in girum imus nocte et consumimur igni

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viernes, 22 de enero de 2016

Falenas

Ya era tarde y teníamos deseos de tener intimidad, le dimos las buenas noches a doña Francisca y subimos a la habitación que nos habían designado. La cama colonial con cortinajes de brocado nos estaba esperando. Encendimos un par de varitas de incienso de canela y clavo de olor para alejar el olor a humedad que aún persistía y las velas de los candelabros de bronce que estaban sobre la cómoda y las mesitas de noche… era una atmósfera deliciosamente romántica. Nos besamos y empezamos a desvestirnos, yo desnudé a Damon pero no le permití que él me despojara de mi ropa interior.

Le recordé los planes que tenía para él con la cama colonial, le dije que se acostara y lo até a los postes de la cama con mis pañolones de gasa. Teniéndolo atado disfruté el acariciarlo lentamente recorriendo con mis manos y labios su perfecta anatomía… Damon me respondió de inmediato con una erección que a propósito obvié atender y me restringí a acariciar el interior de sus muslos y su vientre para exacerbar más su excitación. Luego busqué en mi mochila el látigo con el que acostumbraba fustigarlo, era casi un juguete a comparación del que había usado Todd… así que no tuve reparos en castigarlo descargando latigazos sobre su pecho, vientre y muslos a pesar que se le notaban las huellas de la azotaina anterior.

Los primeros latigazos siempre le sacaban una sonrisa traviesa casi burlona por lo poco que le dolían mis golpes pero cuando yo mantenía un ritmo constante e iba aumentando la intensidad de los latigazos Damon cambiaba ésa sonrisa por un delicioso mohín de dolor placentero que hacía mordiéndose el labio inferior… yo seguía descargando golpe tras golpe tenazmente sobre su piel enrojecida hasta que finalmente él cerraba los ojos, entreabría los labios y me obsequiaba con sus gemidos de dolor y jadeos de placer. Nunca pasábamos de ése límite… yo sabía que si seguía descargando latigazos sobre su piel cuando estaba caliente y enrojecida corría el riesgo de abrirle heridas… y que él lo permitiría sólo para complacerme.

Me despojé de mi ropa interior y me acomodé entre las piernas de Damon para prestarle a su miembro viril la atención que se merecía... él estaba aprendiendo a contenerse, cada vez toleraba mas estimulación simultánea sin eyacular antes de lo previsto y yo podía disfrutar por un tiempo prolongado del lamer y mordisquear suavemente su pene erguido a la vez que acariciaba sus testículos y deslizaba un par de dedos entre sus nalgas tanteándolo sin forzarlo… esperaba que pronto estuviera listo para introducir algunos juguetes a nuestros encuentros íntimos.

Hasta el momento no se nos había aparecido el fantasma de la madre del dueño del caserón ni se había manifestado otra entidad de las que acostumbraban fastidiarnos la noche. Todd nos había dicho que nosotros atraíamos a los seres del más allá cuando follábamos porque muchos de estos se alimentan de energía sexual y encontraban especialmente apetecible la nuestra porque ambos éramos “shamanes”… nos había recomendado que hiciéramos un domo protector cada vez que tuviéramos intimidad pero el frenesí pasional hacía que casi siempre nos olvidáramos de hacer el susodicho domo protector.

Se me ocurrió que la cama de dosel, por su forma y por magia absurda, podía estar cumpliendo con la función de un domo protector. Levanté la cabeza y vi que el armazón que sostenía el techo de brocado formaba algo parecido a un sello de protección… recordé que el abuelo del dueño del caserón había sido espiritista y acostumbraba hacer sesiones con sus amigos, era lógico que tomara la precaución de proteger de entidades el lugar en donde dormía con su esposa. Entonces comprendí la sugerencia del arqueólogo de que nos acomodaran en ésta habitación… con tantos “poseídos” cerca era seguro que cuando Damon y yo hiciéramos el amor el caserón se convirtiera en algo parecido al despertar del Pandemónium… el arqueólogo había previsto eso.

Noté que a Damon le estaba costando contenerse y decidí satisfacerlo de una vez… me senté a horcajadas sobre él empalándome con su miembro viril de una sola sentada y lo cabalgué hasta hacerlo llegar al orgasmo. Me di cuenta de cuanto placer me daba darle placer. Recordé que con Luis nunca había sido así, para mí Luis tenía la obligación de satisfacerme primero… pensé que tal vez si me estaba enamorando de Damon.

Luego me acomodé en una postura adecuada para que Damon pudiera satisfacerme oralmente… apoyé mis rodillas sobre sus hombros pero para mantener el equilibro, y no hacerle mucho peso, me sujeté con ambas manos de la cabecera de la cama. El placer que me provocaban sus lamidas me hizo hacer traquetear la cabecera de la cama y de improviso nos vimos envueltos en una nube de polillas enormes, seguramente habían estado dormidas entre los pliegues de los cortinajes de brocado y las sacudidas las sacaron de su letargo. Me encantó, aunque a él le asustaron un poco… para mí fue como vernos envueltos por la danza de las hadas nocturnas.

Después lo desaté y fue mi turno de ser atada en la cama. Damon sólo me ató las manos y no quiso usar el látigo sobre mi cuerpo, se dedicó a acariciarme y besarme hasta que su erección le exigió penetrarme… mientras que él me poseía las polillas revoloteaban a nuestro alrededor y hasta se posaban sobre nosotros, para mí eso era algo simplemente mágico. Damon les perdió la aprensión e ignoró a las que se atrevieron a posarse sobre su espalda comprendiendo que esas criaturas nocturnas se deleitaban con nuestros amoríos… una de las polillas se inmoló en las flamas de una vela y el olor que desprendió al quemarse fue semejante al almizcle.

Esa vez fui yo quien llegó primero al orgasmo y sin pensarlo le dije: “Te amo”… simplemente las palabras me salieron del alma, el corazón y las entrañas que me latían sintiéndolo dentro de mí. Damon se quedó mirándome incrédulo, luego reaccionó y me besó apasionadamente… rodeé su cintura con mis piernas mientras que él eyaculaba… luego él se quedó abrazándome hundiendo su cabeza sobre mi hombro en el revoltijo de mis cabellos enmarañados. Cuando se incorporó vi que sus mejillas estaban húmedas de lágrimas.

Damon me desató y nos acomodamos para dormir abrazados como acostumbramos hacerlo: Yo acostada de lado dándole la espalda y él pasándome un brazo alrededor de la cintura pegándome a su cuerpo… y quejándose de la mata que hace mi cabello que terminaba acomodándome hacia arriba en una especie de moño anudado para dejar libres mi cuello y mis hombros que le gustaba besuquear hasta quedarse dormido.  

Liliana Celeste Flores Vega - enero 2015
Imagen: Google

Nota: Esto es un fragmento del Capitulo 06 “El demonio en el pozo” de mi novela de terror sobrenatural con tintes eróticos “Los Dioses sin Nombre” que pueden encontrar publicado en éste blog.

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