nos dijo que sus ropas originales se habían deteriorado y que él les puso esas
prendas nuevas porque no le agradaba verlos en harapos, también les limpió sus
armaduras y armas. Luego le levantó la túnica a un guerrero y nos mostró que
tenía hasta los genitales moldeados con absoluto realismo. Más parecían
guerreros petrificados que estatuas de arcilla.
El
arqueólogo nos sacó de nuestra estupefacción y nos señaló la entrada de la
recámara que era resguardada por los impresionantes guardianes de arcilla, ésta
era una puerta de madera que se notaba que había sido restaurada. Entramos y
toda nuestra atención se la llevó un enorme ídolo de piedra semejante al Lanzón
Monolítico de Chavín, éste se alzaba imponente en el fondo de la recámara
encajado en una hornacina de la pared de piedra y representaba a un ser
andrógino que estaba de pie sobre lo que parecía ser un monstruo semejante a
una mantaraya. Tenía una máscara de rasgos felinos y alas, sus pechos eran
femeninos pero de la cintura para abajo era masculino (características que por
un fugaz instante me trajo a la memoria al Macho Cabrío de Eliphas Leví) y
empuñaba con gesto triunfante un cetro y una lanza.
Todd
nos hizo reparar en los tres arcones de madera que estaban a los pies del
ídolo. Nos dijo que en el arcón del centro que tenía grabado el símbolo de la
luna habían encontrado el ajuar de la sacerdotisa y en el que se encontraba a
su derecha, con el grabado del símbolo del sol, habían encontrado el ajuar del
sacerdote guerrero. Nosotros estábamos vistiendo esos ajuares por lo tanto
ambos arcones estaban vacios. Todd se acercó al arcón de la izquierda que tenía
grabado un símbolo que parecía representar una estrella, lo abrió y nos mostró
un impresionante ajuar muy parecido al que llevaba Damon pero éste era de plata
con incrustaciones de oro y el manto era mas parecido al que yo llevaba, con
plumas pero sin borlas ni campanitas ni figuritas de filigrana colgantes en el
borde.
Por
un momento pensé que ese ajuar le correspondería a Leo pero no encontré
indicios que lo relacionara con el mar, a excepción de las incrustaciones de
nácar, pero estas no eran un rasgo distintivo pues, al igual que las
incrustaciones de turquesas, las tenían los tres ajuares… además el símbolo de
una estrella que el arcón llevaba grabado echaba por el piso mi presunción.
Si
la Huaca era una tumba tenían que haber encontrado momias y preguntamos donde
estaban. El arqueólogo nos dijo que efectivamente a la izquierda del ídolo se
encontraba una entrada secreta que llevaba a un nivel inferior… alli habían
encontrado tres fosas en donde yacían las momias respectivas pero que en estos
momentos no podían mostrárnoslas porque ellos las habían vuelto a cubrir para
su preservación.
Para
satisfacer nuestra curiosidad el arqueólogo nos explicó que eran entierros
parecidos al del Señor de Sipán, aunque mucho mas sencillos, las momias se
encontraban acostadas sobre esteras con sus respectivas ofrendas y ajuares
funerarios. Las habían estudiado sin moverlas por el frágil estado en el que se
encontraban. La momia de la derecha era un varón, la del medio una mujer y la
de la izquierda otro varón. No habían estudiado el motivo de sus muertes pero
por el estado de la pelvis de la mujer podían especular que ésta había tenido
varios hijos.
El
tío de Todd había propuesto traer el equipo necesario para levantar a las
momias y llevarlas al museo para estudiarlas pero estas tenían la
particularidad de ser de aquellas momias rubias con rasgos caucásicos que
sacaban de quicio a los arqueólogos tradicionalistas. Ellos sabían que ése tipo
de momias terminaban siendo destruidas como sucedió con aquellas momias que
fueron encontradas durante la dictadura del General Juan Velasco Alvarado y
fueron guardadas en un almacén que misteriosamente se incendió. El arqueólogo
recordaba con tristeza y frustración aquel atentado, de esas momias rubias sólo
se salvaron dos que fueron ocultadas y luego sacadas del país por el tío de
Todd y ahora se encontraban en la bóveda de un museo noruego.
Por
los objetos personales que acompañaban a las tres momias y los tatuajes que
tenían, llegaron a la conclusión que la mujer ostentaba el rango superior.
Posiblemente se trataba de una mujer
gobernante (otra teoría que los historiadores ortodoxos calificaban de
desesperante) acompañada de sus dos consortes, uno era un guerrero y el otro un
sacerdote.
Lo
de una mujer gobernante acompañada de sus dos consortes no le gustó mucho a
Damon y para cambiar de tema le comentó a Todd: “No niego que los guerreros de
arcilla sean impresionantes pero para ser el Ejército Dorado son pocos”.
Todd
como respuesta le señaló una entrada secreta al lado derecho del ídolo
andrógino y nos dijo que lo siguiéramos con cuidado porque si maltratábamos las
vestimentas ceremoniales le valía un reverendo cacahuate que fuéramos los
herederos de los Dioses y nos sacaba un ojo. Para evitar quedarnos tuertos nos
quitamos los ornamentos rituales y los mantos, los guardamos dentro de sus
arcones originales y nos quedamos sólo con las túnicas.
La
entrada daba a una escalera de peldaños de adobe que descendía, me remangué la
túnica para evitar pisármela. La escalera nos llevó a una pequeña recámara
circular en donde había algunas antorchas y estopa, no las tomamos porque
teníamos linternas y baterías suficientes. Esperamos que el arqueólogo nos
diera el alcance.
Empezamos
a bajar por el siguiente tramo, supimos que nos estábamos internando en el
subsuelo porque los peldaños eran desiguales y tallados en la misma piedra que
formaba la pared. Todd me dio la mano para ayudarme a descender porque Damon
tenía bastante llevando la lanza en una mano, que se negó a dejar aunque le
dificultaba el bajar por la escabrosa escalera, y una linterna en la otra. El
descenso era circular, como si bajáramos por el interior de un pozo… por un
lado teníamos la pared de piedra y por el otro un vacío oscuro que no dejaba adivinar
su fondo.
Finalmente,
después de un descenso de casi media hora, llegamos a una amplia galería… y lo
que vimos allí nos dejó sin palabras: Cuatro filas de guerreros de arcilla cuyo
número se perdía en la oscuridad, haciendo un cálculo tal vez eran unos
trescientos por fila. Eran semejantes a los que habíamos visto resguardando la
entrada del templete del ídolo pero estos se encontraban sucios, con las
vestimentas en harapos y sus armaduras y armas estaban ennegrecidas.
Todd,
con un gesto triunfante, le dijo a Damon: “Los veintiún guerreros que se
encuentran arriba son los guardianes de la entrada, seguramente formaban parte
de la escolta real. Estos guerreros son una cuadrilla del ejército, hay dos
galerías parecidas bajo ésta con igual número de guerreros haciendo un total de
tres mil seiscientos… y hay otras tres galerías más abajo pero no las hemos
explorado por temor a un derrumbe. Como puedes ver no he tenido tiempo de
limpiar a estos guerreros pero ahora podrás ayudarme, no hoy pero en otra ocasión
regresaremos y los dejaremos tan limpios como los guerreros de la entrada”.
Damon
se quedó contemplando a los majestuosos guerreros de arcilla sin encontrar
palabras para responderle a Todd. Entonces reparó en un arcón de madera
colocado al frente de la tropa y recuperó el habla para preguntar que contenía.
Todd le respondió que era otro ajuar ceremonial pero mucho más sencillo que el
que él llevaba puesto… éste consistía en una túnica, un manto y una armadura de
bronce dorado con algunas incrustaciones de nácar. Quise saber que símbolo
llevaba grabado el arcón, tal vez se trataba del símbolo del mar… pero el
arqueólogo no nos dio tiempo para averiguarlo, nos dijo que aún había algo más
que tenía que mostrarnos y que eso si haría que nos cayéramos de culo.
Después
de haber contemplado el maravilloso ejército no nos imaginábamos que podría ser
mas sorprendente… ¿carros de batalla jalados por… llamas? me reí de lo absurdo
de mi ocurrencia. Todd nos hizo cruzar la galería caminando por el medio de las
filas de los guerreros de arcilla, notamos que los guerreros que se encontraban
al frente portaban estandartes, el grupo siguiente llevaba lanzas, el otro
porras y escudos y los que se encontraban al final parecían más jóvenes y
cargaban tamboriles y hondas colgadas a la cintura.
Llegamos
al final de la galería en donde encontramos dos entradas. El arqueólogo nos
dijo que la entrada de la derecha llevaba a una escalera que conducía a la
galería inferior que era igual a ésta y nos indicó que tomáramos la entrada de
la derecha.
Empezamos
otro descenso circular por una escalinata de peldaños desiguales tallados en la
roca, notamos que las paredes estaban ennegrecidas de hollín… seguimos bajando
hasta que llegamos al final del foso y efectivamente nos caímos de culo cuando
vimos a tres amarus de piedra. Desde niña yo había soñado con un foso en donde
tres dragones encantados dormían su sueño de piedra, estos no eran dragones
pero los amarus son muy parecidos, son los dragones de los Andes… no pude
evitar que la emoción me hiciera derramar lágrimas.
Todd
infantilmente corrió y se montó sobre un amaru que parecía intentar levantar el
vuelo a pesar de las gruesas cadenas de bronce que tenía en las patas
posteriores y el cuello. Damon y yo nos acercamos para examinar a los amarus.
No estaban moldeados en arcilla sino tallados en una piedra negra con estrías
perlinas, plateadas y doradas con tal maestría que podían apreciarse todos los
detalles de sus escamas y garras… al contrario de los guerreros de arcilla, que
se encontraban en perfecta posición de batalla, los tres amarus estaban en
posturas forzadas de lucha como si se hubieran resistido mientras los
encadenaban y los obligaban a dormir su sueño de piedra.
Me
gustó el amaru negro con estrías plateadas y Damon me ayudó a montarlo, luego
él montó el amaru negro con estrías doradas. Nuestros comentarios haciendo
referencia a los dragones de la casa Targaryen de la saga “Canción de Hielo y
Fuego” no se hicieron esperar mientras que el arqueólogo nos miraba indulgentemente
con su sonrisa bonachona como si fuéramos unos niños encaramados en los
caballitos de un carrusel de feria. Todd, acariciando el cuello del amaru negro
con estrías perlinas que estaba montando, nos dijo: “Cuando encuentren la
manera de despertar a los golems me pido un paseo en éste amaru”.
¡Golems,
eso eran!... de inmediato se me dispararon las asociaciones absurdas: “Recuerda
que el dragón tiene tres cabezas” me había dicho Chris no hace mucho… los
ajuares ceremoniales eran tres, las momias eran tres, los amarus eran tres… la
sacerdotisa había sido enterrada acompañada de sus dos consortes… tres… por
lógica para despertar a los golems no bastábamos Damon y yo, teníamos que ser
tres.
Le
pregunté a Todd si se había probado el ajuar ceremonial que se encontraba
guardado en el arcón de madera con el símbolo de la estrella pero me respondió
que no, que él era el Guardián de la Tumba y que el tercero tendría que ser un
heredero tal como lo éramos Damon y yo.
“Un
heredero que además tendrá que ser mi segundo consorte” pensé… evalué a los
candidatos conocidos: Leo era un heredero como nosotros pero era mar, el
símbolo que llevaba grabado el arcón de madera lo descartaba… Damon es sol, yo
soy luna, el tercero tenía que ser estrella… ¿quién era heredero y estrella?
El
arqueólogo me sacó de mis divagaciones diciéndonos que era hora de regresar
para almorzar y nuestros estómagos estuvieron de acuerdo. Iniciamos el ascenso
y nos detuvimos en la pequeña recámara circular en dónde estaban las antorchas,
supusimos que a descansar un rato pero Todd nos indicó la entrada a un pasadizo
que no habíamos notado.
El
pasadizo nos llevó a una puerta de madera resguardada por ocho guerreros de
arcilla, tras ella había una galería rectangular que era un almacén de
alimentos. En las paredes había dos hileras de hornacinas con una gran cantidad
de vasijas llenas de granos variados que estaban resecos y en el suelo se
acomodaban muchos cántaros vacíos que seguramente habían contenido chicha de
jora y agua. Era una broma desagradable porque teníamos hambre… pero entonces
reparamos en unas hornacinas con alimentos enlatados, botellas de bebidas,
cajas de galletas, envases de plástico con cancha serrana y frutos secos… y
como si todo eso fuera poco en un rincón había unos sacos de dormir, mantas, un
botiquín de primeros auxilios, linternas, baterías y bidones de agua.
Todd
nos dijo que había un pasadizo que llevaba a una letrina pero que no la
recomendaba y nos señaló un recoveco al final del almacén que ocupaban para esa
función. Luego nos sentamos en el suelo del almacén y almorzamos atún con
galletas de soda y jugo de naranja. Después volvimos al templete del ídolo,
supusimos que íbamos a regresar al museo pero entonces el arqueólogo nos
propuso que nos quedáramos a pasar la noche en el lugar… nos pareció una idea
excelente.
Damon
y Todd volvieron a bajar al almacén para traer sacos de dormir, mantas,
baterías para las linternas, galletas, frijoles con salchicha en lata, unas
botellas de jugo de naranja y otras de vino dulce de higo. Me pareció
irreverente que acampáramos en el mismo templete pero el arqueólogo nos dijo
que había otra recámara más adecuada para pernoctar y nos indicó la entrada
secreta a la izquierda del ídolo.
Bajamos
por una escalera de peldaños de adobe y nos encontramos en una recámara
rectangular en donde otros veintiún guerreros de arcilla con túnicas de algodón
color pardo y sus armaduras de bronce dorado reluciente se encontraban
dispuestos en la misma formación que los guerreros que estaban en la entrada.
Estos guerreros eran los guardianes de las tres tumbas en donde yacían las
momias. Nos pareció un lugar peor para pernoctar pero el arqueólogo nos indicó
una entrada lateral, lo seguimos y nos encontramos con una puerta de madera que
daba a otra recámara.
Entramos,
la recámara era rectangular, amplia y bien aireada gracias a una ventila, a
primera vista y por la oscuridad parecía que estaba vacía hasta que reparamos
en las hornacinas que cubrían las paredes… algunas tenían estatuillas y otros
objetos peculiares. Damon y yo nos acercamos a las hornacinas para curiosear
los objetos anacrónicos mientras que Todd acomodaba los sacos de dormir y el
arqueólogo situaba las linternas estratégicamente para que iluminaran bien el
lugar. Grande fue mi sorpresa cuando encontré un pergamino enrollado en una de
las hornacinas, el arqueólogo me dijo que podía revisarlo y lo hice… reconocí
que la escritura estaba en latín y trataba de las propiedades tóxicas de
ciertas plantas.
Supuse
que el arqueólogo había traído el susodicho pergamino, que por algún motivo lo
había dejado allí o tal vez se le había olvidado pero él negó que el pergamino
le perteneciera y me dijo que él y el tío de Todd lo habían encontrado allí al
igual que todos los demás objetos… las linternas quedaron bien ubicadas y a la
luz pude ver con asombro que nos encontrábamos en una biblioteca digna de un
alquimista, me quedé intrigada.
El
arqueólogo me explicó que la biblioteca era de fecha posterior a las momias y
los guerreros de arcilla. Según lo que habían investigado el lugar, además de
ser una tumba y un templo, fue un centro secreto de estudio e iniciación al que
en siglos pasados habían llegado muchos buscadores de la verdad… supuse que
aquellos fueron quienes trajeron esos pergaminos y libros.
Damon
no se interesó mucho por la biblioteca, bebió una botella de jugo de naranja y
luego se recostó para descansar al lado de Todd sobre un saco de dormir
mientras que yo me daba el gusto de revisar los pergaminos y libros que se
encontraban en las hornacinas. El arqueólogo rebuscó en una de las hornacinas y
me entregó unos manuscritos en una carpeta de cuero, los revisé… de inmediato
reconocí los elaborados dibujos y aquella escritura invertida de derecha a
izquierda en tinta roja sepia que era necesario reflejar en un espejo para
poder leerla… mi primera reacción fue de incredulidad ¿cómo llegaron hasta aquí
algunas hojas de aquél libro?... luego reflexioné y la lógica me dijo que
seguramente fueron traídas por alguno de aquellos buscadores de la verdad que
llegaron siglos atrás pero el arqueólogo me dijo: “Créelo, el artista estuvo
aquí y fue iniciado en los misterios ancestrales por una de las sacerdotisas
guardianas de la sabiduría”.
Encontré
un libro escrito en castellano antiguo que podía entender, me senté al lado de
Damon y Tood, y me puse a leer… era la crónica de viaje de un navegante que
había llegado a éstas tierras antes que fueran descubiertas por Cristóbal
Colón, eso no me llamó mucho la atención porque ya muchos historiadores serios
arriesgaban la teoría de que los vikingos y otros audaces navegantes habían
llegado a estas tierras en épocas anteriores.
El
navegante narraba que se habían embarcado con rumbo a las Indias en busca de
especias pero que una tormenta los desvió de su curso, navegaron sin rumbo por
semanas en busca de alguna tierra, se quedaron sin alimentos y habían perdido
las esperanzas cuando divisaron una costa… desembarcaron y siguieron el curso
de un caudaloso río a través de una frondosa selva, muchos murieron durante la
travesía por la fiebre y picaduras de serpientes, hasta que sólo quedaron él y
dos jóvenes marineros… fueron encontrados por unos hombres altos de piel blanca
y cabello rubio quienes los ayudaron a salir de la selva y los llevaron a una
impresionante ciudad fortaleza de piedra construida sobre una cumbre, tan alto
que parecía que estaban sobre las nubes.
El
navegante describía las costumbres de esas gentes, un pueblo guerrero que vivía
en pugna con los invasores del sur, eran hábiles con las hondas y adoraban a
una estrella a la que le daban el nombre de Chuquichincay… los dos jóvenes
marineros tomaron mujeres y se quedaron con esas gentes mientras que él fue
invitado por uno de los ancianos al Santuario para que compartiera sus
conocimientos sobre el lugar de donde había venido. Por momentos me distraía de
mi lectura porque Todd deslizaba su mano bajo la túnica de Damon y le
pellizcaba los muslos, Damon protestaba, empezaban a pelear y de casualidad me
caía uno que otro codazo.
Finalmente
Damon se cansó del acoso de Todd, se levantó y cogió un curioso cubo de madera
parecido a un cubo de Rubik de una de las hornacinas, éste tenía piezas móviles
pero estaba todo pintado de negro por lo que no parecía tener sentido armarlo o
desarmarlo pues seguiría viéndose igual. Damon empezó a manipularlo pero el
arqueólogo se lo arrebató bruscamente de las manos y lo amonestó por estar
toqueteando las cosas sin su permiso.
Para
compensar nos mostró otros objetos curiosos: Un catalejo, un compás náutico,
una clepsidra, una vasija de barro sellada de la cuál sobresalían unos alambres
de cobre que nos explicó que funcionaba como una pila, un arcabuz y una pequeña
ballesta que le entregó a Damon para que se entretuviera jugando al tiro al
blanco con las botellas de jugo vacías. No entendí como podía ser menos
peligroso permitirle manipular esa ballesta que dejarlo jugar con un cubo
rompecabezas de madera… al menos que no fuera un simple cubo y se tratara de un
cubo mágico capaz de abrir un portal a otra dimensión como el cubo mágico de
Hellraiser… aunque era una suposición jalada de los pelos yo también estuve de
acuerdo que era mejor permitir que Damon rompiera botellas a que abriera una
puerta por donde entraran los cenobitas.
Todd,
aburrido porque su presa se le había escapado, se levantó y se puso a catalogar
unos mapas y manuscritos. Me acerqué para curiosear de que se trataban, él me
mostró unos mapas vikingos señalando rutas de navegación hacia Sudamérica y
manuscritos de crónicas de viajeros nórdicos que siglos atrás habían arribado a
estas tierras… un material suficiente para respaldar la teoría de su tío. Le
pregunté porque no los habían hecho públicos y me respondió: “Para acreditar la
autenticidad de éste material tendría que decir dónde los encontré y hacer
público éste lugar, soy el Guardián de la Tumba y debo de guardar el secreto
del Santuario pero encontraré mas pruebas que pueda mostrar y algún día el
mundo conocerá la verdad”.
Nuestros
estómagos nos reclamaron la cena, abrimos las latas de frijoles que tuvimos que
comer fríos porque hubiera sido imprudente encender un fuego en la biblioteca.
Después descorchamos las botellas de vino, la conversación giró en torno de
nuestras impresiones sobre el lugar y sus tesoros que se nos habían revelado.
La
biblioteca era interesante pero no era un misterio inexplicable. El mismo
arqueólogo nos había explicado que según el estudio que habían realizado los
libros, manuscritos y objetos habían sido traídos por personas que llegaron de
otros lugares en un período comprendido entre el año 1000 y 1800 de nuestra
era. También nos había dicho que el lugar había sido un centro de estudio e
iniciación probablemente desde que fue construido hasta un poco más allá del
año 1800 pues no se habían encontrado documentos posteriores a ésa fecha, lo
que hacía suponer que el lugar fue abandonado durante los conflictos de la
guerra de la Independencia.
El
templete donde se encontraba el ídolo y las tumbas de las tres momias eran algo
asombroso pero no eran un hallazgo excepcional en el Perú. Lo que nos había
dejado maravillados era el ejército de guerreros de arcilla y los amarus de
piedra. Según el arqueólogo las entradas a los niveles inferiores no habían
sido conocidas por aquellos buscadores de la verdad.
Dejamos
encendida una linterna y nos dispusimos a dormir. Damon y yo empezamos a
besarnos y acariciarnos, a Todd no le importó pero el arqueólogo nos dijo que
deberíamos buscarnos otro lugar para follar, tal vez adivinando nuestros deseos
que no nos habíamos atrevido a manifestar… no fue necesario que nos repitiera
la orden, la interpretamos como un consentimiento. Tomamos unas mantas, una
linterna y una botella de vino y salimos de la recámara… ambos sabíamos en que
lugar queríamos hacer el amor: En el templete a los pies del ídolo.
Extendimos
las dos mantas en el suelo delante de los arcones de madera. No nos pareció un
acto irreverente, al contrario, pensamos en cuantas veces la sacerdotisa y el
sacerdote guerrero habrían hecho el ritual de unión allí mismo y encendimos el
palo santo que estaba en una vasija de barro a los pies del ídolo. Yo me volví
a poner el tocado, el pectoral, las ajorcas y el manto. Damon se puso el
pectoral y el manto.
Nos
arrodillamos ante el ídolo y nos presentamos como herederos del linaje
ancestral, hermanos y esposos. Luego, a falta de chicha de jora, hicimos una
ofrenda de vino… sabíamos que no era lo tradicional pero esperamos que el ídolo
aceptara nuestro ofrecimiento con agrado y nos fue confirmado por un sonido de
quenas, tal vez producido por el viento
pasando caprichosamente a través de las ventilas… pero fue una señal.
Nos
besamos y entre caricias nos despojamos de nuestras vestimentas, aunque yo me
quedé con el tocado y las ajorcas puestas. Damon se puso de pie y yo me
arrodillé a sus pies, tomé entre mis manos su pene erecto y lo acaricié, en ese
momento recordé un tipo de ofrenda de sangre que acostumbraba hacerse… Damon
también lo recordó pero no teníamos el cuchillo de pedernal a la mano porque lo
habíamos dejado en el almacén, aunque teníamos la lanza. Damon me la pasó… dudé
un poco porque la lanza era difícil de manipular en una parte tan delicada de
su anatomía y decidí hacerle un pequeño corte en el interior del muslo, luego
unté su sangre en los muslos del ídolo… el acto lo complació porque volvimos a
escuchar la melodía de viento.
Tomé
su mimbro viril en mi boca y lo estimulé, ambos sentimos que lo que estábamos
haciendo tenía un carácter mas mágico ritual que sexual… la linterna que
habíamos colocado sobre uno de los arcones de madera nos iluminaba con una
agradable penumbra, me imaginé que la luz blanca era la luz de la luna que
sabíamos que en ése momento resplandecía llena en el cielo.
Luego
Damon me tumbó sobre las mantas, lo dejé hacer… él se inclinó sobre mí, me besó
en la boca y lamió mi cuello, bajó a mis pechos, los acarició y mordisqueó
suavemente mis pezones… después sus labios se deslizaron sobre mi vientre,
separé las piernas, él acarició mis muslos, besó y lamió mi sexo… entonces,
como recordando algo, Damon se puso de pie, tomó la botella de vino, volvió a
arrodillarse entre mis piernas, vertió un poco sobre mis partes intimas y
prosiguió lamiéndome… acomodé mis piernas sobre sus hombros, sus insistentes
lamidas y el jugueteo de sus labios sobre mi clítoris estuvieron a punto de
hacerme llegar al orgasmo… entonces le dije que me penetrara de una vez. Damon
me tomó de las caderas y me penetró con esa vehemencia con la que me hizo suya
en aquél ritual del Sol, con el deseo y la fuerza del dios Jaguar… yo sentí
dentro de mí esa sensación tan conocida de gélida luz azul que sin embargo era
cálida, la presencia de la diosa Luna… y está vez ella recibía complacida a su
hermano y consorte.
Mientras
Damon me embestía nos sentimos observados por los ancestros siendo testigos de
la unión del Dios y la Diosa quienes, usando nuestros cuerpos, ponían fin a los
siglos de rencillas que hubo entre ellos aceptando que se amaban… y que eran
uno sólo tal como lo demostraba la imagen del ídolo andrógino.
Llegamos
juntos al orgasmo y no quisimos separarnos del abrazo, nos quedamos unidos
sintiendo como el ritmo acelerado de nuestros corazones se iba sosegando poco a
poco… y así, mientras nos envolvía el humo aromático del palo santo, nos
quedamos adormilados.
Mecidos
aún por esa deliciosa sensación de unidad con nuestros dioses, nos pareció
escuchar el retumbar de los tambores de guerra, la marcha de los guerreros de
arcilla… y el rugido de los tres amarus de piedra debatiéndose por romper sus
cadenas en las profundidades del foso. La magia fue interrumpida por Todd quien
pasó corriendo por nuestro lado gritando: “Los golems se están despertando”… y
se perdió como un loco, linterna en mano, por la entrada secreta que conducía a
las galerías de los niveles inferiores.
Lo
ignoramos, permanecimos abrazados y nos quedamos dormidos. Cuando Todd regresó
nos despertó y nos dijo que mientras bajaba a toda carrera por la escalera
circular aún escuchaba el retumbar de los tambores, la marcha de los guerreros
y el rugido de los amarus… pero cuando llegó los encontró inmóviles, durmiendo
su sueño de arcilla y piedra.
Nos
vestimos y regresamos a la biblioteca donde el arqueólogo nos esperaba bebiendo
jugo de naranja y nos dijo: “Tal vez tengan que follar los tres juntos para que
los golems se despierten. Tienen que iniciar al tercer shaman, al sacerdote de
la estrella... tú sabes quien es, Lucipher… la estrella de la mañana es el
gemelo del lucero de la tarde… tu hermano es tu carne y tu sangre, también es un
heredero del linaje ancestral”.
Damon
no respondió pero por su mirada supe que él ya lo había adivinado… y no le
agradaba mucho la idea. Era obvio que el hermano gemelo de Damon también era un
heredero… ¿cómo no se había ocurrido antes?... recordé la argolla brazalete que
habíamos encontrado en la pirámide y que curiosamente tenía grabados los mismos
símbolos que Thew tenía tatuados en un brazo… cuando la tuve en mis manos mi
primer pensamiento fue que sería un bonito obsequio para él, ahora sabía que
los Dioses querían que se la entregara… pero… ¿estaría dispuesto a iniciarse y asumir
la responsabilidad de ser el sacerdote de la estrella?.
Desayunamos
jugo de naranja y galletas. Luego Todd nos dijo que recogiéramos el resto de
los ajuares ceremoniales que habíamos dejado en el templete pero no nos los
pusimos y los metimos en dos bolsas de los sacos de dormir. Después salimos del
Santuario, subimos a la camioneta y regresamos al museo.
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