Ya era
tarde y teníamos deseos de tener intimidad, le dimos las buenas noches a doña
Francisca y subimos a la habitación que nos habían designado. La cama colonial
con cortinajes de brocado nos estaba esperando. Encendimos un par de varitas de
incienso de canela y clavo de olor para alejar el olor a humedad que aún
persistía y las velas de los candelabros de bronce que estaban sobre la cómoda
y las mesitas de noche… era una atmósfera deliciosamente romántica. Nos besamos
y empezamos a desvestirnos, yo desnudé a Damon pero no le permití que él me
despojara de mi ropa interior.
Le
recordé los planes que tenía para él con la cama colonial, le dije que se
acostara y lo até a los postes de la cama con mis pañolones de gasa. Teniéndolo
atado disfruté el acariciarlo lentamente recorriendo con mis manos y labios su
perfecta anatomía… Damon me respondió de inmediato con una erección que a
propósito obvié atender y me restringí a acariciar el interior de sus muslos y
su vientre para exacerbar más su excitación. Luego busqué en mi mochila el
látigo con el que acostumbraba fustigarlo, era casi un juguete a comparación
del que había usado Todd… así que no tuve reparos en castigarlo descargando
latigazos sobre su pecho, vientre y muslos a pesar que se le notaban las huellas
de la azotaina anterior.
Los
primeros latigazos siempre le sacaban una sonrisa traviesa casi burlona por lo
poco que le dolían mis golpes pero cuando yo mantenía un ritmo constante e iba
aumentando la intensidad de los latigazos Damon cambiaba ésa sonrisa por un
delicioso mohín de dolor placentero que hacía mordiéndose el labio inferior… yo
seguía descargando golpe tras golpe tenazmente sobre su piel enrojecida hasta
que finalmente él cerraba los ojos, entreabría los labios y me obsequiaba con
sus gemidos de dolor y jadeos de placer. Nunca pasábamos de ése límite… yo
sabía que si seguía descargando latigazos sobre su piel cuando estaba caliente
y enrojecida corría el riesgo de abrirle heridas… y que él lo permitiría sólo
para complacerme.
Me
despojé de mi ropa interior y me acomodé entre las piernas de Damon para
prestarle a su miembro viril la atención que se merecía... él estaba
aprendiendo a contenerse, cada vez toleraba mas estimulación simultánea sin
eyacular antes de lo previsto y yo podía disfrutar por un tiempo prolongado del
lamer y mordisquear suavemente su pene erguido a la vez que acariciaba sus
testículos y deslizaba un par de dedos entre sus nalgas tanteándolo sin
forzarlo… esperaba que pronto estuviera listo para introducir algunos juguetes
a nuestros encuentros íntimos.
Hasta el
momento no se nos había aparecido el fantasma de la madre del dueño del caserón
ni se había manifestado otra entidad de las que acostumbraban fastidiarnos la
noche. Todd nos había dicho que nosotros atraíamos a los seres del más allá
cuando follábamos porque muchos de estos se alimentan de energía sexual y
encontraban especialmente apetecible la nuestra porque ambos éramos “shamanes”…
nos había recomendado que hiciéramos un domo protector cada vez que tuviéramos intimidad
pero el frenesí pasional hacía que casi siempre nos olvidáramos de hacer el
susodicho domo protector.
Se me
ocurrió que la cama de dosel, por su forma y por magia absurda, podía estar
cumpliendo con la función de un domo protector. Levanté la cabeza y vi que el
armazón que sostenía el techo de brocado formaba algo parecido a un sello de
protección… recordé que el abuelo del dueño del caserón había sido espiritista
y acostumbraba hacer sesiones con sus amigos, era lógico que tomara la
precaución de proteger de entidades el lugar en donde dormía con su esposa.
Entonces comprendí la sugerencia del arqueólogo de que nos acomodaran en ésta
habitación… con tantos “poseídos” cerca era seguro que cuando Damon y yo
hiciéramos el amor el caserón se convirtiera en algo parecido al despertar del
Pandemónium… el arqueólogo había previsto eso.
Noté que
a Damon le estaba costando contenerse y decidí satisfacerlo de una vez… me
senté a horcajadas sobre él empalándome con su miembro viril de una sola
sentada y lo cabalgué hasta hacerlo llegar al orgasmo. Me di cuenta de cuanto
placer me daba darle placer. Recordé que con Luis nunca había sido así, para mí
Luis tenía la obligación de satisfacerme primero… pensé que tal vez si me
estaba enamorando de Damon.
Luego me acomodé
en una postura adecuada para que Damon pudiera satisfacerme oralmente… apoyé
mis rodillas sobre sus hombros pero para mantener el equilibro, y no hacerle
mucho peso, me sujeté con ambas manos de la cabecera de la cama. El placer que
me provocaban sus lamidas me hizo hacer traquetear la cabecera de la cama y de
improviso nos vimos envueltos en una nube de polillas enormes, seguramente
habían estado dormidas entre los pliegues de los cortinajes de brocado y las
sacudidas las sacaron de su letargo. Me encantó, aunque a él le asustaron un
poco… para mí fue como vernos envueltos por la danza de las hadas nocturnas.
Después
lo desaté y fue mi turno de ser atada en la cama. Damon sólo me ató las manos y
no quiso usar el látigo sobre mi cuerpo, se dedicó a acariciarme y besarme
hasta que su erección le exigió penetrarme… mientras que él me poseía las
polillas revoloteaban a nuestro alrededor y hasta se posaban sobre nosotros,
para mí eso era algo simplemente mágico. Damon les perdió la aprensión e ignoró
a las que se atrevieron a posarse sobre su espalda comprendiendo que esas
criaturas nocturnas se deleitaban con nuestros amoríos… una de las polillas se
inmoló en las flamas de una vela y el olor que desprendió al quemarse fue
semejante al almizcle.
Esa vez
fui yo quien llegó primero al orgasmo y sin pensarlo le dije: “Te amo”…
simplemente las palabras me salieron del alma, el corazón y las entrañas que me
latían sintiéndolo dentro de mí. Damon se quedó mirándome incrédulo, luego
reaccionó y me besó apasionadamente… rodeé su cintura con mis piernas mientras
que él eyaculaba… luego él se quedó abrazándome hundiendo su cabeza sobre mi
hombro en el revoltijo de mis cabellos enmarañados. Cuando se incorporó vi que
sus mejillas estaban húmedas de lágrimas.
Damon me
desató y nos acomodamos para dormir abrazados como acostumbramos hacerlo: Yo
acostada de lado dándole la espalda y él pasándome un brazo alrededor de la
cintura pegándome a su cuerpo… y quejándose de la mata que hace mi cabello que
terminaba acomodándome hacia arriba en una especie de moño anudado para dejar
libres mi cuello y mis hombros que le gustaba besuquear hasta quedarse
dormido.
Liliana Celeste Flores Vega - enero 2015
Imagen: Google
Nota: Esto es un fragmento del Capitulo 06 “El demonio en el pozo” de mi novela de terror sobrenatural con tintes eróticos “Los Dioses sin Nombre” que pueden encontrar publicado en éste blog.
Imagen: Google
Nota: Esto es un fragmento del Capitulo 06 “El demonio en el pozo” de mi novela de terror sobrenatural con tintes eróticos “Los Dioses sin Nombre” que pueden encontrar publicado en éste blog.
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