in girum imus nocte et consumimur igni

in girum imus nocte et consumimur igni

viernes, 1 de agosto de 2008

Solo contigo

Que se haga el silencio
ordena a los duendes grises
que cierren las puertas y ventanas
para que el humano bullicio
no profane nuestro santuario impío.

Que apaguen las luces
quiero estar rodeada de abismo
disfrutando del éxtasis de la oscuridad
bajo el encanto de esta torre
ajena al mundo... solo contigo...

Liliana Celeste Flores Vega - marzo 2007

lunes, 21 de julio de 2008

Fúnebre

Mis ideas huyeron
unas fueron a esconderse en las ostras en el fondo del mar,
otras en los capullos de las flores aún no abiertas...
se escondieron en las nubes, en la niebla
cansadas de mis llantos y de mis lutos,
ellas deseaban fiestas y yo les di funerales,
deseaban antorchas y yo les di fuegos fatuos,
deseaban vestidos lujosos y yo les di harapos...
busqué sus huellas en la nieve, en la arena, en la ceniza.

Una tarde estaba yo sentaba al borde del abismo
y divisé un fúnebre cortejo
¡Eran mis ideas que volvían!, estaban heridas, sollozaban...
las abracé con ternura y las acogí en mi pecho
no sabían que yo había encontrado un tesoro en el ocaso,
que le robé los perfumes al bosque, las espumas al mar,
las nieblas al cielo, los diamantes al invierno...
ahora las vestiré de gala para que asistan al funeral
porque mientras estaban ausentes yo he muerto.

Liliana Celeste Flores Vega - enero del 2000

domingo, 29 de junio de 2008

Mater Tenebrae

Soy la madre del pecado, el origen de la malignidad
soy la siniestra hechicera, el copón viviente de la misa negra
soy la odalisca lujuriosa, la gran fornicadora de los aquelarres.

Mater Tenebrae

Siete semillas malditas nacerán de mi vientre,
hijos de los siete poderosos, lunas y luceros que nacerán de mis tinieblas.
Sin numero serán los frutos bastardos de mis ilegítimos amores,
hijos de aquellos que fueron el origen de todas las depravaciones.

Mater Tenebrae

Soy la Emperatriz del Eterno Ocaso, dama azul sentada en ígneo trono
que se levanta en el límite de un violáceo horizonte,
llevo en mi dedo la sortija escarlata forjada en el fuego primigenio.

Mater Tenebrae

Me temen porque no pueden descifrar mi misterio,
al que se atreva a levantar mi velo lo fulmino con la mirada...
me temen porque soy la inmortal que bebe veneno,
el que fornica conmigo debe de darme su vida en el ritual de la maza.

Mater Tenebrae

Soy la esposa de Satán, luna azul vestida de escarlata,
La Degolladora que se alimenta con sus niños.

Liliana Celeste Flores Vega - 1996

domingo, 15 de junio de 2008

Mausoleo

¡Mausoleo!

Cánticos sepulcrales,
fuegos fatuos azules
en la oscuridad honda y triste,
columnas de cristal,
sarcófago tallado en diamante.

¡Mausoleo!

Plegarias de ultratumba,
llanto del cielo,
la luna azul en silencio
meditando sobre enigmas
escritos en el agua.

¡Mausoleo!

Liliana Celeste Flores Vega - enero del 2000

viernes, 13 de junio de 2008

Vaporosa

Me acostaré vestida de encajes albos
para disfrazar mi inocencia perdida
simularé ser una novia esperando el sacrificio...
te esperaré... íncubo de mi lecho.

La noche se cubrirá de nieblas
para velar nuestros amores sacrílegos,
el amanecer se quedará dormido
y las sombras serán más densas.

Los fantasmas recorrerán la bóveda aérea
como un fatal preludio de violines quebrados
y las libélulas danzarán entre vapores azules y congelados
me entregaré a ti... vampiro de mi alma...

Liliana Celeste Flores Vega - 1989

jueves, 17 de abril de 2008

Atardecer

Con destellos color bronce
los últimos rayos solares se filtran
por la tosca ventana de pesados cortinajes
y simulan ser fuegos fatuos
donde danzan
las inquietas salamandras.

¡El atardecer!...
la belleza del ocaso es patética
y deja una extraña sensación en el alma,
es como una dulce tristeza que alegra
y es como una amarga alegría que entristece
tiene sabor a veneno y embriaga.

En el candelabro de plata denegrida
arden tres velas aromáticas
y la luz con la sombra mezclada
dibuja oscuros figurines
en el añoso muro
de piedra gastada.

En el espejo de marco tallado
se vislumbran vagos reflejos
de ignotos y olvidados fantasmas
y desde el pasadizo húmedo
llega el rumor de los pasos
de los muertos que nunca nacieron.

Liliana Celeste Flores Vega - enero de 1995

lunes, 7 de abril de 2008

Criptofilia

Entra sin miedo en mi jardín prohibido
siguiendo un camino sembrado de pan
entra conmigo a fondo perdido
y verás...
Entra sin miedo aún si estoy dormido
siguiendo la duda que marca el azar
entra conmigo a fondo perdido
y verás...
(Entra conmigo – Bushido – Morti)


Criptofilia

La noche guarda silencio sobre las tumbas... un ángel en cuyos labios enmudeció el canto divino es el guardián inmóvil de la sepultura que esconde mi secreto.

Monto mi unicornio fantasma y guiada por la luz de la pálida antorcha de la luna mortecina recorro el onírico sendero que limita con los caminos de la muerte. Llego al umbral ancestral vigilado por la esfinge, la mítica criatura no me formula enigmas pues aún no se responde ella misma como es posible que yo camine entre los vivos cuando mi corazón dejó de latir en el instante en el que mi amado cayó bajo el hechizo de Morpheus.

Traspongo el umbral que separa los dos mundos, no necesito de psicopompo pues conozco de memoria los caminos del Valle de la Muerte. Mi presencia no inquieta a los espectros que ya se han acostumbrado a ver mi vagarosa silueta nebulosa, que no es fantasma pero camina entre las sombras, deambulando por estas sendas... hasta los demonios me sonríen al reconocer en mí a la niña que danzaba entre las tumbas.

Cruzo el sendero flanqueado por dos hileras de árboles cetrinos, dejo a mi unicornio fantasma atado a un árbol carcomido por el tiempo. Sorteo las trampas del laberinto hecho con matorrales de rosas salvajes cuyas espinas se cobran el tributo de mi sangre, precio que pago gustosa solo por verlo... llego hasta la reja de hierro, la llave pende de mi cuello, abro el portón y atravieso el jardín prohibido, bouquet de jazmines azules y pálidos lirios.... finalmente llego a la mansión embrujada, la morada de la Luna Funeraria.

Las tímidas doncellas que vigilan su sueño me reciben con una reverencia. Subo las escaleras quedamente para no despertar a mi amado pues las campanas fúnebres aún no han anunciado la hora sonámbula con la que se inicia la mascarada fantasmagórica.

Entro a nuestra alcoba, mausoleo de cánticos nupciales que quedaron suspendidos en las notas del silencio. Enciendo los lamparines y perfumo la habitación con incienso de rosa, sándalo y jazmín... me quito el faldón desgarrado, la blusa y los botines... restaño mis heridas con infusión de manzanilla y me visto con un vaporoso camisón hecho de nieblas.

Descorro los plúmbeos cortinajes que protegen nuestro lecho y que fueron tejidos por las arañas milenarias criadas por la Degolladora en la cámara subterránea de su ancestral templo pétreo para resguardar su sueño de pesadillas y maleficios. Mi amado duerme entre sábanas hechas con hebras de noche y su inocente desnudez es tan pecaminosa como el descaro hierático de los ángeles de mármol que exhiben sus encantos viriles en los cementerios.

Su sueño es tan profundo que se asemeja a la muerte. Mis manos acostumbradas a tejer velos con hilos de luna y a escribir poemas sobre el agua recorren su anatomía insensible como la marmórea carne de los ángeles sepulcrales... y como el mármol su carne es fría e indiferente a las caricias de mis húmedos labios anhelantes de saborear su virilidad dormida. De tanto acariciarlo mientras duerme mis manos aprendieron a disfrutar la impasibilidad de su mutismo y mi carne reprodujo la frialdad ultraterrena de la suya.

Mientras que las campanas de la torre esperan que el hada de alas de libélula tire de las cuerdas mágicas yo me deleito recorriendo su desnudez con la misma devoción del escultor de la fábula que acariciaba las voluptuosas formas de la bella estatua pidiendo a los dioses que su amada Galatea cobrara vida... y como aquel escultor enamorado yo también espero el milagro de que su carne muerta bajo la magia de mis caricias se haga trémula.

Lo contemplo: Su oscura cabellera, tan negra como el ala del cuervo, cae en desorden sobre sus hombros haciendo que por el contraste su piel parezca más pálida de lo que es... sus venas se dibujan como líneas azules bajo la piel traslúcida de su cuello invitando a mi boca sedienta de su sangre añil a herirlo con mis vampirescos colmillos.

Bello como un dios pagano abstraído en el sueño eterno por un maleficio de la Luna celosa que lo ama con delirio y pasión loca... bizarro como un vampiro que en su andrógina hermosura no pierde la virilidad de su furiosa elegancia apócrifa. Mi amado es un príncipe de las tinieblas a quién la Diosa de la Muerte le otorgó con un beso el oscurecido don de unirse con las sombras para perpetuar su gallardía melancólica.

Repican las campanas respondiendo a mis conjuros de versos de argento... él se estremece bajo mis caricias... mi amado despierta, sus labios esbozan una ligera sonrisa al reconocer mis manos recorriendo con amoroso impudor su provocativa desnudez... el sonrojo no colorea sus pálidas mejillas pero sus labios se humedecen y su pecho se agita.

Entreabre sus ojos, abismos ígneos de profundidad infinita, en los que mi inocencia encontró su ruina seducida por sus embrujos de nigromante y las letanías que recitaba al borde del abismo en las noches de luna negra... basta una mirada suya para que quede ebria de beleño.

La noche desata su pasional danza, eufonía amorosa entre la dama blanca y el caballero negro... somos vampiros gracias a la maldición de la luna azul que se viste de plata, nuestras bocas se buscan para saciar mutuamente la sed de besos, el sangriento frenesí... él me expresa su ternura con furia y arrebato, sus celos dejan en mi cuerpo las huellas de su lujuria... yo le correspondo haciéndole conocer el placer del dolor torturándolo con dulces caricias.

Cuando se asoma el alba, la maldita virgen vestida de luz diáfana, mi amado vuelve a caer en su sueño... me quedo a su lado, mi cabeza reposando sobre su pecho... pero debo de irme, muy a mi pesar abandono el lecho... le doy un beso, lágrimas de plata ruedan por mis mejillas... al contemplarlo dormido comprendo que en los sueños del amor y de la muerte hay poemas sin palabras y melodías forjadas en el silencio.

Corro los cortinajes de nuestro lecho recitando la plegaria que en mi ausencia le dará hermosos sueños... antes de abandonar la mansión embrujada le ordeno a las doncellas que lo cuiden. Hago un ramillete con lirios y jazmines... cierro con triple golpe de llave el portón que da acceso al jardín prohibido y renuevo las trampas del laberinto.

Me protejo del sol cubriéndome con mi manto de oscuridad y cabalgo a todo galope el camino de regreso... le rezo a la luna para que algún día el hechizo se rompa y pueda despertar.

Y ésta es nuestra leyenda, nos amamos en los reinos oníricos... nuestro amor es un fantástico y trágico reverie en el limite de la vida y de la muerte... yo soy la hechicera de sus pesadillas, la princesa azul de sus sueños... él es el nigromante de mis sueños, el príncipe de la muerte de mis pesadillas.

Liliana Celeste Flores Vega, 2006

sábado, 5 de abril de 2008

Matinal fantasma

... Era el alba
y un fantasma matutino
recorría tristemente la senda abandonada
donde crece la hierba descuidada.

... Era el mediodía
y la sombra de la mañana
reposaba a la vera del camino semioculta en el ramaje
de un árbol tranquilo.

... Era el ocaso
y el espectro iluminado
se volvió pálido y huyó cuando las sombras
cayeron sobre el camino.

Liliana Celeste Flores Vega - 1993

lunes, 31 de marzo de 2008

Me pides lo imposible

Me pides lo imposible
y yo te lo concedo.
Mataré si debo
te ayudaré si puedo
solo dime que he de hacer
y si recuerdas tu sueño
dime, ¿estoy en él?
(Salomé – Enrique Bunbury)


Me pides lo imposible

- Dices que sabes quien soy.
- Eres Lilina, la princesa de las nieblas... eres la shaman de Celesta, la Dulce Muerte.
- Sabes mi nombre pero no me conoces... en mis venas fluye la esencia de la noche como savia venenosa, soy una vampiresa hambrienta de tinieblas y sedienta de sangre.
- Lo sé.
- No, no lo sabes... entiende que no soy una loca que escuchó demasiado black metal y leyó en exceso a Baudelaire... soy una bruja, la shaman de la Diosa de la Muerte.
- Y yo soy el shaman de Thanatos.
- No, no lo eres... pretendes serlo... por favor, ¿qué sabes tú del Príncipe de la Muerte?... él me hizo suya bajo la luna de diciembre, emponzoñó mis labios con sus besos y me enseñó a alabar el misterio de la noche arcana... inmolé mi pureza para satisfacer sus deseos de morbo, sangre y blasfemias... no lamento haber perdido la inocencia cada vez que él me lleva sobre su cadavérico corcel a cabalgar entre la tormenta rumbo a las regiones sombrías... bendigo ser impura, tan impura que él me lleva orgulloso a las orgías de Svartalfa.
- Lo sé, fornicas con los dioses.
- Si, soy la odalisca favorita del harén del Diablo... soy adicta a los besos inmortales... a vinagre mezclado con ceniza me saben los besos de los simples hombres.
- Quiero ser el shaman de Thanatos.
- Tendrás que beber la esencia de la noche y la muerte del santo grial infernal.
- Si, estoy dispuesto pero quiero beberla de tu boca.

Tomo aquél puñal que fue consagrado con mi sangre.

- Ve y gánate el derecho de beber la maldición de mi boca.

Recibe el puñal, me mira y se va. Sonrío, no lo creo capaz de cumplir con la prueba que demanda el ritual, bebo un sorbo del licor del hada verde y me recuesto en la dormilona a contemplar como las ramas de los árboles dibujan sombras maléficas en la ventana. Dulce y amarga somnolencia en la que recuerdo mis oníricos desvaríos:


Fantasmala

Cerré mis sueños a sus cortejos
pero él tiene las llaves de las puertas de mi aposento...
no puedo negar que es un caballero
pues ha respetado mi desnudez cuando duermo
dice que ser un íncubo no es su estilo
y aunque desea tomar mi mano entre las suyas
para cubrirlas de besos con toda devoción y respeto
yo he de darle permiso para hacerlo...
pero violenta mi voluntad
con poemas, elegías y serenatas
al pie de mi ventana bajo la luna de escarcha
aún si se desata la lluvia o es noche cerrada
no falta a la cita noctámbula
y la guitarra llora armonías todas las noches sin falta.

Mi alcoba ya no es baluarte contra su seducción
permiso tiene de doblegar mi deseo en sueños
pero él respeta mi intimidad
y aunque podría forzarme a ser su mujer en el lecho
no quiere apurar los hechos
y espera que yo lo acepte por propio deseo...
tiene la gentileza de anunciarse cuando desea visitarme
y no me fuerza a recibirlo si no estoy de humor de hacerlo
prefiere esperarme en cada esquina
de los oníricos senderos que acostumbro recorrer
en los astrales del ensueño...
guarda silencio pero me habla con los ojos
¡maldita sea su elocuente mirada
colmada de amatorio deseo!


Pienso en el caballero embozado que conozco en sueños, los arpegios gitanos inundan el silencio, abro los ojos y lo veo... sentado a mi lado, guitarra en mano, las sombras envolviéndolo.

- Estabas dormida cuando regresé y no quise despertarte.

No es aparición ni fantasma errante... se arrodilla a mis pies y me ofrece un envoltorio, lo abro: Un corazón yace en un blanco sudario.

- Mi reina, ¿me he ganado el derecho?
- Si.

Y de mis labios le doy de beber la esencia de la noche y la muerte.

Lilina Celeste, septiembre 1996

viernes, 14 de marzo de 2008

Los Ecos de la Noche

Noche oscura, noche amante...
solo noche con espíritu de noche... noche de luces fantasmas...
noche sombría que danza.

Dormiré con una rosa roja pensando en ti y deseando soñarte,
las lágrimas de la luna son nocturnal rocío perlado
sobre los desvelados pétalos de las tímidas flores pálidas.

Sensaciones barrocas, lejanos murmurios musicales...
tintinean las luces fantasmas... se encienden los preludios...
gimen los ecos de la noche.

Liliana Celeste Flores Vega - 1996