in girum imus nocte et consumimur igni

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miércoles, 22 de octubre de 2014

Un extraño mundo alterno

Hilda despertó ésa mañana como todas las mañanas, se bañó y se vistió para ir al colegio, tomó desayuno, alistó su maleta y se fue.

Hilda estaba en el autobús mirando la ventanilla y recordando los extraños sueños que tenía todas las noches. De pronto el autobús chocó, dio varias vueltas de campana y cayó del puente hundiéndose en el río.

Hilda despertó en la orilla del río, se incorporó adolorida pero no tenía ni un golpe, sólo se sentía atontada. Miró a su alrededor buscando el autobús, los otros pasajeros, la ambulancia... pero no había señales de estos, entonces pensó que la corriente la había arrastrado... ¿arrastrado fuera de la ciudad?, eso era absurdo... pero estaba en medio de una pradera atravesada por un río cristalino, no había puentes, ni edificios, ni casas, ni caminos asfaltados... empezó a caminar siguiendo un camino de trocha... ¿dónde estaba?... siguió caminando hasta divisar un pequeño pueblo de casas rústicas.

Estaba en medio de un mercado, el pueblo parecía un pueblo de la India pero las personas estaban vestidas de forma diversa y anacrónica: algunos como romanos, otros como bárbaros... ¡se parecían tanto a la gente rara de sus sueños!... ¿soñaba?

Entonces dos soldados la interceptaron y le interrogaron sobre su lugar de origen, quien era y que hacía en el mercado sola y vestida de una forma tan extraña... ella no sabía como explicarse pues no entendía la extraña lengua de los soldados. La llevaron a una carceleta, uno de los soldados revisó sus pertenencias: un espejo, un lápiz labial y un pañuelo que tenía en el bolsillo, su reloj y sus zapatos... le quitaron sus cosas, le dieron un vestido de tela burda y sandalias tejidas... la metieron en una mazmorra. Hilda lloró desesperadamente intentando despertar.

Al día siguiente le dieron un frugal desayuno: una taza de té de hierbas y dos panes sin levadura. Luego los dos soldados la llevaron con un vendedor de esclavos quien les dio un puñado de monedas por ella. Hilda estaba aterrada pero afortunadamente el hombre la trató con compasión y la colocó en el palacio de un sultán quien la entregó a su esposa.

Todo sucedía tan rápido que Hilda creía que aún soñaba y se decía a si misma que no tardaría en despertar en su cama y se reiría de ése sueño tan largo y fantástico, pero no sucedió así... pasaron las semanas y los meses, aprendió la lengua extraña de esas gentes y trató de adaptarse. Hilda se encargaba de lavar la ropa de la esposa del sultán, después de todo no era tan malo... le daban buena comida, dormía en un cuarto pobre pero limpio con otras esclavas... en general, la trataban bien.

¿Cuánto tiempo transcurrió?... tal vez un año. Por su comportamiento humilde y acomedido ahora era una dama de compañía de la esposa del sultán, se ocupaba de abanicarla, peinarla y otros menesteres.

Pero una fatal noche unos bárbaros atacaron el palacio, mataron al sultán y a su esposa... casi todos los guardias del sultán fueron masacrados y las esclavas violadas, entre ellas Hilda. Toda la noche abusaron de ella, cuando se cansaron la arrojaron media muerta a una mazmorra. En esa misma mazmorra estaban dos guardias personales del sultán, ellos habían sido brutalmente golpeados porque el jefe bárbaro quería que ellos le dijeran el lugar de cierto tesoro enterrado.

Durante varias noches los dos guardias fueron torturados y ella ultrajada... finalmente Hilda y los dos guardias hicieron un plan para huir: una noche, cuando uno de los bárbaros quiso usarla, ella se hizo la enferma, el bárbaro entró a la mazmorra para abusar de ella allí mismo y los dos guardias lo atacaron... huyeron por los túneles, fueron descubiertos y se separaron... ella huyó con uno de los guardias por un túnel que llevaba hacia el mar y el otro guardia se fue por un túnel que llevaba a las minas.

Días después, recuperados mas o menos de sus heridas, Hilda y el guardia fueron disfrazados al mercado tratando de conseguir alimentos y averiguar  que había sucedido con el otro guardia y se enteraron que los bárbaros habían anunciado una ejecución en el árbol del tormento.

Fueron confundidos entre la multitud, no se habían equivocado, se trataba del otro guardia que no pudo huir... los bárbaros lo azotaron y le marcaron el rostro con un hierro candente para dejarlo después a merced del populacho y las aves de rapiña. Hilda y el guardia no podían hacer nada hasta que llegara la noche... volvieron horas mas tarde para liberar a su compañero pero él se negó diciéndoles que estaba moribundo y no valía la pena que ellos se arriesgaran por salvarlo.

Hilda y el guardia huyeron a otro pueblo en donde empezaron a vivir como marido y mujer tratando de olvidar los sufrimientos, pasados algunos meses la felicidad empezó a sonreírles... hasta un día en el que Hilda estaba montando un caballo, éste se desbocó, ella cayó y se golpeó la cabeza... al despertar estaba en un hospital y frente a ella vio a su madre quien se arrodilló y dio gracias a Dios porque su hija había despertado del coma.

El doctor le dijo que los bomberos la rescataron de entre los fierros retorcidos del autobús, que hace más de un año estaba en coma y que su recuperación había sido un milagro. Hilda volvió poco a poco a su vida habitual pero no podía olvidar la extraña aventura que había vivido.

Y una noche tuvo un sueño: vio al guardia que había sido su esposo, él estaba llorando frente a una tumba... entonces ella se acercó a él y lo abrazó desde atrás... él al verla se estremeció creyendo que alucinaba. Hilda le contó su historia, sus sueños, su mundo, el accidente... pero el guardia aún incrédulo, abrió la tumba... la encontró vacía... entonces la abrazó y la besó, le dijo que la había extrañado mucho... y ella le prometió buscarlo cada noche en sus sueños.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en septiembre de 1990

viernes, 19 de septiembre de 2014

La Tormenta de los Siete Pecados

Hace algunos milenios, si uno se atrevía a cruzar los parajes oníricos, podía vislumbrar tras las brumas del ensueño, un fantástico reino.

Aquella lontana noche olvidada por el tiempo, los señores principales de aquel reino estaban reunidos en el salón del trono del castillo y discutían mientras esperaban al rey. Cuando el rey llegó – noble guerrero de edad madura pero aún vigoroso – se hizo el silencio, un silencio incómodo y tirante obligado por el respeto que los nobles profesaban al soberano.

- Su majestad – dijo el archiduque – en dos semanas expirará el tratado... los cien años ya se han cumplido, es urgente que el gran sacerdote revele quien es la elegida, estamos contra el tiempo... debemos de ubicar a la doncella marcada por las estrellas para el sacrificio.
- Lo sé – respondió el rey – llamen al gran sacerdote.

El gran sacerdote era un anciano venerable de serena mirada triste, entró al salón del trono con un pergamino, el rey le ordenó hablar.

- Las estrellas me han señalado a la doncella – exclamó solemnemente el gran sacerdote – la elegida es la hija del rey.
- ¡No... mi hija no puede ser sacrificada! – rugió el rey.
- Es la ley – repuso el gran sacerdote – cada cien años sacrificamos a la doncella que eligen las estrellas, si no lo hacemos las hordas infernales arrasarán el reino.

El rey lloró pero era la ley. Despidió a los nobles y se dirigió a las habitaciones reales donde su hija jugaba con sus damas de honor.

- Hija mía – dijo el rey dirigiéndose a una adorable niña de no más de quince años – acompáñame... tu has sido elegida por las estrellas... desde ahora debes de permanecer en la torre de ámbar, el gran sacerdote te preparará para el ritual.
- ¡No puede ser! – exclamó un varonil guerrero que espada al cinto había permanecido en silencio, era el guardián de la princesa.
- Es la ley – le respondió el rey – es mi hija y la entrego como debe de ser.
- No entiendo, padre – dijo la adorable princesa que había sido criada lejos del pecado y era ignorante de toda maldad.
- Solo obedéceme – le respondió el rey – acompáñame, tus damas se encargaran de preparar tu equipaje.
- ¡Yo no lo permitiré! – rugió el guardián de la princesa, las damas lloraban lágrimas silenciosas y la princesa no comprendía el motivo de tanta aflicción - ¡es su hija!, ¿cómo puede permitir que ella sea la elegida de las estrellas?.

La princesa hizo una reverencia acatando las órdenes de su padre y tomó su capa de viaje. Su guardián cayó de rodillas suplicándole al rey pero éste permanecía duro como una piedra, las lágrimas se habían petrificado en sus ojos.

- No te preocupes por mí – dijo la princesa acariciando la mejilla de su guardián que permanecía de rodillas – si las estrellas me han elegido debe de ser para algo bueno.

En su desesperación el guardián de la princesa intentó atacar al rey. La guardia real defendió bravamente al monarca y el guardián fue reducido por cinco feroces guerreros. El rey llevó a su hija a la torre de ámbar.

En una húmeda mazmorra el guardián de la princesa yacía en un lucho de paja podrida, había sido brutalmente golpeado pero tenía el firme propósito de salvar a la inocente princesa de su fatal destino. Días después encontró la manera de huir, cuando lo llevaban al tribunal para ser juzgado se liberó de los guardias que creyéndolo aún débil no lo sujetaban con firmeza... se enfrentó a los guardias reales, logró huir por los subterráneos y finalmente se arrojó a las cloacas... lo dieron por muerto.

La princesa estaba en la torre de ámbar,  el gran sacerdote era el único que se ocupaba de ella... acostumbrada a los cuidados de sus damas la princesa estaba triste y se sentía solitaria, se preguntaba que motivos habían impulsado a su fiel guardián a atacar tan insolentemente a su padre e ignoraba su fatal destino... sollozaba y se negaba a comer.

Solo faltaban cinco días para que expirara el tratado. El gran sacerdote ultimaba los detalles del sacrificio cuando el guardián de la princesa irrumpió en el templo y le cortó la garganta de un solo tajo... tomó las llaves, se dirigió a la torre de ámbar y mató a las dos feroces quimeras que custodiaban la puerta. En una de las habitaciones estaba la princesa, muy pálida y sollozando recostada sobre un diván, mas al verlo sonrío.

El guardián tomó a la princesa entre sus brazos, ella estaba débil pues se había negado a comer los insípidos potajes que le preparaba el gran sacerdote. Se aferró al cuello de su guardián y él no perdió el tiempo, bajó las escaleras con su preciosa carga y montó uno de los corceles sagrados del templo. Huyeron a todo galope.

Al amanecer se ocultaron en una cueva, estaban muy cansados y se quedaron dormidos abrazados. Era peligroso huir durante el día pues aún estaban dentro de los límites del reino, pasaron todo el día ocultos a pesar del hambre.

- ¿Qué es lo que ocurre? – le preguntó la princesa a su guardián.
- Eres la elegida por las estrellas – le respondió.
- Pero eso debe de ser algo muy bueno... ¿o no? – interrogó ella.
- Es tradición del reino sacrificar a una doncella cada cien años para aplacar la furia de las hordas infernales, tú fuiste elegida por las estrellas para ser sacrificada – le explicó su guardián,  la princesa estaba estupefacta – por eso ataqué a tu padre... por eso te he raptado... no quiero que te entreguen a las hordas del infierno.

La princesa, enterada finalmente de la situación y de su fatal destino, lloró refugiada en el pecho de su guardián. Al caer la tarde continuaron huyendo. Y así pasaron tres jornadas... escondiéndose durante el día y huyendo en la noche. Los guardias del reino buscaban a la princesa y a su guardián por todos los senderos.

Llegó el día maldito. El corcel cayó muerto del esfuerzo de la carrera, la princesa y su guardián siguieron huyendo a pie. Entonces el cielo se oscureció a pesar de ser mediodía... se desató una terrible tormenta y los huracanados vientos eran sacudidos por horrendas carcajadas.

- ¡Busquemos refugio! – exclamó el guardián mientras la Caravana de los Siete Pecados bajaba a la tierra desde la oscuridad del limbo.
- ¡No huirán de nosotros! – exclamaron las horripilantes voces sepulcrales entre los truenos - ¡devoraremos a la elegida!

¡Huir había sido inútil!. El guardián abrazó a la princesa para protegerla de la feroz vorágine... fueron golpeados contra las rocas, el viento silbaba... pero milagrosamente encontraron un pequeño refugio en una cueva en la que se ocultaron de inmediato.

Desde su refugio la princesa y su guardián contemplaban espantados a una mujer vestida de escarlata con una escolta de pequeños demonios rabiosos armados con trinches y dagas, era la Ira y ensangrentaba el cielo. Una pálida doncella somnolienta llevada en una litera por unos diablillos, era la Pereza. Otra mujer increíblemente obesa con una comparsa de gordinflones duendecillos, era la Gula. Una bella vampiresa rodeada de sátiros y montada sobre un centauro, era la Lujuria. Otra bella mujer adornada excesivamente de joyas y acompañada de un séquito de condes malditos, era la Soberbia. Una anciana encorvada bajo el peso de un enorme costal repleto de monedas de oro y acompañada de escuálidos espectros, era la Avaricia. Y finalmente, una mujer enjuta y verdosa custodiada por un séquito de esqueletos, era la Envidia.

- ¡Queremos a la doncella! – exclamaban estas horrendas mujeres mientras las hordas infernales seguían saliendo de un agujero negro en el cielo convulso.
- ¡No permitas que me lleven con ellas! – sollozó la princesa aferrándose a su guardián.
- ¡Te amo! – exclamó el guardián confesando su secreto – no permitiré que te lleven, te defenderé con mi vida, te lo juro.

El guardián abrazaba a la princesa y estaba dispuesto a dar su vida por ella pero lo cierto es que no sabía como detener a la horda infernal. El espantoso grito era ya un aullido: “Queremos a la doncella elegida por las estrellas, queremos a la doncella”.

Entonces el guardián, iluminado por la sabiduría del amor,  supo que hacer: Tomó entre sus brazos a la princesa y la besó apasionadamente.

- ¡Amémonos! – exclamó el guardián, ella cedió embriagada por el ímpetu del beso... virgen inocente, se ofreció sin poner resistencia.

El guardián la acarició con ternura y empezó a desnudarla con delicadeza... pero afuera el tropel rugía... entonces violentamente desató sus bragas, rasgó el faldón de su amada princesa y la penetró... ella gimió por la brutal embestida que desgarró sus entrañas. La horda infernal descubrió la cueva donde se ocultaban y entraron como corceles desbocados, encontraron al guardián jadeando sobre la princesa... la doncella elegida por las estrellas ya no era doncella... y se marcharon, dejando a los amantes fornicando.

La princesa descansaba entre los brazos de su guardián, sonreía a pesar del dolor que aún sentía entre las piernas mientras que él no cesaba de decir que la amaba. Caía la tarde, el horizonte teñido de bronce, fuego y sangre... el reino era arrasado por las hordas infernales.

Liliana Celeste Flores Vega - escrito en 1990

viernes, 22 de agosto de 2014

Los Dioses sin Nombre 03 - El Colgado

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 03 – El Colgado (2014)

Todd terminó de unir las piezas de metal… éstas formaron un rombo, la mitad derecha de cobre y la mitad izquierda de plata, con un cuadrado vacío en el centro. Las muescas y grabados que tenían las piezas coincidían formando un símbolo en cada esquina del rombo. Todd me preguntó si esos eran los grabados que había visto en la pared de la cámara, tuve que ser sincera y decirle que los grabados cuneiformes que vi formaban cuatro líneas de jeroglíficos, aunque me parecía recordar que cada línea empezaba con uno de los símbolos de cada esquina del rombo.

Finalmente Todd se resignó y dejó el rompecabezas sobre la mesa… no había más que hacer al respecto, no podíamos ir con una comba a tumbar las paredes de la pirámide en busca de la cámara que había quedado misteriosamente sellada. Don Faustino nos había enseñado que hay misterios que no deben forzarse a ser revelados, fuerzas oscuras que no deben de despertarse, Dioses sin Nombre que no deben de ser invocados… era mejor dejarlos dormir su sueño de milenios en el polvo del olvido, no era sensato jugar con cosas que no comprendíamos.

Damon propuso que nos embriagáramos, habíamos aceptado la invitación de Todd para pasar un par de días agradables y olvidarnos del terror pasado, teníamos que aprovechar la noche antes de que el arqueólogo a cargo del museo de sitio y sus ayudantes regresaran. Destapó una botella de vino y sirvió tres vasos.

Encendí velas e inciensos. Busqué mi usb y puse música, una selección variada de mis canciones favoritas de Moonspell, Therion e Inkubus Sukkubus… me puse el brazalete de cobre y plata en el tobillo pues resultaba demasiado grande para mi brazo e improvisé algo de dark dance mientras que Todd convenció a Damon de fumarse un par de cigarros que yo sospechaba que estaban sazonados con algo más que tabaco (A pure veil of darkness, a mysterious fog, the Moon is full and the Wolves you call. Red as my blood it is the sky above us, as I witness the arrival of the Winter Solstice and I cry from the abyss with the legions of Lilith).

Seguimos tomando vino, acabamos con ésa botella y abrimos otra. La música, la medialuz y los inciensos crearon una atmósfera místicareminiscencias de un pecaminoso harén (From where it burns, spirals of exotic scents. Rose, sandal, jasmine, all kinds of incense, aged fragrances only dreamed of once). Entonces Todd nos reclamó que la noche pasada le habíamos jugado sucio, que lo habíamos embriagado con engaños y no habíamos cumplido con nuestro ofrecimiento de compartir la cama con él  (Dragons do dream far beyond the sense, we make love in the dusty throne of a Modern Sodoma)… le dimos la razón.

Damon puso sus condiciones, permitiría algunos toqueteos y caricias pero no iba a consentir que tuviera sexo conmigo. Todd le aclaró que respetaba nuestra relación de pareja y que no pretendía eso, nos propuso una sesión de BDSM sin llegar al sexo con ninguno de los dos, sólo quería jugar con nosotros, nos dejaría solos cuando se lo pidiéramos y se limitaría a mirarnos (y masturbarse, no era necesario que lo dijera) sentado en la silla que colocó frente a la cama… accedimos. Damon se desnudó y se acostó en la cama a la inversa tal como le indicó Todd… yo me serví un vaso de vino y me senté en la silla del espectador.

Todd sacó unas sogas de su armario, nosotros sabíamos que le gustaba practicar el bondage con sus ocasionales compañeros sexuales. Tomó los brazos de Damon, los llevó hacia atrás sobre su cabeza y le ató cada muñeca a una pata de la cama. Luego le tomó la pierna izquierda y le amarró el tobillo a la cabecera de la cama. Finalmente le hizo flexionar la pierna derecha hacia afuera forzándole a colocar el talón hacia el interior del muslo casi debajo de sus testículos, le dio varias vueltas con la soga asegurando su muslo con su pantorrilla y aseguró ésta a la tarima de la cama. Damon quedó en una postura que dejaba bien expuesto su pubis… desde donde yo estaba sentada se veía semejante al arcano de Tarot “El Colgado” pero a pesar de lo forzada y extravagante que parecía la postura él me aseguró que estaba bastante cómodo.

Todd me dijo que me acercara para que ambos jugáramos con Damon. Empezamos acariciándole los brazos y el pecho, seguimos pellizcándole suavemente los pezones, mordisqueándole el cuello y los hombros… Damon cerró los ojos y se dejó hacer, había bebido demasiado vino… noté por sus gestos que nuestras caricias le resultaban mas placenteramente relajantes que excitantes (The Majestic horns of Baphomet are indeed our occult banners proudly up in the air! The androgynous light of Lucipher is our noble passion, most dear and rare!).

Si seguíamos así Damon terminaría quedándose dormido. Tomé una vela y derramé unas gotas de cera sobre el centro de su pecho, él reaccionó a la sensación de la cera caliente sobre su piel… luego fui trazando una línea bajando hacia su pectoral izquierdo y derramé una buena cantidad de cera sobre su pezón, seguí bajando hasta casi su ombligo donde deposité otra cantidad de cera, subí hasta su pectoral derecho derramando otra buena cantidad de cera sobre su pezón y terminé subiendo hasta el primer punto formando un rombo… no fue algo planificado pero cuando me di cuenta que sin proponérmelo le había hecho un rombo semejante al rompecabezas de piezas de metal decidí completarlo dibujando con la cera un cuadrado dentro de aquél rombo.

Apagué la vela y seguí acariciando a Damon, manipulé su miembro viril, me incliné para tomarlo en mi boca y lo estimulé un buen rato… hasta que él se quejó de no sé que tonterías que le estaba haciendo Todd, levanté la cabeza y vi que Todd había tomado un marcador y le estaba dibujando sobre la piel dentro del rombo de cera los símbolos que tenía el rompecabezas de piezas de metal. Damon le protestó a Todd que si iba a jugar a hacerle garabatos fuera a sentarse en la silla y me dejara hacer a mi... entonces Todd le dio una bofetada, simuló fruncir el ceño y dijo que iba a disciplinarlo por esa falta de respeto.

Hasta el momento todo había transcurrido más como un juego que como una sesión BDSM pero cuando Todd tomó mi fusta supe que ahora si iba a lo serio y me senté en la silla para ver como disciplinada a Damon. Yo nunca me había atrevido a usar la fusta sobre su vientre, menos sobre su zona genital… me limitaba a su espalda, nalgas y muslos por temor a lastimarlo… pero Todd sabía bien lo que hacía, calculaba a la perfección la fuerza con la que debía de ejecutar cada golpe para provocarle a Damon el nivel preciso de dolor que deriva en placer.

Poco a poco Todd empezó a aumentar la intensidad y la frecuencia de los azotes encontrando el ritmo que complacía a Damon… era muy excitante ver a mi hombre estremeciéndose bajo cada latigazo y escucharlo jadear de aquella manera. Iba a empezar a masturbarme cuando sentí un cosquilleo en la zona del tercer ojo y reparé en un extraño silbido que apenas se percibía por debajo de la música (Mothertown of demons, you had to fall but thy fallen shall rise in the name of our mother Babalon; Lilith thy whore)… mas que escuchar el silbido sentí la vibración del sonido atravesándome, semejante a la vibración de aquellos cuencos tibetanos que se usan para meditación… ¿acaso era el péndulo?...  me puse de pie y me dirigí hacia la mesa en donde estaba el cofrecillo que guardaba el péndulo pero mis ojos se posaron sobre el cuchillo que estaba al lado y que Todd había usado para abrirlo.

Tomé el cuchillo y miré hacia la cama. En ése mismo instante Todd perdió el control y descargó un brutal latigazo sobre el vientre de Damon, seguido de un segundo y un tercero que cayeron sobre su entrepierna… Damon pronunció la palabra acordada para dar por acabada la sesión pero Todd lo ignoró y siguió fustigándolo… era consciente de que tenía que detener a Todd pero me quedé contemplando la escena como perdida en un trance.

Intenté reaccionar… lejanamente me di cuenta que algo raro sucedía con el reproductor de mp3, estaba como rayado repitiendo la estrofa de una canción (Lepaca Kliffoth, Telna ha ilan ha hizon, Mol Sitra ahra, Olahm ha Kliffoth) y reconocí que eso contribuía a hundirme cada vez más en ése extraño trance pero fui incapaz de sobreponerme. La bombilla del pasadizo que nos iluminaba indirectamente se apagó y nos quedamos iluminados solo por las velas… con el rabillo del ojo noté una luz iridiscente que emanaba del cofrecillo.

Seguí contemplando el salvaje vapuleo atrapada en aquel trance inducido por la vibración que provenía del péndulo que estaba dentro del cofrecillo y aumentado por la repetitiva salmodia de la canción… era consciente de todo pero no podía reaccionar y me dejé arrastrar por ése oleaje de oscuridad. Imaginé lo placentero que sería enterrar el cuchillo que tenía en la mano en el vientre de Damon... sentí el sabor de su sangre, que ya había probado en otras ocasiones, en mi boca… un deseo mórbido y macabro de poseerlo de una manera inconcebible… imaginé lo delicioso y excitante que sería hundir mi mano en sus entrañas palpitantes, tibias, sangrantes…

Damon le pedía a gritos a Todd que se detuviera pero éste ignoraba sus gritos de dolor, amenazas y súplicas… entonces Damon me miró y murmuró mi nombre, reaccioné, pero no de la manera que Damon esperaba. Me acerqué a ellos y tomé el brazo de Todd indicándole que se detuviera… él reaccionó agresivamente y me miró pero seguramente vio en mis ojos la misma locura que lo poseía… obedeció, dejó la fusta, soltó una carcajada delirante y se apartó.

Contemplé a Damon, la sangre corría desde su entrepierna hasta sus muslos… él vio el cuchillo que tenía en mi mano y me pidió que cortara de una vez las sogas que ataban sus muñecas pero lo ignoré… acaricié su vientre sudoroso y agitado, deseaba tanto enterrarle el cuchillo y hacerlo mío de aquella manera sangrienta y sórdida que había imaginado… él adivinó mi deseo, una muda súplica en su mirada recordándome la promesa que me pidió que le hiciera en nuestro ritual de unión de manos (si algún día los dioses te piden mi sangre prométeme que me harás el amor antes de matarme)… y yo honraría aquella promesa.

Me subí a la cama y me arrodillé entre las piernas de Damon. Dejé el cuchillo a un lado, me quité el babydoll que me había puesto cuando Todd propuso hacer una sesión BDSM y me incliné para lamer su sangre… proseguí besando su pubis y lamiendo su miembro viril, Damon reaccionó a mis caricias más pronto de lo que me esperaba… lo copulé y empecé con un suave movimiento de vaivén, fui aumentando la intensidad y alternando el vaivén con un movimiento circular… el placer nos llevó a otro tipo de trance.

La ventana se abrió de golpe y las velas se apagaron. El reproductor de mp3 se detuvo pero la salmodia continúo ahora recitada por voces guturales no humanas que venían no se de donde. Un olor a tierra mojada penetró por la ventana abierta, no llegaba a ser un hedor pero era un olor acre muy cargado… una inexplicable niebla empezó a invadir la habitación… al parecer Todd había abierto el cofrecillo y la iridiscencia que yo sabía que emanaba del péndulo empezó aumentar.

Seguí cabalgando a Damon y llegamos juntos al orgasmo… me quedé jadeando un rato sobre su pecho sintiendo los latidos acelerados de su corazón y le di un apasionado beso en la boca, un último beso antes de empuñar el cuchillo y hundírselo en el… entonces finalmente me liberé del trance y me di cuenta de que mierda estaba pasando por mi cabeza.

De inmediato me incorporé, tomé el cuchillo y corté la soga que mantenía el tobillo de Damon atado a la cabecera de la cama… iba a cortar las sogas que ataban sus muñecas pero Todd saltó furibundo del rincón desde donde nos había estado mirando y me gritó que no soltara a Damon porque “ellos” querían su sangre. Obviamente él seguía bajo el maldito trance, tenía que manejar la situación con prudencia… le respondí que ya habíamos derramado su sangre, era suficiente y teníamos que soltarlo… entonces Todd me dio un brutal golpe en la nuca que me mandó de cara al piso y de frente a la oscuridad.

Cuando recuperé la conciencia estaba atada en la silla y con las manos esposadas. La salmodia de voces guturales no humanas había sido sustituida por un tamborileo subterráneo y el olor a tierra mojada se había intensificado. Miré hacia la cama… Todd había vuelto a atar el tobillo de Damon a la cabecera de la cama. Damon estaba forcejeando tratando de liberarse de las ataduras mientras que  Todd sostenía el péndulo sobre su pecho y recitaba unas extrañas palabras.

Todd se dio cuenta que yo había despertado, tomó el cuchillo con la otra mano y se acercó a mi con el rostro completamente transfigurado en una mueca terrible y la mirada encendida por la locura… Damon le gritó que le hiciera a él lo que quisiera pero que no me hiciera daño, Todd le respondió con una voz pastosa que sólo necesitaba un poco de mi sangre pero eso en lugar de calmar a Damon lo alteró más… y a mi también.

Todd puso el péndulo a la altura de mis ojos… noté que el centro de éste se había aclarado hasta la transparencia y era de ése punto que emanaba la rara iridiscencia pero sus puntas irregulares se mantenían opacas y oscuras. Entendí que la sangre aumentaba la iridiscencia del péndulo. Todd puso el cuchillo sobre mi mejilla y sonrió con una sonrisa maligna que no era la suya, ni siquiera era humana, las lágrimas surcaron mis mejillas… luego pasó la hoja del cuchillo por mi cuello, sentí que la yugular me latía. Damon prácticamente se estaba lacerando las muñecas tratando de liberarse de sus ataduras mientras que le gritaba a Todd que no me lastimara… entonces Todd bajó hasta mi pecho y me hizo un corte rápido entre los senos.

Respiré aliviada por un segundo mientras que Todd mojaba el péndulo con mi sangre, noté que la iridiscencia del péndulo se intensificó. Luego él se volvió hacia Damon, le hizo un corte parecido en medio del pecho y mojó el péndulo con su sangre… la iridiscencia del péndulo se extendió llegando hasta las puntas irregulares que se aclararon por un instante pero luego estas volvieron a ser oscuras y opacas.

Todd colocó el péndulo en el cofrecillo, el tamborileo subterráneo cesó y el olor acre empezó a disiparse… al fin aquella locura se había acabado. Traté de aparentar serenidad, le dije a Todd que “ellos” estaban complacidos con la ofrenda y que nos soltara pero él me dijo que esto apenas había comenzado… había tocado a la puerta, su llamado había sido atendido por “el portero” y ahora debía de pagar el precio para que la puerta se abriera.

Todd cogió la fusta, se acercó a Damon y empezó a vapulearlo brutalmente otra vez. Entonces un estruendo nos remeció, fue como “un movimiento telúrico que golpeó en el aire” y sentí como si las barreras del tiempo y el espacio se distorsionaran… la maldita salmodia de voces guturales no humanas volvió a escucharse, por momentos las escuchaba como un eco lejano que emergía del inframundo y un instante después tan cerca como si estuvieran recitando a mi lado… por la ventana abierta penetró un hedor penetrante, una mezcla asquerosa de sangre pútrida y barro… sentí una arcada y vomité sobre mis pies.

Empecé a maniobrar para liberar mis manos de las esposas, logré liberar una de mis muñecas pero aún tenía que lidiar con las sogas que me mantenían atada a la silla. En ese momento Damon logró soltar una de sus muñecas, Todd le dio un puñetazo en la boca y Damon le escupió en la cara un salivazo sanguinolento… yo seguí forcejeando para liberarme de las sogas y logré aflojar los nudos… Todd le propinó a Damon un puñetazo en el pómulo, Damon no se lo respondió pero casi había logrado soltar su otra muñeca… Todd se sentó a horcajadas sobre él y logró dominarlo otra vez pero yo ya había conseguido soltarme de mis ataduras.

Tomé el objeto contundente que encontré mas cercano, era una botella de vino vacía… arremetí contra Todd con todas mis fuerzas pero él desvió mi golpe, la botella se escapó de mi mano y se hizo añicos contra la pared… trastabillé y caí al suelo de rodillas… Todd se puso de pie, me haló del cabello y me dio un brutal bofetón que me rompió el labio y me mandó al suelo otra vez.

No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, Todd no se tomó la molestia de volver a atarme a la silla pero había tenido “la caballerosidad” de ponerme como sea la camiseta de Damon. Cuando abrí los ojos miré hacia la cama, Damon ya no gritaba ni luchaba mientras que Todd seguía descargando inmisericordemente más golpes sobre él… no estaba desmayado, estaba con los ojos abiertos mirándome sin verme y la sangre corría otra vez por sus muslos.

Me arrastré hasta los pies de Todd y le supliqué que no siguiera lastimando a Damon… Todd me haló del brazo, me puso sobre el vientre de Damon y siguió blandiendo la fusta preso de un loco frenesí, los golpes empezaron a caer sobre mi espalda… creo que Todd no tenía conciencia de que yo me había cruzado sobre el cuerpo de Damon y que me estaba golpeando.

La camiseta amortiguó un poco los primeros latigazos pero estos eran constantes, finalmente un latigazo rasgó la tela, otro rasgó mi piel y sentí el ardor de mi carne abierta… entonces pasé la frontera del dolor, escuchaba el silbido que hacía la fusta cortando el aire y el chasquido que hacía al caer sobre mi espalda pero ya no me dolía… la maldita salmodia de voces guturales no humanas cesó… y de pronto ya no estaba allí…

Sentí como si viajara vertiginosamente por un túnel cósmico y luego me encontré en una vasta  extensión de arenas doradas donde se levantaban unas pirámides colosales, unas eran de ladrillos de adobe, otras de piedra negra pulida y algunas de mármol blanco… no parecían estar en un orden establecido por el tamaño o por el material del que estaban construidas, aunque tal vez yo no entendí el orden en el que se encontraban, para mi simplemente se extendían aleatoriamente por aquella interminable vastedad de arenas doradas bajo un cielo casi blanco…

Entonces vi a Damon, estaba de pie mas adelante contemplando el horizonte… lo llamé por su nombre, él volteó, me miró, me hizo una señal de que guardara silencio y que me acercara a él… cuando estuve a su lado me tomó de la mano… entonces vimos que el cielo empezó a colorearse con diferentes matices, amaneceres de azul y argento, ocasos de rojo y oro… las pirámides fueron hundiéndose en las arenas hasta que sólo quedó una pirámide de adobe… entonces ésta se abrió desde su cúspide y formó un rombo con un cuadrado vacío en su centro.

No recuerdo más de lo que fue aquel sueño o visión… cuando me desperté estaba acostada boca abajo en una cama estrecha como de hospital, Damon estaba a mi lado en otra cama. Reconocí el tópico de emergencias del museo de sitio, ya una vez me había atendido allí cuando visité el lugar con Luis y me desollé las rodillas al resbalarme subiendo una de las pirámides.

El dolor de las heridas que tenía en la espalda era agudo pero tengo bastante resistencia al dolor, cuando me hicieron la cesárea estaba andando a las cuatro horas de la cirugía, he caminado dos días con un tobillo luxado una vez que me fui de campamento con unos amigos… unos latigazos en la espalda no eran cosa que me mantuvieran desfallecida en una cama, a lo más me quedarían unas cicatrices… más me preocupaba Damon, él había recibido la peor parte.

Me senté al lado de Damon, él tenía el labio hinchado y un moretón en el pómulo… le di un beso y noté que estaba sedado… sabía que el corte en medio del pecho era algo insignificante, igual como el que yo tenía, una cosa de nada que se cicatrizaría solo… lo que me preocupaba era otra parte de su cuerpo. Lo revisé bajo la sábana… le habían vendado los muslos, tenía laceraciones en el vientre y la entrepierna pero felizmente sus heridas no eran tan graves como había temido.

Fui al baño y me miré al espejo, tenía el labio inflamado y me dolía bastante la herida que tenía en el lado interior de la boca pero el bofetón no me había volado ni un diente… me quité la bata de hospital y examiné mi espalda cubierta con gasas.

Regresé a la cama, mi bolso estaba sobre una silla… busqué mi peine y encontré el brazalete de plata y cobre. Entró la enfermera, me preguntó como me sentía, me obligó a comer gelatina y me dio un par de pastillas. Me pregunté donde estaba Todd pero supuse que en algún momento había reaccionado y nos había llevado al tópico de primeros auxilios… y que no se aparecía porque no sabía como disculparse. Me recosté al lado de Damon y me quedé dormida.

Nos despertamos bastante tarde en la noche, lo primero que vimos fue el rostro bonachón del arqueólogo a cargo del museo de sitio, quise morirme de vergüenza. Nos preguntó que había sucedido, le respondí que nos pasamos de drogas y la sesión BDSM se nos fue de las manos… él nos respondió con una sonrisa comprensiva y nos dijo: “Si, se les nota que fue una sobredosis de hongos de Yuggoth”… y nos explicó que él y sus ayudantes habían llegado muy temprano en la mañana, nos encontraron desmayados en la cama de la habitación de Todd y de inmediato nos llevaron al tópico… a Todd lo encontraron balbuceando incoherencias en una de las pirámides y lo habían trasladado a un hospital psiquiátrico. Dudé si preguntarle sobre el cofrecillo, el péndulo y el rompecabezas de piezas de metal en forma de rombo… pero él se me adelantó y nos dijo que “aquellas cosas malditas” estaban en un lugar seguro.


Canciones
Ancient Winter Goddes – Moonspell
An Erotic Alcheny – Moonspell
Tenebrarum Oratorium (Andamento I / Erudit Compendyum) – Moonspell
Babylon – Therion
Lepaca Klifgoth – Therion



sábado, 16 de agosto de 2014

Los Dioses sin Nombre 02 - Lo que yacía en la pirámide

Los Dioses sin Nombre – Capitulo 02 – Lo que yacía en la pirámide (2014)

Damon estaba esperándome en la recepción del hotel que queda a unas cuadras de mi casa, apenas nos encontramos lo abracé y lo besé aliviada de que hubiera regresado bien… siempre me preocupo cuando tiene que viajar a la selva “por negocios” y en ésta ocasión mi preocupación se había duplicado porque llevaba aquellos dos pergaminos con dibujos de símbolos cabalísticos y grafías arcanas escritos con tinta roja.

Subimos a la habitación y me senté en la cama. Damon abrió una caja de sangría, sirvió dos vasos y me dijo que don Faustino había fallecido, según los doctores, a causa de un derrame cerebral… pero ambos sabíamos que el chamán había muerto de pánico después de haberse enfrentado a una extraña criatura que había emergido de las oscuras profundidades del mar para arrebatarle aquél misterioso libro… casi me sentía culpable pues nosotros le habíamos entregado la maleta, aunque en ése momento ignorábamos su maldito contenido y su procedencia.

El recuerdo de aquella noche en la posada de Los Faroles aún estaba reciente en mi memoria, el miedo primitivo y visceral que Damon y yo habíamos experimentado cuando escuchamos desde la habitación en la que dormíamos esas extrañas pisadas y chapoteos cruzando la terraza… como ya lo he dicho ambos tenemos amplia experiencia con fenómenos paranormales pero una cosa es distinguir un duende entre la enramada cuando acampamos, ver un fantasma en una vieja quinta que se sabe que está embrujada o vislumbrar la danza de las salamandras en la fogata… y otra muy diferente haber percibido la presencia ominosa de “aquel ser” que había sido precedido por una fetidez tan repulsiva y una oscuridad tan siniestra que habían hecho huir a los fantasmas de las  nieblas… apuré de un trago el vaso de sangría… Damon también se bebió su vaso de sangría de un solo trago… sabíamos donde estaba la línea que no debíamos de cruzar.

Damon me sirvió otro vaso de sangría y se arrodilló a mis pies con obvios deseos de empezar con nuestros escarceos amorosos pero yo aún tenía algunas preguntas que hacerle, cuando él me quitó los zapatos yo abandoné mis pies a sus caricias pero mientras lo dejaba hacer le pregunté sobre su encuentro con Chris… él me respondió que le había entregado la maleta de “maca en polvo” y que era asunto de Chris ver como hacía para sacar la mercadería del país.

No me mencionó los dos pergaminos. Me quitó las medias y empezó a besarme los pies pero yo lo detuve y le pregunté si le había entregado los pergaminos a Chris… Damon me respondió que le contó a Chris todo lo sucedido en la posada de Los Faroles y le entregó los dos pergaminos, Chris los recibió casi conmocionado de emoción y le preguntó sobre la procedencia del libro pero él no supo darle razón de donde procedía ni quien se lo había enviado a don Faustino, lo único que sabía era que el fulano que le había hecho la entrega de la maleta era un “transportador” que llevaba drogas, armas, reliquias o lo que fuera mientras le pagaran por ello.

Habían especulado que posiblemente había sido un intercambio de “reliquias” entre don Faustino y un coleccionista extranjero ya que en su viaje anterior Damon se las había tenido que arreglar para sacar del país un objeto “extraño y peculiar” encontrado entre las ruinas de una huaca y se lo había entregado a otro “transportador” al que encontró en una carretera casi frontera con México. Yo recordaba ése objeto, era un pequeño cofrecillo de oro con incrustaciones de spondilus muy bonito pero no lo encontré extraño ni peculiar aunque según don Faustino “eso” estaba dentro del cofrecillo y obviamente nos prohibió abrirlo… lo hicimos pasar en un paquete de un kilo de turrón de doña pepa el que cortamos de tal forma para que el cofrecillo encajara dentro.

Damon empezó a acariciar mis piernas pero le dije que no le permitiría continuar hasta que me contara si habían logrado descifrar los dibujos y grafías de los dos pergaminos y que habían hecho con ellos. Me dijo que Chris le pidió que lo llevara con el brujo de “su tribu” (Damon vivió por un tiempo con una tribu de guerreros brujos allá en un recóndito lugar perdido en la selva y acostumbra visitarlos cada vez que tiene la oportunidad) durante los dos días que les tomó llegar hasta la aldea no tuvieron contratiempos, ninguna “criatura oscura y maligna” los persiguió… no le dieron muchos detalles al brujo, sólo le dijeron que eran dos pergaminos antiguos con símbolos extraños que querían descifrar… hicieron una ceremonia invocando la protección de los ancestros y del Dios Jaguar y desenrollaron los pergaminos… el brujo los examinó, no pudo descifrarlos pero les advirtió que “percibía una maldad desconocida” y les sugirió quemarlos.

Obviamente Chris no quiso quemarlos, los enrolló cuidadosamente y dijo que los llevaría con un experto ocultista. Yo hubiera hecho lo que sugirió el brujo de la tribu y por la mirada de Damon supe que él opinaba lo mismo… pero ¿qué podíamos hacer nosotros contra lo que decidía Chris?, no podíamos contradecir a ése millonario extravagante que le costeaba los viajes a Damon. Me dije que al menos esos dos pergaminos malditos ya no estaban en el país y confiaba en que fueran indescifrables… o que el ritual, invocación o lo que sea estuviera incompleto y fuera imposible de llevar a cabo.

Le permití a Damon acariciar mis muslos y… no me voy a extender en detalles de lo que hicimos en la cama, sólo diré que esa noche no nos molestó ningún entidad “del mas allá”… sólo un señor que estaba hospedado en la habitación de al lado que nos tocó la puerta y nos pidió que no hiciéramos tanto ruido. Luego nos terminamos la sangría… Damon se quedó dormido antes que yo, acurrucado de lado y adorablemente ebrio… me quedé un rato contemplándolo dormir, tuve la tentación de hacerle algunas cosas mientras dormía y le acaricié las nalgas, instintivamente él se puso boca abajo para dejarme hacer… pero sólo me limité a seguir acariciándolo.

Entonces llamó mi atención el tatuaje que tiene en la nuca y el otro que sigue su columna, recorrí las líneas de tinta con mi dedo… el tatuaje que recorre su columna se lo hicieron en un ritual de iniciación en un Templo de Kali, el otro tatuaje es un símbolo de protección… Luis también tiene ése tatuaje, recordé que Luis me dijo que a pesar de que ahora ése es un símbolo bastante común cuando se hace con la debida ceremonia es un talismán de protección casi infalible… pensé que gracias a ése tatuaje que tenía Damon no habían sufrido percances llevando los dos pergaminos malditos para que los examinara el brujo de la tribu… sabía que Chris también tenía tatuajes hechos en ceremonias de iniciación así que me dije que no debía de preocuparme por él, mientras no intentara cruzar ésa línea que no se debía de cruzar.

Me acurruqué al lado de Damon, él se despabiló, tomó mi mano y la guió entre sus piernas… yo sabía lo que él quería, mis dedos conocían bien la ruta… después de complacerlo nos quedamos dormidos. Nos despertó el condenado sonido del celular, Damon contestó… luego me dijo que nuestro amigo arqueólogo quería vernos y ése mismo día nos íbamos de viaje al norte. No me gusta levantarme tan temprano pero un viaje al norte por invitación de nuestro amigo prometía una agradable aventura y era lo que ambos necesitamos para olvidarnos del terror pasado.

Regresé a mi casa para decirle a mi madre que me iba de viaje al norte con Damon y por mi mochila que ya había preparado con anticipación la noche anterior, ésta vez no me olvidaría de las muñequeras, las tobilleras y las sogas… ni del látigo.

Nuestro amigo arqueólogo, al que llamaré Todd por no usar su nombre real, en realidad no es arqueólogo titulado pero sabe mucho del tema… es sobrino de un reconocido arqueólogo que ha hecho importantes descubrimientos e investigaciones en el Perú y siempre ha estado metido en el ambiente ayudando en el museo de sitio, en las excavaciones y… haciéndose de algunas piezas que Damon se encarga de vender a coleccionistas privados. En más de una ocasión nos ha hecho pasar al almacén del museo de sitio y nos ha llevado a las excavaciones no abiertas al público.

Todd nos esperaba en un par de días (cuando el arqueólogo a cargo del proyecto y sus ayudantes se tomarían un par de días de descanso y él se quedaría cuidando las excavaciones) por lo que no teníamos apuro e hicimos el viaje en bus… nos gusta mucho viajar en bus, contemplar el paisaje por la ventanilla, hacer la parada obligatoria para almorzar en un pueblito olvidado en el que siempre se encuentra un paisano que nos cuenta una leyenda o alguna curiosidad del lugar… y la noche en ruta con las luces del interior del bus apagadas, una noche de besos y caricias furtivas disimuladas bajo mi poncho que llevo solo para ése propósito.

Llegamos a la ciudad a buena hora para almorzar, dimos un par de vueltas a la plaza, compramos algunas artesanías para el hermano de Damon que siempre se quejaba que él no le llevara nada de sus viajes y nos hospedamos en un bonito hotel. La noche fue de vino y pasión desbordada, afortunadamente sin fantasmas que nos interrumpieran en el momento preciso. Nos despertamos por el alarma del celular… con las primeras luces del alba pude ver que la nueva fusta si había cumplido cabalmente con su función dejando varias líneas cárdenas sobre los muslos de Damon, sentí deseos de lamer cada una de aquellas marcas que mi frenesí habían dejado sobre su carne pero eso nos llevaría a otra cosa y ya estábamos con la hora.

Desayunamos con prisa y nos pusimos en camino hacia el lugar del encuentro. Cruzamos el bosque de algarrobos y llegamos hasta el complejo arqueológico… ambos conocíamos el lugar, Damon y yo habíamos ido juntos una vez y yo había ido un par de veces más con Luis… pero la vista de las 26 pirámides grandes y de un número aún no confirmado de otras pirámides pequeñas siempre era impresionante, aquellas colosales ruinas parecían estar fuera de lugar y de tiempo, daban la sensación de ser un paisaje perteneciente a otro mundo.

Todd estaba esperándonos con esa sonrisa de niño que planea hacer una travesura (entiéndase un pequeño saqueo)… nos dijo que había hecho un descubrimiento en una de las pirámides grandes y sin mas pérdida de tiempo nos llevó hasta aquella mole de ladrillos de adobe… éstas pirámides, a diferencia de las pirámides egipcias, no tienen puertas ni entradas que lleven a alguna cámara secreta, básicamente son enormes plataformas sobre las que se levantaban los templos… o por lo menos eso es lo que dicen los arqueólogos y los libros de historia. Una leyenda cuenta que el cerro que se encuentra en el centro del complejo arqueológico es la prisión de un monstruo semejante a una mantaraya gigantesca… pero no hay leyendas que hablen de que haya algo (ya sea monstruos o tesoros) en el interior de las pirámides.

Empezamos el ascenso hacia la cima de la pirámide por la rústica escalera de peldaños tallados ahora erosionados y desiguales. Damon y yo suponíamos que tendríamos que escalar hasta la cima, yo recordaba el último tramo del ascenso que tenía que hacerse casi a gatas… pero Todd nos hizo detenernos a la mitad y allí nos mostró lo que parecía ser una entrada, la alumbró con una linterna, se podía ver un pasadizo estrecho… había que entrar por allí, entonces comprendí que sólo yo cabía por ése agujero.

Damon se opuso diciendo que era muy peligroso, Todd le aseguró que no había peligro de gases tóxicos porque el agujero había estado un par de semanas aireándose y ya había metido un gato que había regresado ileso… sin embargo podía existir el riesgo de encontrarme con algunas alimañas pero tenía a la mano un botiquín de primeros auxilios. Mi espíritu aventurero pudo más que la prudencia, me recogí el cabello, Todd me puso un casco de minero con una linterna y me ató una soga a la cintura, Damon me vendó las manos… hicimos una sencilla ofrenda a los Apus y me metí por aquella madriguera.

La linterna del casco me daba luz suficiente, empecé a arrastrarme…el primer tramo era recto y luego iba en un suave declive, obviamente el camino estaba lleno de tierra pero afortunadamente no encontré alimañas… mientras descendía me puse a pensar en que clase de seres habían podido arrastrarse por allí, me imaginé unos seres con apariencia de reptil… examiné las paredes pero no vi grabados, sólo era un estrecho pasaje de ladrillos de adobe… llegué hasta una pequeña cámara irregular, a simple vista no vi nada especial, tal vez los huaqueros ya nos habían ganado.

Dentro de la cámara pude ponerme de rodillas, volví a examinar las paredes y distinguí algunos relieves, parecían líneas, los limpié, en algo me recordaron a la escritura cuneiforme pero soy una ignorante para interpretarlas… tal vez sólo eran líneas sin importancia causadas por la erosión. Era bastante desalentador haberme arrastrado hasta allí como una vil rata para no encontrar nada… empecé a escarbar en el suelo justo debajo de las líneas y descubrí un adobe que estaba suelto, lo moví y encontré algo… era un hatillo de una tela parda, lo saqué y lo desenvolví… me emocioné por el hallazgo: Un pequeño cofrecillo de metal, tal vez de cobre, con intrincados grabados e incrustaciones de spondilus muy parecido al que don Faustino le había entregado a Damon… un brazalete y pedazos de metal… no era la gran cosa pero era un hallazgo!

Tomé el hatillo y me arrastré de regreso hasta la salida, en ése momento no pensé en lo insólito que había sido no encontrarme con alguna alimaña como si el lugar se hubiera mantenido casi intacto por algún encantamiento… o maldición. Damon estaba mordiéndose las uñas de impaciencia, fue visible su tranquilidad al verme salir ilesa… hecha toda una mugre, pero ilesa.

Les mostré triunfante el hatillo. Todd  no cabía de la emoción cuando tomó el cofrecillo entre sus manos y en su entusiasmo me estampó un beso en la boca, acto que le costó un puñetazo de parte de Damon. Yo tomé el brazalete y lo reclamé como mío, lo limpié y noté que era de plata y cobre, además tenía un diseño muy parecido al tatuaje tribal que el hermano de Damon tiene en un brazo… de inmediato decidí que sería un bonito regalo para él. Damon pasó a examinar y limpiar las piezas sueltas de metal, algunas eran de cobre y otras de plata… parecían las piezas de un rompecabezas.

Descendimos de la pirámide y fuimos al museo de sitio. Todd nos hizo pasar a la habitación que ocupaba y me indicó el baño para que me bañara. Cuando salí encontré a Damon tratando de armar el rompecabezas sobre la cama y a Todd intentando abrir el cofrecillo. Les dije que me moría de hambre, dejamos las cosas en la habitación de Todd y fuimos a almorzar al pueblo.

Terminamos de almorzar y regresamos de inmediato al museo de sitio. Nuestro descubrimiento no era tan grandioso para una zona en la que se habían encontrado suntuosas piezas de oro con incrustaciones de turquesas pero para nosotros ameritaba una celebración… habíamos comprado unas botellas de vino, abrimos una y empezamos a beber. Todd tenía además algo de “hierbita” y armamos unos porros.

No tardamos en estar ebrios. Damon me besó y me tumbó sobre la cama, empezamos a acariciarnos sin darle importancia a Todd que seguía intentando abrir el susodicho cofrecillo… le dije a Damon que se sentara en el borde de la cama, me arrodillé entre sus piernas y le bajé los pantalones para hacerle sexo oral… estábamos muy ocupados en aquella faena cuando Todd nos interrumpió con una exclamación de victoria: Había logrado abrir el cofrecillo.

Se acercó a nosotros y nos mostró una especie de péndulo… la cadena parecía de plata y la piedra era un extraño cuarzo oscuro irregular y opaco. Damon le advirtió que no me besara y Todd le estampó un sonoro beso en la boca a él… no le dio tiempo a Damon para reaccionar y salió de la habitación como un niño con un juguete nuevo. Nos alegramos que nos dejara solos y volví a arrodillarme entre las piernas de Damon para continuar con lo que estaba haciendo.

Hicimos el amor sin preocuparnos que estuviera haciendo Todd. Luego nos quedamos un poco adormilados y nos despertamos como a la medianoche con bastante sed, buscamos a Todd para preguntarle si había algo para beber que no fuera vino… lo encontramos en la sala de estudio rodeado de libros antiguos, con un gesto nos indicó el friobar dónde había agua mineral y jugo de naranja, tomamos un par de botellas y nos sentamos a su lado.

Todd levantó la mirada del viejo libro que estaba leyendo y me preguntó si había visto algunos grabados en la susodicha cámara, le dije que había visto unas líneas algo parecidas a una escritura cuneiforme… él me pasó un lápiz y papel para que los dibujara… hice mi mejor esfuerzo para recordar las líneas pero solo conseguí dibujar unos garabatos. Entonces Todd se puso de pie y nos dijo que teníamos que volver a la pirámide.

Damon se opuso tajantemente y le dijo que no íbamos a regresar allí para que yo me metiera en ésa madriguera a mitad de la madrugada… estuve de acuerdo con eso. Todd nos dijo que no podíamos esperar, tenía el semblante alterado y la mirada febril… Damon le sirvió un vaso de vino y le dijo que se calmara, que los grabados que habían permanecido allí por siglos no iban a desaparecer de la noche a la mañana y que volveríamos a la pirámide al día siguiente llevando una cámara fotográfica.

Todd se bebió el vaso de vino pero no se calmó, insistió con que teníamos que volver a la pirámide para descifrar aquellas líneas misteriosas. Le encendí un porro y se lo ofrecí, él le dio un par de pitadas pero insistió… finalmente tuvimos que recurrir a invitarlo a compartir la cama con nosotros para convencerlo de que se esperara hasta la mañana.

Ya en la habitación entre caricias y jugueteos hicimos que Todd tomara más vino y conseguimos que se embriagara… Damon se acostó a su lado dejándose manosear un poco hasta que Todd se quedó dormido. Yo me fumé el último porro… tal vez no debí de hacerlo porque empecé a escuchar un extraño silbido y me pareció que éste provenía del péndulo que Todd había dejado sobre la mesa… lo tomé y sentí que vibraba en mi mano… estaba cansada, no quería saber de cosas raras por ésa noche… miré el cuarzo irregular oscuro y noté que ahora parecía desprender cierta iridiscencia… entonces, como si fuera algo vivo que pudiera escucharme y entenderme, le dije muy seriamente que no nos fastidiara y lo puse en el cofrecillo. Me acosté al lado de Damon y me quedé dormida.

Nos despertamos tarde, casi al mediodía… Todd ni nos dejó desayunar y nos apuró para que fuéramos de una vez a la pirámide, ésta vez llevábamos una cámara fotográfica para que yo pudiera tomar fotos de aquellas enigmáticas líneas cuneiformes. Subimos hasta la mitad de la pirámide pero no encontramos la susodicha entrada, creímos que nos habíamos equivocado de lado y recorrimos el perímetro... la entrada había desaparecido… Todd entró en shock y nos reprochó el que no hubiéramos querido regresar cuando nos lo propuso. Damon y yo dimos una segunda revisada al perímetro de la pirámide una plataforma más arriba y otra más abajo… nada… no había entrada ni piedras flojas… la pirámide estaba sellada.

Regresamos al museo de sitio. El péndulo yacía en su cofrecillo donde yo lo había dejado la noche anterior… lo tomé entre mis manos… no emitía silbido, vibración ni iridiscencia… estaba mudo, quieto y opaco. Todd se sentó a la mesa abstraído en sus pensamientos y se puso a intentar armar el rompecabezas de piezas de metal sueltas, según la lógica las de plata formarían una mitad y las de cobre otra… creímos prudente no molestarlo en su tarea y nos fuimos a dar una vuelta por el museo.

Mas tarde regresamos y encontramos a Todd mas tranquilo… nos mostró tres piezas que había logrado hacer coincidir, entonces Damon y yo notamos que éstas tenían unas muescas y grabados que parecían formar líneas que yo reconocí como muy parecidas a las que había visto en la pared de la cámara… entonces no había problema, las piezas sueltas eran un rompecabezas que reproducían los grabados de la pared… era cosa de paciencia para armarlo.